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Valencia, 2014
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ISBN: 978-84-9086-101-1
IMPRIME: Guada Impresores, S.L.
MAQUETA: Tink Factoría de Color
BLOQUE 1
FUNDAMENTOS TEÓRICOS DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS
BLOQUE 2
LA PRÁCTICA DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS. ESTUDIOS DE CASO
BLOQUE 3
DILEMAS Y DESAFÍOS DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS EN EL SIGLO XXI
1
En este sentido, Luis Aguilar (2013: 166) señala que “a la ciencia política le importaba la
legitimidad del ascenso, la instauración y la acción del gobierno, pero no la hechura y menos
la eficacia del proceso directivo decisorio del gobierno, mientras a la administración pública
le importaba la efectuación eficaz de las decisiones del gobierno pero no su elaboración ni la
corrección de su elaboración”. Por lo tanto, las Ciencias de las Políticas se originan para cubrir
estas necesidades de conocimiento con respecto a los temas gubernamentales.
2
Los planteamientos primigenios de la disciplina han ido evolucionando a lo largo del tiempo.
En sus inicios, el foco de interés recaía en el proceso decisorio, por lo que no se contemplaban
o pasaban a un segundo plano aquellos aspectos relacionados con la puesta en práctica y la
valoración de los resultados de las políticas públicas. Sin embargo, el objeto de estudio se ha
ido extendiendo con el tiempo a todos aquellos procesos que forman parte y que inciden en el
buen desarrollo de las acciones gubernamentales como la implementación y la evaluación.
10 Gema Pastor Albaladejo
sociales, cómo los resuelven, qué resultados obtienen, y cómo y por qué algunas
de sus decisiones y acciones permanecen, se modifican o desaparecen; es decir,
permite conocer la naturaleza, el funcionamiento, las causas, las consecuencias
y la pertinencia de los procesos gubernamentales. Por otro lado, la información
procedente del estudio de las políticas públicas puede contribuir a fortalecer la
gobernabilidad de los Estados y la acción de los gobiernos, por lo que, en palabras
de uno de los fundadores de la disciplina, aporta un “conocimiento necesario para
mejorar la práctica de las democracias” (Lasswell, 1951).
En consecuencia, desde sus orígenes, las Ciencias de las Políticas se conciben
para ser “una aportación científica al buen gobierno” (Beltrán, 1987: 74); es decir,
este campo del saber científico se construye para generar un conocimiento apli-
cable que permita dotar de racionalidad, guiar, orientar y perfeccionar el “arte de
gobernar”.
Hoy en día, las políticas públicas siguen siendo una materia indispensable en
los planes de estudio de cualquier titulación universitaria de ámbito nacional o
internacional que aborde, en mayor o menor medida, los asuntos que atañen al
Estado, los asuntos públicos. Esta continuidad y creciente interés académico por
la disciplina a lo largo del tiempo se justifica, tal vez, en el hecho de que el estudio
de las políticas públicas aporta una formación para mejorar la acción pública, un
conocimiento que no sólo permite analizar con criterio y rigurosidad científica
las acciones gubernamentales, sino también obtener una información estratégica
para garantizar la calidad de las políticas públicas, para intervenir o actuar sobre
ellas con la finalidad de que sean idóneas, eficaces y eficientes y de que proporcio-
nen, así, un mayor bienestar social.
El libro que se presenta responde al nombre de Teoría y Práctica de las Políti-
cas Públicas, por lo que su denominación deja entrever que esta obra se ha ideado
para cumplir dos objetivos específicos. Por un lado, el ofrecer un conocimiento
teórico esencial y sistematizado sobre aquellos aspectos conceptuales y analíticos
que deben tenerse en cuenta a la hora de aproximarse al estudio de las políticas
públicas, así como para poder interpretar y comprender los principales dilemas
que inciden actualmente en la disciplina. Por otro lado, el aportar una informa-
ción novedosa sobre cómo se han desarrollado algunas políticas públicas en la
práctica (política de seguridad, política de medio ambiente, política de empleo,
etc.), con la pretensión de que estas investigaciones incipientes despierten algunos
interrogantes que sean fuente de inspiración para emprender futuros estudios so-
bre estos fenómenos.
Para cumplir con los objetivos citados, la obra se estructura en quince capítu-
los que se distribuyen en tres bloques temáticos, dos de ellos de naturaleza teórica
(Bloques 1 y 3) y uno de carácter empírico (Bloque 2). Además, en la organización
de su contenido se utiliza el “ciclo de las políticas públicas” (May y Wildavsky,
Introducción al estudio teórico y práctico de las políticas públicas 11
1978) o el “enfoque del libro de texto” (Nakamura, 1987) por dos motivos. En
primer lugar, porque es un modelo analítico clásico que ayuda a interpretar de
una manera sencilla y con una cierta lógica una realidad compleja, dinámica y di-
versa, ya que divide el proceso de las políticas públicas en una serie de etapas. En
segundo lugar, porque este enfoque posee importantes cualidades didácticas que
facilitan el aprendizaje teórico-práctico de esta materia. A continuación, se puede
observar cómo este modelo se articula en diversos apartados del primer bloque te-
mático, así como en los epígrafes de cada uno de los capítulos del segundo bloque.
El Bloque 1 se titula Fundamentos teóricos de las políticas públicas, por lo que
sus seis capítulos ofrecen el acervo teórico necesario para emprender la andadura
hacia el estudio de las políticas públicas. En concreto, el capítulo 1 se dedica a
“Los elementos conceptuales y analíticos de las políticas”, de forma que sus pá-
ginas intentan dar respuesta a algunas cuestiones clave como ¿qué es una política
pública?, ¿cómo se clasifican las políticas públicas?, ¿qué es el ciclo de las políticas
públicas y cuáles son sus ventajas e inconvenientes?, ¿qué fases o etapas se dife-
rencian en el proceso analítico de una política pública? y ¿cuáles son las principa-
les variables independientes y dependientes que se pueden utilizar para investigar
este fenómeno?. El resto de los capítulos de este bloque se organizan según las
etapas del ciclo de las políticas públicas, por ser éste un enfoque relativamente
simple que reduce la complejidad analítica y facilita el entendimiento del proceso.
Por lo tanto, en los capítulos siguientes se profundiza en cada una de las fases del
ciclo de las políticas públicas: la formación de la agenda (capítulo 2); la formula-
ción (capítulo 3); la implementación (capítulo 4); la evaluación (capítulo 5) y la
terminación (capítulo 6). En particular, el capítulo 6 versa sobre “La terminación
de las políticas públicas”, una etapa poco estudiada o prácticamente olvidada en
el proceso de las políticas públicas, pero que adquiere una gran relevancia en el
contexto actual, donde la escasez de recursos estatales implica la adopción de me-
didas de austeridad, que suelen ir acompañadas de recortes presupuestarios. Esta
situación exige que las autoridades político-administrativas deban reflexionar y
decidir sobre qué acciones públicas hay que continuar manteniendo y cuáles sería
conveniente finalizar o concluir. Por ello, el análisis de esta fase dota de un impor-
tante valor al conjunto de la obra, ya que marca la diferencia con respecto a otras
monografías o manuales universitarios que se han publicado sobre este tema en
el panorama español3.
3
En los últimos diez años, entre las monografías en lengua hispana sobre políticas públicas que
utilizan, en mayor o menor medida, el ciclo de las políticas públicas, pero sin analizar la fase de
terminación, se destacan, entre otras, las siguientes: Análisis de políticas públicas (2013), de J.
B. Harguindéguy; Análisis y gestión de políticas públicas (2008), de J. Subirats, P. Knoepfel, C.
Larrue y F. Varone; y Políticas públicas. Una introducción a la teoría y la práctica del análisis
de políticas públicas (2007), de W. Parsons.
12 Gema Pastor Albaladejo
BIBLIOGRAFÍA
Aguilar Villanueva, L. F. (2013). Gobierno y administración pública. México: Fondo de Cultura
Económica.
Beltrán, M. (1987). “El ‘policy analysis’ como instrumento de valoración de la acción pública”,
Revista de Estudios Políticos, núm. 56, pp. 65-75.
Harguindéguy, J. B. (2013). Análisis de políticas públicas. Madrid: Tecnos.
Jobert, B. y Muller, P. (1987). L’Etat en action. Politiques publiques et corporatismes. Paris: Presses
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Lasswell, H. D. (1951). “The Policy Orientation”. En D. Lerner y H. D. Lasswell, The Policy Scien-
ces: Recent Developments in Scope and Method. California: Stanford University Press.
Lerner, D. y Lasswell, H. D. (1951). The Policy Sciences: Recent Developments in Scope and Method.
California: Stanford University Press.
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Muller, P. (2002). Las políticas públicas. Bogotá: Universidad Externado de Colombia.
Nakamura, R. T. (1987) “The textbook policy process and implementation research”, Review of
Policy Research, núm.7, pp. 142-154.
Parsons, W. (2007). Políticas públicas. Una introducción a la teoría y la práctica del análisis de po-
líticas públicas. México: FLACSO.
Rose, R. (1984). “Comparative Policy Analysis: The Programme Approach”, Studies in Public Po-
licy, núm. 138.
Subirats, J., Knoepfel, P., Larrue, C. y Varone, F. (2008). Análisis y gestión de políticas públicas.
Barcelona: Ariel.
Bloque 1
FUNDAMENTOS TEÓRICOS DE LAS
POLÍTICAS PÚBLICAS
Capítulo 1
Elementos conceptuales y analíticos de las políticas
públicas
1. INTRODUCCIÓN
En palabras de André-Noël Roth (2008), “la teoría es como un mapa con el
cual se pretende simplificar la realidad para hacerla entendible: es una reducción
extrema de la complejidad del mundo”.
Sin embargo, a pesar de este sesgo infranqueable, no se debe obviar que los
fundamentos teóricos de cualquier disciplina científica están constituidos por un
conjunto de conceptos, de variables y de indicadores que permiten dar el sustento
lógico necesario para poder indagar, analizar, interpretar y explicar aquellos fenó-
menos que despiertan el interés del investigador y que, por ello, se convierten en
su principal objeto de estudio.
Este capítulo tiene como cometido examinar aquellos elementos conceptuales
y analíticos que aportan un conocimiento teórico básico para iniciar la trayectoria
hacia el estudio y la comprensión de las políticas públicas. Para lograr este objeti-
vo, su contenido se ha organizado en una serie de epígrafes, a los que se suma esta
parte introductoria. En el segundo apartado, se realiza una aproximación al tér-
mino “política pública”, destacando sus dificultades conceptuales —semánticas
y académicas— y proponiendo una definición que engloba sus elementos cons-
titutivos. A continuación, se exponen los diferentes tipos de políticas públicas,
utilizando, para ello, una serie de categorías analíticas (destinatarios, sector de
intervención, coerción, etc.). El siguiente epígrafe se centra en el ciclo de las polí-
ticas públicas, distinguiendo cuál es la estructura de fases o etapas que propugnan
18 Gema Pastor Albaladejo
algunos autores, así como las ventajas y los inconvenientes de este enfoque. En
quinto lugar, se identifican aquellas variables independientes y dependientes que
contribuyen a explicar las políticas públicas. Por último, se concluye con un resu-
men que recoge los aspectos más sustantivos del capítulo.
Más allá de esta diferenciación conceptual, no se debe obviar que existe una
estrecha relación entre la policy y los otros dos términos. Por un lado, las políticas
públicas (policy) dependen del tipo de Estado (polity). Es más, mediante las polí-
ticas públicas se visualiza el “Estado en Acción” (Jobert y Muller, 1987); es decir,
se comprueba qué es lo que hace (o deja de hacer) para resolver determinadas
situaciones conflictivas y mantener la cohesión social.
Por otro lado, “hacer política es hacer políticas”, por lo que no se puede separar
el juego político (politics) de la acción pública (policy) (Muller, 2002). Prueba de ello
es que en los procesos de elaboración de cualquier política pública se producen una
serie de negociaciones y de transacciones entre actores diversos, principalmente entre
aquellos que detentan el poder y forman parte de las instituciones (actores político-
administrativos) y los que defienden sus intereses y pueden verse afectados, en mayor
o menor medida, por las decisiones políticas (actores privados). Además, los actores
que han accedido al gobierno suelen utilizar las políticas públicas para mantener y
legitimar su poder, por lo que se han convertido en una “parte fundamental del que-
hacer del gobierno” (Lahera, 2004). De este modo, en la actualidad, el ejercicio de la
política (y del poder) implica necesariamente la creación de políticas públicas, por lo
que adquieren un carácter instrumental con respecto a la política.
son denominaciones que sólo responden de manera parcial a la pregunta ¿qué es una
política pública? Este interrogante se intentará solventar en el siguiente epígrafe.
Autor Definición
Harol D. Lasswell “Un programa proyectado de valores, fines y prácticas”.
Abraham Kaplan (1950)
Albert Somit “La totalidad de la acción gubernamental”.
Joseph Tanenhaus (1967)
Hugh Heclo (1972) “Curso de acción adelantado bajo la autoridad de los Gobiernos”.
Hugh Heclo “Una acción gubernamental dirigida al logro de objetivos fuera de
Aaron Wildavsky (1974) ella misma”.
James E. Anderson (1975) “Una secuencia intencionada de acción seguida por un actor o con-
junto de actores a la hora de tratar con un asunto que les afecta
(…) y son aquellas desarrolladas por cuerpos gubernamentales y
sus funcionarios”.
Laurence E. Lynn (1980) “Un conjunto específico de acciones de gobierno que producirán,
por su diseño o por otras razones, una clase particular de efectos”.
William Dunn (1981) Las “políticas públicas son una larga serie de opciones más o menos
relacionadas (incluyendo decisiones de no actuar) hechas por cuer-
pos y oficiales gubernamentales”.
Guy Peters (1986) “La suma de las actividades de los gobiernos, bien por medio de una
actuación directa, bien por medio de agentes, en la medida en que
tenga una influencia sobre la vida de los ciudadanos”.
Thomas R. Dye (1987) “Las políticas públicas son todo aquello que los gobiernos eligen
hacer o no hacer”.
Yves Mény “Programa de acción gubernamental en un sector de la sociedad o
Jean-Claude Thoenig (1992) en un espacio geográfico”.
Jean-Claude Thoenig “El trabajo de las autoridades investidas de legitimidad pública
(1997) gubernamental y que abarca múltiples aspectos, que van desde la
definición y selección de prioridades de intervención hasta la toma
de decisiones, su administración y evaluación”.
Pierre Muller “Proceso por el cual se elaboran y se implementan programas de
Yves Surel (1998) acción pública, es decir dispositivos político-administrativos coordi-
nados, en principio, alrededor de objetivos explícitos”.
Michael K. Kraft “Curso de acción o inacción gubernamental en respuesta a prob-
Scott R. Furlong (2007) lemas públicos”.
Peter Knoepfel “Una concatenación de decisiones o de acciones, intencionalmente
Corinne Larrue coherentes, tomadas por diferentes actores, públicos y ocasional-
Frédéric Varone mente privados —cuyos recursos, nexos institucionales e intereses
Miriam Hinojosa (2007) varían—, a fin de resolver de manera puntual un problema política-
mente definido como colectivo”.
Fuente: Elaboración propia a partir de la consulta de los autores citados en la Tabla 1.
Elementos conceptuales y analíticos de las políticas públicas 21
La política constitucional o de ordenación del sistema define las reglas del juego
político, como en el caso de las reformas constitucionales o institucionales de
un país.
Tabla 3: Enfoques académicos sobre las etapas del ciclo de las políticas públicas
A partir de los años setenta del siglo pasado comienzan a proliferar nuevos enfo-
ques analíticos de vertiente procesal entre los que se distinguen, por sus aportaciones
a la disciplina y por su mayor reconocimiento académico, cuatro de ellos. En 1970,
Charles Jones publicaba An introduction to the study of Public Policy, introducien-
do un nuevo marco teórico o encuadre (framework) para analizar el proceso de las
políticas, que se desglosaba en cinco etapas: la identificación de un problema, la for-
mulación de soluciones, la toma de decisión, la puesta en marcha del programa y la
evaluación de la acción. Unos años más tarde, Garry D. Brewer (1974), alumno de
Lasswell en la Universidad de Yale, propuso un nuevo listado de fases, enunciando
seis: la iniciación, la estimación, la selección, la implementación, la evaluación y la ter-
minación1. En 1975, James Anderson editó un libro titulado Public Policymaking en
el que destacó que el modelo secuencial estaba compuesto por cinco etapas: la agen-
da (aquellos problemas, entre muchos, que reciben la atención de los funcionarios
públicos), la formulación (desarrollo de propuestas de cursos de acción aceptables y
pertinentes para tratar el problema), la adopción de la política (elección y legitima-
ción de un curso de acción), la implementación (aplicación del curso de acción por
la maquinaria estatal) y la evaluación (esfuerzos gubernamentales para determinar
cuándo la política pública ha sido efectiva o no). Por último, en el año 1978, Judith
V. May y Aaron B. Wildavsky publicaron The Policy Cycle, una obra clave porque
su título se ha incorporado al vocabulario científico, convirtiéndose en un término de
referencia para denominar el modelo secuencial de análisis de las políticas públicas.
En su monografía, estos autores especificaron que el ciclo de las políticas públicas
estaba integrado por cinco fases: la fijación de la agenda, el análisis de la cuestión, la
implementación, la evaluación y la terminación.
Las diferentes perspectivas académicas sobre la estructura que debe tener el
modelo por fases suelen coincidir en dos etapas: la implementación (o la aplica-
ción) y la evaluación. Sin embargo, sus divergencias se focalizan en la concreción
de los procesos anteriores a la puesta en práctica de las políticas, así como en la
fase de terminación. En este libro, se ha optado por un modelo analítico integrado
por cinco fases: la formación de la agenda (proceso de inclusión de un problema
1
Garry D. Brewer vuelve a hacer referencia a estas etapas en una publicación posterior (1983),
que realiza junto Peter DeLeon: The Foundations of Policy Analysis.
Elementos conceptuales y analíticos de las políticas públicas 29
2
En concreto, los capítulos que analizan en profundidad cada una de las fases del ciclo analítico
de las políticas públicas son los siguientes: capítulo 2 (La formación de la agenda como punto
de partida de las políticas públicas), capítulo 3 (La formulación de las políticas públicas), capí-
tulo 4 (La implementación de las políticas públicas), capítulo 5 (La evaluación de las políticas
públicas) y capítulo 6 (La terminación de las políticas públicas).
30 Gema Pastor Albaladejo
3
A este respecto, véanse las políticas públicas analizadas en el Bloque II “La práctica de las
políticas públicas. Estudios de caso” de este libro.
32 Gema Pastor Albaladejo
5.1. Instituciones
Las instituciones son las “reglas del juego de una sociedad” (North, 2006). En
el análisis de las políticas públicas “las instituciones importan” porque ayudan
a conocer, desde un enfoque normativo, cuál es el marco institucional que rige y
da sustento legal a la política pública y que, por lo tanto, condiciona el compor-
tamiento de los diferentes actores participantes en los procesos de elaboración y
desarrollo de la misma. En el mismo sentido, James G. March y Johan P. Olsen
(defensores de la teoría del nuevo institucionalismo) señalaron en su famosa obra
El redescubrimiento de las instituciones cómo las instituciones “cambian la distri-
bución de los intereses políticos, recursos y reglas, creando nuevos actores e iden-
tidades, proveyendo a los actores de criterios de éxito y de fracaso, construyendo
reglas de comportamiento adecuado y dotando a ciertos individuos, y no a otros,
de autoridad y otros tipos de recursos” (March y Olsen, 1997: 258).
De este modo, como resume Guy Peters (2003: 36-37), las instituciones se
caracterizan por cuatro aspectos principales. El primero y más importante es que
una institución es, de alguna manera, un rasgo estructural de la sociedad y/o
forma de gobierno. Por tanto, una institución trasciende a los individuos e impli-
ca a grupos de individuos a través de cierto conjunto de interacciones pautadas
que son predecibles, según las relaciones específicas que existen entre los acto-
res. Una segunda característica es que la institución mantiene un cierto grado de
estabilidad a lo largo del tiempo. El tercer rasgo es que la institución afecta al
comportamiento individual, por lo que restringe, de manera formal o informal,
las conductas de sus miembros, de manera que existe una dependencia recíproca
entre instituciones y actores. Esta vinculación implica que los comportamientos
de los actores institucionales se vean limitados por el marco institucional y que,
al mismo tiempo, los actores se conviertan en agentes del cambio, que influyan en
la evolución institucional. Por último, entre los miembros de una institución debe
haber cierto sentido de valores compartidos, una cultura común.
En consecuencia, las instituciones, como variable explicativa de las políticas
públicas, ayudan a dar respuesta a algunas cuestiones, entre otras, las siguientes:
¿qué tipo de lógica orienta las decisiones de los diferentes actores, la lógica de
Elementos conceptuales y analíticos de las políticas públicas 33
lo adecuado, porque su conducta se ajusta a las reglas del juego o a los procedi-
mientos establecidos, o la lógica de la elección racional, porque sus motivaciones
son utilitaristas e intentan satisfacer sus intereses particulares?; ¿cuáles son las
restricciones, límites y condicionantes que impone el marco institucional en el que
se desarrolla la política pública?; ¿qué espacios institucionales se crean para favo-
recer la interacción de los actores públicos y privados en el proceso de las políticas
públicas?; ¿qué actores privados pueden acceder a los órganos decisorios de las
políticas públicas?; ¿cuáles son las reglas que fijan el acceso a los recursos y a qué
tipo de actores beneficia o perjudica?; etcétera.
5.2. Actores
Los actores son aquellos sujetos, personas físicas o jurídicas, que se encuentran
implicados, de algún modo, en el proceso de las políticas públicas. En las polí-
ticas públicas intervienen dos tipos de actores: los actores públicos y los actores
privados.
Los actores públicos son aquellos que pertenecen al entorno político-admi-
nistrativo; es decir, se encuentran vinculados institucionalmente a la estructura
organizativa del Gobierno y/o de la Administración Pública. Estos actores suelen
participar, en mayor o menor medida, en todas las etapas del proceso de las po-
líticas públicas. Sin embargo, tienen un papel más visible en determinadas fases.
Por ejemplo, los actores pertenecientes a la Administración Pública suelen tener
un rol más activo en la implementación y ejecución de las políticas públicas, aun-
que pueden intervenir también en la fase de formulación, ejerciendo la función de
apoyo a la toma de decisiones.
Los actores privados son aquellos individuos y grupos organizados (o no) que
forman parte de la sociedad. En el análisis de esta variable se pueden tener en
cuenta dos enfoques no excluyentes, por lo que pueden aplicarse de manera con-
junta a la hora de investigar una política pública: el enfoque actores privados-
participantes y el enfoque actores privados-destinatarios.
Por un lado, la dimensión actores privados-participantes tiene como objetivo
el analizar los actores privados que intervienen, en mayor o menor medida, en
algún momento del proceso de las políticas públicas (formación de la agenda,
formulación, implementación y/o evaluación), por lo que esta perspectiva ayuda
a responder a las cuestiones siguientes: ¿quién interviene?, ¿qué rol desempeña?,
¿en qué fase participa?, ¿cuándo interviene?, ¿qué tipo de recursos aporta en el
proceso?, ¿cómo interactúa con los actores públicos?, etcétera. Desde esta pers-
pectiva, entre el conjunto de actores que pueden llegar a participar en el proceso
de las políticas públicas destacan los partidos políticos, los grupos de presión, las
34 Gema Pastor Albaladejo
5.3. Recursos
Los recursos son aquellos elementos que aportan valor a las etapas o fases de
las políticas públicas, por lo que refuerzan la viabilidad de las políticas públicas
y, por lo tanto, contribuyen a que éstas puedan cumplir sus objetivos y alcanzar
los resultados esperados. Entre ellos destacan los siguientes: la organización, los
recursos humanos, los recursos económicos o financieros y la información.
La organización es un factor clave, ya que hace referencia a la estructura orga-
nizativa que se crea o modifica para implementar la política pública. En su diseño
orgánico se decidirá cuál es el sistema formalizado de puestos, así como la forma
de acceso a los mismos. Además, es importante resaltar que la estructura organi-
zativa aglutina también otros recursos (humanos, presupuestarios, etc.).
Los recursos humanos son el personal que interviene, de algún modo, en el
desarrollo de las políticas públicas, y que garantiza, en cierta medida, el buen
cumplimiento de las mismas. La aproximación al estudio de esta variable se debe
hacer tanto desde una perspectiva cuantitativa (número de recursos humanos)
como cualitativa. En este último supuesto, se debe verificar cuál es el perfil profe-
sional del personal que participa en las políticas públicas, independientemente de
su procedencia (pública o privada), con la finalidad de saber cuáles son sus capa-
cidades, habilidades y competencias y, en consecuencia, si aporta valor al proceso.
Los recursos económicos son un condicionante fundamental para que se pue-
dan llevar a cabo las acciones públicas. Esta variable es fácilmente mensurable
Elementos conceptuales y analíticos de las políticas públicas 35
4
Véase capítulo 5 (La evaluación de las políticas públicas).
40 Gema Pastor Albaladejo
Para finalizar este apartado sobre las variables analíticas de las políticas públicas,
es importante destacar que el capítulo 6 de esta obra ofrece una exposición detallada
de las variables independientes que se pueden utilizar para estudiar la fase termina-
ción de las políticas públicas y, además, propone un modelo analítico innovador para
investigar estos procesos5.
6. CONCLUSIONES
En este capítulo se ha indagado acerca de aquellos conceptos, modelos y va-
riables analíticas que aportan un conocimiento fundamental para aproximarse
al estudio de las políticas públicas. El abordaje de estas cuestiones ha permitido
extraer las conclusiones siguientes.
Primera. El definir qué es una política pública plantea múltiples dificultades
tanto semánticas (el término política tiene diversos significados) como académicas
(cada autor aporta una definición distinta de política pública).
Segunda. Las controversias académicas en torno al concepto de política pública
pueden verse contrarrestadas si se recurre a la clarificación de sus elementos cons-
titutivos: la presencia de actores institucionales; la identificación de un problema
que despierta el interés de las autoridades político-administrativas y, por ello, se
introduce en la agenda gubernamental para intentar solventarlo; la adopción de
decisiones dotadas de cierta racionalidad acompañadas de las medidas necesarias
para su ejecución; el propósito de cambiar u orientar los comportamientos o las
conductas de grupos de población específicos (grupos-objetivo), bien incidiendo
directamente en ellos o a través de su entorno; y la producción de impactos en el
sistema social y político, ya que las políticas no sólo aportan valores sociales, sino
que inciden también en la legitimidad del sistema político.
5
El capítulo 6 ofrece una exposición detallada de las variables que permiten indagar en la fase
de terminación de las políticas públicas, proponiendo, además, un modelo analítico innovador.
42 Gema Pastor Albaladejo
7. BIBLIOGRAFÍA
Aguilar Villanueva, L. F. (ed.) (2000). Problemas públicos y agenda de gobierno (3ª ed.). México:
Miguel Ángel Porrúa.
Alcántara Sáez, M. (1995). Gobernabilidad, crisis y cambio. México: Fondo de Cultura Económica.
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Dunn, W. (1981). Public Policy Analysis: An introduction. Englewood Cliffs: Prentice Hall.
44 Gema Pastor Albaladejo
1. INTRODUCCIÓN
La acción política, como toda acción humana, tiene un propósito. De manera
general podría decirse que se trata de alcanzar, según el concepto metapolítico1
que decida aceptarse o en que se viva, bien un espacio de orden y verdad o bien un
espacio de seguridad o certidumbre para la vida colectiva. Sea cual sea el propósi-
to, siempre se hará necesario desarrollar una de entre varias acciones posibles. Es
decir, siempre se hará necesario decidirse por una acción frente a otras. Apréciese
que se habla de distintas opciones entre las que escoger y que, en ningún caso, se
encuentra quien de la decisión ha de hacerse cargo con la necesidad de actuar de
una única manera. Cuando no hay opciones no puede hablarse propiamente de
decisión2. La acción política es, por tanto, una toma de decisiones. Quien se apro-
xime a ella con un interés científico puede pararse a considerar quién puede o está
legitimado para tomar esas decisiones, o lo que es lo mismo, qué es lo que hace
que las decisiones adoptadas puedan ser impuestas. Puede pararse también a con-
siderar el procedimiento a través del cual se toman las decisiones y preguntarse
por los tiempos en que se adoptan, las formas de participación en las mismas, etc.
Pero también, y eso es lo que interesa en este capítulo, cabe interrogarse sobre una
1
Pueden distinguirse tres conceptos metapolíticos fundamentales: el azar (dominante hasta el
siglo XVII), el destino (que sustituye al anterior y llega hasta la década de los 60 del siglo pasa-
do) y el riesgo (hasta nuestros días). Para cada uno de ellos, el objeto de la política es distinto
(verdad, certidumbre y prevención respectivamente) y también lo es el modo en que se alcan-
zan las decisiones.
2
Tener una única opción excluye también la posibilidad de no actuar.
48 Roberto Losada Maestre
cuestión previa; sobre por qué hay que adoptar una decisión sobre algo concreto,
es decir, por qué un tema determinado se convierte en materia sobre la que se hace
necesario actuar en alguna forma.
No todos los asuntos, por el mero hecho de ser asuntos públicos, o que afectan
a más de un individuo, tienen que ser objeto de una decisión política. El número
de interesados no es un criterio, por sí mismo, determinante a la hora de asignar
la responsabilidad de la decisión. Sólo determinados asuntos pasan a convertirse
en asuntos políticos, o por decirlo de otra manera, en asuntos sobre los que cabe
una decisión política.
Piénsese, por ejemplo, en la decisión tomada respecto a la prohibición de fumar
en determinados espacios o lugares. No siempre han sido los poderes públicos los
encargados de tomar una decisión al respecto. Durante mucho tiempo podían
los propietarios de esos espacios decidir si en ellos se fumaba o no. Pero hay un
momento en que esta situación se altera y lo que hasta entonces era un asunto
individual o privado se convierte en un asunto público, de salud pública puede
decirse, y es entonces cuando parece que la acción política se hace necesaria. Se
adopta una decisión al respecto y ésta se considera legítima, hasta el punto de que
puede imponerse a la opinión o decisión individual. Está claro que, para que ocu-
rra esto último, la decisión ha de haberse adoptado siguiendo unos determinados
procesos, con unas determinadas garantías, por unas determinadas personas y, en
el caso concreto del tabaco, debe contar además con un cierto refrendo por parte
de algunas evidencias científicas que indiquen que la decisión de prohibir fumar
no es caprichosa o errada. Todas estas cuestiones resultan interesantes, pero tam-
bién son posteriores a la primera de ellas: ¿Por qué resulta que pueden los poderes
públicos decidir sobre este asunto? ¿Qué ha ocurrido para que la cuestión sobre
dónde se puede o no se puede fumar haya pasado a formar parte del elenco de
decisiones políticas? Es esto lo que interesa en las páginas que siguen y sobre lo
que se tratará de arrojar alguna luz, aunque, como se verá, no encontramos en la
literatura una respuesta uniforme al respecto.
Vaya por delante la aclaración de que el modo en que aquí se viene presentan-
do la cuestión, permite ya hablar, al menos, de dos tipos de decisiones: aquéllas
voluntarias, es decir, que se basan en un intercambio voluntario individual (es
el individuo el que decide hacer o no hacer tal o cual cosa en función de que la
misma no sea contraria a los derechos de otro individuo), y aquéllas otras que
se basan en la coerción o que pueden ser impuestas a los individuos, incluso en
contra de su voluntad, y que son las decisiones de tipo político3. Así, por seguir
3
En la conocida tipología de Lowi (1972), las políticas distributivas y constituyentes (en su ter-
minología) no parece probable que exijan de la administración pública una acción coercitiva.
Sin embargo, esto no quiere decir que no sea necesaria la existencia de esa capacidad legítima
La formación de la agenda como punto de partida de las políticas públicas 49
de coerción para que las mismas acaben por ser efectivas. Toda política pública, de una manera
más o menos directa, supone una regulación de comportamiento.
4
El ejemplo de las tejas está inspirado en uno similar empleado por Jarvis-Thomson (1986:
154 y ss.) en el que la autora plantea la necesidad de reflexionar sobre qué comportamientos
deberían ser regulados por el gobierno, ya que, como afirma al comienzo del capítulo en que lo
expone “Government has always been, and must continue to be, in the business of regulating
behavior”.
50 Roberto Losada Maestre
5
Apréciese también como se pasa de una situación en la que existe una responsabilidad por el
daño ocasionado a una distinta en la que se puede imponer una sanción incluso si no se ha
ocasionado daño alguno; es decir, si, aunque ninguna de la tejas haya caído nunca, éstas no
están sujetas convenientemente por el método establecido en la política.
6
Birkland (1997: 1) recordaba al comienzo de su obra que, por ejemplo, el tema de la reforma
de los seguros sanitarios “has waxed and waned fairly regular on the agenda (…) These issues
and others like them come and go as their underlying political, economic, and demographic
elements change. Problems and proposed solutions move higher or lower on the agenda as
a result of conflicting interpretations of facts and trends and with changes in the ideological
tastes of the electorate”.
La formación de la agenda como punto de partida de las políticas públicas 51
la teja se declarara o fuera insolvente. Del mismo modo, problemas que hoy se
consideran como propios de la esfera de decisión individual, tales como la ropa
que vestir o con quién casarse, han estado (y en algunos lugares siguen estando)
regulados por decisiones políticas7.
La pregunta relevante, por tanto, en este momento de la reflexión es: ¿qué hace
que un asunto pase a formar parte de la agenda política? O lo que es lo mismo,
¿quién decide los temas sobre los que debe decidirse? Reformulada de esta segun-
da manera la pregunta, se aprecia el grado de poder que adquiere quien se encarga
de definir los problemas como tales. Y se habla de problemas porque una manera
de entender cómo entra un asunto en la agenda es advirtiendo que el mismo se
ha convertido en problema. No habiendo problema no se hace necesario encon-
trar una solución, por lo que no hace falta adoptar decisión alguna. Decidir qué
es problema y qué no lo es acaba por ser más importante que la solución que al
mismo pueda llegar a darse8.
Así, en nuestro ejemplo, las tejas se han convertido en problema, y es esto
lo que hace que en la agenda política figuren como asunto sobre el que se hace
imperativo adoptar una decisión. Ahora bien, decir de algo que es un problema
es definirlo como tal. Se trata de asignar, a lo que quiera que sea, la calidad de
problemático. Cuando de algo se dice que es un problema no se alude a la sus-
tancia misma de aquello de lo que se predica tal calidad, sino que se afirma que le
conviene la connotación de ser problemático. Este aspecto es importante porque
de ello depende el que los asuntos puedan entrar y salir de la agenda. Salen, po-
dría llegar a decirse, cuando dejan de ser un problema9 y entran cuando vuelven
a serlo. Si alguno fuera sustancialmente problemático no encontraría vía por la
que salir y, de otro lado, nada que no lo fuera encontraría la puerta de entrada. El
hecho de que la agenda no esté formada de una vez y para siempre es precisamen-
te consecuencia de que al definir algo como problema se está, de manera directa,
adjudicándole la propiedad de problemático, pero sólo de manera confusa se hace
referencia a lo que quiera decir eso de que sea problema. Las tejas de nuestro
ejemplo son problemáticas, y sobre ello parece no haber desacuerdo. Ahora bien,
7
Luis XVI prohibió en Francia el uso de bordados de oro o plata. El motín de Esquilache no
tuvo otro origen que la pretensión de eliminar el uso de prendas que los madrileños considera-
ban irrenunciables. Hasta finales de los años 90 del siglo pasado, en Corea del Sur, el Código
Civil impedía casarse a personas que formasen parte de un mismo clan… Los ejemplos pueden
prolongarse casi indefinidamente.
8
No en vano llegó a afirmar Schattsneider (1961: 68) que “the definition of the alternative is the
supreme instrument of power (…) He who determines what politics is about runs the country,
because the definition of the alternatives is the choice of conflicts, and the choice of conflicts
allocates power”.
9
Afirmar que un problema ha dejado de serlo no es lo mismo que decir que se le ha encontrado
una solución. En el segundo de los casos no ha desaparecido, sí lo hace en el primero.
52 Roberto Losada Maestre
con ello nada se está diciendo de las características que las hacen problemáticas,
o de lo que cabe exigirles para que se conviertan en problema, como lo son otros
tantos que están en la agenda política.
En resolución, y respondiendo a la pregunta que se planteaba hace poco, de-
cide sobre la agenda quien dice qué es y qué no es problema, independientemen-
te del sentido que de lo problemático quiera elegirse. No se trata, por tanto de
definir qué es problema, sino de decidir que algo efectivamente lo es. Interesa,
por tanto, saber qué legitima a quien quiera que sea que tiene encomendada esta
última tarea para que pueda llevarla a cabo. De existir una relación directa entre
lo problemático y lo que es ser problema tal pregunta carecería de sentido, puesto
que los problemas lo serían sin necesidad de que sobre ello hubiera de decidirse
y, por lo mismo, la afirmación de que el poder reside en quien asigna la calidad
de problemático a un asunto no tendría más sentido que afirmar que es poderoso
quien ante el amanecer grita al sol que ha de salir.
3. TIPOS DE AGENDA
La agenda a la que se hace referencia en estas páginas es la agenda política, es
decir, una especie de listado10 de los problemas que exigen una solución política
o a los que cabría dar una solución política en forma de política pública. Pero no
es desde luego la única agenda que existe. El término agenda se usa también para
hablar de la agenda de los votantes, la agenda de los medios, la agenda científica,
etc. Los asuntos de estas agendas pueden o no coincidir y entre ellas pueden bus-
carse varias formas de relación que escapan al propósito de este capítulo11, por lo
que cuando se habla de tipos de agenda debe entenderse que se está hablando de
tipos de agenda política.
El hecho de que una teja se hubiera desprendido de un tejado y golpeado u
ocasionado un daño, más o menos grave, a un transeúnte no es un problema
nuevo. Lo nuevo es que este incidente comienza a verse como un problema y es
entonces cuando pasa a la agenda política. Por lo tanto, no siempre formó parte
de la misma, o no siempre los encargados de la elaboración de las políticas pú-
blicas, quienes detentan el poder político, lo consideraron como un problema al
que cabe dar una solución. Por el contrario, es muy probable que respecto a otros
asuntos tuvieran un punto de vista diferente: que los consideraran en principio
10
Listado que, desde luego, no existe en esta forma como verdadera y auténtica lista. La misma
palabra agenda es metafórica.
11
Rogers et al. (1991) por ejemplo, analizan las relaciones existentes entre cinco agendas durante
un período de algo más de siete años respecto al problema del SIDA. Algo similar puede encon-
trarse también en Gonzenbach (1992) respecto al mismo tema.
La formación de la agenda como punto de partida de las políticas públicas 53
como problemas a los que, en tanto que gobernantes, han de dar una respuesta.
Esta diferencia en la percepción de los problemas ha permitido que, en la litera-
tura, se distinga entre la llamada agenda sistémica y la agenda institucional12. A
la primera pertenece nuestro problema de la caída de las tejas y todos aquellos
problemas que lo son en tanto en cuanto la sociedad los comienza a percibir como
tales y sobre los que, legítimamente, puede quien gobierna tomar una decisión. A
la segunda pertenecen los problemas a los que los decisores públicos sienten la ne-
cesidad de dar una respuesta, en principio, independientemente de si la sociedad
los siente como problema o no. Y se dice que en principio porque esta distinción,
ciertamente común y aceptada en buena medida, no deja de encontrar ciertas difi-
cultades. Su empleo permite llamar la atención sobre problemas que son sentidos
como tales por la sociedad pero que nunca entran en la agenda o respecto a los
cuales nunca se toma una decisión a nivel político. Pero ello no hace sino remitir a
un nuevo problema de definiciones, puesto que entonces podría llegar a hablarse
de dos tipos de problema, los que sí acaban por entrar en la agenda y los que no,
y cabría importar toda la reflexión en torno a por qué algo se convierte en pro-
blema o no lo hace nunca, a esta nueva segunda dimensión, sin que ello aporte
mucho más o ayude a obtener respuestas nuevas. En definitiva, esta distinción lo
que viene a confirmar es el hecho de que de la agenda entran y salen problemas,
y que se hace necesario dar respuesta a cómo lo hacen o por qué lo hacen. Varias
han sido las respuestas que se han dado y que, en último término, se corresponden
también con la distinción de los dos tipos de agenda ya mencionados. Hay quien
considera que son los gobernantes o decisores púbicos quienes introducen un de-
terminado asunto (que ya se ha convertido en problema) en la agenda en función
de las demandas de los ciudadanos o, por decirlo de otro modo, cuando los ciuda-
danos toman conciencia o viven ese asunto como problema y exigen, de múltiples
maneras, una respuesta institucional. Por el contrario, hay quien considera que
la formación de la agenda depende únicamente de la voluntad de introducir los
problemas en la misma por parte de esos mismos gobernantes o de un conjunto
de elites, en buena medida económicas, sin que haya de existir una corresponden-
cia con las inquietudes ciudadanas. El primero de los enfoques es conocido como
enfoque pluralista, el segundo como enfoque elitista. Sobre ellos se dirá algo más
adelante, pero conviene primero detenerse un momento en reflexionar de manera
general sobre la elaboración de la agenda.
12
Coob y Elder (1983: 85) emplean esta tipología de agendas. Para ellos la agenda sistémica está
compuesta de aquellos asuntos “percieved by members of the political community as meriting
public attention and involving matters within the legitimate jurisdiction of existing govern-
mental authorities”.
54 Roberto Losada Maestre
13
“La felicidad y la gloria de un representante, deben consistir en vivir en la unión más estrecha,
la correspondencia más íntima y una comunicación sin reservas con sus electores. Sus deseos
deben tener para él gran peso, su opinión máximo respeto, sus asuntos una atención incesante.
Es su deber sacrificar su reposo, sus placeres y sus satisfacciones a los de aquéllos; y sobre todo
preferir, siempre y en todas las ocasiones el interés de ellos al suyo propio. Pero su opinión im-
parcial, su juicio maduro y su conciencia ilustrada no debe sacrificároslos a vosotros, a ningún
hombre ni a grupo de hombres (…) Vuestro representante os debe, no sólo su industria, sino
su juicio, y os traiciona, en vez de serviros, si lo sacrifica a vuestra opinión” (Burke 1774, trad.
de 1984: 311-312).
La formación de la agenda como punto de partida de las políticas públicas 55
14
Las políticas públicas de seguridad vial han ido formando la idea de que son materia sobre la
que han de decidir los poderes públicos (por ejemplo, sobre la obligatoriedad de llevar puesto
el cinturón de seguridad o el casco) independientemente de la opinión pública. Por el contrario,
cuando en 2014 el Ministerio de Sanidad en España decidió eliminar del calendario de vacuna-
ciones infantil la de la varicela y se prohibió la distribución de la vacuna en alguna de las co-
munidades autónomas, como la de Valencia, numerosos ciudadanos adquirieron dicha vacuna
de estraperlo para que le fuera administrada a sus hijos, algo que en los centros de salud no se
negaron a realizar. En este último caso, se aprecia como un problema sale de la esfera pública
y vuelve a la privada como reacción a una determinada política pública.
15
Key (1967: 411) ya se vio obligado a reconocer que “discussion of public opinion often loses
persuasiveness as it deals with the critical question of how public opinion and governmental
action are linked (…) The suppositions that public opinion enjoys weight in public decision is
a myth and nothing more, albeit a myth that strengthens a regimen so long as people believe”.
16
El trabajo pionero sobre la influencia de los medios en la formación de la agenda es el famoso
artículo de McCombs y Shaw (1972) en el que analizaban la influencia de los medios en las elec-
ciones a la presidencia de los Estados Unidos de 1968. Veinticinco años más tarde, los mismos
autores podían afirmar que “The fruitfulness of the agenda-setting metaphor is documented by
three features: (a) the steady historical growth of its literature, (b) its ability to integrate a number
of communication research subfields under a single theoretical umbrella as it has moved through
four phases of expansion, and (c) a continuing ability to generate new research problems across
a variety of communication settings” (McCombs y Shaw, 1993: 58-59), dejando así constancia
de la importancia que adquirió la investigación sobre la formación de la agenda.
17
Pueden consultarse, a este respecto, las obras de Graber (1984) o de Shaw y Martin (1992).
56 Roberto Losada Maestre
18
Sobre el fenómeno de la sensibilización, puede verse el documento de trabajo de Vanaclocha
Bellver, Martinón Quintero y Losada Maestre (2005) en el que se analiza el mismo con respec-
to al accidente del petrolero Prestige frente a las costas gallegas.
19
Éstas son las tres corrientes del modelo elaborado por Kingdon (1995). Para este autor, un
asunto acaba por ser incorporado a la agenda política si confluyen tres corrientes diferentes:
la corriente del problema (problem stream), es decir, lo que persuade a los decisores públicos
a prestar atención a un problema con preferencia sobre los demás; la corriente de propuestas
(proposal stream), es decir, el proceso por el que se genera el debate y se buscan las soluciones;
y la corriente política (political stream), es decir, los factores políticos como la opinión públi-
ca, la influencia o peso de los grupos que están a favor o forman oposición, el clima político,
etc. La confluencia de las tres corrientes da lugar a lo que este autor denomina “ventana de
oportunidad” (window of opportunity), que, sin embargo, no suele permanecer mucho tiempo
abierta, por lo que los defensores de que un asunto pase a la agenda política y sobre el mismo
se adopte una decisión deben aprovechar el momento.
La formación de la agenda como punto de partida de las políticas públicas 57
encargados de las decisiones buscan aquellos problemas a los que puedan dar una
solución suficientemente satisfactoria como para que su carrera política pueda verse
convenientemente potenciada20.
Deberían tenerse también en consideración las convicciones ideológicas tanto
de los gobernados como de los gobernantes. Así, sin en nuestro ejemplo el conjun-
to de la sociedad de Solapia compartiera una serie de creencias fundamentalmente
individualistas y liberales, no sería vista con buenos ojos y, por lo mismo proba-
blemente fuera rechazada, cualquier tipo de intervención pública que pretendiera
acabar por establecer normas generales respecto a cómo han de ser colocadas las
tejas, y menos aún aceptaría que se creara un nuevo impuesto con la finalidad
de cubrir las indemnizaciones a que se hicieran acreedoras las posibles víctimas.
La sensibilización, la existencia de soluciones, el acuerdo de la opinión pública
no conducirían, a pesar de ser confluentes, a la elaboración de una política pú-
blica, sino que llevarían a que el mercado, la esfera de acción en que predomina
el intercambio voluntario, encontrara una solución a ese problema, por ejemplo
mediante la aparición de nuevas formas y pólizas de seguro voluntarias21. Unas
creencias o convicciones diferentes convertirían en legítimas la intervención públi-
ca y la consiguiente política pública resultante del proceso de toma de decisiones
establecido. Es más, podría llegar a estimarse que no cabe solución individual al
problema y que es de todo punto imperativa la intervención de los poderes públi-
cos22. De modo que, a la hora de analizar el proceso de formación de la agenda
puede tenerse en cuenta el factor ideológico o el sistema de creencias.
Dado que en una sociedad no existirá un único sistema de creencias, la for-
mación de la agenda se verá influenciada por el juego existente entre los distintos
20
El propio Kingdon (1995: 165) afirma que, por ejemplo, quienes poseen una solución “lie in wait
in and around government with their solutions in hand, waiting for problems to float by to which
they can attach their solutions, waiting for a development in the political stream they can use to
their advantage”. Esta idea de las soluciones a la búsqueda de problemas ya había sido expuesta
anteriormente por Cohen, March y Olsen (1972) en la que se conoce como Garbage Can Theory
y que Kingdon traslada al ámbito de la elaboración de las políticas públicas.
21
El resultado final podría ser el mismo que si se hubiera puesto en marcha la política pública
que se describe: una nueva forma de sujetar las tejas a través de unos clavos concretos. Las
compañías de seguros que suscribieran una póliza con los propietarios de los tejados podrían
obligar a estos a adoptar tales medidas de seguridad en la sujeción de las tejas bajo pena de
no abonar las indemnizaciones si no fuera así, o podrían elevar el coste de las pólizas para
aquéllos que decidieran no sujetar con el nuevo procedimiento sus tejas. En cualquiera de los
dos casos, resultaría conveniente emplear los clavos como lo era en el caso de que existiera una
política sancionadora para quien no los usara. Sin embargo, los principios en que se inspiran
ambas soluciones son completamente distintos: la solución de mercado es individualista y
liberal, la solución pública no lo es.
22
O como se ha dicho un poco más arriba, el problema ha pasado a formar parte de la agenda
institucional.
58 Roberto Losada Maestre
sistemas que son apoyados o defendidos por distintos grupos, más o menos podero-
sos. Parece evidente que aquél grupo que goce de mayor capacidad de influencia, de
poder, o que sea el encargado final de adoptar las decisiones, acabará imponiendo
su particular forma de ver el mundo y ello influirá decisivamente en si un asunto
pasa o no a la agenda. Pero el cuadro es un poco más complejo porque tampoco
son los sistemas de creencias rocas inalterables que no se modifican. Los sistemas
de creencias también fluctúan, varían, se alteran, y por lo mismo, este juego de
fluctuaciones de las creencias de los grupos dominantes determinan el modo en
que se formará la agenda y, desde luego, el lugar más o menos prioritario que cada
uno de los asuntos que la componen acaban por ocupar23. Las ideas, en definitiva
los conceptos cognitivos, quedan incorporados como una variable explicativa de la
formación de la agenda.
Lo visto hasta aquí, permite ya apreciar la complejidad del problema que, ana-
lizado de manera superficial podría haber parecido sencillo, en cuanto la pregunta
de la que se partía queda formulada en un escueto enunciado: ¿quién decide la
formación de la agenda? Identificar al responsable y, por lo tanto, el núcleo del
poder, no es labor exenta de dificultades y, ni mucho menos, ajena al debate y la
controversia entre quienes ven las cosas de una u otra manera. Teniendo en cuen-
ta el carácter introductorio del asunto que tiene este capítulo, no se incidirá con
detalle en las distintas respuestas que a la pregunta se hayan dado, sino que se
optará por una clasificación algo más sencilla con la que, a buen seguro, se pierde
amplitud en el tratamiento del problema pero se gana en claridad24. Por ello, se
presentan a continuación unos modelos que permiten estructurar de manera sen-
cilla las respuestas que se han dado a aquella pregunta.
23
Esta forma de ver las cosas es la que ofrecen Sabatier y Jenkins-Smith (1993) y su modelo de
coaliciones promotoras, que se ha visto ampliamente desarrollado desde que Sabatier lo an-
ticipara en los años 80 (por ejemplo, 1988). Puede encontrarse una excelente descripción del
modelo y una aplicación práctica del mismo al caso de las políticas públicas sobre drogas en
España en Martinón Quintero (2011).
24
La discusión sobre la formación de la agenda no es ajena, ni podría serlo, al marco con el que
decide interpretarse o analizarse el conjunto de la política pública. Si anteriormente se habló
de Kingdon o de Sabatier (prescindiendo de mencionar a otros autores o enfoques con más
detalle en aras a una claridad y brevedad necesarias), es porque alcanzaron cierto éxito a la
hora de superar la denominada heurística de fases en el análisis de políticas públicas y que,
como dice Birkland (op. cit.: 5), asume que “policy making proceeds in a relatively orderly,
step-wise fashion, beginning with identification and agenda setting, and ending with policy
implementation and feedback”. Existen otros enfoques que pueden resultar de interés al lector
que desee profundizar en este tema, como el de la elección racional (Ostrom, 1999), la teoría
del “equilibrio puntuado” (Baumgartner y Jones, 1993), el embudo de causalidad (Hofferbert,
1974), o la idea de los paradigmas (Hall, 1993).
La formación de la agenda como punto de partida de las políticas públicas 59
25
Esto es especialmente visible cuando se trata de problemas relacionados con los riesgos mo-
dernos. De manera similar a como se ha dicho que ocurre con quien tiene la capacidad de
determinar los contenidos de la agenda política, puede, quien tiene la potestad de definir lo
que es riesgo y lo que no lo es, regular el comportamiento de los ciudadanos con respecto a ese
mismo riesgo. En estos casos, y precisamente por tratarse de riesgos, las consecuencias no se
han manifestado, sólo son anticipadas a través de análisis más o menos complejos o a través de
las conclusiones y afirmaciones a las que llegan los especialistas en la materia. Al presentarse
algo como arriesgado, como un riesgo, se está abriendo la puerta a que sea regulado a través
de una política pública. Los análisis de riesgos podrían verse, de este modo, como instrumentos
de legitimación de la actividad de gobierno cuando se trata de regular ciertos comportamientos
que, de no ser calificados como arriesgados, no aceptarían tal intromisión en la esfera de de-
cisión individual. Piénsese, por ejemplo, en la prohibición de fumar, en la obligación de llevar
el casco en la moto o el cinturón de seguridad en el coche, la obligación de practicar orificios
de ventilación en las cocinas particulares para evitar acumulaciones de gas, etc. Para un trata-
miento más en profundidad de este asunto puede verse Losada Maestre (2012).
26
Lo mismo puede decirse respecto de, por ejemplo, el tabaco. Así, quien no esté de acuerdo en
que se regule fumar, defenderá el uso del tabaco como perteneciente a la esfera de decisión
individual, mientras que quien apoye la regulación por parte de las autoridades se decantará
por una visión más cercana a la defensa de la salud pública o sus efectos sobre terceros.
60 Roberto Losada Maestre
a una política pública, sea ésta la que sea. Para empezar, las políticas públicas que
se elaboran para dar soluciones a problemas específicos o que no alcanzan una
determinada repercusión, no suelen dar muchos réditos políticos. De otro lado, es
difícil justificar una acción política si la mayoría de la sociedad a la que acaba por
afectar no está convencida de su necesidad o de su oportunidad. Lo mismo puede
decirse si los beneficiados por la política son pocos y quienes han de soportar los
costes de la misma son mucho más numerosos. Así, la caída de las tejas tiene que
adquirir relevancia social y, aunque no pueda determinarse con un criterio cuali-
tativo cuándo esto ocurre, sí podría afirmarse que comienza en cuanto se hace que
los ciudadanos tomen conciencia de que todos ellos pueden ser víctimas o se les
involucra, por ejemplo, en la búsqueda de soluciones para los más perjudicados27.
Pareciera que puede desprenderse de lo que va dicho que, en realidad, se pro-
duce una considerable simplificación del asunto para que alcance la notoriedad su-
ficiente que provoque la conjunción de apoyos de los distintos sectores sociales. No
estaría desencaminado quien así pensase. El problema de las tejas es mucho más com-
plejo de lo que a simple vista pudiera parecer. Una intervención tan sencilla como
obligar al empleo de un método de sujeción determinado tiene consecuencias indirec-
tas, (impactos si se quiere emplear una terminología más propia del análisis de polí-
ticas públicas), que no son fácilmente visibles: piénsese, por ejemplo, en la distorsión
económica que supone el que haya que realizar una fuerte inversión en la sujeción de
las tejas empleando para ello recursos escasos cuyos propietarios consideraban, sin
embargo, mejor empleados en otras actividades. Los efectos a largo plazo de la polí-
tica pública son muy difíciles de ver, mientras que los inmediatos pueden presentarse
a los ojos de la sociedad, de la opinión pública, de las elites, de los políticos, etc., de
manera más directa. Así, podría plantearse todo el asunto como la disyuntiva entre
solucionar el problema que supone las caídas de las tejas o dejar que siga habiendo
27
La combinación de estos dos factores, la idea de que cualquiera puede ser perjudicado y de que se
puede actuar de modo que los que finalmente lo sean se vean protegidos o compensados de algún
modo, cobra una fuerza especial ya que motiva la acción o la defensa de una acción, o política
pública, en virtud del especial sentimiento de que puede ser uno mismo el que salga peor parado
y que, por ello, se desearía que, llegado el caso, existieran medios con los que paliar esa situación.
Esta idea, ciertamente egoísta, de que se defiende la inclusión de un asunto en la agenda política
o institucional porque tal vez podamos necesitar de esas medidas que dicha política prevé, tiene
una fuerza legitimadora mayor de lo que una ligera consideración puede hacer suponer: la po-
lítica pública queda justificada, es más, se puede considerar como reflejo de una sociedad justa.
No es éste el lugar para desarrollar el tema en profundidad porque sus implicaciones son muchas
y de envergadura: piénsese por ejemplo en las consecuencias que tiene para la idea de responsa-
bilidad y mérito, o las consecuencias respecto a los valores individuales y cómo son sacrificados
en aras del interés público, etc. No se olvide que incluso hay quien ha basado toda una teoría
política sobre la sociedad justa en esta postura egoísta y de clara aversión al riesgo (Rawls, 1971).
La formación de la agenda como punto de partida de las políticas públicas 61
28
La importancia de la dimensión temporal no puede pasar desapercibida. En ocasiones se de-
fenderá la inclusión de un problema en la agenda política porque se afirma que ello tendrá
repercusiones en el futuro (la regulación del uso del tabaco, se dice, beneficiará a las generacio-
nes futuras, por ejemplo). El que las consecuencias de una política pública puedan presentarse
como perdurables le ofrece una estupenda carta de presentación.
29
El modelo pluralista que se ha expuesto, de una manera necesariamente simplificada, viene a pre-
sentar las principales ideas de Cobb, Ross y Ross (1976). Para estos autores hay dos tipos de agen-
da, la pública y la formal: “the public agenda consists of issues which have achieved a high level
of public interest and visibility; the formal agenda is the list of items which decision makers have
formally accepted for serious consideration” (p. 126). Y hay tres modelos que dan cuenta de cómo
se construye la agenda: “The first, the outside initiative model, accounts for the process through
which issues arise in nongovernmental groups and are then expanded sufficiently to reach, first,
the public agenda and, finally, the formal agenda. The second, the mobilization model, considers
issues which are initiated inside government and consequently achieve formal agenda status almost
automatically (…) The third, the inside initiative model, describes issues which arise within the go-
vernmental sphere and whose supporters do not try to expand them to the mass public (…) In this
model, initiating groups often specifically wish to prevent an issue from expanding to the mass
62 Roberto Losada Maestre
public; they do not want it on the public agenda” (pp. 127-128). Puede consultarse también
Cobb y Elder (1971).
30
Afirma Kristol (1978: 118): “In our urbanized, insutrialized, highly mobile society, people need
governmental action of some kind if they are to cope with many of their problems: old age,
illnes, unemployment, etc. They need such assistance; they demand it”. Véase, igualmente la
obra de Strauss (1952).
31
Se puede ser todo lo escéptico que se quiera respecto a este azar. Puede que la selección del
asunto tenga más que ver con los réditos políticos esperados (véase lo dicho anteriormente),
la facilidad de establecer una regulación, el conocimiento que posee el gobernante sobre el
La formación de la agenda como punto de partida de las políticas públicas 63
bién podría considerarse como altamente probable que el decisor escoja aquellos
problemas a los que puede dar una respuesta con cierto conocimiento de causa, es
decir, que elija de entre todos los posibles, aquéllos en que esté especializado, bien
por haberse dedicado a ellos con anterioridad, bien porque posea un determinado
nivel de conocimiento sobre los mismos. Así, si debiéramos interpretar la política
de sujeción de tejas de Solapia desde este punto de vista, deberíamos tener en
cuenta más los deseos de quien habrá de adoptar la decisión sobre ese tema que
los deseos del conjunto de la sociedad al respecto32.
Si se trata de deseos, nada impide que se puedan ver las cosas de un modo
algo distinto: los temas que entran en la agenda son aquéllos que responden a los
intereses de los que gobiernan, es decir, de quienes habrán de tomar las decisio-
nes. Este grupo puede ampliarse también a aquéllos que tienen un acceso directo
a quienes gobiernan, es decir, a las elites, grupos de presión, etc. Según esto, la
decisión adoptada en Solapia podría deberse, por ejemplo, a que los empresarios
y fabricantes de los clavos, o las compañías de seguros, tienen una influencia deci-
siva en quienes desarrollan la acción de gobierno, o estos mismos tienen intereses
relacionados con la forma en que, a partir de la implementación de la política,
se van a sujetar las tejas33. En definitiva, no entran en la agenda los asuntos que
se convierten en problemas especialmente sentidos en la sociedad, sino aquellos
otros que mejor satisfacen los intereses de quienes toman las decisiones34.
asunto, etc. Claro que, si se prescinde del azar se estaría volviendo a un modelo pluralista, ya
que los réditos esperados dependerán de que el interés del político coincida con el de los ciuda-
danos, la facilidad de la regulación puede depender de que exista un marco regulador previo,
el conocimiento sobre el asunto puede deberse a la coincidencia de intereses con cierta elite
económica… De nuevo los criterios que se vieron en el modelo pluralista.
32
March y Olsen (1976) explican con detalle este punto de vista elitista. Añaden, además, una
tercera posibilidad a la del azar y la especialización: para ellos, la formación de la agenda es
jerárquica. Los problemas entran en la agenda de los decisores públicos en función del nivel
jerárquico que ocupan en la estructura del gobierno, llegando, por ejemplo, sólo unos pocos
temas a ser introducidos en la agenda de las instancias más altas.
33
Por supuesto, se está hablando hipotéticamente y a modo de ejemplo. Los intereses no tienen
que ser sólo económicos; puede que una de las víctimas de la caída de tejas haya sido un fami-
liar de un gobernante que, por lo mismo, tiene un interés directo en que el asunto pase a ocupar
un lugar preeminente en la agenda.
34
Dye, Zeigler y Schubert (2011: 1) comienzan su libro afirmando: “Elites — not masses— go-
vern the Unites States”. Más adelante, y respecto a lo que se viene diciendo en el texto, afirman:
“Public Policy reflects elites preferences, as modified by both altruism and desire to preserve
the political system from mass unrest; policy changes occur incrementally when elites redefine
their own interests” (p. 15). Pero, como ya se ha dicho, no se trata de una visión normativa,
como ellos se encargan de aclarar: “All societies are governed by elites, even democratic so-
cieties. The elitist theory of democracy is not an attack on democracy but rather an aid in
understanding the realities of democratic politics” (p. 18).
64 Roberto Losada Maestre
7. CONCLUSIONES
Hasta aquí se ha prestado atención a cómo se forma a la agenda, o a quién
hace que un problema pase a formar parte de la agenda política. Como se dijo
al principio, plantear estas cuestiones es preguntarse por quién detenta el poder
político en gran medida. Quien define aquello sobre lo que las políticas públicas
van a tratar está definiendo los límites dentro de los cuales se desarrollará la ac-
ción política. Pero no debe olvidarse que quien puede introducir los problemas
en la agenda puede que sea capaz también vetar su entrada. Este aspecto negativo
de la cuestión es igualmente relevante. Basta razonar de manera inversa a como
se viene haciendo hasta ahora: cabe preguntarse sobre quiénes pueden evitar que
asuntos que tienen todas las características propias, ya vistas, de aquéllos que
acaban por convertirse en problemas que se incluyen en la agenda de los deciso-
res públicos, son capaces de evitarlo. La respuesta tampoco es sencilla. La exclu-
sión de un problema de la agenda puede producirse bien porque las elites crean
contraria a sus intereses cualquier decisión que se tome al respecto, bien porque
los políticos consideren que se trata de un tema que no conseguirá apoyos o que
generará rechazo, bien porque el propio sistema político obstaculice el paso de
problemas a la agenda en razón de los valores en los que está inspirado, o a causa
de los procedimientos de toma de decisiones considerados como legítimos, etc.
Por tanto, si alguna conclusión genérica hay que extraer de la reflexión sobre
cómo se forma la agenda política, entendiendo este proceso como el punto de par-
tida de todo el proceso de formulación e implementación de una política pública,
es que ni siquiera en las democracias cabe mantener la ficción de que cualquie-
ra puede en cualquier momento lograr que un asunto se convierta en problema
merecedor de una respuesta política. En ocasiones se ha de recorrer un camino
tortuoso y hasta prolongado en el tiempo. Otras veces, sorprende la rapidez con
la que los problemas consiguen que se adopte una decisión respecto a los mismos.
En cada caso puede optarse por analizar el proceso desde alguno de los puntos
de vista que se han esbozado con anterioridad con la intención de descubrir las
pautas generales que permitan anticipar en el futuro si un problema se abrirá
camino hacia la agenda o no. Lo expuesto en estas páginas debería servir para
La formación de la agenda como punto de partida de las políticas públicas 65
que quien se adentre en esa cuestión adopte las debidas precauciones respecto a
generalizaciones que es posible que se muestren como una visión excesivamente
simplificada de la realidad.
Por último, y aunque a ello no se haya dedicado mucha atención en lo que
se ha visto, no debe perderse de vista que, incluso aquello que forma parte de la
agenda puede permanecer en ella por tiempo indefinido. Los problemas entran en
ella ocupando una cierta posición en una escala de urgencia de la decisión. Es po-
sible que problemas que llevan un tiempo en la agenda se vean permanentemente
desplazados por recién llegados que son sentidos como más urgentes. El tiempo,
más bien su transcurso, es un factor muy importante a tener en cuenta. Desde que
un problema entra a formar parte de la agenda hasta que se toma una decisión
sobre el mismo transcurre un tiempo que puede alterar las condiciones de la deci-
sión misma. Por lo mismo que no equivale planificar una decisión a decidir, puede
que llegado el momento de tomar la decisión que se había planeado parezca más
oportuno posponerla35, e incluso no tomarla nunca.
Basten las reflexiones contenidas en este capítulo como muestra de la compleji-
dad que caracteriza al análisis de políticas públicas incluso antes de que se adopte
decisión alguna.
8. BIBLIOGRAFÍA
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35
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66 Roberto Losada Maestre
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núm. 4.
Capítulo 3
La formulación de las políticas públicas
1. INTRODUCCIÓN
Este capítulo trata un aspecto muy relevante de las políticas públicas, pues se re-
fiere a cómo se seleccionan y desarrollan los procesos decisorios de las políticas pú-
blicas. Podemos decir que la formulación hace referencia a la parte operativa de las
decisiones de políticas. Entendemos por parte operativa a dos procesos que tratamos
aquí. Por un lado, el análisis de alternativas, que implica la posibilidad de aportar
información sobre las diferentes opciones de solución de un problema público y sus
posibles consecuencias en la sociedad, así como su comparación y contraste.
Por otro lado, planteamos el proceso de programación, esto es el estableci-
miento de acuerdos, normas y reglas de relación, formal e informal, entre los
actores que poseen los recursos necesarios para la implementación de la alter-
nativa elegida. Son procesos complejos, diferentes, de hecho, en cada caso de
política, en los que entra en funcionamiento el “aparato” institucional del Estado,
los organismos fundamentales del sistema político, como son los parlamentos y
los gobiernos de los diferentes niveles territoriales. También entran en el proceso
las administraciones y los actores sociales con capacidad para aportar recursos y
satisfacer intereses en la implementación de la política.
Por último, también exponemos la posible planificación como una extensión
del proceso de programación. No todas las políticas entran en una planificación
estratégica de la programación, pero en los casos en los que se produce supone un
elemento de referencia de la formulación de la política, además de una importante
fuente para los analistas de políticas públicas.
El capítulo contiene elementos de análisis de políticas públicas, pero también se
han incorporado herramientas que sirven como referencias ejemplares y que tienen
un enfoque práctico que entra en el campo de la elaboración de políticas, aunque tam-
bién nos sirven para ayudar a describir y explicar cómo se produce la formulación.
68 Eliseo López Sánchez
2. EL CONCEPTO DE FORMULACIÓN
En un enfoque cíclico de las políticas públicas, la formulación aparece como una
fase vinculada a la toma de decisiones (Estévez, 2000; Navarro, 2013). Si tenemos en
cuenta que las fases se interpretan como procesos flexibles que se adaptan y que se
pueden superponer en el tiempo, y que incluso puede faltar alguno (Navarro, 2013),
el resultado es que podría parecer que la formulación de las políticas públicas es una
etapa algo difusa de las mismas, que puede cambiar mucho en cada política pública.
Esta concepción difusa se muestra en que en algunas propuestas de ciclo de po-
líticas, de cara al análisis de las mismas, la formulación ni siquiera es una etapa, o
cuando aparece es como una etapa de enlace, nexo entre diferentes procesos de las
políticas. Por ejemplo, Brewer proponía las etapas de estimación y selección como
etapas previas a la implementación (DeLeon, 1997). Subirats (1989) tampoco con-
templaba de manera expresa la formulación como una etapa del ciclo de análisis,
aunque si contempla el concepto en la elaboración de las políticas, vinculado a la
toma de decisiones, y entendiéndolo como la elaboración de planes de acción que
fijen los objetivos vinculados a las alternativas elegidas, y a un análisis de las opciones
y de los efectos de las acciones (Subirats, 1989).
Esta vinculación de la formulación a la plasmación de la toma de decisiones tam-
bién la encontramos en Meny y Thoenig (1992), quienes consideran que la formula-
ción es una subfase de la toma de decisiones, junto a la legitimación. Esta subfase se
caracteriza porque sería el punto de llegada de los procesos anteriores, concretamente
de la agenda gubernamental, y en la que se reflejan los elementos de la alternativa de
solución adoptada para el problema de política pública. Para estos autores, habría
una parte de legitimación de las decisiones, que comprenderían las relaciones de las
elites políticas y administrativas en el proceso, y que desde un punto de vista más
amplio podríamos entender también como parte de la formulación, y no como algo
diferentes. En cualquier caso, esto lo haría equivalente a la toma de decisiones.
Para concretar, podemos entender la formulación como el momento o fase en el
que el problema público y su objetivo de solución, una vez procesado en la agenda
gubernamental se vincula a un programa de actuación sobre la realidad social con el
fin de transformarla. La formulación incluiría, en primer término, la programación y
reglamentación de las decisiones políticas, el establecimiento de nuevas reglas forma-
les e informales, producto de negociaciones y acuerdos entre los actores de cara a su
implementación.
La formalización de estos acuerdos y reglas requiere de todo tipo de instrumen-
tos legales y documentos, que es lo que podemos entender como programación
(Subirats et alt., 2008). Estos instrumentos incluyen desde las leyes marco hasta
las ordenanzas municipales, en el caso español, cruzando por tanto los marcos
competenciales y recursos de los diferentes actores gubernamentales. También se
incluyen los convenios y acuerdos con los actores sociales de todo tipo, en los que
La formulación de las políticas públicas 69
1
Se suelen considerar diferentes enfoques de estudio de toma de decisiones. Por ejemplo, Are-
nilla (2001) y Dente y Subirats (2014) consideran los de elección racional, la racionalidad
limitada, el incrementalismo y el enfoque de cubo de basura.
70 Eliseo López Sánchez
diferente grado. En este sentido, los análisis de las alternativas de decisión tam-
bién pueden contemplar los recursos que aportarían los diferentes actores a las
diferentes alternativas, en el caso de que fueran implementadas, y si alguno de
ellos tiene capacidad de bloquear la implementación de una alternativa en caso
de posicionarse en contra. En cualquier caso, cuadrar los intereses de diferentes
actores con recursos relevantes puede acabar suponiendo una redefinición de los
objetivos, y en última instancia de la definición del problema (Sidney, 2007), lo
que puede implicar la no satisfacción de los intereses de los grupos objetivo sobre
los que se quiere intervenir.
Vemos que los actores son un elemento clave, cuyos roles básicos a la hora de
la toma de decisiones, y también de la formulación, podemos sintetizarla toman-
do a Dente y Subirats (2014).
• Promotor, el que plantea inicialmente el problema público
• Director, el que pilota el proceso decisorio de la política. Puede coincidir
con el papel del promotor, siendo entonces un emprendedor de políticas.
• Opositor, que actúa para impedir transformaciones.
• Aliado, con intereses semejantes a los del promotor y el director y que mues-
tra su disposición a aportar recursos.
• Mediador, que persigue objetivos de proceso y que está interesado en que
los demás lleguen a un acuerdo entre los actores. Puede ser un tipo de direc-
tor y son útiles cuando hay conflicto de intereses.
• Portero, el que tiene un poder de veto o controla la entrada de los demás
actores en el proceso decisorio.
• Filtro, que es un actor que representa intereses y objetivos de otros.
Estos roles son tipos ideales, y no siempre se presentan todos en todas las polí-
ticas y de forma nítida, pero son figuras que permiten precisar mejor las relaciones
y redes que forman los actores en la formulación, cómo aportan recursos y satis-
facen sus intereses y objetivos. Hay que señalar que en el proceso de formulación,
el papel de director, coincida o no en la misma figura con el de promotor de la
política, es el papel clave, el que realmente acaba sintetizando las alternativas, el
que formula los potenciales acuerdos entre los demás actores.
Además, los análisis de alternativas tienen que considerar los contextos socia-
les y económicos, cuya interpretación también es valorativa. Las ideas dominantes
en un momento determinado hacen que las alternativas sean creíbles o no. Estas
ideas “verdades parcialmente razonables y admitidas en el ambiente” (Meny y
Thoenig, 1992) dominantes actúan como normas. Cobran también relevancia en
estas alternativas creíbles el que se hayan probado en otros territorios o en otros
ámbitos, esto es, que se analicen prácticas de éxito ya probadas para aplicarlas a
72 Eliseo López Sánchez
Camacho et alt. (2001) señalan que esta matriz se basa, por un lado, en una ló-
gica vertical, en la que se plantea que si se dan unas condiciones previas, se libera
un presupuesto con el que movilizar unos recursos para hacer unas actividades. Si
se hacen esas actividades y se producen unos supuestos, se logran unos resultados.
Hemos de señalar que esta herramienta sencilla, que sirve para ver cómo se
incorpora una secuencia de toma de decisiones a la formulación, va acompañada
de otros elementos imprescindibles para una formulación correcta, que dependen
de la administración pública, como son la programación temporal, la presupues-
tación por programas, los sistemas de dirección por objetivos y los sistemas y
herramientas de gestión de calidad.
En su contra, la matriz de planificación carece de algunos elementos relevantes
de la programación que se podrían incorporar en un proceso de planificación.
En primer término los responsables de las actividades deberían también constar.
En segundo término, los plazos temporales, que si bien se pueden incorporar en
los objetivos específicos, podrían disponer de algún espacio propio. Con todo, la
exposición de la herramienta en este texto pretende servir de ejemplo.
6. CONCLUSIONES
Hemos visto en este texto un conjunto de procesos vinculados a la toma de
decisiones que catalogamos como formulación: selección de alternativas, progra-
mación y planificación; y que podemos considerar como procesos críticos de las
políticas públicas (Sidney, 2007). Es en la selección y análisis de las alternativas de
decisión dónde podemos encontrar los valores políticos de los decisores públicos
y sus intereses reales, su capacidad de innovación y de respuesta a los problemas
públicos. Por su parte, la programación implica el establecimiento de los acuerdos
y normas entre los actores implicados en la política, y en última instancia suponen
relaciones de poder políticos, el ejercicio real del poder según los recursos que ten-
82 Eliseo López Sánchez
ga cada actor (Meny y Thoenig, 1992) y cómo sea capaz de satisfacer sus intereses
frente a otros actores.
Tanto el establecimiento de acuerdos como la capacidad de satisfacer dife-
rentes intereses al tiempo que se soluciona un conflicto social o se satisface la
demanda de un determinado grupo social requiere de un actor director (Dente y
Subirats, 2014) que lidere el proceso de formulación, particularmente la parte de
programación que hemos descrito. En definitiva, la formulación requiere de un
sujeto que analice las alternativas, que ponga en contacto a los actores, que pro-
ponga reglas y normas a los demás actores, que pilote el proceso por los distintos
procedimientos del sistema político, y en última instancia lidere la planificación
formal de la política.
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Capítulo 4
La implementación de las políticas públicas
1. INTRODUCCIÓN
Con el término “implementación” se designa la fase de una política pública du-
rante la cual se generan actuaciones a partir de un marco de intenciones previamente
establecido con el fin de alcanzar las metas previstas. Otros términos, como “ejecu-
tar” o “administrar” han servido tradicionalmente para definir la labor, aparente-
mente tan sencilla y puramente maquinal, que consiste en convertir en resultados
concretos los objetivos fijados a través del proceso que da lugar a la formulación de
una política pública. Más recientemente se ha generalizado en las ciencias sociales
el uso de términos alternativos, como “puesta en práctica” (traducción del francés
mise en oeuvre) y, finalmente, “implementación”, en una castellanización del inglés
implementation ya completamente admitida por la academia.
Pero no se trata aquí de una cuestión exclusivamente terminológica. Con la
adopción del término “implementación” como distinto y alternativo a los más
tradicionales de “ejecución” o “administración” se ha querido, sobre todo, rom-
per con la visión igualmente tradicional según la cual la puesta en marcha de las
políticas un proceso mecánico, llevado a cabo a través de un aparato adminis-
trativo cuya función es exclusivamente instrumental respecto de las instancias
políticas de las que depende. Como señalaban Donald van Meter y Carl van Horn
en un importantísimo artículo de 19751 “[…] se presupone que el proceso de im-
1
Vid. van Meter, D.S. y van Horn, C.E. (1975) “The Policy Implementation Process. A Concep-
tual Framework”, Administration and Society, vol. 6, núm 4. Aquí hemos utilizado la traduc-
84 Reyes Herrero López
ción al español incluida en el libro de Luis Aguilar Villanueva (1996) La implementación de las
políticas. México DF: Porrúa.
2
Selznick, P. (1949) TVA and the Grass Roots. Berkeley, CA: University of California Press.
La implementación de las políticas públicas 85
3
Jenkins, W.I. (1978) Policy Analysis. A Political and Organisational Perspective. Londres: Mar-
tin Robertson. Utilizamos la cita tal como aparece en Parsons, W. (2007) Políticas Públicas.
Méjico DF: FLACSO. p. 482.
86 Reyes Herrero López
4
Multiplicity of decision and clearance points en el original.
La implementación de las políticas públicas 89
5
O’Toole, L.J. (1989) “Policy Recommendations for the Multi-Actor Implementation: An as-
sessment of the Field”, Journal of Public Policy, vol. 9, núm. 1, pp. 181-210. Versión en espa-
ñol incluida en Aguilar Villanueva, L. (1996) La implementación de las políticas. Méjico DF:
Porrúa.
90 Reyes Herrero López
marca la política desde los años 80, ha contribuido a modelar los objetivos de la
investigación. El enfoque gerencialista, con el énfasis en los resultados, en el aná-
lisis coste-beneficio, en la evaluación y la rendición de cuentas ha transformado el
marco en el que las políticas públicas se formulan e implementan, y también cómo
se entiende y se estudia la implementación.
Hay una gran variedad en las formas en las que se relacionan las organiza-
ciones del tercer sector con las organizaciones tanto públicas como privadas y
distintos modos de establecer alianzas. La financiación de estas organizaciones
puede provenir del sector privado, que apoye los proyectos independientes o en
relación con el gobierno que se realicen desde organizaciones no gubernamenta-
les. Por su parte, los gobiernos pueden delegar en organizaciones del tercer sector
seleccionadas al efecto la implementación de determinadas políticas, y financiar
a cambio a estas organizaciones a través de ayudas y subvenciones. Al tiempo,
las organizaciones del tercer sector intentan financiarse de manera independiente
para no depender de los gobiernos y poder dirigir sus proyectos de manera au-
tónoma. Pero en realidad la dependencia es mutua: las administraciones también
son dependientes del tercer sector para prestar determinados servicios que les
resulta difícil proporcionar.
Esta densa red de relaciones del tercer sector con el Estado y el sector privado,
a la vez consolida su posición en los sistemas de implementación como prestador
de servicios pone en peligro su papel en la creación de estructuras mediadoras
que puedan situarse entre el individuo y su comunidad y las grandes estructuras
estatales, que es precisamente uno de sus rasgos más distintivos.
5. CONCLUSIONES
El estudio del proceso de implementación de las políticas públicas ha produci-
do, a lo largo de las últimas décadas una abultada bibliografía en la que se acu-
mulan los estudios de caso y los análisis a partir de los cuales se han conseguido
depurar algunas generalizaciones de tipo teórico, algunos modelos analíticos y al
menos dos grandes enfoques en el análisis y comprensión de la implementación.
Puede decirse que se ha conseguido un avance constatable en al menos dos as-
pectos: por una parte, tenemos hoy una más adecuada comprensión de lo que es
la implementación y de cómo varía en función del momento, de las políticas, del
nivel de gobierno y de otras diversas contingencias. Por otra parte, se ha podido
esclarecer al menos en parte las relaciones existentes entre el diseño y formulación
de las políticas y la implementación y su resultado. Pero en una aproximación
general, destaca la visión de un proceso caracterizado por la complejidad, por su
desenvolvimiento en un terreno impreciso y confuso del que forman parte una red
de actores individuales y colectivos, políticos y no políticos, en la que las adminis-
traciones no son siempre el eje.
En la bibliografía más reciente se han señalado diversos obstáculos para el
desarrollo más fecundo de los estudios sobre implementación. En primer lu-
gar, el pluralismo teórico, la ausencia de una teoría general de la implementa-
ción que sea ampliamente aceptada, lo que conduce (ahora como antes) a una
98 Reyes Herrero López
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Capítulo 5
La evaluación de las políticas públicas1
1. INTRODUCCIÓN
Parece conveniente comenzar diciendo que, desde la perspectiva del presente
texto, la evaluación de políticas públicas se inserta dentro del ciclo del análisis de
políticas públicas, o lo que es lo mismo, se parte de la base de que la evaluación de
Políticas públicas constituye la última fase o etapa del Análisis, pudiendo entonces
considerarse como el instrumento de comprobación del ciclo.
Además, y dado que una política pública tiene como objetivo resolver un pro-
blema público, lo que se pretende en esta etapa, es conocer los efectos generados
por las medidas emprendidas por los poderes públicos. “En definitiva, la eva-
luación de una política pública pretende examinar empíricamente la validez del
modelo causal en el que ésta se fundamentó en su proceso de elaboración. En
consecuencia, lo que buscamos es saber si la ‘teoría de la acción’ en la que se
basaba la política tenía fundamento, y el grado de aplicación realmente alcan-
zado” (Subirats, 2010: 211). Lo que no quiere decir que la evaluación sólo deba
centrarse en los efectos de las políticas públicas, que es la hipótesis clásica. La
evaluación puede y debe realizarse tanto sobre la conceptualización y el diseño de
la intervención, como sobre su instrumentalización o sus resultados e impactos.
1
Mis agradecimientos a Ana Maria Ruiz, Presidenta de la Agencia Estatal de Evaluación de
Políticas Públicas y Calidad de los Servicios (AEVAL), por su ayuda, aportaciones y paciencia,
en la elaboración de este capítulo.
102 Eduardo Gutiérrez Díaz
El problema surge de nuevo cuando se aplican las políticas a las causas, esto es,
cuando se implementan las medidas concretas de actuación. Las preguntas surgen
de nuevo, ¿las medidas elaboradas van a incidir de forma determinante en las
causas? ¿Son las únicas? ¿Son las óptimas? ¿Los órganos u organismos elegidos
para llevarlas a cabo están capacitados para ello?….. Además de entender que, en
el funcionamiento continuo que supone la labor de gobierno y de su administra-
ción, la elaboración de políticas que indirectamente puedan afectar a las causas
que intentamos resolver es una variable a tener muy en cuenta. Muchas políticas
públicas pueden afectar indirectamente a las causas de nuestro problema. Por
ejemplo medidas para la disminución del consumo de gasolina o gasoil con la
finalidad de equilibrar la balanza de pagos de un país, influyen, sin pretenderlo,
en las causas del problema de la contaminación.
Si en genérico definimos las políticas públicas como un conjunto de decisiones
y acciones concretas puestas en marcha con el objetivo de resolver un problema
público, entonces el interés fundamental consiste en saber si los objetivos de una
política pública pueden efectivamente alcanzarse con las medidas y los recursos
utilizados en su implementación. El estudio de los impactos sirve, pues, para ve-
rificar la hipótesis de intervención. Las modificaciones que se efectúen sobre las
causas, se interpretan entonces como una condición necesaria (pero no suficiente)
para alcanzar dichos objetivos. Con posterioridad deberían analizarse de manera
crítica, los efectos reales (resultados) que de ello se derivan.
dido encontrar teorías que nos orienten sobre cómo actuar sobre la causa para
solventar el problema, por muy bien que se presten los servicios públicos en los
que se ha basado la solución de éste o por muy bien que funcione el organismo
responsable de prestar esos servicios, si todo lo anterior no se ha hecho bien, el
problema no se habrá resuelto.
El siguiente problema es ¿Cómo somos capaces de llevar adelante la evaluación
de una política pública? ¿Qué es lo que deberemos hacer para poder conseguir
estudiar cuales han sido los efectos reales de la política (impactos y resultados) de
tal forma que podamos tener en cuenta todo lo expuesto hasta aquí?
A continuación propondremos una metodología que nos permita llegar a con-
testar a las cuestiones que nos acabamos de hacer.
daderamente da sentido a esa articulación de los niveles, son los criterios de valor
y las preguntas que los hacen operativos. Los criterios de valor son los referentes
sobre los que se constituye el juicio de valor, esto es lo que diferencia a la evalua-
ción de la investigación. En este sentido, lo que corresponde es ver cuáles deben
ser los criterios que nos pueden permitir relacionar dichos elementos y estructurar
las preguntas a hacer en la evaluación.
pública. Cada tipo de política debe tener, dada la peculiaridad del problema que
aborda, un conjunto propio de criterios. El caso de la educación, por ejemplo,
tiene sus propios criterios de eficacia social y si se quiere técnica: equidad, calidad.
En las políticas de salud la evidencia científica y la accesibilidad (equidad), se eri-
gen como valor prioritario.
Los tratados internacionales son otra fuente básica para la determinación de
los criterios de valor, fundamentalmente en lo referente aquellos que provienen de
Organismos Internacionales vinculados con los derechos humanos, tanto es así,
que tan siquiera la dignidad se erige en el planteamiento básico de cualquier polí-
tica pública, desde que se firma la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Los criterios que se erigen como subconjunto común de todos y para todo tipo
de políticas son aquellos que se suelen usar para valorar los efectos de una política
pública. 1) La efectividad analiza si los impactos se producen de la manera previs-
ta por los distintos planes en los que se ha plasmado la implementación de ésta,
y cuáles han sido estos impactos (¿ha sucedido algo?). 2) La eficacia relaciona los
resultados observables con los objetivos planteados (¿ha sucedido lo que se había
previsto?). 3) La eficiencia en la asignación de recursos, compara los impactos so-
bre las causas con los recursos invertidos (¿se ha hecho todo de la mejor manera
posible?) (Subirats, 2010:237).
Otro conjunto de criterios que se deben tener presentes a la hora de evaluar
son aquellos vinculados a las normas que dan soporte a la política y a los derechos
y/o principios jurídicos aplicables a la solución del problema, que coinciden en su
caso con los principios de “normativa inteligente”2 enunciados por la Comisión
de la U.E como aquellos principios básicos que deben regir la elaboración de una
política pública y por lo tanto aplicables a la norma en la que esta se refleje.
En cualquier caso y dependiendo de los autores, tanto la denominación como
el número de criterios a utilizar, así como su posible clasificación suele variar. La
que se ha propuesto es una más, igual que ocurre con el número y la denomina-
ción de los criterios. A continuación se profundiza en los criterios que se conside-
ran más importantes.
2
Vid. al respecto “Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo, al Consejo, al Comité
Económico y Social Europeo y al Comité de las Regiones — Normativa inteligente en la Unión
Europea” [COM(2010) 543 final]
La evaluación de las políticas públicas 115
una política y el comportamiento real de las medidas contra las causas. Una
forma de medirlo puede ser “el grado de cumplimiento de las obligaciones y
prohibiciones, el grado de utilización de los medios financieros disponibles
en el caso de las medidas de carácter incentivador o el grado de atención
conseguido en el caso de las medidas persuasivas como son las campañas de
información o los esfuerzos de divulgación” (Subirats, 2010:219).
Dado que estamos hablando de las medidas de actuación de las administra-
ciones públicas competentes en la actuación contra las causas del problema
y que éstas se deben expresar a través de normas generalmente decretos y
órdenes, debería ser fácil medir éste criterio. Además, nos aporta la medida
de la bondad de la decisión sobre la relación causal que en su principio se
debió establecer. Si un programa, de una política contra el desempleo (pro-
blema) a través de la mejora de la productividad (causa) de las empresas,
se centra en ayudar a éstas para mejorar su productividad, dándoles instru-
mentos para la comercialización de sus productos vía internet (intervención
contra la causa), en la medida que las empresas no hayan mejorado su pro-
ductividad y por lo tanto no hayan incorporado trabajadores a su plantilla,
se debe entender que la efectividad de la actuación ha sido nula y por lo tanto
que la hipótesis de partida en la que se basaba la intervención era errónea.
Una deducción inmediata de todo esto es que la finalidad de una política
pública no es llevar a cabo intervenciones, sino modificar las causas que ori-
ginan los problemas. Producir actos formales de intervención pública puede
tener ocupado a personal, tanto público como privado, y consumir recursos
activando en ocasiones la evolución de la intervención pero nada más.
– Criterio de eficacia. Este criterio está en relación directa con los resultados
de una política o programa público. Una política será eficaz en la medida
que logre resolver el problema al que va dirigida. Por lo tanto se refiere a
la relación entre los efectos esperados de una política/programa y los que
efectivamente se han dado. La medida del criterio se hace fácil si se han
fijado objetivos respecto de la disminución/desaparición del problema al
que va dirigida. En el ejemplo puesto en la exposición del criterio anterior,
con que cada empresa afectada por el programa hubiese contratado un solo
desempleado (colectivo beneficiario final) ya se habría demostrado eficaz el
programa. Sin embargo con este nivel de eficacia, el problema empezaría a
ser otro: la eficiencia.
Probablemente el proceso político de elaboración de una política pública
no permita el uso de la lógica racional necesaria para poder establecer una
relación causal basada en una teoría sólida y contrastada sobre el problema
y sus causas y de cómo incidir sobre éstas. Esto supone, habitualmente, que
los objetivos generales se definan de una forma más bien abstracta, sin es-
pecificar la contribución que debe hacer la política para su realización. Un
116 Eduardo Gutiérrez Díaz
Por último hay que precisar que la eficiencia, en este caso, no mide el proceso
del gasto, o lo que es lo mismo, si se podrían haber obtenido los recursos a aplicar
en la intervención a un menor coste. Lo que se trata de medir es si el coste de las
medidas contra las causas provoca más o menos aproximación a los resultados
esperados, medidos estos en términos económicos.
3
Este apartado está basado en la conferencia que bajo el título de “Políticas Públicas y Calidad
Normativa: Su impacto en el crecimiento económico”. Impartida por el autor en la Universi-
dad Europea Miguel de Cervantes de Valladolid.
4
Comunicación de la Comisión al Consejo y al Parlamento Europeo, “legislar mejor para po-
tenciar el crecimiento y el empleo en la Unión Europea”, Bruselas, 16.3.2005 COM(2005) 97
final.
118 Eduardo Gutiérrez Díaz
5
Real Decreto 1083/2009, de 3 de julio, por el que se regula la memoria del análisis de impacto
normativo (BOE de 18 de julio).
La evaluación de las políticas públicas 119
4.6. La Metaevaluación
Este tipo de evaluación consiste en analizar los resultados de varias evaluacio-
nes de una misma política pública, permitiéndonos tener información sintética
La evaluación de las políticas públicas 123
5. CONCLUSIONES
Las conclusiones se han dividido en dos tipos con el fin de ayudar mejor a su
comprensión, dotándolas de sentido al ordenarlas en función de su origen, las que
se deducen de lo expuesto hasta aquí, y aquellas otras que se podrían considerar
implícitas a alguna de las ideas expresadas a lo largo del texto.
luación de las políticas públicas las puedan realizar, si lo piensan de interés, tanto
organizaciones de la sociedad civil (por ejemplo, ONGs), como organizaciones
privadas con ánimo de lucro (por ejemplo, medios de comunicación), como aque-
llas organizaciones soporte del sistema político (por ejemplo, partidos políticos,
sindicatos). El obstáculo que representaba el acceso a la información necesaria
para llevar a cabo las evaluaciones, ha sido removido en casi todos los países con
la promulgación de las diversas Leyes de transparencia. Con todo el problema
fundamental, aunque pueda parecer paradójico, está en la ausencia de interés
que para estas organizaciones tiene la evaluación (incluida en éste la falta de ex-
periencia evaluativa), demostrada por el escaso número de evaluaciones que han
realizado.
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La evaluación de las políticas públicas 127
1. INTRODUCCIÓN
En 1976, Herbert Kaufman publicó su famosa obra Are Government Or-
ganizations Immortal? Los hallazgos del profesor norteamericano dejaron una
profunda huella en el estudio de la terminación de políticas públicas: sólo 27
organizaciones públicas del gobierno federal habían desaparecido entre 1924 y
1973, mientras que durante el mismo período de tiempo el número total de or-
ganizaciones gubernamentales creció de 175 a 394. Aunque su investigación se
circunscribió a la supresión de organizaciones públicas de la administración fe-
deral de su país, las conclusiones de Kaufman fueron determinantes —aunque
no las únicas— para el estudio de esta fase del ciclo político, en el sentido de que
disuadieron a muchos investigadores de emprender análisis semejantes relativos a
la finalización de programas o políticas públicas. La subsiguiente escasez de estu-
dios sobre la fase de terminación de las políticas públicas ocasionó, a su vez, cierto
retraso en el desarrollo conceptual y metodológico de los mismos.
Este capítulo da cuenta de la cuestión anterior pero también reivindica la ne-
cesidad de seguir insistiendo en la búsqueda de modelos teóricos aplicables a las
circunstancias políticas en las que una política pública se da por finalizada. Frente
a otras aproximaciones, el punto de partida de este trabajo es la consideración de
la terminación de políticas como una fase con entidad propia y distinta, desde el
punto de vista analítico, de otras etapas del ciclo político (particularmente la suce-
sión) en las que pudiera estar incorporada. A partir de este planteamiento inicial,
las páginas que siguen repasan los aspectos esenciales del estudio de la termina-
ción de políticas públicas. En primer lugar, se revisa el concepto de terminación y
sus diferentes tipos. En segundo lugar, se presenta un conjunto de variables dentro
130 Laura Román Masedo
1
Es el caso de la mexicana Gestión y Política Pública y de la española Gestión y Análisis de las
Políticas Públicas. Siendo la producción bibliográfica en español ciertamente escasa, la mayo-
ría de las fuentes consultadas para elaborar este trabajo son de origen norteamericano. En aras
de facilitar la lectura del capítulo, se han traducido del inglés las definiciones, explicaciones o
términos empleados, manteniendo no obstante la cita de la fuente original cuando se trata de
transcripciones literales. Para conocer las correspondientes versiones originales, puede consul-
tarse el artículo de Román y Rodríguez que aparece en la bibliografía de este capítulo, para
cuya redacción se ha seguido una parte del marco teórico que allí se expone.
La terminación de las políticas públicas 131
Por último, DeLeon alude a una tercera causa que podría explicar la insufi-
ciente atención académica dedicada al análisis de la terminación de las políticas
públicas. Y es que según este autor, los problemas intelectuales relacionados con el
análisis de la terminación son realmente difíciles de afrontar, puesto que algunos
de los asuntos que dicho análisis plantea pueden cuestionar la misma existencia
de la fase de terminación (DeLeon, 1978a:374). Se volverá sobre este tema más
adelante, puesto que está directamente relacionado con el concepto mismo de
terminación y sus diferentes tipos.
El caso es que, por una u otra razón, la falta de una abundante literatura sobre
este asunto ha provocado serias consecuencias para el avance del conocimiento de
esta fase del ciclo de las políticas públicas. Es lo que el profesor alemán Michael
W. Bauer denomina “déficits” en el estudio de la terminación de políticas. Dichos
déficits se resumen de la siguiente manera (Bauer, 2009: 9-11):
– Ausencia de comparaciones entre distintos países, debida al predominio de
estudios centrados en la terminación de programas y organizaciones públi-
cas en el contexto de los distintos niveles de las administraciones norteame-
ricanas (federal, estatal y local). El hecho de que apenas se haya publicado
sobre este asunto fuera de Estados Unidos impide la existencia de una es-
trategia de investigación que pudiera aislar los factores causales relevantes
para la terminación de las políticas públicas.
– Preponderancia de diseños de investigación de estudios de caso. Relacio-
nado con el déficit anterior, el desarrollo teórico sobre esta fase del análisis
de las políticas públicas ha sufrido serias fallas debidas a la ausencia, salvo
excepciones, de la aplicación de una perspectiva comparada.
– Estancamiento del desarrollo conceptual para abordar el estudio de la ter-
minación de las políticas públicas. Según Bauer, los déficits anteriores han
conducido a una ausencia de nuevos intentos por refinar el concepto de
terminación tal y como fue definido por Peter DeLeon a finales de los años
setenta del siglo pasado.
– Ausencia de dialogo con otras agendas de investigación dentro de la Ciencia
Política, particularmente con la corriente neo-institucionalista y su relación
con las aproximaciones más recientes al análisis de los policy outputs del
proceso político.
– Limitaciones metodológicas. De todo lo anterior se deduce, según Bauer,
que los estudios sobre terminación de políticas adolecen de falta de refina-
miento metodológico necesario para el análisis de los casos de terminación
de políticas en los que ésta no fuera una terminación completa o total.
La terminación de las políticas públicas 133
el sentido que lo describe DeLeon para aludir a sus distintos componentes, a sa-
ber, organizaciones político-administrativas, programas y funciones del gobierno
(DeLeon, 1978a: 374 y 1978b: 283-286). En segundo lugar, incluso si entendemos
la terminación de una política pública sólo como un posible elemento dentro de
un proceso más amplio de sucesión, cambio o adopción de políticas, podemos
pensar que la terminación “de la política anterior” tiene una estructura peculiar y
diferenciada de las otras fases del proceso. Por último, es de sobra conocido que
el esquema para el estudio de las políticas públicas es una herramienta que nos
permite “aislar” cada etapa del proceso a efectos del análisis, lo cual no significa
que dichas etapas se presenten realmente separadas en el curso del proceso polí-
tico real.
Una vez aclarado lo anterior, corresponde revisar la bibliografía “clásica” so-
bre terminación de políticas públicas, puesto que dicha bibliografía ofrece herra-
mientas conceptuales que pueden ser un buen punto de partida para continuar el
proceso de refinamiento metodológico que Bauer reivindica. En primer lugar, se
abordan las distintas definiciones del concepto de “terminación”, para exponer a
continuación las aportaciones de algunos autores que han tratado de perfeccionar
dicho concepto introduciendo en el mismo importantes matizaciones.
La primera de las definiciones a la que cumple hacer referencia es la que
ofrece el propio Lasswell en su conocida obra A Preview of Policy Sciences.
Para el profesor norteamericano, pionero en el estudio de las políticas públi-
cas, la terminación se define como “una decisión tomada por los legisladores
y otras autoridades facultadas por un mandato oficial para poner fin a una
disposición previamente establecida” (Lasswell, 1971:79). Tras esta definición
original se han ido sucediendo otras como la de Gary Brewer, para el cual
la terminación de una política pública es “el proceso de ajuste de políticas y
programas que se han convertido en disfuncionales, redundantes, obsoletos
y/o innecesarios” (Brewer, 1974:240 y 1978:338); Peter DeLeon, que explica
la terminación de políticas públicas como “la finalización o cese deliberado de
funciones específicas, programas, políticas u organizaciones gubernamentales”
(DeLeon, 1978a:370); y más recientemente Mark Daniels, según el cual la
terminación de una política pública es “un comportamiento premeditado con
la intención de poner fin a la existencia de una política u organización parti-
cular” (Daniels, 2008:1499).
Sin embargo, y con la intención de depurar el concepto de “terminación de po-
lítica”, la bibliografía especializada ha sugerido la incorporación de interesantes
consideraciones en las definiciones de naturaleza general que se acaban de men-
cionar. Dichas consideraciones permiten abordar inmediatamente los diferentes
tipos de terminación de políticas.
La terminación de las políticas públicas 135
formada por las normas que regulan cualquiera de los niveles de nuestro
sistema educativo. DeLeon sostiene que la terminación de una política es
más fácil que la de una organización por cuatro razones: (1) cualquier orga-
nización preferiría renunciar a alguna de sus políticas, antes que a su propia
existencia; (2) una política difícilmente puede contar con tantos “aliados”
como la organización en sí; (3) una política es más fácilmente evaluada
respecto a sus objetivos, puesto que estos son más concretos que los de la
organización en general; y (4) la mayoría de las políticas generan su propio
“repertorio” de críticas que en un momento dado pueden ponerse al servi-
cio de la propuesta de terminación.
d) Terminación de programas. Los programas son disposiciones detalladas
para abordar un problema público dentro de una política como lo sería, por
ejemplo, un programa de becas de la administración educativa. Es obvio
que los programas son los objetos políticos más fáciles de liquidar, puesto
que cuentan con recursos e inversiones parciales respecto a aquellos de los
que dispone la organización en su conjunto. De hecho, buena parte de los
ejemplos que ilustran la bibliografía especializada en el análisis de la termi-
nación de políticas se refieren, más en concreto, a la terminación de progra-
mas de actuación pública.
Por último y siguiendo la propuesta de DeLeon, Bothun y Comer han plantea-
do los conceptos de “terminación funcional” y “terminación estructural” ¿Cómo
definen ambos tipos de terminación? Por lo que se refiere a la terminación fun-
cional, los autores distinguen primeramente entre “políticas” y “programas”, des-
cribiendo estos últimos como “pequeños subgrupos de actividades y resultados
(outputs) que, juntos, configuran una política”. A partir de aquí la terminación
funcional supone “poner fin a un conjunto de actividades relacionadas con un
programa y a los subsecuentes resultados de bienes y servicios públicos”. Por su
parte, la terminación estructural es un proceso que significa el final de los “entra-
mados institucionales encargados de realizar aquellas actividades”. La interrela-
ción entre ambos tipos de terminación permite a los autores presentar distintos
patrones de resultados en función de la combinación entre las modificaciones
que se producen a nivel programático y las que tiene lugar a nivel organizativo
(Bothun y Comer, 1979:540-547).
En definitiva, y de acuerdo con estas precisiones que matizan el concepto gené-
rico de “terminación de políticas”, es posible afirmar que esta fase de la políticas
públicas puede ser un fecundo campo de análisis, siempre que el investigador de-
termine con precisión el objeto de la terminación y, por tanto, el ámbito concreto
de actuación de las autoridades públicas al que se está refiriendo, a saber, una
función, una organización, una política o un programa.
La terminación de las políticas públicas 137
2
De acuerdo con la distinción hecha más arriba entre distintos tipos de terminación atendiendo
al objeto de la misma, se entiende que este modelo es más adecuado cuando el objeto de la
terminación es una organización pública o un programa y, más excepcionalmente, una política.
Desde hace unos años, existe una espléndida literatura sobre desmantelamiento de políticas
públicas desde la perspectiva de la reducción estructural o sistémica en determinados ámbitos
de actividad pública. Dentro de esta literatuta, cabe destacar la reciente obra de Bauer, Jordan,
Green-Pedersen y Heritier que aparece en la bibliografía de este trabajo.
138 Laura Román Masedo
TERMINACION
NO SI
valor cualitativo. Como afirman las autoras, “de esta forma, todas y cada una de las
variables son susceptibles de examen para cada caso, puesto que se trata de compro-
bar no sólo si se “activan” o no (como se propone en Kirkpatrick et al.), sino también
de cómo se manifiestan, y de hasta qué punto explican la terminación de la política
en cuestión (variable dependiente). El avance conceptual reside, por tanto, en tomar
como punto de partida el hecho de que cada una de estas variables independientes,
agrupadas en cuatro categorías, pueden ser obstáculos o condiciones facilitadoras del
proceso de terminación, lo cual a su vez nos permitirá formular hipótesis para tra-
bajos futuros en el ámbito de la terminación de las políticas públicas. De esta forma,
podemos incluir en el análisis todas las variables, puesto que la capacidad explicativa
de cada una de ellas estará en función del valor que se le pueda asignar en el estudio
de cada caso” (Román y Rodríguez, 2013).
3
Las autoras incluyen esta variable en su modelo a pesar de tener “serias dudas sobre la posibi-
lidad de que, en condiciones normales, ningún diseño de políticas públicas incluya su propia
terminación. Sin embargo, no podemos desestimar que en la actual situación de crisis, se pro-
mueva la aprobación de normas del tipo de las contenidas en la sunset legislation norteameri-
cana” (Román y Rodríguez, 2013).
140 Laura Román Masedo
ofrece Peter DeLeon (1978a y 1978b)4 para el cual la terminación de las polí-
ticas públicas puede enfrentarse a los siguientes impedimentos.
– Reticencia intelectual o psicológica. Cualquier acto político de terminación
supone la finalización de una actividad u organización asociada tanto a un
grupo profesional, como a un conjunto de beneficiarios. En el caso de am-
bos colectivos es razonable pensar que el proceso de terminación suscitará
una gran desconfianza, bien por los intereses que los profesionales hayan
asociado a la política en cuestión, bien por los perjuicios que los beneficia-
rios sospechen que la terminación les provocará.
– Permanencia institucional. Las políticas y las organizaciones públicas, sos-
tiene DeLeon, suelen ser diseñadas con el afán de permanencia en el tiempo,
puesto que se proyectan para institucionalizar la prestación de servicios que
se consideran necesarios. Este hecho determina que la terminación, como
opción para políticos, directivos públicos o funcionarios, sea difícil de im-
plementar.
– Dinámica conservadora. El tercer obstáculo que explica las dificultades
para realizar un acto político de terminación es que las políticas y las orga-
nizaciones públicas son entidades dinámicas. Esto significa que, hayan o no
cumplido sus objetivos originales, políticas y organizaciones disponen de
los recursos necesarios para alterar dichos objetivos y, por lo tanto, recon-
ducir su finalidad. Esta opción siempre parece preferible a la más compleja
de la disolución.
– Existencia de coaliciones anti-terminación. El fracaso de la terminación de
una política está frecuentemente asociado a la existencia de grupos políticos
y de interés que se enfrentan abiertamente a dicha terminación. Aunque la
existencia de coaliciones favorables o desfavorables también puede darse en
el caso de otras fases del ciclo político, DeLeon5 sostiene que los argumen-
tos opositores en la fase de terminación suelen ser mucho más poderosos
por dos razones: a) la burocracia interna que se opondría a la terminación
está mucho mejor protegida contra la amenaza de terminación gracias a la
posibilidad de haber creado aliados a su organización o política; y b) dichos
aliados pueden ser especialmente resueltos en sus propósitos anti-termina-
ción desde el momento en que ya han disfrutado de los servicios prestados
por la organización o política en cuestión.
4
DeLeon se inspira en la definición de obstáculos que había hecho dos años antes Eugene Bardach.
Se ha reproducido aquí la del primero por considerarla más completa. Otros autores que se mani-
fiestan en el mismo sentido son Daniels (2001 y 2008), Geva-May (2001 y 2004) y Zhang (2009).
5
Basándose en categorías ya desarrolladas por Behn (1975).
142 Laura Román Masedo
6. CONCLUSIONES
A lo largo de este capítulo se han abordado las cuestiones principales resultado
de la investigación y la reflexión teórica sobre la fase de terminación de las políti-
cas públicas. Es obvio que las limitaciones de espacio obligan a realizar una sínte-
sis de las aportaciones más importantes de la bibliografía especializada, dejando
fuera algunos aspectos que también merecerían un espacio es estas páginas. Así, y
frente a otros enfoques, el capítulo se ha aproximado al estudio de la terminación
de políticas entendida como una fase con entidad propia cuyo análisis en espe-
cialmente apropiado para programas y organizaciones públicas, y no tanto para
abordar el desmantelamiento de políticas y aún menos de funciones públicas.
A partir de este planteamiento inicial, el capítulo ha repasado las dificultades
del estudio de la fase de terminación de políticas, dificultades que han provocado
cierta escasez de estudios —en comparación con otras fases de las políticas públi-
cas— y que han producido una serie de consecuencias adversas, entre las que des-
taca el estancamiento del desarrollo conceptual o las limitaciones metodológicas
a la hora de abordar el análisis del proceso político de la finalización de políticas.
En segundo lugar, se han abordado los principales conceptos de “terminación de
políticas”, conceptos asociados a los diferentes tipos de terminación que pueden
producirse, fundamentalmente, en función del objeto de la terminación. El tercer
apartado del capítulo ha presentado un marco analítico compuesto por una serie
de variables susceptibles de ser aplicadas a la terminación de diferentes programas
u organizaciones públicas. Por último, se han repasado los obstáculos, condicio-
nes facilitadoras y actores que intervienen en la fase de terminación como activi-
dad política.
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Bloque 2
LA PRÁCTICA DE LAS POLÍTICAS
PÚBLICAS. ESTUDIOS DE CASO
Capítulo 7
Las políticas públicas de seguridad ciudadana.
El caso del Proyecto de Seguridad de la Comunidad de
Madrid
1. INTRODUCCIÓN
La seguridad es un asunto de primera línea en el debate socio-político, ocupa gran-
des espacios en los medios de comunicación y la acción político-administrativa es
intensa, extensa, compleja y crecientemente sometida al escrutinio de la sociedad.
La seguridad, referente principal de la relación de la ciudadanía con el poder, es una
actividad central en la acción pública de todos gobiernos con creciente y exigente
responsabilidad política, como consecuencia de las diversas e intensas demandas de
la sociedad —y del propio sistema— relacionadas de una u otra forma con la misma
y la complejidad de su prestación como servicio público en el marco de la sociedad
diversa.
No obstante, quizá paradójicamente, pese a esta dinámica situación y a la creciente
cantidad de estudios académicos realizados desde muy diversas disciplinas, aún son
relativamente escasos los estudios de la seguridad desde el enfoque de las políticas pú-
blicas. El presente capítulo tiene como objetivo ilustrar sobre las políticas públicas de
seguridad ciudadana a través del análisis de un estudio de caso concreto, el Proyecto
de Seguridad de la Comunidad de Madrid, comúnmente conocido como Proyecto
BESCAM.
El capítulo se estructura, además de la presente introducción, en un segundo
apartado dedicado a la consideración de las políticas de seguridad ciudadana en
150 José María Rodríguez Montoya
1
Como consecuencia del miedo a la precariedad que aumenta la sensibilidad hacia la inse-
guridad, actuando como multiplicador la acción combinada del incremento de delincuencia
patrimonial, ocasionada por la predisposición social hacia el consumo, y el incremento de las
violencias de baja intensidad discontinuas y fragmentadas pero fuertemente irritantes.
Las políticas públicas de seguridad ciudadana 151
2
El control de estos flujos se ha convertido en la prioridad de los Estados, desplazando a otras
prioridades más locales y cotidianas; situación en la que, además, se utilizan técnicas de gran
dimensión centralista y de cooperación internacional, características netamente opuestas a la ne-
cesaria dimensión de cercanía y cotidianeidad imprescindible en la seguridad de los ciudadanos.
3
Una discusión al respecto en Recasens, 2007.
4
El concepto de Seguridad Pública es un criterio formal de atribución de competencias relativo al
ámbito de la protección de las personas en sentido amplio y, por tanto, incluye la actividad de todos
los servicios públicos, no sólo policiales, encargados de la protección de personas y bienes; la aco-
tación material de la seguridad gira alrededor del contenido del concepto de Seguridad Ciudadana
152 José María Rodríguez Montoya
des Autónomas (en adelante CCAA). La Constitución también establece que las
CCAA podrán ejercer competencias en vigilancia y protección de sus edificios e
instalaciones, así como la coordinación y demás facultades en relación a la policía
local5. En consecuencia, la materia de seguridad ciudadana es una competencia
concurrente6, con el importante matiz de que la competencia máxima y respon-
sabilidad en la materia es exclusiva estatal y las competencias autonómicas se re-
fieren al aspecto instrumental; es decir, a los servicios disponibles para la garantía
de la seguridad, por lo que la existencia de la policía autonómica no modifica la
titularidad estatal de la competencia (López y Marchal, 2011).
Por tanto, desde el punto de vista material el reparto competencial existente es
el siguiente:
a) Las CCAA ejercen con carácter de propias:
– La vigilancia y protección de sus edificios e instalaciones.
– La protección de las autoridades de la CA.
– La policía administrativa autonómica y la coacción en ejecución forzosa
de actos administrativos autonómicos.
– La coordinación de policías locales.
b) Las CCAA podrán ejercer en colaboración con las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad del Estado (en adelante FCSE):
– La policía administrativa general y contribución a la garantía de funcio-
namiento de los servicios públicos esenciales.
– La participación en tareas de policía judicial.
– La vigilancia de espacios públicos.
– La protección en manifestaciones y mantenimiento del orden en grandes
concentraciones de personas.
c) Las CCAA ejercerán indistintamente con las FCSE:
que comprende las actividades relacionadas con los ámbitos de la protección personal, la protec-
ción de personas y bienes y la paz pública (Berriatúa, 1995; Freixes, 1995; Morales, 2005; Torres,
2005; López y Marchal, 2011). Por tanto, la política pública de Seguridad debe adecuadamente
denominarse y considerarse como política pública de Seguridad Ciudadana.
5
Posteriormente extendidas por el desarrollo legislativo a la protección de las autoridades au-
tonómicas y a la policía administrativa y coacción en la ejecución de los actos administrativos
autonómicos, facultades imprescindibles para la actividad administrativa general.
6
“La seguridad… [ocupa]…un terreno de encuentro de las esferas de competencia de todas
las Administraciones Públicas…y las matizaciones y condicionamientos con que la configura
el texto constitucional…hace de ella una de las materias compartibles por todos los poderes
públicos, si bien con estatutos y papeles bien diferenciados” (Preámbulo de la LO 2/1986, de
Fuerzas y Cuerpos de Seguridad).
Las políticas públicas de seguridad ciudadana 153
7
Estas CCAA son el País Vasco, Cataluña y Navarra.
154 José María Rodríguez Montoya
8
Estas CCAA son Galicia, Andalucía, Comunidad Valenciana, Canarias, Baleares, Aragón y
Asturias. Hay Unidades del CNP adscritas en Galicia, Andalucía, Comunidad Valenciana, Ara-
gón y Asturias. Por otro lado, Canarias dispone de Policía Autonómica con implantación muy
limitada, Galicia creó su policía autonómica sin desarrollarla y Baleares no ha ejercido ninguna
de las dos posibilidades. Además, como variante de este grupo, el Estatuto de Castilla y León
permite, sin haberla ejercido, la creación directa de la Unidad Adscrita del CNP.
9
Estas CCAA son Madrid, Extremadura, La Rioja, Cantabria, Castilla-La Mancha y Murcia.
Las políticas públicas de seguridad ciudadana 155
10
Los máximos históricos de preocupación por la inseguridad ciudadana del barómetro del CIS
se registran en rápida sucesión de valores ascendentes en las oleadas correspondientes a oc-
tubre de 2002, enero, mayo y junio de 2003; precisamente el período transcurrido entre la
presentación del Plan del Gobierno y las elecciones autonómicas y municipales de 2003 (Baró-
metro CIS, sin fecha).
11
Aunque no cabe ser calificado como raíz del problema, sí que actuaba como causa del mismo
desde la “vertiente policial”, en la que, además del descenso del número absoluto de policías, el
entorno policial pasaba por momentos de desasosiego debidos a las reorganizaciones policia-
les, los avances y contramarchas en la política antiterrorista y el muy significativo fracaso del
programa “Policía 2000”.
160 José María Rodríguez Montoya
12
La Asamblea de Madrid resultante de las elecciones de mayo de 2003 debió ser disuelta por el
bloqueo de la obtención de la mayoría requerida para la investidura del Presidente de la CM.
13
“…crear unas Brigadas especiales de seguridad ciudadana de la CM… Esta brigada actuará
desde 30 bases operativas situadas en los municipios de más de 25.000 habitantes y supondrá
la incorporación de 5.500 nuevos policías…dedicados en exclusiva a la seguridad ciudadana…
3.000 de esos policías serán miembros de la Policía Nacional y otros 2.500 miembros de las
policías municipales de las ciudades de nuestra región….dependerán de Alcaldes y Ministro de
Interior, y estarán sujetos al régimen propio de sus Cuerpos, pero la financiación y el equipa-
miento correrán en parte a cargo de la Comunidad de Madrid” (Asamblea de Madrid, 2003).
14
Móstoles cumplía ciertos requisitos para ser el municipio piloto; tanto en aspectos técnicos,
gran población —segundo municipio más poblado de la CM—, alta tasa de criminalidad, baja
tasa policial, acciones locales ya en marcha —agentes en formación—, etc.; como en términos
políticos, puesto que la sintonía con la Alcaldía, que en mayo de 2003 había pasado del PSOE
al PP, garantizaba la puesta en marcha sin obstáculos notables, permitiendo además rentabili-
dad política. Así, la CM demostraría en un municipio grande su determinación y la viabilidad
del Proyecto, y el Ayuntamiento se garantizaba una importante visibilidad del cambio político
local. De hecho, Móstoles es un municipio privilegiado respecto a los otros municipios del
Proyecto, en términos de financiación de infraestructuras, número de efectivos, base de heli-
cópteros, etc.
162 José María Rodríguez Montoya
Representación Componentes
Vicepresidente Segundo y Consejero de Justicia e Interior, Viceconseje-
ro de Justicia e Interior, Director General de Función Pública, Director
Comunidad de Madrid
General de Protección Ciudadana, Gerente del Instituto Superior de Es-
tudios de Seguridad, Jefe de Área de Coordinación de Policías Locales.
Presidente de la FMM y Alcalde de Villanueva de la Cañada, Alcaldes
Federación Madrileña de Alcalá de Henares (PP), San Lorenzo del Escorial (PP), Fuenlabrada
de Municipios (PSOE), Parla (PSOE), San Fernando de Henares (IU), Rivas-Vaciama-
drid (IU), Concejal de Seguridad del Ayto. de Madrid (PP).
Adicionalmente la Comisión acordó decidió invitar a las sesiones a la Delegación del Gobierno
en Madrid
Fuente: CM, FMM y elaboración propia.
Esta comisión sirvió para vehicular los intereses de los actores institucionales
que intervinieron en la formulación del Proyecto y que se recogen en la Tabla 6,
en la que se detallan las posturas iniciales y finales de cada uno de ellos, así como
una medida cualitativa de la importancia de la postura del actor correspondiente
para la formulación realizada15.
15
Esta medida cualitativa comprende las siguientes categorías: Papel central, supone una influen-
cia imprescindible para la formulación realizada; papel decisivo, supone una cierta influencia
pero no imprescindible para la formulación realizada; y, papel marginal, escasa influencia o de
interés específico tangencial.
Las políticas públicas de seguridad ciudadana 163
Postura Postura
Entorno Actores Papel
inicial final
Grupo Parlamentario Popular Favorable Favorable Decisivo
Parlamentario Grupo Parlamentario Socialista Opuesto Opuesto Decisivo
Grupo Izquierda Unida Opuesto Opuesto Marginal
Gobierno y Administración CM Favorable Favorable Central
Gubernamental Delegación del Gobierno en Ma- Opuesto Neutra Marginal
drid
Representación PP en FMM Favorable Favorable Central
Municipalismo Representación PSOE en FMM Escindida Favorable Central
Representación IU en FMM Opuesto Favorable Central
Sindicatos de clase Opuesto Neutra Marginal
Grupos de Sindicatos corporativos Opuesto Neutra Marginal
presión Asociaciones de mandos policia- Favorable Favorable Decisivo
les
Fuente: Elaboración propia.
16
La Delegación del Gobierno aceptó la invitación a las sesiones y, pese a su postura previa en
contrario, desde el cambio de Delegado ocasionado por el cambio en el Gobierno de España
tras las elecciones generales de marzo de 2004, adoptó la postura de no obstaculizar el Proyec-
to e impulsarlo en la medida de sus posibilidades, puesto que aunque formalmente quedaba
fuera de la formulación realizada en la comisión, la parte del Proyecto que afectaba a las FCSE
estaba en manos del Ministerio del Interior.
164 José María Rodríguez Montoya
17
En todo caso, la identidad debía incorporar la locución “Seguridad Ciudadana”. La contro-
versia de la identidad obedece a la visibilidad que proporcionarían las marcas en vehículos y
uniformes y al temor de determinadas posturas locales de que “la mejora de la seguridad local”
se identificara por la ciudadanía con la CM en lugar de con el Ayuntamiento. El propio nombre
del proyecto no fue ajeno a estos vaivenes, del inicial “Brigadas Especiales de Seguridad de la
Comunidad de Madrid”, pasando por “Bases Especiales de Seguridad de la Comunidad de
Madrid”, hasta la definitiva “Proyecto de Seguridad de la Comunidad de Madrid”, aunque la
realidad es que el proyecto siempre se identificó e identifica con la marca “BESCAM”.
18
Finalmente el único requisito para los municipios consistió en tener Cuerpo de Policía Local,
por lo que no pocos municipios pequeños lo crearon ex profeso y sus únicos integrantes son
los efectivos asignados en el Proyecto.
Las políticas públicas de seguridad ciudadana 165
c) El acuerdo final
Finalmente, una vez obtenido el consenso para llevar adelante el Proyecto, el
instrumento jurídico-legal del mismo fue la firma de un acuerdo marco entre la
Presidencia de la CM y de la FMM que determinaba el convenio-tipo que debían
formalizar los Ayuntamientos con la CM así como el calendario de fases y los
municipios que se incluirían en cada una de ellas. Por lo tanto, el diseño realizado
fue un mecanismo cerrado de “convenio de adhesión” que ambas partes asumían
en su totalidad en todas las estipulaciones con una duración hasta 2018 y prorro-
gable por otros 15 años.
Posteriormente, la aprobación jurídico-legal de las fases del Proyecto —que
contenían la sucesiva incorporación de los municipios según el reparto alcanza-
do— se articularía mediante la figura jurídica del Acuerdo del Consejo de Gobier-
no de la CM.
El acuerdo alcanzado disponía básicamente que la CM debía financiar las retri-
buciones básicas de los policías —excepto antigüedad—, vehículos, combustible,
transmisiones y comunicaciones, informática y materiales de dotación uniperso-
nal, según un módulo establecido por policía y año, en función de criterios técni-
cos y las actualizaciones correspondientes; adicionalmente la CM modificaría la
Ley de Coordinación de Policías Locales. El módulo financiado por la CM se de-
talla en la Tabla 7 desglosado en conceptos y cuantías por efectivo policial y año.
Concepto Cuantía*
Retribuciones 40.000,00
Vehículos 3.012,00
Combustible 602,40
Transmisiones y comunicacio-
750,00
nes
Informática 454,80
Dotaciones unipersonales 1208,80
*Cuantías revisables anualmente al IPC
Fuente: CM y FMM.
166 José María Rodríguez Montoya
– Financiación
– Coordinación “infor-
mal” de los procesos
– Mecanismos de
selectivos*
gestión de las sub-
– Intervención legal en
venciones
Administración los procesos selecti-
– Procesos de ad- Técnico-administrativo
de la CM vos
quisición y asig-
– Apoyo a procesos se-
nación de medios
lectivos
materiales
– Fase presencial de
formación
– Decisión política de
adhesión
Alcaldía – Firma convenio – Firma convenio Político
– Decisiones de inicio
de procesos
ENTORNO LOCAL
– Convocatoria de pla-
zas
– Ejecución de proce-
sos selectivos
– Adecuación estruc-
Ayuntamiento Técnico-administrativo
tura de las plantillas
de mandos y los pro-
cesos selectivos que
implicaran
– Gestión RRHH
19
En general la decisión política de adhesión al Proyecto estaba tomada y admitida desde el
reparto establecido en el acuerdo, quedando únicamente pendiente la asignación de la fecha
en función de la decisión del Gobierno de la CM, que desencadenaba la puesta en marcha de
todos los procesos locales derivados.
168 José María Rodríguez Montoya
– Re/Organización co-
rrespondiente
ENTORNO LOCAL
– Fase de prácticas en
formación
– Recepción de medios
Policía Local Técnico-policial
– Integración policial y
organizativa
– Gestión policial
– Prestación de servi-
cios policiales
*Pese a que la competencia local de selección del personal, razones prácticas impusieron la necesidad de
coordinación de los procesos por la CM, acatada voluntariamente por los Ayuntamientos, para racionalizar la
utilización de los medios y recursos y adecuar los procesos a la oferta y calendario formativo de la Academia
de Policía.
Fuente: Elaboración propia.
20
En este sentido, la optimización de plazos dependía en buena medida de la agilidad de los
Ayuntamientos para convocar los procesos en función de la previsión de oferta y calendario
formativo de la Academia; si por alguna circunstancia, se retrasaba la convocatoria, el plazo
de implementación se dilataba muy notablemente.
Las políticas públicas de seguridad ciudadana 169
a) Acciones de seguimiento
Los convenios firmados entre la CM y los Ayuntamientos crean una Comisión
Mixta de Seguimiento de cinco miembros por cada parte, más un representante
de la FMM, con el Consejero de Seguridad y el Alcalde como copresidentes. Bási-
camente, el objetivo de estas Comisiones es el seguimiento técnico del convenio y
la resolución de las posibles discrepancias; sus reuniones deben ser semestrales o
a solicitud de alguna de las partes.
Hasta donde se tiene conocimiento, la frecuencia de las reuniones prevista
los convenios no ha sido cumplida en numerosos casos, realizándose solamen-
te reuniones cuando existían fricciones. En esta dinámica, la escasa actividad
de estas comisiones de seguimiento apuntaría a que la ausencia de conflictivi-
dad confirma la bondad del programa y su diseño; aunque también la realidad
induce a pensar que la ausencia de discrepancias obedece a la aplicación me-
canicista del convenio.
En todo caso, también es clara la circunstancia de que en significados munici-
pios de gran tamaño gobernados por el PSOE el funcionamiento de estas Comi-
siones ha sido condicionado por la polarización política ante las dos cuestiones
más controvertidas y continuamente presentes: la acusación de la CM acerca del
desvío local de los efectivos a tareas policiales no propiamente de seguridad ciu-
dadana, y la acusación municipal del incumplimiento por la CM de las condicio-
nes de financiación.
b) Acciones de evaluación
La única acción de evaluación en términos de políticas públicas fue la rea-
lizada en 2006 por la Universidad Rey Juan Carlos a iniciativa de la CM. Esta
evaluación, consistió fundamentalmente en la realización de una encuesta entre la
población de municipios del Proyecto21, y la realización de entrevistas a los Con-
cejales de Seguridad Ciudadana y Jefes de Policía Local. La encuesta se planteó en
21
Alcalá de Henares, Alcobendas, Alcorcón, Coslada, Fuenlabrada, Getafe, Parla, Pozuelo de
Alarcón y Torrejón de Ardoz. Móstoles se realizó en encuesta separada por su significación
particular en el Proyecto.
170 José María Rodríguez Montoya
22
Algunos de los asuntos evaluados fueron los siguientes: Preocupación y expectativas en rela-
ción a la seguridad ciudadana, percepción de inseguridad ciudadana, percepción del servicio
policial, valoración de la tarea de la policía local, y, específicamente en relación al Proyecto,
conocimiento, percepción, valoración, etc.
23
Por este orden: la intervención inmediata por la comisión de delitos, la prevención de robos y
atracos y la presencia, vigilancia y patrulla.
Las políticas públicas de seguridad ciudadana 171
24
Sin ánimo exhaustivo, algunas de estas lagunas son, entre otras, impacto sobre la Policía Lo-
cal de la CM y los Cuerpos que la integran; impacto sobre la política y actividad municipal
general en la CM; impacto sobre las relaciones sindicales y negociación colectiva en el ámbito
local; adecuación de los procesos selectivos y formación recibida; impacto sobre los Cuerpos
policiales estatales y sus relaciones con la Policía Local en la CM, etc.
172 José María Rodríguez Montoya
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25
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Seminario Duque de Ahumada, Madrid: Ministerio del Interior.
Capítulo 8
Las políticas públicas tributarias.
El caso de las políticas tributarias locales en los
municipios de la provincia de Alicante
SUMARIO: 1. Introducción. 2. Las políticas públicas tributarias. 3. El estudio de caso: Las polí-
ticas tributarias locales en la provincia de Alicante. 3.1. El problema de la tributación local en
los municipios de Alicante. El proceso de formación de la agenda. 3.2. La formulación de las
políticas tributarias locales. 3.3. La implementación de las políticas tributarias locales. 3.4. La
evaluación de las políticas tributarias locales. 4. Conclusiones: Recapitulación y Reflexiones
finales. 5. Bibliografía.
1. INTRODUCCIÓN
Las políticas públicas de los Estados democráticos, entendidas como la acción
de los poderes públicos en el seno de la sociedad (Meny y Thoening, 1992), han de
tener como una de sus misiones primordiales el promover la función redistributiva
entre su ciudadanía. Para ello, se sirven de instrumentos tan fundamentales como la
Hacienda Pública y el sistema fiscal, que determinan unas políticas públicas tributa-
rias incardinadas a la mejor distribución de los recursos, no sólo entre la población
sino también entre los distintos territorios de un país. Una política tributaria afecta
a casi todos los aspectos de la economía y la sociedad, además que muchas de las
decisiones tomadas en el ámbito de las diferentes políticas públicas están relaciona-
das con ella (Canales, 2013: 62).
En los Estados del Bienestar se asume, por tanto, que los tributos son funda-
mentales para el funcionamiento de los gobiernos y sus Administraciones Públi-
cas, y consecuentemente, para dotar de mayor contenido de calidad a la democra-
cia. Será pues primordial para el estudio de los Estados del Bienestar conocer el
alcance y la delimitación de sus políticas tributarias.
El objeto de este capítulo es el estudio de las políticas tributarias locales, y en
concreto, las políticas tributarias locales en los municipios de la provincia de Ali-
cante en el periodo democrático que sigue a la aprobación de la Ley 7/1985, de 2
de abril, Reguladora de las Bases del Régimen Local (LBRL) y de la Ley 39/1988
176 Irene Belmonte Martín
sas. Así, el 58% de sus ingresos corresponden a sus tributos propios, el 16%
a los ingresos por transferencias, apenas el 4 % a los ingresos financieros y,
el 2% a los ingresos patrimoniales.
c) Durante los años que siguieron al proceso de descentralización autonómico,
las Entidades Locales han asumido crecientemente nuevas prestaciones en
respuesta a las demandas de sus ciudadanos mientras que las otras Admi-
nistraciones Públicas, las verdaderas titulares de esas competencias, no han
transferido los recursos necesarios para llevarlas a cabo, consolidando lo
que ha acabado por denominarse como competencias impropias o gastos de
suplencia1. La ya citada nueva ley del régimen local de 2013, trata a través
de su articulado corregir la permanencia de las competencias impropias;
aunque consideramos que aún es demasiado pronto para evaluar el verda-
dero impacto de dicha ley.
d) Así, aunque en España, apenas existen competencias privativas de un sólo
nivel de gobierno (salvo defensa, Seguridad Social y energía en el Estado)
y la relación detallada de las competencias municipales se recogen en la
ya mencionada legislación local, en un aspecto genérico descriptivo se po-
dría afirmar que por encima de las competencias reguladoras aún relevantes
como la urbanística, el gobierno local se caracteriza por la prestación de
servicios, muy divisibles, de carácter diario y directo (Subirats, 1996: 24).
e) Por otra parte, las Haciendas Públicas Locales tienen, hasta cierto punto,
limitada su capacidad de actuación y el diseño de su política tributaria, en
el sentido que la falta de potestad legislativa de las Entidades Locales y, el
sometimiento del tributo al principio de legalidad, determina que sea la ley
estatal la que regule los aspectos esenciales del sistema tributario local
f) De hecho, los gobiernos locales no pueden ni reducir libremente sus servi-
cios ni tampoco aumentar sus recursos. Esta posición es compartida en las
políticas tributarias locales europeas dada la tendencia generalizada en la
que el Estado gestiona los impuestos progresivos y más elásticos a la infla-
ción, reservando a sus estructuras locales los que menos recursos aportan.
g) En cualquier caso, el principio de autonomía de las entidades locales (el
llamado self government), referido a los ingresos locales, entiende que éstas
entidades tienen plena capacidad para decidir el volumen y la estructura de
sus ingresos financieros, dado que el reconocimiento legislativo de potesta-
1
Se entiende por competencias impropias, aquellas que son prestadas por los municipios por
delegación de otra Administración Pública superior sin que exista una dotación económica
prevista para la satisfacción de esas necesidades, por lo que también pueden ser entendidas
como gastos de suplencia. Normalmente las cesiones de las competencias impropias son justi-
ficadas por el principio de subsidiariedad (Sosa Wagner, 2004).
Las políticas públicas tributarias 179
des normativas locales sobre sus figuras impositivas, les permite el estable-
cimiento y la aplicación de los tipos de gravamen en su territorio así como
disponer los beneficios fiscales que aplicarán a sus vecinos.
h) Por último, la presión ciudadana por la respuesta a sus problemas es más
directa en el ámbito local que en cualquier otro nivel de gobierno (Subirats,
1996; Canales, 2013), debido básicamente a su cercanía a los problemas
sociales y a la necesidad de resolverlos (Olmeda, 2012: 181). El ámbito lo-
cal es el más próximo al ciudadano, por lo que las políticas públicas locales
actuarán en consonancia con el principio de subsidiariedad.
Los ingresos de origen tributario pueden ser: los impuestos, las tasas y las contri-
buciones especiales. La Ley 58/2003, General Tributaria define a los impuestos como
los tributos exigidos sin contraprestación cuyo hecho imponible está constituido por
negocios, actos o hechos que ponen de manifiesto la capacidad económica del con-
tribuyente (art. 2.c). Los cinco impuestos locales son: el Impuesto de Bienes Inmue-
bles (IBI), el Impuesto de Actividades Económicas (IAE), el Impuesto de Vehículos
de Tracción Mecánica (IVTM), el Impuesto de Incremento de Valor de los Terrenos
de Naturaleza Urbana (IIVTNU, lo que se conoce como Plusvalía) y, el Impuesto de
Construcciones y Obras (ICIO). Las tasas son las contribuciones económicas, que
realizan los usuarios de un servicio público (art.2.a). Estos ingresos tributarios, que no
son impuestos, se establecen unilateralmente por las Administraciones Públicas, pero
sólo se hacen exigibles en el caso que el ciudadano decida utilizar el servicio público
correspondiente, con objeto de recuperar total o parcialmente el coste financiero de
ese servicio. La propia ley especifica que servicios no podrán nunca ser grabados
como una tasa. Las contribuciones especiales, la conforman aquellos tributos cuyo
hecho imponible consiste en la obtención por su contribuyente de un beneficio o
de un aumento de valor de sus bienes como consecuencia de la realización de obras
públicas o del establecimiento o ampliación de servicios públicos (art.2.b). En la ac-
tualidad, su exigencia por el Ayuntamiento es voluntaria y, precisa de un acuerdo de
imposición y la correspondiente Ordenanza Fiscal.
Los recursos que provienen de las transferencias engloban tanto la cesión de la
recaudación de los impuestos del Estado, la participación en los tributos estatales
(como el IRPF o el IVA) y la participación de los tributos propios de las Comuni-
Las políticas públicas tributarias 181
dades Autónomas en la forma y cuantía que determinen las leyes de sus propios
Parlamentos.
Los ingresos no tributarios de los municipios son aquellos que proceden de la
explotación de su patrimonio y demás actividades de derecho privado, del pro-
ducto de las operaciones de crédito (endeudamiento), del producto de las multas
y sanciones que éstos puedan imponer en el ámbito de sus competencias, de las
subvenciones, y, por último, de los precios públicos (entendidos éstos como las
contraprestaciones por la realización de servicios o de actividades en régimen de
Derecho público cuando, prestándose también tales servicios o actividades en el
sector privado, sean de solicitud voluntaria por parte de los administrados. Éstos
al ser un recurso no tributario, deben llevar el IVA, mientras que las tasas, por
regla general, no lo incorporan).
Por otra parte, en España como es sabido hay 8.117 municipios, de los que
algo más del 97% (7.784) no superan los 20.000 habitantes2, frontera consi-
derada para que una Administración Pública tenga una mínima cobertura para
funcionar adecuadamente (Sosa Wagner, 2004). Así, este importante porcentaje
de municipios apenas tienen recursos y/o medios para implementar una política
tributaria dedicada a gestionar la compleja tarea de recaudación de sus tributos.
El caso de estudio de este capítulo, se centra en los municipios de la provincia
de Alicante, pues la institución provincial alicantina ha creado una agencia tribu-
taria ad hoc que sirve de modelo al resto de municipios y provincias españolas,
como caso de modernización administrativa que implementa una política tributa-
ria que no solo hace efectivas tres E´S (Economía, Eficiencia y Eficacia), sino que
también lo amplia a la Equidad, el Equilibrio (igualdad) y la Ética (solidaridad),
el Empoderamiento ciudadano y la Ecología administrativa.
Se quiere avanzar al lector que, la información vertida en este capítulo forma
parte de una investigación más profunda, que la autora ha realizado sobre la
gestión tributaria local en la provincia de Alicante, en la que han tenido un papel
relevante las entrevistas y el cuestionario planteado a los Ayuntamientos (tanto a
sus responsables políticos como a sus técnicos) sobre su grado de satisfacción con
la agencia que realiza la recaudación y la gestión de sus tributos y otros ingresos
de derecho público. Queda tan solo pues hacer partícipe a los anónimos colabo-
radores nuestro agradecimiento.
2
Dato obtenido del Instituto Nacional de Estadística de las cifras oficiales de población resul-
tantes de la revisión del Padrón municipal a 1 de enero de 2013 (www.ine.es; fecha de consulta:
30/04/2014). Además de forma contraria a lo que ocurre en los países de nuestro entorno, en
España existe una tendencia a crear nuevos municipios. Forma parte de la idiosincrasia del
mapa municipal español la resistencia a fusionar municipios debido al fuerte arraigo de la
cultura localista.
182 Irene Belmonte Martín
Tabla 3. Las modalidades para la prestación del servicio de gestión tributaria local
sino también para ampliar los canales de relación con los ciudadanos (pago
vía telemática, descarga de impresos, información sobre trámites, resolver
los asuntos evitando desplazamientos, etc.).
c) Minimizar los desfases de tesorería. La recaudación de los impuestos y
las tasas municipales se realiza en unos periodos de tiempo muy concre-
tos, mientras que los municipios necesitan disponer de fondos durante
todo el ejercicio. Es por ello que resulta interesante que el diseño de esta
política pública valore que las agencias tributarias puedan actuar como
banca local, facilitando crédito sobre los ingresos previstos a partir de
los denominados “anticipos a la recaudación”. Esos anticipos tienen
como finalidad ayudar a la planificación económica de los municipios
durante todo el ejercicio.
d) Mejorar los niveles de recaudación sin dejar de lado que, los ciudadanos
precisan de unos servicios públicos de más calidad basados en la excelencia.
El Modelo de Calidad Total para la gestión tributaria, considera las siguien-
tes actuaciones: la excelencia en la atención a los ciudadanos (la reducción
de los tiempos de espera así como el feedback en las quejas y sugerencias,
son elementos centrales para su consecución), minimizar los desplazamien-
tos al ciudadano contribuyente (no solo a través de las oportunidades que
ofrecen las TIC’s sino también mediante la racionalización y simplificación
de trámites), la reducción de los plazos de resolución de los plazos admi-
nistrativos, las ya comentadas facilidades para el pago de tributos mediante
aplazamientos y fraccionamientos de la deuda, y la autoevaluación de la
organización como instrumentos de la mejora continua.
Siguiendo las anteriores recomendaciones, la Diputación Provincial de Alican-
te, que en el año 1993 tenía las competencias tributarias de 132 del total 141 mu-
nicipios, creó el organismo autónomo Suma Gestión Tributaria3 (Boletín Oficial
de la Provincia de Alicante, 1 de abril de 1993, núm. 75, que también recoge sus
primeros estatutos) para gestionar y recaudar los tributos municipales4.
La decisión de creación de un organismo autónomo se sometió a un criterio
de política pública de aporte de flexibilidad administrativa para hacer posibles las
recomendaciones expuestas. Es importante destacar que la institución provincial
alicantina, es junto con la de Barcelona, la primera en adoptar esta fórmula de
Administración instrumental para una agencia tributaria local, que tiene como
3
Aunque el nombre completo es Suma Gestión Tributaria de la Diputación Provincial de Ali-
cante, nos referiremos, en adelante, al organismo autónomo también como Suma Gestión
Tributaria, o simplemente Suma. El nombre Suma se escogió expresamente para simbolizar el
signo positivo que evoca términos de “es más”, “agregación” y lo contrario a restar.
4
La información del organismo está publicada en su página web, www.suma.es
Las políticas públicas tributarias 189
Fuente:
Fuente: Elaboración
Elaboración propia
propia a partir
a partir del Manual
del Manual de acogida
de acogida de Sumade Suma (2008).
(2008).
17
192 Irene Belmonte Martín
Tabla 6. La evolución de los Ayuntamientos que ceden la gestión de sus tributos a Suma
Esta circunstancia (la que todos los municipios confíen en Suma) tiene especial
importancia pues es una prueba fehaciente que se trata de una política solidaria
y no subsidiaria, a la que sólo se acogerían aquellos municipios incapaces de de-
sarrollarla por su cuenta, y máxime en una provincia como Alicante que cuenta
importantes núcleos poblacionales, en la que en total, están sujetos a tributación
municipal más de 1.800.000 unidades urbanas censadas, un parque automovilís-
tico de 1.200.000 vehículos y unas 164.000 actividades económicas.
La Tabla 7 muestra la comparación de la población en los municipios alican-
tinos con respecto al total en España. Se observa en este sentido, que el minifun-
dismo y la atomización municipal en la provincia alicantina son menos intensos,
lo que incorpora aún más valor al diseño integral y solidario de sus políticas
tributarias.
Además de llegar a todos los municipios, las políticas tributarias locales que
gestiona Suma se desarrolla principalmente sobre los siguientes ejes:
194 Irene Belmonte Martín
b) Hacia la ciudadanía
La implementación de la política pública hacia los ciudadanos contribuyentes
se analizará a partir de su Carta de Servicios.
La Carta de Servicios de Suma, se concreta en los 12 compromisos con los
ciudadanos que hace llegar a través de los trípticos expuestos en todas las ofici-
nas en diferentes idiomas (inglés, francés y alemán) y, de forma virtual, a través
de su página Web. El grado de cumplimiento de los compromisos, a su vez, se
mide a través de una serie de indicadores objetivos y cuantificables. En resumen,
las líneas cardinales que contienen la implementación de las políticas tributarias
alicantinas para con sus ciudadanos, se muestra en la Tabla 8.
Las políticas públicas tributarias 195
durante el ejercicio
Gestionar 650.000 valores en ejecutiva × Se alcanzaron 641.168
Reducir en 1 punto porcentual los valores × No se alcanzó
pendientes de cobro con más de 3 años de
antigüedad
Gestionar el 100% de las liquidaciones de × Se alcanzó el 95%
ingreso directo pendientes a inicio del ejer-
cicio + las contraídas los 6 primeros meses
del año
Mantener el coste medio del Servicio de √ Se redujo hasta el 3,89
Suma para los Ayuntamientos por debajo del
4,15%
Ampliar competencias delegadas √ 37 nuevas delegaciones
Con los Aytos
Por otra parte, la evaluación de las políticas tributarias alicantinas por los
Ayuntamientos, tiene como principal fuente de información el cuestionario que la
autora de este texto, diseño y envió a todos los municipios de la provincia para
conocer su valoración de la política tributaria local implementada por Suma.
El cuestionario estructurado, abierto y que contiene 16 preguntas de respuesta
múltiple, fue respondido por distintos medios (presencial, por email o respuesta al
correo postal) y tuvo lugar entre marzo y septiembre de 2012.
A continuación en la Tabla 10, se exponen los principales resultados de los 67
testimonios que se implicaron en la evaluación. Así se han seleccionado tan solo
7 de las 16 preguntas, al considerarse las más relevantes para conocer el grado de
satisfacción con la gestión tributaria local realizada.
Las políticas públicas tributarias 199
Tabla 10. La evaluación de las políticas tributarias locales de Suma por los municipios
Pregunta Resultado
1. Las competencias en materia de gestión tri-
butaria y recaudación que su Ayuntamiento
ha delegado en Suma, considera que son:
a) Las adecuadas
64% son las adecuadas
b) Se podrían delegar o encomendar más
26% aún se podrían encomendar más
gestión y competencias a Suma
10% son demasiadas pues las podría realizar
c) Demasiadas pues el Ayuntamiento por sí
el propio Ayuntamiento
mismo podría realizarlas sin problema
d) No sabe, pues la decisión de la delega-
ción obedece a un criterio que desco-
noce
2. ¿Cómo percibe las labores de gestión tribu-
taria que realiza Suma?
a) La realiza correctamente
b) La podría realizar el propio Ayunta-
65% las realiza correctamente
miento
6% las podría realizar el propio Ayuntamiento
c) Considera que es indiferente quien la
4% es indiferente
realice
25% prefiere que no sea el Ayuntamiento
d) Es preferible que el ciudadano perciba
que existe un organismo que gestione
los impuestos locales diferente de su
Ayuntamiento
3. ¿Cómo percibe la actividad de recauda-
ción que realiza Suma?
a) Suma consigue maximizar los niveles
de recaudación
b) Mi Ayuntamiento, por sí sólo, podría al-
81% es óptimo y se maximiza
canzar los mismos niveles de recauda-
8% lo podría hacer igual el Ayuntamiento
ción que Suma en la gestión voluntaria
11% se deberían mejorar
c) Los niveles de recaudación de Suma
son óptimos sólo para la recaudación
ejecutiva
d) Se podrían y deberían mejorar los nive-
les de recaudación de Suma
4. ¿Cuál es su opinión sobre el coste de la po-
lítica de Suma?
a) El coste es normalmente adecuado
b) Ajustado en la recaudación voluntaria y
90% los considera adecuado
muy caro en la recaudación ejecutiva
Sólo el 10% lo considera caro
c) Excesivamente gravoso en la recauda-
ción voluntaria y coherente con el tra-
bajo que conlleva en la ejecutiva
d) Siempre resulta muy caro
200 Irene Belmonte Martín
Tabla 11. El análisis de las políticas tributarias locales en los municipios de la provincia
de Alicante
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Capítulo 9
Las políticas públicas de empleo.
El caso de la política de empleo en Coslada
1. INTRODUCCIÓN
La crisis económica internacional ha repercutido claramente en las tasas de
paro, incluso en algunos países, como en España, se puede hablar de tasas de des-
empleo masivas. En este contexto, las políticas de empleo se convierten en un ele-
mento esencial para cualquier gobierno, en un intento de contrarrestar los efectos
causados por la crisis. El problema es que dada la situación económica que se está
atravesando, se está produciendo a su vez una reducción en el gasto público, y
esto tiene irremediablemente consecuencias en las políticas de empleo que se están
llevando a cabo, pese a ello es el único instrumento paliativo para el desempleo.
En este capítulo se analiza política de empleo del Ayuntamiento de Coslada en
el periodo 2000-2013. La elección de este objeto de estudio se justifica principal-
mente en la amplia y diversa gama de medidas a favor del empleo que ha desarro-
llado esta administración local, y que se articulan en el marco de una estrategia
integrada y coordinada a través de un servicio único.
En concreto, el capítulo se estructura en varios apartados. En el siguiente epígrafe,
se destacan algunos aspectos generales de las políticas públicas de empleo: su defini-
ción, su clasificación, su marco regulador y los actores político-administrativos que
tienen competencia sobre el empleo en España. A continuación, se profundiza en el
estudio del caso, la política de empleo en Coslada, utilizando como marco analítico
el ciclo de las políticas públicas, por lo que cada apartado se corresponde con una
fase de este modelo secuencial (identificación de la problemática y formación de la
agenda; formulación; implementación; y evaluación). Por último, se finaliza con un
206 Mª José García Solana
1
La autora agradece la colaboración de la Doctora Gema Sánchez Medero en la elaboración de
este epígrafe, así como en las Tablas 1 a 4 del apartado siguiente.
Las políticas públicas de empleo 207
A ello, hay que sumarle el respaldo a este modelo desde las instancias euro-
peas, en tanto que los principios de subsidiariedad y gobernanza del Tratado
de la Unión Europea, promueven la adopción de decisiones políticas en aque-
llos niveles de la administración en los que exista una mayor proximidad y un
más fácil acceso por parte de la ciudadanía. La Comisión Europea, en 1999,
en la directriz núm.12 establecía “la función y responsabilidad de los actores
locales en su ámbito territorial por lo que respecta a la creación de empleos y
el mantenimiento de las condiciones y estructuras favorables precisa un mayor
reconocimiento y apoyo”. Pero sin duda, es el Consejo Europeo de Lisboa de
2000, donde se defiende la necesidad de llevar a cabo las políticas activas de
empleo a escala local. De esta manera, se ha comenzado a reconocer el papel
de las entidades locales en la gestión y ejecución de las políticas de empleo.
Así, cada territorio ha ido conformando sus propias estructuras y ejecuta sus
programas y acciones de acuerdo a sus propias limitaciones presupuestarias y
su capacidad para negociar con los niveles de gobierno superiores.
Por otra parte, la Unión Europea tampoco tiene competencias en materia
de empleo. Sin embargo, los Estados miembros de la Unión están obligados
a coordinar sus políticas de empleo según las modalidades establecidas en el
propio Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea, lo que significa que es
la Unión quien fija las directrices sobre las que habrán de basarse los Estados
a la hora de regular las políticas de empleo que se adoptarán a nivel nacio-
nal. En este sentido, el Tratado de Ámsterdam (1987) constituye el punto de
partida de la actual política europea de empleo, ya que sobre esta base se ha
construido la “Estrategia Europea de Empleo”, también llamada “Estrategia
de Lisboa”.
Año Sexo 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014
Parados H 1.095 1.104 1.220 2.243 2.620 2.568 2.791 3.159 2.734
españoles M 1.915 2.343 2.080 2.978 3.304 3.128 3.311 3.621 3.479
Parados H 97 159 361 948 1.149 1.086 1.038 999 1.073
extranjeros M 87 124 135 354 443 453 400 405 556
Fuente: Estadística de Empleo. Servicio Público de Empleo Estatal. Ministerio de Empleo y Seguridad Social.
2
A finales de los años setenta y durante los años ochenta del siglo pasado.
Las políticas públicas de empleo 211
Los datos del paro cobran además mayor relevancia cuando la evolución de
la contratación se ha reducido en más de la mitad y el 80% de los contratos son
temporales, como se refleja en el Tabla 3.
Contratos 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013
Temporales 32.258 29.557 28.712 21.355 15.247 17.457 17.139 13.896 11.768
Indefinidos 3.577 4.242 5.179 4.174 2.360 2.218 2.297 2.421 1.922
Total 35.835 33.799 33.891 25.529 17.607 19.675 19.436 16.317 13.690
Fuente: Estadística de Contratos Registrados. Servicio Público de Empleo Estatal. Ministerio de Empleo y Segu-
ridad Social.
ción3. Además, se han revisado las actas del Pleno de los años 2011, 2012, 2013
y 2014 con el fin de aportar luz al último periodo, se ha obtenido información de
la Concejalía en la página web municipal y se han realizado entrevistas a técnicos
del área. Finalmente, se revisaron los programas electorales de los partidos políti-
cos que ocuparon, en algún momento, la Concejalía durante el periodo analizado.
Por cuestiones de espacio y tiempo, es imposible analizar con el máximo deta-
lle las características de cada uno de los programas y actuaciones con sus vértices.
Por ello, el análisis se focalizará en conocer las tendencias, las estrategias y la
evolución de las cuestiones clave que determinan la política pública, así como en
identificar los elementos que inducen a su cambio, evolución o terminación.
3
En este sentido, agradecemos que la Concejalía nos diera todas las facilidades para acceder a
sus memorias y utilizar sus espacios. Además del tiempo dedicado por su personal, especial-
mente la responsable y técnicos de la Concejalía.
4
En los últimos años asistimos a un volumen importante de informes de análisis del mercado labo-
ral por parte de Agencias de Colocación —sobre todo ETT como Adecco y Randstad— que han
cooptado buena parte de recursos y atraen a un volumen cada vez mayor de demandantes. Cabe
plantearse qué capacidad de influencia han tenido estas Agencias sobre las políticas de empleo y
el diseño actual del modelo, si bien es una cuestión que excede el ámbito de este estudio.
Las políticas públicas de empleo 215
5
Durante varios años las características socioeconómicas del mercado de trabajo (tipo de
contratos, tipo de empresas, sectores productivos) y el perfil de la población desempleada
(edades, tipo de estudios, cualificación) han dado justificación al problema del paro, si
bien, en los últimos años hemos apreciado un nuevo factor a tener en cuenta como son
los desajustes o falta de eficiencia del modelo de servicio público existente. En este sentido
ya recogen algunos Planes, como el del 2012, objetivos como “Acentuar la colaboración
216 Mª José García Solana
público-privada con el fin de realzar los mecanismos de búsqueda de empleo por los des-
empleados” (Resolución de 24 de julio de 2012, de la Secretaría de Estado de Empleo, BOE
4 de agosto 2012).
Las políticas públicas de empleo 217
formal e informal una visión integrada de la política de empleo que llevará a inter-
conectar ideas, programas, medidas, actores y una metodología que determinará
una “forma propia de hacer” en esta Concejalía. El SIRED incorpora una nueva
“marca”6, un cambio sustantivo profundo tanto de concepto, de estrategia y de
proyección respecto a la política municipal de empleo, que hasta el momento se
estaba desarrollando y se seguía en muchos municipios. Esta estrategia y meto-
dología se reforzará con las dinámicas que incorporan los programas europeos
(transversalidad, coordinación, efecto multiplicador, transferencia de productos e
impactos) a través de Red Local.
Un aspecto a destacar, y que es propio del ámbito municipal, es la vinculación
que tiene el problema del empleo con la promoción económica, interpretada como
la capacidad que asume el gobierno local de generar las condiciones necesarias
para que los sectores productivos, empresas del territorio y recursos endógenos
produzcan riqueza y bienestar entre sus ciudadanos. Estas dos caras de una misma
moneda se perfeccionarán y profundizarán incorporando criterios de innovación,
nuevas tecnologías y calidad a lo largo de las siguientes legislaturas, hasta llegar
a los últimos años. En este periodo, los “actores administrativos y las autoridades
políticas” (Subirats et al., 2008: 144) ocuparon un papel clave en la definición del
problema del empleo, ya que propusieron readaptaciones y ajustes en la política y
sus programas, con el fin de atraer más recursos y responder a nuevas demandas
y necesidades de la población, pero manteniendo desde el inicio la estructura y
filosofía del SIRED7. La dimensión que ha ido ocupando la política de empleo se
refleja en el despliegue que realiza sobre el territorio y los actores, gracias a ello, la
red de alianzas con entidades públicas y privadas ayudan a perfilar, con un mayor
detalle, qué situaciones problemáticas integran el problema abordado y cómo dar
respuesta de una forma específica a los diferentes colectivos.
A partir del periodo 2011-2012, la Concejalía reorientó y priorizó su activi-
dad hacia los sectores hostelero, turístico y de comercio, dejando en un segundo
plano las políticas activas de empleo, tanto las que se desarrollaban con recur-
sos propios como externos. Esta situación afectó de forma negativa tanto a la
visión estratégica y transversal, que se había desarrollado hasta el momento, así
como a la red de actores y público objetivo, que se había construido en torno
a la Concejalía. Si bien, para entender esta transformación es necesario acudir
6
La visibilidad que la marca SIRED quiere incorporar: servicio integrado y en un único espacio,
tanto a nivel interno-organizativo como externo-ciudadanos. Supone además acentuar el pa-
pel de liderazgo de los Ayuntamientos en el desarrollo integral de las ciudades, a pesar, de no
contar con los recursos necesarios y que durante todo el periodo reclaman a la CM. La marca
además “busca hacer ciudad, ganando trabajadores y empresas, gana Coslada” (Memorias,
2000-2003).
7
Todos incluyen en sus programas políticas el referente del SIRED.
218 Mª José García Solana
8
Se impulsa el polémico programa de Colaboración con los Ayuntamientos en la realización de
programas de recualificación profesional de desempleados y el programa de Inserción laboral
para desempleados de larga duración.
9
Entre los objetivos de la Estrategia Española para el Empleo se encuentra la lucha contra el
fraude a la seguridad social, tanto de trabajadores como desempleados. El control y segui-
miento de los desempleados que cobran prestaciones y subsidios tiene como finalidad destapar
posibles trabajadores que participen en la economía sumergida.
10
Más de 100 personas han acudido a la presentación en el mes de abril.
Las políticas públicas de empleo 219
11
“PPA incorpora el conjunto de normas y actos reglamentarios que los parlamentos, los gobier-
nos y los organismos o autoridades a cargo de la implementación consideran necesarias para
la aplicación de una política pública (…). Un PPA define en términos jurídicos el mandato po-
lítico que los legisladores formulan para tratar de solventar o afrontar un problema público”
(Subirats et al., 2008: 152).
220 Mª José García Solana
12
Por ejemplo, para que un Ayuntamiento pueda impartir formación de certificado profesional
es necesario, entre otros criterios, que acredite estar en posesión de ISO, EFQM o Certificado
de Excelencia.
Las políticas públicas de empleo 221
Estado
Mejorar la ocupabilidad de los desempleados de veinticinco o más
años, facilitando así su posterior integración en el mercado de trabajo.
CM
Mejorar la ocupabilidad de los desempleados de veinticinco o más
años de edad, con la finalidad de facilitar su inserción laboral.
Elementos evaluativos Estado
Se realizarán cuantas acciones sean necesarias para el seguimiento y
evaluación de los proyectos de talleres de empleo, tanto en su aspecto
cualitativo como cuantitativo.
CM
Evaluación inicial, para comprobar que todo lo que aparece en la me-
moria está dispuesto para el inicio del proyecto.
Ejecución del proyecto adecuada a la Memoria presentada. Evalua-
ción continua al semestre.
Evaluación de calidad a los alumnos-trabajadores al finalizar conteni-
do determinado por la Consejería (D.G. de Empleo)
Inserción laboral producida durante los tres meses y seis meses pos-
teriores.
13
Fue creado en 1985, la última regulación estatal es del año 1999, y aunque se han producido
modificaciones en las órdenes de subvención y convocatorias publicadas por la CM, que han
desarrollado la convocatoria, hacemos referencia a las realizadas en los últimos años. Relación
de órdenes de subvención para la realización de Talleres de Empleo: Real Decreto 282/1999,
Orden 14 de noviembre 2001 desarrolla Real Decreto, Orden 7708/2011, de 29 de diciembre,
de la Consejería de Educación y Empleo (BOCM 23 de septiembre de 2011). Esta normativa
se complementa con la Guía de Justificaciones editada por la Consejería.
222 Mª José García Solana
CM
Asignación de una subvención destinada a sufragar la formación, sa-
lario (tanto de alumnos como equipo directivo y docente) y parte de
las actuaciones.
Acuerdo de actuación Unión Europea
(reglas generales para Según lo dispuesto en el artículo 60.d) del Reglamento (CE) número
la implementación 1083/2006 del Consejo, de 11 de julio de 2006, los beneficiarios de la
posterior) subvención deberán mantener un sistema de contabilidad separado o
un código contable adecuado en relación con todas las transacciones
relacionadas con la subvención al tratarse de operaciones cofinancia-
das con el Fondo Social Europeo.
Estado
Duración. Comprendida entre un mínimo de seis meses y un máximo
de un año.
Participantes serán contratados con la modalidad contractual más ade-
cuada y según la normativa vigente.
Quién puede solicitar: entidades públicas y entidades privadas sin áni-
mo de lucro, competentes en la ejecución de las obras o servicios.
Los trabajadores participantes recibirán formación en alternancia con
el empleo y prácticas.
Programas de apoyo educativo para la obtención títulos educación
básica o profesional.
CM
Criterios de puntuación y valoración de la memoria (perspectiva de
empleo, calidad del proyecto, proyectos con participación de ciertos
colectivos desempleados, actuación principal, aportación instalacio-
nes y equipamientos, equipos, herramientas y útiles, proyectos entre
varios municipios o comarcas, valoración resultados cualitativos y
cuantitativos anteriores, proyecto de especial interés para reducción
desempleo).
Duración de 6 meses a un año.
Desde el inicio los alumnos-trabajadores serán contratados (contrato
de formación o aprendizaje).
Formación que se debe impartir y su distribución en la jornada.
Módulos obligatorios y formación en ESO para aquellos que no hayan
terminado la educación básica.
Requisitos de las instalaciones y equipamiento, propias o acreditar dispo-
nibilidad (acreditar titularidad, fotografías y planos).
Las políticas públicas de empleo 223
14
Reforzado sobre todo por la continuidad que han tenido todos estos programas durante más
de dos décadas lo que ha permitido mantener de forma estable este tipo de proyectos y servi-
cios de empleo.
Las políticas públicas de empleo 225
15
También influido por los requisitos de adjudicación de programas formativos por parte de la
CM.
16
Durante la etapa anterior se incorporaron de forma permanente 2 orientadores laborales, 2
promotores y 2 técnicos. En la última legislatura sólo se mantienen los 2 orientadores laborales
que se distribuyen entre orientación y promoción, se mantiene un técnico y otro se traslada a
la Concejalía de Igualdad.
17
Recordemos que la CM publica la Ley de Pacto Local y la Ley de Administración Local en
2003.
226 Mª José García Solana
18
Respecto a este eje, no abordaremos su análisis porque es incipiente y se encuentra vinculado
a ferias. Durante la última legislatura sí se propuso por parte del PP la firma de un Convenio
de Colaboración para la puesta en marcha de una Oficina de Turismo, pero finalmente el Pleno
no lo aprobó y no se llevó a cabo.
Las políticas públicas de empleo 227
Realizada esta primera aproximación a los actores, en uno de los programas clave
en materia de políticas activas, es importante poner el foco de atención en el rol re-
presentado por el Ayuntamiento y la Concejalía en la estrategia municipal de empleo.
En primer lugar, y siguiendo la línea temporal que marca cada legislatura, se
debe determinar cuál ha sido el papel de los Concejales/as y, de este modo, conocer
cuál ha sido el grado de politización o burocratización de las arenas políticas.
La política de empleo en el municipio de Coslada fue impulsada por la Concejala
y Primera Teniente de Alcalde de IU19 en la legislatura 1999-2003, periodo en el que
ocupaba un importante lugar en su partido. Este liderazgo político e institucional se
reforzó con la incorporación, en el equipo de la Concejalía, de un cargo de confian-
za, experto en políticas de empleo y desarrollo local, que fue nombrado Director
de Desarrollo Económico y Empleo. El personalismo de la Concejala se hizo más
visible al recaer en Coslada la Presidencia del Consorcio Público Red Local, lo que
le otorgó un lugar privilegiado para establecer contactos y alianzas con otras admi-
nistraciones públicas y entidades privadas.
Durante este periodo, las propuestas que se plantearon desde la Concejalía (prin-
cipalmente la creación del SIRED) fueron respaldadas por el personal de la entidad.
Por ello, el modelo estratégico y transversal fue transmitido a través de las reunio-
nes de coordinación, en las que se trasladaron e inculcaron las líneas de actuación
a los empleados públicos de la Concejalía. Además cada técnico, que participó en
19
Marisa Moreno que actualmente es Diputada por IU en la Asamblea de Madrid.
Las políticas públicas de empleo 229
20
Entrevista realizada a la Técnico Responsable de la Concejalía el día 22 de abril de 2014.
230 Mª José García Solana
21
Por ejemplo, la reserva de un % de plazas para personas con discapacidad mental en E.T.,
C.O., T.E., Corporaciones Locales, Plan FIP, gracias al convenio de colaboración firmado con
ASPIMIP.
22
Prueba de ello son las colaboraciones o apoyos en los que se ha centrado la actividad del área:
el Programa Empléate dirigido a la población inmigrante y riesgo de exclusión del Corredor
del Henares desarrollado por la Asociación para la Gestión de la Integración Social GINSO;
apoyo a la petición junto con otros regidores de la zona del Corredor de la iniciativa desa-
rrollada por AEDHE, UGT, CCOO y UNICEM para solicitar la reactivación económica del
Corredor del Henares.
Las políticas públicas de empleo 231
dimiento con los que el municipio muestra únicamente su adhesión o apoyo formal.
Muestra de ello son los debates del Pleno municipal en el que de forma insistente se
reclama un plan de empleo municipal que aúne nuevamente dichas fuerzas23.
Desde una perspectiva general, la Tabla 10 refleja cuáles son las redes de acto-
res que se desarrollan alrededor de la política de empleo y algunas de sus carac-
terísticas.
23
Entre otras cuestiones se reclama que la Concejalía realice los trámites para constituirse como
Agencia de Colocación autorizada por el Ministerio de Empleo.
232 Mª José García Solana
sí podrá generar derechos, como puede ser el caso de los contratos laborales que
aparecen en algunas convocatorias de subvención.
La programación seguida por la Concejalía ha estado abierta a todo tipo de
propuestas sin establecer prioridades que ayudaran a discriminar entre ellas.
Cualquier programa realizado con recursos ajenos, propios o colaboraciones con
otras entidades se ha considerado una oportunidad para desplegar el ámbito de
actuación del SIRED24. La tendencia de la Concejalía en el desarrollo de la po-
lítica de empleo ha sido, por lo tanto, incrementalista (desde el punto de vista
de recursos económicos, proyectos y entramado de redes) puesto que cualquier
proyecto podía ser susceptible de formar parte de la estrategia de desarrollo. Esta
dinámica continúa actualmente, por lo que, ante la falta de proyectos en los pro-
gramas habituales, las acciones de la Concejalía se han orientado a la captación
de recursos en otros campos.
A continuación, se analiza la evolución experimentada por cada programa en
las diferentes etapas de gobierno. A modo de resumen, la Tabla 11 refleja los pro-
gramas desarrollados en la Concejalía. Es importante señalar que algunas iniciati-
vas han sido fruto de programas europeos, que posteriormente se han mantenido
como programas propios. Además, la evolución de la Concejalía de Empleo ha
llevado consigo que algunas actuaciones que se originaron dentro del programa
de empleo o de promoción económica hayan cambiado su ubicación dentro de
las líneas estratégicas y que incluso se hayan incluido nuevos ejes, como los de
innovación, calidad o turismo, en los que no se profundizará. Partiendo de este
marco, se expondrán las características de la implementación en la política local
de empleo de Coslada con el objeto de sacar a la luz los desajustes que se produ-
cen entre los diferentes productos del ciclo de las políticas públicas. El objetivo de
este análisis no es realizar una descripción pormenorizada de cada proyecto, sino
conocer qué adaptaciones se producen en el encadenamiento de acciones que inte-
gran la implementación de la política local, desde el punto de vista del contenido,
metodologías, actores, público objetivo y beneficiarios.
24
En este sentido resulta llamativo que esta amplitud de relaciones y programas no se produce
con las ETT’s que quedan fuera de cualquier relación con la Bolsa de Empleo Municipal.
234 Mª José García Solana
25
Las fechas de finalización corresponden a la información que aparece en las memorias y, en los
casos que hemos podido confirmar, en las entrevistas.
Las políticas públicas de empleo 235
que han integrado los planes de acción, los ajustes que se han tenido que producir
durante las actividades, así como los resultados o productos de la implementación
de los programas. Para ello, se profundiza en los programas que integran los ejes
estratégicos de la Concejalía, en concreto: empleo y formación, promoción econó-
mica y servicios, dejando en un menor desarrollo el apartado de innovación y los
programas del Consorcio Red Local, ya que debido a su complejidad y extensión
se abordarán en otro momento.
• Eje de Empleo y Formación. Este eje se encuentra integrado por los siguientes
programas: programas de formación para el empleo, Casa de Oficios, Escuela Ta-
ller, Taller de Empleo, aprender en la empresa, programa de inserción laboral de
personas con discapacidad, prácticas profesionales y programa de colaboración
con las corporaciones locales.
Los Programas de formación para el empleo se han desarrollado a partir de
la firma de convenios con la CM26 o de solicitudes de subvenciones (por ejemplo,
Plan FIP/ Acciones de Formación dirigidas prioritariamente a personas trabajadoras
desempleadas), donde la propuesta de proyecto formativo constituye el primer pro-
ducto de la implementación. En caso de subvención, dicho documento parte de las
instrucciones de la convocatoria (colectivo a los que se dirige, tipología de acciones y
requisitos de impartición, entre otros) y de la normativa que regula la formación para
el empleo a nivel estatal (planes formativos o reales decretos)27. La entidad, dentro del
margen de posibilidades que recoge este marco institucional, formulará un proyecto
que una vez aprobado concretará el grupo-objetivo al que se va a dirigir, la acción
formativa específica que se impartirá y los recursos aportados, necesarios para im-
plementarla, —ya que la entidad solicitante cumple las condiciones—. Respecto a los
Convenios de Colaboración, la entidad propone las acciones formativas correspon-
dientes y, como en las subvenciones de formación, saca a licitación las acciones que
finalmente serán impartidas por empresas que cumplan los requisitos normativos y
técnicos recogidos en los pliegos de prescripciones, en los que se reflejan todos los ele-
mentos de obligado cumplimiento y aquellos que la entidad valora de forma especial
(además del precio de licitación, el contenido modular, la metodología y las mejoras
de las acciones o evaluación propuesta)28.
26
Los primeros convenios son IMAF- Consejería de Economía y Empleo y posteriormente el
cambio de estructura hará que se agrupen en el organismo autónomo Servicio Regional de Em-
pleo y, en la actualidad, en la Dirección General de Empleo. También se ejecutaron programas
formativos de la Dirección General de la Mujer hasta que éstos se agruparon en el S.R.E.
27
En este sentido, no podemos abordar por cuestiones de espacio la transformación que está
experimentado la formación para el empleo y los procesos de certificación profesional.
28
En el marco de los Convenios de formación, en 1999 se incorporaron, sólo en ciertos muni-
cipios, varios cursos de Enseñanza Asistida por Ordenador de gestión directa por parte del
Ayuntamiento y que no se sacaron a concurso externo. Por otro lado, hay que señalar que, con
carácter previo a la licitación, la CM debe conocer y autorizar dicho proceso.
Las políticas públicas de empleo 237
Como se ha señalado anteriormente, los colectivos a los que se dirigen las ac-
ciones vienen determinados desde la CM, con un mayor o menor grado de concre-
ción dependiendo del programa o convenio. La mayoría de la formación se desti-
na a los “colectivos con mayores dificultades de inserción”, definición general que
se ha ido concretando en las diferentes convocatorias, pero que el Ayuntamiento
también se ha encargado de delimitar en la propia implementación. Por ejemplo,
la Concejalía ha reservado un porcentaje de plazas para personas con minusvalía.
En 2001, la administración regional madrileña agrupó sus programas en el
organismo autónomo Servicio Regional de Empleo con la finalidad de propiciar
la coordinación entre programas y con los ayuntamientos. Además, se concreta y
especifica el programa de formación ocupacional que se dirige principalmente a
los colectivos con mayores dificultades de acceso al empleo: jóvenes menores de
25 años, desempleados inscritos más de seis meses en las Oficinas de Empleo, per-
sonas ausentes del mercado laboral (especialmente, mujeres mayores de 40 años),
inmigrantes regularizados, personas con discapacidad y jóvenes sin titulación con
riesgo de exclusión.
A partir de 2004, la Concejalía, aparte de aceptar los objetivos previamente
establecidos, comenzó a aportar sus propios objetivos al programa dentro de la estra-
tegia del SIRED, entre otros, “mejorar la capacidad profesional de los desempleados
de Coslada para facilitar su inserción en el mundo laboral; facilitar a los estudiantes la
realización de prácticas en la administración pública; mejorar la cualificación profe-
sional de los trabajadores/as cosladeños/as” (Memoria, 2004: 8). Además, estableció
que la formación fuera dirigida a todo el que necesitara o deseara mejorar sus con-
diciones laborales, y prioritariamente a los colectivos con más dificultades: personas
afectadas por un desempleo de larga duración, jóvenes en busca de su primer empleo,
mujeres, personas mayores de 45 años, inmigrantes y personas con discapacidad. En
2008, la CM destinó, por primera vez, este programa de formación tanto a las perso-
nas ocupadas como a las demandantes de empleo, aunque priorizando los colectivos
con mayores dificultades de acceso al empleo (se mantienen los anteriores colectivos
y se añaden víctimas de terrorismo o violencia de género) y estableciendo una serie de
límites porcentuales. A pesar de ello, la opción prioritaria de la Concejalía fue dirigir
mayoritariamente los programas a la población desempleada, aunque se dió una ma-
yor participación de ocupados, lo que provocó una flexibilización en los horarios de
los cursos para facilitar su participación.
Junto con los programas de convenio, los cursos que integran las Acciones de
Formación dirigidas prioritariamente a personas trabajadoras desempleadas (antiguo
Plan FIP hasta 2007) han sido el segundo instrumento de formación. La impartición
de las acciones formativa se ha realizado mediante empresas de formación contrata-
das desde la Concejalía (mediante el procedimiento de contratación establecido por
la ley y que es comunicado a la CM, lo mismo que para los Convenios). En cuanto a
238 Mª José García Solana
Como se puede apreciar en las Tablas 13 y 14, la mayoría de los cursos se han
podido ejecutar dentro de los parámetros establecidos, aunque desde el inicio se
han producido desajustes en los procesos de implementación. En este sentido, se
han generado disfunciones debido a la tardanza, por parte de la CM, en la puesta
en marcha de los Convenios de Formación y del antiguo Plan FIP, provocando en
ocasiones la coincidencia de acciones formativas en varios municipios de la zona.
Como consecuencia, se ha producido una saturación de la oferta formativa lle-
gando incluso a no poder ejecutar algún curso, con la correspondiente reducción
en la subvención o el traslado de parte de la ejecución al siguiente año.
Además, se han detectado desajustes en el número de alumnos, tanto en lo refe-
rente a la solicitud de algunas especialidades, debido a las dificultades para cubrir
las plazas, como en los estudiantes que han finalizado los cursos. Por ejemplo, en el
convenio de formación de 2006, tres cursos finalizaron con 10 alumnos y, en 2007,
cuatro de los cursos impartidos finalizaron con menos de 9 alumnos30. En el antiguo
Plan FIP la falta de alumnos se produce en menor medida, aunque en 2005 de las 90
plazas finalizaron toda la acción 59 alumnos. Por ello, a partir de 2006, partiendo
de los resultados obtenidos, en ciertas acciones formativas, y el perfil del tejido eco-
nómico del municipio, se incorporaron nuevas actividades formativas que buscaban
reaccionar y anticiparse a posibles mercados en desarrollo. Así aparecen cursos vincu-
29
Lamentablemente no hemos podido contar con todos los datos del Plan FIP, lo que hubiera
permitido tener una visión más completa.
30
En este sentido, aunque lo habitual son 15 alumnos, en ocasiones o se ha superado el número
por aula o se ha reducido (siendo el mínimo admitido 10 alumnos por curso).
240 Mª José García Solana
31
Formación Complementaria para la obtención del Graduado en Educación Secundaria Obli-
gatoria para los alumnos/as trabajadores que no tengan esta titulación mínima; Formación en
Riesgos Laborales; Formación en género; Formación en medioambiente; Orientación laboral y
autoempleo; y alfabetización informática.
Las políticas públicas de empleo 243
32
En las últimas convocatorias de Escuelas Taller, la CM redujo a un año y medio el periodo
máximo, debido a los reajustes económicos del programa.
244 Mª José García Solana
33
Desarrollo detallado de las actuaciones propuestas (obras o servicios): edición anuario esta-
dístico municipal y elaboración diagnóstico socioeconómico del municipio de Coslada, diseño
y gestión de una aplicación informática, evaluación de calidad de los servicios municipales,
informatización contenido de los libros de resoluciones de alcaldía, información de archivo
documental, entre otros.
34
La similitud entre Escuelas Taller, Casas de Oficio y Talleres de Empleo va a permitir que al-
gunos ajustes que se realicen en alguno de los proyectos para una mejor implementación del
programa se trasladen a otros proyectos de la Concejalía y entre ellos.
248 Mª José García Solana
35
Coslada, San Fernando de Henares, Mejorada del Campo, Arganda del Rey, Tres Cantos, To-
rres de la Alameda, Torrejón de Ardoz, Alcalá de Henares y Rivas-Vaciamadrid.
250 Mª José García Solana
36
Programa cofinanciado a lo largo de su desarrollo por FSE, Consejería Economía y Empleo y
Servicios Sociales en la CM, Consorcio Red Local y el propio Ayuntamiento de Coslada.
256 Mª José García Solana
pio limítrofe). Del estudio se desprendieron varios nichos de negocio tras sondear
varias empresas, y se hizo una valoración económica de la inversión para su crea-
ción y mantenimiento. Finalmente este programa no se puso en funcionamiento
debido, entre otras cuestiones, a los elevados costes que tenía.
A partir del año 2000, una vez finalizada la iniciativa HORIZON, el programa
orientado a los colectivos con discapacidad se incorporó a la Concejalía y se inte-
gró dentro de su dinámica. Este proceso de colaboración se formalizará a través
de Convenios de Colaboración que se encadenarán durante varios años, princi-
palmente con ASPIMIP (hasta 2012), y durante los años 2003-2004 también con
la Federación de Sordos de la CM.
Entre las aportaciones que se han incorporado desde la Concejalía se encuen-
tran:
▪ El programa al entrar en la Concejalía de Empleo y Desarrollo Económico
buscó integrar a este público objetivo en los servicios de orientación y pro-
moción laboral, y sirvió de canal de derivación hacia otros programas. Con
ello, se permitió abordar de forma específica y concreta las características
del público objetivo y el tejido económico del municipio respecto a esta po-
blación. Además, la colaboración con ASPIMIP introdujo criterios de prio-
ridad en el acceso a los programas y servicios del colectivo de discapacidad
mental, con mayores dificultades de inserción social y laboral.
▪ Durante este programa, la Concejalía ha desarrollado e integrado varias
acciones dentro del funcionamiento del SIRED destinadas a orientación,
formación y promoción laboral, que se han concretado en:
– Acciones de divulgación y sensibilización.
– Acciones con usuarios: servicio de orientación laboral personalizado,
asentado en la elaboración, junto con el usuario, de un itinerario de in-
serción laboral.
– Acciones encaminadas a la mejora de la empleabilidad, orientadas a la
formación y organizadas en los bloques siguientes: cursos de habilidades
sociales y formación prelaboral; cursos habituales orientados o reservan-
do plazas para discapacidad; cursos de formación ocupacional; progra-
mas de empleo y formación donde se reserva una cuota mínima (Talleres
Escuela, Casas de Oficio, etc.); y programas aprender en la empresa y
empleo con apoyo, programas municipales mediante los cuales las per-
sonas realizan prácticas laborales becadas por el Ayuntamiento. Además,
estas actividades llevan consigo un seguimiento periódico de prácticas
formativas tanto por parte de la empresa como de la Concejalía.
– Promoción de contratos eventuales en dependencias municipales.
Las políticas públicas de empleo 257
37
La subvención va destinada a cubrir salario y seguridad social en una proporción de un 80%
por la CM y de un 20% de aportación municipal.
260 Mª José García Solana
38
En 2007, y años siguientes, se incorpora en las memorias el criterio de transversalidad, lo que se
concreta en la incorporación de la perspectiva de género a través de talleres “Empowerment”,
Talleres dirigidos a mujeres para la sensibilización hacia el emprendimiento.
Las políticas públicas de empleo 261
39
Con el tiempo, y a partir de la puesta en marcha de acciones a través del EQUAL, se dará espe-
cial valor a proyectos de autoempleo colectivo (cooperativas de trabajo asociado y sociedades
laborales).
Las políticas públicas de empleo 263
40
La Concejalía colaborará también con otras asociaciones empresariales como AMECHE para
el desarrollo de campañas y talleres, pero sin articular formalmente un convenio de estas ca-
racterísticas.
264 Mª José García Solana
Para finalizar este apartado, es importante señalar que los Convenios se eje-
cutaron de forma colaborativa utilizando los recursos existentes en la Concejalía
y la UPTA. Ésta asignó personal propio a la Concejalía, donde se desarrolló de
forma directa el programa en coordinación con el personal de orientación y pro-
moción laboral.
El programa de Incentivos a ideas empresariales surge en el año 2002 y se des-
tinó a sufragar, inicialmente con fondos propios del Ayuntamiento, empresas de
nueva creación. Las siguientes ediciones de esta iniciativa aparecieron dentro del
programa Accede y posteriormente se incorporaron al Programa Emprende+ de
la Iniciativa Comunitaria EQUAL (2004-2007)41 con cofinanciación municipal.
En el proceso de implementación, la Concejalía influyó de forma clara, tanto en el
marco de formulación, como en el plan de ejecución y las acciones desarrolladas.
41
Este Pograma se financiaba de la manera siguiente: un 50% por el FSE (Unión Europea), un
7,43% por el IMADE (CM) y un 42,57% por el Ayuntamiento.
266 Mª José García Solana
42
La aparición como referente constante de esta asociación se debe a la distribución y asignación
territorial que se realizó desde las asociaciones empresariales de los municipios de Madrid.
Las políticas públicas de empleo 267
Periodos Criterios
2003-2006 Establece 6 criterios aunque no se determinan en la documentación analizada.
2008-2010 a. Viabilidad técnica, económica y financiera de la actividad empresarial pro-
puesta.
b. Iniciativas empresariales donde al menos el 50% de los/as socios/as, pertenez-
can los siguientes colectivos: mujeres, mayores de 45 años, personas con discapa-
cidad, jóvenes (menores de 30 años) e inmigrantes.
c. Creación prevista de empleo directo e indirecto y estabilidad de los puestos
a crear. Se dará prioridad al fomento de la contratación de mujeres en puestos y
categorías en las que estén subrepresentadas.
d. Impacto del proyecto empresarial en el desarrollo de la igualdad de oportuni-
dades en el terreno socio-laboral (conciliación entre la vida laboral y familiar).
e. Proyectos que apoyen la adaptabilidad de las empresas.
f. Capacidad técnica y empresarial de los/as emprendedores/as.
g. La actividad empresarial deberá permanecer en funcionamiento al menos du-
rante dos años desde la fecha de recepción de los incentivos, lo que se constatará
mediante el documento acreditativo del pago del impuesto de sociedades (perso-
nas jurídicas) y de la declaración de IRPF (personas físicas).
Fuente: Elaboración propia.
43
Dentro de la documentación abordada, en los primeros años se detallan líneas generales, pero
no los criterios objetivos que incluyen o excluyen los proyectos.
44
Las medidas y propuestas de desarrollo del comercio aparecen recogidas en los programas
electorales de los tres partidos que han ocupado la Concejalía. Durante los primeros años este
tema tiene gran intensidad, gracias a los estudios realizados, después se estanca y durante los
últimos años vuelve a ocupar un espacio propio dentro de la Concejalía.
268 Mª José García Solana
Tabla 32. Evolución del marco institucional y actuaciones del Plan de Comercio
del CAPI (Centro de Acceso Público a Internet). Es por lo tanto una iniciativa pionera
en el momento que surge y novedosa a nivel municipal.
Entre sus elementos objetivos:
▪ Universalizar el acceso a las nuevas tecnologías entre los ciudadanos de
Coslada.
▪ Facilitar la incorporación de las nuevas tecnologías a las PYMES y el comercio.
▪ Mejorar las expectativas de empleo de los desempleados de Coslada, a tra-
vés del teletrabajo y la dinaminación de nuevos nichos de negocio.
Este Telecentro orientó sus acciones a los dos colectivos recurrentes de la Con-
cejalía: tejido empresarial y usuarios, con el fin de superar la “fractura digital”
(Memoria, 2000: 47) y potenciar el teletrabajo. Se detallan a continuación ambos
grupos objetivo:
▪ Usuarios:
o Trabajadores desempleados. Facilita la inserción laboral en los nuevos
perfiles profesionales que ofrecen los nuevos yacimientos de empleo vin-
culados a las nuevas tecnologías.
o Emprendedores que buscan nuevos nichos de negocio vinculados a las
nuevas tecnologías, fomentando la actividad emprendedora.
▪ Tejido empresarial del municipio: PYMES y sector comercial apoyo en la
incorporación de nuevas tecnologías.
En los años 2001 y 2002 se procede a un análisis detallado del perfil de las em-
presas ubicadas en el territorio con el fin de conocer las repercusiones y el grado
de aceptación que tenían las nuevas tecnologías como herramienta de competiti-
vidad y mejora económica45. Este estudio dio origen a la creación de un Observa-
torio destinado a medir el grado de implantación de las nuevas tecnologías y los
perfiles profesionales más demandados en este sector.
De los resultados del estudio se dedujo la necesidad de diseñar diferentes itinera-
rios formativos y de asesoramiento en función de la situación en la que se encontrara
la empresa (empresas con un gran nivel de implantación tecnológica, con departa-
mentos propios y que tienen cubierta la necesidad; empresas poseedoras de tecnología
básica; y micropymes que tienen un desconocimiento absoluto de las nuevas tecnolo-
gías y no lo ven como un mecanismo de potenciación de sus negocios).
45
El estudio y la creación del Observatorio Permanente sobre Nuevas Tecnologías de la Infor-
mación y la Comunicación se realiza mediante un Convenio de Colaboración con la UCM,
Máster en Investigación, Gestión y Desarrollo Local.
272 Mª José García Solana
Este proceso de diagnóstico dio origen a nuevos servicios, que se irán amplian-
do e integrando con el resto de actuaciones de orientación y promoción local,
siguiendo la dinámica del SIRED:
▪ Asesoría tecnológica. Comienza con la creación de un observatorio desde
el que cuantificar la implantación de las nuevas tecnologías en el sector em-
presarial del municipio, a la vez que se detectaban perfiles profesionales más
demandados, con el fin de planificar el asesoramiento y la formación que se
y proponía desde la Concejalía.
▪ Diseño de itinerarios formativos tanto para desempleados como empresas;
primero alfabetización digital y posteriormente cursos básicos; dos líneas
especializadas, una en internet (internet y sus aplicaciones, teletrabajo, co-
mercio electrónico, catalogación digital homologada universal) y otra en
informática (diseño gráfico asistido por ordenador, diseño web, reparación
y mantenimiento equipos informáticos, y administración y mantenimiento
redes informáticas). Finalizado el telecentro se reorientarán estas acciones a
través de otros programas.
La evolución del proyecto permitió el surgimiento de otro tipo de productos
como: creación portal de autónomos, foro de discusión empresarial bimensual
con la participación de asociaciones empresariales, tele prácticas, red de contac-
tos, creación de un boletín digital, además de difusión de información tecnológica
y jornadas de sensibilización. Aunque como tal este proyecto no continúa en la
actualidad, numerosas de sus iniciativas se mantienen integradas en otros servi-
cios dentro de la Concejalía.
Vivero de Empresa, Centro de Base Tecnológica y actual CEXCO. Aunque for-
man parte del Programa de Emprendedores, debido a su impacto sobre el territorio y
el volumen de inversión que suponen, merece que dediquemos un apartado propio a
los espacios de promoción económica. Estos centros buscan ser un instrumento faci-
litador para la implantación de nuevas empresas en el municipio, completando así la
oferta de servicios de promoción y desarrollo empresarial de la Concejalía.
A través del Convenio de Colaboración que se suscribió en el mes de diciembre
de 2000 se promovió la creación de un Vivero de Empresas46 en el que se integra-
ban varios actores clave, tanto en su inicio como en su implantación: la CM, a
través del Instituto Madrileño de Desarrollo, la Cámara de Comercio e Industria
46
Situado en el Centro de Transportes de Coslada, cuenta con una superficie de 600 metros cua-
drados y dispone de 16 locales, uno de ellos destinado a sala de reuniones, con dimensiones
entre los 25 y 40 metros cuadrados, dotado de servicios comunes (Memoria, 2001:37).
Las políticas públicas de empleo 273
47
El peso en las decisiones de estos actores está íntimamente relacionado con la aportación eco-
nómica que se realiza para su creación.
48
Su construcción supondrá en el año 2002 una inversión de 2.586.313,70 €.
49
El Centro de Empresas de Base Tecnológica tiene 2000 metros cuadrados distribuido en 27
locales, 6 de 33 y 21 de 50 metros cuadrados. En cuanto a las zonas comunes cuenta con una
sala de juntas, un salón de actos y aulas de formación.
274 Mª José García Solana
entre ellos, una guardería para dar servicio al polígono de la zona y a las empresas
ubicadas en el centro.
La valoración de los proyectos de empresas, interesadas en entrar en el Centro
de Empresas de Base Tecnológica (en adelante CEBT), se llevó a cabo mediante la
participación, de una forma activa e institucionalizada, de los mismos agentes que
participaron en el Vivero: Ayuntamiento, Centro de Transportes de Coslada (CTC),
Cámara de Comercio de Madrid e IMADE. El afianzamiento de esta colaboración y
la creación de redes entre empresas y entidades vinculadas al transporte y logística,
entre otros, influirá en la orientación del programa de formación de la Concejalía,
como hemos visto anteriormente. En el proceso de participación y decisión, junto a
los miembros que integraban la Comisión, se unirá un representante del CEBT.
En lo que respecta a la dinámica del CEBT, al igual que en el Vivero de empre-
sas, estos locales se contrataban en régimen de alquiler por un periodo máximo
de tres años y se debían reunir determinados requisitos: viabilidad técnica y eco-
nómica, creación de empleo, economía social, conciliación de la vida familiar y
laboral etc. El mayor interés de estos espacios era facilitar la puesta en marcha de
las empresas mediante alquileres inferiores a los precios del mercado.
El CEBT, durante su funcionamiento, realizó actividades propias de difusión y
captación de nuevos usuarios, pero además conectaba con la Concejalía de Desa-
rrollo Económico y Empleo a través de la Asesoría para la Creación de Empresas.
En este sentido, hay que tener en cuenta que la Concejalía asignó personal propio
al Centro. En concreto, 2 agentes de empleo y desarrollo local y 1 auxiliar admi-
nistrativo.
La Tabla 33 aborda algunos criterios clave en el funcionamiento de estos cen-
tros de promoción empresarial y muestra la continuidad y los ajustes en algunos
elementos.
50
http://cexcoslada.com/ Consultada 28/05/2014.
276 Mª José García Solana
de otros sectores, durante el funcionamiento del Vivero, los criterios más restrictivos
provocaron que algunas empresas interesadas quederan excluidas en el proceso de
admisión, fundamentalmente por no pertenecer a alguno de los sectores clave.
Los primeros años de puesta en marcha del Vivero de empresas se produjo una
lista de espera para acceder a él y una ocupación del 100%. Si bien, los siguientes
años debido a la crisis económica, los precios del alquiler de locales, el aumento
de espacios con la creación del CEBT, entre otras cuestiones, dificultaron su ocu-
pación. Así a principios de 2007, de los 27 locales existentes, 17 estaban ocupa-
dos y libres 10 (65% aproximado de ocupación). En 2008 se pasa a un 75% de
ocupación, pero a partir de 2009 no tenemos datos, aunque se confirma que se
llega a estar por debajo del 50%. Esta situación se complica con la desaparición
(en 2011) del IMADE y el abandono o “retirada” del resto de participantes del
proyecto, quedando el CEBT en un limbo.
A partir de diciembre de 2013 se intentó impulsar el CEBT con la creación
del CEXCO (Centro de Excelencia Empresarial) y la cesión de la gestión a una
entidad privada.
• Tercer eje de Servicios. El desarrollo de programas procedentes de acuerdos,
subvenciones o convenios influye de forma directa en el público objetivo y su entor-
no, como hemos podido comprobar, si bien la creación del SIRED implica introducir
criterios de estabilidad y continuidad con la creación de un servicio público de empleo
y promoción económica de carácter local. El referente que se quiere incorporar con la
idea de servicio público es el de intervenir de forma constante en el territorio y gene-
rar mecanismos de fidelización con actores, usuarios y beneficiarios. En este sentido,
“toda política pública busca modificar u orientar la conducta de grupos de población
específicos, ya sea de manera directa o actuando sobe el entorno de tales actores”.
(Subirats, et al., 2008: 40). La continuidad en la prestación de los servicios garantiza
una mayor probabilidad de transformación de dichos comportamientos.
En el epígrafe de servicios, la Concejalía incluye la prestación directa y personali-
zada de una serie de acciones que integran este apartado. En concreto, las siguientes:
Las políticas públicas de empleo 277
51
Fondo Social Europeo en un 50%, el Ayuntamiento de Coslada en un 26,27% y por la Direc-
ción General de la Mujer en un 23,73%.
Las políticas públicas de empleo 279
Para realizar una correcta interpretación de los datos hay que tener en cuenta
varias cuestiones:
– La Concejalía durante este tiempo no ha gestionado ofertas de ETT’s ni aque-
llas inferiores a un mes de duración, lo que influye en los datos de forma cla-
ra. Salvo en 2000 que fue el único año que sí incorporó este tipo de ofertas.
– El aumento de procesos de preselección es principalmente atribuible a una
mejor intermediación y ajuste entre las ofertas y las demandas. El incre-
mento en las cifras de 2007 se debe a que el Ayuntamiento participó en la
recogida de solicitudes de empleo para el nuevo Hospital del Henares.
– El número de inserciones, que aparecen en la tabla, corresponde a las inser-
ciones comunicadas por las empresas, pero no siempre se ha producido ese
feed-back.
– Como muestran las cifras, existe un volumen importante de atenciones a
mujeres, podemos comprobar cómo las diferencias entre hombres y muje-
282 Mª José García Solana
res se acortan en los últimos años cuando aparecen las primeras evidencias
claras de la crisis económica.
– Por otro lado, las ofertas recibidas han aumentando durante estos años, pero a
partir de 2007, y principalmente en 2008, la bajada es sustancial.
– Otros datos que también son analizados y recogidos por la Bolsa de Empleo
municipal, que servirán para tener una muy acertada visión de la tendencia del
mercado de trabajo y de los sectores económicos del municipio, son la forma-
ción y las edades de la población demandante. En este sentido, el mayor núme-
ro de demandantes se ubica en estudios secundarios (ESO, EGB, BUP y COU).
Además, se aprecia una disminución de demandantes con estudios primarios,
pero su presencia aún es significativa (por ejemplo, en 2001 son un 32%, en
2003 un 31,2% y en 2006 un 16,2%). Los titulados con estudios universitarios
han variado desde el 21% en el 2000 hasta el 9% en el año 2009. Respecto a
los demandantes según edades, hasta el 2006 la horquilla de edad principal se
centraba entre los 16 y 25 años, en 2006 se amplía hasta los 36 y a partir de
2007 los hombres se ubican entre los 26 y 36, mientras que las mujeres ocupan
la banda de 46 a 55 años.
– Es importante señalar que la cercanía y detección de necesidades desde lo
local es evidente porque a partir de 2008, cuando comienzan los primeros
efectos de la crisis, se incorporan datos de demanda de personas inmigran-
tes, tal y como se refleja en la Tabla 38. Estos datos darán origen a nuevos
programas dentro de la subvención de colaboración con las Corporaciones
Locales e EQUAL.
52
Se ofrecen los datos de las más relevantes.
Las políticas públicas de empleo 283
Tabla 39. Comparativa acciones del servicio de orientación laboral y del programa
OPEA
Acciones del servicio de orientación laboral Acciones OPEA
Orientación para el empleo Tutoría individualizada
– Entrevistas con las orientadoras para determinar un diagnóstico del (TI).
usuario y realizar determinadas acciones. Desarrollo de Aspec-
– Información para el empleo (bolsas, dosieres de prensa, fondo docu- tos Personales para la
Ocupación (DAPO).
mental.
Grupo de Búsqueda de
– Formación para el empleo. Gestión de plazas. Empleo (GB).
– Inserción en la bolsa de empleo. Información y Motiva-
– Planes personales de empleo. Trabajo sistemático de una orientadora ción para el Autoem-
y el trabajador desempleado de tal forma que a lo largo de varias pleo (INMA).
semanas trabajen aspectos como la definición de su objetivo profe- Asesoramiento de Pro-
sional y su itinerario personalizado de empleo. yectos Empresariales
– Seguimiento personalizado de cada una de las acciones con el fin de (APE).
corregir las dificultades que surjan.
Fomento para el autoempleo
– Acogimiento del emprendedor. Entrevista inicial para elaborar diagnóstico de
necesidades y demandas de servicios.
– Información puntual sobre ayudas, subvenciones, organismos y organizacio-
nes demandadas por el emprendedor/a.
– Inclusión del emprendedor/a en programas formativos.
– Asesoramiento del proyecto, tutorización, gestión de subvenciones y gestión
de plazas en el vivero.
– Seguimiento de las acciones con cada usuario/a.
Fuente: Elaboración propia.
económica se reflejan en el aumento de las atenciones entre los hombres, que en-
tran de forma clara en este y otros programas a partir de 2008.
Finalizado el programa OPEA será el servicio de orientación (en este momento con
una persona) el que asumirá la actividad y acciones que tiene asignado este servicio.
Servicio de promoción laboral. Este servicio es central dentro del funciona-
miento del SIRED ya que conecta con todos los programas en los que existe el
contacto con el sector económico y empresarial del municipio, así como, nuevas
empresas. Hasta el año 2003 forma parte del segundo eje estratégico de la Con-
cejalía y posteriormente pasa al ámbito de los servicios. Estuvo integrado por dos
promotores laborales, personal de la Concejalía, que darían continuidad a este
servicio hasta 2011, cuando desaparecen las plazas y los dos orientadores labora-
les se reparten la orientación y la promoción.
Al ser un recurso municipal, algunos años vinculado a la subvención de Agen-
tes de Empleo y Desarrollo Local, el margen de actuación es mayor que en otros
programas. De este modo, desde el inicio, en este servicio se ha establecido un
procedimiento a seguir para los contactos y visitas a empresas, que se detalla a
continuación (Memoria, 2005 91).
▪ El primer paso es disponer de bases de datos o listados de empresas de
distintos medios (guía de la Cámara de Comercio de Coslada, nuevas altas
registradas en el IAE municipal, páginas amarillas, Catálogo de Empresas
del municipio)
▪ Se clasifican los listados dependiendo de la actuación a llevar a cabo: em-
presas según actividad económica, empresas por núm. de trabajadores, em-
presas de un determinado sector industrial, etc.
288 Mª José García Solana
Las cifras sobre visitas a empresas han variado a lo largo de los años y no se
muestra un recuento continuado de las mismas, así en 2005 se contactaron con
1436 empresas y se visitaron 407, mientras que en 2008 se contactaron con 1128
y se visitaron 118. Es difícil valorar los datos sin más referencias, aunque la finali-
dad y utilidad de este servicio es clara, más cuando es clave para el éxito de otros
programas, ya que concentra en un único servicio tanto el contacto con empresas
como la interconexión con otros proyectos.
Para terminar este apartado, cabe señalar que, junto a estos servicios, la crea-
ción del llamado Club de Empresas refuerza la relación y el asesoramiento per-
sonalizado que durante estos años se ha querido desarrollar con las empresas del
municipio. Este programa incorpora servicios de asesoramiento técnico on-line en
calidad, prevención de riesgos y medio ambiente. Este instrumento ha permitido
una colaboración intensa con asociaciones empresariales y el contacto con otros
actores que realizan acciones similares fuera de la CM. La Tabla 43 muestra algu-
nos datos relativos al periodo 2002-2005.
53
La solicitud de esta iniciativa comunitaria implica la creación de mesas de trabajo locales-mesa
regional, así como la elaboración de diagnósticos, la planificación-programación de acciones y
un proceso de aprobación que abordaremos en otro momento, ya que por extensión es mate-
rialmente imposible.
292 Mª José García Solana
54
En esta Tabla únicamente se muestran los programas recogidos hasta 2010, ya que las memo-
rias de los siguientes años se encuentran en proceso de elaboración.
55
Falta de formación, falta de cualificación, falta de habilidades laborales y falta de interco-
nexión entre empresas, entre otros.
Las políticas públicas de empleo 293
a) Evaluación de proyectos
La mayor parte de criterios y mecanismos de evaluación, de los programas
anteriormente analizados, vienen determinados por las órdenes de subvención
donde se establecen objetivos evaluativos. A pesar de ello, el margen de adapta-
ción de los programas al contexto municipal ha permitido la aparición de criterios
y procesos propios en la evaluación de la ejecución. Un ejemplo claro son los
programas de CO, ET y TE que introducen criterios de evaluación sobre la acción
formativa-laboral y sobre los alumnos/as. Este proceso evaluativo facilitó el ajuste
del proyecto diseñado con las acciones que realmente se estaban desarrollando y,
con ello, orientar el comportamiento de los alumnos para mejorar la ejecución
del programa (evaluación de proceso). Esta aportación desde el ámbito munici-
pal se concreta en 2004 en una serie de elementos de evaluación, posteriormente
extrapolados a otros programas. La Tabla 47 muestra los criterios y procesos de
evaluación en el programa de Casas de Oficio a partir de los cuales se evaluará
su desarrollo, ya que de él depende que se alcancen los objetivos y resultados
propuestos:
56
Se convierte en un requisito la obtención y certificación ISO para la realización de las acciones
formativas certificadas.
294 Mª José García Solana
Evaluación de proceso
Criterios Proceso y fases de la evaluación
▪ Implicación responsa- La programación de la evaluación tendrá en cuenta las siguientes
ble y activa en el pro- funciones:
ceso formativo ▪ De orientación: se valorará en qué medida se han cumplido los
▪ Adquisición de des- objetivos propuestos ajustando el proyecto y los procedimientos
trezas y capacidades didácticos propuestos.
para afrontar eficaz- ▪ De motivación y refuerzo: motivación para el estudio, el alumno
mente la inserción so- puede percibir la utilidad del proyecto de formación y la aplica-
cial y laboral. bilidad de los conocimientos.
▪ Asistencia-participa- ▪ De valoración de programas y procedimientos: la valoración de
ción-puntualidad la tarea es uno de los principales objetivos de la evaluación,
▪ Integración en el gru- constituye así la posibilidad de garantizar la efectividad de la
po función docente y acercamiento del proyecto a la realidad y
▪ Desarrollo de una ac- necesidades de los destinatarios. Un adecuado proceso de eva-
titud crítica de opinio- luación permite ajustar los métodos didácticos adecuar la actua-
nes personales ción de los profesionales que intervienen en el proceso de ense-
▪ Adquisición de con- ñanza aprendizaje y responder a las necesidades y expectativas
tenidos y técnicas de del alumnado.
trabajo específico
Las siguientes fases:
▪ Responsabilidad y
▪ Evaluación inicial: se realiza al comienzo del programa, per-
desempeño del pues-
mitirá realizar la adaptación del plan que se ha trazado a las
to de trabajo
necesidades del alumnado, en este momento valoraremos los
▪ Participación de jó-
conocimientos y actitudes previas de forma individualizada.
venes en proyectos
Instrumentos: entrevista, test, pruebas de nivel, guías de observa-
sociales y culturales
ción de comportamiento.
de su localidad y co-
Obtendremos información sobre rendimiento académico, apti-
munidad
tudes, intereses académicos, profesionales, así como motivación
hacia el programa, permitiendo individualizar la programación,
a las carácter de los jóvenes.
▪ Evaluación procesal: nos permite valorar el desarrollo de los
aprendizajes en el alumnado a través de la recogida sistemática
de datos en guías de observación, diarios de clase,
Este momento de la evaluación hace posible el seguimiento
personalizado del proceso de aprendizaje y en consecuencia
permite decidir sobre ajustes, ritmo, refuerzos revisión recursos
metodológicos, actividades de apoyo.
Instrumentos: reuniones periódicas semanales en las que se tra-
ta el seguimiento individualizado de cada alumno y grupal de
cada módulo, los aspectos a modificar, suprimir, afianzar, para
alcanzar objetivos propuestos.
Instrumentos: guías de observación y registro, cuestionarios ora-
les y escritos, exámenes orales y escritos, trabajos prácticos y de
investigación, trabajo individual y grupal, resolución problemas
participación y autoevaluación.
Fuente: Elaboración propia.
Las políticas públicas de empleo 295
Programas 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010
Bolsa de Empleo 552 527 451 520 513 540 465 232 149 43
Aprender en la em- 15 14 27 11 8 -- -- -- --
presa
Discapacidad 18 41 34 -- -- -- -- -- -- --
Empresa ordinaria,
centro especial, em-
pleo con apoyo)
Prácticas profesio- -- -- -- -- 2 -- -- -- -- --
nales
Casa de Oficios -- -- -- -- 15 -- -- -- -- --
Taller Empleo -- -- -- -- 9 20 -- 28 47
Escuelas -- -- -- -- -- -- -- -- -- 39
CCLL -- -- -- -- -- -- -- -- 31 24
296 Mª José García Solana
OPEAS 68 -- -- -- -- -- -- -- 8 8
25%
Pacto local empleo -- -- -- -- -- -- -- -- 5 23
Plataforma cualifi- -- -- -- -- -- -- -- -- 8 9
cación
Formación Conve- -- -- -- -- 58 -- 65 -- 35 --
nio CM
Fuente: Elaboración propia.
Tabla 50. Número de encuestas recogidas por programa desde el servicio de Atención
Ciudadana
La Tabla 51 muestra las preguntas realizadas y su nota global sobre los servi-
cios de la Concejalía, si bien, a partir del 2007 se aplicará también esta relación
de preguntas a varios servicios de forma individual-CAPI, Bolsa de Empleo, Taller
de Empleo-guión, aunque no de forma continuada, según los datos que se han
podido contrastar.
57
La Concejalía obtuvo en el año 2006 una puntuación entre 286 y 310 puntos. En el año 2007
la Concejalía fue auditada por la evaluadora del Modelo EFQM de Club de Excelencia de la
Calidad, obteniendo una puntuación entre 260 y 285.
Las políticas públicas de empleo 299
Bolsa de empleo/Empresas
Nº Preguntas Muy Satis- Bastante Satisfactoria NC
factoria satisfactoria
1 Atención Personal dada por los tra- 53.3% 36,7% 10% --
bajadores/as
2 Atención telefónica proporcionada 60% 33,3% 6,7% --
3 Horario de atención 46,7% 30,3% 23% --
4 Cumplimentación de los formula- 40% 30,3% 26,7% 3,3%
rios e impresos
5 Explicación recibida del proceso 43,3% 36,7% 13,3% 6,7%
administrativo del servicio
6 En general, cuál es su valoración 43,3% 40% 13,3% 3,4%
sobre la actuación de la Concejalía
Fuente: Elaboración propia.
La Tabla 54 refleja las mejoras que serían necesarias desarrollar según criterio
de los usuarios.
torno. La evalución debería entenderse como una oportunidad para potenciar todo
el esfuerzo de integrar políticas y servicios orientados a los ciudadanos.
La Tabla 55 expone, a modo de resumen, cada fase del ciclo analítico, así como
los productos, decisiones y acciones vinculadas a cada etapa en la política de em-
pleo de Coslada.
Tabla 55. Fases del ciclo de la política pública y productos de las políticas de empleo
Por último, entre las cuestiones clave que hacen que esta política municipal
haya sido novedosa, encontramos la visión estratégica e integral de las acciones.
Un ámbito en el que el volumen de actores y programas se amplía y varía de for-
ma constante necesita una coherencia discursiva que se refleje en la acción. Este
es un punto fuerte que debe seguir potenciando la Concejalía, a pesar de la falta
de recursos. Si bien, es necesario incluir dicha visión transversal en el ámbito de la
evaluación, poco desarrollado y orientado más a criterios de calidad.
A pesar del cierre de programas, como consecuencia de los recortes económi-
cos y falta de impulso político, sí sería necesario retomar las redes de actores que
han participado estos años y generar espacios de intercambio y coproducción de
servicios públicos. Puesto que la alternativa para el demandante es un vacío de
servicios y programas, que no es admisible en el ámbito municipal tan cercano a
las necesidades de sus ciudadanos.
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Capítulo 10
Las políticas públicas de medio ambiente. El caso de la
política medioambiental en la ciudad de Zaragoza
SUMARIO: 1. Introducción. 2. Las políticas públicas de medio ambiente. 2.1. Los frutos de un
consenso global: la definición del desarrollo sostenible y la política. 2.2. La institucionalización
de las políticas de sostenibilidad urbana en España. 3. Estudio de caso: La política medioam-
biental en la ciudad de Zaragoza. 3.1. El problema medioambiental en Zaragoza. El proceso
de formación de la agenda. 3.2. La formulación de la política medioambiental. 3.3. La imple-
mentación de la política medioambiental. 3.4. La evaluación de la política medioambiental. 4.
Conclusiones: Recapitulación y Reflexiones finales. 5. Bibliografía.
1. INTRODUCCIÓN
Los factores que han propiciado la institucionalización de las políticas ambien-
tales a nivel global han sido diversos: 1) el incremento de los efectos de la degra-
dación ambiental generada por la actividad industrial o las pautas de consumo
de recursos naturales; 2) la aceptación de situaciones de desigualdad e inequidad
ambiental; 3) la creciente sensibilización de la ciudadanía y los poderes públicos;
4) el impulso de estrategias globales de fortalecimiento de políticas de protección,
promoción y sanción; y 5) nuevos enfoques que valoran los recursos naturales
como una fuente de riqueza y empleo. Estos han sido algunos de los hitos que han
facilitado el desarrollo de un marco teórico, estratégico y procedimental que ha
facilitado el desarrollo de las políticas de sostenibilidad ambiental en el ámbito
local.
A ello también ha contribuido el fortalecimiento institucional de las admi-
nistraciones municipales y el reconocimiento de lo local y sus instituciones en el
desarrollo urbano como interlocutoras de primer orden frente a la ciudadanía.
El reconocimiento de esta capacidad de liderazgo en el impulso de políticas con-
cretas que hacen tangibles respuestas a la degradación ambiental es un valor que
pone de manifiesto la ineficiencia que demostraron las instituciones internaciona-
les en la lucha contra el cambio climático y la justicia ambiental (Berman, 1996).
Esta realidad se ha consolidado también como una tendencia constante en el
ámbito de la gestión pública municipal española y, con mayor o menor continui-
306 Pilar Mairal Medina
1
ONU (1987) Nuestro futuro común. Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desa-
rrollo. Asamblea General de Naciones Unidas.
308 Pilar Mairal Medina
2
La Agenda 21 señala, como bases de actuación en su capítulo 28, que “las autoridades locales
se ocupan de la creación, el funcionamiento y el mantenimiento de la infraestructura econó-
mica, social y ecológica, supervisan los procesos de planificación, establecen las políticas y
reglamentaciones ecológicas locales y contribuyen a la ejecución de las políticas ambientales
en los planos nacional y subnacional”. Como “autoridad más cercana al pueblo, desempeñan
una función importantísima en la educación y movilización del público en pro del desarrollo
sostenible”. Mediante la celebración de consultas y la promoción de un consenso, las autori-
dades locales recibirían aportes de la ciudadanía y las organizaciones cívicas, empresariales e
industriales locales y obtendrían la información necesaria para formular las mejores estrate-
gias. (…) Los programas, las políticas, la legislación y las reglamentaciones de las autoridades
locales para lograr los objetivos del Programa 21 se evaluarían y modificarían sobre la base de
los programas locales aprobados en el marco del Programa 21” (ONU. Programa 21. Depar-
tamento de Asuntos Económicos y Sociales. División de Desarrollo Sostenible. 1992).
3
“Ciudades Europeas Sostenibles” tiene como finalidad “contribuir a una mayor reflexión sobre
la sostenibilidad de las zonas urbanas europeas, fomentar un amplio intercambio de experien-
cias, difundir las mejores prácticas de sostenibilidad a nivel local y, a largo plazo, formular
recomendaciones que influyan en la política local, regional, de los Estados miembros y de la
Unión Europea” (Informe Proyecto Ciudades Europeas Sostenibles. Comisión Europea. Direc-
ción General de Medio Ambiente, 1998).
310 Pilar Mairal Medina
La siguiente Tabla recoge los principales hitos internacionales y europeos que han
marcado el desarrollo de las políticas medioambientales y la incorporación de crite-
rios de sostenibilidad en el ámbito urbano. Se sintetizan también sus principales apor-
taciones con el objetivo de ofrecer una visión cronológica del avance conceptual y de
las orientaciones que se han ido estableciendo en términos de prioridades y logros:
4
El Reglamento de Actividades Molestas, Insalubres, Nocivas y Peligrosas (RAMINP) de 1961
y la Ley 15/1975, de 2 de mayo, de Espacios Naturales Protegidos y Ley 38/1972, de 22 de
diciembre, sobre Protección del Medio Ambiente Atmosférico fueron las bases de partida del
Derecho Ambiental español.
5
La Constitución Española de 1978 establece que “El Estado se organiza territorialmente
en municipios, en provincias y en las Comunidades Autónomas que se constituyan. Todas
estas entidades gozan de autonomía para la gestión de sus respectivos intereses” (art. 137),
mientras que la Carta Europea de la Autonomía Local define este principio como “el dere-
cho y la capacidad efectiva de las Entidades locales de ordenar y gestionar una parte im-
portante de los asuntos públicos, en el marco de la Ley, bajo su propia responsabilidad y en
beneficio de sus habitantes” (art. 3.1.), fortaleciendo a las autoridades locales al delimitar
los parámetros de la atribución de sus competencias. A este respecto, la Carta señala que
“Las competencias encomendadas a las Entidades locales deben ser normalmente plenas y
Las políticas públicas de medio ambiente 313
reguladora de las Bases del Régimen Local (LBRL) y sus sucesivas modifica-
ciones.
La LBRL consigna como competencias propias de los municipios los si-
guientes ámbitos de actuación de carácter ambiental: medio ambiente urbano
(parques y jardines públicos, gestión de los residuos sólidos urbanos y pro-
tección contra la contaminación acústica, lumínica y atmosférica en las zonas
urbanas) (art. 25b); abastecimiento de agua y gestión de aguas residuales (art.
25c); infraestructuras viarias (art. 25d); prevención y extinción de incendios
(art. 25f); tráfico y movilidad (art. 25g); y protección de la salubridad pública
(art. 25j).
De esta delimitación competencial pueden contemplarse políticas y servi-
cios vinculados al diseño y el planeamiento urbano, la promoción del patri-
monio ambiental como recurso turístico, el desarrollo de políticas de ahorro y
eficiencia energética vinculadas a la gestión de vivienda de protección pública,
transporte urbano o equipamientos municipales o el impulso de procesos de
participación ciudadana en torno a iniciativas locales ambientales.
La siguiente figura (Tabla 2) recoge esta evolución a partir de dos mo-
mentos que marcan el desarrollo de la agenda medioambiental municipal en
España, como fueron el diseño territorial del Estado (en concreto la delimi-
tación competencial de las administraciones locales a partir de la LBRL) y la
integración en la UE. Estos hitos han sido fundamentales porque han marcado
la orientación y las prioridades de las políticas municipales de medio ambiente
y han delimitado la cartera de servicios de las Administraciones locales:
completas. No pueden ser puestas en tela de juicio ni limitadas por otra autoridad central
o regional, más que dentro del ámbito de la Ley” (art. 4).
314 Pilar Mairal Medina
Orientación de las
Hito Tipología de servicios e iniciativas
políticas
Diseño competencial • Política de salubri- • Servicio de recogida de basuras.
básico de administra- dad y mantenimien- • Limpieza viaria.
ciones locales to urbano basada en • Mantenimiento de parques y jardines.
la prestación de ser- • Alcantarillado.
vicios básicos.
Integración de España • Políticas integradas • Servicios de seguimiento y prevención
en la UE (compilación a través de planes de la contaminación (reducción de
y desarrollo normati- estratégicos (Agenda emisiones de CO2, ruido, calidad de
vo) local 21) con siste- las aguas, etc.).
mas exhaustivos de • Tratamiento selectivo y reciclado de
seguimiento y eva- residuos.
luación de actuacio- • Ahorro y eficiencia energética en es-
nes. pacios públicos, equipamientos y
• Participación en viviendas sociales (introducción de
redes de trabajo y energías renovables, sustitución de lu-
coordinación técni- minarias, etc.).
ca de carácter inter- • Planes de movilidad (peatonalización,
institucional, de ám- aparcamientos disuasorios, promoción
bito nacional y euro- del vehículo compartido, renovación
peo. de flotas de transporte público, intro-
• Impulso de la cola- ducción de vehículo eléctrico, servicio
boración público- de préstamo de bicicletas, etc.).
privada como instru- • Sensibilización ambiental y promo-
mento para el trabajo ción de la sostenibilidad.
conjunto con empre- • Impulso de la participación ciudadana.
sas, centros de inves- • Preservación de espacios y recursos
tigación y entidades naturales y biodiversidad, dinami-
sociales. zación y promoción de actividades
• Fomento de la parti- económicas asociadas (turismo, edu-
cipación ciudadana cación ambiental, agricultura local).
en términos de im-
plicación y corres-
ponsabilidad en la
sostenibilidad.
Fuente: Elaboración propia.
6
Se entiende por políticas de proximidad las decisiones y actuaciones de las administraciones
locales orientadas al aprovisionamiento de recursos en el territorio que satisfacen necesidades
individuales o colectivas de carácter económico, social, ambiental o cultural (Mairal, 2009).
7
Vitoria-Gasteiz consiguió la distinción de Capital Verde Europea en 2012 y fue galardonada
con el premio europeo de Excelencia en Políticas de Ciudades para la Construcción Verde. El
Programa de Rehabilitación de Zaragoza fue calificado como best por Naciones Unidas en
2010 y su Centro Ambiental del Ebro obtuvo el Premio a la Mejor Arquitectura Mediterránea.
También el programa “Esto no es un solar” ha obtenido los galardones Innovazione e Qualitá
Urbana y el reconocimiento de Netherlands Architecture Institute. Rivas Vaciamadrid, obtiene
en 2014 el premio de Movilidad Sostenible de la Comisión Europea.
8
Concepto emergente que hace referencia a la capacidad de las administraciones locales para
impulsar nuevos y más eficientes servicios centrados en el ciudadano, incorporando las tec-
nologías de la información y la comunicación como herramientas para mejorar la eficiencia
energética y la sostenibilidad.
316 Pilar Mairal Medina
9
Ebrópolis se crea como una entidad sin ánimo de lucro y cuenta con 13 socios fundadores,
127 de número y 61 colaboradores. Entre las entidades fundadoras destacan el Ayuntamiento
de Zaragoza, Diputación General de Aragón y Diputación Provincial, entidades financieras, la
Cámara Oficial de Comercio e Industria de Zaragoza, la Universidad de Zaragoza, entidades
empresariales, sindicales y asociaciones vecinales.
318 Pilar Mairal Medina
10
La movilización ciudadana más importante que se ha vivido en Zaragoza pudo verse en octu-
bre del año 2000 contra el trasvase del Ebro previsto en el Plan Hidrológico Nacional. Entre
150.000 y 200.000 personas se dieron cita en una manifestación considerada histórica en el
municipio. La reivindicación del Ebro tuvo un claro impacto en la población y pese a que estu-
dios de percepción mostraban que las zonas comerciales de la ciudad eran más valoradas que
las riberas de los ríos, la ciudadanía veía positiva la integración de los espacios naturales y los
núcleos urbanos, así como el desarrollo de corredores que terminasen con el aislamiento de las
riberas y la naturaleza urbana (López, 2010).
320 Pilar Mairal Medina
11
Previamente, en septiembre de 1996, el Pleno Municipal había acordado el Reglamento Mar-
co de los Consejos Sectoriales de Zaragoza, que fue la base para la constitución del Consejo
Sectorial de Medio Ambiente, a través de acuerdo plenario suscrito en julio de 1998. En 2004
pasaría a denominarse Consejo Sectorial de la Agenda 21 Local.
324 Pilar Mairal Medina
FiguraFigura 1. Mapa
1. Mapa de actores
de actores y relaciones en
y relaciones en el
el proceso
procesodede
formulación de la de
formulación política
la política
medioambiental de Zaragoza
medioambiental de Zaragoza
Fuente: Informe Candidatura Capital Verde Europea 2016 (Ayuntamiento de Zaragoza, 2014).
Fuente: Agenda 21: Trabajando para una ciudad sostenible en el siglo. XXI. Memoria 2000-2011. Agencia de
Medio Ambiente y Sostenibilidad. Ayuntamiento de Zaragoza, 2012.
Fuente: Agenda 21: Trabajando para una ciudad sostenible en el siglo. XXI. Memoria 2000-2011.
Agencia de Medio Ambiente y Sostenibilidad. Ayuntamiento de Zaragoza, 2012
Este proceso delimitó la proyección de la política de sostenibilidad, así como
su alcance a través de distintas líneas de actuación. La complejidad y diversidad
Estedeproceso
los ámbitos de intervención
delimitó municipal,
la proyección de laenpolítica
términos deambientales, hizo así
sostenibilidad, que como
el su
Ayuntamiento optase por establecer estrategias sectoriales diferenciadas, aunque
alcancecoordinadas,
a través desobre
distintas líneas
las que de actuación.
abordar Planes que La complejidad
responden y diversidad
a la evolución de las de los
prioridades y a la detección de nuevas oportunidades.
ámbitos de intervención municipal en términos ambientales hizo que el Ayuntamiento
La Tabla 4 recoge la dinámica de generación de estrategias y planes que guían
optase la
por establecer
política estrategias
de medio sectoriales
ambiente urbano dediferenciadas, aunque coordinadas,
la ciudad de Zaragoza. sobre las
La evolución de
las temáticas abordadas da cuenta de las nuevas problemáticas ambientales y las
que abordar Planes que responden a la evolución de las prioridades y a la detección de
prioridades que, en este sentido, se han venido estableciendo desde la elaboración
nuevasdel primer Plan Estratégico. En particular, es interesante poner de relieve cómo
oportunidades.
la ejecución de la Agenda Local 21 y la evaluación de su impacto ha permitido
La Tabla 4 recoge
establecer nuevas la dinámicaque
estrategias dedotan
generación de estrategias
de continuidad y planesretroali-
a esta iniciativa, que guían la
mentan el modelo de ciudad a proyectar y permiten la convergencia de la política
políticalocal
de de
medio ambiente urbano de la ciudad de Zaragoza. La evolución de las
medio ambiente con las prioridades de la UE en esta materia.
temáticas abordadas da cuenta de las nuevas problemáticas ambientales y las
prioridades que en este sentido se han venido estableciendo desde la elaboración del
primer Plan Estratégico de Zaragoza y su entorno. En este sentido, es interesante poner
Las políticas públicas de medio ambiente 329
Estrategias
Estrategia de Cambio Climático y de Calidad del Aire de Zaragoza —ECAZ (2009)
Estrategia de Adaptación al Cambio Climático en la ciudad de Zaragoza (2010)
Estrategia para la conservación de la Biodiversidad de Zaragoza (2012)
Estrategia para la gestión sostenible de la Energía en Zaragoza. Horizonte 2010-2020 (2012)
Planes
Plan Estratégico de Zaragoza y su entorno (1998)
Plan de Mejora de la Gestión y de la Calidad del Abastecimiento de Agua (2002)
2º Plan Estratégico de Zaragoza (2006)
Plan de Movilidad Sostenible (2006)
Plan Director de la Bicicleta (2010)
Plan Director del Parque José Antonio Labordeta (2010)
Nuevo Marco Estratégico de Zaragoza (2011)
Plan de acción contra el Ruido (2011)
Plan Director del río Huerva (2011)
Plan Especial de Protección de la Estepa (2014)
Proyectos europeos
LIFE 1996 “Zaragoza, ciudad ahorradora de agua: pequeños pasos, grandes soluciones”
LIFE 1998 “GALACHO-Zaragoza, development and demonstration of a pilot project for the
development of strategies for multi-agent participation in the decision-making process”
LIFE 1999 “Zaragoza ahorra papel y árboles”
LIFE 2003 “OPTIMIZAGUA”- Demonstration of water saving for watering uses through the
experimentation of artificial intelligence integrated in traditional systems of water control”
PROYECTO RENNAISSANCE 2005. Iniciativa Concerto para la Edificación Sostenible
PROYECTO SWITCH 2006-2011. UNESCO-IHE - Institut for Water Education
LIFE+2012 “ZARAGOZA NATURAL”
LIFE+ 2012 “HUERTAS Km 0”
Fuente: Informe Candidatura Capital Verde Europea 2016. Ayuntamiento de Zaragoza, 2014.
12
Se debe tener en cuenta que el Consejo Sectorial de Medio Ambiente fue reformulado como
Consejo Sectorial de la Agenda Local 21 (Acuerdo del Consejo Sectorial de 2 de junio de 2004
y revisión del Reglamento Marco de los Consejos Sectoriales de Zaragoza de 1996).
334 Pilar Mairal Medina
Auditoría / Acción
Código
Objetivo
Promotor del expediente
Expediente administrativo Número
Fecha de inicio
Servicio/s implicados
No es necesario
Responsable de la elaboración
Tiempo de desarrollo Fecha de inicio
Duración
Fecha prevista de finalización
Estado del proyecto Sin iniciar
(Auditoría o acción) En desarrollo
Finalizado
Medios humanos necesarios Propios
Convenio
Contrato
Medios materiales necesarios Propios
Convenio
Contrato
Características del trabajo
Procesos de participación Órganos municipales
Grupos sociales
Grupos económicos
Procesos de difusión Cauce/s
Colectivos implicados
Indicador implicado
Conclusiones
Fuente: Agenda 21 Zaragoza. Hacia el desarrollo sostenible. Ayuntamiento de Zaragoza.
336 Pilar Mairal Medina
13
Agencia de Medio Ambiente y Sostenibilidad, Instituto Municipal de Salud Pública, Limpieza
pública, Montes y Áreas Naturales, Hacienda, Tráfico y Transportes, Ciclo Integral del Agua,
Conservación y Equipamientos, Gestión tributaria, Oficina de revisión del PGOU, Interven-
ción Urbanística y Servicios Sociales.
14
Confederación Hidrográfica del Ebro, asociaciones vecinales ACU Aragonia, FABZ, Ansar, Al-
focea, Monzalbarba y Juslibol, CAI, Ibercaja, Caja España, Caja Madrid, Cámara de Comer-
cio, Cepyme, CEZ, Ciemat, Cerai, Circe, CEAM; Diputación Provincial de Zaragoza, Gobier-
no de Aragón, Club de encuentros con la Agenda 21 Local, Departamento de Medio Ambiente
de CC.OO- Aragón, Colegio de Físicos, Colegio Oficial de Farmacéuticos de Aragón, Comité
Aragonés de Agricultura Ecológica, CSIC, Consolida Oliver, Coordinadora del Parque Oliver,
Correos, Universidad de Zaragoza, Fundación Ecología y Desarrollo, Endesa, Escuela de Estu-
dios, Sociales, Fundación Nueva Cultura del Agua, Fundación San Valero, Idema, Fundación
Mapfre, Oficina de las Naciones Unidas para la Década del Agua, PAI, Puerto Venecia, SEO/
Birdlife, Uaga, UGT-Aragón, Veolia, VoluntaRíos.
Las políticas públicas de medio ambiente 337
españolas con menores niveles de emisiones de CO2 (KMPG 2011) y dos gobier-
nos municipales del Partido Popular (PP) y tres del Partido Socialista (PSOE) han
mantenido la misma orientación consolidando el sistema integral de gestión del
medio ambiente urbano.
Junto a lo señalado, hay que añadir el reconocimiento internacional de las
experiencia desarrollada por el Ayuntamiento de Zaragoza, que ha supuesto hitos
de gran calado en la ciudad, como la celebración de la Expo del Agua en 2008
y la aprobación de la “Carta de Zaragoza” o “Carta del Agua” por la Asamblea
General de Naciones Unidas en 2010.
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342 Pilar Mairal Medina
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Capítulo 11
Las políticas públicas de igualdad de género.
El caso de las políticas de igualdad de mujeres y
hombres en el País Vasco
1. INTRODUCCIÓN
La consecución de la igualdad de oportunidades de mujeres y hombres cons-
tituye uno de los anhelos consustanciales al establecimiento, la consolidación y
la mejora de la calidad normativa y procedimental de las democracias. Más allá
de la igualdad formal reconocida en el extenso y exhaustivo bagaje normativo
internacional, así como en los diferentes ordenamientos jurídicos regionales y
nacionales, la consecución de la igualdad material, real y efectiva, de mujeres y
hombres, en todos los ámbitos de la vida social, política, económica y cultural,
constituye un reto cuyo logro y realización, requiere de planes de acción e inter-
vención pública, de carácter específico, y que incidan, de forma transversal, en el
conjunto de las políticas públicas.
De esta forma, las políticas públicas de igualdad de género, o para la igualdad
de mujeres y hombres, se han consolidado de forma paulatina y gradual, como
una de las áreas centrales, que involucra a las Administraciones Públicas, a los
actores políticos y sociales, y a las instituciones públicas de los tres poderes del
Estado (parlamentarias, gubernamentales y de justicia) y de los diferentes niveles
de gobierno (desde el internacional y el supranacional, hasta el local), así como al
conjunto de la ciudadanía y de la sociedad civil.
346 Bernabé Aldeguer Cerdá
1
El artículo 19 de la Ley 4/2005, de 18 de febrero, para la Igualdad de Mujeres y Hombres, de
la Comunidad Autónoma del País Vasco, establece que: “1. Antes de acometer la elaboración
de una norma o acto administrativo, el órgano administrativo que lo promueva ha de evaluar
el impacto potencial de la propuesta en la situación de las mujeres y en los hombres como co-
lectivo. Para ello, ha de analizar si la actividad proyectada en la norma o acto administrativo
puede tener repercusiones positivas o adversas en el objetivo global de eliminar las desigual-
dades entre mujeres y hombres y promover su igualdad. 2. El Gobierno Vasco ha de aprobar,
a propuesta de Emakunde-Instituto Vasco de la Mujer, normas o directrices en las que se indi-
quen las pautas que se deberán seguir para la realización de la evaluación previa del impacto en
función del género referida en el párrafo anterior, así como las normas o actos administrativos
que quedan excluidos de la necesidad de hacer la evaluación y el resto de los trámites previstos
en los artículos siguientes”.
Las políticas públicas de igualdad de género 349
2
Artículo 9.2 de la Constitución Española: “Corresponde a los poderes públicos promover las
condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra
sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar
la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social”.
3
Artículo 14 de la Constitución Española: “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda
prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cual-
quier otra condición o circunstancia personal o social”.
Las políticas públicas de igualdad de género 351
4
Para un estudio minucioso del trámite parlamentario para la aprobación de la Ley 4/2005, de
18 de febrero, para la Igualdad de Mujeres y Hombres, ver Martínez, E. & Elizondo, A. (2007).
352 Bernabé Aldeguer Cerdá
5
La brecha salarial entre mujeres y hombres, en base a las causas que la provocan y agravan, y
las consecuencias que de la misma se derivan, constatan la mayor brecha salarial en los sectores
productivos más feminizados, en contraposición con los más masculinizados, siendo igualmen-
te más elevada en las ocupaciones con mayor nivel salarial y las de más baja cualificación, así
como en los contratos indefinidos que no en los de duración determinada, y en las jornadas a
tiempo completo, en relación a los de tiempo parcial. En suma, la brecha salarial se concreta a
partir de factores identificados de la empresa (el sector de la actividad, el tamaño de la empresa,
la titularidad de la empresa, o la ubicación de la misma), los factores sobre los componentes de
la remuneración (las horas extra, los pagos en especie, el pago variable anual —incentivos—,
los complementos salariales, las pagas extra y el salario base), los factores individuales (la
edad, el nivel educativo, la antigüedad, el estado civil y la situación familiar, o la afiliación a un
sindicato), los factores asociados a la estructura del empleo (la jornada, el tipo de contrato, la
categoría profesional, el departamento), e indicadores cualitativos sobre las políticas de igual-
dad en la empresa (EMAKUNDE, 2012).
358 Bernabé Aldeguer Cerdá
Tabla 4. Las mujeres en los Gobiernos Autonómicos del País Vasco (%): Presidentas y
Consejeras (1996-2011)
2011 2009 2008 2007 2006 2005 2004 2003 2002 2001 2000 1999 1997 1996
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del Instituto de la Mujer (Política y Toma de Decisiones) y a partir
de los datos del Fichero de Altos Cargos (F.I.C.E.S.A.).
6
De forma relevante, aunque no exclusiva, la formación de la agenda sobre las políticas públicas
de género, ha venido impulsada, en gran medida, por la adopción de diversos acuerdos signi-
Las políticas públicas de igualdad de género 359
ficativos, así como por la aprobación de numerosas medidas normativas a nivel internacional,
a través de los cuales se ha destacado la dimensión pública de las desigualdades estructurales
entre mujeres y hombres, y la necesidad de adoptar medidas transversales, planificadas y estra-
tégicas, para paliar las circunstancias y las situaciones específicas que de aquellas se derivan.
Las estrategias impulsadas, y los discursos desarrollados, en el ámbito internacional, han servi-
do de soporte para la justificación y la fundamentación de las políticas públicas de género. La
Comisión Europea calificaría la igualdad de género, como un tema mundial (Comisión Euro-
pea, 2007). Además de los Convenios y las resoluciones, tanto de la ONU (fundamentalmente,
a través de las Conferencias Ministeriales sobre Igualdad entre Mujeres y Hombres), como del
Consejo de Europa, conviene destacar el profuso catálogo de resoluciones aprobadas por las
diferentes instituciones de la Unión Europea. Así, en su conjunto, las medidas desarrolladas por
el Parlamento Europeo, la Comisión Europea, y el Consejo de la Unión Europea, han promo-
vido un amplio compendio normativo sobre la situación de las mujeres en la sociedad y en la
garantía de la igualdad de género. De acuerdo con Freixes (2000), en el plano normativo, ha
resultado de indudable relevancia e impacto, el referente igualitario desarrollado en el ámbito
comunitario europeo (Freixes, 2000). En igual medida, se expresa Connell (2002), al destacar
a importancia de las medidas a nivel internacional sobre igualdad de género, a lo largo de las
tres últimas décadas, por cuanto éstas permiten comprender la transformación de las agendas
regionales y nacionales, sobre las cuestiones de género (Connell, 2002).
360 Bernabé Aldeguer Cerdá
Actores institucionales:
Fuente: Elaboración propia a partir del V Plan para la Igualdad de Mujeres y Hombres de la Comunidad
Fuente: Autónoma
Elaboracióndepropia a partir
Euskadi. del V Plan
Directrices para la Igualdad de Mujeres y Hombres de la Comunidad Autóno-
IX Legislatura.
ma de Euskadi. Directrices IX Legislatura.
De esteDemodo,
este modo, a pesar
a pesar de de
quequelaslasreivindicaciones
reivindicaciones feministas
feministas no no
se agotan
se agotanen la
en la implementación
implementación de de laslas políticas
políticas públicas
públicas de igualdad,
de igualdad, no esno es menos
menos cierto cierto
que la
que lainstitucionalización
institucionalización de las mismas, por medio de los Planes de Igualdad
de las mismas, por medio de los Planes de Igualdad impulsados y
impulsados y gestionados por EMAKUNDE-Instituto Vasco de la Mujer, per-
gestionados la
mite considerar porimportancia
EMAKUNDE-Instituto Vasco de la
de las instituciones Mujer, en
públicas permite considerardela
el desarrollo
la agenda política
importancia de sobre igualdad públicas
las instituciones de género, en ely desarrollo
la coordinación de las
de la agenda acciones
política sobre
colaborativas y participativas entre los diferentes actores implicados.
igualdad de género, y la coordinación de las acciones colaborativas y participativas
Enentre
el diseño metodológico
los diferentes sobre la elaboración del V Plan para la Igualdad
actores implicados.
de Mujeres y Hombres se propugnó como objetivo prioritario: “incorporar
de manera En efectiva
el diseñoametodológico sobre y
las asociaciones la agentes
elaboración del V en
sociales Plan
la para la Igualdad
elaboración delde
V Plan, compartiendo
Mujeres y Hombrescon ellos los como
se propugnó contenidos
objetivoque se vayan
prioritario: generando
“incorporar de desde
manera
el comienzo. La finalidad principal es que las aportaciones que
efectiva a las asociaciones y agentes sociales en la elaboración del V Plan, se realicen
puedan ser consideradas durante los principales momentos de la toma de de-
compartiendo
cisiones” (EMAKUNDE, con ellos 2009).
los contenidos que se de
Por medio vayan
talgenerando desde el
colaboración secomienzo.
involucróLa
al movimiento asociativo en la definición18de los objetivos estratégicos de ma-
Las políticas públicas de igualdad de género 363
a) Gobernanza
El V Plan para la Igualdad propone un conjunto de medidas para mejo-
rar la gobernanza en favor de la igualdad, con el propósito de favorecer la
integración de la perspectiva de género en el conjunto de las actividades y de
las políticas impulsadas por las instituciones públicas. Así, se identifican las
principales condiciones para garantizar la efectividad de la transversalidad de
acuerdo con las siguientes directrices: una aproximación integral y holística,
que interrelacione áreas diversas (familia, trabajo, política, cultura, sexuali-
dad, violencia); incorporar la igualdad en las diferentes dimensiones de la
agenda política; incluir a las mujeres, de forma activa y participativa, en la
toma de decisiones; y, diseñar procedimientos específicos y mecanismos de
seguimiento y coordinación.
El V Plan identifica un conjunto de trece contenidos dirigidos a mejorar la
gobernanza en favor de la igualdad, cada uno de los cuales detalla a su vez un
listado de medidas (ver Tabla 8) para cuya consecución se establecen: los organis-
mos implicados, de una parte; y, los indicadores para su consecución y evaluación,
de otra parte, así como un conjunto de líneas de actuación y las acciones para su
consecución, conforme al siguiente ejemplo:
– Contenido: planes para la igualdad realizados en administraciones de ám-
bito municipal y en empresas participadas mayoritariamente con capital
público.
Las políticas públicas de igualdad de género 369
Contenidos Medidas
Planes para la igualdad realizados en ad- Incrementar el número de Planes de Igualdad rea-
ministraciones de ámbito municipal y en lizados en administraciones de ámbito municipal
empresas participadas mayoritariamente y en empresas participadas mayoritariamente con
con capital público capital público
Unidades administrativas para la igualdad Incrementar el número de unidades administrativas
para la igualdad
Estructuras de coordinación Incrementar el número de unidades administrativas
para la igualdad
Estadísticas y estudios con perspectiva de Incrementar el porcentaje de estadísticas y estudios
género que integren la perspectiva de género
Acciones formativas de las administracio- Incrementar el porcentaje de acciones formativas de
nes con perspectiva de género y accio- las administraciones que incorporen la perspectiva
nes formativas específicas en materia de de género y el número e intensidad de acciones for-
igualdad mativas específicas en materia de igualdad, diversi-
ficando los colectivos formados
Contenidos en materia de igualdad en los Incrementar el porcentaje de procesos selectivos
procesos selectivos en el empleo público para el acceso o promoción en el empleo público
y formación especializada en igualdad que incorporen contenidos relativos al principio de
igualdad de mujeres y hombres y/o requieran forma-
ción específica en igualdad
Boletines oficiales y páginas web que rea- Incrementar el porcentaje de textos en boletines
lizan un uso no sexista del lenguaje y/u oficiales y en páginas web que realizan un uso no
otros elementos comunicativos sexista del lenguaje y del resto de elementos comu-
nicativos
Normas con evaluación previa de impac- Incrementar el número de normas que incorporen
to en función del género una evaluación previa de impacto en función del
género y de normas que incluyan medidas para pro-
mover la igualdad
Normas y programas presupuestarios con Incrementar el porcentaje de normas y programas
perspectiva de género y presupuestos es- presupuestarios en los que se haya integrado la pers-
pecíficos para la igualdad pectiva de género y el número de administraciones
con presupuestos específicos para la igualdad
Planes sectoriales y transversales con Incrementar el porcentaje de planes sectoriales y
perspectiva de género transversales, que incorporen en sus procesos de di-
seño, evaluación y gestión la perspectiva de género,
considerando especialmente los colectivos con ne-
cesidades especiales y en riesgo de discriminación
múltiple
Criterios de igualdad en la contratación, Incrementar el porcentaje de contratos, subvencio-
en las subvenciones y en los convenios nes y contenidos que incluyen medidas para promo-
ver la igualdad de mujeres y hombres
Las políticas públicas de igualdad de género 371
b) Ejes
Los retos propugnados para la consecución del cambio social a partir del V
Plan para la Igualdad, se articulan en torno a tres ejes: autonomía personal y cam-
bio de valores; organización social corresponsable; y violencia contra las mujeres.
Estos tres ejes se definen de la manera siguiente:
– Autonomía personal y cambio de valores, dirigido a: “facilitar la autonomía
de las mujeres y la toma de conciencia de género, es de importancia también
trabajar hacia un cambio de creencias, actitudes y comportamientos en el
entorno, lo que indudablemente lleva a hablar de valores, así como de roles
y estereotipos de género, tanto en el ámbito público como privado” (V Plan
para la Igualdad).
– Organización social corresponsable, por medio del cual se propone: “ir más
allá de la conciliación y establecer como principio de las políticas de igual-
dad la corresponsabilidad, que significa que tanto mujeres como hombres
se responsabilizan de los ámbitos público y privado, y que hace hincapié en
la participación de los hombres en el espacio doméstico y de cuidados” (V
Plan para la Igualdad).
– Violencia contra las mujeres, en tanto en cuanto: “la violencia contra las
mujeres es una de las manifestaciones más graves de la desigualdad de mu-
jeres y hombres (…). Para ello resulta imprescindible actuar en el corto
plazo, articulando medidas y recursos para la protección y atención integral
a las víctimas. Además, son también prioritarias las actuaciones de sensibili-
zación y prevención que visibilicen las diferentes formas de violencia contra
las mujeres como un problema social derivado de la desigualdad de mujeres
y hombres, a fin de ir logando una paulatina reducción hasta su erradica-
ción” (V Plan para la Igualdad).
De acuerdo con tales ejes, el V Plan para la Igualdad trata de promover el ne-
cesario cambio de valores y el empoderamiento personal, colectivo y social de las
372 Bernabé Aldeguer Cerdá
Tabla 9. Ejes, programas, objetivos estratégicos y objetivos operativos del V Plan para la
Igualdad de Mujeres y Hombres
c) Modelo de Gestión
El modelo de gestión tiene como propósito definir el proceso de trabajo dirigi-
do al cumplimiento de los objetivos promulgados, plasmando las estructuras de
gestión y las fases de gestión: planificación, implantación y evaluación.
En la medida en que el V Plan para la igualdad detalla los objetivos y los
cambios sociales a realizar y conseguir, también señala los instrumentos que con-
tendrán los procesos y los procedimientos a seguir, identificando el grado de obli-
gatoriedad de los mismos y diferenciando entre su carácter imperativo, o bien si
se trata en su caso, de recomendaciones.
Las políticas públicas de igualdad de género 375
las planificaciones deben ser más sencillas, operativas y concretas, en tanto que
los planes tienen que ser más eficaces; se precisa mayor coordinación interde-
partamental e interinstitucional; la idoneidad de establecer acciones de carácter
interdepartamental a modo de objetivos de legislatura globales para el gobierno;
las dificultades para afinar en el tema de los indicadores; la necesidad de clarificar
el área 0, de alinear el trabajo de las distintas instituciones, así como de sistemati-
zar procedimientos de planificación-seguimiento-evaluación; la realización de una
reflexión más profunda de algunos ejes; la adecuación de la matriz a los nuevos
departamentos del Gobierno; la redefinición de aquellos programas que no fun-
cionen; y, la necesidad de con un mayor nivel de consulta.
5. BIBLIOGRAFÍA
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Capítulo 12
Las políticas públicas de modernización.
El caso de las políticas de modernización de los
gobiernos locales en Reino Unido
1. INTRODUCCIÓN
A mediados del siglo del siglo XX y principios del XXI asistimos a la expansión
del servicio público, coincidiendo con el desarrollo y apogeo de los denominados
Estados del bienestar. “Son muchos los que lamentan las fallas y los defectos del
servicio público, denunciando con sana sus deformaciones, sus derivas, sus ex-
crecencias, su pesadez, su inercia, su coste, sus peligros. (…) Ahora bien, tenemos
que preguntarnos cómo serían nuestras sociedades sin servicio público” (Peña,
Ausín, y Diego, 2010:10). Las sociedades actuales, globales y complejas, producto
de la postmodernidad, están generando multitud de retos que los Gobiernos y las
Administraciones Públicas deben superar. Las instituciones públicas deberán en-
contrar soluciones para seguir ofreciendo calidad en la prestación de los servicios
públicos y fortalecer la idea de servicio y servidor público, además de una más
eficaz y eficiente gestión de los recursos y prestaciones al ciudadano.
Las políticas de modernización de la Administración Pública tienen como ob-
jetivo mejorar la gestión de los servicios públicos, siendo más eficaces y eficien-
tes, para poder mantener la calidad en los servicios públicos a los ciudadanos.
Algunas de las prestaciones sociales gestionadas desde la Administración Pública
serían las siguientes: las carreteras, los puentes, la urbanización de los terrenos, el
alcantarillado, los puertos marítimos y fluviales, los aeropuertos, los suministros
386 Adela Romero Tarín
1
Véase el informe de la Política de modernización de los gobiernos locales en Reino Unido.
http://webarchive.nationalarchives.gov.uk/20140131031506/http://www.archive.official-do-
cuments.co.uk/document/cm43/4310/4310-00.htm
Las políticas públicas de modernización 387
2
Estudio realizado por el profesor Chris Game de la Universidad de Birmingham, titulado “La
modernització del govern local al Regne Unit” y publicado por la Diputación de Barcelona en
2012 en la Colección Estudis de la serie Govern Local.
388 Adela Romero Tarín
3
Véase para mayor información:
http://webarchive.nationalarchives.gov.uk/20140131031506/http://www.cabinet-office.gov.
uk/servicefirst/1999/mark/pmspeech.htm
Las políticas públicas de modernización 391
4
Véase para un mayor conocimiento del documento:
https://www.gov.uk/government/publications/the-green-book-appraisal-and-evaluation-in-
central-governent
5
Véase para un mayor conocimiento del documento: http://webarchive.nationalarchi-
ves.gov.uk/20140131031506/http://www.archive.official-documents.co.uk/document/
cm43/4310/4310-00.htm
Las políticas públicas de modernización 393
6
Véase para su consulta:
http://cpa.auditcommission.gov.uk/STCCScorecard.aspx?taxid=100778.
400 Adela Romero Tarín
7
En 1998, en el Libro Blanco se pueden encontrar las ideas de la propuesta Modern Local Go-
vernment: In Touch with the People.
402 Adela Romero Tarín
8
Véase para mayor información: http://webarchive.nationalarchives.gov.uk/20140131031506/
http://www.homeoffice.gov.uk/crimprev/cpa.htm
9
Véase para mayor información, Neighbourhood Renewal Fund o NRF:
http://www.gle.co.uk/downloads/publications/GLE-NRFreport-June03.pdf
Las políticas públicas de modernización 403
http://www.sigoma.gov.uk/Docs/sigomareports/Rethinking%20Neighbourhood%20Re-
newal%20FINAL.pdf
404 Adela Romero Tarín
Esta posición de accesibilidad, entre ambos actores, dió lugar a una reclamación
de sus derechos y deberes, posibilitando su evaluación y logrando aflorar unos
sentimientos profundos de pertenencia y entrega a su comunidad.
Además, los procesos de modernización proporcionan a las Administraciones
Públicas confianza y liderazgo, cuando los ciudadanos observan que los recursos
públicos están siendo bien gestionados y que sus impuestos se emplean de manera
adecuada.
No debemos olvidar que las políticas públicas son implementadas por las Ad-
ministraciones Públicas, pero que la decisión es tomada por los políticos. Por lo
tanto, se trata de una relación complementaria indisoluble y ambos deben estar
coordinados para dar respuesta a las necesidades del ciudadano.
Las sociedades son cambiantes y sus ciudadanos también. Por ello, la Admi-
nistración Pública no puede quedarse inmutable ante este hecho y debe estar en
constante proceso de mutación y escucha al ciudadano, dando propuestas y solu-
ciones en función de los cambios en el contexto.
1. INTRODUCCIÓN
Reincidir en la complejidad del concepto de gobernanza suena ridículo a estas
alturas. Durante los últimos años, numerosos autores han defendido la pertinen-
cia de este concepto así como su utilidad para explicar las transformaciones de
nuestras sociedades. Sin embargo, este descriptor conlleva también una fuerte
connotación ideológica, en la mayor parte de los casos, negativa. Buen ejemplo
de ello es la obra de Osborne y Gaebler (1994), La reinvención del gobierno, en
la que se utiliza el término de gobernanza en lugar de buen gobierno, para hacer
referencia a la posibilidad de contratar, delegar e implantar nuevos instrumentos y
modalidades de regulación, más allá de la prestación directa de servicios por parte
de la administración, en línea con el paradigma de la Nueva Gestión Pública. En
otras ocasiones, se utiliza la perspectiva de la gobernanza para enfatizar los lími-
tes del gobierno y la necesidad de reducir los compromisos de éste y su correspon-
diente gasto público. Se trata así de mostrar “el rostro aceptable de la reducción
de gastos” (Stoker, 1998) e inducir una disminución de la intervención pública1.
En primer lugar, conviene aproximarse al concepto de “gobernanza moderna”
y a sus principales elementos definitorios: ¿Es una batalla contra la jerarquía “an-
ticuada” o bien la restauración de los principales valores jerárquicos?; ¿consiste
en optimizar la gestión de la red o en maximizar los beneficios de la mentalidad
de mercado (market thinking) en el sector público?; ¿supone un cambio radical en
la gestión de los asuntos públicos?
1
Cifrado en Natera (2004).
414 Esther del Campo García
2
Véase el texto de Zurbriggen (2011) al que recurriremos en varios apartados de este capítulo.
3
En alusión a uno de los primeros ensayos que aborda el problema de la crisis de gobernabilidad
en este periodo (Crozier, Huntington y Watanuki, 1975).
Gobernanza, democracia y políticas públicas 415
han influido en las políticas. Sin embargo, esto quizás ya no es suficiente. Se in-
siste por tanto en las siguientes páginas en la necesidad de ampliar el concepto de
gobernanza hacia el de coordinación y participación social. Por supuesto, algunos
dirán que se trata aquí de defender una visión normativa; sin duda, es así. Com-
partimos como indican Davis y Rhodes (2000) que: “El futuro no recaerá en los
mercados, las jerarquías o las redes, sino en los tres, y la peculiaridad no será la
gestión de los contratos o la dirección de las redes, sino la combinación eficaz de
tres sistemas cuando entren en conflicto y se neutralicen unos a otros”. Es decir, se
trata en todo caso de cómo combinar lo mejor de los tres mundos, pero para ello
debemos acordar principalmente tres elementos: nuestros intereses, las reglas de
juego (instituciones) que van a acompañar, acomodar, ampliar o restringir nues-
tros intereses, y nuestros valores. Esta tríada (intereses, instituciones y valores)
constituye el punto de partida, pero también de llegada de nuestra argumentación.
Señalar que las sociedades contemporáneas han experimentado profundos cam-
bios resulta retórico, porque todos somos conscientes de las modificaciones que se
han producido en la estructura social, han surgido identidades múltiples y compar-
tidas, han proliferado instituciones, tanto formales como informales que regulan el
demos, se han desarrollado nuevas tecnologías a través de las cuales formulamos
nuestras preferencias, nos comunicamos o nos rebelamos (hechos que tienen que
ver también con la creciente influencia de las redes sociales)4. Este acelerado y gra-
dual proceso de globalización política ha intensificado el papel de la gobernanza
que ha perdido la atadura del Estado-nación o, al menos, la ha ablandado.
La aparición de sistemas políticos pluricéntricos, al exterior del demos nacio-
nal (Rhodes, 1997; Kickert, Klijn & Koppenjan, 1997; Pierre & Peters, 2000;
Goldsmith & Eggers, 2002; Kettle, 2002; Kersbergen & Waarden, 2004; Skel-
cher, 2005; Sørensen & Torfing, 2007) significa una transformación radical de
nuestra concepción del poder, y debería significar una revolución en la forma
del ejercicio del mismo. Paralelamente, se han producido un gran número de re-
formas administrativas en muchas de nuestras democracias liberales; éstas han
fragmentado los sistemas políticos subdividiéndolos en una gran pluralidad de
unidades autoreguladas: agencias públicas, partenariados y empresas privadas,
funcionando por separado o conjuntamente en distintos niveles territoriales. Este
pluricentrismo plantea problemas para la democracia porque aumenta de forma
importante el número de actores, muy heterogéneos, a tomar en consideración en
los diferentes ámbitos territoriales y funcionales.
4
En esta dirección, Kooiman señala tres características básicas de las sociedades actuales: la
diversidad de actores, el dinamismo con el que éstos cambian en el tiempo, y la complejidad
que las dos anteriores conllevan, de manera inevitable, en las formas de interacción social
(Kooiman, 2003).
416 Esther del Campo García
Las estrategias disponibles para lidiar con todas estas tensiones son proble-
máticas porque tienden a mover la frontera entre el interior y el exterior de la
democracia de forma que disminuyen el ámbito democrático. El proceso de glo-
balización política profundiza las tensiones entre la efectividad y el control en au-
sencia de una autoridad legítima supranacional, reconocida y respetada, mientras
que las reformas administrativas dejan las tareas de gobernanza en manos de los
stakeholders más que de los ciudadanos.
Las teorías democráticas han dado respuesta a estas tensiones inspirando dos
estrategias: la primera señala que la democracia solo puede establecerse adecuada-
mente si se sanciona un derecho público democrático que regule los asuntos de los
Estados-nación y del orden global más amplio (un derecho democrático cosmopo-
lita) y si se reconoce una división de poderes y competencias en los diversos niveles
de interacción e interconexión políticas (es decir, en los distintos niveles del demos).
Este proceso tiene como resultado “la democracia cosmopolita” (Held, 1997).
La segunda estrategia consiste en definir un amplio espacio para procesos de
gobernanza transnacional y descentralizada fuera del ámbito de regulación de-
mocrática. Aquí se ubicarían aquellos autores que defienden por ejemplo que la
Unión Europea es un ámbito regulatorio más que político (Majone, 1996; Dahl,
1999; Scharpf, 1999; Moravcsik, 2004), o aquéllos otros, que analizando el pro-
grama de reformas de la Nueva Gestión Pública (New Public Management),
destacan la importancia que tienen otros actores, que no son precisamente los
representantes políticos y gobernantes en los procesos de gobernanza (Pollitt &
Bouckaert, 2004; Hood, 1991)5.
5
Frente a la gran influencia que la Nueva Gestión Pública tuvo sobre las reformas administrati-
vas en los países anglosajones en los años ochenta, y se trasladó a América Latina en los noven-
ta, estos autores van a destacar otro enfoque, el neoweberianismo, puesto en marcha en países
como Alemania, Francia, Holanda, España, Italia, Suecia. El modelo neoweberiano responde
a la preocupación por hacer más flexibles, democráticas y participativas las agencias estatales,
pero sin sacrificar la noción de servicio público como un factor motivacional intangible.
Gobernanza, democracia y políticas públicas 417
2000; Kooiman, 2003; Jessop, 2003; Lee, 2003; Cerrillo i Martinez, 2005; Agui-
lar Villanueva, 2006; Meuleman, 2010; Levi.-Faur, 2012; Peters, 2012).
Esta mezcla de dirección política (political steering que ratifica la importancia
de lo institucional) y de coordinación social (social coordination que engloba la
importancia de los actores y valores sociales) identifica la gobernanza como la
institución y/o proceso que explica cómo se ejerce el poder, cómo se da voz a los
ciudadanos y como se toman las decisiones que conciernen a lo colectivo (Amin
& Hausner, 1997; Pierre, 2000; Newman, 2001), lo que es parecido a alguna
forma de coordinación social para resolver los problemas comunes (Lee, 2003).
En buena parte de la literatura, se reconoce que la gobernanza combina tanto
aspectos “estructurales” como los actores, las interacciones, los recursos y las
organizaciones, pero también “culturales”, tales como las reglas, las normas, las
percepciones y las instituciones (Kickert, 1997).
De igual manera, Jessop (1998, 2000, 2003, 2007, 2008) utiliza el término
de gobernanza para dar cuenta de las transformaciones recientes en la función
del gobierno en un contexto complejo donde se producen procesos paralelos de
globalización/relocalización, complejidad social, descentramiento de la política
y pérdida del carácter “autosuficiente” del Estado. La gobernanza es definida así
como heterarquía, es decir, interdependencia y coordinación negociada entre sis-
temas y organizaciones. Existen, pues, tres modos de regulación en una sociedad:
el modelo jerárquico (centrado en el principio de autoridad), el modelo económi-
co (orientado hacia el mercado) y el modelo heterárquico (construido en torno a
redes auto-organizadas y asociaciones). Estos tres mecanismos coexisten siempre,
pero en configuraciones variables y dinámicas. Sin embargo, lo que caracteriza
a la sociedad actual es la extensión actual del mecanismo heterárquico, en detri-
mento de los otros dos. No se trata sólo de un cambio o transformación paulatina
del modelo de coordinación social, sino de una verdadera ruptura, que persigue
reordenar a los actores y a los procesos.
Desde esta perspectiva se asocia gobernanza con sociedad civil y, en ocasio-
nes, ha dado lugar a un normativismo injustificado (Zurbriggen, 2011)6, ya que
6
A pesar de este comentario, Zurbriggen se suma a otros autores latinoamericanos que como
Aguilar (2006) y Sahuí (2009), se muestran en general favorables a la gobernanza, con una
característica peculiar: los defensores —a veces auténticos promotores— de la gobernanza
se sitúan en todo el espectro político, desde posiciones conservadoras afines al liberalismo
ortodoxo hasta posiciones severamente críticas de lo que suelen denominar neoliberalismo
(Blanco y Gomá, 2003; Prats, 2005). En América Latina, la afirmación de la nueva gobernanza
se apoya en la crítica a la ineficacia, ineficiencia y el derroche de recursos del viejo Estado de-
sarrollista de la postguerra que, con un amplio repertorio de políticas públicas de corte inter-
vencionista, decidió tomar en sus manos la tarea de impulsar el desarrollo económico y social
en la región.
418 Esther del Campo García
7
Marinetto (2003) sugiere que no cabe exagerar esta ruptura. De hecho, pone de manifiesto que
esta tensión entre centralización (gobierno) y fragmentación (gobernanza) es de larga data.
Gobernanza, democracia y políticas públicas 419
Por otra parte, cabe dudar, como hace Metcalfe (1999), que las decisiones ra-
cionales de los individuos bajo los presupuestos del mercado, obtengan resultados
racionales desde el punto de vista colectivo. De igual manera, Levi-Faur (2012)
insiste que la legitimidad misma de las nuevas redes de interacción depende de la
inclusión del aparato estatal al interior de las mismas.
A pesar de las diferencias y el debate entre sus partidarios, las primeras dos
oleadas de gobernanza tienen mucho en común, asumiéndose muchas de las ca-
racterísticas de la gobernanza por redes (networks governance). Se acepta que los
Estados se están fragmentando cada vez más en redes basadas en varios intereses
(stakeholders) distintos; y la línea divisoria entre el Estado y la sociedad civil se
está difuminando debido a que los intereses importantes, o bien son privados o
bien corresponden a otros organizados en torno a la sociedad civil. Así, Jessop
(2000) reconoce que “el Estado ya ha dejado de ser la autoridad soberana… [es]
menos jerárquico, menos centralizado, menos intervencionista”. Existe una des-
cripción compartida de las características de la gobernanza y un interés también
compartido por dar consejos sobre este tipo de gobernanza por redes. Ambos
enfoques asumen que el papel del Estado es el de dirigir, directa o indirectamente,
las redes que proporcionan servicios públicos8.
Otros autores como Kooiman (1993), Kickert, Klijn y Koppenjan (1997),
Mayntz (1998) o Scharpf (1999) adoptan una definición más estrecha de gober-
nanza, excluyendo toda forma de interacción política que no esté organizada en
términos de una red horizontal. Se concibe así a la gobernanza por redes como un
mecanismo coordinador notablemente distinto de los mercados y las jerarquías, y
no como un híbrido de ellos (Rhodes, 2006).
Desde esta perspectiva, un rasgo fundamental de la política contemporánea
es el empoderamiento de las organizaciones sociales y el declive resultante en el
poder del Estado. La escuela alemana9 sostiene que las redes de políticas son la
forma emergente de gobernanza porque ni la jerarquía ni el mercado son forma-
tos apropiados en un mundo caracterizado por una creciente interdependencia
entre el Estado y los actores privados.
De igual manera, Rhodes (2005) considera que el término gobernanza es el que
mejor describe la forma de gobierno actual, dado que en la práctica, hay muchos
centros y diversos vínculos entre los numerosos y variados niveles de gobierno
(local, regional, nacional y supranacional). Así mismo, el Estado ha dado lugar a
la participación y a la corresponsabilización de los sectores privados y voluntarios
8
Véase Sørensen y Torfing (2007).
9
La escuela alemana de la gobernanza está articulada en torno al pensamiento de Renate
Mayntz, Fritz Schapf y Volker Schnedier, trabajos todos ellos desarrollados en el Instituto
Max-Planck de Berlín.
420 Esther del Campo García
10
Expresión feliz que debemos a Bresser-Pereira y Cunill (1998).
11
Meuleman (2008) identifica la influencia de cinco condiciones marco. La primera, la cultura,
las tradiciones y la historia del sistema administrativo y social. Los correspondientes estilos de
gobernanza implícitos influían en la composición de las combinaciones de gobernanza hasta
cierto punto, pero no predecían una combinación de estilos determinada. Sin embargo, más o
menos preveían cuál era el primer estilo a tener en cuenta: el “estilo por defecto”. En todos los
sistemas administrativos investigados, el reflejo inicial era tratar ese estilo subyacente, que era,
por ejemplo, la gobernanza de mercado en el Reino Unido y la gobernanza por redes en los
Países Bajos. Los demás estilos sólo se aplicaban cuando el estilo por defecto resultaba no ser
adecuado. La segunda condición era la convicción personal del responsable político. La tercera
tenía en cuenta las expectativas sociales de la función o las funciones de las organizaciones
no gubernamentales: la sociedad civil puede ejercer presión para alcanzar acuerdos por redes,
mientras que las empresas suelen luchar para conseguir una combinación de gobernanza de
mercado y jerárquica. La cuarta condición estaba vinculada con las características organiza-
cionales; por ejemplo, la cultura organizativa puede ser “abierta” o “cerrada”, “profesional” u
“orientada a tareas”, y el estilo de liderazgo dominante puede ser “de mando y control”, “de
Gobernanza, democracia y políticas públicas 421
coaching” o capacitador. La quinta condición marco fue el tipo de problema: que co-determina
qué estilo sería más útil como estilo dominante. Si el problema de la política se define como
un asunto urgente, lo más lógico es elegir un enfoque jerárquico; si se trata de una cuestión de
rutina que debe tratarse con la mayor eficiencia posible, en estos casos suele funcionar mejor
la gobernanza de mercado y, para los problemas “perversos”, tiene mucho que ofrecer la go-
bernanza por redes. El segundo factor que contribuyó a la “lógica del metagobernador” fue
la aplicación de tres estrategias de intervención. Una de las estrategias fue la combinación de
estilos: a veces, un estilo era utilizado para resolver conflictos y otro para desarrollar mejores
soluciones. Otra estrategia eras cambiar de un estilo a otro. Una tercera estrategia era el man-
tenimiento, por ejemplo, la introducción de elementos jerárquicos como “las reglas de la casa”
en una gobernanza por redes, para mejorar su funcionamiento.
12
Así lo denominan Torfing, Peters, Pierre y Sørensen (2012).
13
Aunque es cierto que la búsqueda de formas de participación y deliberación entre los actores
es complicada, los autores señalan que este problema se resuelve mejor a través de las redes
porque éstas permiten desarrollar vínculos flexibles entre los actores.
14
Uno de los aportes más importantes desde la escuela de redes como modelo de intermediación
de intereses fue el libro de Marsh y Rhodes (1992) en el que se presentaba un enfoque institu-
cionalista, dado que la hechura de las políticas no era un producto fortuito de las preferencias,
la información y las estrategias tomadas por los actores, sino que tenía lugar en redes institu-
cionalizadas. Por ello, se hacía preciso prestar mayor atención a las instituciones, la estructura
y el modo de operar del Estado en cada arena política. La gobernanza juega un papel crítico
para determinar los resultados de la acción colectiva entre los distintos actores que participan
en la solución de los problemas públicos (Lynn et al, 2001, Stoker, 2000). La gobernanza tiene
un aspecto político por naturaleza: hay compromisos y conflictos, ganadores y perdedores, y
también incertidumbre en cuanto a los resultados de las interacciones. De este modo, Lynn et
al (2001) argumentan que la gobernanza implica una configuración de distintos pero interrela-
cionados elementos tales como factores ambientales, caracteristicas de la población, estructu-
ras legales, prácticas administrativas y técnicas de gestión.
Todos estos autores resaltan la importancia de introducir en el debate las restricciones institu-
cionales de la gobernanza. Así Aucoin (2012) desarrolla el concepto de Nueva Gobernanza Po-
lítica (New Political Governance) al interior de los sistemas parlamentarios tipo westminster,
para resaltar la corrupción y politización de estos sistemas que permiten que los gobernantes
abusen de los recursos públicos. La Nueva Gobernanza Política tiene cuatro rasgos esenciales:
el sometimiento de la administración a una campaña continua por la reelección; el ascenso de
422 Esther del Campo García
personal político como una” tercera fuerza “en la gobernanza; la politización de los nombramien-
tos administrativos de alto rango; y la lealtad de los servidores públicos al partido de gobierno. Si
las ideas de Aucoin son correctas, esto plantea serios desafíos hacia los enfoques tradicionales de
planificación estratégica, auditoría y evaluación pública que han surgido bajo la NPM.
15
En alusión al trabajo de Jessop (2007).
Gobernanza, democracia y políticas públicas 423
En primer lugar, el Estado puede fijar “las reglas de juego” para los otros acto-
res y después dejarles hacer lo quieran con esas reglas (hands-off framing of self-
governance). Así, puede rediseñar mercados, re-regular sectores políticos o intro-
ducir cambios constitucionales. En segundo lugar, el Estado puede intentar dirigir
a otros actores utilizando distintas narrativas (hands-off storytelling); es decir,
puede organizar diálogos, fomentar significados, creencias e identidades entre los
actores relevantes, e influir la actuación y el pensamiento de los actores. En tercer
lugar, el Estado puede dirigir, distribuyendo recursos como dinero y autoridad
para apoyar las acciones que prefiera (hands-on support and facilitation). Puede
jugar un rol expandiendo fronteras, puede alterar el equilibrio entre los actores
de una red; actuar como tribunal de apelación siempre que surja un conflicto;
reequilibrar la combinación de estructuras de gobierno, e intervenir cuando la
gobernanza por redes fracase. Por último, el Estado puede actuar como un meta-
gobernador que persigue obtener influencia en el resultado de la autoregulación a
través de una participación directa (hands-on participation).
Evidentemente, no es preciso que el Estado adopte una única aproximación a
la metagobernanza; puede combinar varias o entremezclar distintos elementos.
No se trata, por tanto, de un nuevo super-estilo de gobernanza, sino de un en-
foque para ayudar a solucionar algunos de los errores típicos de cada uno de los
tipos de gobierno y de sus combinaciones. Dice Meuleman (2010) que la metago-
bernanza no plantea más problemas para el debate contemporáneo sobre cómo
reformar nuestro sistema democrático, sino que puede ser utilizada en distintas
concepciones de democracia. En últimas, le presupone este autor, la metagober-
nanza no implica un sesgo racional porque implica adoptar una perspectiva por
encima de la discusión entre caos y racionalidad. El propósito de la metagober-
nanza es crear alguna forma de coordinación, coherencia e integración entre las
estructuras fragmentadas de redes de actores sin minar su autonomía, unión y
auto-regulación (Sørensen, 2006).
El Estado sería así el único actor legítimo que puede establecer las reglas
del juego social, generar los marcos institucionales (conforme a los valores
de esa sociedad) necesarios para que dicha interacción sea fructífera y fijar
mecanismos de sanción/castigo ante el incumplimiento. El Estado debe tra-
bajar activamente al interior de las redes de gobernanza, pero sin ahogar los
intereses de los otros actores. Como nos dice Torfing (2012:107): el Estado, y
su función reguladora, se encuentran entonces en la indispensable posición de
consolidar un marco de trabajo que marque un equilibrio entre la formalidad
institucional y la flexibilidad informal, y que permita explotar las potenciali-
dades de las redes de gobernanza.
424 Esther del Campo García
16
Rhodes (2010). En este texto, se menciona como “gobernanza descentralizada”, aunque con-
sideramos que es más correcto el uso de “gobernanza descentrada”.
Gobernanza, democracia y políticas públicas 425
no tienen el mismo peso ni cuentan con los mismos recursos, por lo tanto, la pre-
tendida horizontalidad resulta sui géneris. Muchos de los actores no acceden a las
decisiones y son utilizados para legitimar las decisiones, aunque no para ponerlas
en marcha o evaluarlas.
La gobernanza puede tener efectos negativos en la elaboración de la política
tales como problemas de representatividad de los actores y organizaciones que
están involucrados en una red, excluyendo a determinados grupos y creando sis-
temas clientelares. Asimismo, pueden surgir problemas como la disolución de la
responsabilidad dada la multiplicidad de actores implicados.
En efecto, se plantea el gran desafío de demostrar que la gobernanza es la me-
jor forma de conducción política, de ser capaz de coordinar y dar coherencia a las
acciones colectivas, cuando el Estado ha dejado de ser el centro único y monopó-
lico (Zurbriggen, 2011).
Autores como Canto (2012), señalan que en la gobernanza la mayor parte de
las reivindicaciones conciernen a la provisión de servicios públicos como salud,
educación, agua, energía, infraestructura, capacitación para el empleo, apoyos a
los sectores productivos, promoción de las exportaciones, entre otros (es decir,
afectan a lo que Lowi denominó políticas distributivas), mientras que se advierte
la ausencia casi total de referencias a las políticas públicas redistributivas: “Para
decirlo en los términos de Lindblom (1992), temas como la distribución del in-
greso, la riqueza y el poder político o las prerrogativas empresariales —lo que
este autor denomina como ‘las grandes cuestiones relativas a la estructura funda-
mental de la vida política y económica’ no suelen ocupar mucho espacio en las
prescripciones de los organismos multilaterales y de otros promotores de modelos
de gobernanza, que prefieren asumirlas como datos dados, o bien, como variables
exógenas a sus modelos” (Canto, 2012:351).
Un problema de la gobernanza, frecuente también en los enfoques pluralistas,
es que no alcanza a dar cuenta del hecho de que los participantes y actores, ya sea
en la arena política tradicional o en las redes de gobernanza, no representan la
variedad de intereses de la población, sino más bien los intereses y valores domi-
nantes. Los modelos de gobernanza no parecen por el momento lo suficientemen-
te robustos para modificar esta situación17.
17
Canto (2012) señala que probablemente un enfoque más apropiado que el de gobernanza para
analizar e interpretar estas experiencias sea el de acción pública (Dreze y Sen, 1989; Cabrero,
2005). El enfoque de la acción pública plantea y argumenta las posibilidades de acción con-
junta entre gobierno y sociedad para enfrentar los problemas públicos y no comparte la idea
típicamente liberal de una suerte de trade-off entre ambos, en el que el debilitamiento de una
parte fortalece a la otra.
426 Esther del Campo García
Compartimos con Peters (2012) que el gobierno debería jugar un papel más
fuerte en la metagobernanza, en el sentido de fortalecer sus capacidades estraté-
gicas para alcanzar objetivos colectivos por medio de la movilización de recursos
y de poder de influyentes socios no gubernamentales. Una autoridad compartida
sería necesaria para alcanzar los objetivos sociales previstos, pero veámoslo con
mayor detalle en el siguiente apartado.
18
Meuleman (2008) señala que el valor central de la gobernanza jerárquica (hierarchical gover-
nance) es la autoridad y, por tanto, el output debe ser autorizado y legítimo. El valor central de
Gobernanza, democracia y políticas públicas 427
los casos nuestras sociedades precisan de una estructura de autoridad que sea
legítima y reconocida como tal por sus ciudadanos. Una autoridad que establezca
las reglas básicas de la interacción social orientada hacia el bien común y que sea
capaz de hacerlas respetar por todos los actores involucrados.
En el caso de la democracia representativa, el ejercicio de la autoridad debe
cumplir con tres requisitos: que el poder sea ejercido de conformidad a las reglas
establecidas; que dichas reglas recaigan en las creencias compartidas en la socie-
dad, y que cuente con el consentimiento de los gobernados (Beetham, 1991). A
esta tríada (legalidad, creencias, consentimiento) podríamos añadirle un cuarto
requisito, que centrándose en la legitimación del poder, se vincula directamente
con la efectividad y los rendimientos en el uso del poder. Así, Alagappa (1995)
señala: “Un elemento posterior —un adecuado y efectivo uso del poder— es nece-
sario para completar la estructura de la legitimidad. Se refiere al uso efectivo del
poder estatal con base en reglas aceptadas para la promoción del interés colectivo
y el bienestar de la comunidad política”19. La pareja eficacia-efectividad del poder
supone la capacidad de generar resultados de impacto social gracias a la acción
de gobernar (Alcántara, 1995).
La gobernanza significa también mayor participación20 pero, ¿más participa-
ción significa menos autoridad?21 Se ha enfatizado mucho el papel de la parti-
cipación pero desde el momento en que los ciudadanos consensuan unos deter-
minados valores y unas determinadas instituciones, se hace preciso redefenir los
límites donde se ejercen los derechos individuales y colectivos. ¿A quién debe
corresponder entonces el establecimiento, la guarda y la custodia de estos valores?
Distinguimos así tres tipos de gobernanza en relación al ejercicio de la res-
ponsabilidad/autoridad y a la puesta en marcha de instrumentos de participación
ciudadana en las democracias representativas:
la gobernanza por redes es la confianza, por lo que se espera que sus resultados se basen en el
consenso.
19
Como señala Cruz-Rubio (2011), esta cuarta dimensión de legitimidad basada en la efectivi-
dad y los rendimientos ya había sido debatida por autores como Deutsch (1976), Linz (1987)
y Lipset (1987), que destacaban la estrecha relación que tenía la eficacia y los rendimientos de
la acción política sobre la legitimidad y la estabilidad de los regímenes políticos en su conjunto;
lo que vendríamos a denominar un poco más adelante la gobernabilidad (Alcántara, 1995).
20
En nuestro caso, definimos participación como la forma de ejercer la inclusión (tanto de las
mayorías como de las minorías, con resguardos de representación y participación para éstas
en las redes y en el proceso institucional y de políticas públicas) y, por tanto, de completar la
ciudadanía.
21
Véase Griggs, Norval y Wagenaar (2014).
428 Esther del Campo García
.
Gobernanza, democracia y políticas públicas 429
GOBERNANZA DE REDES/INTERACCIÓN
6. CONCLUSIONES
Nos preguntábamos al comienzo de este capítulo si la gobernanza moderna
suponía un cambio radical en la gestión de los asuntos públicos. La verdad es que
la respuesta no parece fácil y los autores se muestran bastante divididos. Sin duda,
Gobernanza, democracia y políticas públicas 431
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Gobernanza, democracia y políticas públicas 435
1. INTRODUCCIÓN
Afrontar el tema de las políticas públicas, o cómo resolver los problemas de
la sociedad con instrumentos públicos, y el de la gestión pública, o cómo lograr
los objetivos públicos en las mejores condiciones de eficacia, eficiencia y calidad,
no es algo demasiado habitual a pesar de su innegable sentido. Probablemente
la explicación resida en la diferencia de enfoques y de metodología con que se
abordan unas y otra.
Sin embargo para que las políticas públicas causen efectos o impactos, su últi-
ma razón de ser, se requiere de las organizaciones públicas, normalmente de las ya
existentes. La implementación de las políticas utiliza a la administración, aunque
acomode los elementos operativos a sus fines particulares. Ambas sin embargo se
apoyan mutuamente porque la administración no para de innovar en la gestión y
de buscar nuevos caminos para ofrecer servicios que se ajusten a las condiciones
del mundo actual. La implementación aprovecha esa expertise para introducir
posibilidades de actuación distintas de las ya ensayadas. Aunque el campo pri-
vilegiado de conexión entre gestión pública y políticas públicas se lleve a cabo
a propósito de la implementación, no es ni mucho menos la única relación. Pero
nuestro interés se va centrar únicamente en la relación entre gestión pública y las
políticas públicas, lo que quiere decir entre implementación y gestión.
En estas páginas se comienza planteando las diferentes dimensiones que rela-
cionan las políticas públicas y la gestión pública, poniendo especial atención a los
procesos de toma de decisiones, para abordar seguidamente la fase de la imple-
mentación. En relación a la misma se va a considerar en qué incide la implemen-
tación cuando planea la ejecución de las políticas y cuáles son las preocupaciones
438 Blanca Olías de Lima Gete
esenciales de la gestión, para así acotar tanto el campo de las diferencias como el
de las similitudes. Esto abrirá la puerta para tratar el tema de la gestión pública,
que es el objeto de estudio de las páginas siguientes.
Un recorrido inicial sobre los cambios que ha experimentado la gestión públi-
ca desde la instauración de los estados de derecho modernos hasta su crisis en los
años 70 del último siglo, señalando los rasgos de este periodo, permite reflexionar
sobre la llamada gerencia postburocrática. Aquí se expondrá lo que se consideran
las características esenciales o principales promesas de su alternativa al modelo
burocrático y las razones que han impulsado su rápida expansión. Las críticas a
que se ha hecho acreedora la nueva gestión pública cierran estas reflexiones y alla-
nan el camino para afrontar el tema de la gobernanza y su específica concreción
en el plano de la gestión: la gestión colaborativa.
En qué consiste la gestión colaborativa, cómo se plasma y cuáles son sus ins-
trumentos forma parte de los temas que se desarrollan en los siguientes epígrafes,
para acabar planteando las exigencias de nuevas capacidades que se requieren de
la administración. Los efectos de la gestión colaborativa, que se abordan a con-
tinuación, inciden especialmente en aquellos que afectan a la legitimidad de las
instituciones y la confianza de los ciudadanos en ellas. Todo esto conduce a unas
consideraciones finales donde se esbozan los principales desafíos y las respuestas
de la gestión pública actual.
1
La legislación española en la actualidad exige que todo proyecto normativo venga acompaña-
do de una memoria donde se detallen, entre otras cosas, una programación de su implantación
así como los recursos necesarios para ello.
Gestión pública y políticas públicas 441
2
En su sentido más técnico, como una forma racional de división del trabajo.
3
Partiendo de los planteamientos de Taylor y Fayol la administración científica pretende descu-
brir principios de validez universal tanto para las organizaciones públicas como para las pri-
vadas. La función de administrar sería prácticamente similar en ambos casos lo que permitiría
implantar en las organizaciones públicas herramientas del sector privado.Un desarrollo más
pormenorizado puede encontrarse en: Olías de Lima, 2001.
Gestión pública y políticas públicas 443
4
La Administración General del Estado pese a todos los cambios habidos en los últimos años
cuenta con no menos de 11 niveles oficialmente reconocidos.
5
Este término quiere ser una traducción de la “accountability” anglosajona pero, como se ha
señalado reiteradamente, el término inglés es más amplio que mera la rendición de cuentas.
444 Blanca Olías de Lima Gete
6
La gerencia pública es una expresión muy extendida en Latinoamérica para referirse a la ges-
tión pública orientada a resultados, aunque tampoco es inusual en nuestro contexto.
Gestión pública y políticas públicas 445
Existe más confusión que claridad en cuanto a las características de estas téc-
nicas, propiciada en parte por la existencia de formas mixtas. Los híbridos son
frecuentes cuando se trata de responder a necesidades o de resolver problemas
aquí y ahora. Forma parte de los procesos de imitación e innovación en la que se
hayan envueltas las administraciones públicas. Quizás sea también una respuesta
a la rigidez y la homogeneidad que propicia el sistema burocrático tradicional.
No obstante la variedad es posible apreciar un rasgo general característico en
cada una de las técnicas, fácilmente reconocible, que aglutinaría a las formas de
organización y gestión en alguna de estas clasificaciones.
– La externalización. No toda colaboración con el sector privado para la pro-
ducción de servicios públicos es externalización. La externalización implica
una actividad pre-existente de una organización pública, con presupuesto y
personal asignado que se decide, por distintos motivos, sacar fuera y “com-
prársela” a un agente externo. Pero no se trata de una mera compra sino más
bien de un intercambio o una transacción, ya que la administración pública
no pierde la propiedad o titularidad del servicio y puede recuperarlo cuando
estime conveniente. Al menos en teoría7. Pero ella sigue siendo la responsable
última del servicio y de sus resultados. Precisamente por esto la administra-
ción se reserva el derecho a la inspección y el control del servicio. El ejemplo
más habitual es de la limpieza de los edificios o de las vías públicas.
– La contratación externa supone que la Administración renuncia a la pro-
ducción de un bien o servicio y lo compra a un proveedor externo, empresa
u organización no lucrativa, en función de las características deseadas de
ese bien por las que paga un precio. El proveedor produce el bien exclusi-
va o fundamentalmente para la administración (material de defensa, por
ejemplo) con las características y estipulaciones requeridas y en unos plazos
determinados. La adquisición se realiza mediante un contrato y la respon-
sabilidad de la administración se limita a efectuar la adquisición en las me-
jores condiciones de configuración, calidad y precio, es decir, en la gestión
adecuada del contrato de compra y su seguimiento.
– Finalmente estarían los partenariados8, que englobarían muy diferentes for-
mas de relaciones estables e institucionales de la administración con un
7
Algunas externalizaciones son precisamente desaconsejables o problemáticas por la dificultad
de volver a recuperar el servicio de que se trate ya que la administración tendría que hacer una
inversión que no está a su alcance.
8
También denominadas asociaciones o colaboración publico privada. Empleamos el término
más aceptado en la bibliografía especializada.
448 Blanca Olías de Lima Gete
9
Hablamos de agentes o socios privados que pueden ser tanto empresas como organizaciones
sin fines de lucro o comunitarias.
10
Libro Verde sobre la colaboración público-privada y el derecho comunitario en materia de
contratación pública y concesiones, elaborado por la Comision Europea (2004).
Gestión pública y políticas públicas 449
8. CONCLUSIONES
Por razones bien conocidas (globalización, nuevas tecnologías, cambios socia-
les profundos, etc.) el estado se ve impelido a trascender su papel tradicional y a
conseguir resultados a través de nuevos instrumentos que implican el manejo de
amplias redes de actores públicos y privados. Si bien es cierto que no hay buen go-
bierno sin buenos resultados públicos12, parece que el énfasis puesto en los logros,
el rendimiento y la eficacia ha tenido un carácter excesivamente economicista,
11
Las Private Finance Initiative.
12
En los Indicadores Mundiales del Buen Gobierno 1996-2007, elaborados por el Banco Mun-
dial (disponible en info.worldbank.org/governance/wgi/index.aspx#home) se señalan seis di-
452 Blanca Olías de Lima Gete
las instituciones del estado y con las autoridades administrativas y tiene la finalidad
de mejorar la calidad de la democracia, incrementando los niveles de confianza de la
ciudadanía en las instituciones políticas. Además de las exigencias de transparencia
señaladas, se abren las oportunidades para que la ciudadanía se involucre activa-
mente en el diseño y la ejecución de las políticas públicas y en los asuntos públi-
cos, potenciando la participación y el compromiso cívico (Ramírez Alujas, Dassen,
2010). La colaboración con la sociedad es un elemento esencial de esta idea, como
también lo es aprovechar las grandes oportunidades que hoy ofrecen las tecnologías
de la información y la comunicación. Porque en última instancia la legitimidad ins-
titucional dependerá de la capacidad de generar e implicar a una ciudadanía activa
e interesada en los asuntos públicos y en la gestión de los servicios.
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Capítulo 15
Cambio institucional, liderazgo y políticas públicas
1. INTRODUCCIÓN
La humanidad en la actualidad está sufriendo, como es sabido, una serie de
cambios profundos, algunos de naturaleza estructural y otros de carácter coyun-
tural, fruto de una crisis que se podría caracterizar por las notas esenciales si-
guientes: a) complejidad; b) diversidad; c) globalidad; d) carácter estructural.
El sistema político administrativo, y en él en especial el modelo del Estado-
nación y las diversas instituciones político-administrativas de cada uno de ellos;
van a experimentar también lógicamente esa crisis antedicha, pues éstas están
insertas en esa realidad tan cambiante y tan retadora.
El ideal utópico y romántico de la democracia requiere una actualización y un
fortalecimiento de los principios, valores, estructuras institucionales, legislación, y
protocolos de actuación de las instituciones y de los actores políticos y sociales; y
además que se acerquen en la mayor medida de lo posible en un proceso continuo
y constante, al logro de ese ideal. Está en juego nada más y nada menos, que el
futuro real de la democracia.
El logro de lo anterior, a través de fórmulas diversas y complementarias entre sí,
es lo que se denomina en la doctrina “calidad democrática”, o también regeneración
democrática. Entre las vías posibles para conseguir lo anterior, estarían las políticas
públicas renovadas y democratizadas, y ello será el objeto esencial de este capítulo.
Las políticas públicas son básicamente la expresión de la actividad o de la inac-
tividad de los distintos gobiernos. En expresión sintética de Carmen Navarro son
“un curso de acción llevado a cabo por un gobierno en relación a una determina-
da sociedad o problema” (2013: 276); y su renovación democrática constituiría
pues hoy en día, un reto a la vez que una necesidad, en el proceso amplio antes
456 José Manuel Canales Aliende
Por último, habría que señalar también que tanto los informes previos de Au-
ditoría y de Evaluación Internos como los posteriores, requieren además en la ac-
tualidad de una metodología, de unas técnicas y de una calidad notable. En todos
los países se han aprobado leyes estatales, y normas de Auditoría y Contabilidad
Públicas para ello. Así en España, se aprobó mediante el Real Decreto-Legislativo
1/2011, de 1 de julio, la Ley de Auditoría de Cuentas.
tal humano y liderazgo aparecen pues así como variables explicativas y significa-
tivas también de las instituciones.
Así pues el modo y el estilo de configurar y de actuar de las organizaciones
públicas y su “cultura organizativa”, aportan un valor añadido importante en los
sistemas político-administrativos actuales, determinando en parte la bondad y la
eficacia de los mismos; y el cómo de las los procesos de consolidación, estabiliza-
ción y democratización de los mismas; así como para también para la resolución
de conflictos (Linz y Stepan, 1996).
Se ha señalado también que una de las consecuencias de ese planteamiento
neoinstitucionalista, o “de retorno a las instituciones”, ha sido revalorizar el pa-
pel del Estado en el análisis de los procesos políticos actuales (Del Campo, 2013:
104); con lo que vemos que el Estado actual a pesar del contexto y de los retos
de la globalización, no sólo no desaparece, sino que emerge si bien con roles y
características diferentes y propias.
Por otro lado, la innovación o el cambio de las instituciones políticas y ad-
ministrativas implica no sólo una mejora en sí mismas o “ad intra”, sino que
también se ha demostrado que ejercen un papel importante cara al crecimiento
económico (North, 2013) y a la cohesión y movilidad social; y que éstas cambian
sólo de forma incrementalista, teniendo en cuenta siempre su determinante pasa-
do y presente histórico, y el problema es analizar cuánto y cómo.
Ahora bien la mutación e innovación institucional es posible, y es fruto de
los procesos sociales y políticos y de las variables que acontecen en su entorno.
El cómo y hacia donde del cambio, es el reto y el problema a la vez. Las institu-
ciones “aprenden” y “aprehenden”, como consecuencia de sus relaciones, siendo
“el aprendizaje institucional” de gran importancia, y previamente la estrategia
institucional y los objetivos a lograr claros y precisos. El comportamiento insti-
tucional debe y puede ser planificado estratégicamente y es prescribible por tanto
normativamente, pero otra cosa será su puesta en práctica.
La capacidad relacional de las instituciones es otro aspecto de las mismas dig-
no también de atención en el análisis de su actuación, señalándose que en la
actualidad éstas básicamente lo hacen en “red”. La cooperación, la coordinación
y la colaboración institucional, constituyen unas tareas y unos retos importantes
en los sistemas político-administrativos. Estos procesos son esencialmente com-
petitivos, complejos y abiertos; y pueden ser potencialmente conflictivos a veces.
Existen diversos modelos de estructuración o de configuración de las institu-
ciones, tendiendo hoy muchas de ellas a modelarse de forma menos piramidal
y jerárquica, para ser más planas y horizontales. Este hecho sin duda, favorece
una transformación de las fases de las políticas públicas, permitiendo una mayor
presencia y participación de los distintos actores en su diseño, ejecución y evalua-
468 José Manuel Canales Aliende
ción. Por otro lado, este hecho, también condicionará su estabilidad y el tipo de
respuestas de éstas a la realidad, conflictos y demandas sociales de cada momento.
A su vez en la configuración institucional deberán tenerse en cuenta también
las clases y las características de las reglas establecidas en las instituciones. En
ese sentido, Elianor Ostrom, ha propuesto una metodología o “sintaxis de una
gramática de reglas de las instituciones” para su análisis, denominada “AUDICO”
que incluye cinco elementos o variables: a) el atributo o los conceptos; b) el deón-
tico, o el deber o no deber ser; c) el objetivo y sus efectos, que más bien son los
resultados de los objetivos prefijados; d) las condiciones; y e) el bien causado, que
será la faceta de las consecuencias (2013: 330 y ss.).
Con independencia de la posible aplicación y de la utilidad para el análisis ins-
titucional del modelo teórico antedicho; estimo la conveniencia de la utilización
en el mismo, de las técnicas de auditoría de gestión y de reingeniería de procedi-
mientos.
Hay que señalar también que el análisis institucional deberá ser lo más global
u “holístico” posible, con una metodología sistemática cuantitativa y cualitativa,
examinando las principales variables o elementos de las instituciones; lo cual nos
llevará a determinar su idiosincrasia, tipología y características esenciales.
La cultura corporativa u organizativa, es también una variable explicativa del
cambio; y ésta a su vez dependerá de los valores de la organización o institución.
Cuanto más claros, motivadores e innovadores sean éstos mejor, y ello unido a los
valores de la ética y “res pública” o republicanismo cívico, frente al individualis-
mo y al monetarismo del neoliberalismo.
La cultura organizativa se inculca y se aprende en el seno de cada institución,
y es un rasgo distintivo, propio, e identificador de cada una de ellas; siendo im-
portante por ello, la formación en esta materia de los líderes políticos y de los
empleados públicos.
Cuando hay líderes capaces, es decir con capacidad de gobernar, que es un re-
quisito hoy necesario, las instituciones pueden funcionar sin duda de forma mejor
y más eficaz; y esto es más necesario que nunca en los períodos de crisis, como
antes se ha dicho.
Es sabido que el líder no nace, sin perjuicio de sus aptitudes iniciales innatas,
sino que se hace fruto de la formación y del aprendizaje y experiencia. Por ello
las decisiones y los modelos que se adopten en un sistema político administrativo
sobre el proceso de selección, formación, ascenso y evaluación de los líderes, será
un factor muy importante. Según Vanaclocha y Natera (1997), el liderazgo po-
lítico implica sobre todo “un proceso de representación elemental de agregación
colectiva, y de regulación de conflictos que definen a la política” por lo que el
proceso de adopción de decisiones de las políticas públicas necesitará ser lo más
plural posible y democrático, para ser integrador, consensuado y sin conflictos.
En el contexto actual de la gestión de redes diversas y complementarias de
gobernanza, el papel del liderazgo es necesario y relevante (Natera, 2005), como
impulsor de la misma, así como para facilitar además el fortalecimiento de los
procesos de comunicación y de representación políticas, y una nueva visión de las
políticas públicas, abriendo nuevos horizontes. Además de lo anterior, el líder está
también llamado a impulsar y a dirigir, con estrategia, claridad, voluntad y cons-
tancia inequívocas, los procesos de innovación de las Administraciones Públicas,
que es complementario y resultado de procesos de innovación políticos.
El liderazgo personal, por otro lado, no puede sustituir nunca el papel de unas
instituciones sólidas (González; 2013: 45) y el ejercicio del liderazgo implica un
compromiso fundamental, imprescindible e irrenunciable con el proyecto a desa-
rrollar; y dado que la opinión pública y la publicada no siempre son coincidentes,
el liderazgo tiene que estar mucho más atento a la opinión pública que a la publi-
cada, sin dejar de tener en cuenta ésta última (González; 2013: 55-58).
Ahora bien la personalidad y el estilo del liderazgo político, dependerán bas-
tante no sólo de su propia idiosincrasia, sino también de su mayor o menor auto-
nomía personal y del grado de dependencia de su partido. No hay liderazgo sin
previa dirección y orientación política, pero a veces pueden darse éstas sin que
exista liderazgo.
No existe hoy un modelo o estilo único ni ideal y perfecto de liderazgo, sino
que se postula un estilo utópico, polifacético y múltiple del mismo, transparente,
claro, integrador, democrático y participativo a la vez; y que entre sus capacidades
o habilidades, destaquen las siguientes: a) la estrategia para fijar y desarrollar la
agenda del cambio; b) la sensibilidad relacional y de comunicación máximas; c)
la de afrontar y de gestionar los conflictos y los problemas complejos existentes
y previsibles; debiendo ser resolutivo e innovador. Se trata pues de un plantea-
miento normativo del liderazgo, pero no imposible, sino que yo diría orientativo,
470 José Manuel Canales Aliende
6. CONCLUSIONES
El modelo ideal de democracia no existe, ya que es un proceso continuo y
constante en su búsqueda, ahora bien esa dificultad no implica su imposibilidad
ni la renuncia a sus principios y valores de forma utópica, pero a la vez de forma
constante realista y prudente. Este proceso hoy debe afrontar nuevos retos en el
contexto imparable de la globalización.
Los procesos políticos y administrativos de cambio van a depender en cada
momento histórico de los ciclos y de los tiempos políticos, en los que el contexto
va a ser muy relevante y determinante.
Ese difícil camino a conseguir de la utopía democrática, se debe optimizar y
priorizar al máximo posible, a través de diversas fórmulas complementarias que
ayuden a lograrlo. A lo largo de estas páginas lo he intentado modestamente, pro-
poniendo una reinvención, una actualización, una revitalización y una democra-
tización de la visión y de la misión actual de las políticas públicas. Estas son una
de las expresiones y de las manifestaciones fundamentales de los gobiernos y de
472 José Manuel Canales Aliende
sus Administraciones Públicas; y como tales deben ser éstas, acordes pues con la
demanda ciudadana de transparencia, calidad, participación plena democrática,
y rendición de cuentas.
Como ha señalado Michel Crozier “la crisis que vivimos es ante todo, una
crisis moral e intelectual. No se debe sólo a razones objetivas sino subjetivas. Es
el fruto de una reacción subjetiva. Nos sentimos conformes porque ya no con-
fiamos en nuestras élites, e incluso cada vez menos en nosotros mismos. Hemos
perdido todos nuestros referentes, y nuestras élites viven en la impotencia, ya que,
independientemente de su compromiso político, hablan un lenguaje que suena
estereotipado a los oídos de sus conciudadanos” (1996: 12).
Resulta también relevante el siguiente diagnóstico: “Pero quizás la combina-
ción más grave es la que está encarando la crisis del sistema político español, que
en estos momentos combina la carencia de liderazgo con la pérdida de prestigio
institucional, cansada ésta por factores muy diversos, pero fundamentalmente por
dos: la crisis de gobernanza y el total descrédito social. Siendo así, tenemos un
serio problema de institucionalidad, ya que momentos como los actuales exigen
más que nunca liderazgo e instituciones sólidas y creíbles que nos permitan supe-
rar la crisis profunda en la que estamos inmersos” (González, 2013: 47).
La actualización, la renovación y la democratización de las políticas públicas
implicará por tanto además de la mejora de éstas, y por ende su incidencia en la
mejora de la calidad del sistema democrático; y la mejora también necesaria de la
cultura política y administrativa. La democratización de las políticas públicas será
pues un instrumento para “la democratización de la democracia” (Balibar, 2013).
La democracia y la cultura política actuales necesitan sin duda una reinvención
y una actualización constante y sólida, bajo el marco de una visión reforzada de
los valores públicos y de la concepción neorepublicana de la vida política, o de la
visión de la llamada “democracia plural y radical” (Mouffe, 1999); evitando la
tendencia neoliberal a eliminar y/o privatizar lo público.
Las nuevas tecnologías, e internet en especial, suponen por otro lado, un reto
y una oportunidad para lograr no sólo una adecuada transformación y fortale-
cimiento de la calidad democrática, sino también un instrumento y expresión de
ésta, de las políticas públicas; en los fenómenos y procesos que se han denomina-
do de e-democracia, e-gobierno y e-Administración. Éstos no dejan de ser medios
o instrumentos para un fin.
La participación ciudadana más plural e incrementada, una adecuada cultu-
ra organizativa, un nuevo liderazgo y una mutación institucional, ayudarán sin
duda de forma integrada y complementaria a la vez en la gobernanza democrática
actual, y por ende también a la renovación del rol y de las distintas fases de las
políticas públicas.
Cambio institucional, liderazgo y políticas públicas 473
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