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Matrícula: 2021023TP
Modalidad: Escolarizada
Una de las posturas jurídicas que creo que pueden oponerse a no intervenir las
comunicaciones de los imputados por vulneración a sus derechos fundamentales sería
aquella frase que dice “el fin justifica los medios”, es decir, que no interesa demasiado
que el derecho a una defensa adecuada se vea cuarteado por la interrupción y/o
eliminación de la confidencialidad imputado-abogado, siempre y cuando se pueda probar,
por medio de la intervención de las comunicaciones con éstos últimos, que se está
cometiendo de nueva cuenta un ilícito desde prisión. Es cierto que los imputados al
momento de entrar a prisión ya no pueden ejercitar ciertos derechos, por lo que podrían
valerse de esto para que no “importe demasiado” dañar un poco un derecho.
Otra postura que considero puede oponerse al tema de no intervenir las comunicaciones
es que los imputados están en la mira por supuestamente estar cometiendo nuevos ilícitos
desde la prisión; para probar esta especulación debe existir una investigación, claro está:
por lo tanto, las autoridades competentes deben indagar por los medios que consideren
pertinentes, si los imputados están involucrados o no en la comisión de nuevos delitos.
Lo primero que se viene a la cabeza con esto es que ellos, mediante cualquier tipo de
comunicación pueden dar órdenes o solicitar información sobre los presuntos hechos
delictivos a personas que se encuentran en libertad, quienes pueden coadyuvar con los
imputados en la comisión; por ello, debe tenerse vigilados en todo momento, escuchar y
grabar todo tipo de comunicaciones que ellos mantengan hasta con sus abogados
defensores, pues también estos últimos pueden estar auxiliando a los presos o en todo
caso, pueden confesar su participación en nuevos delitos en una de las pláticas con sus
abogados.
Finalmente, otra postura que considero puede generarse, es tomar en cuenta un poco el
currículum o la trayectoria que ha tenido el magistrado, toda vez que es impensable que
después de años de luchar a favor de la protección a los derechos fundamentales, se le
castigue de esta forma por un detalle que derivó en la violación a un derecho. Pudieron
imponerle otro tipo de sanción menos penalizadora.
B. Identificar la resolución que se impuso
La resolución que se impuso, por una parte fue la condena al Magistrado, quien fue
condenado a pagar una multa de 14 catorce meses con una cuota diaria de 6 seis euros,
así como 11 once años de inhabilitación especial para el cargo de juez o magistrado, así
como pérdida definitiva del cargo que ostenta y de los honores que le son anexos;
incapacidad para obtener durante el tiempo de la condena cualquier empleo o cargo con
funciones jurisdiccionales o de gobierno dentro del Poder Judicial o con funciones
jurisdiccionales fuera del mismo, así como al pago de las costas procesales, incluidas las
de las acusaciones particulares.
En primer lugar se puede resaltar que derivado de la interpretación del artículo que habla
sobre las comunicaciones se puede concluir que las dos condiciones contenidas en ese
artículo (autorización judicial y casos de terrorismo) no pueden entenderse como
exigencias alternativas, sino acumulativas, de tal forma que solo se puede acordar la
intervención de las comunicaciones en los supuestos de terrorismo con la garantía de que
haya una autorización judicial para hacerlo.
Se garantiza la confidencialidad de las comunicaciones de los internos enmarcadas dentro
del ejercicio de su derecho de defensa en un procedimiento penal, “sin posibilidad de
intervención ni administrativa ni judicial”. Las limitaciones que se pueden establecer al
derecho a las comunicaciones de los internos en centros penitenciarios “no son aplicables
a las comunicaciones incardinadas en el ejercicio del derecho de defensa del interno”.
Los alcances de la resolución consisten en que no debe existir intervención y/o vulneración
en las comunicaciones que se efectúen entre el imputado y su abogado defensor, pues
esto haría de su proceso de defensa, un proceso no solamente difícil sino casi imposible.
Además, el Tribunal Superior concluyó que si puede existir la intervención en las
comunicaciones siempre y cuando se actualicen los supuestos de terrorismo y se expida
una autorización judicial para eso, es decir, que deben existir ambos supuestos para que
la intervención sea conforme a derecho.
Las comunicaciones referentes a ejercitar el derecho de defensa de los imputados no
deben ser intervenidas administrativa ni judicialmente, por lo que quedan exentas de todo
tipo de interposición.
Considero que no puedo proponer una interpretación diferente para resolver este caso,
ya que concuerdo totalmente con lo que se resolvió; empero, me gustaría hacer unas
conclusiones que me parecen muy importantes.
En primer lugar y tomando en consideración lo que postulé en las posibles posturas
jurídicas que podrían adoptarse para el caso, es decir, que “el fin justifica los medios”, no
concuerdo con ello, ya que la verdad no puede alcanzarse a cualquier precio, como lo
menciona la lectura; no puedes ir por la vida violando derechos humanos y garantías
individuales solamente por tener la certeza de la comisión de un delito; siempre deben
respetarse sin importar qué.
Segundo, creo que la resolución que adoptó el magistrado fue incorrecta, sí, puesto que
está vulnerando el proceso penal, el cual se rige bajo los principios de confidencialidad e
igualdad; en el sentido de que se intervengan hasta las comunicaciones que mantengan
con sus abogados, los deja en estado de indefensión y los muestra como desiguales frente
a los demás reos.