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SÍNDROME DE INFLAMACIÓN ARTICULAR: En este síndrome se pueden agrupar las

siguientes entidades:

Artritis séptica.

Artritis reactiva.

Poliartritis reumatoide.

Artropatías de causa secundaria (conectivopatías)

ARTRITIS SÉPTICA: Se denominan artritis sépticas, a aquellas afecciones de las


articulaciones que se deben a la presencia de gérmenes (bacterias) capaces de explicar
los síntomas “inflamatorios” de una articulación. Generalmente es monoarticular. La
afección puede ser provocada, bien por la inoculación directa de la articulación por
accidente, o por una infección a distancia. En ocasiones se presenta por invasión de una
afección vecina a la articulación. Los gérmenes que más afectan a las articulaciones
suelen ser: estafilococo, estreptococo, gonococo, entre otros, los cuales provocan una
supuración intra articular, siendo la más frecuente la estafilocócica, por lo general
consecutiva a una inyección intra articular. Las formas agudas de la artritis gonocócica
suelen ser poliarticulares.

ARTRITIS REACTIVA: En algunas ocasiones las lesiones son asépticas y estas


constituyen el segundo grupo de la clasificación o artritis reactiva. La artritis reactiva se
caracteriza por la no existencia de gérmenes en la articulación; por el contrario, la
persistencia de un antígeno constituye el factor desencadenante en la patogenia de esta
infección. La artritis ocurre días o semanas después de la infección, que puede asentar en
el tractus gastrointestinal o urogenital.

POLIARTRITIS REUMATOIDE: Es más frecuente en la mujer que en el hombre, se


caracteriza por una inflamación poliarticular que evoluciona por brotes separados por
períodos de remisión. Es de carácter autoinmune, aunque se desconoce la etiopatogenia.
Puede presentar factor reumatoideo. El pronóstico puede ser grave.

ARTROPATÍAS DE CAUSA SECUNDARIA: Las artropatías de causa secundaria se


denominan conectivopatías. Están asociadas a lupus eritematoso, esclerodermia,
polimiositis, etc. Se describen también, artropatías secundarias a enfermedades
inflamatorias del intestino. En este grupo debemos considerar además, las artropatías
metabólicas, como la gota.

SINTOMATOLOGÍA El síndrome de inflamación articular puede afectar varias


articulaciones a la vez (poliarticular u oligoarticular), bien en forma unilateral o bilateral,
como ocurre en las poliartritis agudas o crónicas; o bien afectar una articulación en
particular, constituyendo una inflamación monoarticular, muy común en los traumatismos
o infecciones inducidas. Las partes blandas de la articulación presentan los signos
habituales de toda inflamación que son: el dolor, como síntoma más relevante, procedente
mayormente de aquellos puntos en que la sinovial es más superficial o presenta
repliegues. Se incrementa cuando se ejerce presión sobre la articulación o se intenta
realizar movimientos. El inicio puede ser brusco, de carácter intenso en los casos agudos,
y dar lugar a cierto grado de rigidez en la articulación. Los músculos cercanos a la
articulación se palpan flácidos, mientras que en los más lejanos se producen
contracciones de defensa de carácter antálgico. Cuando la rigidez se mantiene por
períodos prolongados de tiempo puede llegar a provocar un cuadro de invalidez del
paciente. En otras ocasiones el dolor se inicia en forma larvada e insidiosa, reduciéndose
a simples artralgias, como ocurre en los cuadros crónicos, aunque es posible la aparición
de crisis de agudización. El aumento de volumen de la articulación (tumoración) es un
signo constante provocado por la exudación de líquido rico en proteínas, propio de todo
proceso inflamatorio. Se produce una “hinchazón” dolorosa espontánea con
enrojecimiento (rubor) y aumento de la temperatura local (calor). El rubor puede faltar. En
el interior de la articulación puede haber derrame, que puede ser hidrartrosis, cuando el
líquido es claro y contiene polinucleares, hemartrosis, si el líquido contiene sangre y
pioartrosis, cuando es purulento.

El derrame en ocasiones es de escasa cantidad, pero cuando resulta abundante muestra


prominencias en los sitios en que normalmente aparecen depresiones, presentando el
tejido una tensión determinada a la palpación de acuerdo con la cantidad de líquido
presente. Cuando la tensión no es grande puede desplazarse el líquido de una a otra
parte de la articulación. En realidad, el carácter del derrame solo puede sospecharse
durante el examen clínico; si hay poco dolor se corresponde más comúnmente con una
hidrartrosis; si a la palpación se aprecia cierto grado de crepitación intraarticular es más
consecuente el hallazgo con una hemartrosis; si existe fiebre y el dolor es intenso debe
pensarse en una pioartrosis. Solo la extracción por punción del líquido puede establecer la
verdadera naturaleza del mismo.

Existen comúnmente signos generales de infección como son: fiebre, taquicardia y


eritrosedimentación acelerada. Los casos agudos se acompañan de leucocitosis con
predominio de polinucleares con desviación a la izquierda; por el contrario, en las
afecciones crónicas lo que se aprecia es una linfocitosis relativa. Las adenopatías
superficiales son palpables en un 30 % de los casos, los ganglios se notan hipertrofiados,
no so

SACROLUMBALGIA: Esta afección, que constituye un síndrome, es provocada por el


deterioro de los discos intervertebrales, generalmente a causa del envejecimiento y en
ocasiones por traumatismos. Suele manifestarse a partir de los 30 años, ya que las
alteraciones degenerativas del disco son muy precoces.

SACROLUMBALGIA AGUDA: Se caracteriza por la compresión del anillo discal y el


hundimiento del núcleo pulposo, el que se desplaza hacia la hendidura posterior del anillo
dando origen a las manifestaciones clínicas. Este cuadro se instaura bruscamente, por lo
general después de un esfuerzo de levantamiento pesado o de un movimiento de
enderezamiento o torsión súbita del torso.
SACROLUMBALGIA CRÓNICA: También es debida al deterioro de los discos
lumbosacros. Se produce entre los 30 y 60 años de edad y habitualmente el paciente
señala haber padecido de una o varias crisis agudas, aunque existen casos en que la
instauración del cuadro es insidioso en un sujeto que nunca padeció de sacrolumbalgia
aguda o ciatalgia

CIATALGIA VERTEBRAL COMÚN: Se corresponde con la hernia discal posterolateral


lumbosacra. El dolor repercute en el miembro inferior siguiendo el territorio de L5 o S1 Es
frecuente después de los 30 años, al igual que las demás formas de sacrolumbalgia
puede producirse súbitamente después de un esfuerzo o movimiento brusco, aunque en
ocasiones se instaura progresivamente después de un esfuerzo de levantamiento pesado.

SÍNDROME COMPARTIMENTAL: El síndrome compartimental se produce cuando se


acumula líquido a alta presión dentro de un espacio cerrado por fascias (compartimiento
muscular), disminuyendo la perfusión capilar por debajo del nivel necesario para la
viabilidad de los tejidos.

Las causas principales del síndrome compartimental son tres:

Aumento de la acumulación de líquido.

Disminución del volumen.

Constricción del compartimiento y limitación de la expansión del volumen, secundaria a


una compresión externa. Aunque el síndrome compartimental se desarrolla con mayor
frecuencia en los cuatro compartimientos de la pierna, también puede ocurrir en el
antebrazo, la mano, el brazo, el hombro, el pie, el muslo, los glúteos y la espalda. Estos
síndromes son poco diagnosticados y por eso nos vemos obligados a realizar una
pequeña introducción para su mejor comprensión, refiriéndonos a la pierna donde son
más frecuentes. La fascia del muslo, fascia lata, se continúa en la pierna donde se
denomina fascia de la pierna o crural. Extensiones profundas de esta fascia forman los
tabiques: intermuscular anterior, intermuscular posterior e intermuscular transverso. Estos
tabiques y la membrana interósea (tibia-peroné), conforman los denominados
compartimientos de la pierna.

Ellos son:

Compartimiento anterior.

Compartimiento lateral.

Compartimiento posterior profundo.

Compartimiento posterior superficial.

Cada compartimiento aloja determinados músculos, ramas arteriales y venosas y nervios:


1. Compartimiento anterior, músculos extensores: tibial anterior, extensor del dedo gordo,
extensor largo de los dedos y tercer peroneo, que extienden los dedos y flexionan
dorsalmente el pie; arterias y venas tibiales anteriores y nervio peroneo profundo.

2. Compartimiento lateral, músculos peroneos y nervio peroneo superficial.

3. Compartimiento posterior profundo, músculos flexores profundos: flexor largo de los


dedos, tibial posterior, flexor largo del dedo gordo, poplíteo, arterias y venas tibiales
posteriores, arteria peronea y nervio tibial.

4. Compartimiento posterior superficial, músculos flexores superficiales, soleo, gemelos


(gastrocnemios), arterias, venas y nervios, ramas de las anteriormente señaladas. Puede
comprenderse mejor ahora por qué se producen diferentes síndromes en forma aguda o
crónica en cualquiera de los compartimientos, en este caso de las piernas.

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