Está en la página 1de 6

LOS MOVIMIENTOS REVOLUCIONARIOS DE

1820 Y 1830
1.- Los movimientos revolucionarios de 1820:

A pesar de las precauciones ideológicas y de la represión de las ideas liberales por los
gobiernos legitimistas instalados en Europa a partir de 1815, los principios del
liberalismo se fueron abriendo camino a través de dos movimientos sociales y políticos
contra los regímenes absolutistas.

Tuvieron importancia en su preparación diversas asociaciones secretas, como los


“carbonarios” o la masonería. Ya destacó la revolución de 1820 en España y en diversos
lugares de la península italiana pero los más importantes ciclos revolucionarios de la
primera mitad del siglo XIX son los de 1830 y 1848, desencadenados en Francia, pero
con amplia repercusión en el continente. Así, la Europa nacida del Congreso de Viena
se ve amenazada por las ideas del liberalismo y el nacionalismo a través de tres oleadas
revolucionarias en 1820, 1830 y 1848.

Los movimientos revolucionarios que se producen en torno a 1820 se iniciaron en


Alemania, en medios universitarios, sobre todo y duramente sofocados. En España, el
movimiento que obligó a Fernando VII a restablecer la Constitución, se mantuvo hasta
1823 en que intervinieron las fuerzas que, tras el Congreso de Verona, se encaminaron a
restablecer el absolutismo

Las revoluciones se extienden por el Mediterráneo. En Nápoles obligó a Fernando I a


otorgar una Constitución, experiencia que se repitió un año después en Piamonte. En
estos dos lugares, la intervención austriaca se encaminó a restablecer el absolutismo.

Por su parte, en Rusia, tras la muerte de Alejandro I una insurrección pretendió cambiar
el régimen zarista por una monarquía constitucional protagonizada por Constantino.
Finalmente, fracasada la insurrección “decembrista”, continuó la monarquía absolutista
con el nuevo zar Nicolás I.

En Grecia el movimiento tiene un claro tinte nacionalista, representado en la


independencia del dominio turco. Se conjugan la resistencia de los griegos del interior y
la acción de los patriotas griegos exiliados impulsados por una burguesía comerciante
en torno al Egeo. La guerra desencadenada entre Grecia y Turquía (1822-1824) dio
lugar a la intervención europea que alcanza su triunfo en 1827 que consagra, según el
Protocolo de Londres de 1830 la independencia de Grecia. Dicho ánimo nacionalista
“anti-turco” que cuenta con numerosas simpatías tanto de Rusia como de Francia o
Gran Bretaña darán lugar a la llamada “cuestión de Oriente”. La represión
contrarrevolucionaria triunfante lo será por poco tiempo porque está gestándose la
nueva oleada revolucionaria de 1830.
Dice Hobsbawm que si exceptuamos Gran Bretaña y los EEUU, donde ya había
organizaciones políticas, las perspectivas de los liberales eran parecidas en todos los
países europeos y los métodos eran casi los mismos. Todos los revolucionarios se
consideraban en lucha contra un solo enemigo: la unión de los monarcas absolutos bajo
la jefatura del zar y concebían la revolución como un fenómeno europeo más que como
un conjunto de liberaciones locales o nacionales y todos debían adoptar el mismo tipo
de organización revolucionaria: la hermandad insurreccional secreta. Tales
hermandades derivadas de los modelos masónicos surgieron a finales del período
napoleónico. La más conocida, por internacional, era la de los carbonarios. La época
carbonaria alcanzó su apogeo en 1820-1821 pero las hermandades fueron reprimidas.
Sin embargo el carbonarismo persistió como el tronco de la organización
revolucionaria, alimentado por la idea de ayudar a los griegos a conseguir su libertad y
difundido por los emigrados políticos más allá de 1830. Les unía la aversión a la
reacción y el ya citado filohelenismo (que representó un papel análogo para unir a las
izquierdas europeas en aquel bienio al que representaría en 1936-1939 la ayuda a la
República española).

2.- Las Revoluciones de 1830:

Los fundamentos ideológicos de las revoluciones europeas de 1830 están en el


romanticismo, el nacionalismo, el liberalismo y la democracia. Se inician con el
levantamiento burgués en Francia y se extiende por Bélgica (en ambos casos, triunfa) y
por Italia, Alemania, Polonia, Austria, Portugal y España.

2.1.- El Nacionalismo:

Los nacionalistas de mediados del siglo XIX podían rastrear sus creencias hasta Herder,
Rousseau o Fichte, todos desaparecidos en 1830, y más a Hegel, quien murió en 1831
víctima de la epidemia de cólera o a Mazzini, que era aún joven.

En el despertar de un sentimiento de identidad nacional estuvo presente estos años y


además movilizó a grandes masas. La idea de pertenencia a una tribu o gran familia y a
una región o un país había estado presente en los pueblos de Europa con anterioridad.
Otro concepto: el de un Estado independiente e integrado, con límites geográficos fijos
había surgido con el desarrollo de las monarquías fuertes de final del período medieval
y el Renacimiento, pero correspondería al siglo XIX la identificación de ambos
conceptos, exigiendo que una nación correspondiese a un Estado independiente y unido
en un área geográfica precisa. Para que un movimiento nacionalista sea coherente, el
vago concepto “nación” debe basarse en algún elemento común: conciencia, idioma,
religión, geografía o todos ellos. Donde coincidían estos elementos se desarrollaron
movimientos nacionalistas vigorosos y, finalmente, triunfantes (como en Italia,
Polonia…) o en Alemania, donde no había unidad religiosa ni límites claramente
definidos, idioma, cultura y una mística de la raza fueron suficientes. Herder había
basado su concepto de nacionalidad en el idioma y la cultura y Fichte dio más
importancia al idioma que a la raza (pero hablaba de idiomas puros. Para Hegel cada
nación tenía su hora para dominar la historia del mundo. En su “Filosofía de la Historia”
estableció una división en cuatro partes; mundo oriental, griego, romano y germano.
Ésta habría de ser la era de la genuina libertad, a través de la nación. Mazzini creía en
las instituciones republicanas y que la lealtad última del hombre era para la humanidad
misma, allí donde Hegel no podía ver causa más elevada que la nación.

2.2.- La revolución de 1830 en Francia:

Las poderosas corrientes de pensamiento liberal que había despertado la Revolución


Francesa no permitían que la reacción quedara definitivamente asentada en el poder. En
la misma Francia se apreciaban diferencias regionales importantes ya que la tradición
republicana e izquierdista prevalecía en París, pero en La Vendée y en otros
departamentos la sociedad era devotamente católica y monárquica.

Francia estaba experimentando un proceso de industrialización apoyado en campos


ricos en mano de obra donde se experimenta la “revolución agrícola” con parte de
técnicas inglesas. Desarrolló una industria textil muy concentrada y con una ampliación
del mercado considerable, en el período 1840-1865, en el que se construye el ferrocarril.
Con demanda de productos de la industria pesada y de un capitalismo en que la
financiación bancaria y la organización comercial a gran escala se desarrollaban.

Francia desde 1815 vivía bajo la monarquía absolutista (Luis XVIII (1814-1824) y
Carlos X (1824-1830) que viraba de una primera fase más moderada a posturas más
autoritarias.

En 1830, Carlos X el último de los borbones fue desalojado con facilidad. Nombrado
Jules de Polignac primer ministro, la asamblea (elegida mediante sufragio censitario)
reunida en 1830 hizo saber al Rey que no tenía su confianza. La reacción real fue
disolver la asamblea. Promulgó las ordenanzas que amordazaban a la prensa, disolvía la
asamblea, reducía el electorado a una cuarta parte y anunciaba elecciones.

El 27, 28 y 29 de julio se extiende la revolución, que hace caer la monarquía autoritaria


y accede Luis Felipe de Orleans. Queda desplazada un sector de la clase dominante por
otro: a la aristocracia terrateniente le sucede la gran burguesía, que va a tener el poder
sola hasta 1848.

En buena medida la prensa encabezó la resistencia. Los disturbios, sobre todo en París
duraron tres días en que predominaron las barricadas y el Rey Carlos X huyó a
Inglaterra. En París los hombres que preconizaban la política más constructiva eran
Thiers, periodista e historiador y Jacques Lafitte uno de los banqueros más importantes
de Europa. Ambos, con los sectores moderados pretendían sustituir a los borbones por
una rama de los Orleáns. Luís Felipe, que se hacía llamar Luís Igualdad aceptaba la
bandera tricolor y el liberalismo. El 9 de agosto la Asamblea le nombró “Rey de los
franceses por la gracia de Dios y la voluntad de la nación”. Para los republicanos, ellos
hicieron una revolución cuyos frutos fueron utilizados por la alta burguesía en su contra.
El reinado de Luis Felipe es llamado por el mes en que se inició “la monarquía de
Julio”. Algunos gestos sorprenden: envió a sus hijos a las escuelas estatales, paseaba por
París sin séquito y vestido como cualquier ciudadano y se hizo asequible en el Palais
Royal. A la derecha y a la izquierda tenía enconados enemigos y en nueve años tuvo
seis atentados. La mayoría de los franceses estaban privados del voto (el cuerpo
electoral eran unos 200.000) de una población de 35 millones en 1848.

En noviembre de 1831 los trabajadores de la seda de Lyon que pedían un salario


mínimo, dominaron la ciudad. Fueron aplastados por el Ejército, así como un
levantamiento borbónico en La Vendée. Desde 1835 a 1848 la lucha política estuvo
entre Thiers (liberal) y Guizot (conservador). Este último fue primer ministro entre 1840
y 1848. Cuando estallaron los motines en febrero de 1848 Luís Felipe prefirió abdicar
en su nieto de 10 años, antes que reprimir la rebelión.

2.3.- Bélgica, Italia, España, Portugal y Gran Bretaña:

Bélgica estaba unida a Holanda formando el Reino de los Países Bajos desde 1815 y
bajo la dinastía Orange-Nassau. La revolución tuvo lugar en Bruselas en agosto de 1830
formando un gobierno provisional y una asamblea constituyente que proclama la
independencia como monarquía constitucional. Francia y Gran Bretaña reconocen el
nuevo Estado. El rey elegido es Leopoldo I de Sajonia-Coburgo (sugerido por Gran
Bretaña), de carácter liberal y con un sistema parlamentario.

En Italia, en los Estados centrales de Parma, Módena y Romaña se producen


levantamientos sofocados por los austriacos. El nacionalismo se va extendiendo por
Italia entre los republicanos (Mazini) y los liberales (Gioberti). Mientras, en la
Confederación alemana también tienen lugar movimientos nacionalistas canalizados por
Prusia en la Unión Aduanera, que sería una referencia para el futuro movimiento
nacional.

Mazini en 1830 impulsa una asociación llamada la Joven Italia mientras estaba preso
por participar en la revuelta de los carbonarios. Esta asociación fue analizada en la
cárcel y escribió un programa político que serán los estatutos de la Joven Italia donde se
hablaba de Italia como papel dirigente de la humanidad, instaurándose en todos los
países repúblicas donde Italia estaría encargada de extender la joven Europa.

En España y Portugal se abren paso las tendencias liberales sobre las absolutistas (en
1831 fue fusilado Torrijos).

En Gran Bretaña continúa el desarrollo económico que la mantiene como “el taller del
mundo”. En la Cámara de los Comunes están representados los partidos según las
elecciones. El que tiene mayoría forma el poder ejecutivo, siendo el jefe del partido es
el primer ministro. Se suceden conservadores (Peel, Disraeli) y liberales (J. Russell,
Palmerston y Gladstone). Desde 1825 hay libertad sindical y la principal organización
fueron las “Trade Unions”, con un gran impulso paralelo y relacionado con el cartismo.
En las décadas centrales del siglo se estableció un liberalismo democrático
caracterizado por una ley electoral (1832) que redistribuye los escaños, modificada por
Disraeli y ampliado el censo en 1884 con Gladstone. Desde 1825 había derecho de
reunión a la abolición de la esclavitud en 1833. Las leyes sociales de los años 40
protegieron el trabajo de mujeres y niños, mejorando poco a poco las condiciones de la
clase obrera (en 1850 se reconoce jornada de 10 horas) aunque hasta 1871 no hay
derecho a la huelga.

3.- Las Revoluciones de 1848:

Las revoluciones del 48 tuvieron una influencia mayor en Europa que las anteriores. J.
Droz ha destacado la conjunción de la crisis económica y el conflicto político. En
general, puede decirse que acabaron con el sistema diseñado en Viena en 1815.
Adquirió en Francia un carácter republicano y socialista y se extendió por Austria, Italia
y Alemania, sobre todo.

3.1.- Francia, de la monarquía de Julio a la República:

La entronización de Luís Felipe de Orleáns había sido un éxito de la gran burguesía, que
había experimentado el crecimiento de la renta nacional y el desarrollo de las formas
industriales y la concentración de la riqueza en el sector de la alta burguesía que
pretendía mantener al margen a los demás grupos sociales.

La oposición en 1847 es más fuerte. Los enfrentamientos callejeros provocan la


dimisión de Guizot, jefe del gobierno conservador y la abdicación del rey que intenta
formar una regencia cuando el movimiento burgués revolucionario forma un gobierno
provisional que proclama la II República el 25 de febrero de 1848.

La II República francesa (1848-1851) evoluciona de una república popular al


autoritarismo napoleónico implantado en 1851, mediante un golpe de Estado. En
Francia, donde predominaba el liberalismo moderado el proceso revolucionario adquirió
un sesgo democrático y socialista. Las reivindicaciones de sufragio universal se
acompañaron de demandas como el derecho a la huelga o la jornada laboral de diez
horas

En los primeros meses el gobierno estaba formado por republicanos moderados entre
los que sobresalía Lamartine y hasta socialistas como Luis Blanc. En el levantamiento
había destacado Augusto Blanqui, quien determinó que el primer partido socialista
revolucionario que surgió en 1839, la Societé des Saisons, se compusiera de
trabajadores. Blanqui había pasado antes 8 años detenido. Las medidas democráticas
como el sufragio universal, libertad de prensa y reunión y garantía de trabajo con el
establecimiento de talleres nacionales (L. Blanc). Desde mayo de 1848 a mayo de 1849
la burguesía moderada se impone sobre la fortaleza obrera. La supresión de los talleres
nacionales había llevado a la rebelión de los obreros en julio de 1848, duramente
reprimidos por el General Cavaignac, que provocó miles de muertos y deportados. En
diciembre de 1848 fue elegido presidente Luís Napoleón Bonaparte, candidato del
conservadurismo, cuya gestión vino a constituir el fracaso de la de la República
moderada. La Asamblea Nacional Legislativa estaba dominada por “el partido del
orden” integrado por conservadores, bonapartistas y monárquicos. El 2 de diciembre de
1851 Luís Napoleón dio el golpe de Estado que ponía fin a la II República, abriendo el
período del Segundo Imperio, estableciendo la dictadura bonapartista.

3.2.- Las revoluciones de 1848 en Europa:

Son movimientos simultáneos y su expansión se debe a la conjunción de fuerzas


liberales, nacionales y sociales. La crisis agrícola, de crédito y la falta de libertades
mueve a los elementos liberales, a los que mantienen las aspiraciones a crear Estados
fundados sobre una base nacional y una formidable fuerza de carácter social, que se
enfrenta tanto a un mundo feudal, como en Europa central o a la gran burguesía en los
países occidentales.

En la península italiana la lucha es contra el absolutismo y contra el control austriaco.


En Nápoles Fernando II es obligado a reunir el parlamento y en Lombardía-Venecia el
ejército austriaco es desalojado. Mazzini proclamó la República en Roma, sofocada al
intervenir tanto fuerzas francesas como austriacas por toda Italia

En Austria es el propio Metternich el que cayó, produciéndose además levantamientos


de carácter nacionalista en Hungría y Bohemia hasta que retomaron la situación el
poder de Viena ayudada por Rusia.

En territorio alemán la revuelta de carácter liberal establece regímenes constitucionales


en Baviera y Sajonia. Por otra parte, la reunión de un Parlamento alemán elegido por
sufragio universal en Francfort resulta una experiencia sin consecuencias al imponerse
la reacción prusiana en Berlín y la restauración del absolutismo, disuelto el Parlamento
de Francfort en junio de 1849. Tanto Piamonte como Prusia se convierten en motores de
los movimientos nacionales italiano y alemán.

Duroselle ha destacado cómo de este movimiento se mantuvo la reivindicación del


sufragio universal, la abolición de los vestigios del régimen señorial y las
Constituciones que sobrevivieron en algunos Estados. Wallerstein considera que las
revoluciones del 48 plasmaron, aunque fuera por poco tiempo, los objetivos que planteó
la Revolución Francesa.

También podría gustarte