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Marcel Mauss 2012 Ensayo sobre el don.

Forma y función del intercambio en las sociedades


arcaicas. Buenos Aires: Katz (1923-1924).

1. Intercambio arcaico.
En el estudio de las formas de intercambio y contrato en sociedades “primitivas” o
“arcaicas” se mezclan instituciones económicas, religiosas, jurídicas y morales,
fenómenos estéticos y morfológicos, constituyendo “fenómenos sociales totales” (Mauss,
2012: 70 y 153-154). Dentro de esa interinstitucionalidad omniabarcadora, o extensa,
específicamente se estudiará la cuestión sobre “cuál es la regla del derecho y del interés
que, en las sociedades de tipo atrasado o arcaico, hace que el presente recibido sea
obligatoriamente retribuido”, “qué fuerza hay en la cosa que se da, que hace que el
donatario la devuelva” (71).

Se trata, no de una ausencia del mercado, sino de otro tipo de mercado, con su economía
y su moral, que está subyacente en las formas contemporáneas de economía y sociedad
(72). [Lo que, a partir de Marx, constituye un “patrimonio comunitario” del “trabajo
vivo” subyacente y constitutivo del “trabajo”, aquí Mauss lo ve en el “mercado” de
intercambio. La diferencia está en que lo que para Marx es no-capital, para Mauss es la
arqueología del mercado capitalista. Lo que en Marx es un ethos en el medio natural,
para Mauss es una fuerza moral.]

Esto es llamado por Mauss un estudio de “historia social” (72). En aquel “otro mercado”,
no son individuos los que se obligan mutuamente, intercambian y contratan, sino
colectividades (directamente o por intermediarios) (74); e intercambian no sólo bienes
económicos, sino fiestas, ayudas militares, rituales…; y lo hacen de forma voluntaria y
obligatoria a la vez: “dones contractuales”. Todo esto constituye el “sistema de prestaciones
totales” (75), colectivas y de múltiples bienes. Pero esta reciprocidad del don no es algo
“primitivo” sino “arcaico”: está en la base de toda economía y de toda vida social:

“Es, sobre un sistema de obsequios ofrecidos y retribuidos en plazos, que son edificados,
por un lado, el trueque (acercando los tiempos del don y la retribución) … y, por otro, la
compra y venta (a plazos y al contado) … y también el préstamo (146).

2. El don y el intercambio.
Mauss destaca, en la expresión kwakiutl (no chinook) “potlatch” (cuyo significado sería
“alimentar”, es decir: dar, y “lugar donde uno se sacia”, es decir: recibir [este dar-recibir para
Mauss ya anuncia la recíproca del recibir/dar al dar/recibir como reversibilidad cerrada
de la relación]), el principio de rivalidad y antagonismo, y la destrucción suntuaria para
eclipsar al rival; el potlatch constituye una forma de “prestaciones totales de tipo
agonístico” (152-153). Lo que está en juego en estas prestaciones es el “mana” o fuerza
de autoridad y respeto, principalmente referido a humanos y dioses (155), y el
“espíritu” (maorí “hau”: viento de regreso, retorno, vuelta a la tierra, al suelo, a la
selva, principalmente referido a animales, plantas y objetos) que circula en las
prestaciones, intensificando los gestos mutuos y los objetos intercambiados (158-160).

[En ese viento, hau, hay una fuerza relacional de pliegue, de vuelta-sobre, de torsión
plástica constitutiva de la “cosa”, de composición, de participación (más que de
“relación”), devenires involutivos (Deleuze y Guattari). En verdad, no hay “cosa”, sino
don, nunca unilateral, monológico, cayendo en el vacío (no sería don sino negligencia),
siempre componiendo y participando, deviniendo otros, sacrificial en su desgaste.]

El potlatch se encuentra extendido en un amplio mapa: el kula de los Trobriand es un


potlatch.

Los tres momentos del potlatch: 1. obligación de dar; 2. obligación de recibir; 3. obligación
de retribuir lo recibido (154), ejercen su fuerza uno sobre otro en ambas direcciones.

Los efectos del potlatch no actúan sólo sobre las comunidades y las cosas, sino también
sobre la naturaleza, porque son los dioses quienes hacen el don original. [Aunque Mauss
va a comprender esto en su estructura, metafórica y/o analógicamente, es decir desde
la posición teórica de una inteligencia abstracta. Precisamente en este sentido, aunque
yendo más lejos de/que la interpretación de Mauss, la destrucción, el gasto, el derroche,
la glorificación/humillación indican una apuesta a la prodigalidad de la naturaleza,
que, más que hacerlos posible en retribución, queda librada a su suerte como riesgo y
salto que buscan conmover/aterrar a los dioses naturales, como ruego y conjuro.

Tal vez esto es lo percibido por Occidente como “no-civilizado” en el potlatch


(Fernando Giobellina Brumana parafrasea, en el Estudio Preliminar. El don del ensayo,
2009, a I. Schulte-Tenkhoff, Potlatch: conquête et invention. Réflexion sur un concept
anthropoloqique (Lausana: Editions d’en Bas, 1986, p. 56 ss.):

“Las autoridades políticas y religiosas canadienses establecieron, a mediados del siglo


XIX, una ley que prohibía la realización del potlatch, ley que se mantuvo hasta alrededor
de 1950; el potlatch, decían misioneros y políticos, hacía que los aborígenes se
mantuviesen en la miseria y no emprendiesen el camino de la civilización” (Giobellina
Brumana, en Mauss, 2012: 45-46).]

[Pero el énfasis de Mauss no va a estar en las relaciones extra-sociológicas, sino en la


evolución que ha llevado al comercio hacia la paz social, la equidad (la Mesa Redonda
del Rey Arturo), la civilidad, el civismo, que fundan ya en nuestros días una
“sociedad” y una “sociología” modernas (278-279). Le preocupa la reducción de la vida
social al individualismo de lo “útil”. Es necesario, como conclusión de moral y contra
el “utilitarismo” de la economía moderna (266), volver a una nueva solidaridad
(Durkheim), no tradicional, pero arcaica, como “roca” de toda vida social: la
solidaridad del don(-recepción-retribución), una obligación constante e infinita de
devolver, una moral del intercambio (263-264). (Y en ello, en su “socialismo”, no
atiende al momento de la producción y distribución, señalado por Marx como
desposesión; como criticara la posición “materialista” de la Antropología Económica,
se queda en el momento de circulación y consumo.) De este modo, el don se reduce a
intercambio, y toda economía sacrificial (todos los “potlatch”) es antecedente
homogéneo del mercado. (Percibo cierto espíritu frazeriano de una narrativa de
coleccionista moderno, deslizándose interpretativamente en las aguas semiológicas
de los fragmentos culturales.) Rige allí epistémicamente un afán de continuidad
arqueo-lógica de hallar los “soles negros” o “apagados” categoriales en el “origen”
homogéneo (no “genealógico” nietzscheano); no un arcaísmo anacrónico, que haría
ruptura y diferencia.]

[Pero, más acá del “intercambio” (en el potlatch, no tan evidente en el kula), hay, en
el aplastar al otro con el don o con el sacrificio (don destruido), la generación de un
clima de conmoción, de un sentimiento conmovedor (como suele suceder en la
búsqueda del perdón como estar-atravesado-por-el-don, o del “pedirse” andino) o
aterrador, una lucha y una guerra que no aferra propiedad y riqueza, sino que batalla
en/con el sentir, a punta de sentir (ver Los Miserables, Victor Hugo), y que resitúa el
“honor”, la gloria, en otra formación de poder no vuelta sobre sí, negando el circuito
del intercambio en una potencia de don que interrumpe su continuidad cíclica. ¿Se
trata de la “obligación de dar”, o de la radicalidad del don: la radical fuerza del don y
el pertenecerle?

El don niega el intercambio. Los cobres blasonados (uno de los valiosos intervinientes
en el potlatch), cada uno de ellos, es un ser entre otros seres y aumenta su valor al
pasar por los potlatch, participación y composición de multiplicidades en un plan de
consistencia. En un registro de Boas, hacia 1906-1910, “el valor del cobre Lesaxalayo
era de 9.000 mantas de lana de 4 dólares cada una, 50 canoas, 6.000 mantas con botones,
260 brazaletes de plata, 60 brazaletes de oro, 70 aros de oro, 40 máquinas de coser, 25
fonógrafos, 50 máscaras” (189, nota 242). No “equivale” a todo esto, sino que crece en
su don, de un modo cualitativa y cuantitativamente desbordante e inalcanzable. He
ahí operando, en la matriz, o mejor, sedimentación, plan de consistencia “potlatch”,
una hospitalidad inversa, que sale al encuentro afuera, y que impide hablar, sin más,
de “intercambio”. No hay manera de encapsular los dones en el “intercambio”:
siempre valen más, afuera de aquel y de manera creciente, fuera de toda medida.

Es la temporalidad entre don y don, sometida por Mauss al intercambio en cuanto


“crédito”, “deuda” (ver pp. 144-145), la que descarta (más bien, al contrario, y en
cuanto tal), que aquí pueda tratarse de un intercambio; e igualmente lo hace su
ausencia de cálculo estricto de equivalencias: lo excesivo y vario del valor del cobre
arriba señalado habla más bien de su incalculabilidad, su cantidad devoradora,
sacrificial. Un incalculable que excede, en su inconmensurable cantidad, el formalismo
de una fuerza moral en la “obligación de devolver y de recibir lo devuelto”. No hay
estructura que lo contenga. Asimismo, su transferencia periódica de uno a otro niega
toda propiedad (y por tanto no hay “compra” ni “venta”). La distancia entre dones es
el olvido en que el don se mantiene activo.

Giobellina Brumana cita, en el Estudio Preliminar. El don del ensayo, nuevamente a I.


Schulte-Tenkhoff, Potlatch: conquête et invention. Réflexion sur un concept anthropoloqique
(Lausana: Editions d’en Bas, 1986, p. 234):
“la base del potlatch ‘exige una circulación de bienes que prohíbe la acumulación
productiva y una forma institucionalizada de propiedad’” (Gibellina Brumana, en Mauss,
2012: 46).]

Georges Bataille y Jacques Derrida (Klossovski, Baudrillard, Duvignaud…) vuelven al


don por fuera de la lógica (propietaria y acumulativa) del intercambio.

BIBLIOGRAFÍA

APPARUDAI, Arjun
1991 “Capítulo I. Introducción. Las mercancías y la política del valor.” (1984) En A.
APPADURAI (ed.) La vida social de las cosas. Perspectiva cultural de las mercancías. México:
Grijalbo – Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

BAJTIN, Mijail
1999 “Hacia una metodología de las ciencias humanas.” (1974) En M. BAJTIN. Estética de
la creación verbal. Siglo XXI, México (1975).

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