Está en la página 1de 13

TEMA 6.

El signo lingüístico

6.1. Naturaleza del signo lingüístico. Teorías clásicas.

Platón

La teoría platónica va a perdurar hasta el siglo XVI aunque con diferentes


reinterpretaciones.

Platón establece el siguiente juicio de valor: entre el nombre y la cosa (referente) hay
una relación de naturaleza. Solo basta con conocer el primer nombre que se le dio a
esa cosa para conocer el significado absoluto, la esencia verdadera. Para ello hay que
recurrir a la protolengua mencionada en la Biblia donde se da nombre a todas las
cosas, en este caso la lengua hebrea.

Se va a llevar a cabo un estudio atomístico, porque se parte de la palabra como


unidad aislada. Ese signo-palabra que se deriva de un estudio aislado va a
proporcionar una unidad formal y una unidad conceptual.

El signo lingüístico que se desprende de esta teoría está compuesto por un


representante (palabra material) y representado (cosa material). En tanto que ambos
elementos son materiales, no se está teniendo en cuenta el mundo lingüístico, sino el
extralinguistico.

El resultado es entender la palabra como signo, entendiendo que en el signo esta la


capacidad conceptual del significado.

Platón entiende que existe una relación de identidad entre la palabra y la cosa, es
decir, las cosas han tomado su nombre por su propia naturaleza.

En esta teoría, el significante es una palabra de la lengua y el significado es el objeto


en el mundo que la palabra “representa”, es decir, el objeto al que se refiere. Esta
relación entre palabra y objeto recibe el nombre de relación de referencia. De ahí que
esta teoría del significado sea llamada teoría referencial.

Esta concepción del significado es también conocida por extensionalismo.


Denominando a los objetos, extensiones, el significado de las palabras viene
determinado por la relación que entre la palabra y el objeto o conjunto de objetos a
que alude.

1
Esta teoría del significado no resulta buena, e incluso, para algunos autores, es
errónea, por diversas razones. Existen multitud de palabras en las que no resulta fácil
determinar a qué “objeto” se refiere, como es el caso de coherencia, imaginación…

La semántica actual rechaza esta concepción del significado porque no puede


preocuparse del estudio del mundo exterior, de las cosas, del referente, cometido
reservado a otras ciencias.

Aristóteles

La relación entre nombre y cosa se da por convención, que una comunidad de


hablantes decide. Si las cosas no están relacionadas con las palabras por naturaleza,
sino que somos los hablantes quienes les aplicamos un significado, aparece un
elemento nuevo: el concepto, producto de un proceso de abstracción de la realidad.

El resultado sería que un signo lingüístico formado por un nombre y un concepto: el


nombre árbol y el concepto árbol. Tenemos un elemento material (nombre) y un
elemento no material (concepto). El objeto referente va a quedar fuera de este
binomio, va a mantener una relación convencional y arbitraria.

Tradición estoica/ San Agustín

La tradición estoica conjuga los tres elementos que intervienen en las teorías de los
dos grandes maestros. Nace así la primera concepción triangular del signo descrita
por Sexto Empírico: “Los estoicos dicen que tres cosas están ligadas: lo significado, lo
que significa y el objeto…Dos de estas cosas son corporales (materiales), la palabra y
el objeto, mientras que una es incorpórea, la cosa significada”. Es el mismo
pensamiento adoptado más tarde por San Agustín: el signo estaría compuesto por:
una palabra (verbum), lo que el espíritu capta a través de la palabra (dicibile) y, por
último, la cosa (res).

2
6.2. La propuesta de F. de Saussure (Estructuralismo)

El maestro ginebrino conoce perfectamente la existencia de los elementos materiales,


pero opta por considerarlos externos al propio proceso significativo. “El signo
lingüístico une, no un nombre y una cosa, sino un concepto y una imagen acústica.
Esta última no es un sonido material, cosa puramente física, sino la huella psicológica
de este sonido”.

Las aportaciones de Saussure a la teoría del signo han sido trascendentales:

1. Descubre la existencia de un cuarto elemento del que ninguna de las teorías


clásicas había hablado: la imagen acústica.

La imagen acústica no es el sonido material, cosa puramente física, sino su huella


psíquica, la representación que de él nos da el testimonio de nuestros sentidos.

2. En contra de toda la tradición, destaca la importancia de la dimensión no


material de los componentes y margina al nombre y a la cosa, definiendo el

3
signo exclusivamente como la asociación de un concepto y una imagen
acústica.
3. Destaca la relación solidaria que une a los dos componentes del signo.
4. Saussure eleva la arbitrariedad a categoría de principio.
5. Incardina al signo dentro de una concepción estructuralista y sistemática de la
lengua, y distingue dos dimensiones.
- La significación, relación entre significado y significante
- El valor, resultado de las relaciones que el signo mantiene dentro del sistema al
que pertenece. Son las unidades con las que el signo coexiste, y a las que se
opone, las que delimitan sus posibilidades de uso, su extensión. El significado
ya no será una abstracción o representación fija y preestablecida que
corresponde a una determinada palabra aislada, sino que será el resultado
obtenido de la comparación con los significados de otras palabras de la lengua.

Saussure habla de la lengua como un sistema, lo que supondrá una revolución en


los estudios semánticos. <<La lengua es un sistema en donde todos los términos son
solidarios y donde el valor de cada uno no resulta más que de la presencia simultánea
de los otros>>. En suma, se ha producido un gran cambio en la concepción del
significado: al significado de la palabra aislada considerada como forma autónoma
significativa que representa un concepto y, por tanto , con un significado fijo y
preestablecido, se le añade el significado relacional (valores) que adquiere al ser
comparado con los significados de otros signos pertenecientes al mismo sistema. Es el
concepto de significado ligado a la palabra en su relación con las palabras del sistema.

EVOLUCIÓN DE LA TEORÍA DEL SIGNO LINGÜÍSTICO

Naturaleza del signo lingüístico.

PRIMER PRINCIPIO. LO ARBITRARIO DEL SIGNO.

El lazo que une el significante al significado es arbitrario; o bien, podemos decir que el
signo lingüístico es arbitrario. La palabra arbitrario necesita también una observación.
No debe dar idea de que el significante depende de la libre elección del hablante;
queremos decir que es inmotivado, es decir, arbitrario con relación al significado, con
el cual no guarda en la realidad ningún lazo natural.

4
SEGUNDO PRINCIPIO. CÁRACTER LINEAL DEL SIGNIFICANTE

El significante, por ser de naturaleza auditiva, se desenvuelve en el tiempo únicamente


y tiene los caracteres que toma del tiempo: a) representa una extensión y b) esa
extensión es mensurable en una sola dimensión; es una línea.

Los significantes acústicos no disponen más que de la línea del tiempo; sus elementos
se presentan uno tras otro; forman una cadena.

INMUTABILIDAD.

Si con relación a la idea que representa, aparece el significante como elegido


libremente, en cambio, con relación a la comunidad lingüística que lo emplea no es
libre, es impuesto. A la masa social no se le consulta, ni el significante elegido por la
lengua podría tampoco ser reemplazado por otro.

En cualquier época que elijamos, por antíquisima que sea, ya aparece la lengua como
una herencia de la época precedente.

De hecho, ninguna sociedad conoce ni jamás ha conocido la lengua de otro modo que
como un producto heredado de las generaciones precedentes y que hay que tomar tal
cual es.

Un estado de lengua dado siempre es el producto de factores históricos, y esos


factores son los que explican por qué el signo es inmutable, es decir, por qué resiste
toda sustitución arbitraria.

La multitud de signos necesarios para constituir cualquier lengua justifica la


inmutabilidad del signo. Un sistema de escritura compuesto de veinte a cuarenta letras
puede en rigor reemplazarse. Lo mismo sucedería con la lengua si encerrara un
número limitado de elementos; pero los signos lingüísticos son innumerables.

La lengua al ser un sistema, es complejo, y no se le puede comprender más que por


reflexión; hasta los que hacen de él un uso cotidiano lo ignoran profundamente.

La lengua en cada instante es tarea de todo el mundo. La lengua es una cosa de que
todos los individuos se sirven a lo largo del día entero. Este hecho capital basta para
mostrar la imposibilidad de una revolución. La lengua forma cuerpo con la vida de la
masa social, y la masa aparece ante todo como un factor de conservación.

5
MUTABILIDAD.

El tiempo, que asegura la continuidad de la lengua, tiene otro efecto, en apariencia


contradictorio con el primero: el de alterar más o menos rápidamente los signos
lingüísticos, de modo que, en cierto sentido, se puede hablar a la vez de la
inmutabilidad y de la mutabilidad del signo.

Una lengua es radicalmente incapaz de defenderse contra los factores que desplazan
minuto tras minuto la relación entre significado y significante. Es una de las
consecuencias de lo arbitrario del signo.

La lengua evoluciona bajo la influencia de todos los agentes que puedan alcanzar sea
a los sonidos sea a los significados. Esta evolución es fatal; no hay un solo ejemplo de
lengua que la resista. Al cabo de cierto tiempo, siempre se pueden observar
desplazamientos sensibles.

RELACIONES DE LOS SIGNOS

- Relaciones sintagmáticas (en presencia): relaciones que exige la sintaxis.


Reglas gramaticales y sintagmáticas. Para Saussure frente a las
paradigmáticas, aquellas relaciones que se apoyan en el carácter lineal del
lenguaje. En una sucesión o cadena, el valor de cada miembro viene dado por
la oposición al miembro anterior y al subsiguiente; son relaciones entre
unidades que aparecen conjuntamente en un contexto, las regularidades
combinatorias, p. ej el+ buen+ padre+ duerme.

- Relaciones paradigmáticas/asociativas (en ausencia): el resto de las palabras


con las que se relaciona quedan fuera de la selección. Relaciones entre
unidades que pueden aparecer en un mismo e idéntico contexto y se excluyen
mutuamente en dicho contexto, p. ej: El profesor/estudiante habla.

Una unidad x1 está en relación paradigmática con x2 si puede sustituirse x1 por x2


de forma que surja una oración nueva.

6
6.3. La propuesta de L. Hjelmslev (Funcionalismo)

Introduce una corrección importantísima: el significante no está formado sólo por la


imagen acústica, sino también por una imagen gramatical. Será esta idea
hjelmsleviana, la que nos permitirá superar la idea del significante como mera
secuencia fónica.

Hjelmslev realizará un cambio terminológico, sustituyendo significante y significado por


expresión y contenido respectivamente. Dentro de cada estrato aplicará el binomio
metodológico forma/sustancia, que le permite separar lo que es propiamente
lingüístico (la forma) de aquello que queda fuera de las preocupaciones de nuestra
disciplina (la sustancia). Por consiguiente el signo será la asociación solidaria entre
una forma de expresión y una forma de contenido.

6.4. Las concepciones triangulares del signo lingüístico.

Las aportaciones de Saussure y Hjelmslev a la teoría del signo no siempre han sido
comprendidas. Por eso se han multiplicado las visiones triangulares del signo, que no

7
solo no aportan nada, sino que significan un claro retroceso a la concepción del
maestro ginebrino.

Estas teorías reconocen que para relacionar las palabras con las cosas, tenemos que
pasar por el concepto. Los conceptos median entre el significante y la realidad. Aquí
no hay una relación directa entre las palabras y las cosas (como sucedía en Platón)
que representan o a las que se refieren, sino que se describe la naturaleza del
significado de la palabra recurriendo a la imagen que dicho significado evoca o suscita
en el cerebro del hablante o del oyente. Estamos ante la teoría ideacional o mentalista
(tema 3).

Esta concepción resulta tradicional, en el sentido en que ya los escolásticos


medievales afirmaban que “la palabra significa [la cosa] mediante los conceptos”.

6.4.1. El triángulo semiótico o de la “significación” de Ogden y Richarchs (1923)

El símbolo también puede ser entendido como forma. El pensamiento como


significado. Entre la forma y el significado se da una relación lineal. Y lo mismo ocurre
entre el significado y el referente.

Entre la forma y el referente se da una relación discontinua, en el sentido de que el


nombre atribuido a una cosa es arbitrario. Por otra parte hemos de tener en cuenta
que el referente siempre va a estar o `en presencia` o ‘en ausencia’ porque siempre
que hablamos estamos refiriéndonos a algo.

8
El símbolo (palabra) <<simboliza>> un pensamiento que a su vez <<refiere>> al
hecho sobre el que estamos hablando, el referente.

El significado en este triángulo está conceptualizado como relación entre <<el signo y
el pensamiento relativo al objeto en cuestión>>. La relación AB-BC es una relación
causal o lineal, pues el signo evoca el concepto que se refiere a la cosa. Es una
relación ternaria, analizable en tres relaciones binarias (dos básicas y una derivada)

La relación AB Y BC son básicas, mientras que la relación entre A y C es indirecta o


no causal, es decir mediatizada por un concepto. Así se pone de manifiesto, en el
triángulo con las líneas discontinuas, pues no hay una relación directa entre las
palabras (símbolos) y las cosas que <<representan>> (referente).

6.4.2. Ullman (1972)

Ullman modifica la terminología de cada vértice del triángulo, proponiendo la siguiente:


nombre para el símbolo o forma; sentido para el pensamiento o significado y cosa para
el referente. Su propuesta no dista mucho de la de San Agustín.

Para Ullman el significado es la suma de nombre + sentido, basándose en la idea del


signo de Saussure, para quien el signo es A+B. Afirma por tanto que tanto A como B
se encuentran recíprocamente vinculados en la mente. “Si uno oye la palabra pensará
en la cosa, y si piensa en la cosa dirá la palabra “.

9
6.4.3 Lyons

Lyons también se basa en la concepción de signo de Saussure (resultante de la


asociación de la imagen acústica y concepto, o entre significante y significado), y
destaca en su triángulo la situación de la palabra como resultado de la combinación de
una determinada forma con un determinado significado.

Introduce Lyons el término referente, como término moderno para las <<cosas>>. Y
concluye: <<Diremos, así, que la relación que se mantiene entre palabras y cosas (sus
referentes) es una relación de referencia: las palabras refieren a (y no “significan” o
“nombran”) cosas>>.

10
6.4.4. Baldinger (1970)

Kurt Baldinger, en una obra que se pretende estructuralista, utiliza también el mismo
triángulo, aunque con remozamiento terminológico.

Introduce una modificación más profunda de lo que a simple vista parece: cambia la
naturaleza del significante. De ser entendido como elemento material (sonido en el
triángulo de Ullman) pasa a ser interpretado como <<concepto>>.

Las concepciones triangulares presentan graves inconvenientes respecto a la visión


que Saussure nos ofrecía del signo.

1. A fuerza de repetir que el signo saussureano era biplánico, se considera que


las concepciones triangulares son innovadoras y superiores porque
incorporaran un elemento más. En realidad olvidan uno de los cuatro
componentes de que hablaba el Curso.
2. No captan que, aunque puedan intervenir de forma indirecta otros materiales,
la pura sustancia no es, en ninguno de los dos planos, componente esencial
del signo.

6.5. La propuesta del trapecio de K. Heger (1974)

Este autor alemán, discípulo de Baldinger, advierte que la concepción triangular del
signo no le sirve para resolver dos problemas con los que se encontraba la teoría

11
semántica: la homonimia y la sinonimia, por un lado, y la viabilidad de dos disciplinas
(onomasiología y semasiología), por el otro.

Para ello propone un cambio profundo, una complejificación del signo triangular: se
desmembra por separación horizontal en el vértice superior y se genera un trapecio.

Como se observa, en este nuevo modelo de signo se hace más complejo el plano del
contenido. En lugar del significado (antes en el vértice del triángulo), ahora tenemos
tres componentes distintos: significado, semema y noema.

El significado de un signo sería la conjunción de todas las acepciones o sentidos a los


que un significante puede estar asociado. Por principio, el significado es único. Un
significante solo puede estar asociado a un significado y, viceversa, un significado solo
halla expresión en un único significante. Así reza el principio de consustancialidad
cuantitativa.

12
El semema sería algo así como los distintos sentidos o acepciones que conforman el
significado, y en consecuencia la palabra.

El noema es el correlato conceptual del semema. Se diferenciarían en su naturaleza:


el semema es aún unidad lingüística, mientras que el sema es de naturaleza
extralingüística. Es un rasgo semántico pertinente común a todas las acepciones o
sentidos.

13

También podría gustarte