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prestar atención a los espacios y a los territorios, a los tiempos y las historias, a los con-
tinentes y a los contenidos
• no se trata sólo del tiempo cronológico, sino del tiempo de lo vivido, de los sentidos
y las formas en que los sujetos lo transitan;
• no se trata sólo de lo que se enseña, sino de las relaciones entre los sujetos, que
contienen y dan sentido a lo que se enseña y se aprende.
Pensar lo curricular desde una dimensión institucional implica atender a los modos
de habitar la escuela y a los sujetos que la habitan. Es en este entramado de historia y de
territorios donde el currículum se construye y es allí donde hay que intervenir, ese es el
centro de la gestión del currículum.
En este sentido, los contenidos de enseñanza no pueden disociarse de la relación
pedagógica, en las situaciones de enseñanza se transforman y construyen contenidos.
Pensar lo curricular es también pensar la enseñanza y el aprendizaje escolar.
Esta tarea presenta múltiples desafíos al director de una escuela, la forma de enca-
rarla, las estrategias que desarrolle para hacerlo, tendrán que ver con su historia, con las
experiencias adquiridas a lo largo de su carrera y con un conjunto de supuestos acerca de
los alumnos y maestros, del rol directivo, la gestión institucional y el currículum.
Desde nuestra perspectiva, la gestión curricular implica no sólo generar condiciones para que
los proyectos se construyan y materialicen sino también para que estos reafirmen o quiebren las profecías
de fracaso o los destinos inexorables.
La gestión curricular, entonces, nos instala en el problema de construir una propues-
ta curricular que favorezca la justicia social.
¿Qué es justicia curricular en el ámbito de la escuela?
Actividades
El currículum ¿refleja pautas culturales comunes a todos los grupos sociales? Si esto
no es así, entonces los grupos sociales cuyas pautas culturales o formas de representación
de la realidad no se expresan en el currículum estarían en situación desigual frente a él.
Nuevamente, aprender lo mismo no es sinónimo de inclusión; para favorecerla habría
que trabajar sobre el “qué”. No se trata de tomar de manera automática lo que un cu-
rrículum prescribe, es necesario contextualizarlo en función de las características de las
escuelas y las comunidades, y de los intereses, necesidades y demandas de los sujetos que
pueblan las escuelas.
La gestión curricular, encarada desde la perspectiva de la justicia curricular, debe pro-
mover la capacidad de las personas de comprender el mundo en el que viven y actuar so-
bre él. Esto implica contextualizar el currículum, construyendo una propuesta curricular
que exprese las características e intereses de todos los grupos que conforman la sociedad,
no sólo de los que conforman la comunidad educativa y, especialmente, de aquellos cuya
situación es más vulnerable. De esta forma, podremos avanzar en la promoción de un
proyecto formativo que prepare a los alumnos para vivir en sociedades más plurales.
¿Qué es justicia curricular en el ámbito de la escuela? 17
Actividades
La gestión del currículum en las escuelas implica una serie de supuestos sobre el
currículum y sobre la enseñanza.
Se han formulado muchas conceptualizaciones sobre el currículum.
Algunas tienden a enfatizar su carácter prescriptivo y otras se centran más en el desarrollo
curricular, en lo procesual; algunas enfatizan su carácter técnico, otras su carácter práctico
y otras su carácter político. El campo del currículum es sumamente complejo y es tan
amplio que en ocasiones parece inasequible. Las diferentes concepciones desarrolladas
alumbran aspectos diferentes de este objeto sumamente complejo y asumen una posición
o perspectiva en torno a él.
Decir que el currículum es “una síntesis de elementos culturales” implica asumir que
siempre involucra una selección de la cultura; es una opción entre otras opciones posibles.
Dado que es imposible transmitir todos los conocimientos existentes, el sistema educativo
selecciona algunos saberes del universo de conocimientos disponibles. Esa selección tiene
relación con el proyecto cultural que una sociedad elige como valioso para ser transmiti-
do a las nuevas generaciones, en un contexto histórico y político determinado.
Esto nos enfrenta a varios interrogantes: ¿qué saberes se seleccionan y por qué?
¿Quienes participan de esa selección? ¿Quiénes y cómo deciden lo que se incluye o no
en el currículum?
Para De Alba, la decisión de lo que entra y lo que no entra en esta selección y lo
que no está atravesada por intereses “diversos y contradictorios”, y su inclusión o no
depende de la capacidad que tengan los grupos sociales que los sustentan de incidir en
estas decisiones.
Esta concepción destaca el carácter político del currículum. Desde esta perspectiva,
el currículum es un campo de controversias por la definición de lo que la escuela debería
transmitir e implica un conjunto de procesos que se desarrollan en los diversos niveles
y ámbitos del sistema educativo, en los que se va construyendo y reconstruyendo una
“propuesta político educativa”. Los diferentes grupos sociales generan estrategias que
implican acuerdos y desencuentros e inciden de diferente manera en lo que se enseña y
se aprende en las escuelas, en cada momento histórico.
Estos procesos se expresan (aunque no en su totalidad) en diferentes tipos de textos
o documentos curriculares que llegan a las instituciones. No todos los aspectos de una
propuesta curricular se explicitan en los documentos curriculares, algunos se expresan
en las acciones y estrategias que se definen para traducir estas propuestas en prácticas
educativas. Las políticas curriculares, por ejemplo, se llevan adelante a través de diversas
estrategias; los sistemas de formación y capacitación docente y los sistemas de evaluación
son parte importante de las mismas e interpelan el trabajo en las escuelas de diferentes
formas y a través de diferentes canales, buscando incidir fundamentalmente sobre las
prácticas de enseñanza.
Desde la perspectiva de la justicia curricular, es importante tener presente que no
todos los actores sociales logran incidir en los espacios en donde estas propuestas se cons-
truyen, sin embargo sí se expresan en la vida social y muchas veces en la escolar. Estos
documentos expresan un conjunto de prescripciones que buscan brindar un marco y dar
sentido a las prácticas escolares. Es por esto que, si bien no agotan los procesos curricula-
res, pueden ser un buen punto de partida para comprenderlos o analizarlos.
¿Qué es el currículum? 23
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