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Historia externa
1 Anotaciones marginales a unas homilías y un penitencial escritos en latín que Menéndez Pidal databa en
el s. X y más recientemente filólogos como Díaz y Díaz sitúan en el siglo XI. La lengua que reflejan estos
documentosAmuestran claramente un romance castellano-riojano@ (C. Hernández, J. Fradejas, et al., Las
Glosas Emilianenses y Silenses, p. 64), si bien es cierto que esta afirmación no ha hallado tanto consenso
como otras ya que el romance que muestran es un híbrido (Lapesa en su Historia afirma que Aestán
escritas en dialecto navarro-aragonés@). El hecho innegable es que son el primer documento escrito en la
lengua romance vernácula.
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Por lo tanto, para explicar los verdaderos orígenes del español habría que
remontarse a los pobladores de la Península, los considerados pueblos indígenas,
que tenían distinta procedencia y lenguas diferentes. Lo cual también es necesario
para entender la actual situación lingüística de la Península Ibérica.
En el Nordeste, a ambos lados de los Pirineos, se hablaba una lengua que aún
sobrevive en el vasco cuya procedencia no está todavía muy clara. En el Levante
habitaron los iberos, cuyo origen es probablemente norteafricano. En el Sur de la
Península (la costa de lo que hoy es Andalucía y el Sur de Portugal), los tartesios. En
el Centro y Noroeste, pueblos de origen ligur2. También habitaron el Sur y el
Levante de la Península Ibérica los fenicios y los griegos. En el siglo VII a. C. los
celtas llegaron a Hispania desde lo que hoy sería el sur de Alemania, se fueron
asentando en Galicia, Portugal, y al Sur en el Norte de Andalucía. Más tarde se
mezclaron con los íberos en la zona central peninsular formando la región
Celtibérica.
Las lenguas habladas por todos estos pueblos no se han conservado. Son
conocidas como lenguas prerromanas pues, tras la romanización de la Península (a
partir del desembarco de los Escipiones en el año 218 a.C.), pasan a ser el sustrato
lingüístico sobre el que se desarrollará el latín hispánico. Los únicos restos de su
existencia son algunos topónimos que, más o menos alterados, se mantienen desde
sus orígenes3.
2 Procedentes al parecer del Centro de Europa y también asentados en parte de Italia.
3 Los fenicios fundaron ciudades como Cádiz o Málaga que aún conservan el nombre: Cádiz se
fundó (como Gadir que significaba >recinto amurallado=) en el año 1110 a. C., es una de las ciudades más
antiguas de Europa; otros topónimos de la misma procedencia son Málaga (Malaka >fábrica, factoría=),
Sidón, hoy Medinasidonia, o Abdera, hoy en día Adra. Algo más tarde, los cartaginenses fundaron en
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De otro lado, en el latín, como se ha dicho, existía una vertiente culta, y una
rústica, vulgar. En cada territorio conquistado, además, el latín adquiría nuevos
matices, debido a la influencia de las lenguas de sustrato de los antiguos habitantes.
En Hispania, la diversificación de la lengua latina fue notable también debido al
hecho de que la conquista fue muy desigual por zonas.4
Por lo tanto, el latín hispánico de cada zona presentaba ya unas características
derivadas de su situación histórica, pero en general su evolución estuvo controlada
por la constante comunicación con la metrópoli y, aunque las variantes dialectales
eran patentes, no hubo una diversificación del idioma hasta la desmembración del
Imperio en el s. V con la invasión de los pueblos germánicos 5.
Fue el final de la dominación latina y de la unidad de la lengua (que ya no era
el latín clásico), la comunicación con Roma se rompió y el latín vulgar de Hispania
quedó aislado y, en palabras de Lapesa, “abandonado a sus propias tendencias”.
Los nuevos conquistadores, los godos (que dominaron hasta el s. VIII) no
tuvieron una influencia cultural tan poderosa como los romanos y la lengua latina,
diversificada en lenguas romances, no sufrió grandes cambios por la influencia del
pueblo dominante, entraron germanismos en la lengua como guerra, heraldo, guisa,
ganar, guardar, burgo, etc. pero exceptuando esta pequeña contribución léxica,
lingüísticamente no tuvieron un influjo importante.
En el siglo VIII, las tribus árabes entran por el Sur permaneciendo en la
Península durante 8 siglos. Estos pueblos conquistan en tan sólo siete años casi toda
la Península y llegan hasta el Sur de Francia, dejando un último reducto de
resistencia goda en las montañas del Norte. La lengua y la cultura árabe sí dejaron
una profunda huella. La entrada de los préstamos árabes en castellano ocurre sobre
todo durante el siglo XIII en plena Reconquista. El elemento árabe tiene mayor
Levante la Nueva Cartago (hoy Cartagena) y Portus Magonis (hijo de Asdrúbal), hoy Mahón. También es
de origen púnico el nombre de Hispania que significaba >tierra de conejos= o Ibiza (Ebusus) >tierra de
pinos=. Los griegos, deplazados en principio por los fenicios, también establecieron colonias en Levante,
fundando ciudades como Alicante y Ampurias.
4Los habitantes del Sur y Levante opusieron poca resistencia, mientras en el N -zona de
cántabros y astures- la conquista no fue completada hasta el año 19 a.C. con la llegada de Augusto. En un
primer momento la llegada de los terratenientes, maestros y funcionarios de nivel alto se centró en las
zonas costeras, que pusieron poca resistencia a la colonización: la Bética, la Cartaginense y la
Tarraconense, pues eran zonas con gran costumbre comercial y cultural que pronto se acostumbraron a la
romanización. Mientras, por otro lado, en el interior de la Península, la resistencia fue mayor y, por tanto,
fue mayor la presencia del ejército.
5 Suevos, vándalos y alanos, primero, y visigodos algo más tarde.
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lengua que hablaban tantos pueblos en lugares tan alejados. La tarea de la Academia
ha sido la de sentar las bases para el mantenimiento de la unidad de la lengua
común. Pero, aunque en un primer momento parecía que su objetivo era el de
sancionar los usos transgresores y apoyar una gramática normativa, la Academia ha
ido acogiendo nuevas tendencias, aceptando ciertas modificaciones, neologismos e,
incluso, coloquialismos en su Diccionario, apoyando así una gramática más
descriptiva menos normativa, y más abierta al uso de los hablantes.