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Resumen Capitulo 6: Las revoluciones de Hobsbawn

I.
El objetivo principal de las potencias tras 1815 era evitar una segunda Revolución francesa,
o la catástrofe todavía peor de una revolución europea general según el modelo de la
francesa.
La primera oleada revolucionaria tuvo carácter mediterráneo: Grecia, España y Nápoles,
entre 1820 y 1821. La segunda reavivó los ánimos de independencia sudamericana.
Bolívar, San Martín y O’Higgins liberaron la Gran Colombia, Perú y Argentina. Iturbe hizo
lo propio con México y Brasil se separó sin más problemas de Portugal. Las grandes
potencias las reconocieron rápidamente, pero Inglaterra, además, concertando tratados
económicos. La segunda oleada fue más amplia aún. Todas las tierras al oeste de Rusia
sufrieron alzamientos. Bélgica se independizó de Holanda en 1830, Polonia fue reprimida,
pero en Italia y Alemania hubo graves convulsiones, el liberalismo triunfó en Suiza, España
y Portugal padecieron guerras civiles e Inglaterra tuvo que aceptar la secesión religiosa de
Irlanda: el catolicismo había sido legalizado. Esto derivó en la definitiva derrota de la
aristocracia para dar paso a una clase dirigente de “gran burguesía” con instituciones
liberales bajo una monarquía constitucional al estilo de 1791, pero con privilegios más
restringidos. El EE.UU. de Jackson fue más allá: extendió el voto a los pequeños granjeros
y los pobres de las ciudades. Pero hubo consecuencias aún más graves: los movimientos
nacionalistas y de la clase trabajadora.
La tercera “gran ola” fue la “primavera de los pueblos” de 1848, cuando la revolución
mundial soñada por los rebeldes estuvo más cerca que nunca. Estalló y triunfo en casi toda
Europa.

II.
Las revoluciones, dependiendo de su origen:
 Liberales (franco-española): con su modelo en la revolución y el sistema de 1791.
La monarquía sería parlamentaria y sus votantes restringidos por sus ganancias.
 Radicales (inglesa): cuya inspiración encuentra eco en la revolución de 1792-1793,
jacobina, cuyo ideal es una república democrática hacia el “estado de bienestar”.
 Socialista (anglo-francesa): toman las directrices de las revoluciones
postermidorianas, entre las que cabe destacar la protagonizada por Babeuf en 1796,
con un carácter comunista, en la línea de Sant-Just.
Pero todas tenían algo en común: la lucha contra la monarquía absoluta, la Iglesia y la
aristocracia… o dicho de otro modo, aborrecían los regímenes de 1815 y lucharon contra
ellos por distintas vías, como hemos visto.

III.
Entre 1815 y 1830 aún no existía una clase trabajadora como tal. Solo las personas reunidas
en torno a las ideas owenistas o “Los seis puntos de la Carta del pueblo” (Sufragio
universal, voto por papeleta, igualdad de distritos electorales, pago a los miembros del
Parlamento, Parlamentos anuales, abolición de la condición de propietarios para los
candidatos) empezaban a mostrarse algo más radicales. Los discursos de Paine aún
insuflaban aliento y también los escritos de Bentham. El deseo de luchar conjuntamente
contra el zar y las naciones organizadas bajo su amparo contra las posibles insurrecciones,
favoreció la creación de grupos organizados de reacción liberal. Todas tendían a adoptar el
mismo tipo de organización revolucionaria o incluso la misma organización: la hermandad
insurreccional secreta. La más conocida es la de los carbonarios, que actuaron sobre todo
entre 1820-1821 y la de los decembristas. Desde 1806, de un modo latente, se reforzaron
hasta que se presentó el momento apropiado: 1820. Muchas fueron destruidas en 1823, pero
una triunfó: Grecia 1821, la cual sirvió de inspiración en los años siguientes. Las
revoluciones de 1830 mostraron abiertamente el desasosiego económico y social. Los
revolucionarios se ciñeron a los modelos de 1789 y no tanto a las sociedades secretas.
Además, el capitalismo empobrecía a los trabajadores que se comenzaron a sentir
miembros integrantes de una clase: la clase trabajadora. Un movimiento revolucionario
proletario-socialista empezó su existencia. En estas fechas los liberales habían pasado de
ser oposición al Antiguo Régimen a ocupar un escalafón en la política de sus países o, al
menos, a presionar a los moderados. Esta fue la lucha que se siguió en adelante. Como en
Inglaterra y Francia los liberales se fueron moderando e incluso reprimieron a algunos
trabajadores, estos vieron en el Republicanismo social y demócrata una salida más afín a
sus peticiones… y así sería como el movimiento obrero se radicalizó. Unos soñaban en las
barricadas, otros en los príncipes convertidos al liberalismo, pero esta última apuesta era
muy complicada. En 1834 se crea la Unión aduanera alemana, con Prusia al frente. La falta
de perspectiva de una revolución europea hacía necesario, como pensó Marx, en una
Inglaterra intervencionista o una nueva Francia jacobina y eso era imposible. Románticos o
no, los radicales rechazaban la confianza de los moderados en los príncipes y los
potentados, por razones prácticas e ideológicas. Los pueblos debían prepararse para ganar
su libertad por sí mismos, por la “acción directa”, algo aún muy carbonario. Tomar la
iniciativa planteaba la duda de si estaban o no preparados para hacerlo al precio de una
revolución social.

IV.
En Europa y América latina este espíritu revolucionario no se consumó. En Europa el
descontento de los pobres y el proletario era creciente. El descontento urbano era universal
en Occidente. Que la política estratégica y directiva, así como las sistemáticas ofensivas de
los patronos y el gobierno, no triunfara redujo a los socialistas a grupos propagandísticos y
educativos un poco al margen de la principal corriente de agitación. En Francia los grupos
revolucionarios no eran tan proletarios como “patronos desengañados”. Saint-Simon,
Fourier, Cabet y Blanqui protagonizaron las agitaciones políticas de las clases trabajadores
al alborear la revolución de 1848. La debilidad del blanquismo era la debilidad de la clase
trabajadora francesa. Su objetivo era instaurar “la dictadura del proletariado”. La división
de simpatías entre la extrema izquierda y los radicales de la clase media los llenaba de
dudas y vacilaciones acerca de la conveniencia de un gran cambio político. Llegado el
momento se mostrarían jacobinos, republicanos y demócratas.

V.
Donde el núcleo del radicalismo lo conformaban las clases bajas y los intelectuales, el
problema era mucho más grave. El levantamiento de los campesinos en Galitzia en 1846
fue el mayor de los movimientos campesinos desde 1789. Pero donde aún había reyes
legítimos o emperadores, estos tenían la ventaja táctica de que los campesinos
tradicionalistas confiaban en ellos más que en los señores. Por eso los monarcas aún
estaban dispuestos a usas a los campesinos contra la clase media. Los radicales se
dividieron en demócratas (que buscaban cierta armonía entre el campesinado y la
nobleza/monarquía) y la extrema izquierda (que concebía la lucha revolucionaria como una
lucha de las masas simultáneamente contra los gobiernos extranjeros y los explotadores
domésticos. Anticipándose a los revolucionarios nacional-socialistas de nuestro siglo,
dudaban de la capacidad de la nobleza y la clase media, cuyos intereses estaban
fuertemente ligados al gobierno. En la Europa subdesarrollada la revolución de 1848 no
triunfó bien por inmadurez política de los campesinos o por medidas demasiado férreas de
los señores y monarcas, quienes odiaban hacer concesiones adecuadas u oportunas.

VI.
La revolución de 1830 y 1848 tenían cosas en común: estaban organizadas por intelectuales
y gente de clase media a los que, una vez el estallido, se unían los campesinos y demás
gente. Además, siguieron patrones tácticos de la revolución de 1789. Pero mientras hubo un
conato de política democrática las actividades fundamentales de una política de masas
(campañas públicas, peticiones, oratoria ambulante- apenas eran posibles. La liga alemana
de los Proscritos (que más adelante se convertiría en la Liga de los Justos y en la Liga
Comunista de Marx y Engels), cuya médula la formaban jornaleros alemanes expatriados,
era una de esas sociedades ilegales. El credo general que se extendía era el que rezaba que
los aristócratas y reyes eran usurpadores de las libertades y que el gobierno debía ser
elegido por el pueblo y responsable ante él. Veían la instalación de la república
demoburguesa como un preliminar indispensable para el ulterior avance del socialismo. En
el proyecto de la “Joven Europa” de Mazzini ya reflejaba el deseo de crear una sociedad
internacional masónico-carbonaria. Respecto al exilio de los militantes de izquierdas,
Francia y Suiza acogieron a gran parte de ellos. No es extraño que la I Internacional tuviera
su génesis en la ciudad de “la gran revolución”

*Es acertado así señalar que las revoluciones de 1830 marcaron la separación, en las filas
liberales, entre moderados y radicales; Hobsbawm lo interpreta, en la jerga panfletaria que
a veces asoma en esta obra, como que, al hacer estos la revolución, aquellos "los
traicionaron", reprimiendo a "las izquierdas" (p. 214). El protagonismo no corrió a cargo de
una clase obrera organizada, por la sencilla razón de que ésta no exista. Hobsbawm no lo
niega: "Todavía no existía una clase trabajadora revolucionaria, salvo en Inglaterra" (p.
209) donde, por otra parte, no hubo revolución. Llama la atención, en ésta y en otras
afirmaciones, la axiomática calificación de la clase trabajadora, cuando la considera con
identidad de clase, como socialista y revolucionaria. El error está en querer considerar estas
revoluciones como populares en el más pleno sentido del término. Precisamente por no
serlo fracasaron, salvo que los revolucionarios contaran con el apoyo del ejército.
Caracteriza las revoluciones de 1830 como "de barricadas". Los presupuestos ideológicos
de Hobsbawm le hacen verlo de otra manera: "con el progreso del capitalismo, el "pueblo"
y el "trabajador pobre" —es decir, los hombres que levantaron las barricadas— se
identificaron cada vez más con el nuevo proletariado industrial como la clase trabajadora.
Por tanto, un movimiento revolucionario proletario-socialista empezó su existencia" (p.
214); "Cuando las revoluciones estallaban, el pueblo, naturalmente, se sumaba a ellas" (p.
231).
Resumen Capitulo sociedad de Colin Heywood

CAPITULO II: SOCIEDAD

Durante el siglo XIX Europa transitó de una sociedad de estamentos jerárquicamente


organizada hasta una socidad de clases más fluída. La visión tradicional y marxista dice que
existía una revolución industrial que modificaría la estructura social de cada nación y
prepararía el camino para una revolución burguesa. Sin embargo hoy se tiende a
desvincular el cambio político del cambio económico. Hubo diferentes visiones de como
conseguir la sociedad del bien común.

El liberalismo.

Sus objetivos estaban el área política y económica y tenían cierta indiferencia por los
asuntos sociales: gobierno representativo y laissez-faire. A largo plazo el ideal era el
surgimiento de una sociedad sin clases constituída por individuos libres e iguales. A corto
plazo, se dirigía a los sectores medios de la sociedad.

Para que se diera la visión liberal de la sociedad fue fundamental la existencia de una
floreciente esfera pública. Surgieron durante el sigo XVIII todo tipo de asociaciones
privadas que desempeñaron la función de fomentar la conciencia de la clase media o de lo
que fuera, pero si desarrollaron una cuestión identitaria.

Hacia mediados de siglo, la percepción de una sociedad de propietarios independientes y


muy trabajadores comenzó a mutar. Hacia el final, un pequeño numero de comerciantes,
industriales y especialmente banquetos se distaciaron cada vez más de los que habían sido
sus iguales.

Hacia finales del siglo XIX los hombres de negocio comenzaron a superar a los
terratenientes. Emergía una nueva plutocracia compuesta de elementos aristócratas y
burgueses poniendo en compromiso el ideal propugnado en los inicios del liberalismo.

A la pequeña burguesía, a medida que se acercaba el siglo XX, las cosas se le hicieron cada
vez más dificil y comenzaron a participar menos en la distribución de la riqueza.

En lugares como Alemania se podía establecer otra división en la clase media, entre los
empresarios, y los profesionales, parte de la prestigiosa burocracia del Estado.

Todo esto se agudizaba en la medida que el original capitalismo competitivo cedía espacio
a un capitalismo monopolista.

La visión idealista del liberalismo quedó cuestionada hacia finales de siglo por la
persistencia de la cuestión social. Las acciones filantrópicas se demostraron absolutamente
limitadas para ayudar a resolver el problema de la pobreza en una sociedad crecientemente
desigual.

El socialismo.
Como respuesta al liberalismo, los primeros socialistas fueron quienes condenaron a la
sociedad competitiva por su incapacidad de dar respuesta a la pauperización de los
trabajadores.

En general, los trabajadores se sentían ofendidos por su situación y culpaban al sistema


político de beneficiar a los ricos sobre los pobres. Tenían, por lo tanto, la gran esperanza de
ganar las elecciones. Había una gran crítica al sistema de salarios que se lo identificaba con
la privación del producto del trabajo

La asociación era la clave para llegar a la sociedad ideal por contraste a la competencia
entre trabajadores y a la opresión del sistema capitalista. Por eso se promovían sistemas de
cooperativas de productores, etc.

Después de 1848 las ideas tendieron a radicalizarse. Por un lado estaban los obreros que
pensaban que todo se resolvería en una eventual revolución. Pero la gran mayoría esperaba
que fuera el Estado el que mejorara la situación.

La mayoría de los primeros socialistas, y los principales apoyos a los socialistas utópicos,
provenían de los artesanos a los cuales el capitalismo amenazaba en mayor medida y al ser
personas formadas tenían mejores capacidades para organizarse.

Tarde o temprano, los socialistas descubrieron que el proletariado estaba tan fragmentado
como la clase media. Se generó una especie de aristocracia del trabajo, compuesta por los
trabajadores mejor calificados, que miraban con desconfianza a los trabajadores
ocasionales. Por este motivo, el socialsimo fracasó en extender su base a franjas más
amplias de población, incluyendo por ejemplo, a los campesinos. Sin embargo lograron
persuadir a grupos bastantes diversos y se anotaron bastantes mejoras sociales en las
condiciones de los trabajadores.

El conservadurismo

La revolución francesa suscitó un movimiento contrarevolucionario que haría oír sus ecos
durante todo el siglo XIX. Para esta gente, la sociedad del bien común se aproximaba a la
que se conoció en Europa a finales del siglo XVII. El objetivo era que el cambio permitiera
el crecimiento organico de las instituciones ya establecidas pero las sociedades no podían
remodelarse entorno a principios abstractos, como la libertad o la igualdad.

Su preocupación eran las consecuencias que el individualismo y el laissez-faire estaba


causando en la sociedad. El vínculo de pago con dinero estaba destruyendo el sentimiento
paternal que el rico sentía por el pobre que había surgido en la sociedad tradicional,
orgánica y jerárquica. Esta visión generó que muchos conservadores intentaran alianzas con
los trabajadores y los sectores populares (Bismarck, Napoleón III).

Sin embargo, es dificil entender la cohesión de este grupo. Por un lado, muchos herederos
del antiguo regimen mutaron sus actividades a actividades capitalistas (como los
terratenientes que se enriquecieron vendiendo sus propiedades). En este sentido,
abandonaron muchas de sus funciones paternalistas y seguramente operaron en favor de la
disolución del antiguo régimen. Por el otro, las diferencias entre la alta y la pequeña
nobleza, eran astronómicas. Aún así es cierto que el hecho de ser “tenedores de tierras”
haya funcionado como factor de cohesión.

Resumen “El estado y la sociedad en la era del imperialismo” Bayly

El autor se centra en el pensamiento liberal y sus contradicciones, manifestando que


la praxis de éste fue moderada, a excepción de la defensa de la propiedad de clase media.
Podemos identificar los siguientes puntos en el discurso liberal: 1) fe en el progreso; 2)
rechazo al absolutismo y la sociedad estamental del Antiguo Régimen; 3) soberanía
popular; 4) el desarrollo humano ––civilización–– se lograba por serie de etapas, siendo la
libertad personal y la propiedad privada claves para ello; 5) el libre comercio era el camino
para lograr un mejor uso de los recursos, en donde se privilegia la especialización del
productor y consumidor para aumentar la producción; 6) bajo el principio del laissez faire
se rechaza toda intervención estatal en el mercado; 7) el monopolio limita la producción
perpetuando la inmoralidad, servidumbre y dependencia de las clases bajas a los grandes
patrones; 8) el derecho a la tierra antecede a los gobiernos, siendo la base de toda sociedad
armónica, y) 9) la propiedad privada de la tierra no puede ser un tema en discusión, la
expropiación no es una opción.

Contradicciones del discurso liberal: 1) alianzas con los grandes terratenientes para
apaciguar los levantamientos; por ello, no hubo un esfuerzo para aumentar los impuestos;
2) estaba la intención de aumentar las ganancias de los funcionarios públicos y los
empresarios agrícolas, siendo un ejemplo de esto último los junkers prusianos; 3) bajo la
noción de terra nullius se expropió la tierra de los pueblos nativos, pues no sabían
administrarlas; 4) aunque la soberanía era popular, la representación no (a excepción de la
Francia de la Segunda República, el voto era restringido y solo para hombres), de igual
forma, se pensaba que este derecho debía recaer en hombres con propiedades o partícipes
del comercio, y 5) relacionado al punto anterior, las mujeres no tenían participación
política. Las razones se basaban en el rol de la mujer en la sociedad, ligado a las tareas
hogareñas que la hacían incapaz de tomar decisiones sin la influencia de los maridos.

Socialismo: características principales: 1) en la primera mitad del siglo XIX


muchas personas que se consideraban socialistas eran cristianos, que creían en una sociedad
compartida; 2) en Francia se originaron interpretaciones más insurgentes, por ejemplo, el
jacobinismo de la Revolución Francesa o el blanquismo, que creía en golpes
revolucionarios en donde la propiedad sería distribuidas entre los más pobres; 3) el
marxismo representó una vertiente científica que entendía la sociedad por leyes históricas;
4) relacionado al punto anterior, se estableció una “reforma de la conciencia” ligado a las
ideas hegelianas sobre la emancipación por el uso de la razón; 5) el fracaso de las
revoluciones de 1848 implicó la formación de movimientos obreros en el centro de Europa
desde la década de 1860, que esperaban la revolución del proletariado, y 6) en Rusia las
ideas marxistas tomarían forma a inicios del siglo XX, antes las agrupaciones obreras
socialistas estaban ligados a intelectuales románticos. En suma, las presentes ideas
conforman un siglo XIX lleno de cambios discursivos, en donde encontramos puntos
nodales en el empirismo, la razón, el progreso, el método científico o el secularismo, entre
otros. 

Resume Hobsbawn: nacionalismo

El proceso revolucionario de 1848 tuvo como efecto la conformación de


nacionalismos antagónicos: alemanes, rumanos, polacos, italianos o húngaros manifestaron
la necesidad de independizarse y unificarse con los que se sentían parte de su pueblo.
El autor señala que en el contexto del siglo se entendía que la construcción de las
naciones tenía como corolario la formación de Estado nacionales soberanos, los cuáles se
caracterizarían por compartir un territorio, una lengua, una historia, una cultura y una etnia.
Pero Hobsbawm señala las dificultades de estos criterios para un análisis práctico, pues la
“formación de naciones” es una idea que viene desde la Rev. francesa. Por ende, la
formación de Estado nacionales y los nacionalismos son conceptos distintos, siendo el
primero un programa político fundamentado en los segundos.
Así, la idea de nación se entiende por la existencia de instituciones, aspectos
culturales, o hechos políticos propios de las clases hegemónicas, sin importar si estos eran
compartidos o no por las masas. Por ejemplo, Alemania es una nación bajo esta idea, ya
que los diferentes principados compartían una tradición institucional que databa del Sacro
Imperio y la Confederación germánica (1815).
Ahora bien, la defensa del Estado nacional muchas veces superó el ideal de
compartir un pasado histórico y se convirtió en un proyecto político propio de una sociedad
liberal. Esta se construía por: 1) una economía viable; 2) una fuerza militar; 3) una
organización estatal, y 4) el descubrimiento y uso de nuevas tecnologías. Así, se buscaba
constituir naciones progresivas, lo que implicaba la exclusión de pueblos pequeños,
condenados a ser considerados idiosincrasias provinciales.
De igual forma, se señala la importancia que adquirieron las clases dirigentes en los
movimientos nacionales, pues su dirección logró superar los aspectos folclóricos y dotarlos
de un programa. Este se formaba por 1) instituciones educativas/culturales que difundieran
el discurso representativo de la nación; 2) aumento de los puestos para funcionarios
públicos, y 3) servicio militar obligatorio. El autor da importancia a la función que cumplió
la educación en la construcción de la nación. Por ejemplo, hegemonizó un idioma oficial e
imaginarios colectivos. Asimismo, las instituciones educativas se transformaron en un
medio en disputa para los pueblos autonomistas. Esto lleva al historiador a manifestar que
el nacionalismo es un concepto paradójico, ya que al cumplir su meta crea un contra
movimiento, protagonizado por los excluidos.
Para el autor existe un nacionalismo exclusivo de las clases ilustradas en las
primeras décadas del siglo XIX, el cual se abre a las clases medias gracias a la participación
de los partidos demócratas liberales, que visualizaban en el panorama económico gran parte
del proyecto nacional. Esto se debería a que, en una situación de bonanza, era más fácil
financiar la difusión masiva de instituciones culturales por el territorio captando a los
trabajadores y campesinos.
Casos:
1) Italia: a) unificada bajo el rey de Saboya (1859-1860;1866;1870).
b) en este proceso adquiere importancia la figura de Camillo Benso, conde
de Cavour, quien defendió el italiano como la lengua oficial. Esto degradó a
los pueblos del sur, como el siciliano, a ser solo un movimiento regionalista
que formaba parte de una nación más grande, en el cual su lengua solo fue
considerada como un dialecto.
c) este panorama presenta para el autor una diferencia entre el proyecto para
formar el Estado nacional y el nacionalismo, puesto que se construyó un
discurso sobre lo que era Italia, pero este no se correspondía con la realidad
del territorio. En otras palabras, existían varias identidades regionales que
tenían un folklore propio que no hacía pensar que eran “italianos”: hemos
hecho Italia; ahora tenemos que hacer los italianos.
2) Irlanda: a) considerado por el autor como un movimiento nacionalista
masivo que rompe el paradigma de vincular esta expresión con el ideario
liberal de las clases medias o ilustradas.
b) organizado por la Hermandad Republicana Irlandesa (IRB), cuyos
integrantes son conocidos como los fenianos, una sociedad secreta heredera
de las agrupaciones constituidas en los ciclos revolucionarios de la primera
mitad del siglo. Tenía como fin romper los lazos con Inglaterra para instalar
una República independiente y democrática por la vía armada. Esto implicó
una renuncia a la política de acuerdos propia del liberalismo, pero también
supuso un casi nulo desarrollo de un proyecto político que involucrara áreas
económicas o sociales a largo plazo. Más bien, prefirieron la difusión
propagandística de sucesos heroicos.
c) obtuvo un gran apoyo en el sector rural, el cual se encontraba aquejado
por la pobreza y los malos tratos de los patrones, la mayoría ingleses
protestantes. Aunque, la IRB fue una organización anticlerical comprendía
que el principal elemento de cohesión para los irlandeses era el catolicismo.
d) Igualmente, debemos recordar que el movimiento superó las fronteras
europeas, llegando a Estados Unidos, territorio marcado por las olas
migratorias irlandesas debido a la “hambruna de la patata”.
e) es en 1921 cuando se proclama la independencia de Irlanda, marcada por
décadas de violencia que enfrentaron al ejército británico con el Ejército
Republicano Irlandés (IRA). Este último siguió una senda revolucionaria
enfocada en los territorios del norte, todavía británicos, que le llevó a
enfrentarse a los norirlandeses protestantes durante gran parte del siglo XX,
los cuales buscaban seguir siendo parte del Reino Unido. Estos últimos
también reciben el nombre de unionistas.
Resumen Osterhammel: Estado nacional

Imperio: unión forzada y artificial de naciones.


Estado nacional: construcción moderna de la Europa occidental del siglo XIX.
Es un concepto problemático por su dificultad para ser definido, siendo la explicación más
usada la siguiente: es un Estado en que la soberanía recae en la nación, la cual elige y vigila
el gobierno político. La nación es el conjunto de ciudadanos, que tienen los mismos
derechos civiles.
El principal problema de esta definición son sus limitaciones en el panorama del
siglo XIX europeo. Las mujeres no eran consideradas ciudadanas, pues no tenían derecho al
sufragio. Es bien entrado el siglo XX cuando este derecho es garantizado en gran parte del
mundo.
El autor señala que el nacionalismo es uno de los fenómenos que permite una mayor
comprensión del Estado nacional, siendo sus principales características:
1) concepción de sentirse parte de un colectivo que tiene un proyecto político
en común, orquestado en gran medida por las elites dirigentes.
2) aunque su origen puede situarse en la Rev. francesa, es en el siglo XIX
donde adquiere importancia por la gran cantidad de población que
movilizaba.
3) postura antiimperialista, pero no necesariamente con el fin de lograr la
independencia. Por ejemplo, uno de los objetivos fue defender el uso de la
lengua y la difusión de tradiciones culturales propias.
De esta idea puede desligarse la noción de nación, sus principales características
son:
1) las estructuras que permiten a una persona sentirse parte de un colectivo con
un destino en común.
2) para construirla es necesario determinar quién es parte de ella, y quién no.
3) su objetivo principal es ejercer potestad sobre un territorio, por lo que
necesita de un Estado.
Ahora bien, la idea de un Estado nacional en el contexto del siglo era algo muy
difícil de llevar “al papel”. Las élites locales entendían que era un mecanismo para acabar
con la opresión de la metrópoli y por ello el autor llama a este período el de “formación de
estados nacionales”, en el cual existen dos procesos para comprender cuándo un Estado
nacional está, en cierta medida, consolidado:
1) Interior: la más difícil de comprobar, siendo muchas veces imposible de
determinar. Se entiende cuando existe una integración institucional y
territorial que permita diferenciarlo.
2) Exterior: referido al proceso en que un Estado nacional es reconocido como
ente soberano en el concierto internacional, a saber, formar parte de tratados
internacionales. Algunas características relacionadas son la presencia de
diplomáticos y la existencia de un ejército.

El autor señala que se dieron tres modelos en la formación de Estados nacionales


durante el período de estudio:

1) Independencia revolucionaria: a) le corresponde un nacionalismo anticolonial.


b) presente en las Revoluciones del Atlántico, siendo las
luchas por la independencia en Hispanoamérica las más
significativas.
c) No obstante, encontramos los casos de Grecia y
Bélgica, en Europa. El primero presentó la agitación local
patrocinada por el filohelenismo, sumada a una campaña
de Rusia, Francia y Gran Bretaña contra el Imperio
Otomano, que implicó un apoyo a los nacionalistas
griegos. En este punto, el autor señala que la revolución
por la independencia no puede entenderse sin la presencia
extranjera, que actuó como protectora de este naciente
Estado nacional: ahora existía un estado griego. Pero la
nación griega aún tenía que crearse. Grecia fue
reconocida como Estado en 1830 bajo el pacto de
Londres, cumpliendo con el proceso externo. El autor
señala que la categoría interna se cumplió en torno a
1910, cuando asume como primer ministro Eleftherios
Venizelos, quien logró una cierta estabilidad institucional
después de décadas convulsionadas por golpes de estado.

Por otro lado, Bélgica vivió movimientos


independentistas que acusaron al rey de los Países Bajos
del Sur, Guillermo I, de implantar una política autocrática
después de la reunificación por las guerras napoleónicas.
A diferencia de Grecia, no hubo un apoyo extranjero,
siendo una revolución autóctona. Mas si necesitó del
reconocimiento internacional para consolidarse como
Estado, la cual logró en 1831 con el pacto de Londres. La
conformación interior de Bélgica resulta problemática,
pues se presentan confrontaciones entre las élites
dirigentes que propiciaron el francés como lengua única
situando a los pueblos flamencos como una minoría
regionalista.

2) Unificación hegemónica: a) le corresponde un nacionalismo de unificación.


b) un poder regional con una fuerza militar y económica
considerable inicia el proceso de construcción de un Estado,
en el cual ejerce una predominancia frente a otras regiones.
Se le considera una unificación “desde arriba”, a saber,
guiada por las élites locales
c) es la vía más usada en Europa en el siglo XIX, con casos
como Prusia, que se transformó en el centro de la unificación
germana propiciada por la figura de Bismarck. Gracias a su
condición de potencia industrializada, militar y con una cierta
estabilidad sociopolítica logró salir victoriosa del
enfrentamiento con los Habsburgo (1866), lo que le permitió
anexar gran parte del territorio del norte y presentarse como
un Estado soberano en el concierto internacional. Además,
Alemania gozaba de una historia institucional, como ya
señaló Hobsbawm, que databa del Sacro Imperio y pasaba
por la Confederación Germánica o el sistema de aduanas.
Esto favoreció el cumplimiento de la etapa interior para la
formación del Estado.
d) Otro caso es la unificación de Italia, en donde el reino de
Piamonte-Cerdeña tuvo un protagonismo inicial, pero que fue
perdiendo por las constantes dificultades de unir el territorio.
Algunas de estas problemáticas son: 1) no existía una historia
institucional compartida en gran parte del territorio, sumado a
esto había diferencias económicas entre un norte rico y un sur
pobre; 2) en el territorio ejercían mandato España, los
Estados Pontificios y Austria, lo que implicaba una mayor
cantidad de frentes que el ejército piamontés no era capaz de
solventar. Por consiguiente, en la conformación de un Estado
soberano italiano frente al panorama internacional Piamonte-
Cerdeña debió formar alianzas, siendo el país de menor poder
en ellas; por ejemplo, con Prusia, y 3) constantes conflictos
en el interior del territorio, tal es el caso del Reino de Sicilia
donde los campesinos protagonizaron una fuerte resistencia.

3) Evolución hacia la autonomía: a) le corresponde un nacionalismo separatista.


b) la construcción de un Estado nacional por una separación
progresiva, y en muchos casos pacífica, de la metrópoli.
c) en los casos pacíficos nos encontramos con la separación
entre Suecia y Noruega en 1905, el cual se logró por medio de
un plebiscito.
d) un caso más violento sucedió en Canadá, en el cual se
dieron conflictos entre los comerciantes y las oligarquías
locales. Más que la independencia del Reino Unido se
buscaba democratizar el sistema y una mayor autonomía. En
la década de 1830 se dieron una serie de reformas que
significaron un hito en la historia constitucional, pues se
establecieron órganos locales representativos.

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