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UNIDAD 1
Colonización de América por la sociedad europea occidental, generando que
nuestra cultura comience a verse en relación a esta situación de colonia. Es decir,
se piensa en base al modelo cultural de “modernidad” que tenían los europeos.
En el siglo XIX, Sarmiento, Mitre y Lugones fueron los representantes del discurso
hegemónico intelectual del momento.
En la década del 60, luego de los hechos en nuestro país, dentro de los
intelectuales surge un sello distintivo: la duda. A raíz de esta duda, los
intelectuales se van organizando como forma de intervención política
autónoma, en donde las publicaciones periódicas conforman la base de
operaciones principales de los primeros reordenamientos de la época.
Los intelectuales se re-plantean su situación de marginalidad (como
causante de su “actual tranquilidad”) y comienzan a elaborar una nueva
literatura y política transitando de la culpabilidad (por su no participación
en las décadas anteriores) a la responsabilidad de lo que los “Hombres de
espíritu” no habían hecho.
La intelectualidad crítica entra en un proceso de puesta en disponibilidad
ideológica como consecuencia de la ruptura de sus “lealtades” anteriores.
Esto induce no sólo a la búsqueda de su propia identidad, sino también, la
búsqueda de nuevas combinaciones ideológicas capaces de
proporcionarles un lugar de acción, como intelectuales, en la sociedad.
Cuando Frondizi llega al poder, es apoyado unánimemente por los
intelectuales (más allá de sus diferencias internas), debido a la confianza
en sus dotes políticos. Hubo una efímera situación de simetría entre la
relación intelectuales-Estado (Frondizi) –característica del proceso de
intelectualización-, pero después, esta relación acabó y surgió un
sentimiento de indignación en los intelectuales ante el fracaso de Frondizi.
Aun así, de todo esto se rescata la mayor politización de los intelectuales
argentinos, su asociación con diversos movimientos y la acentuación en su
relación de oposición con el Estado (y la búsqueda de respuestas no
orgánicas).
Se instala un nuevo principio sobre la relación entre contenidos ideológicos:
subversión de las relaciones entre los fines y los medios como nueva regla
de producción de discurso e identidades.
Tanto la política como los intelectuales comienzan a darle mayor
importancia a dos cuestiones:
o Cuestión obrera: se genera una ambigüedad entre el ámbito
público y privado (y dentro de ciertos intelectuales) por los pactos
privados (y luego públicos) entre Perón y Frondizi. Los intelectuales
estudian esta cuestión considerando a los trabajadores como masa
autónoma no “sumisa” a Perón; otros en cambio, enfatizaban la
importancia y el papel del general en las elecciones y en el
accionar de los peronistas; etc.
o Cuestión nacional: después de 1955, las medidas estatales ayudan a
forjar la unificación imaginaria de los intelectuales progresistas con el
pueblo, ofreciéndoles un enemigo en común. Con la llegada de
Frondizi sucedió lo mismo, pero además, los intelectuales
consideraron que el país se encontraba dividido en dos lados (por
las medidas del presidente), encontrándose ellos del lado del
pueblo.
En una coyuntura donde el peronismo no disponía de una
conducción política coherente y la oposición no llegaba a los votos
necesarios, los intelectuales vieron en el negativismo y en el voto en
blanco una solución a su dilema. Esto era una característica de la
“identidad en suspenso de los intelectuales”, donde no se
consideraban ni peronistas ni antiperonistas.
A partir de 1960, comienza la primera fase de modernización
cultural (no estuvo dominada por la idea de la “obra”
comprometida, pero sí por la disyunción política-cultura como
resultado de un perfil de intelectual comprometido políticamente)
que luego se continuaría con el Cordobazo.
Finalmente, cabe destacar la importancia que tuvo la Revolución Cubana
como punto de referencia y análisis de lo local, ya que había ocurrido en
América Latina (era un hecho continental y en cierta forma, “local”) y que
permitía que se trasladaran sus ideales y modos de pensamiento a nuestro
país. La rama marxista dentro de los intelectuales tenía en claro que Perón
no era Fidel Castro, pero esa era una de las ventajas: debían buscar a otro
líder porque el país estaba listo para la Revolución.
Surgen otras corrientes de análisis local como fue el revisionismo histórico.
(FIN DEL TEXTO)
Rol del intelectual reflexivo: si bien nadie le pide que lo haga, registra la
historia de las ideas, realiza un trabajo crítico, en donde el sentido de esto
es la confrontación contra un poder cultural hegemónico.
El intelectual de izquierda estaba profundamente relacionado con el
proyecto de la revolución social, frene a tiempos dictatoriales,
persecuciones, etc.
El intelectual crítico tiene como tarea pensar el presente, analizarlo y darlo
a conocer de alguna forma, enfrentándose al mundo desde su postura de
“no poder” (que es justamente su poder). Es aquel que posee una
conciencia impugnadora, un trabajo crítico y reflexivo que incluso critica a
sus propias “armas” intelectuales, como así también, es aquel que
despierta a conciencia autónoma del pueblo.
Es importante destacar la aparición de múltiples intelectuales en relación
directa con los sucesos políticos, sociales y económicos de cada momento
dado. Así tenemos al intelectual reflexivo, al de izquierda, al liberal, al
peronista, etc.
En ciertos momentos históricos los intelectuales tuvieron una relación
positiva con el Estado (como en el siglo XIX y el estado liberal modernistas),
otras veces no (con los gobiernos populistas, ej peronistas), fueron
censurados (con la dictaduras y el menemismo), e incluso en ciertos
momentos se produjo un vacio intelectual pronunciado (durante los años
posteriores al peronismo pero principalmente durante la crisis del 2001).
Con el kirchnerismo se produce un re-alineamiento intelectual, influenciada
por el reconocimiento de las clases subalternas y las políticas sociales.
El siglo XVIII es el que comienza a mostrar primero el rol de los intelectuales,
dividiéndolo en distintas corrientes o tipos:
o Los seguidores del pensamiento de Rousseau (intelectual moderno)
o Los intelectuales revolucionarios
o Los intelectuales de “café” (Inglaterra)
o El intelectual romántico
o El intelectual ideológico
o El intelectual de izquierda marxista
o La intelligentsia rusa
o El intelectual crítico. (FIN DEL TEXTO)
UNIDAD 3: PRIMER EJE TEMÁTICO
La oposición civilización-barbarie se transforma en un paradigma de
conocimiento. Se da en un momento histórico (siglo XIX), en donde nuestra
realidad es analizada en base a estos conceptos.
Por otro lado, los conceptos civilización-barbarie son una construcción vacía
conceptual y teóricamente que adquiere significación en cada momento
histórico. No son definidos a partir de un ser ontológico, sino según los sentidos que
cada contexto histórico y discursivo les da. Por ende, no pueden ser definidos por
fuera del contexto de uso lingüístico, político, socio-cultural, etc.
El gaucho se define como una clase social antes que por sus cualidades de
tipo ético o racial. Es un actor en la sociedad y la economía rural del Río de
la Plata, desde el siglo XVIII hasta su desaparición a fines del siglo XIX como
clase social diferenciada. Algunas de las características de los gauchos
son: la imposibilidad de acceder a posesión de un mínimo de tierra,
alimentación asegurada por vacunos y yerba mate, cabalgadura y
vestimenta específica, etc.
El proceso de constitución de la imagen del gaucho está atravesado por la
confrontación entre la imagen del gaucho como el “otro” de la civilización
que instituye el texto de Sarmiento, “Facundo”. Allí hay una definición del
gaucho desde el sistema de interpretaciones hegemónicas del siglo XIX
(Civilización y barbarie), en donde el gaucho constituye la expresión y
manifestación de la barbarie en la vida pastoril.
Luego, la figura del gaucho va mutando y siendo dramatizada con los
avances de la literatura y los discursos nacionales, pasando por la figura
del gaucho patriota, malo, bueno, etc.
Las elites intelectuales ligadas a la política estatal elaboraron, entre fines
del siglo XIX y principios del XX, el proceso de “mitificación” del gaucho
como paradigma de identidad del “ser nacional” para contrarrestar la
disgregación babélica que traía aparejada la masiva inmigración de fin
del siglo, el nuevo otro objeto de la xenofobia. En la mitificación del
gaucho se lo “mata” y elimina como clase social diferenciada, generando
que sea algo mítico y lejano para los inmigrantes recién llegados. (FIN DEL
TEXTO).
(TEXTO 7. LITERATURA Y PERONISMO. HEREDIA, PABLO)