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La moral y la ética en la política pública

La ética tiene un importante impacto público en la estabilidad y sostenibilidad del orden


social y democrático, pues si el vínculo de confianza entre ciudadanos e instituciones
se rompe y las personas no se sienten representadas o protegidas por las
organizaciones, se pueden sentir proclives a apoyar iniciativas políticas no
democráticas.

¿Qué se necesita para que el funcionario público pueda tomar decisiones y


evaluar políticas alternativas en base a principios éticos y morales?
Se necesita tener muy claro el fin, la meta por la que cobra sentido la administración
pública. Es curioso, pero el déficit ético que enfrentan los organismos públicos en
general está muy relacionado con una cierta desconexión con los objetivos centrales de
estas instituciones.
La administración pública existe para servir al interés general; es decir, para promover
y proteger el ejercicio de los deberes y derechos de la ciudadanía. Pero a decir de Adela
Cortina, en muchos casos la Res Pública, que es la cosa de todos, se gestiona como
"cosa nostra". En otras palabras, como si se tratase de un organismo diseñado para
servir al interés de unos pocos.
La ética de las instituciones públicas no es subjetiva, no se restringe a la intuición y los
valores personales. Las organizaciones, como las personas, tienen una ética y un clima
moral y, en el caso de la administración pública, los principios que deben servir de
referencia para la toma de decisiones surgen del conjunto de valores mínimos de
ciudadanía a partir de los cuales cobra sentido la democracia.
Por esa razón, es esencial que los profesionales de la administración se formen y se
entrenen en el razonamiento ético propio de la actividad vinculada a la gestión pública.
Un razonamiento de carácter intersubjetivo, con unos principios mínimos, que pueden
ser compartidos por la ciudadanía en general y que deben ser encarnados por las
organizaciones.
Es primordial que los funcionarios públicos, que son la esencia de las instituciones,
conozcan estos temas y los pongan en práctica. Así a la hora de tomar decisiones
tendrán al interés general y a los valores democráticos como referencia para la acción.
¿De qué factores depende que las instituciones públicas realicen con eficacia y
justicia las funciones que les han sido atribuidas?
Efectivamente, la eficacia y la justicia son los atributos con los que se espera que la
administración pública cumpla su función. Para ello se requieren medios técnicos y
humanos. Cuentan entre los primeros: un diseño institucional ordenado, bien
reglamentado y gestionado por objetivos. Una correcta implantación y regulación de la
carrera administrativa, donde el mérito sea el criterio para el ascenso y un conjunto de
medidas destinadas a garantizar que el trabajo se realice de forma adecuada.
Ahora bien, las herramientas técnicas sin marcos éticos para integrarlos en la
cotidianidad institucional están ciegas; por esa razón, es menester añadir la ética a la
técnica, entendida, no como un catálogo de buenas intenciones sino como un brújula
para razonar correctamente y tomar decisiones bien fundamentadas.
Respecto a los principios de la ética, ¿de qué manera logran impactar éstos en la
función pública?
Adela Cortina, en su último libro "¿Para qué sirve la ética?" describe extensamente los
problemas que genera la falta de ética: dolor humano y mayor gasto público. Una
administración pública inmoral genera desconfianza y hace que se dupliquen los gastos
ya que se ofertan servicios privados para realizar acciones y labores que deberían
ejecutarse desde la instancia pública.
Pero los efectos de la falta de ética en la administración de lo público no se quedan allí,
ya que a la desconfianza le sigue la inestabilidad y a ella la inseguridad. Basta el ejemplo
de la crisis económica europea, con un mercado interbancario devastado por la
desconfianza. Los bancos no se prestan dinero los unos a los otros porque no creen en
la contabilidad que publican.

El mercado no funciona y una de las causas es la falta de confianza. Justamente la


confianza, que es un valor, un intangible que no se compra porque es precisamente una
cuestión de ética. Este ejemplo nos recuerda que el primer libro escrito por el gran
economista Adam Smith fue la "Teoría de los sentimientos morales", pues ya sabía el
autor que la ética juega un papel central en la estabilidad y el orden económico y social.
Es imprescindible pues, que los ciudadanos confíen en sus instituciones. Esto significa
que las personas crean y estén convencidas de que bajo ese orden político e
institucional podrán realizar su proyecto de vida. Si este vínculo se rompe, si las
personas no se sienten representadas o protegidas por estas organizaciones, es posible
que se sientan más proclives a apoyar iniciativas políticas no necesariamente
democráticas, bajo la promesa de que tendrán mejores oportunidades para realizar sus
planes vitales. De modo que la ética tiene un importante impacto público en la
estabilidad y sostenibilidad del orden social y democrático.
¿Qué efectos se espera que genere el retomar valores como el respeto, la igualdad
y la libertad en el funcionamiento de las instituciones y el orden social?
Inmanuel Kant señalaba que las personas tienen valor y no precio. Los seres humanos
somos iguales en dignidad y una sociedad que reconoce este hecho no establece
discriminaciones y no realiza un trato diferenciado, ni excluye a las personas en el
acceso a oportunidades básicas para desarrollar sus proyectos de vida.
El reconocimiento de la igual dignidad garantiza un respeto mínimo entre conciudadanos
y una cierta igualdad de trato que hace que las personas desarrollen una buena
autoestima. Este reconocimiento abre también espacio para la práctica de las libertades
civiles como la libertad de movimiento, de asociación y de pensamiento, entre otras.
Y si a esto sumamos la igualdad entendida como igualdad ante la ley e igualdad de
oportunidades básicas, tendremos entonces una sociedad alta de moral, donde las
personas tendrán agallas para desarrollarse de manera autónoma; una sociedad
comprometida en la construcción de un mejor porvenir, ocupada en la mejora de sus
estructuras institucionales y en la forja de un futuro de justicia y paz.
El empeño de la ética es servir como brújula, como referencia en la construcción de una
sociedad mejor, que apuesta por superarse a sí misma.

A nuestros lectores, ¿qué acciones sugiere usted que se deben tomar para evitar
una crisis de credibilidad en las instituciones?

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