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I. Bloque Derecho Financiero

Derecho Financiero I (Universitat Autònoma de Barcelona)

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Derecho Financiero y Tributario I I. BLOQUE DERECHO FINANCIERO


Miguel Ángel Sánchez Huete Júlia Tierz

TEMA 1. CONCEPTO Y CONTENIDO

1. LA ACTIVIDAD FINANCIERA

Vamos a referir-nos a la actividad financiera de los entes públicos. Junto a su estudio desde el
punto de vista jurídico del que se ocupa nuestra asignatura, la actividad financiera es
susceptible de ser estudiada también desde otros puntos de vista científicos:

1. Economía (ciencia económica):


flujos ingresos y gastos
2. Sociología (ciencia social):
interacción individuos y grupos
3. Política (ciencia política): fines y
entidades
4. Jurídica (ciencia jurídica): normas
ordenadoras

La actividad financiera es la actividad desarrollada por las entidades públicas (territoriales,


institucionales y corporativas) cuyo objeto es la obtención de ingresos públicos a través de
recursos financieros (el tributo por ejemplo) con la finalidad de destinarlos a la realización de
los gastos necesarios para atender los intereses generales. Es decir, es la actividad dirigida a
la obtención de ingresos y a su aplicación o gasto.

La actividad financiera desde el punto de vista subjetivo se integra de diversas entidades


públicas (territoriales, institucionales y corporativas). Desde el punto de vista objetivo se
integra de ingresos y gastos públicos (contenido).

Los gastos se hacen porque se detecta una necesidad. No se pueden acotar jurídicamente las
necesidades. Hay algunos gastos que son necesarios y se deben realizar, son aquellos que
dan cumplimiento a los derechos y libertades reconocidos en la Constitución.

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La actividad financiera es

1. Medial o instrumental, ya que tiene por objeto la consecución de los medios


financieros, dinerarios, que las administraciones públicas precisan para poder cumplir
sus fines.
2. Pública
3. Jurídica

La disciplina que se conoce como Hacienda pública es en rigor aquella parte de la ciencia
económica que estudia también la actividad financiera de los entes públicos, proponiendo los
instrumentos económicos adecuados para la obtención de sus recursos, así como la
asignación idónea de los mismos para satisfacer las necesidades públicas, mostrando
especialmente las consecuencias económicas de las distintas alternativas o posibilidades de
obtención y gasto de los recursos económicos de carácter público.

La Hacienda Pública viene regulada por los arts. 5 y ss de la LGP. Según el art. 5 LGP “La
Hacienda Pública estatal, está constituida por el conjunto de derechos y obligaciones de
contenido económico cuya titularidad corresponde a la Administración General del Estado y
a sus organismos autónomos.”

2. CONTENIDO DEL DERECHO FINANCIERO: EL INGRESO Y EL GASTO PÚBLICO

En cuanto a los INGRESOS PÚBLICOS, se pueden definir como entradas de dinero en el


patrimonio de un ente público con el fin de allegar recursos para la cobertura de sus gastos.
Si bien esta finalidad de los ingresos públicos no excluye la existencia de otros fines
extrafiscales. Los ingresos públicos también se pueden definir como sumas de dinero que los
entes públicos perciben y pueden emplear en el logro de sus fines.

Los tributos son una clase o modalidad de ingreso público. La recaudación no es la única
finalidad del tributo, ya que por medio de este se pueden, además, conseguir ciertos objetivos
extrafiscales que procuran atender el interés público en forma directa. Es decir, pretenden
incentivar y/o cambiar el comportamiento de los individuos. Por ejemplo, medidas
medioambientales o sanitarias (art. 2 LGT).

El principio de capacidad económica se recoge en el artículo 31.1 de la CE, en el que se


establece que «todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su
capacidad económica mediante un sistema tributario justo...» La posición deudora en la
relación obligacional que surge con ocasión de la aplicación de los tributos deberá recaer sobre
quienes manifiestan la capacidad económica que pretende gravar cada tributo. En definitiva lo
que justifica la existencia y la configuración de los tributos, es el que recaigan sobre ciudadanos
con capacidad económica suficiente para poder soportar su pago.

El tributo es una obligación legal. El origen legal de los tributos significa, en definitiva, que el
nacimiento de la obligación en qué consisten es consecuencia de la realización de las

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situaciones tipificadas en las leyes tributarias, a cuya realización vinculan dichas leyes el
nacimiento de las obligaciones de esa naturaleza.

Forman parte de los ingresos públicos

1. tributos
2. precios públicos (ingresos no tributarios)
3. deuda pública
4. ingresos patrimoniales
5. sanciones

La sanción se fija por culpabilidad, el tributo por capacidad económica.

Respecto de la Deuda Pública, el artículo 92 de la LGP señala que lo constituyen el «conjunto


de capitales tomados a préstamo por el Estado mediante emisión pública, concertación de
operaciones de crédito, subrogación en la posición deudora de un tercero o, en general,
mediante cualquier otra operación financiera del Estado, con destino a financiar los gastos del
Estado o a constituir posiciones activas de tesorería». Comporta un gasto o deuda puesto que,
como cualquier otra operación de préstamo, el ente público tiene la obligación de devolver el
capital que le han prestado, así como los intereses correspondientes.

El GASTO PÚBLICO puede ser descrito como las salidas de fondos del patrimonio de un ente
público con la finalidad de satisfacer las necesidades económicas que le compete atender.

El Derecho Financiero y Tributario se ocupa, de lo concerniente a los procedimientos formales


de asignación, desembolso y control de los recursos públicos, dejando fuera de ella el
régimen sustantivo de los gastos públicos, esto es, de los servicios públicos como la sanidad, la
enseñanza o la defensa, que corresponde estudiar a la parte especial del Derecho
Administrativo que se ocupa del análisis jurídico del servicio público. No el qué, ni el cuanto,
sino el cómo.

2.1 Evolución histórica

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2.2 Bifurcación del principio de legalidad

Se trata de la separación, entre la legislación impositiva a largo plazo (leyes tributarias) y la


Ley anual presupuestaria.

Por lo tanto, vemos que existe una disociación entre ingresos y gastos. Los presupuestos no
aprueban los ingresos a percibir anualmente.

La Ley Presupuestaria tiene el carácter de una mera previsión respecto a los ingresos
públicos, mientras que para los gastos constituye una autorización limitativa, máxima y
temporal.

Las leyes tributarias tienen carácter permanente y se aplican sin necesidad de su previa
autorización en el Presupuesto. No limita los ingresos ni determina la cuantía.

3. CONCEPTO DE DERECHO FINANCIERO

El Derecho Financiero regula la actividad financiera pública. Constituye el ordenamiento jurídico


de la Hacienda Pública.

a) Conjunto de normas que pertenecen al Derecho Público


a. Primacía intereses públicos
b. Supletoriedad Derecho Administrativo
b) Objeto es disciplinar el régimen jurídico de la Hacienda pública
a. HP como sector público
b. HP como conjunto de derechos y obligaciones económicas
c) Actividad de entes públicos territoriales e institucionales
a. Actividad instrumental los ingresos y gastos no son un fi en si
d) Regula procedimientos de obtención de ingresos y realización de gastos

El objeto material de la ciencia del Derecho Financiero y Tributario disciplina es la actividad


financiera del Estado, pero su objeto formal es el conjunto de normas jurídicas que regulan
dicha actividad. El Derecho Financiero y Tributario estudia las normas jurídicas que regulan la
actividad financiera de los entes públicos. La Economía y la Hacienda Pública contemplan y
estudian los efectos económicos que pueden derivarse de la actividad financiera de los entes
públicos.

El Derecho Financiero y Tributario tiene dos acepciones:

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1. De un lado, es Derecho Financiero y Tributario el conjunto de normas jurídicas que


regulan la actividad financiera.
2. De otra parte, es Derecho Financiero y Tributario la parcela de la ciencia jurídica que
tiene por objeto formal de estudio de ese mismo conjunto de normas.

Desde el punto de vista legislativo el Derecho Financiero y Tributario se presenta como un


ordenamiento autónomo en el sentido de que ha alcanzado un cierto grado de codificación y
unidad formal. Quiere ello decir que se puede identificar un conjunto de leyes y reglamentos
que regulan de forma separada esta disciplina. Incluso algunas constituciones han aludido en
su texto al Derecho Financiero como una disciplina jurídica autónoma.

Entre los PRINCIPIOS PROPIOS (no necesariamente exclusivos y excluyentes) podemos citar
los siguientes:

1. Principio de justicia financiera, que es expresión de la justicia distributiva y queda


reflejado en el artículo 31 de la CE tanto en relación con el ingreso como con el gasto
público.
2. Principio de protección exorbitante del interés tutelado, porque se trata de un
interés público. La Administración está investida de facultades exorbitantes,
caracterizadas fundamentalmente porque sus actos gozan de la presunción iuris
tantum de legalidad y porque pueden ser ejecutados por la propia Administración sin
necesidad de la correspondiente sentencia de los tribunales de justicia.
3. Principio de indisponibilidad del crédito tributario o de situaciones subjetivas de la
relación jurídica tributaria. De acuerdo con este principio, la Administración no puede
renunciar al crédito tributario, ni transmitirlo a un tercero, aun con causa onerosa, ni
tampoco puede aceptar un cambio o novación en el lado pasivo de la relación. Como
puede fácilmente observarse, se trata de una característica que diferencia nítidamente
el régimen de la obligación tributaria respecto del regulado en el CC. En éste, de
conformidad con el principio de autonomía de la voluntad, las situaciones jurídicas
subjetivas, tanto de crédito como de deuda, son, en principio, disponibles. La
explicación de esta forma de ser de la obligación tributaria radica en la presencia del
interés público a cuyo servicio debe actuar la Administración: la Ley demanda a la
Administración, no simplemente que cobre el tributo, sino que lo haga precisamente de
aquel que aparece fijado en la propia Ley. Los pactos que los particulares hagan al
respecto tienen un alcance meramente privado, sin repercusión en la relación jurídica
tributaria. El principio de que estamos hablando aparece en la LGT en los siguientes
términos (art. 18): «El crédito tributario es indisponible salvo que la Ley establezca otra
cosa.». El art 17.5 LGT especifica que :«Los elementos de la obligación tributaria no
podrán ser alterados por actos o convenios de los particulares, que no producirán
efectos ante la Administración, sin perjuicio de sus consecuencias jurídico-privadas.»
4. Principio de ausencia de discrecionalidad administrativa: En el ámbito de la relación
jurídica tributaria la naturaleza de los intereses en juego determina la necesidad de que

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la Administración actúe con estricta sujeción a la Ley, sin margen para la autónoma
apreciación de dichos intereses, excepto en supuestos excepcionales.
5. Principio de reserva de ley y de preferencia de ley.

3.1 Contenido del Derecho Financiero y Tributario y relaciones con otras disciplinas

Forman parte del Derecho Financiero y Tributario las materias siguientes:

1. Derecho Tributario, que estudia las normas jurídicas reguladoras de los tributos.
2. Derecho patrimonial público
3. Derecho del Crédito Público, que trata de la obtención de medios financieros por los
entes públicos acudiendo al crédito: préstamos, créditos, avales.
4. Derecho Presupuestario y del Gasto Público, que estudia el poder de gastar, las
obligaciones públicas de gasto y los procedimientos a través de los cuales se autoriza y
se realiza el gasto público.

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TEMA 2. FUENTES DEL DERECHO FINANCIERO

1. PRINCIPIO DE LEGALIDAD FINANCIERA

Según dicho principio, podemos decir abreviadamente, es necesaria una Ley formal para el
establecimiento de tributos. Se habla, en este sentido, de reserva de ley, aunque es mejor la
denominación de principio de legalidad. No obstante, en el lenguaje actual ambas expresiones
se usan como sinónimos.

Este principio tenía gran importancia antes de la aprobación de la CE, pero en la actualidad no
es más que una manifestación del principio de jerarquía normativa que recoge el artículo 9.3 de
la Constitución, y se plasma en el ámbito tributario en el artículo 8 de la Ley General Tributaria,
y en el de los gastos públicos en el artículo 4 de la Ley General Presupuestaria.

No deben confundirse los principios de reserva de ley y de preferencia de ley . El primero tiene
rango constitucional y supone que la materia financiera debe regularse obligatoriamente por ley
en los términos indicados en el apartado III.1, y por lo tanto, para que dejara de estar regulada
por ley sería necesaria una reforma de la Constitución. En cambio, el principio de preferencia
de ley no tiene rango constitucional, sino que se prevé en normas con rango legal ordinario, por
lo que otra ley posterior del mismo rango puede llevar a cabo su deslegalización, lo cual
significa, sin más, que se prefiere (pero no se reserva) la ley en la regulación de esos aspectos
de la materia financiera o de cualquier otra. En el ámbito tributario la preferencia de ley afecta a
todos los aspectos recogidos en el mencionado artículo 8 de la Ley General Tributaria, al que
cabe remitirse pese a que su enunciado se refiera a la Reserva de ley tributaria , incurriendo
precisamente en la confusión a que se acaba de aludir.

El principio de legalidad tiene función triple, nos da una triple garantía.

1. Garantía individual. Protege nuestro derecho a


la propiedad como un derecho fundamental.
Anterior al artículo 33 CE, el cual reconoce el
derecho a la propiedad privada y a la herencia, nos
encontramos con el art 31 CE por el cual se requiere que las prestaciones personales o
patrimoniales sean establecidas con arreglo a la ley, y además, establece el principio de no
confiscatoriedad. El tributo no pude desposeernos de nuestro derecho a la propiedad.

2. Garantía colectiva. El principio de reserva de ley garantiza el principio de autoimposición,


en virtud del cual los ciudadanos no pagan más tributos que aquellos a los que sus legítimos
representantes han otorgado su consentimiento en el parlamento.

3. Garantía formal: existen determinadas formas de exteriorización, aprobación, publicidad, etc


que nos dan seguridad jurídica.

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Por lo que se refiere al análisis y verificación de este principio de reserva de ley, resulta
conveniente analizar separadamente lo relativo a los ingresos y a los gastos.

1.1 Ingresos públicos

Empezando por los INGRESOS


TRIBUTARIOS es necesario
responder a diferentes cuestiones.

El principio de legalidad tributaria se encuentra establecido en el artículo 31.3 CE: Sólo podrán
establecerse prestaciones personales o patrimoniales de carácter público con arreglo a la ley.
Así como también en el art. 8 LGT (preferencia de ley, reserva impropia)

¿Cuáles son las prestaciones que se encuentran amparadas por la garantía del principio de
legalidad?

Nuestro texto constitucional ha seguido un criterio de máxima amplitud, empleando, en lugar


del término tributo, el de prestación personal o patrimonial de carácter público. Quedan
dentro del principio de legalidad las prestaciones patrimoniales públicas establecidas, es decir,
impuestas de manera unilateral, sin concurso de la voluntad del obligado. Dichas prestaciones
patrimoniales públicas vienen a coincidir grosso modo con el concepto de tributo, entendiendo
que dicho concepto cubre, no solamente los tributos en sentido técnico o estricto sino también
otras prestaciones que, siendo sustancialmente tributarias, escapan a la normativa típica de los
tributos, es decir, los tributos impropios.

Pero más allá de los tributos cabría entender que la intervención del legislativo es requerida
incluso en relación con ciertos supuestos como las tarifas de contratos de adhesión
relativos a servicios públicos esenciales, incluso cuando éstos sean prestados en régimen
de Derecho Privado y por entidades no públicas.

Según el TC, el concepto de prestación patrimonial de carácter público recogido en el texto


constitucional es «más amplia y abierta» que la de tributo. La imposición coactiva de la
prestación patrimonial o, lo que es lo mismo, el establecimiento unilateral de la obligación de
pago por parte del poder público sin el concurso de la voluntad del sujeto llamado a satisfacerla
es, en última instancia, el elemento determinante de la exigencia de reserva de ley; por ello,
bien puede concluirse que la coactividad es la nota distintiva fundamental del concepto de
prestación patrimonial de carácter público.

¿Cuáles son los elementos de la prestación que deben ser regulados en base a dicho
principio?

El principio de reserva de ley alcanza solamente a los elementos esenciales del tributo, según
reiterada doctrina del TC. Estos elementos esenciales son:

1. Hecho imponible: en qué supuestos se origina el deber de pagar un tributo


2. Sujeto pasivo: quién está obligado a pagarlo

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3. Base imponible: cifra inicial sobre la que se aplica un tipo imponible para calcular el
valor del impuesto que se debe satisfacer.
4. Tipo impositivo: tasa porcentual que se aplica a la base imponible para calcular la
cuota tributaria.
5. Cuota: resultado de aplicar el tipo impositivo a la base imponible.

La base imponible, el tipo impositivo y la cuota correspondería a cuánto hay que pagar.

No quedan, en cambio, comprendidos dentro de la garantía del principio de legalidad tributaria


aquellos aspectos de la regulación relativos a elementos accidentales propios de la ejecución
de la Ley: lugar del pago, plazos, etc., los cuales forman el ámbito típico de la normativa
reglamentaria.

¿Que alcance tiene el principio de legalidad?

Nos encontramos delante de una reserva relativa. En las reservas meramente relativas la Ley
puede limitarse a establecer los principios y criterios dentro de los cuales la concreta disciplina
de la materia reservada podrá posteriormente ser establecida, en todo o en parte, por una
fuente secundaria.

El fundamento para esta conclusión se encuentra en primer lugar en la propia letra del
precepto, que no habla de establecimiento por Ley, sino «con arreglo a la Ley»

Además, en relación con determinados tributos, como son los de los entes locales, dicho modo
de articulación es el único que permite cohonestar las exigencias propias del principio de la
autonomía financiera local (art. 142 CE), que aconseja en este concreto ámbito que las
Corporaciones locales disfruten de una cierta capacidad de opción, en cuanto a la
configuración de sus propios tributos, aun dentro de los márgenes establecidos por la Ley. Por
ejemplo, a los ayuntamientos se les reconoce la autonomia financiera pero un ayuntamiento no
puede dictar una ley, si un reglamento.

La calificación de la reserva de ley del artículo 31.3 CE como reserva relativa constituye una
doctrina asentada en numerosas Sentencias del TC:

«Conforme a constante doctrina de este Tribunal, la reserva de ley en materia tributaria exige que la
creación ex novo de un tributo y la determinación de los elementos esenciales o configuradores del mismo
debe llevarse a cabo mediante Ley

También hemos advertido que se trata de una reserva relativa en la que, aunque los criterios o principios
que han de regir la materia deben contenerse en una ley, resulta admisible la colaboración del
reglamento, siempre que sea indispensable por motivos técnicos o para optimizar el cumplimiento de las
finalidades propuestas por la Constitución o por la propia Ley, y siempre que la colaboración se produzca
en términos de subordinación, desarrollo y complementariedad»

Generalmente, lo que se remite a la fuente secundaria es la decisión sobre aplicar o no un


tributo previamente regulado en la Ley o bien el establecimiento o modificación de su cuantía.

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Por lo tanto, las disposiciones reglamentarias son fuente del Derecho Tributario tal y como
recoge la letra e) del artículo 7.1 de la LGT.

¿Es admisible el Decreto-Ley en la regulación de los tributos?

Otra cuestión se plantea qué debe entenderse por ley, y concretamente si el término «ley»
comprende cualquier norma jurídica que posea ese rango jerárquico: ley orgánica, ley ordinaria,
leyes de comisión y otras normas jurídicas con fuerza de ley, como son los decretos legislativos
y los decretos-leyes.

La discusión más relevante se ha producido con relación a la posibilidad de regular la materia


tributaria mediante decretos-leyes. Según el art. 86 CE los decretos-ley “no podrán afectar al
ordenamiento de las instituciones básicas del Estado, a los derechos, deberes y libertades de
los ciudadanos regulados en el Título I, al régimen de las Comunidades Autónomas ni al
Derecho electoral general”. Debemos tener en cuenta que en ese Título (art. 31) se encuentran
regulados los principios fundamentales relativos al tributo.

Para el TC, la posibilidad o no de utilizar el Decreto-ley en materia tributaria va a depender de


la importancia cuantitativa y cualitativa que para la configuración del deber constitucional de
contribuir (art. 31.1 CE) tenga el tributo regulado en esa clase de norma, fijando los límites de la
utilización del Decreto-ley en no alterar ni el régimen general ni los elementos esenciales del
deber de contribuir.

En cuanto a los restantes ingresos públicos de naturaleza no tributaria, el artículo 135.3 CE


plasma el principio de reserva de ley en materia de DEUDA PÚBLICA: “El Estado y las
Comunidades Autónomas habrán de estar autorizados por ley para emitir Deuda Pública o
contraer crédito”. Y respecto al PATRIMONIO DEL ESTADO el artículo 132.3 CE nos dice que
“Por ley se regularán el Patrimonio del Estado y el Patrimonio Nacional, su administración,
defensa y conservación.”

1.2 Gastos públicos: principio de legalidad presupuestaria

Por lo que respecta a los gastos públicos, el principio de


reserva de ley se recoge en los artículos 66.2, 133.4 y 134.1
de la CE. El artículo 134.1 preceptúa que «corresponde al
Gobierno la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado y a las Cortes Generales,
su examen, enmienda y
aprobación»

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Según el art. 134.2 CE “Los Presupuestos Generales del Estado tendrán carácter anual,
incluirán la totalidad de los gastos e ingresos del sector público estatal y en ellos se consignará
el importe de los beneficios fiscales que afecten a los tributos del Estado.”

El artículo 134.7 de la CE establece: «La Ley de Presupuestos no puede crear tributos. Podrá
modificarlos cuando una ley tributaria sustantiva así lo prevea» . Este precepto regula dos
situaciones claramente diferenciadas: la creación de tributos y la modificación de tributos.

Las Leyes de Presupuestos no pueden crear tributos. Esta prohibición constitucional no


afecta a la creación de prestaciones patrimoniales de carácter público si no tienen naturaleza
tributaria; tendrán esa naturaleza si se satisfacen, directa o indirectamente, a los entes públicos
con la finalidad de contribuir al sostenimiento de los gastos públicos, sometiendo a gravamen
un presupuesto de hecho o hecho imponible revelador de capacidad económica.

El artículo 134.7 de la CE prescribe además que la Ley de Presupuestos puede modificar


tributos, cuando una ley tributaria sustantiva así lo prevea. Ley tributaria sustantiva se remite a
cualquier ley (propia del impuesto o modificadora de ésta) que, exceptuando la de
Presupuestos, regule elementos concretos de la relación tributaria. Según el TC,
modificaciones de «mera adaptación del tributo a la realidad», son admisibles incluso sin
previa habilitación. Las modificaciones «sustanciales y profundas» son las que necesitan previa
habilitación por ley sustantiva.

En 1993, se introdujo en el ordenamiento jurídico español, la conocida como «ley de


acompañamiento a la de presupuestos» concebida como una ley ordinaria presentada y
tramitada paralelamente a la Ley de Presupuestos, en la que se contenían todas aquellas
previsiones cuya inclusión en aquélla correría el riesgo de ser declarada inconstitucional. Esta
práctica legislativa surgió como consecuencia del endurecimiento de la doctrina constitucional
en relación con lo dispuesto en el artículo 134 CE, en cuanto a los límites materiales de las
leyes anuales de Presupuestos Generales del Estado.

2. TRATADOS INTERNACIONALES. DERECHO COMUNITARIO

Los Tratados internacionales válidamente celebrados, una vez publicados oficialmente en


España, formarán parte del ordenamiento, dice el artículo 96 CE, que añade que «sus
disposiciones sólo podrán ser derogadas, modificadas o suspendidas en la forma prevista en
los propios Tratados o de acuerdo con las normas generales del Derecho Internacional».

Se acoge, pues, el principio de recepción automática, que ya había sancionado el Título


preliminar del CC, tras la reforma de 1974, frente al de recepción especial. Este mismo criterio

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se incorpora ahora a la LGT, que en su versión de 1963 adoptaba, en cambio, el criterio


contrario.

Dentro de los Tratados Internacionales, debemos distinguir:

En primer lugar, aquellos que según el artículo 93 CE requieren previa autorización por Ley
Orgánica ya que atribuyen el ejercicio de competencias a una organización internacional.
Con base en este precepto, España ha ratificado los Tratados constitutivos de la Unión
Europea, los Tratados de adhesión y sus sucesivas modificaciones. En definitiva, todo el
Derecho originario de la UE que, influye notablemente en el ordenamiento tributario de nuestro
país y del resto de Estados miembros.

Un segundo grupo de Tratados internacionales está conformado por los previstos en el artículo
94.1 CE, que exigen previa autorización de las Cortes Generales, siguiendo el procedimiento
previsto en el artículo 74.2 CE. Entre este tipo de Tratados se encuentran la mayoría de los que
interesan a nuestra disciplina, por afectar al deber constitucional de contribuir [art. 94.1.c)],
por implicar obligaciones financieras para la Hacienda Pública [art. 94.1.d)], o por suponer la
modificación o derogación de una ley o exigir medidas legislativas de ejecución [art. 94.1.e)]. La
STC 155/2005 ha establecido que es contrario a la CE autorizar este tipo de Tratados
mediante Real Decreto-Ley.

Entre este tipo de Tratados, destacan los Convenios para evitar la Doble Imposición (CDIs),
citados por el art. 7.b) LGT, cuya función es establecer no sólo los criterios de reparto del poder
tributario entre los diversos Estados, sino también coordinar los distintos sistemas tributarios
nacionales para evitar supuestos de doble o nula imposición. Debemos resaltar que este tipo
de Convenios se aplican con preferencia a la legislación interna.

Para el resto de los Tratados internacionales, es suficiente con que el Gobierno informe al
Congreso y al Senado de su conclusión (art. 94.2 CE).

3. LAS NORMAS CON FUERZA DE LEY: LEY, DECRETO-LEY, DECRETO LEGISLATIVO

3.1 Ley orgánica

Las leyes orgánicas, reguladas en el artículo 81 de la CE, no son, en opinión de la mayoría de


la doctrina, de rango superior a las leyes ordinarias, sino que su singularidad radica en el
ámbito material al que se refieren y en las particularidades que presenta el procedimiento para
su aprobación, modificación o derogación.

Según se deduce del apartado 1 del artículo 81 de la CE, la regulación de la materia financiera
en general no está reservada a la ley orgánica. Las materias del Derecho Financiero que
precisan regulación por ley orgánica:

1. Los Estatutos de Autonomía, normas mediante las cuales asumen las CCAA las
competencias financieras, de acuerdo con el artículo 147.2.d) de la CE en conexión
con los artículos 156 y 157 de la misma.

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2. La autorización para celebrar tratados internacionales, que pueden atribuir a una


organización o institución internacional el ejercicio de competencias financieras,
según dispone el artículo 93 de la CE.
3. El ejercicio de las competencias financieras de las CCAA y las normas para resolver
sus posibles conflictos, así como la colaboración financiera entre las CCAA y el Estado,
en cumplimiento de lo señalado por el artículo 157.3 de la CE.
4. En materia presupuestaria y de gasto público hay que dar cuenta de la Ley Orgánica 2/
2012, de 27 de abril, de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera.
5. Y la composición, organización y funcionamiento del Tribunal de Cuentas , de acuerdo
con el artículo 136.4 de la CE, a cuyo amparo se ha dictado la Ley Orgánica 2/1982, de
12 de mayo, reguladora del citado Tribunal.

3.2 Ley ordinaria

En nuestro Derecho interno la primera de las fuentes es la ley ordinaria, que desempeña un
papel fundamental en el campo del Derecho Tributario por imperativo del principio de legalidad;
o lo que es igual, por la exigencia de normas con rango de ley para regular los elementos
esenciales de los tributos. Es relevante, asimismo, la regulación por ley ordinaria de los
Presupuestos Generales del Estado.

Destacada la función de las leyes ordinarias en la regulación de la materia financiera, es


preciso señalar algunas de las especialidades en el procedimiento de elaboración de las leyes
estatales que regulan esta materia. Por ejemplo, la exclusión de la iniciativa popular para la
presentación de proposiciones de ley referidas a la materia tributaria (artículo 87.3 de la CE); la
prohibición de crear tributos por la Ley de Presupuestos Generales del Estado, o de introducir
modificaciones tributarias a través de dicha Ley sin que una ley tributaria sustantiva así lo
prevea (artículo 134.7 de la CE); o los límites a la iniciativa legislativa, cuando se pretendan
aprobar leyes que afecten a los ingresos o a los créditos presupuestados (artículo 134.5 y 6 de
la CE).

3.3 Decreto Ley

Los decretos-ley son disposiciones provisionales con rango de ley que el Gobierno podrá
dictar, en caso de extraordinaria y urgente necesidad.

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Según el art. 86 CE los decretos-ley “no podrán afectar al ordenamiento de las instituciones
básicas del Estado, a los derechos, deberes y libertades de los ciudadanos regulados en el
Título I, al régimen de las Comunidades Autónomas ni al Derecho electoral general”.

Como hemos visto antes, en materia tributaria se ha planteado la cuestión de si está


comprendida entre las vedadas a su regulación mediante decreto-ley. Y, como hemos
explicado, para el TC, la posibilidad o no de utilizar el Decreto-ley en materia tributaria va a
depender de la importancia cuantitativa y cualitativa que para la configuración del deber
constitucional de contribuir tenga el tributo regulado en esa clase de norma, fijando los límites
de la utilización del Decreto-ley en no alterar ni el régimen general ni los elementos
esenciales del deber de contribuir.

El Tribunal Constitucional precisó que «cuando el artículo 86.1 CE excluye del ámbito del
decreto-ley a los deberes consagrados en el título I de la Constitución, únicamente está

EJEMPLO

El TC ha aplicado esta doctrina en sus decisiones posteriores. En la STC 189/2005, para declarar
la inconstitucionalidad de ciertos preceptos de un Decreto-Ley en materia de IRPF. Los
preceptos en cuestión eran los que modificaban el régimen de las ganancias patrimoniales, que
pasaron a tributar al tipo fijo del 18 por 100, en lugar de la tarifa progresiva aplicable para el resto
de las rentas. Se trataba claramente de un elemento central en la regulación de una figura
esencial en el sistema. En cambio, la STC 108/2004 sostuvo la constitucionalidad de
un Decreto-ley por el que se elevaba la cuantía del Impuesto Especial sobre el alcohol y bebidas
derivadas: «Por sus características, dice el TC, no puede decirse que ese impuesto constituya
uno de los pilares básicos o estructurales de nuestro sistema tributario, de manera que la
modificación parcial de su tipo de gravamen repercuta sensiblemente en el criterio de reparto de
la carga tributaria entre los contribuyentes. Además, dada su estructura y hecho imponible,
tampoco puede afirmarse que a través del citado Impuesto Especial se personalice el reparto de
la carga fiscal en nuestro sistema tributario, según los principios de capacidad económica,
igualdad y progresividad».

impidiendo aquellas intervenciones o innovaciones normativas que afecten, no de cualquier


manera, sino de forma relevante o sustancial, al deber constitucional de «todos» de contribuir
al sostenimiento de los gastos públicos». De esta forma, el criterio decisivo es su impacto sobre
el reparto de la carga tributaria entre los contribuyentes considerados en su conjunto (STC
182/1997, FJ 7, entre otras). Es decir, no cabe una interpretación absoluta, sino una
interpretación relativa.

Con respecto al papel del decreto-ley en materia presupuestaria , presenta una problemática
distinta que se ciñe fundamentalmente al ámbito de los Presupuestos Generales del Estado.
La imposibilidad de regular esta materia mediante decreto-ley no deriva de la cláusula
restrictiva establecida en el artículo 86.1 de la CE, sino de la competencia para su regulación,

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que viene atribuida exclusivamente a las Cortes –al poder legislativo– por las normas
constitucionales. Así, tanto en el artículo 134.1 como en el 66.2 de la CE se atribuye a las
Cortes la competencia para el examen, enmienda y aprobación de los Presupuestos Generales
del Estado, por lo que no cabe, en ningún caso, la regulación mediante decreto-ley de esta
materia, si bien es cierto que se utiliza con alguna frecuencia para llevar a cabo modificaciones
concretas de los Presupuestos, así como para precisar el alcance de la prórroga
presupuestaria.

3.4 Decreto legislativo

El decreto legislativo es una norma jurídica con rango de ley, emanada del poder ejecutivo (el
Gobierno) en virtud de delegación expresa efectuada por el poder legislativo (es decir,
mediante ley ordinaria). Se contempla en el artículo 82 CE.

No hay peculiaridades destacables respecto a la utilización del decreto legislativo en materia


financiera . Únicamente señalar que, como consecuencia de la exclusión de esta fuente para
regular las materias que deben ser objeto de ley orgánica, no cabe la delegación legislativa
respecto de las dos siguientes:

 la composición, organización y funcionamiento del Tribunal de Cuentas , que se


reserva a la ley orgánica en el artículo 136.4 de la CE
 la determinación de las competencias financieras asumidas por las Comunidades
Autónomas, que se reserva a la ley orgánica en el artículo 157.3 de la CE.

En el ámbito tributario , como consecuencia de la dispersión existente en la regulación de


algunas figuras tributarias, se han llevado a cabo con frecuencia recopilaciones normativas
mediante decretos legislativos. Éste es el caso del Real Decreto Legislativo 2/2004, de 5 de
marzo, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley de Haciendas Locales.

Por distintas razones, apuntadas al referirnos al decreto-ley y, la legislación delegada tampoco


es apta para regular las leyes anuales de Presupuestos Generales del Estado. No obstante,
sí cabe la regulación general de la materia presupuestaria, como lo pone de manifiesto el Real
Decreto Legislativo 2/2007, de 28 de diciembre, por el que se aprobó (actualmente está
derogado) el texto refundido de la Ley General de Estabilidad Presupuestaria.

3.5 Las leyes de las Comunidades Autónomas

Como se sabe, junto al poder legislativo del Estado coexiste el de las CCAA, reconocido en sus
respectivos Estatutos de Autonomía. Como ha observado la doctrina, la relación entre las leyes
estatales y las autonómicas no es de jerarquía, sino de distribución competencial; sin
perjuicio de que en materia financiera la legislación autonómica debe acatar los principios y
criterios de coordinación fijados en la ya mencionada Ley Orgánica de Financiación de las
Comunidades Autónomas, dictada al amparo de lo dispuesto en el artículo 157.3 de la CE y

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manifestación específica también de la competencia exclusiva del Estado en materia de


Hacienda general (artículo 149.1.14.ª de la CE).

Las leyes autonómicas, dictadas por las Asambleas Legislativas de las CCAA en la forma que
determinen sus respectivos Estatutos, tienen el mismo rango jerárquico que las que procedan
de las Cortes Generales, aunque presentan ciertas características que les dotan de una
singularidad propia.

En primer lugar, una ley autonómica tiene una doble dimensión formal y material , que permite
distinguirla de una ley estatal. En la dimensión formal es un acto aprobado por el legislativo
de la CA correspondiente; y desde la perspectiva material, su contenido viene fijado por las
competencias que tenga asumidas la CA en cuestión.

En segundo término, las CCAA y en particular, por lo que ahora interesa, sus Asambleas
legislativas, se hallan sujetas, además de a los principios constitucionales generales, a
algunos específicos contemplados, entre otros, en los artículos 157.2 y 158.2 de la CE, como
los de igualdad y solidaridad entre los españoles, de libertad de circulación en todo el territorio
español, de limitación territorial de sus efectos, etc.

Finalmente, aclarar que si el Gobierno del Estado, sobre la base de lo dispuesto en el artículo
161.2 de la CE, decide impugnar ante el TC una ley autonómica, se produce, a diferencia de lo
que ocurre cuando se impugna una ley de las Cortes Generales, una suspensión automática
de la ley impugnada , si bien el Tribunal deberá ratificar o levantar la misma en un plazo no
superior a cinco meses.

4. NORMATIVA DE DESARROLLO: REGLAMENTOS, ÓRDENES MINISTERIALES

4.1 Reglamentos

Los Reglamentos, como normas de desarrollo y ejecución de las leyes, tienen lógicamente
espacio en el campo tributario. Además de los reglamentos que desarrollan las leyes propias de
cada tributo, están los «reglamentos generales» dictados en desarrollo de la LGT, siendo los
más relevantes:

1. el de Revisión en vía administrativa


2. el de Recaudación
3. el de los Procedimientos de Gestión, Inspección y Aplicación de los Tributos

La primera de las cuestiones que es necesario abordar en relación con los Reglamentos como
fuentes del Derecho tributario es la relativa a la titularidad de la potestad reglamentaria. Según
el artículo 97 CE, la potestad reglamentaria corresponde al Gobierno, que, como ha
precisado el TS, «no puede ser sustituido por un Ministro» (STS de 12-07-1982).

Cabe matizar que lo que el artículo 97 CE atribuye al Gobierno es el ejercicio de la potestad


reglamentaria, entendida como desarrollo y ejecución directa de la Ley, según señala la
Jurisprudencia. Pero ello no impide que los Ministros –en nuestro caso, el de Hacienda–

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puedan dictar normas de carácter interno u organizativo –potestad reglamentaria


«doméstica»–, así como disposiciones de ejecución de las normas contenidas en un
Decreto. Se trata de las ordenes ministeriales, explicadas en el apartado 4.3.

La segunda cuestión que es necesario abordar en relación al Reglamento es la del ámbito


material propio de esta fuente normativa. Ya hemos examinado el ámbito propio de la Ley,
determinado por el principio de legalidad tributaria. El Reglamento, por su parte, tiene como
ámbito natural el desarrollo o ejecución de la Ley, sin poder rebasar los límites impuestos por la
reserva de ley y por la preferencia de ley o jerarquía normativa.

4.2 Ordenanzas

Mayor atención merecen las disposiciones reglamentarias de las Corporaciones Locales


referidas a la materia financiera. La potestad normativa de los entes locales es un
consecuencia lógica del principio de autonomía y se ejerce a través de las Ordenanzas. A
este respecto, el artículo 7.1.e) de la LGT hace una referencia expresa a las ordenanzas
fiscales locales, como disposiciones reglamentarias en materia tributaria.

Es importante destacar que, al carecer las Corporaciones Locales de potestad legislativa, las
ordenanzas tienen su fundamento o habilitación concreta en normas con rango de ley; y
que en la actualidad, esta habilitación se establece, para la generalidad de las Corporaciones
Locales a excepción de las pertenecientes al País Vasco y Navarra, en la Ley Reguladora de
las Haciendas Locales. En ella se contempla la posibilidad de dictar ordenanzas reguladoras
tanto de aspectos sustantivos como formales de los tributos locales; concretamente en sus
artículos 15, 16 y 17 se regula el ámbito, contenido y procedimiento de elaboración y
aprobación de las ordenanzas fiscales de las entidades locales.

Debemos tener en cuentas que hay distintos tipos de tributos (ya está explicado en el tema 4):

 Tasas y contribuciones (art. 57 y 58 LHL): la ley habilita a los ayuntamientos para que
puedan establecerlas en determinadas materias (bastante amplias)
 Impuestos: los ayuntamientos deben exigir los siguientes impuestos:
a) Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI)
b) Impuesto sobre Actividades Económicas (IAE)
c) Impuesto sobre Vehículos de Tracción Mecánica (IVTM)
Además pueden establecer y exigir el Impuesto sobre Construcciones, Instalaciones y
Obras y el Impuesto sobre el Incremento de Valor de los Terrenos de Naturaleza
Urbana, de acuerdo con la LHL, las disposiciones que la desarrollen y las respectivas
ordenanzas fiscales

4.3 Orden Ministerial

En el ámbito tributario se hace referencia a estas disposiciones en el artículo 7.1 de la LGT, que
contempla la facultad de dictar disposiciones de desarrollo en materia tributaria por el Ministro

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de Hacienda, cuando así lo disponga expresamente la ley o reglamento objeto de desarrollo.


Estas Órdenes podrán desarrollar directamente una ley o norma con fuerza de ley, sin
necesidad por tanto de que se lleve a cabo por un Real Decreto, lo que sucede por ejemplo con
la Orden Ministerial que aprueba el régimen de estimación objetiva en el IRPF y el IVA. La
Orden Ministerial es un reglamento cuando así lo disponga expresamente la ley o reglamento
objeto de desarrollo. Por lo tanto, tenemos una visión restrictiva de la posibilidad de que la
orden ministerial sea reglamento.

El artículo 12.3 LGT establece que: “En el ámbito de las competencias del Estado, la facultad
de dictar disposiciones interpretativas o aclaratorias de las leyes y demás normas en
materia tributaria corresponde al Ministro de Hacienda y Administraciones Públicas y a los
órganos de la Administración Tributaria a los que se refiere el artículo 88.5 de esta Ley.

Las disposiciones interpretativas o aclaratorias previstas en este apartado se publicarán en el


boletín oficial que corresponda. Con carácter previo al dictado de las resoluciones a las que
se refiere este apartado, y una vez elaborado su texto, cuando la naturaleza de las mismas lo
aconseje, podrán ser sometidas a información pública.

Este tipo de disposiciones no suponen actividad normativa en sentido estricto, sino que
establecen el sentido o interpretación dado a determinados preceptos que, a su juicio,
precisan de aclaración, vinculando únicamente a los órganos subordinados
jerárquicamente, pero no a los particulares ni a los Tribunales. Vinculan a los órganos de la
Administración Tributaria. Es decir, no es una fuerza normativa sino la idea jerárquica de
subordinación a los superiores.

4.3 Circulares e instrucciones

Son disposiciones no normativas emitidas por los órganos superiores de la Administración


Pública, con la única finalidad de dirigir la actividad de los órganos y funcionarios que les
están subordinados al interpretar y aplicar el
derecho positivo. Por lo general se hallan
circunscritas al ámbito de las relaciones
jerárquicas existentes entre los órganos de la
Administración, y recogen la interpretación
administrativa de una determinada norma y para
esos destinatarios concretos.

4.4 Resolución de consultas

Las consultas tributarias aparecen reguladas en los artículos 88 y 89 de la LGT y 65 a 68 del


RGGIAT, y se pueden describir como las peticiones realizadas a la Administración para que se
pronuncie sobre determinadas cuestiones tributarias que afectan a quienes las plantean, y que
deben contestar interpretando las normas tributarias aplicables a un supuesto concreto.

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Las contestaciones o resoluciones, que son disposiciones no normativas, contienen, en


definitiva una interpretación autorizada. sin embargo, no puede equipararse a la contenida en
las disposiciones generales interpretativas o aclaratorias del artículo 12.3 de la LGT, ya que
éstas se diferencian de las consultas por su generalidad y publicidad, frente a la concreción y
a la falta de publicidad en ciertos casos de las consultas. También se distinguen por el sujeto
que toma la iniciativa, ya que en las disposiciones interpretativas o aclaratorias la iniciativa
parte de la Administración, mientras que en las consultas son los administrados, de forma
individual o colectiva, quienes la toman.

El consultante no está obligado a seguir la interpretación manifestada por la Administración


en la contestación a la consulta formulada, puesto que dicha contestación es una opinión o
manifestación de juicio por parte de la Administración tributaria, si bien, como se desprende de
lo previsto en el artículo 179.2.d) de la LGT cuando el obligado tributario ajusta su actuación a
lo manifestado por la Administración en la contestación a la consulta, queda exonerado de
responsabilidad por infracción tributaria.

Los obligados no podrán entablar recurso alguno contra la contestación a la consulta, sin
perjuicio de que puedan hacerlo contra el acto o actos administrativos dictados de acuerdo con
los criterios manifestados en ella, dado que la contestación no es más que una manifestación
de juicio o conocimiento por parte de la Administración y no de voluntad, y que, como señala el
artículo 89.4 de la LGT, aquélla sólo tendrá carácter informativo.

El principal efecto de las contestaciones para la Administración tributaria es que tendrán


carácter vinculante, de tal modo que resultará obligada a aplicar los criterios expresados en
las mismas, siempre y cuando se cumplan los requisitos:

 Que las consultas se hayan formulado en el plazo y la forma previstos en la LGT.


Según el artículo 88.2 LGT: “Las consultas tributarias escritas se formularán antes de la
finalización del plazo establecido para el ejercicio de los derechos, la presentación de
declaraciones o autoliquidaciones o el cumplimiento de otras obligaciones tributarias.
La consulta se formulará mediante escrito dirigido al órgano competente para su
contestación, con el contenido que se establezca reglamentariamente.”
 Que no se hayan alterado las circunstancias, antecedentes y demás datos
recogidos en el escrito de consulta (art. 89.1 LGT)
 Que no se haya modificado la legislación o la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional o del Tribunal Supremo aplicable al caso (art. 89.1 LGT)

Por lo tanto, vemos que los efectos duraran hasta que no se modifique la legislación o la
jurisprudencia aplicable.

La Administración tributaria competente deberá contestar por escrito las en el plazo de seis
meses desde su presentación. La falta de contestación en dicho plazo no implicará la

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aceptación de los criterios expresados en el escrito de la consulta. No existe el silencio


administrativo en las consultas, ya que no son actos administrativos.

Las contestaciones a consultas tributarias tendrán carácter vinculante para los órganos de la
Administración tributaria, no sólo en relación con el consultante, sino erga omnes , es decir,
también respecto de los demás obligados tributarios, siempre que exista identidad de razón
entre el supuesto planteado en la práctica y el resuelto en la contestación a la consulta (artículo
89.1 último párrafo de la LGT).

5. DERECHO SUPLETORIO

En el caso del DERECHO TRIBUTARIO el art 7.2 LGT nos dice que “Tendrán carácter
supletorio las disposiciones generales del Derecho Administrativo y los preceptos del Derecho
Común”. Se establece un criterio de supletoriedad sin establecer una prelación (no hay ni
primero, ni segundo ni tercero),

El Derecho supletorio será, en primer lugar, por proximidad y afinidad de la materia, la


legislación administrativa general, especialmente la Ley 39/2015, de Procedimiento
Administrativo Común de las Administraciones Públicas y la Ley 40/2015, de Régimen
Jurídico del Sector Público. Así, la Disposición Adicional primera de la Ley 39/2015 señala
que los procedimientos tributarios se rigen por su normativa específica y sólo supletoriamente
por la Ley 39/2015. Cuando exista una laguna legal que no pueda ser suplida por las
especialidades del Derecho Tributario, o por las generales que informan el Derecho
Administrativo se acudirá a los preceptos del Derecho Común siendo este no solo el derecho
civil sino el Derecho Privado en todo su conjunto (derecho mercantil, derecho laboral, etc).

Respecto al DERECHO PRESUPUESTARIO, el art. 4.3 LGP sí que establece una prelación
respecto al derecho supletorio: “Tendrán carácter supletorio las demás normas de derecho
administrativo y, en su defecto, las normas de derecho común”

6. CODIFICACIÓN

El Derecho Tributario nació de la ordenanza alemana de 1919 de post-guerra. Nuestra


primera LGT fue en 1963 y fue muy longeva. Duró hasta el 2003, ley vigente actualmente.

El Derecho Tributaria se segmenta entre 2 partes

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- Parte general: en la LGT 58/2003 se regulan los elementos esenciales del tributo y los
elementos básicos de los procedimientos. Se complementa con reglamentos que
desarrollan los procedimientos.
- Parte especial: leyes de cada tributo

El Derecho Presupuestario es una disciplina mucho más moderna, nació en el 1977. Por esto
está muy vinculado a las disciplinas que estudian la Hacienda Pública como una entidad
económica.

TEMA 3. APLICACIÓN E INTERPRETACIÓN DE LAS NORMAS


FINANCIERAS

1. EFECTOS DE LA NORMA FINANCIERA: LA EFICACIA DE LAS NORMAS EN EL TIEMPO


Y EN EL ESPACIO, LA DOBLE IMPOSICIÓN INTERNACIONAL

1.1 Naturaleza de la norma tributaria

Debemos tener en cuenta que una norma tributaria no es una norma de gravamen, no es una
norma exclusivamente restrictiva de derechos, sino que también se le debe dar un valor
positivo. No cabe duda de que los deberes tributarios encajan dentro de los valores de
solidaridad propios del Estado Social de Derecho.

Existen ciertos planteamientos que consideran las leyes tributarias como normas «odiosas» o
excepcionales, en razón de la configuración del tributo como una institución restrictiva del
ámbito o esfera de libertad y propiedad inherentes al ciudadano. Este carácter restrictivo
llevaría consigo unos métodos de aplicación de las leyes tributarias similares a los empleados
en el ámbito de las normas restrictivas por excelencia, las penales. Este planteamiento debe
considerarse fuera de actualidad.

Según nuestra CE de 1978, el tributo debe ser considerado como una institución perfectamente
normal, encajada entre los instrumentos del Estado Social de Derecho y en el estatuto del
ciudadano, no como un elemento negativo, sino como manifestación del valor de solidaridad,
que contribuye, junto con otros derechos y libertades, a la configuración de dicho estatuto.

Debemos tener también desterrada la idea de que el tributo sea una norma económica, es una
norma jurídica. La actividad financiera también es objeto de estudio por la rama económica,
pero, nosotros estudiamos desde la perspectiva jurídica por tanto la norma de estudiamos es
una norma jurídica y no es un criterio o principio económico el que debemos atender. Esto es
importante porque a veces se tiende a aplicar la norma tributaria con criterio económico, esto
no tiene que ser así.

1.2 En el tiempo

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Las NORMAS TRIBUTARIAS entran en vigor a los veinte días de su completa publicación en
el boletín oficial, salvo que la propia norma establezca otra cosa (art. 10.1 LGT) 1

En la práctica es normal que las normas tributarias entren en vigor con una vacatio legis
desde la fecha de su publicación oficial hasta el inicio del siguiente año natural. En el caso de
los decretos leyes, sin embargo, la entrada en vigor se produce normalmente el mismo día de
su aprobación.

Respecto al cese de su vigencia, las normas tributarias tienen, en principio, una vigencia
indefinida. Por lo tanto, la ley va a lo a desplegar sus efectos desde la entrada en vigor hasta:

 Su derogación o modificación por una disposición del mismo o superior rango.


Puede ser:
1. Expresa (cláusula del art. 9.2 LGT)
2. Tácita (art. 2.2 Cc). Incompatibilidad
 En el caso de las disposiciones temporales si vigencia se encuentra limitada en el
tiempo por expresión legal. Esto ocurre, por ejemplo, con determinadas previsiones
recogidas en la ley anual de presupuestos.

La norma tributaria se aplica a los hechos producidos a partir del momento de su entrada en
vigor. Según la LGT, las normas se aplican a los tributos sin período impositivo –p. ej., el IVA–
que se devenguen después de su entrada en vigor y a los demás tributos cuyo período
impositivo se inicie con posterioridad a la entrada en vigor.

Retroactividad

El artículo 9.3 de la CE circunscribe la irretroactividad exclusivamente a “las disposiciones


sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos individuales”

Nada impide, en principio, que una norma tributaria pueda aplicarse con carácter retroactivo,
siempre que la propia ley así lo establezca (art. 10.2 LGT).

“Salvo que se disponga lo contrario, las normas tributarias no tendrán efecto retroactivo
y se aplicarán a los tributos sin período impositivo devengados a partir de su entrada en
vigor y a los demás tributos cuyo período impositivo se inicie desde ese momento”

Cabe recordar que, en todo caso, la irretroactividad de las normas tributarias debe respetar los
principios de capacidad económica, de seguridad jurídica y de interdicción de la
arbitrariedad.

Respecto al principio de capacidad económica, es evidente que la aplicación retroactiva de un


tributo puede afectar a quien habiendo tenido capacidad económica en el pasado ha dejado de
tenerla en el momento en que se le aplica retroactivamente una norma tributaria. El TS declara
que «... tal vulneración puede producirse si la ley establece como presupuesto un hecho o una

1 Hablamos solo de normas tributarias, las normas presupuestarias Venen otra lógica que se explicara
más adelante.

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situación pasada que no persiste en el momento de su entrada en vigor, o modifica,


extendiendo sus efectos hacia el pasado, los elementos esenciales del tributo existente en
dicho momento, pues se quebraría la relación constitucionalmente exigida entre imposición y
capacidad contributiva».

Respecto a la posible conculcación del principio de seguridad jurídica por una norma tributaria
retroactiva, es evidente que tal norma no es escrupulosa con las exigencias de este principio,
en cuanto no pudo conocerse en el momento que aconteció la situación a que va a aplicarse,
aunque el TC matiza esta observación señalando que «el grado de retroactividad de la norma
cuestionada, así como las circunstancias específicas que concurran en cada caso, se
convierten en elemento clave en el enjuiciamiento de su presunta inconstitucionalidad.” Los
grados de retroactividad que existen son:

 Retroactividad propia: disposiciones legales que con posterioridad pretendan anudar


efectos a situaciones de hecho consolidadas producidas o desarrolladas con
anterioridad a la propia ley. En este caso, la prohibición de retroactividad operaría
plenamente y sólo exigencias cualificadas del bien común podrían imponerse
excepcionalmente a tal principio.
 Retroactividad impropia: disposiciones legales que pretenden incidir sobre
situaciones o relaciones jurídicas actuales aún no concluidas. En este caso, la licitud
o ilicitud de la disposición resultaría de una ponderación de bienes llevada a cabo
caso por caso teniendo en cuenta, de una parte, la seguridad jurídica y, de otra, los
diversos imperativos que pueden conducir a una modificación del ordenamiento
jurídico-tributario y de las circunstancias concretas que concurren en cada caso

Conviene referirse a determinados supuestos en los que se admite la constitucionalidad de la


aplicación retroactiva de las normas tributarias.

Sucederá, en primer lugar, cuando la norma retroactiva sea más favorable al contribuyente,
como en el caso de una norma que contemplara con efectos retroactivos la minoración del tipo
de gravamen de un impuesto o el establecimiento de una exención.

En segundo lugar, tampoco se plantearán problemas de inconstitucionalidad cuando el


contribuyente tenga conocimiento de que la norma va a promulgarse.

En tercer lugar, no tendrá problemas de inconstitucionalidad la norma retroactiva destinada


exclusivamente a cubrir determinadas lagunas o aclarar algunos contenidos de otra norma
tributaria preexistente, ya que la norma tributaria carece de alcance innovador del
ordenamiento jurídico.

En cuarto lugar, resulta indudable la constitucionalidad de las normas tributarias cuando su


retroactividad sea necesaria para que actúe su finalidad última, como puede ser el caso de la
ley que prevea la regularización voluntaria de incumplimientos tributarios del pasado, a efectos

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del perdón de las sanciones de quienes se acojan a ellas, ya que los incumplimientos se
produjeron antes de aprobarse la ley que contempla esa regularización.

Y, por último, será admisible en algún caso la constitucionalidad de las normas tributarias
dictadas después de iniciado, pero dentro del período impositivo, en los denominados
impuestos periódicos, como cuando se aprueba una nueva escala de gravamen en el IRPF
después de iniciado el año natural, supuesto calificado por el Tribunal Constitucional, como de
retroactividad impropia, supeditando sin embargo su constitucionalidad a la previsibilidad de la
medida, a las razones que la fundamentan y a su alcance.

Por otra parte, debe recordarse que las leyes reguladoras de las infracciones y sanciones
tributarias:

 Serán irretroactivas, por mor del artículo 9.3 de la CE, si son perjudiciales (sanciones
y recargos)
 Serán retroactivas cuando resulten más favorables para los interesados. A este
respecto, el segundo párrafo del artículo 10.2 de la LGT señala que «... las normas que
regulen el régimen de las infracciones y sanciones tributarias y el de los recargos
tendrán efectos retroactivos respecto de los actos que no sean firmes cuando su
aplicación resulte más favorable para el interesado». El precepto deja claro que el
alcance de la retroactividad favorable a los interesados se restringe exclusivamente a
los actos de la Administración que no sean firmes, esto es, que aún sean recurribles o
impugnables en vía ordinaria o especial.

Ultraactividad

Cuestión opuesta a la retroactividad es la ultraactividad de las leyes tributarias. Se produce


cuando una Ley, expresa o tácitamente derogada, continúa aplicándose a situaciones de
hecho nacidas con anterioridad a su derogación. Esto ocurre normalmente en aquellos casos
en que se había otorgado una medida más favorable, la cual ya no está en vigor. Tiene una
efectividad más allá de su vigencia. Por ejemplo, las deducciones por adquisición de vivienda
habitual. Si adquiriste la vivienda hace un tiempo tenías una mejor condición para el gasto que
habías efectuado, en este caso te mantienen aquella mejor condición, a pesar de que en el
futura las deducciones son muy escasas.

Las LEYES ANUALES DE PRESUPUESTOS, entran en vigor normalmente el día 1 de enero


de cada año (artículo 134.2 de la Constitución en relación con el 34.1 de la LGP).

Y en cuanto a sus efectos retroactivos, no plantean problemas de inconstitucionalidad en los


casos en que se produjeran por haberse aprobado las Leyes de Presupuestos con
posterioridad al 1 de enero del año en curso, ya que, debe tenerse en cuenta el carácter

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necesario de su regulación (artículo 134.4 de la CE), lo que hace que deba esperarse la misma,
cumpliendo así las exigencias del principio de seguridad jurídica

Respecto del cese de la vigencia, las Leyes de Presupuestos son por lo general anuales
(artículos 134.2 de la CE y 34.1 de la LGP), y tienen previsto el fin de su vigencia el 31 de
diciembre de cada año, salvo que no se haya aprobado la del año siguiente, en cuyo caso se
aplica la prórroga prevista en el artículo 134.4 de la Constitución.

1.3 En el espacio

Para que las normas jurídicas sean aplicables a las situaciones de la vida real es preciso que
estén vigentes en el lugar donde hayan acontecido tales situaciones.

No obstante, la cuestión tiene mayor complejidad y se deben abordar básicamente estas dos
cuestiones:

 la delimitación del territorio o ámbito territorial de aplicación de esas normas


 la relación o vinculación que con dicho territorio tienen las situaciones gravadas por los
tributos o, en su caso, las de gasto público, contempladas en las referidas normas.

El artículo 11 de la LGT, a diferencia de lo que hacía el artículo 21 de la anterior LGT de 1963,


no dice nada respecto del ámbito territorial o territorio de aplicación de las leyes tributarias , que
lo será normalmente el del Estado, o de la respectiva Comunidad Autónoma o Entidad local,
en función de que se trate de un tributo estatal, de una Comunidad Autónoma o de un ente
local. Es frecuente que el ámbito territorial de aplicación del impuesto se delimite en la norma
reguladora de cada tributo y en el caso de los tributos estatales ese ámbito no siempre
coincidirá con el territorio nacional. Es frecuente también incluir en las leyes tributarias
especiales la cautela de que el ámbito de aplicación. Asimismo, a veces el impuesto puede
tener efectos extraterritoriales, es decir, más allá del ámbito espacial delimitado en su
normativa.

La segunda cuestión que se plantea es la relativa a la determinación de las situaciones o los


hechos que quedan sometidos a la norma tributaria cuando en los mismos está presente un
elemento “transfronterizo”, tanto entre diferentes Estados, como entre el Estado y una CCAA.
Se solapan en este caso soberanías fiscales distintas, y se plantea, pues, la necesidad de
determinar quién tienen derecho a gravar una determinada manifestación de capacidad
económica. Es lo que se resuelve a través de los llamados puntos de conexión. Por puntos de
conexión puede entenderse aquellos criterios utilizados por las normas jurídicas que van a
determinar que ciertas situaciones o hechos quedan sometidos a su mandato.

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El artículo 11 LGT establece dos criterios o puntos de conexión subsidiarios (frente a las
normas reguladoras de cada tributo) entre el territorio de aplicación de las normas tributarias y
la situación o presupuesto de hecho contemplado en las mismas:

1. el de TERRITORIALIDAD, para los tributos reales, que tiene carácter general. Las
normas tributarias se aplican a todas las situaciones que se produzcan o acontezcan
dentro del territorio del ente público de que se trate. Por ejemplo, el impuesto sobre
bienes inmuebles (IBI).
2. el de RESIDENCIA, para los tributos personales. Por lo tanto, cuando se trate de
tributos de naturaleza personal, esto es, aquellos cuyo hecho imponible se refiere a las
personas, como es el caso del IRPF, la sujeción al respectivo impuesto afectará a los
residentes en el territorio español, incluso si la situación no acontece en el territorio
español.

En cuanto a las normas reguladoras del gasto público, las Leyes de Presupuestos se aplicarán
en el ámbito territorial del ente público al que correspondan

1.3.1 Doble imposición

Existe doble imposición internacional y doble imposición interna.

La doble imposición se trata de un gravamen plural de un mismo obligado, objecto y tiempo.


Es decir, una misma capacidad económica está gravada más de una vez. La doble imposición
no es ilegal pero afecta obviamente al principio de capacidad económica.

Respecto a la doble imposición internacional, en el ámbito de la UE, afecta también al


principio de la libre circulación, ya que nadie querrá ir a un territorio donde se le va a volver
a gravar por lo mismo. Por ejemplo, un sujeto vive en el sur de Francia pero cada día va a
trabajar a España. El IRPF lo pagaría en Francia (por el criterio de residencia), pero también
pagaría el Impuesto sobre la Renta de no residente en España. Por lo que la renta que obtiene
en España va a tributar en España de acuerdo con la ley española pero también va a tributar
en Francia ya que es donde tributan todas sus rentas. Por lo que en la renta que obtiene en
España hay una doble imposición internacional.

Para solucionar o paliar este problema se pueden aplicar distintas medidas:

 Unilaterales: en la propia ley del estado


 Bilaterales: tratados internacionales
 Multilaterales: tratados internacionales

A nivel interno, la doble imposición no está prohibida a nivel español. Pero, su existencia
tampoco es justa en todos los casos. Un ejemplo de doble imposición interna es la del pago de
la gasolina, sobre la que gravan dos impuestos: impuesto de hidrocarburos y IVA.

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No obstante, sí que está prohibida la doble imposición entre los tributos del estado y los
autonómicos. Según el art. 6.2 LOFCA: “Los tributos que establezcan las Comunidades
Autónomas no podrán recaer sobre hechos imponibles gravados por el Estado”. Si el Estado
establece tributos sobre hechos imponibles ya gravados por las Comunidades Autónomas,
estos últimos serán suprimidos y el Estado deberá compensar a las CCAA.

Así como también está prohibida la doble imposición entre los tributos autonómicos y los
locales. Según el art. 6.3 LOFCA: “Los tributos que establezcan las Comunidades Autónomas
no podrán recaer sobre hechos imponibles gravados por los tributos locales”

Por lo tanto, PUEDE existir doble imposición entre tributos del Estado, entre tributos
autonómicos, entre tributos del Estado, y entre tributos del Estado y los entes locales.

2. PROCESO DE APLICACIÓN

2.1 Interpretación

La aplicación de las normas del Derecho Financiero a las situaciones de la vida real exige la
identidad entre lo acontecido y lo previsto en la norma que se pretende aplicar. Pues bien, para
conocer esa identidad es preciso interpretar el contenido de las normas.

La interpretación de las normas del Derecho Financiero, al ser una norma ordinaria, ha de
abordarse con iguales criterios que las demás disciplinas jurídicas, es decir, los del art. 3 CC.
Según el art. 12.1 LGT: “las normas tributarias se interpretarán con arreglo a lo dispuesto en el
apartado 1 del artículo 3 del Código Civil”. Igualmente se manifiesta la validez para el derecho
de los gastos públicos de los métodos de interpretación admitidos, con carácter general en
Derecho, en lo dispuesto en el artículo 4.3 de la LGP: “Tendrán carácter supletorio las demás
normas del derecho administrativo y las normas del derecho común”.

De manera que serán válidos los criterios jurídicos generales de interpretación:

 gramatical (según el significado de las palabras recogidas en las normas)


 lógico (de acuerdo con el significado que nos proporcionan los criterios de la razón
humana)
 sistemático (en relación con todo el contenido de la norma)
 histórico (de acuerdo con los antecedentes históricos de la regulación)
 histórico-social (según la valoración social de la norma en un determinado momento)
 teleológico (atendiendo al espíritu y finalidad de las normas).

Respecto de los términos o palabras utilizados por las normas tributarias, artículo 12.2 LGT
establece: “En tanto no se definan por la normativa tributaria, los términos empleados en sus
normas se entenderán conforme a su sentido jurídico, técnico o usual, según proceda”

Recordemos que el art. 12.3 LGT le da al Ministro de Hacienda y Administraciones Públicas la


potestad para dictar disposiciones interpretativas. No obstante, estas disposiciones son de

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obligado cumplimiento para todos los órganos de la Administración Tributaria, pero no para los
ciudadanos.

La correcta interpretación de las normas tributarias será el paso previo para llevar a cabo lo que
se conoce como la calificación de las situaciones

2.2 Calificación

Tras la interpretación, viene desde el punto de vista lógico la de la calificación o encaje de la


situación concreta en el presupuesto de hecho definido de modo abstracto en la norma.
Según el TS la calificación consiste en caracterizar en términos jurídicos un situación fáctica
para reconducirla a alguna de las categorías tipificadas en las normas tributarias; en otras
palabras, consiste en fijar los hechos realmente acaecidos para compararlos con la hipótesis
abstracta prevista en la norma.

Y para proceder a la calificación, el artículo 13 de la LGT opta, no tanto por su dimensión


económica, sino por su naturaleza jurídica, prescribiendo al respecto que “las obligaciones
tributarias se exigirán con arreglo a la verdadera naturaleza jurídica del hecho, acto o negocio
realizado, cualquiera que sea la forma o denominación que los interesados le hubieran dado, y
prescindiendo de los defectos que pudieran afectar a su validez”.

Por lo tanto, los posibles pactos en la denominación o forma o los defectos negociales no
van a afectar a la calificación.

La Administración dispone de la facultad de rectificar la calificación que hayan aplicado los


interesados, si entiende que ésta se ha basado en una incorrecta aplicación de la norma.

Esto es así ya que la obligación tributaria no puede quedar a la voluntad de las partes. Un
ejemplo de porque esto debe ser así son los préstamos, ya que los préstamos no hay
gravamen pero en las donaciones si (impuesto de donaciones). Por lo que el préstamo tiene
una condición más favorable, si se pudiera elegir que calificación darle todo el mundo calificaría
las donaciones como préstamos. Es por ello, que si se hace un préstamo se deben establecer
cláusulas de devolución.

2.3 Integración

La integración de las normas jurídicas se describe por la doctrina como “el proceso lógico
consistente en determinar cuál hubiera sido la voluntad del legislador si hubiera previsto un
supuesto que no ha tenido en cuenta”.

Se podría decir que la interpretación sirve para conocer lo que el legislador ha dicho, pensado,
y la integración para conocer lo que habría dicho, pensado. Es decir, la integración no
interpreta, sino que actúa cuando no existe una norma (vacío normativo). Es importante tener
en cuenta que la integración no es fuente del derecho.

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Para cubrir este vacío se recurre a la analogía, este es un método consistente en la obtención
de los principios contenidos en la norma que contempla un determinado supuesto, para
aplicarlos a otro no regulado en dicha norma, pero que guarda con aquél una relación de
similitud.

El Código Civil contempla la posibilidad de la integración analógica del derecho positivo en su


artículo 4, en el que se dice: “1. Procederá la aplicación analógica de las normas cuando éstas
no contemplen un supuesto específico, pero regulen otro semejante entre los que se aprecie
identidad de razón. 2. Las leyes penales, las excepcionales y las de ámbito temporal no se
aplicarán a supuestos ni en momentos distintos de los comprendidos expresamente en ellas”

En el ámbito del gasto público, el art. 4.3 de la LGP viene a otorgar plena validez a lo dispuesto
en el Código Civil, al reconocer, a su vez, que “tendrán carácter supletorio las demás normas
del derecho administrativo y, en su defecto, las del derecho común”; y por lo que se refiere a las
normas tributarias, el artículo 14 de la LGT dispone que “no se admitirá la analogía para
extender más allá de sus términos estrictos el ámbito del hecho imponible, de las exenciones
y demás beneficios e incentivos fiscales”

Por lo tanto, se admite la integración analógica del conjunto de las normas del ordenamiento
financiero, con la excepción de las:

 normas temporales
 normas tributarias reguladoras del hecho imponible, y de las exenciones y demás
beneficios fiscales

3. CORRECCIÓN DE LA APLICACIÓN

3.1 La economía de opción

Las economías de opción consisten en la posibilidad que tienen los obligados tributarios de
optar por alguna de las previsiones alternativas que las propias leyes contemplan, por lo que
no se atenta a lo requerido en ellas –lo que sí acontece en el conflicto en la aplicación de la
norma tributaria–, pudiendo a veces ofrecerse expresamente la opción en la propia ley.

El fundamento de este mecanismo es la libertad negocial, reconocida en el art. 1255 CC.

No existe ninguna ocultación de los hechos a efectos tributarios, lo único que hago es
ejercer una opción. Jurídicamente la norma que me aplico no es impropia por el resultado que
se obtiene, es decir, de acuerdo con la calificación y la naturaleza del negocio es totalmente
coherente.

Lo que se busca es un ahorro fiscal. Es una forma de planificación lícita, dicha elección no va
a conllevar ninguna consecuencia extra de carácter compensador o sancionador en perjuicio
de los obligados tributarios. Simplemente se van a desplegar los efectos jurídicos previstos.

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Por ejemplo, no quiero pagar el IRPF y por lo tanto no trabajo. Otro ejemplo, una persona
quiere “cambiar” un terreno por otro. Puede elegir entre hacer una permuta o hacer dos
compraventas, dependiendo que le sea más favorable a nivel fiscal (aunque en este caso, es
igual ya que la permuta se grava dos veces). Otro ejemplo sería el de los pequeños
empresarios que por el volumen de facturación pueden elegir un régimen de estimación
objetiva o de módulos, és un régimen opcional que me va a dar ventajas.

3.2 Conflicto en la aplicación de normas

Es la utilización de formas jurídicas con fines diversos a las previstas para ellas, obteniendo
resultado equivalente.

En el art.15 LGT nos establece los requisitos que se deben dar simultáneamente para que se
de este conflicto:

1. Que se realicen actos o negocios notoriamente artificiosos o impropios.


2. Que se realicen con la única consecuencia de un ahorro fiscal respecto de la
realización de los actos jurídicos usuales o propios.

También se requiere para la declaración del conflicto que se cumplan las siguientes garantías
procedimentales:

 Un procedimiento contradictorio por el cual cuando el órgano actuante estime que


pueden concurrir las circunstancias previstas en el art. 15.1 LGT se lo comunicará al
interesado, y le concederá un plazo de 15 días para presentar alegaciones y aportar o
proponer las pruebas que estime procedentes. Recibidas las alegaciones y
practicadas, en su caso, las pruebas procedentes, el órgano actuante remitirá el
expediente completo a la Comisión consultiva (159.2 LGT).
 La Comisión emitirá un informe el cual vinculará al órgano de inspección sobre la
declaración del conflicto en la aplicación de la norma (159.6 LGT). Es decir, para la
declaración del del conflicto se requiere el informe favorable de la Comisión consultiva.

Respecto de las consecuencias en estos supuestos de «conflicto», son las previstas en el art.
15.3 LGT y consiste en que «se exigirá el tributo aplicando la norma que hubiera
correspondido a los actos o negocios usuales o propios o eliminando las ventajas fiscales
obtenidas, y se liquidarán intereses de demora» .

En cuanto a la aplicación de sanciones, el artículo 206 bis de la LGT prevé esta posibilidad
cuando se produzca alguna de estas situaciones:

1. la falta de ingreso dentro del plazo


2. la indebida obtención de una devolución tributaria
3. la indebida solicitud de una devolución o incentivo fiscal,
4. la improcedente determinación o acreditación en la base o en la cuota de un tributo
respecto de declaraciones futuras propias o de terceros.

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Si bien, para que se produzca una infracción de esta naturaleza será necesario que haya una
igualdad sustancial de la situación producida con otros supuestos en los que la
Administración hubiera considerado y
publicado previamente como de «conflicto».
Así pues, a la incertidumbre de lo que sean
actos notoriamente artificiosos o impropios,
hay que añadir la de la igualdad sustancial
con los precedentes anteriores que la
Administración ha calificado de conflicto en
la aplicación de la norma tributaria.2

Es un fenómeno muy próximo al fraude de


ley, descrito en el art 7.2 CC. En el caso del conflicto no es necesario un dolo o una falta de
buena fe.

A veces, es difícil establecer los límites entre una calificación y una declaración de conflicto.

Un ejemplo de conflicto de la aplicación de la norma puede ser que un empresario que tributa
en estimación objetiva (módulos) constituya una sociedad para poder desviar parte de los
ingresos que obtiene para no superar los límites de exclusión en este régimen. Como se ve en
este caso no hay engaño ni ocultación, se utiliza una figura lícita como es una sociedad, pero la
única intención es una menor tributación.

3.3 Simulación

Son aquellos negocios en los que se oculta bajo la apariencia de un negocio normal, otro
propósito negocial. Es decir, existe simulación negocial cuando las partes se ponen de acuerdo
para hacer aparecer ante terceros unas relaciones que no se corresponden con la realidad.
Bien porque las relaciones o desplazamientos patrimoniales aparentemente pactados no
existen en absoluto (simulación absoluta), bien porque la relación realmente acordada es
diversa de la que se describe en el contrato (simulación relativa). En todo caso, es esencial al
concepto de simulación la mentira, el engaño, la ocultación de la realidad

Ejemplo (relativamente frecuente) de simulación absoluta en el ámbito tributario sería el de las


facturas falsas que documentan una entrega de bien o prestación de servicios que no tienen
lugar en la realidad. Como ejemplo (también frecuente) de simulación relativa tendríamos el de
la compraventa que encubre o disimula una donación, pues las partes están de acuerdo en que
no se pague el precio.

La declaración de simulación se producirá en el acto de liquidación (art. 16.2 LGT). Es decir,


no se requiere un acto separado para la declaración de simulación, ni requisitos
procedimentales específicos, como sucede, en cambio, en el caso de la declaración de fraude
de ley o conflicto en la aplicación de la norma. En rigor, la apreciación de la existencia de

2 Según el profesor, esta remisión es intolerable por quebrantar el principio de Vpicidad

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simulación se pondrá de manifiesto sencillamente en la fijación de los hechos sobre los cuales
se practicará la liquidación. No hay un procedimiento contradictorio.

Los efectos de la declaración de simulación son los siguientes:

1. El efecto principal, según la LGT será que «el hecho imponible gravado será el
efectivamente realizado por las partes» (art. 16.1). Es decir, el efecto de la
apreciación de simulación será que la deuda se liquidará en función de los hechos
realmente producidos, tal como quedan establecidos luego de la prueba de la
simulación.
2. En segundo lugar, dice la Ley que se exigirán intereses de demora (art. 16.3). En
realidad, los intereses de demora no son una consecuencia de la declaración de
simulación sino del retraso en el pago y serán exigibles tanto si ha existido simulación
como si no
3. Además de ello, la declaración de simulación acarreará normalmente la imposición de
sanciones, como también advierte el mismo apartado 3 del artículo 16. Estas
sanciones serán impuestas en un procedimiento diferente o en el propio procedimiento
de liquidación, según veremos en su momento. Y en esa imposición de sanciones, el
propio hecho de la ocultación, inseparable del concepto de simulación, podrá ser tenido
en cuenta a la hora de graduar la multa.

Un claro ejemplo de simulación en términos absolutos es la emisión de una factura falsa,


porque no existe relación entre el emisor de esta y el receptor y no hay servicio o compra que
sustente ese documento. Otro ejemplo de esta práctica es el cambio de domicilio a efectos
tributarios a un paraíso fiscal cuando, en realidad, la permanencia la mayor parte del año es en
España.

Por el otro lado, un ejemplo de simulación en términos relativos es la constitución de una


sociedad sin ninguna estructura, sin sustrato real y otros servicios y elementos diferenciadores,
por parte de un profesional, en la que la sociedad facturaría los servicios prestados por el
profesional con la única intención de tributar a tipos inferiores.

3.4 Diferencia entre las figuras

La simulación implica falsedad, engaño u ocultación. Incumple las obligaciones fiscales y de


ella se derivan actuaciones ilícitas. En el conflicto en la aplicación de la norma no se considera
que exista engaño, no hay ningún elemento que se pueda calificar de falso. Son negocios
anómalos que se analizan y se ejecutan con la finalidad de eludir la aplicación de una norma
fiscal más gravosa. En el conflicto en la aplicación de la norma (a diferencia de en la
simulación), el negocio realizado es real; no se trata de ocultar un acto bajo la apariencia de
otro, sino buscar amparo para un acto en una norma que no es la que propiamente
corresponde.

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3.5 Terminología

Evasión

Tiene que ver con la ocultación de hechos.


Por lo tanto, tiene relación con el fraude
tributario, con la simulación y con la
defraudación. Son conceptos que siendo
distintos tienen en común la ocultación de
hechos (y por lo tanto sanción). Es siempre
ilegal.

Elusión

Se trata de esquivar o evitar la aplicación


de una norma, puede tener una vertiente
-lícita (economía de opción) y una vertiente
ilícita (fraude de ley).

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TEMA 4. PODER TRIBUTARIO

1. EL PODER FINANCIERO: CONCEPTO Y NATURALEZA

El poder financiero es una manifestación del poder político en el ámbito concreto de la actividad
financiera, pudiendo describirse como la capacidad de ordenar dicha actividad financiera.
Las manifestaciones más relevantes del poder financiero son:

 Competencias normativas: la capacidad de dictar las normas jurídicas que ordenan la


actividad financiera
 Competencias de gestión y recaudación

Por lo que respecta a la estructura del poder financiero, dependerá en gran medida de cómo
esté organizado o "estructurado" políticamente cada Estado. España es un Estado unitario
descentralizado, en el que se reconocen diversos entes públicos de base territorial con
autonomía política y a los que la Constitución ha atribuido el ejercicio de determinadas
competencias. Según el art. 137 CE “ El Estado se organiza territorialmente en municipios, en
provincias y en las Comunidades Autónomas que se constituyan. Todas estas entidades gozan
de autonomía para la gestión de sus respectivos intereses.”

Así, la CE no atribuye este poder financiero exclusivamente a una sola de las entidades
políticas de nuestro país, sino que lo distribuye entre los distintos ámbitos territoriales en
que se organiza política y administrativamente el Estado español. Así pues, la Constitución
atribuye poder financiero tanto al Estado como a las Comunidades Autónomas y a las
Corporaciones Locales.

Además, el artículo 93 de
nuestro texto constitucional
autoriza al Estado español la
cesión de competencias a las

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organismos internacionales, y ello fundamenta el que también la UE ejerza su poder


financiero en el territorio español

En la doctrina tradicional se venía distinguiendo entre el poder originario, correspondiente al


Estado como titular de la soberanía financiera, y el poder tributario derivado, correspondiente a
los entes públicos de nivel inferior al Estado (singularmente a las Corporaciones Locales), que
disfrutaban de dicho poder sólo en la medida en que le venía atribuido por el propio Estado.

Esta concepción no es válida actualmente. Todos los poderes son originarios de la CE y las
diferencias en el poder financiero de los entes citados no se encuentra en el origen de dicho
poder, que en todo caso procede de la Constitución, sino en los límites establecidos para cada
uno de los diferentes supuestos. Es decir, en la diversa extensión de dichos poderes:

 Estado limitado por la CE


 CCAA y Corporaciones por la CE y leyes

2. LA DISTRIBUCIÓN DEL PODER FINANCIERO. LOS ENTES CON COMPETENCIAS


FINANCIERAS

2.1 El poder financiero del Estado

El Estado tiene atribuida, en el artículo 149.1.14.ª de la Constitución, la competencia exclusiva


en materia de « Hacienda general y Deuda del Estado »

Por lo que se refiere al poder del Estado en el ámbito de los ingresos tributarios, el artículo
133.1 CE reconoce que “la potestad originaria para establecer los tributos corresponde
exclusivamente al Estado mediante ley”.

Es importante fijarnos en el poder financiero del Estado en relación con otros entes.

En relación a las CCAA,

 El Estado tiene atribuida, en el artículo 149.1.14.ª de la Constitución, la competencia


exclusiva en materia de « Hacienda general y Deuda del Estado »
 Mediante ley orgánica podrá regularse el ejercicio de las competencias financieras de
las CCAA, las normas para resolver los conflictos que pudieran surgir y las posibles
formas de colaboración financiera entre las Comunidades Autónomas y el Estado. (art.
157.3 CE)
 LOFCA 8/1980, modificada 1996, 2001, 2009, 2015. Establece las bases
mínimas comunas en materia de recursos relativas a las CCAA.
 Leyes de armonización en los casos previstos.

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En relación a los entes locales, en primer lugar, debemos tener en cuenta el principio de
autonomía local reconocido en el art. 140 CE, es decir, tienen autonomia financiera. Esta es
una autonomia limitada ya que los entes locales no tiene facultad legislativa, y por lo tanto
debido al principio de legalidad, no pueden crear tributos. No obstante, el art. 142 establece el
principio de suficiencia financiera: “las Haciendas locales deberán disponer de los medios
suficientes para el desempeño de las funciones que la ley atribuye a las Corporaciones
respectivas y se nutrirán fundamentalmente de tributos propios y de la participación en los del
Estado y de las Comunidades Autónomas” Así que aunque las entidades locales no puedan
crear tributos se le aseguran unos recursos suficientes, por lo que una ley estatal les va
conseguir esos recursos. La Ley Reguladora de las Haciendas Locales, es la norma marco a
través de la cual el Estado ha desarrollado el poder financiero de las Corporaciones Locales,
tanto en el ámbito de sus gastos como en el de sus ingresos.

En materia de gasto público resulta significativo el artículo 134 CE que configura las Leyes de
Presupuestos Generales del Estado, en cuyo apartado 2 se establece que dichos presupuestos
«incluirán la totalidad de los gastos (...) del sector público estatal» . Se reconoce así,
implícitamente, el pleno poder o
capacidad del Estado respecto de la
ordenación jurídica de todos sus gastos:

 con el límite de sus


competencias materiales
(provocaría injerencias)
 con sujeción a la Ley Orgánica
de Estabilidad Presupuestaria
y Sostenibilidad Financiera. El
principio de estabilidad presupuestario supone un límite cuantitativo, el presupuesto
debe estar en situación de equilibrio (los gastos y los ingresos deben estar
equilibrados, no puedes gastar más de los ingresos que tienes) o de superávit
estructural (hay más ingresos que gastos)

2.2 El poder financiero de las Comunidades Autónomas

En el análisis del poder financiero de las Comunidades Autónomas se hace conveniente


distinguir

1. Las CCAA de régimen general


2. Las CCAA de régimen especial , diferenciando a su vez entre:
a. el régimen de los territorios forales del País Vasco y de Navarra
b. el régimen del Archipiélago Canario y de las Ciudades Autónomas de Ceuta y
Melilla

2.2.1 Régimen general

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El régimen general viene contemplado en la Constitución y la LOFCA.

El fundamento del poder financiero de las CCAA está en el reconocimiento de la «autonomía


para la gestión de sus respectivos intereses» , a que se refiere el artículo 137 de la CE.

Por otro lado, el artículo 156.1 de la CE, dispone que «las Comunidades Autónomas gozarán
de autonomía financiera para el desarrollo y ejecución de sus competencias con arreglo a los
principios de coordinación con la Hacienda estatal y de solidaridad entre todos los
españoles» .

La Ley Orgánica 8/1980, de 22 de septiembre, de Financiación de las Comunidades


Autónomas (LOFCA) se encarga de concretar el sistema de distribución de competencias
financieras y tributarias entre el Estado y las CCAA. Establece el mínimo común
denominador que han de respetar todas las CCAA. Establece una serie de límites:

1. Principio de territorialidad. El art. 157.2 de la CE dispone que las CCAA “no podrán
en ningún caso adoptar medidas tributarias sobre bienes situados fuera de su
territorio o que supongan obstáculo para la libre circulación de mercancías o
servicios”. Por otro lado, la LOFCA nos dice que el sistema de ingresos de las CCAA
no puede implicar privilegios económicos o sociales ni suponer la existencia de
barreras fiscales en el territorio español.
2. Prohibición de la doble imposición. Según el art. 6 LOFCA, los tributos que
establezcan las Comunidades Autónomas no podrán recaer sobre hechos imponibles
gravados por
a. el Estado. Además, si el Estado grava un hecho imponible ya gravado por una
CCAA, prevalece el del Estado
b. los tributos locales, los cuales son regulados por leyes estatales.
El Estado tiene el poder para fijar el límite superior y el límite inferior, esto nos muestra
la preferencia de gravamen del Estado. Se evita, así, la duplicidad de hecho imponible.

En materia de ingresos públicos, según el art. 133.2 CE “Las Comunidades Autónomas y las
Corporaciones locales podrán establecer y exigir tributos, de acuerdo con la Constitución y las
leyes”

El poder financiero de las CCAA está fundamentalmente regulado en el artículo 157 de la CE.
Este precepto constitucional enumera los recursos de los que pueden disponer las CCAA y
establece limitaciones para la regulación de los mismos.

El apartado 1 del artículo 157 de la CE nos indica los recursos de las Comunidades Autónomas

1. Propios. Cada Comunidad Autónoma puede crear sus propios tributos, incluido
impuestos, que no pueden superponerse sobre los del sistema tributario estatal.
2. Transferencias del Estado

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a. Condicionados a objetivos específicos, están destinados a finalidades


específicas. Pretenden plasmar esa idea de solidaridad.
i. Fondos de Compensación (art. 158.2 CE)
ii. Asignación de nivelación (art. 158.1 CE)
b. No condicionados: va en función de los servicios que han sido objeto de
transferencia
i. Tributos cedidos (art. 10 y 11 LOFCA). En algunos casos esta cesión
se limita a una parte de la recaudación obtenida en ese territorio por
un impuesto concreto (fundamentalmente en los impuestos indirectos
armonizados a nivel europeo), mientras que en otras va más allá y les
cede, además, cierta capacidad normativa, para que las
Comunidades Autónomas que lo deseen puedan, si así lo requieren,
ajustar la recaudación a sus necesidades de gasto específicas. Que
las CCAA busquen sus recursos en los impuestos del Estado. Son
tributos cedidos los establecidos y regulados por el Estado, cuyo
producto corresponda a la Comunidad Autónoma. La cesión, por lo
tanto, incluye, en muchas ocasiones, reconocimiento de capacidad
normativa, singularmente en lo relativo a los elementos cuantitativos:
tipos impositivos, deducciones.

En materia de gastos públicos, como se desprende del artículo 156.1 de la CE, todas las CCAA
ostentarán el poder financiero que precise «el desarrollo y ejecución de sus competencias».
El límite aparece en el principio de estabilidad presupuestaria (Ley Orgánica 2/2012, de 27
de abril, de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera) que tiene unas medidas
preventivas, correctivas y coercitivas. Se establecen:

 Mecanismos de información
 Necesidad de la autorización del estado para emitir Deuda Pública.

2.2.2 Régimen especial

Las CCAA del País Vasco y de Navarra , en las que se integran los territorios forales de Álava,
Guipúzcoa, Vizcaya y Navarra, tienen un régimen especial en este ámbito del poder financiero,
cuyo fundamento constitucional se encuentra en la disposición adicional primera de la CE.
Los límites de este poder son solo la CE y la ley del régimen propio. No obstante, debe existir
una presión fiscal equivalente. Debemos tener en cuenta, que no tienen LOFCA, por lo que
no tienen el límite de la doble imposición. Por lo tanto, por ejemplo, van a poder establecer un
IRPF.

País Vasco. Son las Diputaciones Forales vascas las que regulan y gestionan las figuras
tributarias más significativas, de acuerdo con unos principios y reglas de armonización
pactadas con el Estado en las leyes que aprueban el Concierto Económico con el País Vasco

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(Ley 12/2002, de 23 de mayo), que recoge los aspectos fundamentales de las relaciones
jurídico-financieras entre el Estado y la CCAA.

 Dos tipos de tributos


 Concertados: de la CA. Percibe parte de la recaudación obtenida por los
tributos forales mediante transferencias procedentes de las Diputaciones de
Álava, Vizcaya y Guipúzcoa
 Estatales IVA y IE
 Parte de lo recaudado por la aplicación de los tributos forales, lo que se denomina
«cupo» , se entrega al Estado para compensar sus gastos en este territorios.

Navarra. Es la Comunidad Autónoma de Navarra la que regula y gestiona las figuras tributarias
más significativas, de acuerdo con unos principios y reglas de armonización pactadas con el
Estado en las leyes que aprueban el Convenio Económico con Navarra (Ley 28/1990, de 26
de diciembre), que recoge los aspectos fundamentales de las relaciones jurídico-financieras
entre el Estado y la CCAA.

 Dos tipos de tributos


 Concertados: de la CA. Navarra percibe directamente el producto de los
tributos forales, pues al ser uniprovincial se produce una identidad entre la
provincia y la propia CA.
 Estatales
 Parte de lo recaudado por la aplicación de los tributos forales, lo que se denomina
«cupo» , se entrega al Estado para compensar sus gastos en este territorios.

Por lo tanto, vemos que el Estatuto de Autonomía del País Vasco y la Ley de Reintegración y
Amejoramiento del Fuero Navarro no contemplan entre sus recursos todos los previstos en el
artículo 157.1 de la CE, y concretamente no perciben impuestos estatales cedidos ni pueden
establecer recargos sobre dichos impuestos estatales.

En consecuencia, las CCAA vasca y navarra perciben ingresos distintos de los contemplados
en el artículo 157.1 de la CE.

2.3 El poder financiero de los Entes Locales

La atribución de poder financiero a las Corporaciones Locales tiene también su fundamento en


la CE, cuyo artículo 137 reconoce a las citadas Corporaciones «autonomía para la gestión de
sus respectivos intereses», declaración que se reitera específicamente para los municipios en
el artículo 140 y para las provincias en el 141.2.

El reconocimiento de su autonomía exige atribuir a estos entes territoriales poder financiero,


esto es, poder en la regulación de sus ingresos y gastos públicos, con el cual dar cumplimiento
al principio de suficiencia financiera que reconoce el artículo 142 del texto constitucional,
para el que «las Haciendas locales deberán disponer de los medios suficientes para el

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desempeño de las funciones que la ley atribuye a las Corporaciones respectivas y se nutrirán
fundamentalmente de tributos propios y de la participación en los del Estado y de las
Comunidades Autónomas». No se debe dar necesariamente por medios propios.

En la vertiente de los INGRESOS PÚBLICOS , en particular de los de naturaleza tributaria,


debe tenerse en cuenta lo dispuesto en el artículo 133.2 de la CE, según el cual, «las
Corporaciones locales podrán establecer y exigir tributos, de acuerdo con la Constitución y
las leyes» .

Hay que advertir que existe una fundamental diferencia entre las CCAA y las Corporaciones
Locales, ya que mientras aquéllas tienen poder legislativo, las Corporaciones Locales carecen
de él. Consiguientemente, por mor del principio de reserva de ley que rige en materia tributaria,
las Corporaciones Locales sólo pueden establecer tributos o decidir sobre la regulación parcial
de algunos de sus elementos esenciales si cuentan para ello con la habilitación explícita de
una ley. Por lo tanto, sólo pueden establecer tributos en el sentido de acordar la «puesta en
vigor» en su territorio y, en su caso, completar lo establecido en la ley en la regulación de
alguno de sus elementos esenciales cuando la propia ley así lo prevea, de manera que el poder
tributario local es un poder tributario compartido, puesto que a ello obliga la reserva de ley en
materia tributaria.

El Real Decreto Legislativo 2/2004, de 5 de marzo, por el que se aprueba el texto refundido de
la Ley Reguladora de las Haciendas Locales (LHL), es la norma marco a través de la cual el
Estado ha desarrollado el poder financiero de las Corporaciones Locales, tanto en el ámbito de
sus gastos como en el de sus ingresos, sin perjuicio de los regímenes financieros forales del
País Vasco y Navarra. En particular, en lo que afecta a los ingresos públicos, su artículo 2.1,
enumera los recursos de las Haciendas Locales:

1. los ingresos patrimoniales y demás de derecho privado


2. los tributos propios
3. las participaciones en tributos del Estado y de las CCAA
4. las subvenciones
5. los precios públicos
6. el producto de las operaciones de crédito
7. el producto de las multas y sanciones
8. las demás prestaciones de derecho público.

Los tributos propios son:

a) Las tasas
b) Las contribuciones especiales
c) Los impuestos. El artículo 59 LHL nos hace una enumeración de impuestos:
“1. Los ayuntamientos exigirán, de acuerdo con esta ley y las disposiciones que la
desarrollan, los siguientes impuestos:

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a) Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI)


b) Impuesto sobre Actividades Económicas (IAE)
c) Impuesto sobre Vehículos de Tracción Mecánica (IVTM)
2. Asimismo, los ayuntamientos podrán establecer y exigir el Impuesto sobre
Construcciones, Instalaciones y Obras (ICIO) y el Impuesto sobre el Incremento de
Valor de los Terrenos de Naturaleza Urbana (IIVTNU), de acuerdo con esta ley, las
disposiciones que la desarrollen y las respectivas ordenanzas fiscales.”

En la vertiente de los GASTOS PÚBLICOS, la Ley Reguladora de las Haciendas Locales


establece como los Ayuntamientos deben aprobar su Presupuesto.

La autonomía de las Corporaciones Locales está sujeta a lo prescrito en la Ley de Estabilidad


Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera, exigible a todas las Administraciones públicas.
El papel de la Ley de estabilidad presupuestaria es muy importante, en este caso, ya que
establece un límite muy importante: el techo de gasto.

Art 26.3 LHL: “La persistencia en el incumplimiento de alguna de las obligaciones a que
se refiere el apartado anterior, cuando suponga un incumplimiento del objetivo de
estabilidad presupuestaria, del objetivo de deuda pública o de la regla de gasto, podrá
considerarse como gestión gravemente dañosa para los intereses generales, y podrá
procederse a la disolución de los órganos de la Corporación Local incumplidora, de
conformidad con lo previsto en el artículo 61 de la Ley 7/1985, de 2 de abril,
Reguladora de las Bases de Régimen Local”.

2.4 El poder financiero de la UE

El artículo 93 de nuestro texto constitucional autoriza al Estado español la cesión de


competencias a las organismos internacionales, y ello fundamenta el que también la UE
ejerza su poder financiero en el territorio español.

Respecto a los INGRESOS PÚBLICOS, la UE obtiene sus recursos de:

1. Impuestos aduaneros: se imponen a estados no miembros (ya que dentro de la UE


existe la libre circulación)
2. Fracción IVA: es un impuesto inminentemente comunitario, por la lógica propia de la
UE. Se creó para tener un espacio de libre circulación, para posibilitarla lo primero
que se determino es la inexistencia de barreras fiscales, pero también se quería tener
un mínimo común en la tributación que graven la circulación de bienes y servicios (son,
sobre todo, los que gravan el consumo). Por lo tanto, el IVA es una herramienta para
garantizar esta libre circulación, resulta un impuesto armonizado. La UE establece a
través de directivas aquellos elementos básicos y comunes sobre los cuales se ha de
regular esta tributación. Posibilita que exista un marco común entre los estados que
permiten esta libre circulación. Un porcentaje de lo que se recauda en el IVA va a las
arcas comunitarias

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3. Contribuciones Estados, en función a determinados índices económicos.


4. Multas

Los tributos propios de la UE que obtienen de países no miembros son: el arancel aduanero y
las exacciones agrícolas.

La cesión de competencias a la UE ha supuesto límites al Estado.

Por un lado, hay una vertiente negativa, por la cual el Estado no puede:

 Establecer tributos que discrimine a otro estado de la UE


 Establecer criterios proteccionistas respecto a los productos propios
 Primas fiscales (devoluciones)

También tenemos una vertiente positiva, por la cual tenemos que aproximar nuestros
normativas en determinados impuestos, concretamente, el IVA. Es decir, debemos realizar una
actividad armonizadora. Tenemos la obligación de asumir las directivas que se promulguen en
esta materia.

Respecto al GASTO PÚBLICO, la UE también tiene poder. La UE tiene una voz específica a la
hora de determinar los criterios de estabilidad presupuestaria, lo cual permite que la
inflación no se traslade a otros estados.

 No podemos emitir dinero, tenemos una moneda común


 No podemos asumir más gasto del que resulta equitativo en relación a nuestros
ingresos. Equidad o equilibro que lo determina la estabilidad presupuestaria, y se
concreta con indicies económicos del producto interior bruto.

Cuando vamos a hacer los Presupuestos anuales del


Estado, informamos a la UE del cumplimiento de los
objetivos de estabilidad presupuestaria que nos ha
fijado, que van ligados con los objetivos de deuda
pública. La UE nos podría negar las autorizaciones en
relación a dichos criterios. Existen mecanismos de
sanción.

Esto es así ya que nuestro gasto afecta al resto de países que tienen nuestra misma moneda.

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TEMA 5. PRINCIPIOS FINANCIEROS

1. LOS PRINCIPIOS CONSTITUCIONAL-FINANCIEROS

Los principios vienen condensados en el art. 31 CE

“1. Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad
económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y
progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio.

2. El gasto público realizará una asignación equitativa de los recursos públicos, y su


programación y ejecución responderán a los criterios de eficiencia y economía.

3. Sólo podrán establecerse prestaciones personales o patrimoniales de carácter público con


arreglo a la ley.”

Se clasifican de la siguiente manera:

Respecto los PRINCIPIOS TRIBUTARIOS,

 Materiales sobre el reparto de la carga tributaria (principios de capacidad económica,


de generalidad, de igualdad, de progresividad, de no confiscación)
 Formales: como se establecen los tributos (principio de legalidad)
 Ordenación y aplicación. Artículo 3 LGT, es una copia del art. 31 CE añadiendo algún
criterio más.
“1. La ordenación del sistema tributario se basa en la capacidad económica de las
personas obligadas a satisfacer los tributos y en los principios de justicia,

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generalidad, igualdad, progresividad, equitativa distribución de la carga tributaria y


no confiscatoriedad
2. La aplicación del sistema tributario se basará en los principios de proporcionalidad,
eficacia y limitación de costes indirectos derivados del cumplimiento de
obligaciones formales y asegurará el respeto de los derechos y garantías de los
obligados tributarios.”

Respecto a los PRINCIPIOS DE GASTO PÚBLICO,

 Justicia material: equidad


 Racionalidad económica: eficiencia y economía

2. EL PRINCIPIO DE LEGALIDAD

Remisión Tema 2, apartado 1.

3. LOS PRINCIPIOS TRIBUTARIOS: CAPACIDAD ECONÓMICA, GENERALIDAD E


IGUALDAD, PROGRESIVIDAD, NO CONFISCATORIEDAD

3.1 Capacidad económica

Podemos considerar este principio como la regla básica en el reparto o distribución de la carga
tributaria. Podemos decir que el tributo tiene “2 patas”: la ley y la capacidad económica.

El principio de capacidad económica se recoge en el artículo 31.1 de la CE, en el que se


establece que “todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su
capacidad económica mediante un sistema tributario justo...”

El TC define la capacidad económica como la aptitud para adquirir y ser titular de bienes,
así como para obtener rentas. Esta capacidad de pago puede ser actual o potencial. Este
principio se vulnera cuando se somete a gravamen una renta, no ya potencial, sino inexistente
o ficticia. Según el TC “el legislador (estatal o autonómico) solo podrá establecer tributos sobre
una concreta manifestación de riqueza o de renta real”. Si un tributo no se rige por el principio
de capacidad económico es nulo.

Existen diversas manifestaciones de la capacidad económica:

 Directa:
 acumulación patrimonio. Es estático (aquello que yo tengo). Esto se gravara.
Por ejemplo, con el IBI.
 obtención de rentas. Es un flujo que ser gravara. Por ejemplo, con el IRPF
 Indirecta: gasto o consumo. Tengo una disponibilidad para gastar, este excedente que
tengo se gravara. Por ejemplo, con el IVA.

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En el momento de las exigencias que debería conllevar la aplicación del principio de capacidad
económica, se le da mayor relevancia de la imposición sobre la renta y el patrimonio (que
constituyen la imposición directa) que de la imposición sobre el consumo (que constituye la
imposición indirecta), porque la imposición directa mide mejor la capacidad económica de quien
está obligado a pagar los impuestos.

Las funciones de este principio son:

1. Establece un límite al legislador. No puede crearse un tributo quebrantándose este


principio.
2. Orienta al legislador, hacia donde puede gravar. Puede gravar cuando encuentra
riqueza para gravar. Según el TC “el principio de capacidad económica se refiere a la
de cada uno y obliga a buscar la riqueza donde la riqueza se encuentre”

Se establece el principio de capacidad como un principio


del sistema tributario, es decir de todo el conjunto de
tributos, pero también como un principio del tributo, es
decir, cada tributo ha de manifestar una capacidad
económica, y si no la manifiesta el tributos serán nulos.

Junto con este principio básico, encontramos otro


principio que ordena la tributación: el principio de
equivalencia o beneficio (es un principio no constitucionalizado). Sobre todo a nivel local está
muy presente. Viene a justificar determinadas figuras tributarias: la tasa y la contribución
especial. Este principio manifiesta que el ciudadano que paga esta tasa o contribución especial
ha de recibir algo a cambio. Lo que paga tiene una cierta equivalencia en lo que recibe de la
Administración. Existe una especie de “contraprestación” (no realmente ya que en el ámbito
tributario no existen contraprestaciones, pero sí que es una explicación de porque lo pago). Por
ejemplo, pagar una tasa cuando te dan el título universitario, no es tanto la capacidad
económica en este caso la que mide sino este equivalencia o beneficio. De acuerdo con el art.
7 LTPP «Las tasas tenderán a cubrir el coste del servicio o de la actividad que constituya su
hecho imponible»

Se aplica con preferencia el principio


de capacidad económica por delante
del principio de beneficio porque el
de capacidad económica favorece la
justicia fiscal, ya que de alguna
manera lo que analiza es tu
posibilidad de pago (sin tener en
cuenta el beneficio que tu recibes).

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El beneficio no resulta equitativo. Los mayores contribuyentes serían los pobres que consumen
más servicios públicos

Hay gente que hace planificaciones de la renta, intentando tributar en los Estados donde más
me conviene. Existen rentas de capital, que al ser movibles nos va a generar esta disfunción.
Quien tiene capacidad económica no tributa aquello que debe pero se aprovecha de los
servicios donde está sentado. Por ejemplo, Apple tributa poco en España pero se aprovecha de
las infraestructuras y los servicios públicos que le presta España. Es por eso, que se necesita
un cierto equilibro entre el principio de capacidad económica y el de beneficio.

Ejemplos y concreciones de la doctrina del TC:

 Presupuesto y límite de la imposición: sólo pueden gravarse hechos que directa o


indirectamente pongan de manifiesto capacidad económica
 IRPF: mínimo vital (su fin es dejar al margen del impuesto una parte de la renta
del contribuyente que se considera indispensable para que éste cubra sus
necesidades vitales)
 Tributos extrafiscales: necesidad de que el hecho gravado demuestre capacidad
económica (STC 37/1987). El tributo no es solo para recaudar, también nos sirve para
que la ciudadanía tenga unos determinados comportamientos. Podemos gravar o
sobregravar determinados hechos para que lo población no los haga o dejar de gravar
determinados hechos para que la población no lo haga. Por ejemplo, el consumo de
hidrocarburos. Según el TC es constitucionalmente admisible el establecimiento de
tributos que, sin desconocer o contradecir el principio de capacidad económica o de
pago, «respondan principalmente a criterios económicos o sociales orientados al
cumplimiento de fines o a la satisfacción de intereses públicos que la Constitución
preconiza o garantiza»
 Distinta incidencia del principio en función de la figura tributaria (STC 146/1995)

3.2. Generalidad

El principio de generalidad está contemplado de forma implícita en el artículo 31.1 CE, cuando
dice que «todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos...», y de forma expresa
en el artículo 3 de la LGT, y significa que los tributos han de exigirse a todos los que
manifiesten la capacidad económica tipificada en los tributos y se encuentren en el ámbito
territorial al que extiende su poder tributario el ente público impositor.

Los destinatarios de los tributos (todos) no son solo los nacionales españoles, sino todos los
que tengan determinadas relaciones económicas vinculadas con el territorio de aplicación de
nuestras normas tributarias (es decir, también extranjeros). Los extranjeros, aunque estén en
el territorio de forma irregular, tributaran.

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Por lo tanto, vemos que este criterio significa que TODOS deben tributar, sin privilegios en la
carga fiscal. No obstante, la vigencia del principio de generalidad no significa que no puedan
existir exenciones o beneficios fiscales. Estas normas de favor pueden fundamentarse en la
propia capacidad económica (p. ej., la exención de la renta mínima o vital) o en otras razones
amparadas por el ordenamiento, como los criterios extrafiscales. Lo que no es admisible, de
acuerdo con esta regla de la generalidad, es el establecimiento de exenciones (u otro tipo de
medidas) intuitu personae. En este sentido, ha dicho el TS que son notas del principio de
generalidad «la abstracción y la impersonalidad: su opuesto, la alusión intuitu personae , la
acepción de personas» (STS de 2-06-1986).

3.3. Igualdad

Se plasma en el artículo 31.1 de la CE y en el artículo 3 LGT. No puede equipararse a la


igualdad ante la ley del artículo 14 de la CE, puesto que, como ha declarado el TC en su
Sentencia 27/1981, de 20 de julio, «... la igualdad que aquí se reclama va íntimamente
enlazada al concepto de capacidad económica y al principio de progresividad, por lo que no
puede ser, a estos efectos, simplemente reconducida a los términos del artículo 14 de la CE.
Una cierta desigualdad cualitativa es indispensable para entender cumplido este principio.

El artículo 14 trata de garantizar la igualdad ante la ley (vinculada, en definitiva, a la condición


de las personas); mientras que el artículo 31.1 trata de preservar la igualdad en la ley, o sea,
respecto de la regulación concreta establecida en las normas tributarias, de manera que la
carga soportada por sus destinatarios sea igual si se tiene la misma capacidad económica.

3.4. Progresividad

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Se recoge en el artículo 31.1 de la CE y también en el artículo 3 de la LGT. Se entiende por


progresividad aquella característica de un sistema tributario según la cual a medida que
aumenta la riqueza de cada sujeto, aumenta la contribución en proporción superior al
incremento de riqueza. Los que tienen más contribuyen en proporción superior a los que tienen
menos. No es solo que el que tiene más paga más, sino que pagara en una proporción superior
al augmento de su capacidad económica. Por lo tanto, es un criterio distinto al de la
proporcionalidad (como el IVA).

Es decir, que si una persona tuviera unos ingresos de 1000€ y otra de 1000000€ y las dos
contribuyeran en un 10%, esto estaría contradiciendo el principio de progresividad. Para
cumplir el principio, el que tiene unos ingresos mayores pagaría, por ejemplo, un 30%.

Se articula técnicamente con diferentes tipos impositivos, importes proporcionales que se


aplican a la riqueza, a la base imponible. La progresividad requiere que existan diversos tipos
para que avalúen de manera diversa la mayor riqueza que se pude ir dando.

El fundamento de este principio es la igualdad material. Puede decirse así que la


progresividad supone la conjunción del principio de capacidad económica que consagra el
artículo 31.1 de la CE, y el objetivo de la redistribución de la riqueza a que se refieren los
artículos 9.2 y 40.1 de la misma CE.

El límite de este principio lo encontramos en el principio de la no confiscatoriedad. Es decir,


nunca va a poder ser una proporción del 100%.

Este principio de progresividad afecta al conjunto del sistema tributario pero no a cada uno
de los tributos individualmente considerados, ya que alguna de sus figuras pueden no tener
carácter progresivo. Por lo tanto, es constitucionalmente admisible un tributo regresivo (a quien
tiene más riqueza se le grava menos respecto a quien tiene menos). El IVA puede tener un
resultado regresivo.

3.5 Prohibición de la no confiscatoriedad

El principio de no confiscatoriedad se contempla en el artículo 31.1 de la CE y en el artículo 3


de la LGT. Este principio, según la dicción del artículo 31.1 del texto constitucional, viene a ser
el contrapeso del principio de progresividad o, en otras palabras, el límite a la progresividad del
sistema tributario.

Según el TC, la prohibición de confiscatoriedad obliga a no agotar la riqueza gravable de los


sujetos pasivos (por ejemplo, su renta) so pretexto del deber de contribuir. También señala, a
modo de ejemplo, que cabría apreciar alcance confiscatorio «si mediante la aplicación de las
diversas figuras tributarias vigentes, se llegara a privar al sujeto pasivo de sus rentas y
propiedades»; como «sería asimismo evidente el resultado confiscatorio de un IRPF cuya
progresividad alcanzara un tipo medio de gravamen del 100% de la renta…». Que un
gravamen del 100% es confiscatorio es obvio pero el problema viene con otros porcentajes.

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Los límites del tributo son por lo tanto:

 Cuantitativos: no se puede crear un tipo de gravamen del 100% de la riqueza


 Cualitativos: Según el TC, se considera que es confiscatorio cuando se “Destruya el
significado económico de la riqueza”

También tiene que ver con los servicios públicos que recibes (a lo mejor puedes pajar el 60% si
después tienes garantizados ciertos derechos como la sanidad, etc).

Este principio esta protegiendo el derecho a la propiedad (art. 33 CE). Además, un impuesto
confiscatorio me estaría lesionando la capacidad económica. Puedo gravar si existe
capacidad y no puedo gravar si existe confiscatoriedad.

La prohibición de confiscatoriedad, en principio se refiere al sistema tributario en su conjunto.


Por lo que podríamos deducir que un solo tributo puede ser confiscatorio. No obstante, si esto
fuera así se estaría vulnerando el derecho a la propiedad (el cual es un derecho fundamental) y
el principio de capacidad económica (el cual es un principio, tanto del sistema tributario como
del tributo). Por lo que, la prohibición de confiscatoriedad afecta o se refiere tanto a cada figura
tributaria concreta como al sistema tributario en su conjunto. Aunque en el segundo caso no
es porque sea confiscatorio sino porque afecta a la capacidad económica.

La doble imposición no tiene porque ser confiscatoria, así como la confiscatoriedad no tiene
porque ser por doble imposición (puede ser por una muy gravosa). Son ideas distintas.

4. LOS PRINCIPIOS DEL GASTO: EQUIDAD, EFICIENCIA, ECONOMÍA, ESTABILIDAD Y


SOSTENIBILIDAD

El principio básico del gasto público es el de justicia del gasto (art. 31.2). Que se divide en los
siguientes principios:

4.1 El principio de asignación equitativa de los recursos públicos

Se recoge en el artículo 31.2 de la CE: «El gasto público realizará una asignación equitativa de
los recursos públicos». Es la primera Constitución española que recoge el principio de equidad
del gasto público.

En cuanto al significado de este principio de equidad, equivale al principio de justicia material


del gasto público y propugna el tratamiento igual de los iguales en esta materia, igualdad
relacionada con la capacidad económica de los ciudadanos, que en este caso debe ser
entendida en sentido inverso y a la vez complementario a como se entiende en el ámbito de los
ingresos: la menor capacidad económica debe determinar las correspondientes medidas de
gasto público dirigidas a corregirla. La equidad supone un juicio de valor sobre la asignación,
es decir, en ese momento, no en momentos posteriores. Debe ser justo en el momento de
prever que necesidades debe socorrer.

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El principio de equidad determinará, concretamente, que las decisiones en el ámbito de los


gastos públicos se inspiren en los preceptos del Capítulo III del Título I de la Constitución, en
el que se recogen, como se ha dicho en varias ocasiones, los llamados principios rectores de
la política social y económica.

4.2 Los principios de eficiencia y economía

Se plasman en el artículo 31.2 de la CE, donde se ordena que la programación y ejecución de


los recursos públicos «responderán a los criterios de eficiencia y economía».

Son criterios técnicos de gastos, criterios de racionalidad económica que tienen como
destinatario natural a las Administraciones públicas.

Aun cuando la Constitución se refiera a los criterios de eficiencia y economía en relación solo
con los gastos públicos, sin duda afectan también a los ingresos, por un doble motivo: por la
estrecha conexión que existe entre los ingresos y los gastos públicos; y por la paradoja que
supondría que los gastos públicos se ajustaran a criterios de eficiencia y economía, y que los
ingresos públicos no lo hicieran.

Debemos tener en cuenta que prevalece el principio de equidad, por encima de estos
principios.

4.2.1 Principio de estabilidad presupuestaria

Viene recogido en el art. 135 CE. “1.Todas las Administraciones Públicas adecuarán sus
actuaciones al principio de estabilidad presupuestaria”. Aparece subordinado al principio de
justicia, no puede contradecir la idea de equidad del gasto.

Desde la perspectiva jurídica, para el sector Administraciones Públicas, se entiende por


estabilidad presupuestaria la situación de equilibrio o de superávit estructural, computada en
términos de capacidad de financiación, de acuerdo con la definición contenida en el Sistema
Europeo de Cuentas Nacionales y Regionales.

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