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PRINCIPIOS BÁSICOS QUE SUSTENTAN

EL SISTEMA PENAL ACUSATORIO

Según el artículo 250, numeral 4°, de la Constitución Política, modificado por


el artículo 2° del Acto Legislativo 03 del 19 de diciembre de 2002, el proceso
penal se sustentará en los siguientes principios, a saber:

1. ORALIDAD. Este postulado supone que las decisiones judiciales deberán


fundarse en los medios de pruebas aportados en forma oral. Sin entrar a
seguir con la polémica de que si la oralidad es en esencia un principio o una
técnica, de todos modos constituye la forma en que se va a desenvolver el
proceso penal.

Para Ferrajoli la oralidad, además de estar vinculada al principio de


publicidad, representa la principal garantía del proceso penal. Dice:

“El valor del principio de oralidad, según enseñanzas de Chiovenda y


de Calamandrei, reside esencialmente en sus corolarios de la
inmediación y concentración del juicio, que precisamente la separación
en dos las fases del proceso mixto hace imposible. La oralidad, en
efecto, sólo vale para garantizar la autenticidad de las pruebas y el
control del público y del imputado sobre su formación si comporta, en
primer lugar, el tratamiento de la causa en una sola audiencia o en
varias audiencias próximas y, por tanto, sin solución de continuidad; en
segundo lugar, la identidad de las personas físicas de los jueces desde
el inicio de la causa hasta la decisión; en tercer lugar y,
consecuentemente, el diálogo directo entre las partes y con el juez para
que éste conozca la causa “no a base de escritos muertos, sino a base
de la impresión recibida…”.

Por su parte, el doctor Jaime Granados Peña enseña que la oralidad es vista
al menos en dos formas: el aspecto puramente escénico y el contenido
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contradictorio del mismo, es decir, de un debate oral. No basta con una
lectura, no basta con una simple exposición oral, es necesario que se trabe
un debate entre el defensor y el ente que acusa.

2. INMEDIACIÓN. Como quiera que el juez es el llamado a dictar la


sentencia, debe estar presente en la práctica de los medios de convicción
aportados por los sujetos procesales o por las partes, como se les
denomina, y con base en ellos llegar a la convicción necesaria sobre la
existencia de los hechos puestos a su conocimiento y, por supuesto, la
responsabilidad o no del acusado.

En otras palabras, este postulado impone que el juzgador no sólo tiene una
relación directa con las partes, sino también con los expertos, testigos y
demás medios de prueba y, por lo mismo, con el objeto del juicio, lo que sin
duda le va otorgar un grado de conocimiento más certero, justo y equitativo,
en cuanto al acontecer fáctico y a la responsabilidad penal, máxime cuando
en este sistema también impera el principio de prueba preparatoria, es decir,
que los medios de convicción recaudados en la fase preparatoria al juicio,
deben repetirse en la audiencia oral, para asegurar la oralidad, la publicidad,
la controversia y la defensa.

El doctor Granados Peña explica que la apreciación de los hechos debe


hacerla el propio juzgador directamente sin intermediarios. Quienes hayan
sido funcionarios, los que han tenido actividad judicial, saben por experiencia
que no es lo mismo el testimonio leído en un expediente de cinco o diez mil
folios y otro en donde se ha interrogado o ha escuchado el deponente. La
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percepción es diametralmente opuesta. No es lo mismo que le cuenten a
uno como es la torre de Londres a contemplarla personalmente. Luego, el
principio de inmediación lo que persigue es garantizar que el juzgador tenga
un conocimiento de primara mano.

Finalmente, este postulado va unido con el de identidad física del juzgador,


según el cual, el funcionario judicial que dicte sentencia debe ser el mismo
que intervino en el desarrollo del juicio oral.

3. CONCENTRACIÓN. Además de constituir un principio, constituye una


característica principal del sistema oral, ya que los actos procesales de
adquisición de prueba deben cumplirse en el juicio oral, con el fin de que el
juzgador pueda conservar en su memoria lo ocurrido en ese lapso y, así, la
decisión que se adopte cumpla con los fines contemplados en la
Constitución Política y en los tratados internacionales. Al respecto el doctor
Granados Peña opina que este postulado consiste en qué sólo puede
tenerse como prueba aquella que haya desfilado en el juicio mediante un
debate oral. Si la prueba no se concentra en el juicio, salvo las excepciones
legales, es una prueba inválida y sobre esa base no se puede condenar a
nadie.

4. PUBLICIDAD. Es claro que los procesos penales no pueden ser


secretos, toda vez que las partes deben conocer todos los medios de
convicción que soportan la acusación ( art. 2 del acto legislativo En el evento
de presentarse escrito de acusación, el Fiscal General o sus delegados
deberán suministrar, por conducto del juez conocimiento, todos los
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elementos probatorios e informaciones de que tenga noticia incluidos los
que le sean favorables al procesado), con el fin de que puedan ejercer el
derecho de defensa y el de contradicción y, consecuentemente, un debido
respeto al postulado del debido proceso. Igualmente, este principio garantiza
que la sociedad, como espectadores del mismo, pueda cumplir con el
control social que le asiste, motivo por el cual se erige como garantía de la
legalidad, de la justicia y de la equidad, permitiendo así el acercamiento del
ciudadano común al sistema de administración de justicia.

5. CONTRADICCIÓN. Constituye otro pilar fundamental en que se sustenta


el proceso penal democrático, toda vez que con él se les da a las partes no
sólo la oportunidad de ejercer el contradictorio de las pruebas presentadas
en su contra, participando en la producción, aducción y valoración, para lo
cual deberán contar con idénticas oportunidades procesales, sino que
también rechaza la prueba secreta y el conocimiento privado del juez que
pueda tener de los hechos puestos a su conocimiento y decisión.

Para el doctor Jaime Granados este postulado debe estudiarse desde tres
perspectivas:

“En primer lugar, entre la acusación presentada por el fiscal y el


defensor; en segundo término, la contradicción implica un
entrabamiento entre la norma y el hecho. Es decir, el silogismo judicial
opera puesto que no basta que el fiscal investigue unos hechos si no
hay una relación con la norma y exista una oposición formal con ella.

“En tercer lugar, el principio de contradicción implica una connotación


que se denomina ‘el derecho de confrontarse con los testigos de cargo’.
Esto significa que le asiste un derecho fundamental al procesado, al
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momento de ir a juicio, de carearse, de enfrentarse con el testigo de
cargo, no solamente enfrentándose con él sino contradiciendo
mediante otras pruebas o mediante lo que se denomina ‘el
contrainterrogatorio de los testigos y peritos. Dicho contrainterrogatorio
pretende determinar cuál es el fundamento de la apreciación del
testigo, si estaba a la distancia adecuada, si tenía o no puesto lentes, si
ese testigo tenía algún perjuicio contra la persona que está declarando,
en fin una serie de detalles técnicos para apreciar la credibilidad del
testigo.”

Además de lo anterior, es evidente que tanto el Pacto Internacional de


Derechos Civiles y Políticos como la Convención Americana sobre Derechos
Humanos o Pacto de San José de Costa Rica, de los que Colombia hace
parte, consagran que toda persona acusada de haber cometido un delito
tiene el derecho A interrogar o hacer interrogar a los testigos de cargo y a
obtener la comparecencia de los testigos de descargo y que éstos sean
interrogados en las mismas condiciones que los testigos de cargo (artículo
14. 3) y el derecho de la defensa a interrogar a los testigos presentes en el
tribunal y de obtener la comparecencia, como testigos o peritos, de otras
personas que puedan arrojar luz sobre los hechos (artículo 8.2.f),
respectivamente.

Igualmente, este postulado se encuentra consignado en el artículo 29 de la


Constitución Política.

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