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FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIA POLÍTICA

“LA FUNCIÓN JUDICIAL Y SU TRANSCENDENCIA


ÉTICA”
FORMACIÓN BÁSICA PARA LA MAGISTRATURA

DOCENTE TUTORA: Dra. Amelia Rosario Farfán de la Cruz


INTEGRANTES:
1. Allca Flores, Marcelina
2. Escalante Sotomayor, Estrella
3. Estrada Meza, Miguel
4. Huari Huamán, Briguit
5. Molina García, Ambar
6. Pastrana Huamaní, Catherine

DERECHO VII

CAÑETE 2020
La función judicial y su transcendencia ética

Desde 1970 nacen las éticas aplicadas, como pioneras en el desarrollo humano, entre

ellas tenemos la ética de la economía y la empresa, la bioética y tras de ellas la ética

política, la ética profesional, la neuroética, infoética y así va creciendo

circunstancialmente. Ahora como resultado de una sociedad imposible de funcionar

responsablemente con la ética propia de cada uno de los administradores, nace una forma

de fomentar el buen actuar en ellos, consiste en la ética para la función pública, la cual

se ve conexa a todos los campos administrativos de la sociedad, esto incluye

fundamentalmente a la función jurisdiccional, que son los encargados de administrar

justicia y por ende resolver las controversias surgidas en el ámbito social. Por esta razón

se trata de elaborar un sin fin de orientaciones éticas, para así poder salir del marasmo y

plasmarlas en un curso, el cual se imparte a los funcionarios públicos del país. (Merino,

2017)

La ética como elemento esencial de las actividades administrativas se ve reflejada en

abordar cuestiones de la razón, en base a los preceptos vigentes, también en obedecer a

la moral común, de la misma manera rige el valor de la buena fe, la conducta y actos de

los privados; es así que la moralidad cumple rol sustancial en la administración y la

actividad jurídica. La moralidad administrativa es integrada en conjunto con los valores

de imparcialidad, negación de los interese de grupos de poder, tratamiento igualitario,

vocación de servicio de bien público, distribución justa de los bienes comunes, etc., en

otras palabras, se debe aplicar el derecho y la justicia en todas las actividades y actos

administrativos. Existen actos administrativos que pueden ser eficaces, es decir,

responden en cuanto a su ejecución y méritos técnicos, pero pueden ocultar los valores

que esta debe tener, valores que fundamentan una administración republicana y

democrática, además corresponde a toda actividad judicial, por sobre todas las cosas ser
imparcial y ecuánime de sus actos sobre cosas públicas que no solo pertenece al agente,

sino a la colectividad. (Oroz, 2010)

Es por ello que en el CIEJ (Código Iberoamericano de ética Judicial) se plasma los

principios fundamentales de la función judicial, la responsabilidad institucional y social

del juez y la equidad como valor esencial. Aquellos principios tienen como fin, ser

destinados al auditorio de las resoluciones judiciales, que implican que las partes del

proceso persigan una decisión justa en la sentencia y percibir así una mejor justicia. Para

ello es necesario un ejercicio hermenéutico y de amplia comprensión, integral, crítica y

dinámica, dejando de lado los formalismos para dar pase a nuevos horizontes de

conciencia, para así comprender mejor la realidad y los diversos fenómenos sociales que

son presentados ante el mismo. Cada sociedad establece un conjunto de pautas

convencionales, con el fin de regular el comportamiento de sus miembros, prohibiendo

así, algunas formas de conductas, con la pretensión de aminorar la fricción en las

interacciones de las personas. (López & Leal, 2019)

La corrupción ha existido desde siempre, en cualquier régimen y lugar, esto se da a

que el hombre no es un ser angelical y que la sociedad sigue conservándose de los

elementos antisociales, porque así le conviene. Para precisar nuestros efectos englobamos

el termino corrupción, concepto convergente de malversación de fondos públicos, conexo

al delito de tráfico de influencias, esta también se ve relacionada a las campañas

electorales, que en tiempos pasados eran más baratas por ser menos faraónicas y desde

un primer momento el Estado aportó sumas cuantiosas para los gastos electorales, gastos

que no se financiaban en su momento, por ello los legisladores buscaron la redacción de

las leyes electorales. Las instituciones financieras y las numerosas y grandes empresas

contribuyeron a financiar a los partidos; y es lógico pensar en una retribución política en

base a un favor, hasta el extremo de desvirtuar de manera parcial la representación social


y política por esta causa, con esta misma continuidad persisten los casos de los

funcionarios corruptos. (Cortina, 2013)

Toda política se debe anclar a una determinada filosofía, es decir apostar por una

ontología política y anti-liberal, donde el individuo se inserta a un sistema de relaciones

sociales entendidas como relaciones políticas, es un vínculo entre ética pública y Estado,

supuestos naturales filosóficos de la acción humana, que estos sean libres de elegir para

esto se exige la mediación de un agente egocéntrico que permita distribuir las

posibilidades de elección, por ello todo lo relacionado a la ética inmiscuye al Estado, por

tal razón no puede desentenderse y formará parte del Estado ético. En el marco de estado

del bienestar o estado social, se comprende que los servicios públicos han de ser

universales, puesto que satisfacen necesidades básicas que son accesibles para todos,

aunque algunas veces conlleve a la reducción de la rentabilidad en la economía de los

gestores del servicio. (Peña, 2013)


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Cortina Orts, A. (2013). Corrupción y ética. Publicaciones de la Universidad de Deusto.

López Sánchez, R. y Leal Espinoza, J. L. (2019). Ética judicial en Iberoamérica: una

aproximación desde la argumentación jurídica. Dykinson.

Merino Amand, F. (2017). Ética en la función pública: de la indiferencia al

reconocimiento. Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC).

Oroz, M. H. E. (2010). Ejercicio de la función pública: ética y transparencia. Librería

Editora Platense S.R.L.

Peña, L. (2013). Ética y servicio público. Plaza y Valdés, S.L.

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