Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
m GW,XIV,págs. 427-8; en AE, vol. 21,1979, págs. 70-1. d h u d and Archeolo~,Amencan Zmagro, VIII, 2,1951, págs. 107-28.
tino se levantan'an todavía los palacios imperiales y el S e p sino una sucesión y una superposición de imágenes fijas,
tizonium de Septimio Severo seguiría coronando las viejas independientes unas de otras, «que coexisten unas junto a
alturas. Pero todavía más: en el sitio donde se halla el Pa- otras -como dice F'reud del inconcien* sin combatirse
lazzo Caffarelli seguiría encontrándose, sin que hiciera ni influinse». Las etapas insensibles, los momentos de tran-
falta remover ese edificio, el templo de Júpiter capitolino; y sición, quedan abolidos, en beneficio de una sucesión de
aun este, no sólo en su última forma, como lo vieron los ro- arquetipos fijos, cada uno de los cuales forma un todo. Para
manos del Imperio, sino al mismo tiempo bajo su forma parañ-asear lo que decíamos a propósito del «tres veces» del
más precoz, cuando presentaba aspecb etrusco (. . .) Sobre Hombre de los Lobos, los atrea añw de construcción de la
la plaza del Panteón no sólo hallaríamos el Panteón actual, Domus Aurea de NerÓn no están representados por el re-
como nos lo legó Adriano, sino, en el mismísirno sitio, el cuerdo de tres años de trabajos, que constituyan una se-
edificio originario de M. Agripa; y un mismo suelo soporta- cuencia temporal, sino que se convierten en una caraderís-
ría a la iglesia Maria sopra Minerva y al antiguo templo so- tica inherente a la propia Domus Aurea, en su contenido re-
bre el cual está edificada».* presentativo: & Domus Aurea que fue construida en tres
añosB.
Dicho rápidamente: dos concepciones de la memoria», Se trata entonw de una curiosa coexistencia, hecha de
una histórica, la otra arqueológica; una conciente-precon- fijeza y de manipulación, de veracidad y de artificio, lo que
I
ciente, la otra inconciente. Pero miremos esto más de cerca. caracteriza a este singular campo arqueológico donde se
Esta imagen de Roma, que desarrolla el tiempo como conservaría el «objeto psíquico». No queremos negar que
una cuarta dimensión del espacio, podría hacerse plausible F'reud vea allí un paradigma de la memoria, y es clararnen-
así: un observador se halla a 2700 años-luz de la Tierra, y te bajo el signo conjunto de la memoria y de la arqueología
mira a Roma. Lo que ve es la Roma de Rómulo, cuya ima- como comienza el texto de «Construcciones en el análisim.
gen le llega en ese instante. Al mismo tiempo, le llegan, Pero agregar allí el término inconciente -memoria h n -
trasladadas por un tren de ondas luminosas continuas, las ciente- cambia sin embargo todo, porque ahora no se apun-
imágenes sucesivas de la misma ciudad, cuyo conjunto ta a una trivial puesta en memoria, ni a las triviales recom-
constituye verdaderamente el tipo de holograma en cuatro posiciones de los recuerdos por lo vivido posteriormente, los
dimensiones descrito por F'reud. Al observador le basta con marcos sociales, el envejecimiento, etc. Aquí está en cues-
desplazarse a lo largo de ese holograma (con «variar la di- tión un fenómeno psíquico que es a la vez cataclismo (como
rección de la mirada o la perspectiva», dice Freud), para el hundimiento de Pompeya) y conservación definitiva
privilegiar tal o cual imagen, tal o cual monumento, y tal o (como el entierro de los objetos de nitankamón).
cual época. A partir de esto, la imagen de la arqueología, que obse-
¿Por qué esta racionalización sólo me satisface a me- siona a todo psicoanalista como obsesionó a Freud desde
dias? Porque en nuestro tren de ondas que viajan entre la las cartas a Hiess hasta el último día, está lejos de haber
Tierra y Sirio, no encontraremos jamás tal o cual monu- dado toda su verdad. Remitir esta obsesión, como preten-
mento, tomado aisladamente y definitivamente acabado, de Suzanne Berr~feld,~~ a la nostalgia de la Edad de Oro de
sino todas las etapas, en cada segundo, de su construccióny F'reiberg, al deseo por ese objeto intacto que sería la madre
de su destrucción. La imagen freudiana de la memoria in- e t e m e n t e joven y bella, y a una sublimación atea de la
conciente se vuelve, pues, en relación con nuestro modelo creencia infantil en la inmortalidad, es ver realmente las
físico, extrañamente irrealista: no es ni la recomposición de cosas por el rabillo del ojo, invocando causas que existen en
la memoria viva, conciente-preconciente,ni el holograma todos los humanos sin que la mayoría se preocupe sin em-
íntegro de todo lo vivido (y que sería un revoltijo absoluto), bargo del objeto arqueológico, que, por el contrario, destro-
m GW,XIV,págs. 427-8; en AE, vol. 21,1979, págs. 70-1. d h u d and Archeolo~,Amencan Zmagro, VIII, 2,1951, págs. 107-28.
zan alegremente trabajando sus campos o construyendo de la séptima cruzada de San Luis escrita por Joinville.
sus autopistas. . . Más diferente aun, tal vez. Y es aquí donde aventuramos el
Se debería calificar esta arqueología freudiana como término uhiperarqueología~-prestas, en contrapartida, a
hipemrpusoi6gi.m o hipemlista: aún más fascinada por el descubrir en esta la raíz profunda de nuestra fascinación
objeto que la arqueología de los tiempos antiguos. Un objeto por la arqueología.
que no sólo os cosa, sino que encierra en sí los tiempos de su
constsuaión, los afectos que ha provocado y sin duda más Hiperarqueología = hipermalidad. Aquí es donde se ins-
Qibe otra exigencia -y otra aporía- de la búsqueda freu-
aún, como comenzamm a presentirlo. Una arqueología que
no está dominada por la historia, como pretende la ciencia diana, la que lleva el nombre de «realidad psíquica».
moderna, sino que domina a la historia con la sola reviven- Tal vez convendría recordar lo que se planteó inicial-
cia del objeto. Esto sucede con Schliemann, héroe y modelo mente: la existencia, el postulado, de un dominio tercero,
para Freud: todo su conocimiento de la historia, historia que no sea la realidad material, fádica, perceptiva, pero
poética de la Iliada o historia de los historiadores antiguos que tampoco sea la subjetividad,do simplemente represen-
se utiliza con un Único fin: ubicar pacientemente, sobre el tado» (das bloss %rgestellte).
terreno, las coordenadas del punto preciso donde habrá que «Yo no podría decir si a los deseos inconcientes hay que re-
cavar para exhumar noya. Modelo entusiasmante para conocerles raalidacl; a todos los pensamientos de transición
Freud, y que es un indicio mayor entre otros. y de ligazón, desde luego, hay que negársela. Cuando se
¿No es otro signo, otra línea asociativa, comprobar la han llevado los deseos inconcientes a su expresion última y
preferencia que él otorga, cuando se trata de esta conserva- más verdadera, es preciso aclarar que la mlidacl psiquica
ción inconciente, al término «huella,: huellas de memoria es una forma de existencia particular, que no debe confun-
(Gedachtnisspuren) o huellas de recuerdo (Erinnerungs- dirse con la realidad r n a t e r i u ~ . ~
quren)? Como si lo que estuviera en cuestión no fuera la
memorización misma sino la huella, por así decir secunda- La que Freud designa aquí, esta intención -para ha-
ria, dejada por el recuerdo, y esto como consecuencia de la blar como un fenomenólogo-, nunca lo cumplirá. O bien só-
represión. lo le encontrará Ersatz. El primer Ersutz consiste en remi-
Igualmente sugerente, aun si hemos dejado de prestarle tir la realidad psíquica a la realidad psicológica, y es todo el
atención, es el término «reminiscencia». Un término que, movimiento de Conferencias de introduocwn al psicoanáli-
por supuesto, remite a Platón, y puede significar incluso sis (cap. 23): bajo el amparo de la regla fundamental, y bajo
una suerte de recuerdo; pero un recuerdo cortado de sus el de la ausencia de indicio de realidad en el inconcientm,
orígenes, cortado de sus vías de acceso, aislado y fijado, re- todos los pensamientos de transición (asociaciones) y de
ducido a una huella. Huella que, sin embargo, no es necesa- ligazón (fantasías) tendrían que ser puestos estrictamente
riamente falsa, sino que contiene un unúcleo de verdad» en el mismo plano que, por ejemplo, los recuerdos. l'bdos, en
más esencial que el recuerdo conciente trivial. efedo, son una parte de lo «real», tan reales como el mundo
A partir de aquí observamos la distancia que existe material, y es su conjunto el cual, en una perspectiva sim-
entre la fórmula según la cual «la histérica sufre de remi- plemente subjetivista,es llamado de aquí en más «realidad
niscencia~y la expresión de Viderman que hace de la neu- psíquica»; pero Freud ha pasado de un sentido al otro de
rosis (en Freud) una «enfermedadde la memoria». Si se nos esta expresión: de algo psíquico particular que sería rea-
quiere acompañar en esta idea, el imnciente no es del or- lidad, que sería cosa en el inconciente, a la comprobación,
den de i u memoria, la mpresión no es una modalidad par-
25 GW,11-111,pág. 625; en AE, vol. 5,1979, pág. 607. Señalemos al pasar
ticular de la puesta en memoria. La represión, cataclismo y los términos: upemsamientoa de transición y de ligazón*. Todo lo que es re-
hundimiento en el inconciente, es tan diferente de una me- lación,en particular lo que es historia, resulta desvalorizado, des-realizado,
morización como el entierro de Pompeya lo es de la crónica con respedo a esta aealidad psíquica, suprema que es lo arqueológico.
zan alegremente trabajando sus campos o construyendo de la séptima cruzada de San Luis escrita por Joinville.
sus autopistas. . . Más diferente aun, tal vez. Y es aquí donde aventuramos el
Se debería calificar esta arqueología freudiana como término uhiperarqueología~-prestas, en contrapartida, a
hipemrpusoi6gi.m o hipemlista: aún más fascinada por el descubrir en esta la raíz profunda de nuestra fascinación
objeto que la arqueología de los tiempos antiguos. Un objeto por la arqueología.
que no sólo os cosa, sino que encierra en sí los tiempos de su
constsuaión, los afectos que ha provocado y sin duda más Hiperarqueología = hipermalidad. Aquí es donde se ins-
Qibe otra exigencia -y otra aporía- de la búsqueda freu-
aún, como comenzamm a presentirlo. Una arqueología que
no está dominada por la historia, como pretende la ciencia diana, la que lleva el nombre de «realidad psíquica».
moderna, sino que domina a la historia con la sola reviven- Tal vez convendría recordar lo que se planteó inicial-
cia del objeto. Esto sucede con Schliemann, héroe y modelo mente: la existencia, el postulado, de un dominio tercero,
para Freud: todo su conocimiento de la historia, historia que no sea la realidad material, fádica, perceptiva, pero
poética de la Iliada o historia de los historiadores antiguos que tampoco sea la subjetividad,do simplemente represen-
se utiliza con un Único fin: ubicar pacientemente, sobre el tado» (das bloss %rgestellte).
terreno, las coordenadas del punto preciso donde habrá que «Yo no podría decir si a los deseos inconcientes hay que re-
cavar para exhumar noya. Modelo entusiasmante para conocerles raalidacl; a todos los pensamientos de transición
Freud, y que es un indicio mayor entre otros. y de ligazón, desde luego, hay que negársela. Cuando se
¿No es otro signo, otra línea asociativa, comprobar la han llevado los deseos inconcientes a su expresion última y
preferencia que él otorga, cuando se trata de esta conserva- más verdadera, es preciso aclarar que la mlidacl psiquica
ción inconciente, al término «huella,: huellas de memoria es una forma de existencia particular, que no debe confun-
(Gedachtnisspuren) o huellas de recuerdo (Erinnerungs- dirse con la realidad r n a t e r i u ~ . ~
quren)? Como si lo que estuviera en cuestión no fuera la
memorización misma sino la huella, por así decir secunda- La que Freud designa aquí, esta intención -para ha-
ria, dejada por el recuerdo, y esto como consecuencia de la blar como un fenomenólogo-, nunca lo cumplirá. O bien só-
represión. lo le encontrará Ersatz. El primer Ersutz consiste en remi-
Igualmente sugerente, aun si hemos dejado de prestarle tir la realidad psíquica a la realidad psicológica, y es todo el
atención, es el término «reminiscencia». Un término que, movimiento de Conferencias de introduocwn al psicoanáli-
por supuesto, remite a Platón, y puede significar incluso sis (cap. 23): bajo el amparo de la regla fundamental, y bajo
una suerte de recuerdo; pero un recuerdo cortado de sus el de la ausencia de indicio de realidad en el inconcientm,
orígenes, cortado de sus vías de acceso, aislado y fijado, re- todos los pensamientos de transición (asociaciones) y de
ducido a una huella. Huella que, sin embargo, no es necesa- ligazón (fantasías) tendrían que ser puestos estrictamente
riamente falsa, sino que contiene un unúcleo de verdad» en el mismo plano que, por ejemplo, los recuerdos. l'bdos, en
más esencial que el recuerdo conciente trivial. efedo, son una parte de lo «real», tan reales como el mundo
A partir de aquí observamos la distancia que existe material, y es su conjunto el cual, en una perspectiva sim-
entre la fórmula según la cual «la histérica sufre de remi- plemente subjetivista,es llamado de aquí en más «realidad
niscencia~y la expresión de Viderman que hace de la neu- psíquica»; pero Freud ha pasado de un sentido al otro de
rosis (en Freud) una «enfermedadde la memoria». Si se nos esta expresión: de algo psíquico particular que sería rea-
quiere acompañar en esta idea, el imnciente no es del or- lidad, que sería cosa en el inconciente, a la comprobación,
den de i u memoria, la mpresión no es una modalidad par-
25 GW,11-111,pág. 625; en AE, vol. 5,1979, pág. 607. Señalemos al pasar
ticular de la puesta en memoria. La represión, cataclismo y los términos: upemsamientoa de transición y de ligazón*. Todo lo que es re-
hundimiento en el inconciente, es tan diferente de una me- lación,en particular lo que es historia, resulta desvalorizado, des-realizado,
morización como el entierro de Pompeya lo es de la crónica con respedo a esta aealidad psíquica, suprema que es lo arqueológico.
bien trivial, de que todo pensamiento, aunque fuese ficción, más importante lo que debe interpretarse no es del orden
es un fenómeno psíquico entre otros, digno de ser conside- de lo fáctico en bruto, ni incluso de lo fáctico histórico, en el
rado y estudiado como tal. sentido del estúpido d u a n sin Tierra pasó por allú. Sin em-
Existen otros retonios (deformados, como lo es un ure- bargo, mi objeción no radica en decir, como se ha mostrado
torno de lo reprimido») de lo que F'reud presintió y quiso de modo harto abundante, que «los hechos humanos no son
cercar constantemente, esto psíquico duro-como-el-hierro, cosas» y, en la acepción más general, que utienen un senti-
tal vez más resistente que el hecho perceptivo mismo; uno d ~Sino . que las escenas infantiles, aquellas de las que se
de esos retornos tiene el nombre de dantasía originaria»; el i ocupa el psicwruílisis, sólo cobmn importancia por los
otro, siempre en F'reud, «ello»primordial anclado en lo bio- mensajes que liberan.
lógico; en Lacan, por último, puede detedarse, bajo la capa Me apoyaré aquí en un texto de F'reud, que me parece
del estruduralismo, un retorno de la misma exigencia, algo ejemplar desde más de una perspectiva. Ejemplar porque
que quisiera conservar el mismo lugar: «lo simbólico». No muestra un proceso de represión en marcha. Ejemplar de-
puedo, aquí, encontrar el espacio para una crítica de estos bido a que demuestra que el recuerdo es bien diferente de
diversos avatares. la fantasía inconciente que de él surge, así como, por otra
parte, de la fantasía conciente, retoño de la precedente. Se
trata de: «Pegan a un niño».27Comenté hace tiempo este
Volvamos otra vez a las reminiscencias y a su forma J !
impersonal, sitúo no sólo a Viderman, sino también a sus complejo de masculinidad, etcétera.
contradidores,y sin duda, a F'reud mismo): 1) Que antes de
la interpretacihn de F'reud existe una proto-interpretación GW,XII, págs. 195-226;en AE, vol. 17, 1979, págs. 173-200.
m Cf. Me et mort en psychanalyse, París: Flammarion, 1970, cap. V
por el sujeto mismo, de suerte que la interpretación psico- (reed. colección aChampsm, 1989).Ed. cast. Mda y muerte enpsicoanálisis,
analítica no ocurre jamás sino en segundo término. 2) Aún Buenoe Aires: Amomortu editores, 1973,cap. 5.
Geschwiste~hemel alemán designa de este modo a un miembro de la
28 d a bouteille h la mem, op. cit., pág. 343. fratría, sin considerar su sexo. Asimismo, Kind, el niño, es neutro.
bien trivial, de que todo pensamiento, aunque fuese ficción, más importante lo que debe interpretarse no es del orden
es un fenómeno psíquico entre otros, digno de ser conside- de lo fáctico en bruto, ni incluso de lo fáctico histórico, en el
rado y estudiado como tal. sentido del estúpido d u a n sin Tierra pasó por allú. Sin em-
Existen otros retonios (deformados, como lo es un ure- bargo, mi objeción no radica en decir, como se ha mostrado
torno de lo reprimido») de lo que F'reud presintió y quiso de modo harto abundante, que «los hechos humanos no son
cercar constantemente, esto psíquico duro-como-el-hierro, cosas» y, en la acepción más general, que utienen un senti-
tal vez más resistente que el hecho perceptivo mismo; uno d ~Sino . que las escenas infantiles, aquellas de las que se
de esos retornos tiene el nombre de dantasía originaria»; el i ocupa el psicwruílisis, sólo cobmn importancia por los K
otro, siempre en F'reud, «ello»primordial anclado en lo bio- mensajes que liberan.
lógico; en Lacan, por último, puede detedarse, bajo la capa Me apoyaré aquí en un texto de F'reud, que me parece
del estruduralismo, un retorno de la misma exigencia, algo ejemplar desde más de una perspectiva. Ejemplar porque
que quisiera conservar el mismo lugar: «lo simbólico». No muestra un proceso de represión en marcha. Ejemplar de-
puedo, aquí, encontrar el espacio para una crítica de estos bido a que demuestra que el recuerdo es bien diferente de
diversos avatares. la fantasía inconciente que de él surge, así como, por otra
parte, de la fantasía conciente, retoño de la precedente. Se
Volvamos otra vez a las reminiscencias y a su forma ! trata de: «Pegan a un niño».27Comenté hace tiempo este
principal, las escenas. texto, tomando en particular la noción de apuntalamien-
En toda la discusión acerca de las famosas escenas, su Hoy vuelvo a él con un arsenal conceptual proveniente
realidad, su inverosimilitud, la posibilidad de recordarlas, más diredamente de la teoría de la seducción generalizada:
parecería que se ha producido un acantonamiento en dos
1
mensaje, traducción, fracaso parcial de la traducción.
elementos antitéticos que se oponen como lo harían (en una Recuerdo, entonces, las tres formulaciones propuestas
epistemología de carácter muy discutible) el hecho físico en por F'reud como una secuencia mnológica, y nacidas -nos
bruto y la teorización del físico. Así aparece, ya que Vider- dice él- de varios análisis (cuatro pacientes).
man nos ayuda a clarificar las cosas, la escena de Groucha 1. Mi padre golpea a un hermanito-o-her~nanita.~~
en el «Hombre de los bbos»: 2. Mi padre me pega.
3. Pegan a un niño.
«Es -nos dice- una escena histórica, en el sentido de que 1
se trata de un acontecimientoreal y fechado; no se trata de En la tercera etapa, no tengo nada que agregar a la des-
la historia. No más que 'Cesar cruzó por el Rubicón" (. . .) cripción y a la perfecta explicación de Freud: se trata de
Se trata de hechos objetivos, comparables para los historia- una fantasía perversa conciente, que acompaña a una mas-
dores a la trayectoria de un cuerpo del mundo físico (. . .) Pa- turbación y que desemboca en el orgasmo. Esta fantasía es
ra que esta escena se anime, entre a estar viva y nos hable, un retorno de la fantasía inconciente (número 2), y su deri-
es necesario que F'reud mismo hable.% vación procede por multiples vías: neutralización, compro-
d miso entre la forma sádica del fantasma y el tipo masoquis-
Se pasan por alto aquí dos cosas (y bajo esa expresión se, ta de la satisfacción, desplazamiento de la culpabilidad,
O
impersonal, sitúo no sólo a Viderman, sino también a sus complejo de masculinidad, etcétera.
contradidores,y sin duda, a F'reud mismo): 1) Que antes de
la interpretacihn de F'reud existe una proto-interpretación GW,XII, págs. 195-226;en AE, vol. 17, 1979, págs. 173-200.
m Cf. Me et mort en psychanalyse, París: Flammarion, 1970, cap. V
por el sujeto mismo, de suerte que la interpretación psico- (reed. colección aChampsm, 1989).Ed. cast. Mda y muerte enpsicoanálisis,
analítica no ocurre jamás sino en segundo término. 2) Aún Buenoe Aires: Amomortu editores, 1973,cap. 5.
Geschwiste~hemel alemán designa de este modo a un miembro de la
28 d a bouteille h la mem, op. cit., pág. 343. fratría, sin considerar su sexo. Asimismo, Kind, el niño, es neutro.
Concentrémonos en los estadios 1 y 2. Freud los designa tra claramente que &lo con esta comienza la fantasía pro-
a veces como dos etapas de una misma fantasía, pero, mi- piamente dicha; pero, por otra parte, tal formulación (en
rándolas con mayor detenimiento, ¿cómo atribuirles el mis- 1919) viene como a amenazar e incluso a desvalorizar la
mo tipo de realidad? mcepción de las dantasíaa originarias+filogenéticas, for-
El estadio 2 es efectivamente lo que llamamos una fan- mulada dos o tres añoe antes. Así,una fantasía inconciente
tasía inconciente. Posee su carácter fijo y estereotipado; puede ser aoriginab sin dejar de ser el producto de un pm-
inaccesible a toda recomposición, lo es tanto más ya que oeso individual,y sin que sea neceeario referirse a lo arque-
nunca puede devenir conciente. Es únicamente construida tipicó y al inconciente de la especie.
por el análisis: Observación capital, por último: la fantasía inconciente
no es el calco de la eecena conciente, recuerdo fiel que sim-
«Esta segunda fase es, de todas, la más importante y grá- plemente habría sucumbido a la amnesia infantil. Lcr mpm-
vida en consecuencias; pero en cierto sentido puede decirse swn es algo totalmente distinto de una puesta en memoria.
de ella que nunca ha tenido una existencia real. En ningún Es el momento de tratar de describir de otro modo el
caso es recordada, nunca ha llegado a devenir-conciente. Se proceso cuyas etapas Freud traza tan claramente.
trata de una construcción del análisis, mas no por ello es En el primer tiempo, los acontecimientos reales ocurri-
menos necesaria^.^^ dos entre los protagonistas familiares son algo muy dis-
tinto de puras secuencias materiales. Me parece evidente
En cambio, para la primera fase, Freud vacila abierta- que, de un modo u otro, estas son pmpuestas al niño. No es
mente, y más bien se inclina a atribuirle carácter real: como se pega una figurita en un á l b d que se le pega a
un hermanito-o-hermanita,en presencia de Tam-
uEn verdad podemos vacilar en cuanto a si ya a este grado poco es neutro e inocente @ara el inconciente de Groucha)
previo de la posterior fantasía de paliza debe concedérsele lavar el piso delante de wgo~,con las nalgas prominentes.
el carácter de una 'fantasía". Quizá se trate más bien de El hecho de que el padre se dirija al espectador de la es-
recuerdos de esos hechos que uno ha presenciado, de deseos cena se manifiesta, en Freud, en una adjunción añadida a
que surgen a raíz de diversas ocasiones; pero estas dudas la primera formulación: «el padre golpea al hermanito-o-
no tienen importancia alguna».31 hermanita / que yo odia.
Este «queyo odio»no es un elemento fáctico, perceptivo,
Esta última cita es reveladora de una posición bien dife- de la escena. Es un elemento contextual. No pertenece a
rente que en el caso del *Hombre de los L,obos». La escena uno u otro protagonista, sino que es su secreto o su tesoro
real es variable, poco importan sus detalles, y tal vez es es- común. Que yo odie al hermanito-o-hermanita y que, sa-
ta variabilidad la que signa su carácter vivencial. Diferen- biendo esto, mi padm le pegue ante mí, confirma bien que él
tes circunstancias - d i r e m o s - han podido vehiculizar un me dirige un mensaje.
mismo mensaje, y este ha podido ser repetido de diversas Llego ahora a un segundo agregado, que Freud incorpo-
maneras. . . «Estas dudas no tienen importancia alguna* rará a lo que llama el primer estadio: «Mi padre le pega al
-concluye Fieud. hermanito+hennanita/que yo odio/él sólo me quiere a mi».
Por su parte, cualificación significativa, la escena nú-
mero 2, inconciente, es cualificada como «fantasía original» 33 [En M s en el original: ebrrttre un oeub (batir un huevo) y abrrttre
(ursprüngliche ~ h a n t a s i e ) lo
: ~que,
~ por una parte, mues- un enfanb (pegar a un niño). d o es como m bate (bat)una clara de huevo
en la cocina que m pega (brrt) a un hermanito-o-hermanitaen presencia
de egm. (N. de la 211
GW, XII, pág. 204; en AE,vol. 17, 1979, pág. 183. Teirnino que utilizo aquí, sin connotación metafísica, para designar,
31 GW, XII, pág. 204; en AE,vol. 17, 1979, pág. 182. como lo hacen loe etnólogos, al individuo *del que se tratan, en el interior
32 GW, XII, pág. 223;en AE,vol. 17, 1979, págs. 197-8. de lae relaciones de parenteeco.
Concentrémonos en los estadios 1 y 2. Freud los designa tra claramente que &lo con esta comienza la fantasía pro-
a veces como dos etapas de una misma fantasía, pero, mi- piamente dicha; pero, por otra parte, tal formulación (en
rándolas con mayor detenimiento, ¿cómo atribuirles el mis- 1919) viene como a amenazar e incluso a desvalorizar la
mo tipo de realidad? mcepción de las dantasíaa originarias+filogenéticas, for-
El estadio 2 es efectivamente lo que llamamos una fan- mulada dos o tres añoe antes. Así,una fantasía inconciente
tasía inconciente. Posee su carácter fijo y estereotipado; puede ser aoriginab sin dejar de ser el producto de un pm-
inaccesible a toda recomposición, lo es tanto más ya que oeso individual,y sin que sea neceeario referirse a lo arque-
nunca puede devenir conciente. Es únicamente construida tipicó y al inconciente de la especie.
por el análisis: Observación capital, por último: la fantasía inconciente
no es el calco de la eecena conciente, recuerdo fiel que sim-
«Esta segunda fase es, de todas, la más importante y grá- plemente habría sucumbido a la amnesia infantil. Lcr mpm-
vida en consecuencias; pero en cierto sentido puede decirse swn es algo totalmente distinto de una puesta en memoria.
de ella que nunca ha tenido una existencia real. En ningún Es el momento de tratar de describir de otro modo el
caso es recordada, nunca ha llegado a devenir-conciente. Se proceso cuyas etapas Freud traza tan claramente.
trata de una construcción del análisis, mas no por ello es En el primer tiempo, los acontecimientos reales ocurri-
menos necesaria^.^^ dos entre los protagonistas familiares son algo muy dis-
tinto de puras secuencias materiales. Me parece evidente
En cambio, para la primera fase, Freud vacila abierta- que, de un modo u otro, estas son pmpuestas al niño. No es
mente, y más bien se inclina a atribuirle carácter real: como se pega una figurita en un á l b d que se le pega a
un hermanito-o-hermanita,en presencia de Tam-
uEn verdad podemos vacilar en cuanto a si ya a este grado poco es neutro e inocente @ara el inconciente de Groucha)
previo de la posterior fantasía de paliza debe concedérsele lavar el piso delante de wgo~,con las nalgas prominentes.
el carácter de una 'fantasía". Quizá se trate más bien de El hecho de que el padre se dirija al espectador de la es-
recuerdos de esos hechos que uno ha presenciado, de deseos cena se manifiesta, en Freud, en una adjunción añadida a
que surgen a raíz de diversas ocasiones; pero estas dudas la primera formulación: «el padre golpea al hermanito-o-
no tienen importancia alguna».31 hermanita / que yo odia.
Este «queyo odio»no es un elemento fáctico, perceptivo,
Esta última cita es reveladora de una posición bien dife- de la escena. Es un elemento contextual. No pertenece a
rente que en el caso del *Hombre de los L,obos». La escena uno u otro protagonista, sino que es su secreto o su tesoro
real es variable, poco importan sus detalles, y tal vez es es- común. Que yo odie al hermanito-o-hermanita y que, sa-
ta variabilidad la que signa su carácter vivencial. Diferen- biendo esto, mi padm le pegue ante mí, confirma bien que él
tes circunstancias - d i r e m o s - han podido vehiculizar un me dirige un mensaje.
mismo mensaje, y este ha podido ser repetido de diversas Llego ahora a un segundo agregado, que Freud incorpo-
maneras. . . «Estas dudas no tienen importancia alguna* rará a lo que llama el primer estadio: «Mi padre le pega al
-concluye Fieud. hermanito+hennanita/que yo odio/él sólo me quiere a mi».
Por su parte, cualificación significativa, la escena nú-
mero 2, inconciente, es cualificada como «fantasía original» 33 [En M s en el original: ebrrttre un oeub (batir un huevo) y abrrttre
(ursprüngliche ~ h a n t a s i e ) lo
: ~que,
~ por una parte, mues- un enfanb (pegar a un niño). d o es como m bate (bat)una clara de huevo
en la cocina que m pega (brrt) a un hermanito-o-hermanitaen presencia
de egm. (N. de la 211
GW, XII, pág. 204; en AE,vol. 17, 1979, pág. 183. Teirnino que utilizo aquí, sin connotación metafísica, para designar,
31 GW, XII, pág. 204; en AE,vol. 17, 1979, pág. 182. como lo hacen loe etnólogos, al individuo *del que se tratan, en el interior
32 GW, XII, pág. 223;en AE,vol. 17, 1979, págs. 197-8. de lae relaciones de parenteeco.
Aun menos que el primer agregado, este no forma parte Significante o mensaje -agrego- «enigmático».Pero
de lo percibido. Avancemos con la seguridad total de que se rechazo de inmediato la idea de que todo significante es
trata de una interpretación o, más exactamente de una tm- enigmático, si se quiere entender por ello -lo cual sería
ducción, hecha otrora por Mego» y reconstruida en el análi- bien trivial- que él ea p~lisémico.~~ Si debiera abandonar
sis. Desarrollo, siguiendo a Freud de muy cerca, la secuen- 1 a mis objetores el término enigmático», forjaría entonces
cia: u m i padre le pega [ante míJ al hermanito-o-hermanita la expresión «significante comprometido»,en el doble sen-
.
que odio». . «Esto quiere decir [das heisst]: mi padre no tido en que este es un compromiso, como el síntoma, y en
quiere a ese otro niño, él sólo me quiere a mí».35 que btá compmmetidopor el inconciente de quien lo emite.
i
Señalemos al pasar, para refutar a quien quisiera hacer Porque -se siente un poco de vergüenza al decirlo- el
del proceso tradudivo algo puramente «inteledual»,el rol psicoanálisis, a continuación de Freud, olvida señalar que
principal del afecto,que aparece aquí a la vez en el contexto la represión y el inconciente están presentes en el otro an-
de partida, y en la traducción de llegada. tes de estarlo en el niño: en los padres del Hombre de los
Me queda por justificar hasta el fin esta teoría traduc- Lobos, en Groucha, y en el padre que pega.
tiva de la represión, cuya formulación originaria encontré El padre que upega al hermanito-o-hennanitaudice más
en la carta 52/112 de Freud a Fliess: «El rehusamiento de de lo que quierre decir. Quiere decir, por ejemplo: «Hay que
la traducción es aquello que clínicamente se llama "repre- 1 castigar a los niños desobedientes, para educarlos». Más
sión". Subsiste así un anacronismo en cierta provincia, diredamente, dirigiéndose a ego: «Vesbien que eres más in-
unos fueros están aún vigentes».36 teligente que él. . .no eres tú quien merecería tal golpiza. . .B.
¿Por qué traducción y no interpretación? Es porque esta Pero es apenas que este padre sabe lo que quiere decir
dtima palabra, si bien aproximativamente exacta, resulta algo como: «porque te quiero te aporreo^.^^ h u c i ó n ambi-
insuficiente. Demasiado vasta; y también se abre demasia- gua, ya que, concientemente, amar y castigar son los dos
do sobre las facilidades de la hermenéutica. Interpreto cier- polos de toda buena educación, pero, inconcientemente,
tamente un discurso O.un tradudor además se llama «in- tienden a confundirse.
-
térprete*), pero interpreto también la toma de la Bastilla Por último, el padre no sabe en absoluto que él dice una
como signo de un debilitamiento de la nobleza, y precursor cantidad de otras cosas, como: «quereres pegar, forzar, co-
de la guillotina. pular, como, por ejemplo, lo hago con tu madre. . . y esto no
Lo que se traduce, específicamente, no es un signo natu- sólo genitalmente sino también analmente; ya que, ¿de qué
ral, ni tampoco histórico. Es un mensaje, un sign5cante o otro modo se forzaría a un "hermanito-o-hermanita"?etc.».
una secuencia de significantes. Para que haya traducción, Ante este mensaje enigmático, mensaje comprometido '
es preciso que alguien haya querido decir algo. por múltiples resurgirnientos inconcientes, el niño lo tra-
Vemos que recurro nuevamente a la categoría del men- duce lo mejor posible, con el lenguaje del que di.spone?O
saje o del significante enigmático, donde el término amen-
saje»insiste en la noción de significante, en el hecho de que 38 Sin ninguna duda, Freud y luego Jones, a partir de él, llaman sím-
este representa a alguien (el «sujeto»,dice Lacan) para un bolo, en sentido psicoanalítico, no a toda representación indirecta y poli-
sémica, sino sólo a aquella en la que lo simbolizado es inconciente. Debido
otro; es esto lo que puede llamarse incluso el aspecto #des- a ello, el símbolo reencuentra la antigua expresión de 1895:es el síntoma,
tinación» del ~ignificante.~~ como producción del inconciente, lo que constituye un .símbolo mnémicon.
39 [En el original: @i aime bien chcitie bien, (algo así como: gel que
35 GW,XII, pág. 206; en AE, vol. 17,1979,pág. 184. quiere bien castiga bienir. (N. de la T.)]
3e Carta 112 del 6 de diciembre de 1896 (Carta 52 de la antigua nume- 40 Se comprenderá, evidentemente, que llamo aquí alenguaje~,exacta-
ración). Cf. AE, vol. 1, 1982,pág. 276. mente como lo hace Freud, a atoda especie de expresión de la vida psí-
La noción de dirección es indispensable para comprender la obra cul- quica, y no sólo al lenguaje verbal. Cf. aL'intér6t de la psychanalyse~,en
tural, así wmo para restablecer la conjunción entre esta y la drasferen- Résultats, idées, pmblemes, 1, París:PUF,1984, pág. 198; G W,VIII, pág.
cia. 403; en AE, *El interés por el psicoanálisis~,vol. 13, 1980,pág. 179.
Aun menos que el primer agregado, este no forma parte Significante o mensaje -agrego- «enigmático».Pero
de lo percibido. Avancemos con la seguridad total de que se rechazo de inmediato la idea de que todo significante es
trata de una interpretación o, más exactamente de una tm- enigmático, si se quiere entender por ello -lo cual sería
ducción, hecha otrora por Mego» y reconstruida en el análi- bien trivial- que él ea p~lisémico.~~ Si debiera abandonar
sis. Desarrollo, siguiendo a Freud de muy cerca, la secuen- 1 a mis objetores el término enigmático», forjaría entonces
cia: u m i padre le pega [ante míJ al hermanito-o-hermanita la expresión «significante comprometido»,en el doble sen-
.
que odio». . «Esto quiere decir [das heisst]: mi padre no tido en que este es un compromiso, como el síntoma, y en
quiere a ese otro niño, él sólo me quiere a mí».35 que btá compmmetidopor el inconciente de quien lo emite.
i
Señalemos al pasar, para refutar a quien quisiera hacer Porque -se siente un poco de vergüenza al decirlo- el
del proceso tradudivo algo puramente «inteledual»,el rol psicoanálisis, a continuación de Freud, olvida señalar que
principal del afecto,que aparece aquí a la vez en el contexto la represión y el inconciente están presentes en el otro an-
de partida, y en la traducción de llegada. tes de estarlo en el niño: en los padres del Hombre de los
Me queda por justificar hasta el fin esta teoría traduc- Lobos, en Groucha, y en el padre que pega.
tiva de la represión, cuya formulación originaria encontré El padre que upega al hermanito-o-hennanitaudice más
en la carta 52/112 de Freud a Fliess: «El rehusamiento de de lo que quierre decir. Quiere decir, por ejemplo: «Hay que
la traducción es aquello que clínicamente se llama "repre- 1 castigar a los niños desobedientes, para educarlos». Más
sión". Subsiste así un anacronismo en cierta provincia, diredamente, dirigiéndose a ego: «Vesbien que eres más in-
unos fueros están aún vigentes».36 teligente que él. . .no eres tú quien merecería tal golpiza. . .B.
¿Por qué traducción y no interpretación? Es porque esta Pero es apenas que este padre sabe lo que quiere decir
dtima palabra, si bien aproximativamente exacta, resulta algo como: «porque te quiero te aporreo^.^^ h u c i ó n ambi-
insuficiente. Demasiado vasta; y también se abre demasia- gua, ya que, concientemente, amar y castigar son los dos
do sobre las facilidades de la hermenéutica. Interpreto cier- polos de toda buena educación, pero, inconcientemente,
tamente un discurso O.un tradudor además se llama «in- tienden a confundirse.
-
térprete*), pero interpreto también la toma de la Bastilla Por último, el padre no sabe en absoluto que él dice una
como signo de un debilitamiento de la nobleza, y precursor cantidad de otras cosas, como: «quereres pegar, forzar, co-
de la guillotina. pular, como, por ejemplo, lo hago con tu madre. . . y esto no
Lo que se traduce, específicamente, no es un signo natu- sólo genitalmente sino también analmente; ya que, ¿de qué
ral, ni tampoco histórico. Es un mensaje, un sign5cante o otro modo se forzaría a un "hermanito-o-hermanita"?etc.».
una secuencia de significantes. Para que haya traducción, Ante este mensaje enigmático, mensaje comprometido '
es preciso que alguien haya querido decir algo. por múltiples resurgirnientos inconcientes, el niño lo tra-
Vemos que recurro nuevamente a la categoría del men- duce lo mejor posible, con el lenguaje del que di.spone?O
saje o del significante enigmático, donde el término amen-
saje»insiste en la noción de significante, en el hecho de que 38 Sin ninguna duda, Freud y luego Jones, a partir de él, llaman sím-
este representa a alguien (el «sujeto»,dice Lacan) para un bolo, en sentido psicoanalítico, no a toda representación indirecta y poli-
sémica, sino sólo a aquella en la que lo simbolizado es inconciente. Debido
otro; es esto lo que puede llamarse incluso el aspecto #des- a ello, el símbolo reencuentra la antigua expresión de 1895:es el síntoma,
tinación» del ~ignificante.~~ como producción del inconciente, lo que constituye un .símbolo mnémicon.
39 [En el original: @i aime bien chcitie bien, (algo así como: gel que
35 GW,XII, pág. 206; en AE, vol. 17,1979,pág. 184. quiere bien castiga bienir. (N. de la T.)]
3e Carta 112 del 6 de diciembre de 1896 (Carta 52 de la antigua nume- 40 Se comprenderá, evidentemente, que llamo aquí alenguaje~,exacta-
ración). Cf. AE, vol. 1, 1982,pág. 276. mente como lo hace Freud, a atoda especie de expresión de la vida psí-
La noción de dirección es indispensable para comprender la obra cul- quica, y no sólo al lenguaje verbal. Cf. aL'intér6t de la psychanalyse~,en
tural, así wmo para restablecer la conjunción entre esta y la drasferen- Résultats, idées, pmblemes, 1, París:PUF,1984, pág. 198; G W,VIII, pág.
cia. 403; en AE, *El interés por el psicoanálisis~,vol. 13, 1980,pág. 179.
Esta traducción es exactamente el texto hablado-vivido- siempre con la famosa parodia del psicoanálisis, anticipada
sentido: m i padre no quiere a ese otro niño, sólo me quiere genialmente por Molikre: aY por eso vuestra hija es muda».
a mí». En el otro caso, ella rubrica que los hechos humanos
Lo que se ha dejado caer en esta traducción es el aspedo siempre tienen a u n sentidom, pero agrega, demasiado rá-
oscuro del mensaje, según el cual se ama, sexualmente ha- 1 pido, que este sentido ea conferido, a un dato inerte, por
blando, pegando y forzando. Estos ufuerom, esta «supervi- ego. Ego infantil, luego ego de la cura, concebido como una
vencia» (Überlebsel) forman precisamente la fantasia in- suerte de colectivo interpretante. Pero la hipótesis crea-
conciente, fantasia fija e inmutable, no historizada, hasta 1
tivista, donación de sentido cuya acción sería
designificada, estúpida, inaccesible directamente, fantasía no puede quedar suspendida en el aire: cuando Freud mis-
verdaderamente original, que no puede ser jalonada sino mo se arriesga a ello con el pequeño Hans, inyectando, por
por los retoños perversos que conocemos.41 así decir, el complejo de Edipo en la situación, atrae sobre sí
de inmediato la pregunta: u¿El profesor habla entonces con
Para hablar de la intepretación psicoanalítica, y de su
estatuto entre determinismo y hermenéutica, no podía evi- el buen Dios para poder saber todo de ante mano?^. Del mis-
tar esta larga introducción a la tercera categoría, que pro- mo modo, la hermenéutica a la Jung o a la Ricoeur, arecap-
tura de un discurso en otro discurscu, intenta apenas disi-
pongo situar en el lugar postulado por F'reud cuando habla
? mular sus intenciones normativas y sus anclajes teológicos.
de «realidadpsíquica».Al lado de la realidad perceptiva y al I
lado de la realidad psicológica, cuya fantasía conciente-pre- Entre determinismo y hermenéutica, ¿qué aportan la
conciente constituye un sector fundamental, habría que noción de mensaje enigmático y aquella, correlativa, de tra-
planteal; como tercem realidacl, la del mensaje, es decir, la 1
ducción? Con el mensaje, la idea de que hay sentido exis-
del significante en tanto que está dirigido por alguien a tente, preexistente, propuesto al sujeto, y del cual no es el
alguien. Decir que esta categoría se encuentra práctica- dueño, sino que sólo se puede adueñar de él sometiéndose-
mente ausente del pensamiento freudiano es decir que el le. Con la noción de enigma aparece una ruptura del deter-
otro, el otro humano, también se encuentra ausente en ella, rninisrno: en la medida en que el emisor del mensaje enig-
en tanto fuente de mensajes. El otro, en particular paren- mático ignora la mayor parte de lo que quiere decir, y en la
tal, no está casi allí sino como protagonista abstracto de medida en que el niño no posee más que medios inadecua-
una escena, o como soporte de proyecciones: esto en F'reud, dos e imperfectos de plasmación o de teorización de lo que
pero también, y aun más, en Klein, por ejemplo.
1
le es comunicado, resulta descalificada cualquier causali-
La interpretación se ve desde entonces entrampada en dad lineal entre el inconciente y el discurso parental, por
el dualismo sin salida de una pura fadicidad y de una ima- L un lado, y lo que con él hace el niño, por el otro. Todas las
ginación creadora. fórmulas lacanianas sobre el inconciente como «discurso
J
En un caso, ella reconstituye pacientemente «hechos», del otro,, o sobre el niño «síntoma de los padres», deses-
de los que espera ver surgir un determinismo que explique timan la ruptura, la modificación profunda que se produce
el presente por el pasado.42Una explicación que se topará entre uno y otro, comparable a un metabolismo que des-
compone el alimento en sus elementos y recompone a partir
41 *Mi padre me pega.. ¿Es o no esta fantasia inconciente un recuerdo de ellos un ensamblaje totalmente distinto.
individual sepultado?¿Es o no un esquema arcaico, trasmitido por heren- Metabolismo -metábola- ¿por qué hablar también so-
cia, una suerte de quinta afantasía originaria, que hay que agregar a las
otras cuatro? Si, como nosotros, se responde que no a estas dos preguntas,
bre traducción? Es en particular porque (como intenté de
¿por qué no poner definitivamente en duda que los contenidos represen-
tativos del ello sean, por una parte, esquemas memoriales, hereditarios y,
por otra, recuerdos reprimidos? 43 Este es el mntido que los henneneutas pretenden dar al ap&-coup
42 Es este el sentido banal y habitual del apres-coup en la obra de freudiano: una retioaeción del presente sobre el pasado, que invierte la
Freud: una acción diferida del pasado sobre el presente. flecha del tiempo (cf. Thoma y Kachele, op. cit., t. 11, págs. 111-5).
siempre con la famosa parodia del psicoanálisis, anticipada
genialmente por Moliere: «Y por eso vuestra hija es muda».
En el otro caso, ella rubrica que los hechos humanos
siempre tienen «un sentido», pero agrega, demasiado rá
pido, que este sentido es conferido, a un dato inerte, por
ego. Ego infantil, luego ego de la cura, concebido como una
suerte de colectivo interpretante. Pero la hipótesis crea
tivista, donación de sentido cuya acción sería retroactiva,43
no puede quedar suspendida en el aire: cuando Fl'eud mis
mo se arriesga a ello con el pequeño Hans, inyectando, por
así decir, el complejo de Edipo en la situación, atrae sobre sí
de inmediato la pregunta: «i.El profesor habla entonces con
el buen Dios para poder saber todo de antemano?». Del mis
mo modo, la hermenéutica a la Jung o a la Ricoeur, «recap·
tura de un discurso en otro discurso», intenta apenas disi
mular sus intenciones normativas y sus anclajes teológicos.
Entre determinismo y hermenéutica, ¿qué a portan la
noción de mensaje enigmático y aquella, correlativa, de tra M
ducción? Con el mensaje, la idea de que hay sentido exis
tente, preexistente, propuesto al sujeto, y del cual no es el
dueño, sino que sólo se puede adueñar de él sometiéndose
le. Con la noción de enigma aparece una ruptura del deter
minismo: en la medida en que el emisor del mensaje enig
mático ignora la mayor parte de lo que quiere decir, y en la
medida en que el niño no posee más que medios inadecua
dos e imperfectos de plasmación o de teorización de lo que
le es comunicado, resulta descalificada cualquier causali
dad lineal entre el inconciente y el discurso parental, por
un lado, y lo que con él hace el niño, por el otro. Todas las
fórmulas lacanianas sobre el inconciente como «discurso
del otro», o sobre el niño «síntoma de los padres», deses
timan la ruptura, la modificación profunda que se produce
entre uno y otro, comparable a un metabolismo que des
compone el alimento en sus elementos y recompone a partir
de ellos un ensamblaje totalmente distinto.
Metabolismo -metábola- ¿por qué hablar también so
bre traducción? Es en particular porque (como intenté de
161
mostrarlo en otra parte)44toda traducción auténtica supo- sías, negando así que denoten, intencionalmente, de ma-
ne una detraducción, es decir, postula que lo que le es pro- nera irreductible, un pasado efectivo. Es en el seno de estos
puesto es ya, de algún modo, una traducción. Aquel que tra- recuerdos donde se hallan, dispersas, a menudo fragmenta-
duce es el individuo humano, a quien he llamado, por como- das o repetidas, las escenas principales, aquellas que están
didad, uego*. Desde la primera infancia él traduce, pero se como atravesadas por los mensajes parentales enigmáticos.
entendería mal esta palabra si se viera en ella un proceso 2. Construccioneso ideologías o teorías que representan
simplemente ideativo. Las teorías sexuales infantiles, que el modo en que ego sintetiza para sí mismo su existencia:
son uno de los prototipos de esta «traducción», implican aproximativamente,pero también compulsivamente.
una manera total -a la vez afectiva, imaginativa, intelec- 3. Retoño8 de lo reprimido original, en sí mismo inacce-
tual y activa- de situarse con relación al mensaje adulto. sible: lo que llamamos Caormaciones del inconcienb.
Indudablemente, ego no cesará de traducir luego, du-
Sólo por comodidad distinguirnos estos tres tipos de ma-
rante toda su vida. Pero, a menudo, a diferencia del niño, el
teriales porque, evidentemente, se encuentran constante-
adulto no hace más que traducir sus traducciones antiguas,
mente mezclados, en los compromisos más variables.
dándoles, por así decir, ureediciones~.La comparación con
¿Qué aporta el descubrimiento freudiano? ¿Es enunciar
la traducción, en el sentido técnico de la palabra, por imper-
una tautología -o bien, no sería acaso r e a f i a r algo am-
fecta que sea, puede ayudarnos: ego cree traducir a Freud,
pliamente olvidad* decir que, ante todo, aporta. . . el ami-
pero traduce a Strachey. . .
lisis? Ante todo, como insiste F'reud, un método. «Métodode
Sin embargo, no nos empecinemos en imponer el mono-
las asociaciones libres polarizadas por la trasferencia~,así
polio de este término y aceptemos sin dificultad adjuntarle
se lo podría definir. No pudiendo, aquí, desarrollar una con-
equivalentes: construcción (o auto-construcción), ideologi-
cepción de la trasferencia (como trasferencia de la situación
zación, auto-teorización («teoría», tomada en el sentido de
enigmática de destinación ~riginal):~necesito sólo insistir
las «teorías sexuales infantiles*).
en el hecho de que el psicoanálisis -a lo largo de las cade-
¿Cómo situar, con relación a este proceso tan antiguo co-
nas de libre asociación- analiza, es decir, descompone,
mo el hombre mismo, al psicoanálisis, a su inaudito descu-
remite a elementos discretos.
brimiento y a la dinámica que instaura? En una palabra:
Este es, en mi opinión, el sentido de la modificación ter-
permitir una auto-construcción más englobante, menos
minológica introducida en «Construccionesen el análisis»:
sujeta a lo «no traducido». No por medio de un levanta-
r e a f i i a r el hecho de que la interpretación del analista es
miento de la amnesia, sino por una deconstrucción de las
el exacto correlato de las asociaciones libres, de las que vie-
construcciones antiguas, correlativas a un levantamiento,
ne sólo a puntuar el curso, subrayando los cortes o puntos
parcial, de las represiones.
nodales. Nada que objetar entonces a la redefinición de
«¿Qué clase de materiales pone a nuestra disposición
[el paciente] en el análisis. . .?N, se pregunta Freud en N Freud: «el término interpretación se refiere a la manera en
la cual nos ocupamos de un elemento aislado del material,
«Construccionesen el análisis~?~ Respondamos organizan-
una ocurrencia, una operación fallida, e t c . ~El . ~término
~
do estos materiales de un modo un tanto diferente del de él: alemán deuten, Deutung, es aquí mucho más elocuente, y
1. Recuerdos o fragmentos de recuerdos, ciertamente mucho menos uhermenéutico~que la palabra francesa
más o menos deformados, ideologizados, pero a los cuales uinte~prétatwn~ [interpretación]: &ten auf es indicar con
es vano e hipócrita poner en el mismo plano que a las fanta- el dedo o con los ojos, «pinten, [puntuar], para retomar
En el capítulo del preaente volumen <El muro y la arcada*. 46 Cf., en el preeente volumen, el capitulo *De la trasferencia: su pro-
45 Résultats, idées, pmblemes, 11, París: PUF, 1985, pág. 270; GW,XVI, vocación por el analista*.
pág. 44; en AE, vol. 23,1980, pág. 260. 47 Ibid., pág. 273; GW,XVI, pág. 47; en AE, vol. 23, 1980,pág. 262.
mostrarlo en otra parte)44toda traducción auténtica supo- sías, negando así que denoten, intencionalmente, de ma-
ne una detraducción, es decir, postula que lo que le es pro- nera irreductible, un pasado efectivo. Es en el seno de estos
puesto es ya, de algún modo, una traducción. Aquel que tra- recuerdos donde se hallan, dispersas, a menudo fragmenta-
duce es el individuo humano, a quien he llamado, por como- das o repetidas, las escenas principales, aquellas que están
didad, uego*. Desde la primera infancia él traduce, pero se como atravesadas por los mensajes parentales enigmáticos.
entendería mal esta palabra si se viera en ella un proceso 2. Construccioneso ideologías o teorías que representan
simplemente ideativo. Las teorías sexuales infantiles, que el modo en que ego sintetiza para sí mismo su existencia:
son uno de los prototipos de esta «traducción», implican aproximativamente,pero también compulsivamente.
una manera total -a la vez afectiva, imaginativa, intelec- 3. Retoño8 de lo reprimido original, en sí mismo inacce-
tual y activa- de situarse con relación al mensaje adulto. sible: lo que llamamos Caormaciones del inconcienb.
Indudablemente, ego no cesará de traducir luego, du-
Sólo por comodidad distinguirnos estos tres tipos de ma-
rante toda su vida. Pero, a menudo, a diferencia del niño, el
teriales porque, evidentemente, se encuentran constante-
adulto no hace más que traducir sus traducciones antiguas,
mente mezclados, en los compromisos más variables.
dándoles, por así decir, ureediciones~.La comparación con
¿Qué aporta el descubrimiento freudiano? ¿Es enunciar
la traducción, en el sentido técnico de la palabra, por imper-
fecta que sea, puede ayudarnos: ego cree traducir a Freud,
una tautología -o bien, no sería acaso r e a f i a r algo am- O
pliamente olvidad* decir que, ante todo, aporta. . . el ami-
pero traduce a Strachey. . .
lisis? Ante todo, como insiste F'reud, un método. «Métodode
Sin embargo, no nos empecinemos en imponer el mono-
las asociaciones libres polarizadas por la trasferencia~,así
polio de este término y aceptemos sin dificultad adjuntarle
se lo podría definir. No pudiendo, aquí, desarrollar una con-
equivalentes: construcción (o auto-construcción), ideologi-
cepción de la trasferencia (como trasferencia de la situación
zación, auto-teorización («teoría», tomada en el sentido de
enigmática de destinación ~riginal):~necesito sólo insistir
las «teorías sexuales infantiles*).
en el hecho de que el psicoanálisis -a lo largo de las cade-
¿Cómo situar, con relación a este proceso tan antiguo co-
nas de libre asociación- analiza, es decir, descompone,
mo el hombre mismo, al psicoanálisis, a su inaudito descu-
remite a elementos discretos.
brimiento y a la dinámica que instaura? En una palabra:
Este es, en mi opinión, el sentido de la modificación ter-
permitir una auto-construcción más englobante, menos
minológica introducida en «Construccionesen el análisis»:
sujeta a lo «no traducido». No por medio de un levanta-
r e a f i i a r el hecho de que la interpretación del analista es
miento de la amnesia, sino por una deconstrucción de las
el exacto correlato de las asociaciones libres, de las que vie-
construcciones antiguas, correlativas a un levantamiento,
ne sólo a puntuar el curso, subrayando los cortes o puntos
parcial, de las represiones.
nodales. Nada que objetar entonces a la redefinición de
«¿Qué clase de materiales pone a nuestra disposición
Freud: «el término interpretación se refiere a la manera en
[el paciente] en el análisis. . .?N, se pregunta Freud en
la cual nos ocupamos de un elemento aislado del material,
«Construccionesen el análisis~?~ Respondamos organizan-
una ocurrencia, una operación fallida, e t c . ~El . ~término
~
do estos materiales de un modo un tanto diferente del de él: alemán deuten, Deutung, es aquí mucho más elocuente, y
1. Recuerdos o fragmentos de recuerdos, ciertamente mucho menos uhermenéutico~que la palabra francesa
más o menos deformados, ideologizados, pero a los cuales uinte~prétatwn~ [interpretación]: &ten auf es indicar con
es vano e hipócrita poner en el mismo plano que a las fanta- el dedo o con los ojos, «pinten, [puntuar], para retomar
En el capítulo del preaente volumen <El muro y la arcada*. 46 Cf., en el preeente volumen, el capitulo *De la trasferencia: su pro-
45 Résultats, idées, pmblemes, 11, París: PUF, 1985, pág. 270; GW,XVI, vocación por el analista*.
pág. 44; en AE, vol. 23,1980, pág. 260. 47 Ibid., pág. 273; GW,XVI, pág. 47; en AE, vol. 23, 1980,pág. 262.
este término del l a c a n i ~ m oNunca
. ~ ~ hay que dejar de Sería demasiado fácil mostrar que esta oposición de
insistir en este carácter inaudito, revolucionario y, al mis- principio a toda manipulación demiúrgica es contradicha a
mo tiempo, científico del método freudiano. Incluso si este veces por el fundador del psicoanálisis en su propia prác-
método parece ya adquirido, tal adquisición debe ser recon- tica. Pero aquí ~ ~ O sostenemos
B O ~ con vigor la distinción
quistada sin cesar, contra los facilismos y las tentaciones entre la n a x , n s t W n en el análisis (tarea común del ana-
siempre renovadas, incluso en nuestro medio, de la inter- lizante y del analista) y la mnstnuxwn, o mueva versióm
pretación que «sólo se autoriza de sí La urevo- de sí que puede resultar del análisis, pero que es la opera-
lucióm aportada por el método freudiano está siempre en ción sólo del analizante.
recaída: una urevolución permanente» es indispensable. ¿Qué puede ser mmmtrui&o en el análisis? Si se sigue
Avancemos en nuestra ubicación de las diferentes acti- nuestra concepción según la cual lo reprimido original no
vidades en el análisis, y esto, siguiendo muy de cerca las in- es un recuerdo olvidado, la reconstrucción no será esencial-
dicaciones freudianas. ¿Qué sucede, entonces, con la mm- mente de acontecimientos históricos del pasado que ha-
truccwn? ¿Puede uno autorizarse del texto que lleva este brían sido alcanzados por la arnnesia. No negamos por cier
títuio para pretender que el-análisis, y el analista, wons- to que fragmentos de recuerdo, pero también elementos
truyem un nuevo destino? Dos puntos nos parecen evi- menos temporales, sean como tales atraídos al inconciente
dentes, en el conjunto del pensamiento de Freud: por la represión secundaria. El olvido del nombre &ignore-
1) Lo que entiende por el término construcción es siem- llb sigue siendo un perfecto ejemplo de este proceso. Pero la
locución en la que insiste Freud, uesto lo he sabido siem-
pre la reconstrucción del pasado,50 y 2) la construcción de
un nuevo destino para el sujeto, a partir del análisis, no p m , puesta en relación dialéctica con esta otra: «a esto ja-
podría ser una tarea del analista. Quien traduce sus men- más lo habría pensado», significa que la reconstrucción re-
cae sobre algo muy distinto que la historia acontecial. Ella
sajes originarios, quien construye su destino, en el análisis
así como en la infancia, es ego y sólo ego. Hay que oír a constituye cierta puesta en orden de elementos provistos
Freud tronar, apenas se le reprocha el no proceder a una por el método y de los cuales muchos están ya al alcance de
upsicosíntesis~,y el no ayudar al sujeto a construirse: la la mano. Para ser breves (y lo mostraremos tomando el
síntesis - d i c e , e incluso la compulsion a la síntesis, es ejemplo de reconstrucción propuesto por Freud en su ar-
tan dominante (al menos en el sujeto normal o neurotizado) ticulo de 1937), digamos que se reconstruye cierto proceso
que, «si hemos llegado a descomponer un síntoma, a liberar que incluye el mensaje, la tentativa de traducción del men-
un movimiento pulsional de un conjunto coherente, ella no saje, y lo que ha sido dejado de lado por esta traducción: se
queda aislada sino que entra de inmediato en un nuevo trata esencialmente de la reconstrucción de una defensa o
conjunto^.^' de una represión.52Y esto, no con el objeto de restituir un