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Entre los anarquistas y los marxistas el concepto de pueblo parece ser más complicado. El
término se politiza al relacionarlo con la opresión de la aristocracia hacia las clases
populares, donde pueblo se configura necesariamente como un conjunto de seres
desfavorecidos y pobres. Los anarquistas se oponen a todo tipo de opresión, su ideal
radica en la obtención plenas de libertades individuales que van mucho más a allá de la
caricatura de libertad que proclaman los liberales burgueses. Los anarquistas ven la
historia como una continuidad y entienden la memoria de las luchas conectadas
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íntimamente con la cultura popular. El anarquista ve al arte como un instrumento hacia la
justicia social.
Le Bon y Freud teorizan sobre la psicología de las muchedumbres, donde las masas
adquieren en conjunto conductas primitivas que serían incompatibles muchas veces con la
individualidad. Son una energía pero sin control, según Le Bon. Freud parece ser más
optimista respecto a las masas, cree que el alma colectiva puede ser potencialmente
creadora, como lo prueba el folklore y la cultura popular en su conjunto.
Durante mis estudios de pregrado leí La Rebelión de las masas de Ortega y Gasset y
definitivamente la lectura me dejó una escena mental imborrable: Ortega haciendo ese
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gesto de asco que poseen las élites frente a la masa. La masa, el hombre-masa es para él
el símbolo de la vulgaridad y el conformismo. Una invasión vertical de bárbaros emulando
la caída del Imperio romano de occidente en manos de germanos y hunos. Ortega le niega
al pueblo toda capacidad de cultura. Spengler en su obra La decadencia de occidente habla
sobre la democracia de masas que marca el principio del fin de occidente. Si la cultura es
el alma de la Historia, la muerte de la cultura es por ende el fin de la historia.
Horkheimer y Adorno reflexionan sobre el “caos cultural” respecto al arte. El cine atrofia
la actividad del espectador. Ya había notado yo personalmente, que el cine
norteamericano es “muy rápido” en contraposición con el cine europeo o el cine
independiente. Esto no es gratuito, se busca adoctrinar al espectador hacia el “no pensar
ni fantasear”, se recrea un escenario hiperrealista donde no hay espacio para la reflexión.
La cultura se degrada en la industria de la diversión.
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Morín trata de ser conciliador entre ambas posturas extremas, el positivismo
norteamericano y el pesimismo europeo. Ve en la industria cultural un espacio para el
intercambio cotidiano entre lo real y lo imaginario. El anonimato social del hombre actual
y su impotencia política necesitan ser sublimados con una dosis de imaginario cotidiano.
Sea este el sentido de la mediación, donde los medios cumplen el rol de comunicar lo real
con lo imaginario.
Aquí se empieza tratando de conciliar con el análisis intelectual lo real histórico y lo real
social. Un repaso histórico sobre lo popular desde la Edad Media nos puede dar una pista
del rol de la masa en la evolución social. Aquí me pareció muy lúcido el análisis poco
convencional de la Edad Media, etapa en la que siempre se adjetivado como oscurantista.
A la Baja Edad Media se le da la importancia que tiene: Surgimiento de los burgos y con
ello la burguesía, la Universidad entre otros conceptos e instituciones.
En resumen se puede decir que lo popular –en el decir de Le Goff- tiene una dialéctica de
permanencia y cambio, de resistencia y de intercambio. Y sea este la dinámica propia del
proceso cultural. Lo popular es una fuerza viva que no ha de ser juzgada por su belleza o
su autenticidad, sino en lo que representa y muestra de las clases subalternas y su
impacto en la historia. Creo esto mismo es su esencia estética. La cultura hegemónica es
tomada como dominante y la cultura subalterna es de resistencia, es a decir de muchos,
sus naturalezas. Pero, es solo una visión polarizada y fundamentalista de las mismas. La
relación es dialéctica, en realidad.
Lo popular ten despreciado por los intelectuales, reivindicado por ciertos movimientos
políticos es el eje de la discusión de este capítulo. Lo popular debe ser entendido como el
conjunto de consecuencias sociales masivas del régimen político reinante. Despreciar lo
popular es ver el fracaso de la cultura hegemónica y culpar a terceros. Toda causa tiene su
efecto y toda dinámica, su dialéctica.
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