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Al finalizar la independencia, las nuevas naciones que buscaban conformarse

como estados, estaban plagado de irregularidades, de una violencia que se vivía con
cotidianeidad en todos los sectores hispanoamericanos; en donde grupos que se habían
mantenido sometidos se transformaron “…en el relato de “sangre y horror”” (Halperin,
pág. 136). Por el cual, se procedía con la violencia popular anónima de levantamientos y
enfrentamientos “…entre “montoneras (…) y regimientos gubernamentales; saqueos
que se concebían como “botín” del bando triunfante” (Gallego, pág. 103) que en gran
parte eran conformados por las elites criollas. En síntesis el autor expresa que esta
situación desencadena la necesidad de “…difundir las armas por todas partes para
poder mantener un orden interno tolerable…” (Halperin, pág. 137).

Si de personajes hablamos en esta primera parte se encuentra Agustín Iturbide


con su Plan de Iguala y la independencia mexicana de 1821; que proponía un “pacto
trigrante” que aceptaba el objetivo independista de la insurgencia, pero no de sus
medios. Una continuidad que se evidencia es la protección a los sectores superiores y
poderosos “…a los viejos militares, (…) a los españoles que residían en México, (…) y
a la Iglesia Católica”. (Gallego, pág. 104). Además de mantener el “…catolicismo
como religión oficial” (pág. 104). Por lo tanto, en cuanto a las rupturas, podemos decir
que se elimina la autoridad real suprema, y el ejército se convierte “…en el arbitro de
poder de la nueva nación”. (pág. 104).

En una segunda parte, se encuentra Juan Manuel Rosas, una figura que se
incrusta en la vida publica y privada del país argentino, que “…si bien no existía una
organización constitucional (…) la confederación argentina existía de facto bajo el
dominio de Rosas” (Gallego, pág., 105) con un fuerte liderazgo caudillista,
especialmente en la campaña, en donde el poder se concentra en mano de unos pocos,
“…ejerciendo un poder autoritario.” (Gallego, pág.105) con métodos sumamente
represivos; pues aquellos que él consideraba traidores a la patria, según el “enemigos”,
eran sometidos al exterminio, ejecución o prisión, y mantiene bajo su poder a las tribus
amigas y aliadas ya que era más económico que las tropas.

Por último, al señalar las diferencias entre las independencias, se encuentra el


caso de Brasil, un poco distinta a la de sus vecinos sudamericanos, principalmente
porque en Brasil había un control central de la colonia en una única capital; tal vez
debido a que el Imperio portugués necesitaba mantener la nación como colonia para
continuar existiendo como un país estable y políticamente fuerte; y “…esa propia
fragilidad del lado colonial…” (Barreneche, pág. 48) definió la manera en que este se
fue desarrollando. En donde, primero solo existió un territorio que luego se convierte en
lo que comprendemos como Brasil. A modo de síntesis, la diferencia está en su intrépida
declaración como nación “…a partir de un imaginario que excluía al pueblo de manera
explícita en aquellos primeros años” (Barreneche, pág. 49).

Bibliografía:

 Halperin Donghi, T. (1998) “Historia contemporánea de América Latina”


Madrid, España. Ed: Alianza Editorial S.A.
 Gallego, M; Eggers-Brass, T; & Gil Lozano, F. (2006) "Historia
Latinoamericana 1700-2005. Sociedades. culturas, procesos políticos y
culturales" Bs. As. Argentina. Ed: Maipue.
 Barreneche, O; Bisso, A; & Troisi, J. coordinadores (2017) “Historia de
América Latina. Recorridos temáticos e historiográficos: siglos XIX y
XX" La Plata, Argentina. Ed: Edulp (Editorial de la Universidad de La
Plata).

Cantidad de palabras: 483

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