Está en la página 1de 33

Universidad Nacional de Córdoba.

Centro de Estudios Avanzados.


Maestría en Sociosemiótica.

Curso: Lingüística General.


Profesora: Dra. Beatriz Bixio.
Alumno: Profesor Cristian Cardozo.

Trabajo de evaluación: respuestas al cuestionario sobre


elementos de lingüística general.

"el individuo no es anterior al lenguaje; tan sólo se convierte en individuo en cuanto que está hablando".

Roland Barthes1.

A) PRIMERA PARTE:

1] A partir de las nociones de signo, valor y de oposición se


tratará de dar cuenta el por qué las mismas caracterizan a la
lengua como estructura.

Antes que nada, nos ubicamos aquí en las formulaciones


teóricas de la lingüística de Saussure y frente a una concepción
de lengua como sistema donde los elementos particulares que la
conforman se definen sólo a partir de las relaciones que
establecen entre sí. En otros términos, para saber qué es algo,
debemos insertarlo en el conjunto a la par de los otros elementos
que al tiempo que conforman el mismo sistema, le asignan su
identidad. En este punto, ya estamos en condiciones de
desarrollar las tres nociones que nos permitirán decir por qué
podemos entender la lengua en tanto estructura: sostener que la
lengua es no sólo una institución social sino que además se
presenta como un sistema funcional, es sostener que se trata de
un sistema de elementos relacionados cuyo valor depende de las
relación con los otros. Ahora bien, ¿cuáles son las unidades del
sistema de la lengua?: "la lengua es un sistema de signos en el
que sólo es esencial la unión del sentido y de la imagen acústica,

1
Barthes, Roland. (1987) "Por qué me gusta Benveniste". In: El Susurro del lenguaje. Más allá de la palabra y de
la escritura, Paidós, España, pág. 209.
2

y donde las dos partes del signo son igualmente psíquicas"2. Vale
decir, todo signo une una imagen acústica a un concepto o lo que
es igual, une el significante 3 al significado (Léase, concepto o
idea). Hay aquí, una relación de necesidad en la medida en que
para que haya signo debe haber esta unión. Si como
apuntáramos el referente queda afuera de la noción de signo
puesto que no se une una "cosa" a un "nombre" se obturan las
posibilidades de sostener que la lengua es una nomenclatura. 4
Por otra parte, surgen dos elementos a tener en cuenta: 1) la
lengua es una forma (y no una sustancia), en consecuencia, no
estamos en condiciones de decir que haya ideas dadas de
antemano. 2) Derivado de lo anterior, los signos lingüísticos son
valores habida cuenta de que sólo pueden delimitarse por su
oposición en el sistema: cuando hablamos de valor, hablamos de
un elemento exclusivamente relacional. Leemos en Saussure:
"Para darse cuenta de que la lengua no puede ser otra cosa
que un sistema de valores puros, basta considerar los dos
elementos que entran en juego en su funcionamiento: las ideas y
los sonidos... La lingüística trabaja... en el terreno limítrofe
donde los elementos de dos órdenes se combinan; esta
combinación produce una forma, no una sustancia... No
solamente son confusos y amorfos los dos dominios enlazados
por el hecho lingüístico, sino que la elección que se decide por
tal porción acústica para tal idea es perfectamente arbitraria. Si
no fuera éste el caso, la noción de valor perdería algo de su
carácter, ya que contendría un elemento impuesto desde afuera.
Pero de hecho los valores siguen siendo enteramente relativos".
(Saussure, 76:193)

Parafraseando a Saussure, la lengua, pues, es un sistema en


donde todos los términos son solidarios y en donde el valor de
2
Saussure, F. (1976). Curso de Lingüística General, Losada, Buenos Aires, p. 58-59.
3
Recordemos aquí que para Saussure la lengua en tanto sistema virtual separado del "Habla" no implica
ninguna relación con los objetos: el mundo de los objetos o de lo real es totalmente independiente de la
estructura de la lengua. En consecuencia, tanto significado como significante pertenecen al ámbito de lo
psíquico. Insistimos en esto: el significante debe entenderse en los términos de una imagen acústica del
sonido.
4
Valen aquí dos observaciones: 1) el cuestionamiento posterior operado sobre esta concepción de signo
binario. Pensemos en la teoría de la discursividad social de Eliseo Verón fundada a partir de la noción de
signo triádico de Peirce y de Frege, donde el referente forma parte de él. 2) Al obturar las posibilidades de
entender a la lengua como la unión de nombres a cosas se pone de manifiesto cómo cada lengua organiza
(y clasifica) su experiencia de lo real de forma distinta. Vale decir que, la realidad no está clasificada de
antemano.
3

cada uno no resulta más que de la presencia simultánea de los


otros: los valores son entonces relativos, negativos y opositivos y
definen a los signos como sistemáticos ya que dichos valores
(ligados a sus signos) dependen de la posición que éstos ocupen
al interior del sistema:
"Dentro de una misma lengua, todas las palabras que expresan
ideas vecinas se limitan recíprocamente: sinónimos como
recelar, temer, tener miedo,, no tienen valor propio más que por
su oposición". (Saussure, 76:197)

En suma, vimos cómo las nociones de signo, valor y de


oposición funcionan de forma conjunta en la medida en que el
valor de todo signo depende siempre de la oposición con los
otros signos del sistema. Y si podemos argumentar el por qué
tales conceptos contribuyen a fijar esta noción de lengua como
estructura, nuestra formulación necesariamente debe rescatar
aquí aquellas cuestiones que se hacen de ella un sistema
estático: no se trata aquí de negar los cambios que se operan al
interior de las lenguas. Para Saussure el carácter estático del
sistema funda las posibilidades de abordar la lengua como objeto
de estudio puesto que el método es sincrónico: tiene que percibir
el sistema en equilibrio. Con lo cual, ante un nuevo cambio,
estaríamos frente a un nuevo sistema 5. Y si hablamos de un
sistema en equilibrio (estático) cuyos elementos (arbitrarios y
diferenciales) definen su valor en su oposición simultánea,
estamos en condiciones de hablar también de una lengua en
tanto estructura. Ahora bien, surgen aquí otros elementos afines
a tener en cuenta, los cuales tienen que ver con la necesidad que
plantea Saussure de formular una nueva ciencia social (al
interior de la cual estaría la lingüística) o Semiología entendida
en los términos de una ciencia general de los signos. Ciencia
cuyo objeto sería estudiar los signos en la vida social. En este
marco pensar la lengua en tanto sistema y/o estructura no

5
Recordemos que el signo lingüístico es mutable y cambia precisamente habida cuenta de la arbitrariedad
a la que está sujeta. (esto a nivel diacrónico). Al mismo tiempo, a nivel de sincronía el signo es inmutable.
4

equivale a sostener que las estructuras estén en lo real, sino que


constituyen un modo de "acceso" a lo real en la medida en que no
hay mundo que no esté organizado a partir del lenguaje6.

2] Consideraciones a propósito de la lengua como función:


principios de comunicación, doble articulación y de economía
lingüística.

Como sabemos, el carácter funcional de la lengua constituye


una posición al interior de la lingüística que se relaciona por un
lado, con los aportes del Círculo de Praga (Troubezkoy, Jakobson,
Trnka, etc.); por otro, con los desarrollos teóricos de André
Martinet. Aquí los principios que acabamos de apuntar
representan aportes a esta noción de la lengua como función: ¿en
qué sentido?. Pues bien, si nos detenemos en el primer principio,
la lengua está organizada de tal manera que su principal
cometido es cumplir con la función de comunicar.7 Vale decir,
la lengua estaría orientada a un fin concreto, tendría una
finalidad: la comunicación. Más aún, la lengua (y su sistema) es
como es sólo porque comunica. Junto a esto, aparece un principio
no menos significativo según el cual la lengua es entendida como
"instrumento" de comunicación. Este último principio, nos lleva
de lleno a las consideraciones hechas por Martinet puesto que
para él "la función esencial del instrumento que es una lengua es
la de la comunicación".8 Asimismo, este autor señala otras
funciones del lenguaje, a saber: en tanto soporte del

6
En este sentido con relación a la relación lenguaje/Mundo Exterior resulta interesante, la discusión
mucho más posterior entre distintas posiciones que no se circunscriben exclusivamente al campo de la
lingüística tales como los cruces entre Hilary Putnam, Chomsky, Fodor, Rorty, etc. por dar algunos
nombres quienes llevan adelante toda una discusión entorno a los problemas de intencionalidad, de
referencialidad, significado, etc..
7
Junto a ésta aparecen otras funciones secundarias tales como la apelativa (para hacer hacer algo) y la
poética (en donde el mensaje estaría centrado en sí mismo).
8
Martinet, A. (1974). "La lingüística, el lenguaje y la lengua". In: Elementos de Lingüística General. Gredos,
Madrid, p. 15. Orientada en la misma dirección a la cita anterior también podemos leer: "En esta situación
se ha pensado en situar el lenguaje entre las instituciones humanas... pues las instituciones humanas surgen de la
vida en sociedad. Éste es precisamente el caso del lenguaje, que se concibe esencialmente como un instrumento de
comunicación". (Martinet, 74:14)
5

pensamiento; en tanto medio para expresarse y finalmente, habla


también de una función estética, aunque de todas las funciones
es en la de comunicar sobre la cual se detiene. Ahora bien, a
propósito de las funciones que atribuye al lenguaje sostiene que
si las lenguas que lo conforman se modifican a través del tiempo,
tales mutaciones responden a la adaptación del modo más
económico posible de las necesidades de comunicación. (claro
está, de las comunidades que hablan esas lenguas). Esto último,
resulta significativo en la medida en que hace hincapié sobre la
economía del lenguaje y de manera necesaria, sobre la doble
articulación formulada por Martinet, que sirve de sustento a
dicha economía: ¿qué decir pues a colación de estos dos
principios que vienen a fundar esta idea de la lengua como
función?. Toda lengua está doblemente articulada y en la medida
en que a cada lengua le corresponde una organización particular
de la experiencia, se obturan las posibilidades de hablar acerca
de universales lingüísticos como es el caso de la gramática
generativa de Chomsky. ¿En qué sentido hablamos de doble
articulación?. De acuerdo a Martinet, la primera articulación del
lenguaje es "aquella con arreglo a la cual todo hecho de
experiencia que se vaya a transmitir... se analiza en una
sucesión de unidades, dotadas cada una de una forma vocal y de
un sentido"... (Martinet, 74:20). En esta primera articulación,
encontramos unidades mínimas que tienen un significado y un
significante: el monema (= morfema). Cada una de estas
unidades puede aparecer en distintos contextos para comunicar
hechos de experiencia diversos, con lo cual estamos ya ante el
principio de economía del sistema.9 Por otra parte, la segunda
articulación se relaciona con cada una de las unidades o
fonemas10 que conforman las unidades mínimas o monemas que
acabamos de señalar. Vale decir que, esa forma vocal (o
9
Economía que deviene del número de elementos a retener en la memoria: no podemos crear nuevas
palabras para referirnos a las mismas experiencias. Es decir, siguiendo el ejemplo de Martinet, si me duele
la cabeza con frecuencia no es necesario que cada vez que sufra tal afección lo manifieste verbalmente de
modos distintos.
6

monema) es analizable en una sucesión de unidades más


pequeñas que permiten distinguir dos monemas como "vaso" o
"paso". Aquí la economía que representa la segunda articulación
es capital pues a partir de un grupo finito de fonemas (24 para el
español) se producen infinitos monemas o posibilidades de
articulación: estamos así ante una economía tanto a nivel
articulatorio como a nivel fónico. Si pensamos en las
consecuencias a nivel de funcionamiento de la lengua sólo a
partir de esa estructura doblemente articulada es posible la
comunicación. Leemos en Martinet: "Gracias a la segunda
articulación, las lenguas pueden limitarse a algunas decenas de
producciones fónicas distintas que se combinan para obtener la
forma vocálica de las unidades de la primera articulación".
(Martinet, 74:22). Más aún, sólo la economía que resulta de las
dos articulaciones "es capaz de obtener un instrumento de
comunicación de empleo general que permite transmitir tanta
información con tanta facilidad". (Martinet, 74:25)11. Ahora bien,
de la definición de lengua que formula Martinet (Martinet, 74:28-
29) resulta significativo retener lo siguiente: únicamente usamos
el término lengua para designar un instrumento de
comunicación doblemente articulado y de manifestación
verbal. ¿En qué sentido todo lo dicho hasta el momento nos
ayuda a fundar una conceptualización según la cual la lengua
debe entenderse como función?. Pues bien, si decíamos que la
lengua debía concebirse como orientada esencialmente a la
comunicación (en los términos de su función más importante) no
cabe duda de que la doble articulación y la economía de ambos
niveles garantizan su funcionamiento en la medida en que todo
cambio operado al interior del sistema está orientado a satisfacer

10
Siguiendo a Martinet estamos en condiciones de sostener el carácter discreto de los fonemas, el cual no
se ve afectado por el contexto en el que se actualiza: "Las unidades discretas son, pues, aquellas cuyo valor
lingüístico no resulta afectado en nada por variaciones de detalle determinadas por el contexto o por circunstancias
diversas. Son indispensables para el funcionamiento de todas las lenguas". (Martinet, 74:33)
11
En este punto, Martinet señala que la segunda articulación tiene la ventaja de hacer la forma del
significante independiente del valor del significado, hecho que se relaciona sin duda con las
consideraciones que hace con respecto a la arbitrariedad.
7

las necesidades de comunicación de la forma más económica


posible: al decir de Martinet si las lenguas cambian "ello
acontece esencialmente para adaptarse del modo más económico
a satisfacer sus necesidades de comunicación". (Martinet, 74:15)

3] Saussure, Martinet y Chosmky: puntos de contacto y/o de


diferenciación con respecto a la noción de lengua.

Al abordar las nociones de lengua al interior de las


formulaciones teóricas de Saussure, Martinet y Chomsky,
estamos frente a concepciones de la misma ya sea como sistema
de signos, como instrumento de comunicación o como conjunto
finito de reglas, respectivamente. Ahora bien, ¿en qué medida
podemos establecer puntos de contacto o de diferenciación entre
ellas? De ser esto así, ¿cuáles serían los mismos?. Pues bien, en
la medida en que tanto Saussure como Martinet se encuentran al
interior de la línea del estructuralismo 12 hallar una zona afín
resulta en principio algo plausible. Nos interesa sobre todo, el
punto que puede derivarse de la noción de valor del signo en
Saussure pues al tiempo que define los elementos del sistema en
su oposición simultánea obtura las posibilidades de entender las
lenguas como nomenclaturas13. Y éste último aspecto también
es considerado por el Estructural-funcionalismo de Martinet. En
Saussure, no podíamos hablar de nomenclatura para referirnos a
la lengua puesto que a la hora de hablar de la naturaleza del
signo lingüístico no se trataba de la unión de un nombre a una
cosa sino como señalamos, de dos elementos
(significante/significado) cuyo carácter es psíquico: "Lo que el
signo lingüístico une no es una cosa y un nombre, sino un
concepto y una imagen acústica. La imagen acústica no es el

12
En el caso de Martinet sabemos que su posición designada como estructural funcionalismo es una
derivación del Estructuralismo del Círculo de Praga. Círculo donde ubicábamos a Troubezkoy, Jackobson,
etc. alrededor de los años ' 30 (siglo XX).
13
Remitimos aquí, para no repetirnos, a las consideraciones hechas sobre la noción de valor, signo y
oposición en el punto uno, a propósito de la lingüística saussurina.
8

sonido material... sino su huella psíquica". (Saussure, 76:128)14.


Más aún, cada lengua en tanto sistema define a su interior los
valores de sus signos, los cuales a su vez no son homologables a
las unidades de otros sistemas. Vale decir, cada sistema de
lengua particular organiza la experiencia de mundo de forma
diferencial en tanto que no existen ideas dadas de antemano: "Si
las palabras estuvieran encargadas de representar conceptos
dados de antemano, cada uno de ellos tendría, de lengua a
lengua, correspondencias exactas para el sentido". (Saussure,
76:198) Si nos detenemos en la noción de lengua de Martinet,
como sabemos, estamos frente a un "instrumento" de
comunicación "con arreglo al cual la experiencia humana se
analiza, de modo diferente en cada comunidad, en unidades
dotadas de un contenido semántico y de una expresión fónica...
(etc.)"15 (Martinet, 74:28-29). Vale decir, cada lengua
corresponde a una organización particular de los datos de la
experiencia ya que el lenguaje no supone un calco de la realidad.
Si hablamos de una organización particular de lo real que difiere
de una lengua a otra estamos nuevamente frente a una operación
que viene a desmontar las posibilidades de hablar de lengua
como nomenclatura. Leemos en Martinet: "Según una
concepción muy ingenua... una lengua sería un repertorio de
palabras... cada una de las cuales correspondería a una cosa....
Aprender una nueva lengua consistiría simplemente en retener
en la memoria una nueva nomenclatura en todo paralela a la
anterior..." (Martinet, 74:16). Sin embargo, siguiendo a Martinet,
aprender otra lengua no es poner nuevos rótulos a objetos
conocidos.
Ahora bien, ¿hasta qué punto lo desarrollado en torno a la
problemática de la lengua como nomenclatura se relaciona con la

14
De ahí el carácter homogéneo que se le atribuye al objeto lengua en la medida en que se presenta como
de "naturaleza psíquica". Del mismo modo, esta naturaleza obtura toda relación con los objetos, en tanto
que el mundo de lo real (o "Mundo Exterior" en los términos de Putnam) es totalmente independiente de
la estructura de la lengua.
15
El subrayado es nuestro.
9

gramática generativa transformacional chomskyana?. En este


punto interesa detenerse en el hecho derivado de Saussure y
Martinet según el cual cada lengua vendría a organizar de forma
particular la experiencia de mundo. ¿Cómo pensar este problema
desde la posición de Chomsky?. En principio, no debemos olvidar
que estamos frente a una noción de lengua en tanto conjunto
finito de reglas16. Más aún, para Chomsky, las lenguas naturales
tienen una estructura común habida cuenta de que habría
principios universales por necesidad biológica: las lenguas (el
lenguaje), pues, son innatas. En este sentido, se trata de
conocer los principios que gobiernan una lengua: hablamos aquí,
de los caracteres generales de la mente humana y de la noción
de módulo del lenguaje en los términos de una base común a
todas las lenguas17. Vale decir, hay una facultad lingüística que
es privativa de la especie, que es del orden de lo biológico y que
determina estructuras generales a todas las lenguas: aquí los
datos del entorno le permiten al hablante seleccionar aquellos
datos de la gramática universal que se actualizan en su lengua
particular. En otros términos, el entorno define qué sectores de
la gramática universal recorta cada lengua. Sin embargo,
sostener que todas las lenguas tengan principios universales
comunes no implica que no puedan diferir (como de hecho
sucede) en el plano de su manifestación: la diferenciación entre
estructura profunda (común a todas las lenguas) y estructura
superficial resulta operativa en la medida en que permite
precisar lo que acabamos de apuntar. Así, todas las lenguas

16
Aquí vale la siguiente aclaración: la gramática generativa transformacional de Chomsky se centra
exclusivamente en el plano del lenguaje. Por esto es que se habla de facultad lingüística, de módulo del
lenguaje, etc. en la medida en que interesan aquéllos rasgos generales que permiten identificar una base
común a todas las lenguas. Base que, como veremos, va a centrarse en los principios universales definidos
por necesidad biológica que Chomsky ubica en la mente-cerebro y que permiten sostener que el lenguaje
es innato al hombre. Asimismo, resulta significativo que el inglés no presente un término para diferenciar
(y oponer) "lengua" de "lenguaje", por lo cual a la hora de traducir "language" como lengua estamos ante
un principio de interpretación del mismo.
17
Se trata pues, de un planteo del orden de lo cognitivo cercano al campo de la biología y de la psicología.
En este sentido, resulta significativo la discusión llevada adelante en el campo de las ciencias cognitivas
por formulaciones diversas tales como las del mismo Chomsky, Fodor, Hilary Putnam, etc. Asimismo,
resulta interesante la discusión entre Chomsky y la plataforma teórica de Piaget.
10

serían iguales a nivel de estructuras profundas ya que


funcionarían a partir de oraciones nucleares del tipo sujeto-
verbo-predicado (Son oraciones simples y en voz activa). 18 Del
mismo modo, todas las lenguas son distintas a nivel de
estructura superficial aunque sus oraciones son siempre
transformaciones de las oraciones nucleares que mencionamos
más arriba. En consecuencia, en tanto lingüistas debemos
aprehender cómo se produce tal transformación: vale decir,
debemos buscar las reglas de esa transformación.
Si volvemos a la problemática derivada de las pocas
posibilidades de emparentar nomenclatura a lengua, esto es, que
cada lengua organiza de forma particular la experiencia de
mundo, al tiempo que en Chosmky encontramos un principio de
diferenciación con respecto a Saussure y a Martinet, (principio
que estaría dado en los universales por necesidad biológica que
hacen que las lenguas sean innatas y que no tiene nada que ver
con una homologación entre lengua y nomenclatura),
encontramos un posible punto de afinidad: este último estaría
dado en la medida en que por un lado, Chomsky sostiene que la
gramática universal es absolutamente arbitraria19. Con lo cual se
obtura todo lazo "natural" con la experiencia de mundo. Por otro,
no adhiere a que la lógica de esta gramática común a todas las
lenguas venga a reproducir la lógica de lo real o "Mundo
Exterior". Vale decir, la estructura de la lengua no tiene nada
que ver con la estructura de la realidad: hay sí, una necesidad
biológica; hay leyes que vienen del orden de lo biológico en tanto

18
Como dijimos, se trata de oraciones nucleares: aquéllas que no se corresponden a éstas van a
desarrollarse a partir de las transformaciones de dichas oraciones nucleares a partir de la regla básica de la
recursividad.
19
No proviene de una necesidad del entorno ni del pensamiento. Aquí, cuando nos detenemos en el
carácter arbitrario para señalar un punto de afinidad lo hacemos para poner de manifiesto lo siguiente: ya
sea en la lengua como sistema o como instrumento de comunicación, ya sea a propósito de la gramática
universal, no hay nada parecido a una necesidad "natural" emanada de la realidad que los defina y por
esto tanto Saussure como Martinet pueden negar que la lengua sea una nomenclatura. En el caso de
Chomsky, tal necesidad viene del orden de lo biológico (o de lo genético) y no de la lógica de la realidad o
del pensamiento. De ahí el carácter arbitrario pues la mente-cerebro como estructura el mundo de una
manera también podría hacerlo de otra distinta. En suma, las lenguas son como son porque sí .
11

que la estructura de la mente-cerebro estructura el mundo (y no


al revés).20
A modo de cierre, si debemos optar por una de estas
definiciones optaríamos por la posición chomskyana habida
cuenta de los siguientes elementos a tener en cuenta: 1) la
imposibilidad de asignar, de acuerdo a nuestra posición, la
facultad de lenguaje a otras especies distintas al hombre; 2) lo
significativo de los trabajos hechos en torno a la teoría de
ligamiento en donde los niños utilizan sin equivocarse las reglas
que dependen de la estructura y que son de acuerdo a Chomsky,
computacionalmente complejas21; 3) la importancia que ocupa el
componente sintáctico al interior de la estructura profunda
común a todas las lenguas; 4) lo esencial de contemplar junto al
estudio de la facultad lingüística, los problemas vinculados a: qué
constituye el conocimiento del lenguaje, cómo se adquiere el
conocimiento del lenguaje y cómo se utiliza el conocimiento del
lenguaje.

4] Cuando Hjelmslev sostiene que las entidades denominadas


expresión y contenido "se definen sólo por su solidaridad mutua
y ninguna de ellas puede identificarse de otro modo" y que "cada
una de ellas se define por oposición y por su relación, como
funtivos mutuamente opuestos de una misma función" 22 apunta a
lo siguiente: 1) cuando hablamos de signo hablamos de una
entidad generada por la unión entre una expresión y un
contenido. Más aún, hablamos aquí de la "función signo", la
cual presenta siempre una solidaridad entre ella y los funtivos

20
En este punto, la propuesta de Chosmsky resulta opuesta a lo sostenido por Putnam al interior del
Realismo interno o Realismo Pragmático puesto que para éste, la mente y el mundo construyen de forma
conjunta la mente y el mundo. En este sentido, lo sostenido por Putnam, se acerca más al planteo de Piaget
para quien la estructura de la mente-cerebro es estructurante pero a su vez, es estructurada por el mundo.
Vale decir que de la interacción con el mundo, se derivan cambios en las estructuras cognitivas.
21
Trabajos que ponen de manifiesto lo designado por Chomsky como el problema de Platón: ¿cómo es
posible que los sujetos (pensemos aquí sobre todo en los niños) saben tanto a pesar de que sus relaciones y
experiencias con el mundo son tan inestables, fragmentarias y aisladas?
22
Hjelmslev, L. "Expresión y contenido". In: Prolegómenos a una teoría del lenguaje. Ed. Gredos, Madrid,
p.89.
12

que la componen: "hay ...solidaridad entre la función de signo y


sus dos funtivos, la expresión y el contenido. Jamás habrá una
función de signo sin la presencia simultánea de estos dos
funtivos; y una expresión y su contenido, o un contenido y su
expresión, jamás aparecerán juntos sin que esté presente entre
ellos la función de signo... La función signo es por sí misma
una solidaridad".23 (Hjelmslev, págs. 74-75). 2) Vinculado a lo
anterior, si signo es igual a función, entonces en la lengua
tenemos funciones (o signos) entendidas como la relación entre
dos elementos.24 Vale decir, toda lengua está organizada en dos
planos: expresión y contenido. Planos que son isomórficos y que
en consecuencia, tienen exactamente la misma estructura y
pueden ser analizados a partir de las mismas categorías: "cuando
se continúa el análisis, éste muestra que el plano de la expresión
y el plano del contenido pueden describirse exhaustiva y
consecuentemente como si estuviesen estructurados de modo
análogo, de tal manera que en ambos planos se prevén
categorías que se definen de modo totalmente idéntico."
(Hjelmslev, págs. 88-89). 3) Si tal como señala Hjelmslev, no hay
base suficiente para sostener que la sustancia del contenido (o
pensamiento) o la sustancia de la expresión (o cadena de
sonidos) preceda a la lengua en el tiempo y en el orden
jerárquico, estamos en condiciones de pensar que la forma se
proyecta en la materia y define la sustancia 25. (Aquí, cada lengua
presentaría una forma particular para proyectarse sobre la
materia ya sea en un plano o en el otro, y por lo tanto, de definir
las oposiciones y las relaciones entre uno y otro plano y al
interior de cada uno de ellos 26
). Ahora bien, si decíamos que la
23
El subrayado es nuestro.
24
Insistimos en esto: el signo lingüístico de acuerdo a Hjelmslev no es una cosa o un dato de la lengua: es
una función en la medida en que en este marco teórico la lengua es pura relación Más aún, la lengua es
una forma pura y debe estudiarse con independencia del orden de lo psicológico, de los pensamientos y
de los sonidos.
25
La forma de una lengua es una. Más aún, es invariable: sólo la forma impone límites a la sustancia. En
otros términos, cada lengua le da forma a la materia y define así la sustancia.
26
Leemos en Hjelmslev: "cada lengua establece sus propios límites dentro de la 'masa de pensamiento' amorfa,
destaca diversos factores de la misma en diversas ordenaciones, coloca el centro de gravedad en lugares diferentes...
13

lengua es forma pura y homologábamos signo a función, no


menos significativo es que la relación que define a esa forma sea
entendida en los términos de una relación de dependencia entre
forma, sustancia y materia (ya sea de la expresión, ya sea del
contenido): he aquí la razón por la cual Hjelmslev señala la
solidaridad mutua de los funtivos expresión y contenido que,
como sabemos, generan con su conexión a los signos 27. Así,
leemos en este autor: "El signo es, pues... signo de sustancia del
contenido y signo de sustancia de la expresión. En este sentido
es en el que puede decirse que el signo es signo de algo... el
signo es una entidad con dos caras... y con efecto 'hacia afuera',
hacia la sustancia de la expresión, y 'hacia dentro', hacia la
sustancia del contenido." (Hjelmslev, pág. 86)

5] Cuando se nos interpela acerca de las posibilidades de


homologar teóricamente la dicotomía lengua/habla de Saussure
con la de conocimiento/habilidad (actuación) de Chosmky, surgen
las siguientes consideraciones a tener en cuenta: 1) En Saussure
sabemos que la lengua al tiempo que es de naturaleza psíquica
constituye una institución social en tanto que se encuentra
completa en la "masa", en la "sociedad" en los términos de un
sistema virtual: se trata de una realidad social, de un producto
social ya que es una convención Más aún, es homogénea pues
constituye un tesoro común a todos: existe la misma posibilidad
de actualizar la lengua en habla en todos los sujetos. Si nos
detenemos en el segundo término de la oposición, el habla se
presenta como una actividad individual de puesta en acto del
sistema de la lengua. Este uso, no sólo es un acto voluntario y
libre sino también, accidental en la medida en que está sujeto a
Puede decirse que un paradigma de una lengua y otro correspondiente en otra lengua, cubren una misma zona de
sentido, la cual, aislada de esas lenguas, es un continuum amorfo sin analizar, en el que se establecen los límites por
la acción conformadora de las lenguas". (Hjelmslev, pág. 79). Remitimos aquí a los ejemplos dados por
Hjelmslev en "Expresión y contenido", op. cit., págs. 80,81 y s.s.
27
Asimismo resulta significativa la arbitrariedad absoluta en la forma en que la materia es organizada en
sustancia por cada lengua. Del mismo modo, cuando Hjelmslev define los dos planos, define una
arbitrariedad interna a cada uno de ellos (entre forma, materia y sustancia) y al mismo tiempo, una
arbitrariedad entre ambos planos.
14

las limitaciones de tiempo y de espacio. Sin embargo, puesto que


la lengua es definida como una institución social autónoma, el
habla (o uso) queda fuera del objeto de estudio de la lingüística
saussurina. 2) En las formulaciones de Chomsky, como
apuntáramos, estamos ante una facultad lingüística de
naturaleza genética que define una estructura común a las
lenguas naturales humanas. Estructura que estaría regida por
principios universales determinados por necesidad biológica que
configuran al lenguaje como innato a la especie humana. 28 La
descripción de estos principios constituyen el objeto de la
gramática universal formulada por Chomsky, la cual puede ser
entendida como la caracterización de esa facultad lingüística
genéticamente determinada. En la medida en que se trata de un
planteo teórico del orden de lo cognitivo (cercano a la biología y
a la psicología) encontramos aquí tres preguntas básicas a
considerar: a) qué es lo que constituye el conocimiento del
lenguaje; b) cómo se adquiere el conocimiento del lenguaje y c)
cómo se utiliza el conocimiento del lenguaje 29. Preguntas que
junto a lo que acabamos de señalar, constituyen un punto de
diferenciación puesto que la lingüística de Saussure no indaga
acerca de los problemas del conocimiento o de la adquisición del
conocimiento de la lengua en tanto que la entiende como
institución social y sistema virtual común a todos y presente en
todos los sujetos. Si pensamos en Chomsky, no sólo pierden peso
aquellas consideraciones referidas a lo social de la lengua sino
que el conocimiento (o competencia) que el hablante tiene de su

28
En Chomsky podemos leer: ( a propósito de la facultad lingüística) "La naturaleza de esta facultad es el
objeto de una teoría general de la estructura lingüística que pretende descubrir el sistema de principios y de elementos
comunes a las lenguas humanas conocidas; a menudo se denomina a esta teoría 'gramática universal' ". (Chomsky,
89:16)
29
Sin explayarnos demasiado podemos decir que en el proceso de adquisición del lenguaje lo que sabe el
sujeto que habla, constituye un conjunto de reglas más un conjunto de categorías. Estamos aquí ante un
dos procesos: 1) Gramática Universal: todas las estructuras posibles de cada lengua; 2) generador de
hipótesis que permite la selección de cada principio propio de una lengua particular. Aquí, estamos ante
una doble acepción de gramática: se trata no sólo del saber del lingüista sino también del saber del
hablante nativo, el cual se configura como universal y específico habida cuenta de que se trata de una
facultad lingüística heredada por vía genética. En otros términos, las emisiones hechas en una lengua no
son el resultado de un estímulo del entorno sino de la aplicación de las reglas contempladas en la G.U.
15

lengua es esencialmente innato ( y hace a la gramática universal


y a la facultad lingüística) y pertenece al orden de la sintaxis
puesto que se trata de reglas sintácticas que permiten la
interpretación de los enunciados.30 En otros términos: a nuestro
juicio tales diferencias obturan las posibilidades de homologar la
noción de lengua saussurina a la noción de conocimiento (o
competencia) de Chomsky. Ahora bien, si pensamos en la posible
homologación entre las nociones de habla de Saussure y la de
habilidad (o actuación) de Chomsky, la misma parece más
factible habida cuenta de: 1) Se trata de un acto individual de
puesta en uso del sistema de la lengua, el cual como dijimos es
voluntario, libre y accidental (Saussure). 2) Según Chomsky "la
habilidad para utilizar el lenguaje puede mejorar o empeorar sin
que se produzca ningún cambio en el conocimiento" (Chomsky,
89:24) que como sabemos es innato al sujeto. Más aún, "dos
personas pueden compartir exactamente el mismo conocimiento
del lenguaje pero diferir grandemente en el uso de ese
conocimiento".31 (Chomsky, 89:24). Aquí, el plano del uso o del
"habla" si bien en situaciones ideales sería un "reflejo" de la
competencia o conocimiento innato del lenguaje, en situaciones
reales no es así habida cuenta que en el ámbito de la actuación
entra también en juego un saber sobre el mundo que va más allá
del saber lingüístico. Vale decir que, competencia/actuación
están en desfasaje. Volviendo a la pregunta de si es posible
homologar teóricamente lengua/habla y conocimiento/habilidad,
por un lado, hemos argumentado a favor de la homologación
entre habla y habilidad (o actuación). Por otro, creemos que las

30
Recordemos que el componente central en Chomsky es el sintáctico: lo semántico y lo morfológico se
derivan de él y forman parte de los conocimiento no innatos de la lengua y de lo que Chomsky designa
como gramática periférica.
31
Sin duda cobra relevancia en este punto la afirmación según la cual el conocimiento del lenguaje no
puede describirse apropiadamente como una habilidad práctica. Es decir, la habilidad es una cosa y el
conocimiento algo completamente diferente en la medida en que "debemos concebir el conocimiento del
lenguaje como un cierto estado de la mente-cerebro, un elemento relativamente estable en los estados mentales
transitorios, una vez que se alcanza; es más, como un estado de una facultad diferenciable de la mente - la facultad
lingüística - con sus propiedades, estructura y organización específicas, un 'módulo' de la mente". (Chomsky,
89:28)
16

posibilidades de formular una misma operación con respecto al


par lengua/conocimiento (o competencia) no es factible.

6] Breves consideraciones sobre la ruptura operada por


Benveniste con relación a las conceptualizaciones del orden
estructural.

Leemos en Benveniste: "El lenguaje está en la naturaleza del


hombre, que no la ha fabricado... Es en y por el lenguaje como el
hombre se constituye como sujeto; porque el solo lenguaje funda
en realidad, en su realidad que es la del ser, el concepto de
'ego'." 32
Vale decir, si el hombre se funda en el lenguaje no
estamos en condiciones de seguir sosteniendo una lingüística de
corte estructuralista como la derivada de Saussure que formula
una lengua en tanto objeto autónomo e independiente de sus
condiciones de uso. En otros términos, si nos construimos a
través del lenguaje necesariamente el abordaje del mismo debe
considerar las condiciones de uso y clausurar todo estudio de
tipo inmanentista que sólo contemple el sistema al margen de su
actualización33. Y aquí, ya encontramos una ruptura con el
pensamiento estructural que resulta muy significativa puesto que
abre el camino al desarrollo de la lingüística de la enunciación,
entendida como el estudio de los ejercicios del sistema de la
lengua: se trata aquí de pensar en los modos en que cada locutor
se apropia de la lengua en cada acto único y particular de la
puesta en discurso. Actos que van a ser designados como

32
Benveniste, E. (1979) "De la subjetividad en el lenguaje". In: Problemas de lingüística general, Siglo XXI,
México, tomo I, p.180. Asimismo se trabajará a la luz de los siguientes artículos incluidos en la presente
edición: "La naturaleza de los pronombres" (tomo I, págs. 172-179); "El lenguaje y la experiencia humana" y
"El aparato formal de la enunciación" (tomo II, págs. 70-81 y 82-91, respectivamente)
33
Al sostener afirmaciones de esta naturaleza a lo que se apunta es a señalar que no alcanza para
aprehender el lenguaje insistir en concebirlo como un sistema separado de los objetos que pueblan el
"Mundo Exterior" en tanto que los mismos serían independientes de la estructura de la lengua tal como
veíamos en Saussure. Operación que en éste fundaba las posibilidades de pensar a la lengua como una
institución social autónoma al margen de las condiciones de uso. Sin embargo, de acuerdo a Benveniste,
hay elementos del sistema que sólo pueden ser explicados en su manifestación (o uso).
17

enunciación34. Así, estamos frente a la puesta en crisis del


análisis oracional en la medida en que éste no alcanza para dar
cuenta de la forma en la que investimos de sentido al mundo por
medio del lenguaje: de la oración al enunciado hay un hiato
difícil de salvar en tanto se trata de dos universos distintos. Más
aún, si el sujeto se construye en y por el lenguaje lo hace a través
de sus actos de discurso: "La enunciación supone la conversión
individual de la lengua en discurso... En tanto que realización
individual... puede definirse... como un proceso de apropiación".
(Benveniste, 79:83-84). En este sentido, en tanto que la lengua se
concibe de acuerdo a Benveniste como lugar de generación de la
subjetividad, la misma se define a partir de la intersubjetividad
que deviene de la interacción entre locutor y alocutario
entendidos en los términos de dos instancias necesarias a toda
enunciación: somos sujetos porque hablamos; a partir del
reconocimiento del otro (o "tú") el sujeto se reconoce a sí mismo
como distinto (o "yo"): "La conciencia de sí no es posible más que
si se experimenta por contraste. No empleo yo sino dirigiéndome
a alguien, que será en mi alocución un tú. Es esta condición de
diálogo la que es constitutiva de la persona". (Benveniste,
79:181)
A modo de cierre: tanto lo señalado a propósito de la
importancia de detenernos en las condiciones de uso del sistema
de la lengua como lo dicho acerca de la necesidad de operar un
salto del nivel oracional al nivel del enunciado constituyen dos
aspectos significativos de la propuesta de Benveniste en la
medida en que orientan o abren el camino a otros factores
relevantes que hacen al lenguaje y a las posibilidades de su
aprehensión tales como: 1) la puesta en crisis de los enfoques
inmanentistas de la lengua separados de la actualización que los
usuarios hacen de la misma (lo cual al tiempo que supone la
34
Por enunciación debemos entender la puesta en funcionamiento de la lengua por un acto personal: se
trata de un acontecimiento histórico único, irrepetible e imposible de aprehender. Mientras que por
enunciado entendemos el producto de una enunciación o lo que queda de ella. En consecuencia, la
enunciación sólo puede ser abordada a partir de las huellas en el enunciado.
18

reformulación del objeto de estudio, al menos en Benveniste,


debe entenderse como correlato de la crisis al interior de la
lingüística como disciplina alrededor de fines de los '60 y de lo
conocido como el giro lingüístico); 2) Junto a lo anterior, la
manifestación de que el orden de la significancia del enunciado
no puede analizarse a nivel de los signos; 3) cómo el sujeto se
hace en y por el lenguaje; 4) la imposibilidad de sostener
posibilidades de enunciación sin referencia (lo cual se conecta
con el ámbito del uso y de las relaciones entre lenguaje y
"Mundo Exterior" que habían quedado afuera del estructuralismo
en tanto que la problemática del referente no formaba parte de
la lengua como objeto de estudio ni estaba contemplada en la
definición del signo binario saussurino); y 5) la posibilidad de
encontrar huellas de la enunciación en el enunciado, tópico que
desarrollaremos a continuación.

7] Cuando Roland Barthes (Barthes:1987) sostiene que


Benveniste fundamenta lingüísticamente la identidad del sujeto y
de su lenguaje apunta a decir que en la medida en que dicho
sujeto no puede distinguirse jamás de una instancia de discurso
(diferente de la instancia de la realidad) encuentra su
fundamento en el orden del lenguaje. En otros términos, si por
un lado, para Benveniste la lengua produce de nuevo la realidad
y por otro, nos construimos a través del lenguaje al punto de
señalar que las subjetividades nacen en y por el lenguaje, no
cabe dudas de que el fundamento del sujeto es netamente
lingüístico35. En Benveniste, podíamos leer:
"El 'yo' no denomina, pues, ninguna entidad léxica... ¿A qué yo
refiere?. A algo muy singular, que es exclusivamente
lingüístico: yo se refiere al acto de discurso individual en
que es pronunciado, y cuyo locutor designa. Es un término
que no puede ser identificado más que en lo que por otro
lado hemos llamado instancia de discurso, y que no tiene
otra referencia que la actual. La realidad a la que remite
es la realidad del discurso. Es en la instancia de discurso en
35
Habida cuenta de que somos sujetos precisamente porque hablamos.
19

que yo designa el locutor donde éste se enuncia como 'sujeto' ".36


(Benveniste, 79:182)

Si reparamos en la cita se pone de manifiesto la importancia


asignada a categorías "universales" que vienen a asegurar la
aparición de la subjetividad al margen de quién lleva a cabo el
acto de apropiación de la lengua en esto que designábamos como
enunciación: hablamos aquí de los pronombres personales yo/tu
que permiten reconocer y definir los sujetos a partir de la
intersubjetividad que entablan. En la medida en que el lenguaje
está organizado de tal forma que permite a cada locutor
apropiarse a su vez de la lengua entera designándose como 'yo',
el discurso provoca la emergencia de la subjetividad ya que
quien enuncia actualiza formas vacías con las cuales define su
persona, definiendo al mismo tiempo un alocutario o 'tu' 37
. Vale
decir que la instancia de discurso "es así constitutiva de todas
las coordenadas que definen el sujeto, y de las que apenas hemos
designado sumariamente las más aparentes". 38 (Benveniste,
79:184) Si a esto agregamos el hecho según el cual para
Benveniste la instalación de la subjetividad en el lenguaje crea al
interior de él y fuera de él la categoría de persona, la afirmación
de Barthes cobra peso y estamos en condiciones de sostener
junto a él que asistimos aquí a una fundamentación científica
(puesto que es lingüística) de la identidad del sujeto y de su
lenguaje.

36
Los subrayados son nuestros. En este mismo sentido podemos leer: "¿Cuál es, pues, la 'realidad' a la que se
refiere yo o tú? Tan sólo una 'realidad de discurso', que es cosa muy singular. Yo no puede ser definido más que en
términos de locución, no en términos de objetos... yo no puede ser identificado sino por la instancia de discurso que lo
contenga, y sólo por ella... la forma yo no tiene existencia lingüística más que en el acto de palabra que la profiere".
(Benveniste, 79:173)
37
Recordemos aquí que de acuerdo a Benveniste, "el lenguaje es pues la posibilidad de la subjetividad, por
contener siempre las formas lingüísticas apropiadas a su expresión". (Benveniste, 79:184)
38
Cuando decimos que la categoría del "yo" es constitutiva de todas las coordenadas que definen al sujeto
apuntamos a poner de manifiesto cómo de esta forma personal dependen a su vez otras clases de
pronombres que de acuerdo a Benveniste comparten el mismo estatuto: "Son los indicadores de la deixis,
demostrativos, adverbios, adjetivos, que organizan las relaciones espaciales y temporales en torno al 'sujeto' tomado
como punto de referencia: 'esto, aquí, ahora'... tienen por rasgo común definirse solamente por relación a la instancia
de discurso en que son producidos, es decir, bajo la dependencia del yo que en aquélla se enuncia". (Benveniste,
79:183)
20

8] A partir de las conceptualizaciones de Emile Benveniste


(Benveniste:79) y del artículo de Roland Barthes (Barthes:87)
sobre el discurso histórico, estamos en condiciones de señalar
cuáles son algunas huellas de la enunciación en el enunciado: Si
partimos de las consideraciones de Benveniste, sabemos que de
las huellas que hay en el enunciado le interesan
fundamentalmente aquéllas vinculadas con el locutor habida
cuenta de lo que veíamos con respecto al lenguaje en tanto lugar
de generación de la subjetividad. Tales huellas son: los
pronombres personales "yo/tú"39; los deícticos de tiempo y
espacio (entendidos en los términos de marcas de la subjetividad
del enunciador) y los tiempos verbales. En este sentido, podemos
leer: "La presencia del locutor en su enunciación hace que cada
instancia de discurso constituya un centro de referencia
interna... Está primero la emergencia de los indicios de persona
(la relación yo-tú)... De igual naturaleza... son los indicios
numerosos de la ostensión (tipo este, aquí, etc.)... Otra serie,
tercera, de términos aferentes a la enunciación está constituida
por el paradigma entero... de las formas temporales, que se
determinan por relación con el EGO, centro de la enunciación".
(Benveniste, 79:85-86). Siguiendo con el desarrollo de
Benveniste, la temporalidad es producida en la enunciación y por
ella: el presente (o forma axial de los tiempos verbales) coincide
con el momento de la enunciación y es a partir de este tiempo
que los acontecimientos se organizan en un antes y un después.
No debemos olvidar aquí que el enunciador es el centro de
referencia en el acto de enunciación de un discurso y que es en
relación a ese "yo" que habla que se organiza el tiempo (ahora) y
el espacio (aquí)40. Por otra parte, al posicionarnos en el planteo

39
Con relación a las formas personales "yo/tú" resulta significativo el hecho de que la tercera persona (o
él) se halle en un nivel diferente y en desequilibrio con ellas, al punto de ser considerada como la no-
persona. (Ver: Benveniste, 79:172-178)
40
De acuerdo a Benveniste, los adverbios "aquí" y "ahora" delimitan la instancia espacial y temporal
coextensiva y contemporánea de la presente instancia de discurso que contiene yo. Asimismo, la deixis es
contemporánea de la instancia de discurso que porta el indicador de persona. (Benveniste, 79:174)
21

de Barthes a propósito del discurso de la historia podemos


señalar dos tipos de shifters que en los términos de este autor
garantizan el paso del enunciado a la enunciación (o al revés):
por un lado, están los shifters de "escucha" que designan
cualquier mención de fuentes, de testimonios, etc., es decir, toda
referencia a una escucha del historiador. Como ejemplos Barthes
señala los siguientes: " 'tal como lo he oído, según mi
conocimiento' "41. (Barthes, 87:164). Por otro lado, el segundo
tipo de shifters organiza el discurso en el cual se manifiesta: se
trata entonces de "organizadores del discurso" que funcionan a
la manera de los deícticos temporales o locativos de las formas
"he ahí/ he aquí". Tales shifters pueden ser: "como hemos dicho
antes, ... estas son las otras acciones dignas de memoria"...
(Barthes, 87:165) Aquí tanto los shifters del primer tipo como los
del segundo deben entenderse como orientados a referir
únicamente al propio sistema de enunciación en el que aparecen.
Sin duda, las consideraciones formuladas acerca de la anulación
de la dimensión del significado en el discurso histórico y acerca
del efecto de realidad resultan muy significativas en la medida en
que ponen de manifiesto una tensión entre lenguaje y cuerpo
aunque como sabemos, tal aspecto excede los alcances de la
presente consigna.

9] En la conferencia VIII Austin insiste en que el acto


ilocucionario es convencional. Así, podemos leer: "Debemos
advertir que el acto ilocucionario es un acto convencional".42 O
bien: "el acto ilocucionario, y aun el acto locucionario, suponen
convenciones. Algo constituye un acto de pleitesía porque es
convencional, y sólo se lleva a cabo así porque es convencional".
(Austin, 82:151). Ahora bien, ¿en qué medida Verón niega la
posibilidad de que la significación lingüística sea convencional?.
41
Para Barthes, el shifter de escucha no es privativo del discurso de la historia puesto que también es
recurrente en la conversación y algunos artificios de exposición propios de la novela tales como las
anécdotas contadas a partir de informantes ficticios que se mencionan.
42
Austin, J. (1982). "Conferencia VIII". In: Cómo hacer cosas con palabras, Paidós, Buenos Aires, p. 149.
22

En principio, se nos ocurren dos formas de entender esta


negación, formas que lejos de ser excluyentes, funcionan de
manera solidaria al interior de la formulación hecha en la
Semiosis Social:43
a) Por un lado, asistimos a la puesta en suspenso de uno de los
principios fundamentales de la teoría de los actos de habla:
hablamos aquí del principio según el cual "decir es hacer". De
acuerdo a Verón, "la asimilación del decir al hacer se convierte
en axioma no justificado, y la noción de 'acto' es rara vez
definida explícitamente".44 Más aún, la teoría de los actos del
lenguaje parece desinteresarse de los resultados en la medida en
que lo que allí se teoriza tiene que ver con el orden de lo
ilocutorio: el hacer en que consiste el decir está constituido por
actos ilocutorios y la definición de estos actos excluye toda
referencia a los resultados45: "En los 'actos de lenguaje', el
resultado no está contenido en la definición del acto; hablando
con propiedad, es 'imprevisible', pertenece al orden de lo 'no
convencional' de lo perlocutorio". (Verón, 87:174). En este punto,
aunque se argumente a favor de que la propiedad común a todas
las especies de hacer es la "intencionalidad", tal argumento
resulta insuficiente puesto que toda acción (social) al interior de
una sociedad privilegia el orden de los resultados y no el de las
intenciones. En términos de Verón: "si ciertas actividades
sociales (o hacer) están sometidas a normas reguladas por
convenciones que definen un resultado especificado, es para
asegurar este último independientemente de las intenciones de
43
Vale aquí la siguiente aclaración: en este punto del cuestionario, tal como se podrá inferir de la
respuesta que sigue, nos pareció significativo pensar en qué medida podía negarse que la significación
lingüística es convencional privilegiando no sólo lo que Verón sostiene en "La producción de la
significación lingüística (o: el gato jamás estuvo sobre el felpudo)". En otros términos, al margen de la
discusión de si lo convencional hace a la significación o bien, al metalenguaje con el que opera la
lingüística a la hora de estudiarla, pensar también aquí si la producción de sentido se lleva adelante a
partir de pactos o convenciones entre los hablantes resulta un aspecto interesante para someter a
discusión. Sobre todo, si tenemos en cuenta que hay otros factores que van más allá del orden del lenguaje
que intervienen en la producción de sentidos.
44
Verón, E. (1987). "Verdaderos y falsos performativos". In: La semiosis social. Fragmentos de una teoría de la
discursividad, Editorial Gedisa, Barcelona, p. 171.
45
Aquí vale consignar la distinción que Verón hace entre resultado y consecuencias: el primero es
convencional mientras que las segundas no lo son. (Verón, 87:180)
23

los actores que participan en ellas". (Verón, 87:175) De lo


anterior se desprende que en una teoría de los actos del lenguaje
estamos ante la formulación de un acto o de una acción
convencional cuyo resultado es impredecible (en tanto se trata
de un efecto perlocutivo) y cuyo sentido (o fuerza ilocucionaria)
es unívoco46, mientras que en una propuesta como la de Verón el
planteo es inverso: en una teoría de la acción social el acto (que
es convencional) define un resultado previsible o unívoco en la
medida en que está regulado por normas y un sentido indefinido,
puesto que toda acción social tiene muchos sentidos. Los
sentidos en Verón, no pueden ser convencionales porque son
irreductibles al orden de la intencionalidad, es decir, no pueden
ser explicados únicamente a partir de este orden, y porque de
ser así no existirían malentendidos ni ambigüedades. Más aún,
los sentidos circulan a través de los enunciados; el sentido de un
discurso no está sólo en las palabras ni tampoco está regido por
normas claras y distintas. En este sentido, asistimos a una "re-
definición" de los enunciados performativos, los cuales son
designados por Verón como "verdaderos performativos": aquí el
hacer al que están asociados los mismos tiene que ver con actos
institucionalizados. Vale decir que, el resultado está garantizado
mucho más allá de la intención del locutor47. O lo que es lo
mismo: los verdaderos performativos nunca son exclusivamente
lingüísticos ya que tienen un componente extra-lingüístico (sea
jurídico, sea institucional) que asegura la convencionalidad del
resultado. Leemos en Verón: "el hacer al que está asociado un
verdadero performativo jamás es puramente lingüístico; hay
siempre otros actos (gestos, operaciones prácticas y condiciones
contextuales diversas) que son tan necesarios como la misma

46
Esto es puesto que se considera que el significado es absolutamente intencional. Vale decir, los
enunciados significan porque hay intención de que signifiquen algo: para que un enunciado signifique se
debe reconocer la intención con la cual ha sido enunciado. O lo que es igual: se trata de reconocer la fuerza
ilocutiva exacta del mismo.
47
Y si la intención estaba asociada al sentido en la medida en que a la hora de desentrañar el significado se
trataba de reconocer la fuerza ilocutiva de los enunciados, el sentido no está definido únicamente en el
orden de lo lingüístico sino que depende de factores que están más allá del lenguaje.
24

fórmula". (Verón, 87:180) Del mismo modo, para Verón el orden


del sentido es irreductible al orden del hacer. Más aún, no
estamos en condiciones de prever los efectos de sentido de un
discurso puesto que los mismos admiten muchas lecturas: no se
agotan en lo lingüístico como tampoco empiezan en este orden 48.
Por lo tanto deben ser analizados atendiendo o bien a sus
condiciones de producción, o bien, a sus condiciones de
reconocimiento. Si decimos que el sentido también es social no
cabe dudas del por qué Verón niega las posibilidades de que la
significación lingüística sea convencional49: el sentido no existe
en la intención del sujeto hablante o en el reconocimiento de esa
intención. El problema del sentido social sólo puede analizarse
desde una perspectiva interdiscursiva y no desde una
perspectiva oracional. Así, podemos leer en Verón:
"la vida social no se rige solamente por convenciones
como las que identificamos asociadas al orden del 'hacer';
muchas actividades sociales 'no son' del orden del hacer, 'se
rigen', dicho de otro modo, 'por normas que no incluyen una
definición convencional de los resultados de la actividad... La
historia, la sociedad, la cultura, sólo se encuentran en lo
que produce sentido en el seno de los intercambios, de las
interacciones diversas, de las instituciones, de las relaciones
sociales; en otras palabras, en los discursos."50 (Verón, 87:188)

b) Por otro lado, la segunda forma de entender por qué la


significación lingüística no puede ser convencional tiene que ver
con el hecho de que es irreductible a la noción de acto en
general y la de acto de referenciación en particular. En los
términos de Verón, uno de los componentes esenciales de la
lingüística en tanto objeto es precisamente la significación: aquí
48
A esta altura la noción misma de intención ya ha sido puesta en crisis habida cuenta de que en una
teoría de los actos de habla se presupone que los enunciados tienen una sola fuerza ilocutiva cuyo
reconocimiento vendría a definir el sentido. Sin embargo, sostener junto a Verón que el sentido es
indefinido es lo mismo que decir que el mismo no depende de la fuerza ilocutiva. Y de ser así, tampoco
estaríamos ante una sola fuerza ilocutiva.
49
A propósito de esto leemos: "Los teóricos de los actos del lenguaje no prueban nunca la existencia de las
convenciones cuya existencia postulan a fin de interpretar tal o cual expresión lingüística... proceden como si bastara
apelar a la intuición lingüística del sujeto hablante para resolver la cuestión". (Verón, 87:182) Más aún, la
significación lingüística no puede ser convencional pues como señala Verón el sentido siempre sería
unívoco y no habría lugar a confusiones y a esta altura, sabemos que no estamos en condiciones de
sostener una afirmación como ésta.
50
Los subrayados son nuestros.
25

se trata entonces de pensar cuáles son sus condiciones de


producción habida cuenta de que la significación lingüística no
es directamente observable. En este sentido, estamos frente a la
puesta en juego de una teoría de los discursos sociales para
explicar el problema de la convencionalidad atribuida a la
significación: en la actividad del lenguaje sólo existe el sentido
discursivo. Cuando hablamos de lingüística hablamos de un
meta-lenguaje y el objeto que es abordado para su estudio se
sitúa en otro nivel: las frases que analiza son un recorte operado
para estudiar el lenguaje; constituyen un lenguaje-objeto. Del
mismo modo, el sentido literal no existe en tanto hecho; no
aparece nunca en la factualidad del lenguaje. Por el contrario, el
sentido literal es también construido como objeto. Si la frase es
un objeto de investigación construido, se suspende la capacidad
de referenciación de la misma al exterior del metalenguaje que la
define, vale decir, se suspende la sujeción a valores de verdad. Y
si, como señalamos, el sentido literal no se da en la factualidad
del lenguaje, tampoco puede ser sometido a valores de verdad en
tanto y en cuanto únicamente aparece en la red discursiva que
configuran los discursos científicos sobre el lenguaje51. En otros
términos, la frase-objeto queda fuera del circuito de la
comunicación. Leemos en Verón: "El lingüista propone frases-
objeto y las analiza... Resulta claro en todo caso que, si existe
significación lingüística en dichas frases, no es en virtud de un
'acto' producido por un locutor cualquiera: el soporte de la
significación literal hecha visible de ese modo es el dispositivo
complejo de reglas interdiscursivas e institucionales que
caracterizan el contrato de referenciación de la lingüística como
ciencia.... La significación lingüística sólo es 'accesible' mediante
51
En este sentido leemos en Verón: " Como cualquier discurso científico, el de la lingüística denota sus objetos y
efectúa operaciones de referenciación: ello quiere decir que describe las condiciones bajo las cuales el objeto, o tal o
cual de sus propiedades, se volverán observables...Operando, en el plano de su metalenguaje, una referenciación, el
lingüista 'hace aparecer' su objeto. Tales o cuales propiedades ... se hacen visibles de ese modo 'para todo sujeto que
reproduce las condiciones descritas en el programa de referenciación'". (Verón, 87:215). Nótese cómo si bien se
habla de referenciación, la misma sólo es posible al interior del metalenguaje creado por el lingüista por
medio del cual hace aparecer a su objeto de estudio. Este último, no tiene relación con la "actividad del
lenguaje" sino que constituye un recorte operado sobre ella.
26

un conjunto complejo de operaciones discursivas sometidas a


convenciones... estas convenciones son las que rigen la actividad
analítica del lingüista". (Verón, 87:218) Siguiendo con el hilo
argumentativo de este autor, la significación lingüística sólo es
accesible mediante operaciones regidas por las convenciones que
definen el juego de discurso de la ciencia en cuestión, en este
caso la lingüística en tanto ciencia del lenguaje. Más aún, el
carácter convencional se atribuye aquí a las condiciones de su
producción, "no a la significación lingüística misma, sino al
metadiscurso necesario para tratar las frases-objeto en
que aquélla aparece".52 (Verón, 87:219). Vale decir,
únicamente podemos hablar de convención para referirnos al
metalenguaje de la lingüística pero no a la hora de hablar de la
producción de sentido.

10] Como sabemos, en Grice estamos frente a una de las


derivaciones de la teoría de los actos de habla de Austin. En el
marco de la formulación hecha por Grice el significado
lingüístico es absolutamente intencional: para que un enunciado
signifique se debe reconocer la intención con la cual es realizado
o puesto en circulación. Vale decir, se debe reconocer la fuerza
ilocutiva exacta del mismo. Ahora bien, ¿en qué sentido
hablamos aquí de intención? Más aún, ¿cómo está caracterizada
dicha noción?. En principio, apoyándonos en Recanati53, digamos
que tal concepto podría dar cuenta de la "reflexividad
ilocucionaria" de un enunciado. O lo que es igual: si todo
enunciado se presenta de forma reflexiva y señala como debe ser
captado, es a partir de reconocer la intención que podemos
definir la fuerza ilocucionaria de la que está dotado dicho
enunciado. Aquí aunque un término como "significar" pueda
tener varios sentidos diferentes, a Grice le interesa un tipo

52
El subrayado es nuestro.
53
Recanati, F. (1981). "La intención reflexiva y los sobreentendidos". In: La transparencia de la enunciación,
Hachette, Buenos Aires, págs. 147-162.
27

particular de significación que designa como "significación nn" y


que le permite definir (caracterizar) cómo debe ser entendido el
concepto de intención. Así, de acuerdo a Grice, en los casos de
"significación nn" "el reconocimiento de la intención de significar
del emisor, por parte del receptor, no sólo es compatible con la
realización, sino que además es una condición necesaria: no
llego a significar 'significación nn' alguna cosa a alguien, a menos
que llegue a hacerle reconocer mi intención de significarle algo".
(Recanati, 81:151). Más aún, el reconocimiento de la intención
de "significación nn" es una condición sine qua don de su
realización: " Significar nn algo, dice Grice, es significarlo
mediante el reconocimiento (por parte del receptor) de la
intención que se tiene de significarle algo; y tener la intención de
significar algo, es tener la intención de significarlo mediante el
reconocimiento de esta intención". (Recanati, 81:151) En este
sentido, un acto ilocucionario (en los términos de Austin) no está
consumado a menos que sea bien captado por el receptor, sin
malentendido en cuanto a su fuerza ilocucionaria. A esta altura,
surgen algunas cuestiones a tener en cuenta que apuntan a
poner en consideración la pertinencia y/o la eficacia de un
concepto como el de intención como categoría básica a la hora
de analizar los enunciados. Es decir, ¿en qué medida puede
darse cuenta de la intención de un enunciado? ¿dónde buscar las
marcas de la intención? ¿estamos en condiciones de predicar que
todo enunciado tiene solamente una fuerza ilocutiva que define
su sentido?. Surgen aquí dos elementos a tener en cuenta: a) la
noción de implicaturas conversacionales y la cuatro máximas
definidas por Grice54; b) la presuposición en toda conversación de
un principio de cooperación entre los hablantes. Vale decir, en la
medida en que la comunicación humana sería de carácter público
no se puede participar en un intercambio discursivo "sin hacer
54
Tales máximas son las de cantidad, calidad, relación y modalidad y se apoyan en una concepción del
discurso en tanto actividad reglada y conducen a Grice a establecer el principio cooperativo. Leemos en
Recanati, a propósito de esto: "que tu contribución conversacional sea la que requiera en el momento en que
acaezca, el propósito o la dirección del intercambio lingüístico en el que estás involucrado". (Recanati, 81:159)
28

públicas sus intenciones, sin mostrar el tipo de contribución que


se pretende hacer" (Recanati, 81:154). En consecuencia, todos
tenemos un conocimiento de la relación entre las intenciones y lo
lingüístico: aquí debemos ubicar la noción de implicaturas
conversacionales. Del mismo modo, toda conversación está
regida por un principio de cooperación entre los hablantes en
tanto habría un esfuerzo por comunicarse: cuando esto no
funciona, estamos en condiciones de inferir información y de
definir que acto ilocutorio se está operando a partir del contexto.
Junto a lo anterior, encontramos también la presunción que todo
aquél que interviene discursivamente se ajusta a las reglas:
estamos entonces frente a lo designado como "presuposición del
respeto de las reglas".
Ahora bien, ¿acaso esta forma de entender el funcionamiento
discursivo no tiene más que ver con un estado ideal del mismo y
no con lo que efectivamente se lleva a cabo en el "habla
concreta"55?. En nuestra opinión, la formulación de Grice y en
particular el concepto de intención, resulta insuficiente para dar
cuenta del análisis de los enunciados al menos por tres razones:
1) presupone el cumplimiento de reglas y de una cooperación
entre los interlocutores, lo cual es difícil de sostener habida
cuenta de que en los enunciados ponen en juego toda una serie
de modalidades (en los términos de Greimas) que tienen como fin
volver al enunciado particular en un objeto de valor o aceptable
para el alocutario. Es decir, al parecer la presuposición es
inversa puesto que se trataría más bien de "convencer" al otro.
2) Derivado de lo anterior, sostener un principio de
colaboración elimina las situaciones de conflicto que pueden
aparecer asociados a todo enunciado y con ello la dimensión del
poder o de los efectos de lo discursivo56.

55
Recordemos aquí que una de las críticas más fuertes a esta formulación teórica deviene del problema
central según el cual se trabaja con enunciados creados por el propio lingüista y no se buscan enunciados
en muestras de "habla concreta".
56
En este sentido, si consideramos al enunciado en los términos de lo que queda como resultado de una
puesta en discurso, los desarrollos de Foucault en relación a lo discursivo resultan esenciales no sólo
29

3) Al hacer hincapié en la intencionalidad presupone una sola


fuerza ilocutiva al interior de cada enunciado, por lo cual el
sentido se presentaría siempre como unívoco, al tiempo que
desconoce la incidencia de los interdiscursivo y de lo
extradiscursivo (Instituciones y actores sociales) en la asignación
de sentido.

porque pone en juego una noción como la de formaciones discursivas, las cuales a su vez vendrían a
regular el funcionamiento y la producción de sentido, sino porque pone de manifiesto que existe toda una
serie de restricciones (sean sociales, sean lingüísticas) que funcionan al interior de los discursos. Y es aquí
en donde las situaciones de conflicto ligadas al sentido aparecen de manera pronunciada y en donde
resulta significativo preguntarse por quién, cómo, qué y desde qué posición se habla cuando se habla.
30

B) SEGUNDA PARTE:
1] Si pensamos hasta qué punto Martinet podría suscribir a
una noción como la de Gramática Universal de Chomsky las
posibilidades que se presentan son prácticamente muy pocas 57.
Como ya hemos señalado con anterioridad, la gramática
universal debe ser entendida en los términos de una facultad
lingüística innata que es del orden de lo biológico y que
determina estructuras generales a todas las lenguas. Vale decir,
se trata de una estructura común habida cuenta de que habría
principios universales definidos por necesidad biológica y que
son privativos del hombre en tanto especie58: hablamos aquí del
módulo del lenguaje en tanto base común a todas las lenguas.
Módulo cuyo componente central tiene que ver con el orden de la
sintaxis, al punto que para la gramática generativa
transformacional chomskyana el sujeto nativo que habla al
interior de una lengua particular opera a partir del conocimiento
de un conjunto de reglas más un conjunto de cuatro categorías:
nombre, adjetivo, verbo y preposición. Este conjunto de reglas
sumado a las cuatro categorías que acabamos de mencionar
constituyen la facultad lingüística (o gramática universal) que se
presenta como un saber específico y universal del hablante
nativo59. Ahora bien, si en Chomsky la facultad lingüística es
innata y la misma presupone la existencia de principios
universales comunes a todas las lenguas, ¿es posible pensar que
un Martinet pueda adherir a tal formulación? Y de no ser posible,
¿habida cuenta de qué elementos fundaríamos esta
imposibilidad?. En principio, resulta significativo aquí el hecho
de que para Martinet la lengua (y por extensión, cada lengua)

57
La presente respuesta corresponde a la pregunta que en el cuestionario está designada como n º 12.
58
Razón por la cual en el caso de Chomsky se atribuye la facultad del lenguaje únicamente al hombre y en
el caso de los animales se habla en los términos de sistemas de comunicación (y no de lenguaje).
59
Como apuntáramos antes, una de las reglas básicas de la G.U. es aquélla que permite formular una
oración nuclear (del tipo sujeto-verbo-predicado) a partir de la recursividad: no existe la creatividad desde
la nada sino la aplicación de reglas, razón por la cual cualquier sujeto puede producir aquello que nunca
ha constituido un dato del entorno. Vale decir, las emisiones hechas por el hablante no son producto de un
estímulo sino la aplicación de reglas contempladas en la G.U.
31

debe ser entendida como un "instrumento" de comunicación


"con arreglo al cual la experiencia humana se analiza, de
modo diferente en cada comunidad, en unidades dotadas de
un contenido semántico y de una expresión fónica... (etc.)"60
(Martinet, 74:28-29). En otras palabras, a cada lengua le
corresponde a una organización particular de los datos de la
experiencia ya que el lenguaje no supone un calco de la realidad.
Si hablamos de una organización particular de lo real que difiere
de una lengua a otra estamos, como apuntamos antes a propósito
de Saussure (salvando las diferencias de cada posición), frente a
una operación que viene a desmontar las posibilidades de hablar
de lengua como nomenclatura en la medida en que aprender otra
lengua supone algo más que aprender una correspondencia entre
una serie de vocablos de dos sistemas diferentes. En este
sentido, no estamos en condiciones de sostener que haya algo
común a todas las lenguas pues presupondríamos que el mundo
en su totalidad se clasifica con anterioridad a la visión que de él
tienen los sujetos. Aquí, si de buscar algo común a todas las
lenguas se trata, podría argumentarse a favor de la doble
articulación del lenguaje ya que toda lengua se manifiesta en dos
planos diferentes, los cuales a su vez configuran la economía del
sistema. Sin embargo, este rasgo de la articulación a nuestro
juicio no resulta suficiente para fundar una adhesión a la teoría
chomskyana, sobre todo porque ésta última funda los principios
universales de todas las lenguas naturales en una facultad
lingüística que debe entenderse como un fenómeno inscripto en
el orden de lo biológico. Vale decir, se trata de información
genética que hace que el lenguaje sea innato y que en el módulo
del lenguaje pueda encontrarse la base común a todas las
lenguas. En Chomsky estamos ante un planteo que se posiciona
en el orden de lo cognitivo y por eso resultan esenciales las
indagaciones acerca de qué constituye el conocimiento de

60
El subrayado es nuestro.
32

lenguaje, de cómo se produce el proceso de adquisición del


lenguaje y al mismo tiempo cómo se utiliza ese conocimiento. Si
a esto agregamos el hincapié que se hace en el plano de lo
sintáctico al punto de hacer depender de él, los órdenes de lo
semántico y de lo morfológico, la distancia que separa a un
Martinet de un Chomsky parece ser demasiada. Más aún, si
pensamos que en Martinet hay algo del orden de lo social puesto
en juego habida cuenta de que la lengua es un instrumento de
comunicación. Y como sabemos, en Chomsky lo social no resulta
pertinente a la hora de aprehender esa facultad del lenguaje
innata que de acuerdo a su teoría, se encuentra ubicada en la
"mente-cerebro".

Prof. Cristian Cardozo.


33

Bibliografía:
Austin, J. (1982). "Conferencia VIII". In: Cómo hacer cosas con
palabras, Paidós, Buenos Aires.
Barthes, Roland. (1987) "El discurso de la historia"; "Por qué me
gusta Benveniste". In: El Susurro del lenguaje. Más allá de la
palabra y de la escritura, Paidós, España, págs. 163-177 y
205-210, respectivamente.
Benveniste, E. (1979) Problemas de lingüística general, Siglo XXI,
México. Tomo I: "La naturaleza de los pronombres" (págs.
172-179); "De la subjetividad en el lenguaje" (págs. 179-187).
Tomo II: "El lenguaje y la experiencia humana" (págs. 70-81) y
"El aparato formal de la enunciación" (págs. 82-91)
Chomsky, N. (1989). "El conocimiento del lenguaje como objeto de
investigación". In: El conocimiento del lenguaje, Alianza,
Madrid, p. 14-28.
Ducrot, O. (1984). "La enunciación". In: El decir y lo dicho,
Hachette, Buenos Aires, págs. 133-147.
Hjelmslev, L. "Expresión y contenido". In: Prolegómenos a una
teoría del lenguaje. Ed. Gredos, Madrid, p.73-89.
Martinet, A. (1974). "La lingüística, el lenguaje y la lengua". In:
Elementos de Lingüística General. Gredos, Madrid, p. 11-37.
Recanati, F. (1981). "La intención reflexiva y los sobreentendidos".
In: La transparencia de la enunciación, Hachette, Buenos
Aires, p. 147-162.
Saussure, F. (1976). Curso de Lingüística General, Losada, Buenos
Aires.
Trubetzkoy, N. S. "Prólogo a la edición española". In: Principios de
Fonología, Editorial Cincel, Madrid, p. XIII-XXVII.
Verón, E. (1987). "Verdaderos y falsos performativos", "Entre la
producción y el reconocimiento: el impasse de la pragmática
no convencionalista", "La producción de la significación
lingüística (o: el gato jamás estuvo sobre el felpudo)". In: La
semiosis social. Fragmentos de una teoría de la discursividad,
Editorial Gedisa, Barcelona, págs. 170-221.

También podría gustarte