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Manual de Principios y Problemas éticos, PUCP 2019

En esta se defiende y expone una concepción sobre la moral de igual respecto a todo ser humano,
la cual se logra mediante una reforma social con el replanteamiento de las éticas especiales en las
distintas esferas sociales. Para ello, el presente libro se centra en tres tareas. La primera de estas
busca mostrar la racionalidad de los principios morales para lo cual es indispensable la claridad
con la que son fundamentados y con ello que generen una reflexión en cada individuo; en el caso
de la moral este implica pensar con los demás y no solo en uno mismo o en los otros. En el caso de
la segunda tarea es necesario estudiar los problemas, conflictos e injusticias dado a que son parte
del contexto en el que se hace presente. Finalmente, en la tercera tarea se concentra en la
reflexión en torno a los principios y problemas de la moral, la cual se debe de practicar en el
contexto de las responsabilidades públicas y sociales.

Este libro presenta un enfoque que responde a cuestiones éticas de países que se han librado del
totalitarismo y autocracia con una persistente presencia de prácticas injustas abusos. Esto es
perjudicial debido a que un orden social que permite las injusticias causa su propia disolución y
genera daños como que los integrantes de esta cuestionen si es que se tienen que respetar sus
instituciones, si es mejor emigrar o actuar contra la ley y con ello ir en contra de los derechos de
los demás; asimismo, cuando en un medio social se pierde las expectativas de un trato justo se
pierde la participación voluntaria de las personas en asuntos que involucran a todos, en otras
palabras, se acaba con la vida pública. Por lo antes mencionado es importante aclarar los aspectos
morales de la sociedad si es que se busca la acción pública debido a que cuando se silencia la
conciencia moral se neutraliza el uso de la razón pública y priman los intereses privados. Cabe
mencionar que la destrucción de la comunidad pública empieza con la suspensión de los derechos
fundamentales, lo cual provoca que la cohesión social del mutuo respeto se pierda y solo se
mantenga una unidad basada en fines compartidos, ventajas económicas, que supuestamente
aseguran la prosperidad y paz; ello implica que se abandona la justicia y respeto entre todas las
personas.

Cuando se usa la palabra moral, entendido como un conjunto de reglas, fines y valores que
orientan las conductas de las personas, se observa que hay muchas morales; no obstante, lo que
es importante es aclarar la diferencia entre un conjunto de normas y valores justo y uno injusto.
Para ello es necesario investigar las normas y principios básicos que rigen a todas las sociedades
dado a que la moral se trata de la explicación y práctica de las normas universales. En el caso de la
ética que se emplea al referirse a una concepción integradora de normas, fines y valores que
poseen un fundamento racional y no en la tradición o costumbres (se trata de un conjunto de
criterios y buenas prácticas). Con ello se busca la claridad de principios propios de la moral sirvan
como base al elaborar preceptos y recomendaciones que respondan a los problemas en un
determinado campo de acción.

En el caso de la norma se trata de la forma de actuar y rigen a cualquiera a diferencia de las


virtudes que se tratan de la forma de ser y son cualidades personales. La moral de virtudes no
considera las circunstancias cambiantes del mundo lo cual genera un orden social injusto; esto se
reproduce en una moral centrada en los bienes, valores o fines al tratarse de representaciones
imaginarias de una realidad que no existe. Estas dos formas de moral se limitan e indican qué es lo
que debemos desear y no a cómo debemos de actuar para alcanzar lo que queremos.
Al analizar los distintos problemas sociales que permiten la injusticia se observa que, a pesar de
que los derechos establecen la igualdad y la abolición de la esclavitud se hacen presentes algunas
formas de violencia, explotación, discriminación, odio y marginación. Ante esto la moral de igual
respeto no solo se debe de enfocar en los principios, sino que se debe de concretar una crítica
moral de la sociedad y una crítica social de la moral y, al mismo tiempo, considerar los desafíos
que en la actualidad se hacen presentes en la sociedad. En el caso de la virtud esta se trasforma en
pasiones racionalizadas con sistemas que instrumentalizan y degradan a las personas; ello debido
a que tienden a deshumanizar al convertir a algunos sujetos en objetos de explotación, opresión y
exclusión.

Una primera crítica social se basa en la ilustración al ejercer la crítica de la razón dogmática
(denuncian el dogmatismo de aquellos que proclaman conocer los fundamentos de la felicidad
human). Otro tipo de crítica social parte de la subjetividad individual cuando las personas sin
poder son conscientes de que son libres, con lo cual el orden social injusto se derrumba; la
conciencia moral y capacidad para juzgarse y juzgar a quienes se denominan tutores; la
perseverancia con la que los débiles resisten a sus opresores y nuevas formas de poder como
parte de las expresiones de esta crítica. Cabe menciona que el rasgo principal de la toma de
conciencia es la experiencia particular que revela la crisis general; aquella persona que se
trasforma genera cambios en las razones que brindan legitimidad a las instituciones y las acciones.
¿Para qué sirve realmente…? La ética

Ser Profesionales, no solo Técnicos

Una de las formas en cómo se entiende la educación es que se trata del motor que promueve la
competitividad económica y el nivel de prosperidad de un país, lo cual implica abrirles las puertas
a puestos de trabajo de alta cualificación; ello se observa en el Plan Estatal de Investigación
Científica, Técnica y de Innovación 2013 – 2016 publicada por el Ministerio de Economía y
Competitividad, lo cual busca potenciar una cultura científico – técnica como si la cultura no
necesitara un marco de fines y valores desde los que se piensen la ciencia y técnica. Por otra parte,
es necesario educar con calidad y formar ciudadanos justos que compartan los valores propios de
una sociedad democrática con justicia que permita construir una buena sociedad con buenos
profesionales; para ello se requiere de valores como la libertad, la igualdad de oportunidades y
capacidades básicas, la solidaridad, diálogo para resolver conflictos y respeto de las distintas
posiciones siempre que presenten un punto de vista moral. No obstante, se evidencia una crisis
debido a la falta de buenos profesionales, como por ejemplo en las entidades financieras que
aconsejen a sus clientes en base a los propios intereses que ellos tienen y no solo pensar en el
beneficio de las entidades; ello indica que la profesionalidad se encuentra en problemas al no
saber diferenciarse entre un auténtico profesional y un técnico ni tampoco se valora la fuerza
transformadora que realiza un buen ejercicio de una profesión.

El protagonismo de la sociedad civil

La transformación de la vida pública desde lo político fue una aspiración de la generación de la


democracia durante la década de los setenta, cambio que implicaba integrarse a un partido
político y transformar desde esta la cosa pública. En el caso del mundo de la sociedad civil, la
familia, asociaciones privadas, economía y profesiones se presentaba en el imaginario colectivo
como aspectos particulares con lo que prácticamente no se podía superar el egoísmo; no
obstante, desde finales del siglo pasado se han producido cambios dado a que se ha mostrado que
el poder político, pese a seguir el bien público, quienes la integran buscan su bien privado,
asimismo, lo público no es solo cosa de políticos sino que generar cambios exige trabajar desde la
sociedad civil y que ellos sean protagonistas de su propio futuro.

Ética de la responsabilidad

El mundo de las profesiones se puede contar desde la tradición occidental desde el juramento
hipocrático para la profesión médica, los sacerdotes y jurista quienes ocupaban los aspectos
importantes para la vida de una sociedad (el bien del cuerpo, el bien del alma y el de la comunidad
política). Aquel que entre en una profesión se compromete a proporcionar ese bien a la sociedad y
tiene que prepararse con las competencias adecuadas e integrarse a una comunidad de
profesionales con las mismas metas. Las actividades profesionales han adquirido fisonomía
especialmente con la Reforma protestante dado que menciona que Dios impone una misión a
cada persona, le encomienda una tarea y esta debe ejercerla no por un interés egoísta, sino para
el servicio de la sociedad; en otras palabras, la clave es que el profesional no se sirve a sí mismo,
sino que su labor trasciende. Por otra parte, la idea de profesión se seculariza, pero aún se
mantienen algunos rasgos que lo distinguen de otras actividades. Para realizar esta diferenciación
se identifican acciones que se centran no en la acción sino en el fin que se busca con ella; se trata
de una acción instrumental “técnicas” y quien las realiza no discute si el fin es bueno o malo, sino
busca los medios adecuados para alcanzarlo. Por otra parte, otro tipo de actividades se realizan
por sí mismas debido a que en sí mismas encierran un bien deseado Aristóteles los denomina
“prácticas”.

En la educación es un error intentar formar solo en técnicas que no ayudan a calibrar los mejores
fines por los cuales esforzarse; es por lo que se necesita educar a buenos ciudadanos y
profesionales que utilicen las técnicas al servicio de buenos fines que se responsabilicen de los
medios y consecuencias de sus acciones.

Una partida de ajedrez

Las actividades profesionales se tratan de actividades sociales cooperativas que buscan el bien
interno; estos dan sentido a la práctica y son imprescindibles para que una sociedad sea humana,
por esto las consideran como buenas y legítimas socialmente. Entonces el bien interno de la
sanidad es el bien del paciente que se explican mediante metas como prevenir la enfermedad,
cuida y curar; en a docencia se transmite la cultura y conocimientos, formar personas críticas y
autónomas; y en los juristas trabar por la convivencia justa.

Por otra parte, la profesión requiere de vocación, lo cual implica que se debe de contar con las
aptitudes necesarias para el ejercicio y con interés por la meta que la actividad persigue; el
profesional se compromete a perseguir las metas de la actividad social sin importar sus móviles
privados o que tan distintos sean estos. Los motivos se convierten en razones cuando concuerdan
con las metas de la profesión, en el caso de los motivos individuales no se tratan de razones y
cuando los motivos son desplazados por las razones la profesión es corrompida y deja de ofrecer
los bienes que solo ella proporciona. Con respecto a los incentivos se identifican dos los del juego
limpio de la profesión alineados con sus metas y los espurios; en caso de que los profesionales se
muevan por incentivo espurios provocan la pérdida de la confianza y dan paso a sociedades
desmoralizadas. Por ello es importante revitalizar las profesiones al recordar los fines legítimos y
hábitos o virtudes para alcanzarlos.

Universalizar la excelencia

Con respecto a la excelencia esta tiene un significado comparativo en relación con algo, por eso
aquel que es excelente no solo lo es para sí mismo, sino también para la comunidad a la que
pertenece, en la que forma vínculos de solidaridad y despierta la admiración de los que lo rodean.
En el caso de las comunidades atenienses que organizaron su vida política lo hicieron mediante la
formación de ciudadanos excelentes curtidos con virtudes como justicia, prudencia, generosidad o
el valor con la que construían una sociedad justa. Con respecto al mundo de los profesionales que
ofrece la sociedad el bien de su profesión aspira a la excelencia; ello implica competir consigo
mismo y no conformarse dando lo mejor de sus capacidades con esfuerzo para hacerlo no solo
provecho propio, sino también para aquello que lo rodean, con lo cual se supone que una
sociedad justa solo se consigue con ciudadanos excelentes.

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