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ALEJANDRO MAGNO.

LA SUCESIÓN DE FILIPO Y LOS COMIENZOS DE


ALEJANDRO. LA CONQUISTA DEL MUNDO CONOCIDO. ADMINISTRACIÓN DEL
IMPERIO DE ALEJANDRO.
Filipo se pasaba gran parte de su vida en campañas y ya necesitaba dejar
la regencia de Macedonia en manos de su hijo. Alejandro aceptó un pacto de
regencia otorgado por su padre en Corintio a la edad de 14 años. A los 16
dirigió su primera campaña militar, y en el 338 a.C. participó en la victoria
de Queronea, llevando a cabo la dirección del gobierno de la caballería
macedónica.

En el 336, a la muerte de Filipo, Alejandro fue proclamado rey. Tenía 20


años. Entonces se inició un reinado de 12 años y medio que iba a cambiar el
aspecto de la Hélade y del mundo oriental.

El ascenso de Alejandro al trono contó con el inestimable apoyo de los


militares que colaboraron con Filipo en sus victoriosas campañas. En el 335
a.C. Alejandro se decidió a fortalecer la frontera norte donde los bárbaros
amenazaban la integridad territorial en el entorno de los Balcanes hasta
el Danubio.

Tuvo que regresar a una Grecia agitada donde volvían a formarse algunas
revueltas de independentistas tras la muerte de Filipo. Alejandro se dispuso
a hacer frente a los opositores, y en una campaña fulminante acalló todas
las esperanzas de libertad.

Alejandro asumió los cargos de su padre: comandante supremo de la Liga


Helénica, comandante en jefe de la Liga de Corinto y presidente de la Liga
Tesalia. De esta manera se ponía de manifiesto que era el dueño absoluto de
Grecia, continuando la política expansionista de su padre.

Cuando aún no hacía dos años que Alejandro había subido al trono, se
preparó para su siguiente objetivo: la conquista de Asia. El proyecto a
estaba en mente de Filipo. Alejandro asumió este proyecto y convenció a las
demás ciudades helénicas de los beneficios de la empresa asiática, dotando
la campaña de un significativo panhelenismo.

En la primavera de 334 a.C. Alejandro salió de la ciudad de Pella, y durante


once años se dedicó a conquistar todas las regiones de Asia, unas de las

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empresas más complicadas de la Historia Antigua. Antípatro quedó como
regente en Macedonia.

Alejandro tenía la esperanza de contar con la ayuda de las ciudades griegas


ocupadas por los persas desde hacía bastante tiempo. Sin embargo, en estas
ciudades que gozaban de una gran prosperidad económica, vieron su
estabilidad y su mercado amenazado con la llegada de las tropas de
Alejandro, y se resistieron a someterse a los deseos del joven rey.

La primera victoria de Alejandro tuvo lugar en la batalla de Gránico, en


junio del 334 a.C. Alejandro consiguió una importante victoria moral y el
apoyo de algunas ciudades griegas de Asia. Además ganó territorios donde
nunca había llegado un rey occidental.

En noviembre del año 333 a.C. tuvo lugar la famosa batalla de Issos. Las
tropas persas estaban dirigidas por el rey Darío III y eran mucho más
numerosas pero un error táctico por parte de los persas y la genialidad del
macedonio, dieron la victoria definitiva a Alejandro. Darío huyó mientras
su familia era capturada. En Damasco se hizo con el tesoro real persa,
aportando una necesaria inyección económica a los escasos fondos con que
contaba Alejandro. Aunque Darío intentó llegar a un pacto con Alejandro
éste exigió la rendición y sometimiento total.

Alejandro quiso entonces destruir el poder marítimo de Persia, y en el 332


sitió Tiro y Gaza.

Cuando Alejandro llegó al Delta del Nilo en el 331, decidió fundar una nueva
Atenas, Alejandría, aún más maravillosa y más importante que la metrópolis
griega.

Poco tiempo después, a mediados de aquel año, se encaminó hacia Mesopotamia,


atravesó los ríos Éufrates y Tigris y buscó el famoso enfrentamiento contra
el inmenso ejército del rey Darío de Persia en Gaugamela. Alejandro atacó
el centro de las tropas persas, rompió sus líneas y provocó la huida de
Darío. La nobleza persa veía como su rey era vencido por segunda vez
consecutiva y decidió prescindir de él. Darío fue asesinado por el sátrapa
de Bactria y sus oficiales.

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Alejandro dedicó al rey persa solemnes honras fúnebres, dando a entender
con ello que se proclamaba heredero de los Aqueménidas. Y lo fue hasta tal
punto que no consintió detener su marcha triunfal hasta haber conquistado
las satrapías orientales, sobre las cuales se extendía aún la autoridad del
Gran Rey.

Alejandro prosiguió su camino por Asia. Los territorios más septentrionales


del Imperio Persa eran ocupados en el 328 a.C., alcanzando la frontera del
río Jaxartes. Desde allí Alejandro decidió descender hasta la India.

En el 326 Alejandro pensó en continuar con su expedición conquistadora


hacia el Ganges, luchando con los indígenas y sufriendo la rebelión de los
reyezuelos anteriormente conocidos.

En el 325 tomó algunas medidas para la organización de su Imperio. Deseaba


instalar la capital en Babilonia, ciudad por la que se sentía especialmente
atraído. Un año después sufría uno de sus más duros golpes, al morir su
inseparable compañero Hefestión.

El final de Alejandro llegaría en junio del 323 a.C. en Babilonia. Su cuerpo


sin vida fue trasladado en una gran carroza hasta Alejandría donde fue
enterrado con todos los honores de un gran rey. Se sucedieron disturbios y
revueltas, durante las cuales fueron asesinadas Olimpia, Roxana (madre y
esposa de Alejandro) y su hijo Alejandro IV. En el poder le sucedieron sus
generales: Seleuco, Antígono, Ptolomeo, Casandro y Lisímaco, denominados los
Diádocos, repartiéndose el Imperio.

Existe muy poca documentación que informe sobre la organización


administrativa y económica del imperio de Alejandro.

El autoritarismo tradicional en la monarquía macedónica se vio reforzado


al contacto con el Oriente, pues Alejandro era considerado sucesor de los
Aqueménidas.

El imperio descansaba sobre un hombre: el rey, todopoderoso y dotado de una


prodigiosa capacidad de trabajo, rodeado de su corte donde se adoptó el
protocolo y el ceremonial persa, así legitimaba su poder.

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Estaba secundado por algunos íntimos colaboradores, tales como el canciller
Ecúmeno, el quiliarca Hefestión y Hárpalo, el encargado general de las
finanzas del imperio.

En líneas generales Alejandro mantuvo las líneas fundamentales de la


estructura administrativa del Imperio persa Aqueménida que se
caracterizaba por su gran diversidad administrativa y local, ya que la
división en satrapías facilitaba la tarea de control sobre un territorio
tan enorme, razón por la que permanecieron como unidades administrativas.

Fueron excepción en esta estructura administrativa los territorios


situados en el extremo Este, donde creó grandes comandancias militares, y
los territorios que conservaron su propia administración como las ciudades
griegas y Egipto, que mantuvo su propia y milenaria administración.

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