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TRASTORNOS DEL DESARROLLO

➢ Cuadros de la etapa del lenguaje:

ETAPA PRELINGÜÍSTICA (DE 0 A 12 MESES)

De 0 a 5 meses:

– Emite ruidos con su garganta.

– Crea sonidos relacionados con el placer y el dolor (risas, llantos o quejas).

– Aparecen los gorjeos y gritos.

– Hace pequeños ruidos cuando se le habla.

– Sensibilidad ante el ruido.

– Se calma al oír la voz de sus padres.

– Atención visual.

De 6 a 12 meses:

– Comprende la palabra “no”.

– Conoce y responde a su nombre.

– Se divierte con los juguetes que emiten sonidos y disfruta con las canciones.

– Emite balbuceos.

– Aparecen las protoconversaciones:

. Protoimperativas: el niño quiere algo y se dirige con gestos o con la mirada hacia
su objetivo.

. Protodeclarativas: el niño transmite un sentimiento.

– Surge el laleo que son sonidos vocálicos y consonánticos (“mamama”, “papapa”,


“bababa”).

– Intenta comunicarse con gestos.


– Llora al separarse de sus padres.

– Trata de repetir algunos sonidos.

ETAPA LINGÜÍSTICA (A PARTIR DE 12 MESES)

PERIODO PALABRA- FRASE (DE 12 MESES A 2 AÑOS)

De 12 a 18 meses:

– Pronuncia las primeras palabras, con significado (“mamá” ,“papá” o “agua”).

– Responde a preguntas sencillas mediante lenguaje no verbal (¿Dónde está?,


ante objetos o imágenes).

– Más capacidad comprensiva que expresiva.

– Llora ante la separación de sus padres, su llanto dura mucho tiempo.

– La pronunciación puede ser poco clara. (aba, cheche o tete).

– Utiliza una o dos palabras para indicar una persona o un objeto.

– Aparecen las holofrases.

– Su vocabulario será de 4 a 6 palabras.

– Intenta imitar palabras sencillas.

De 18 meses a 24 meses:

– Pronuncia sin errores todas las vocales y los fonemas más sencillos.

– Comienza a usar otros sonidos de la lengua.

– Distingue el femenino y el masculino.

– Utiliza la tercera persona para referirse a sí mismos.

– Es capaz de pedir los alimentos por su nombre.

– Emite onomatopeyas (animales, transportes, etc).


– Al final de la etapa el vocabulario será de unas 50 palabras, aún puede cometer
errores en la producción.

PERIODO DE LAS PRIMERAS FRASES (DE 2 A 6 AÑOS)

De 2 a 3 años:

– Aparece el lenguaje telegráfico (coche mío o más leche).

– Puede agrupar objetos por familias.

– Conoce conceptos como “dentro de”, “grande”, “guapa”,etc.

– Sabe pronombres como “yo”, “tu” y “ella”.

– Aparece el juego simbólico.

– Hace inflexiones en su voz para hacer preguntas ¿mi pelota?.

– Aparece el ¿Por qué? Y ¿para qué?.

– Comienza a usar el plural.

– Se produce la explosión del lenguaje. El vocabulario se amplía de 250 a 900


palabras.

– Mezcla la realidad y la ficción.

– Hace enunciados de 3 palabras.

– Su habla se vuelve más precisa.

De 3 a 4 años:

– Sale del egocentrismo y entra en la etapa del lenguaje social.

– Mantiene la interacción con otras personas.

– Usa los sonidos del habla correctamente.

– Es capaz de describir objetos comunes.

– Se divierte con el lenguaje y disfruta con los absurdos.


– Expresa ideas y sentimientos.

– Usa verbos en gerundio.

– Repite enunciados largos.

– Domina la gramática.

– Comienza a responder a preguntas sencillas que se refieren a algo que no está


presente

➢ Desarrollo del Pensamiento de Piaget


• Etapa Sensorio-Motora
• Etapa Pre-Operacional
• Etapa de Operaciones Concretas
• Etapa de Operaciones Formales

La Etapa Sensorio-Motora

La etapa Sensorio-Motora abarca desde el nacimiento hasta los dos años


aproximadamente. Esta etapa se caracteriza por la exploración e interpretación del
mundo mediante las experiencias sensoriales primero y, posteriormente, motoras,
como su propio nombre indica.

El niño utiliza sus sentidos para tocar, oler, ver, saborear y escuchar los objetos
que tiene a su alrededor.

La Etapa Pre-Operacional

La Etapa Pre-Operacional ocurre aproximadamente de los dos años a los siete


años. Durante esta etapa los niños poseen herramientas lógicas o simbólicas,
pero carecen de estructuras lógicas concretas y teoría de la mente. Esta etapa se
caracteriza por una lógica rígida donde el niño puede tener dificultades para
contemplar posibilidades poco probables o que se salgan de lo rutinario o lo
esperable. El niño aún no puede manipular mentalmente la información, así que es
bastante literal.
El pensamiento en esta etapa es egocéntrico, el niño tiene dificultades para
empatizar con otros y ponerse en su lugar.

Etapa de las Operaciones Concretas

Esta etapa ocurre entre los 7 y los 11 años y se caracteriza por el uso adecuado
de la lógica. El pensamiento hipotético aún no se ha desarrollado y los niños sólo
tienen capacidad para resolver problemas concretos.

En esta etapa se incorporan completamente las características mencionadas en la


etapa anterior durante el estadio de Pensamiento Intuitivo, además del
Razonamiento Inductivo (de lo específico a lo general).

Sin embargo, el niño en esta etapa típicamente tendrá problemas con el


Razonamiento Deductivo (De lo general a lo específico).

Durante esta etapa se produce la desaparición progresiva del egocentrismo, se


desarrollan la empatía y la Teoría de la Mente

Etapa de las Operaciones Formales

Ocurre de los 11 a los 20 años aproximadamente.

En esta etapa, se incorpora el Razonamiento Hipotético-Deductivo, que implica


circunstancias hipotéticas. Se incorpora también el Razonamiento Deductivo, que
permite inferencias de lo general a lo específico.

Características de esta etapa son el desarrollo del pensamiento abstracto, con un


mundo simbólico y conceptual complejo, la metacognición, o capacidad de tomar
conciencia de la propia conciencia (interés por la filosofía, autoevaluación,
conciencia de la propia mortalidad), y la aplicación de métodos elaborados de
resolución de problemas más allá del ensayo y error.

➢ Kohlberg Moral

En la teoría del desarrollo moral de Kohlberg se alcanza la conclusión de que el


desarrollo moral pasaba por tres niveles:

• Preconvencional
• Convencional
• Postconvencional

Cada uno de los cuales está dividido en dos estadios

Orientación hacia el castigo y la obediencia

Este estadio de la teoría del desarrollo moral de Kohlberg forma parte del nivel
preconvencional. Aquí nos encontramos con que la persona delega toda la
responsabilidad moral a una autoridad. Los criterios de lo que está bien o está mal
vienen dados por las recompensas o castigos que otorga la autoridad. Un niño
puede pensar que no hacer los deberes está mal porque sus padres le castigan si
no los hace.

Este pensamiento dificulta la capacidad de asumir que pueden existir dilemas


morales: enunciados que no tengan una respuesta moralmente clara. En este
estadio lo único que es relevante son las consecuencias: premio o castigo.
Orientación hacia el individualismo o hedonismo

En este estadio de teoría del desarrollo moral de Kohlberg ya aparece la idea de


que los intereses varían de un individuo al otro. Y aunque los criterios para decidir
lo que está mal o bien siguen siendo las consecuencias de los actos, ya no los
marcan otros. Ahora el individuo pensará que todo aquello que le reporte algún
beneficio estará bien, y mal lo que le suponga una pérdida o malestar.

Ocasionalmente a pesar de la visión egoísta de este estadio de la teoría del


desarrollo moral de Kohlberg, el individuo puede pensar que está bien satisfacer
las necesidades de otros. Pero solo cuando exista una reciprocidad pragmática o
garantía de ella.

Orientación hacia las relaciones interpersonales

En este estadio se inicia la etapa convencional del desarrollo moral. Debido a que
el individuo empieza a tener relaciones cada vez más complejas, tiene que
abandonar ese egoísmo de la anterior etapa. Lo importante ahora es ser aceptado
por el grupo, por lo tanto, la moral va a girar en torno a ello.

Para la persona que se encuentre en este estadio, lo correcto será aquello que
agrada o ayuda a los otros. Aquí lo que empieza a importar son las buenas
intenciones de las conductas y en qué medida están aprobadas por los demás. La
definición de moral en esta etapa se basa en ser una “buena persona”, leal,
respetable, colaboradora y agradable.

Orientación hacia el orden social

El individuo deja de tener una visión basada en grupos, para irse a una visión
basada en la sociedad. Ya no importa lo que le agrade a los grupos o a las
personas de mi entorno. El criterio de lo que es bueno o malo se basa en si la
conducta mantiene el orden social o lo entorpece. Lo importante es que la
sociedad sea estable y no exista el caos en ella. Aquí nos encontramos con un
fuerte respeto a las leyes y a la autoridad.

Orientación hacia el contrato social


Aquí entramos en el último nivel del desarrollo moral, etapa que muy pocos
individuos alcanzan a lo largo de su vida. Aquí la moral se empieza a entender
como algo flexible y variable. Para estos individuos el bien o el mal existen debido
a que una sociedad ha creado un contrato que establece los criterios morales.

Orientación al principio ético universal

Este estadio de la teoría del desarrollo moral de Kohlberg es el más complejo del
desarrollo moral, donde el individuo es el que crea sus propios principios éticos
que son comprensivos, racionales y universalmente aplicables. Estos principios
van más allá de las leyes, y se trata de conceptos morales abstractos difíciles de
explicitar. La persona construye su moral acorde a cómo cree que la sociedad
debería existir y no a como la sociedad le impone. Un aspecto importante de este
estadio es la universalidad de la aplicación. El individuo aplica el mismo criterio a
los demás que él mismo. Y trata a los demás, o lo intenta, como le gustaría que le
tratasen

➢ Apego de Bowlby

Las cuatro etapas del apego son las siguientes:

• Fase de preapego
• Fase de formación
• Fase de Apego
• Fase de Relaciones Recíprocas

Fase de preapego según la teoría de John Bowlby

Se trata de la primera fase y ocurre en las primeras seis semanas de la vida


humana. En esta etapa el niño acepta sin inconvenientes a cualquier persona
capaz de ofrecerle comodidad. Por ello, es natural que no se pueda percibir
ninguna clase de preferencia del bebé por alguna persona en específico.

Un detalle destacado de esta etapa es que es posible visualizar cómo el niño


cuenta con conductas innatas que le facilitan obtener la atención de personas
adultas. El ejemplo más notable es la forma en que los recién nacidos responden
a los estímulos externos intentando provocar el contacto físico.

Fase de formación según la teoría de Bowlby

Esta etapa comienza después de transcurridas las seis semanas de la fase de


preapego y tiene una duración de aproximadamente ocho meses. En esta etapa
ya puede visualizarse la angustia de separación cuando el niño pierde el contacto
con los adultos. No obstante, todavía no es posible presenciar que el niño le dé
una especial atención a la ausencia materna. Asimismo, tampoco rechaza por
completo la interacción con desconocidos. La fase de formación se caracteriza
porque el niño comienza a ajustar su conducta. También es posible notar una
respuesta más clara en la forma en que interactúa con su cuidador o su madre.

Fase de apego según la teoría de John Bowlby

La fase de apego se presenta entre los seis u ocho meses, dependiendo de


cuando culmine la fase de formación y tiene una duración aproximada de dos
años. Es a partir de esta etapa que se forma un verdadero vínculo de apego. La
muestra más clara de esto es que, cuando el niño es separado de su madre,
experimenta enfado. Asimismo, es en esta etapa que puede notarse un rechazo
físico por parte del niño ante los desconocidos, quienes puede identificar como
amenazas.

Fase de relaciones recíprocas según la teoría de John Bowlby

La fase de relaciones recíprocas es la última fase de apego y comienza a


desarrollarse desde los veinticuatro meses. En esta etapa el niño ya ha aprendido
que la ausencia de su madre es temporal, de manera que adquiere la capacidad
de calmar la ansiedad al estar lejos de ella.

Por otra parte, el niño también es capaz de crear representaciones mentales de su


progenitora gracias a la aparición del lenguaje. Esto le ofrece al niño un recurso
que le permite predecir que retorno de su madre, haciendo que su ausencia
resulte más llevadera para él. También es común que el niño planifique estrategias
orientadas a planificar los retornos a su hogar.
➢ Social de Erikson

Etapa 1. Confianza vs. desconfianza

Esta etapa tiene lugar después del nacimiento y hasta los 18 meses. En esta,
la primera tarea del ego es el desarrollo de la confianza. Es decir, los niños
aprenden a confiar o no en los demás. En ello, la calidad de la relación
materna desempeña un papel principal.

Si los padres o los cuidadores exponen al bebé a una relación de afecto y


confianza, más tarde el niño desarrollará el sentimiento de que el mundo, en
especial en el ámbito social, es seguro.

Por el contrario, si los padres no crean ese entorno seguro, si rechazan al bebé
o si no satisfacen sus necesidades básicas, este desarrollará la desconfianza.
La misma se manifestará con sentimientos de frustración, inseguridad e
insensibilidad por lo que pasa en el entorno.

Etapa 2. Autonomía vs. vergüenza y duda

Se desarrolla entre los 18 meses y los 3 años de edad. Es una fase que se
relaciona con el crecimiento de la autonomía, ya que el niño empieza su
desarrollo cognitivo y muscular, sobre todo cuando empieza a controlar y
ejercitar sus esfínteres. Sin embargo, es un proceso que también se vincula a
la vergüenza y la duda, dado que es progresivo.

Una vez más, los padres o tutores se convierten en figuras determinantes para
su culminación con éxito. No es conveniente que estos desalienten o empujen
demasiado al niño, ya que este necesita explorar y manipular su medio para
desarrollar su autonomía.

Etapa 3. Iniciativa vs. culpa

Esta etapa va desde los 3 hasta los 5 años de edad. El desarrollo intelectual y
físico del niño avanza rápido. Crece su interés por relacionarse con otros niños
para poner a prueba sus habilidades y capacidades. En este periodo, la
curiosidad es mayor, por lo que conviene estimularlos para que desarrollen su
creatividad.

Ahora bien, si el menor ya puede asumir control a través del juego, también
debe ser responsable… y culpable. De cierto modo, experimentar culpa le hará
reconocer las cosas que están mal. Sin embargo, hay que evitar que este
sentimiento se exprese de manera desmedida, ya que les hace sentir que son
incapaces de afrontar nuevos desafíos. Dicho de otro modo, la culpa alimenta
el miedo.

Etapa 4. Laboriosidad vs. inferioridad

A partir de los 5 años y hasta los 13 se da una de las etapas más


determinantes del desarrollo psicosocial. De acuerdo con Erikson, los niños
empiezan a reemplazar de manera gradual los deseos de juego para ser más
productivos y cumplir con tareas más complicadas.

De hecho, su interés por completar actividades que demanden esfuerzo propio,


conocimientos y habilidades es mucho mayor. Asimismo, esperan obtener un
reconocimiento por estas. De cualquier modo, tanto la familia como la escuela
y los agentes sociales son claves para su estimulación positiva.

Si se presentan dificultades al completar los retos de esta fase, el menor puede


experimentar cierta sensación de inferioridad. Es fundamental brindarle ayuda
para gestionar sus fracasos, ya que de lo contrario optará por descartar
cualquier reto que considere difícil solo por miedo a sentir de nuevo tal
sensación. Incluso, esto se puede reflejar en su manera de comportarse con
otros compañeros.

Etapa 5. Identidad vs. difusión de identidad

En este punto de las etapas del desarrollo psicosocial de Erikson, los niños
pasan a ser adolescentes. En concreto, esta fase se desarrolla entre los 13 y
los 21 años. Es un periodo en el que aparece de manera constante la pregunta
«¿quién soy?». Y es que, justamente, es el momento en el que se empieza a
moldear la personalidad.

Los adolescentes eligen a quién parecerse y cuál es el rol que quieren tener en
la sociedad. En consecuencia, actúan de manera más independiente y dan
más importancia a la vida social. Además, aparecen pensamientos sobre el
futuro, como qué estudiar o dónde vivir. A raíz de sus experiencias, afianzan su
identidad.

Es importante que durante esta etapa haya un discernimiento entre las


actividades que son propias para la edad y las que tienden a ser «infantiles».
Erikson señala que superar esta fase con éxito es acabar de edificar una base
sólida para la vida adulta.

Etapa 6. Intimidad vs. aislamiento


En esta etapa, los adolescentes pasan a ser adultos jóvenes. Ocurre entre los
21 y los 39 años. Aunque aún está presente la necesidad de responder a los
deseos del entorno para «encajar», se empiezan a trazar límites sobre lo que
la persona no va a sacrificar para agradar a otros.

La tarea principal en este punto es lograr cierto grado de intimidad, lo que


resulta ser contrario al aislamiento. Es decir, cambia la manera de relacionarse,
ya que se buscan relaciones íntimas en las que haya mayor compromiso
mutuo. Esto, a su vez, generará sensación de seguridad y confianza.

Cuando no ocurre de este modo y la persona no consigue un compañero,


aparece la promiscuidad y la soledad. Hay una tendencia a elegir relaciones
superficiales y a tener conductas autodestructivas. El aislamiento crea
inseguridad y un sentimiento de inferioridad que conlleva a problemas de
carácter e inseguridad.

Etapa 7. Generatividad vs. estancamiento

Durante la adultez media, entre los 40 y los 65 años, la persona empieza a


dedicar más tiempo a la familia y a asuntos asociados al trabajo. Es una etapa
que se caracteriza por la búsqueda del equilibrio entre la productividad y el
estancamiento. La productividad tiene que ver con la preocupación por las
siguientes generaciones, no solo de los seres queridos, sino abarcando a la
sociedad en general.

En este punto, la persona entiende que la vida no se trata solo de uno mismo.
Por ello, buscan contribuir a la sociedad y dejar un legado. Como ejemplos,
Erikson destaca la enseñanza, la escritura, el activismo social y las artes.
Alcanzar este objetivo conduce a una sensación de logro.

Cuando la persona siente que no ha contribuido a la sociedad, llega a pensar


que no está capacitada y pierde el sentido de logro. Incluso, puede introducirse
en una dinámica de no parar de hacer cosas para sentirse útil, lo que acarrea
consecuencias negativas en otros ámbitos.

Etapa 8. Integridad del ego vs. desesperación


La última etapa ocurre a partir de los 65 años o en la llamada edad de la vejez.
Es el momento en el que la persona ya no es tan productiva, sus habilidades
se reducen y empiezan a darse situaciones de duelo, como fallecimientos de
amigos y seres queridos. Erikson sugiere que la persona tiene dos opciones:
elegir la integridad o la desesperación.

La integridad es poder echar una mirada al pasado con la sensación de haber


dejado huella, de haber alcanzado logros y de que vivir haya valido la pena.
Alcanzar este estado permite, entre otras cosas, solucionar pendientes. Por
ejemplo, reconciliarse con una persona que en el pasado no estuvo a la altura.

Por el contrario, la desesperación evoca la nostalgia y hace que predomine el


miedo a la muerte. Hay una constante desesperanza y un temor por la pérdida
de autosuficiencia y de seres queridos.

➢ Juego

Las etapas del juego infantil

▪ Juego desocupado (0-12 meses)

Este juego es característico de los bebés y puede comprenderse como una


preparación para el juego propiamente dicho. En práctica, el pequeño juega a
realizar movimientos y gestos aparentemente aleatorios sin ningún objetivo
específico. De hecho, esos movimientos son intentos para aprender a moverse
dentro de su entorno.

▪ Juego en solitario (0-2 años)

Es un juego independiente ya que el niño juega solo con sus juguetes, lo cual se
debe, fundamentalmente, a que sus habilidades sociales, cognitivas y físicas aún
son muy limitadas. Sin embargo, este tipo de juego es muy importante ya que le
permite pensar, explorar y crear. Cuando un niño juega solo, aprende a
concentrarse, a pensar por sí mismo, se le ocurren ideas creativas y comienza a
regular sus emociones.
Mediante el juego en solitario el niño se va preparando para relacionarse con sus
coetáneos. De hecho, es probable que a finales de los 2 años empiece a jugar con
un compañero imaginario, lo cual le ayudará a desarrollar el lenguaje. Por tanto, el
juego en solitario en realidad es un puente hacia el juego social.

En esta etapa del juego infantil, cada objeto o situación nueva representa una
experiencia de aprendizaje valiosísima. El niño realizará actividades sencillas y
repetitivas que para los adultos pueden ser aburridas pero que les reporta una
gran satisfacción, como llenar una cubeta de arena para luego verterla o golpear
bloques de madera entre sí.

▪ Juego como espectador (18 meses-2 ½ años)

En este tipo de juego, el niño pasa gran parte del tiempo observando a otros
pequeños jugar. No participa directamente en el juego, aunque puede hacerles
preguntas para entender mejor qué están haciendo. Generalmente surge
alrededor de los 2 años, que es cuando el pequeño comienza a prestar más
atención a los otros niños. En esta actividad, el pequeño aprende a través de la
observación, le interesa lo que hacen los otros niños, pero aún no está preparado
para unirse al juego. De hecho, este tipo de juego transcurre de manera
simultánea al juego en solitario.

▪ Juego en paralelo (2½-3 años)

Los niños juegan de manera independiente, uno al lado del otro. Pueden usar
juguetes similares o diferentes, pero aún no han desarrollado las habilidades
necesarias para jugar juntos. El juego en paralelo les ayuda a dominar las
competencias básicas para regular su comportamiento con sus coetáneos y
llevarse bien con ellos, además de estimular el trabajo autónomo.

Este tipo de juego es completamente normal y constituye el último paso para que
el niño logre interactuar con sus coetáneos. De hecho, aunque parece que están
jugando de manera independiente, en realidad se están mirando y ya disfrutan de
la cercanía del otro, pero aún no son capaces de interactuar sin la intervención de
un adulto.
▪ Juego asociativo (3-4 años)

Este tipo de juego involucra a un grupo de niños con objetivos similares. Jugarán
con otros pequeños que usan los mismos juguetes e incluso interactuarán entre sí,
pero no jugarán precisamente con ellos. En el juego asociativo no se establecen
reglas y, aunque todos quieren jugar con los mismos juguetes y los intercambian,
no existe una organización formal. En práctica, se trata de un juego en solitario
con la asistencia y cooperación de otros niños, lo cual se debe a que aún no están
preparados para participar en un grupo propiamente dicho. De hecho, la
comunicación generalmente se limita a pedir prestado los juguetes y poco más. No
obstante, los niños más maduros ya comienzan a despuntar como líderes.

▪ Juego colaborativo (4-5 + años)

En este tipo de juego, típico de la edad preescolar, los niños ya son capaces de
jugar en grupo y trabajar juntos. En el juego existe un objetivo general, hay un líder
y todos intervienen de manera más o menos activa. Puede tratarse de juegos
competitivos o de juegos de roles que simulan la vida de los adultos. Entrar en el
juego colaborativo significa que los niños ya son capaces de establecer y seguir
determinadas reglas que garantizan el éxito de la actividad.

Por último, pero no menos importante, vale aclarar que estas etapas del juego
infantil no son excluyentes. Por ejemplo, un niño de 4 años disfrutará tanto
jugando con sus amigos como del juego en solitario, el cual no desaparece, sino
que se complementa con otro tipo de interacciones.

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