compacto, ejercicio, intención, intencionalidad, movimiento, mundo, suelo, sensaciones de toque, sagital, trabajo., El cuerpo se tiene concebido como una unidad funcional desde la cual toda nuestra intención está dispuesta en relación con los contenidos que podemos aprehender, esto relacionado con las particularidades que componen la multiplicidad de los actos que podemos realizar de forma intencional. Dichos actos, son más o menos estandarizables en relación con cada parte de cada cuerpo de cada individuo. En ese sentido, se pueden tomar descripciones funcionales muy ricas y variadas de la implicación de este entramado de actos, que en continuas síntesis pasivas acondicionan un cuerpo como objeto concebido entre todos los demás objetos del mundo. El cuerpo, como corporalidad material configurada, manifiesta una reconfiguración progresiva y peculiar respecto a cada acto ejecutado por cualquier cuerpo físico; directamente se relaciona con una materialidad de la que el mundo se constituye, y que constituye la misma materialidad que supone la carne. Estas carnes son el único punto de voluntad libre, motivado y movido por una intencionalidad peculiar, única en cada cuerpo existente de forma irreducible a cualquier otro con el que pueda entrar en relación. De esta manera el cuerpo resulta “hecho por mí”, “hecho a mi medida” en tanto es objeto en el mundo, que puede generar múltiples ejercicios entre los otros objetos, que es afectado y afecta en estrecha relación con todos ellos. Quisiera entrar a considerar ciertas características que diferencian los objetos como meros objetos del mundo y el objeto que es la carne vivida. Lo que nos caracteriza esa carne es que está motivada por una unidad fenoménica irreducible y primordial, en constante fluctuación: que se manifiesta como la aprehensión de unos contenidos que luego son contrapuestos contra otros, que resultan en las exteriorizaciones de movimiento intencional, que en este caso tratamos de atender. Principalmente, esa unidad fenoménica es lo que nos diferencia de los objetos que son inertes, que no evidencian exteriorización. Los movimientos nacidos de las carnes son originados por una intención que no es plenamente voluntaria, empero, se enmarcan en una intencionalidad que los direcciona, manifestando la interacción de unos contenidos fenoménicos o fantasmáticos activos con otros que refieren para nosotros una mera pasividad; que no manifiesta sus cualidades a menos que estén bajo nuestra intencionalidad. Si nos detenemos a considerar la intención, esta sale de su contención y situación pasiva de quietud, sirviendo para un conjunto de movimientos que la tipifican, y que según circulen motivados por su propia intencionalidad, la moldean de acuerdo con los actos que en cada momento están en influjo. El ejercicio que nace de esa unidad indeterminada que es el cuerpo mismo, se entiende como la energía, el trabajo o el desplazamiento que un cuerpo puede ejercer sobre los otros, pudiéndolos modificar física y espacialmente. Así, el cuerpo llevado por multiplicidad de intencionalidades que atienden a situaciones prácticas, se emplea a sí mismo, pero esto de forma desatendida para consigo mismo, refiriéndose en primera instancia a la actividad netamente mecánica que prima por atender los objetos del mundo que no se refieren directamente a los asuntos de la carne misma. Entre la infinitud de ejercicios que se pueden realizar en busca de fines prácticos, me gustaría hacer una acotación y referirme únicamente al tipo de ejercicio que entendemos como ejercicio corporal o, en este caso, referido a la carne misma. Como acto peculiar de intención podemos resaltar que: si bien también se refiere a un trabajo que sucede, se desplaza y hace un efecto fuera de esa unidad indeterminada que es el cuerpo mismo, dirigiéndose “fuera de sí”; la intencionalidad del movimiento, del ejercicio mismo, recae sobre la carne. Por ejemplo, una pesa, una mancuerna que es movida del suelo por un cuerpo, con movimientos repetitivos de abducción y aducción en el momento del ejercicio físico, no se hace con ilusión de conseguir una repercusión que no sea única y exclusivamente dirigida a la intención del cuerpo productor del movimiento intencional. La intención predispuesta por todos los contenidos tiene la característica específica de “atender” el objeto intencional; que, en el caso del ejercicio con mancuernas, no refiero a la mancuerna, sino al ejercicio que implica el uso de las mancuernas en determinada posición, con determinado peso; como, por ejemplo, un ejercicio de remo o un Curl de bíceps con mancuerna. La intencionalidad en cada movimiento repetitivo, de esfuerzo, de trabajo, en el que se mueve un objeto externo en un marco de posibilidad, fija la dirección de la intención que en el caso de estos ejercicios se ve cumplida en la posibilidad de uso de esta misma. La intención se produce, enmarcada, por así decirlo, en el intento, pero estrictamente se ve cumplida en la realización de la intencionalidad que delega la posibilidad de cualquier acto. Con esto se puede concluir que, ese ejercicio del que hablamos es el continuo uso de la intencionalidad que se empeña por contraponer y direccionar los distintos contenidos psíquicos activos, y los contenidos pasivos sensitivos que constituyen la carne (contenidos de la intención). Me parece necesario aclarar que en este nivel no estoy considerando la politización del cuerpo, entendiéndola como la visión en la cual el cuerpo es un medio para llevar a cabo expectativas ideales o morales. Quiero precisar en el momento donde se tiene conciencia de la “vivencia insipiente” que se tiene considerada en la constante sucesión de lo que podemos denominar la fijación del ahora. Con esto intentar precisar el momento en que la intencionalidad posibilita la gestión de los contenidos de la intención. Un movimiento que compete las disposiciones sensitivas del cuerpo motivado por cargas fantasmáticas en unas direcciones delegadas para generar distintos movimientos o representaciones de movimientos. En la observación del movimiento repetitivo de diferentes objetos, teniendo flujo con el que produce la carne, quisiera notar tres cosas: primero, por el lado de la carne, se producen diferentes sedimentaciones en las sensaciones de toque de zonas que son particularmente movidas o estimuladas; segundo, por el lado de los objetos, podemos notar un movimiento, con relación a las partes sentidas y vistas del cuerpo, así como la inclinación en relación con la propiocepción de la condición espacial de las partes sintientes que componen la extensión corporal; y por último, todos estos ejercicios se constituyen sobre un “suelo horizontal primario”, constituido de forma primordial, y que se diferencia del suelo de los objetos que no son la carne. En dichos ejercicios a los que me refiero, en las situaciones a las que se ve sometida la carne en contacto con el mundo, de cierta forma, se intentan seccionar y aislar las partes del cuerpo en unidades funcionales separadas, que disponen la intención a un trabajo y un esfuerzo que cumpla una intencionalidad. Las sensaciones de toque y la propiocepción de la situación espacial de las extremidades resultan determinantes en este tipo de vivencias. Si primero atendemos a las sensaciones de toque, son estás las que posibilitan en primera instancia el surgir de la intención: la presión, el peso, o el halón que nace de la situación del agarre que se experimenta por causa de un objeto externo al cuerpo, inmediatamente enmarca la intencionalidad en un campo de posibilidad. Así, las primeras sensaciones de toque vinculan el objeto exterior al cuerpo como una especie de extensión con la que luego se realizara un movimiento mecánico, articular, como cualquier otro que articuladamente el cuerpo puede realizar: así, en cierta medida estos contenidos también van a aportar una especie de “horizonte de fatiga” situado específicamente en las secciones musculares (puntos nodales del ejercicio) que cada ejercicio de cierta forma logra aislar. Las sensaciones de toque de cierta forma se compactan y contraponen entre sí de forma que, en cada ejercicio, el trabajo y la presión que se ejerce con el cuerpo se puedan dirigir desde ciertos puntos a otros, y esto gestionado de forma intencional: constituyendo así sedimentaciones particulares a cada ejercicio en relación con los movimientos que la intención puede ejecutar. Ahora, los movimientos, atendiendo en primera instancia a las sensaciones de toque, articulan las sensaciones corporales y la vista que se tiene de las articulaciones sentidas, para disponer del cuerpo espacial en multiplicidad de maneras: la constitución del suelo horizontal primordial, constituye para el cuerpo de forma espacial, una perspectiva base de la que se parte para llevar a cabo cualquier intencionalidad. La intencionalidad de los ejercicios referidos a la carne meramente, es establecida según unos criterios, como, por ejemplo, un tipo de inclinación, con una respectiva intensidad que se define en esa relación de la carne, su suelo y los objetos. Es en la inclinación y el pliegue de la articulación en donde las cinestesias del cuerpo mejor evidencian su función, pues teniendo en cuenta los diferentes sitios que son observables del cuerpo, presionados por los objetos exteriores en determinado tipo de posición, ya sea de forma horizontal o vertical, el trabajo se hace manifiesto y trasladado intencionalmente al las partes del cuerpo mismo en cuestión: pues, el movimiento mecánico de otro objeto que repercute trabajo, será estimado, enfatizando los contenidos de la intención que se sedimentan distinto en cada situación particular. En este punto quiero que demos el último paso y consideremos solamente los ejercicios que son hechos con el propio cuerpo, el propio peso, encontrados muchos en la denominada calistenia. Primero consideremos ese ejercicio que nace de esa indeterminación que es el cuerpo mismo. Como característica peculiar, se nota una intencionalidad que se empeña por contraponer y direccionar los distintos contenidos psíquicos activos, y los contenidos pasivos sensitivos que constituyen la intención en la carne, únicamente dependiendo de la unidad corporal indeterminada que se constituye junto con un suelo originario: que en este caso no necesariamente exige tener que ser de forma horizontal. El cuerpo se determina de una manera más unitaria, no segmentada, o por lo menos no como en los ejemplos que implican el uso de un objeto exterior: pues el cuerpo, visto como toda una unidad mecánica que funciona unida en toda su extensión, implica una intención que se liga a toda esa extensión que en cada ejercicio intencional se va a direccionar. Al ser la carne tomada como objeto mismo del ejercicio, implica que toda ella disponga la intención de sus contenidos en una forma funcional intencional, que intermedia únicamente con su suelo originario. Si retomamos el ejemplo de la mancuerna en un Curl de bíceps se hace evidente el aislamiento en el movimiento de la sección que se quiere estimular: el resto del cuerpo, queda de cierta forma transparente, en comparación al esfuerzo que se denota en unos puntos nodales evidenciados por las ya mencionadas sensaciones de toque; en el caso de la calistenia, podemos ver una implicación de la totalidad de la corporalidad en una dirección intencional, que toma todo el cuerpo en relación una posición en particular. La intención de los contenidos sedimentados va a desarrollar un papel muy peculiar en lo que se refiere a la propiocepción espacial de las partes sintientes del cuerpo, pues, así como en el ejemplo del curl de bíceps, el ángulo que forman las articulaciones del cuerpo parte esencialmente de la relación del cuerpo, y su posición en el suelo; descartando en el caso de la calistenia la permanencia de un tercer objeto exterior. De esta forma, la unidad indeterminada que es el cuerpo, se determina en su totalidad, en relación únicamente con las condiciones que le dispone su suelo originario. Suelo que se vuelve relativo (así sea temporalmente) para un cuerpo que ejecute determinado ejercicio en determinada posición. Como ejemplo miremos las particularidades del ejercicio conocido como La bandera humana: a simple vista se pueden sentir el efecto de las sensaciones de tacto en las cargas que son evidentes en todo el cuerpo, principalmente en músculos como oblicuos, trapecio, parte baja de la espalda y otros músculos en menor medida como: músculos del tronco central, los muslos y las pantorrillas. Esto para la estabilización de los músculos en relación horizontal al suelo de partida que en este caso se encuentra de forma vertical. Pasemos a considerar finalmente cuáles son los resultados de practicar estos ejercicios en particular diferenciados de los demás. La ganancia más evidente que puedo resaltar a nivel fenomenológico, es la constitución de una unidad corporal de intención, que sea más compacta a la hora de ser dispuesta de forma intencional, esto para cualquier acto que cualquier cuerpo-carne puede realizar. El aporte particular de la calistenia se ve reflejado en el empleo de la intención de formas que intencionalmente en la cotidianidad no dispone a emplear. El ejemplo de la mancuerna nos muestra como en cierta medida, con movimientos de abducción y aducción, en continuo intervalo, se sedimentan los contenidos de la intención. Se hace un ejercicio intencional, que representa una ganancia, que sedimenta los contenidos de los que se compone dicha intención: la sección ejercitada se vuelve una unidad de intención de un carácter más compacto, y lo hace siguiendo un patrón, en un plano sagital; el cual corresponde con los movimientos más habituales del cuerpo, que representan una ganancia en tanto ya sedimentados los movimientos con otras cargas más pesadas, los que realiza cotidianamente se le tornan más fáciles y representan una fatiga menor. Con la calistenia se tiene la posibilidad de sedimentar en la intención del cuerpo distintos contenidos que impliquen todo el cuerpo como una unidad que se mueve de forma intencional plena. El ejemplo de la bandera humana nos muestra como en un plano corporal coronal, que normalmente se emplea menos en la cotidianidad, la intencionalidad dispone los contenidos de la intención del cuerpo de forma unificada y los sedimenta; teniendo consideradas las partes que más desapercibidas están en la cotidianidad. Con esto disponer de todos los contenidos de la intención de la forma más unificada y condescendiente con cualquier acto que luego se pueda gestionar de forma intencional.