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Construir la escritura una propuesta metodológica bastante interesante que puede

resultar de gran utilidad en el aula de clase, inicialmente este escritor expone una
concepción básica de la escritura en la que la define como una manifestación de la
actividad lingüística humana como la conversación, el monólogo o, a otro nivel, los
códigos de gestos o el alfabeto morse.
El marco metodológico en que se sitúa la propuesta de Cassany es el denominado
enfoque comunicativo de la enseñanza de la lengua que prioriza el aprendizaje del
uso verbal en contextos significativos para el aprendiz. En palabras del mismo
autor, la didáctica de la lengua no puede prescindir de los contextos reales o
verosímiles en que se utiliza la lengua, debe incluirlos en las actividades prácticas
como elemento esencial del proceso comunicativo, de allí la necesidad de enseñar
a escribir empleando textos que le permitan al estudiante dar cuenta de esa
realidad en la que se encuentra inmerso y a su vez expresar sus ideas e intereses.
La complejidad que presenta la adquisición de la escritura supera con creces el
ámbito estrictamente lingüístico para penetrar en lo cognitivo. El niño, el
adolescente o el adulto deben aprender a procesar el lenguaje en soledad,
aprender a planificar objetos lingüísticos que representan empíricamente la
realidad, esto exige incrementar la conciencia y el control sobre el lenguaje,
aprender a razonar de manera lógica, desarrollar una actitud analítica. Esta amplia
dimensión cognitiva que presenta lo escrito puede hacer comprensible sin duda el
esfuerzo, el tiempo y los recursos que requiere su aprendizaje, así como los
resultados no siempre positivos que consigue.
El proceso de enseñanza de la escritura merece gran atención y cuidado de parte
de las instituciones educativas, dado que como expone Cassany, la escritura
tendría que utilizarse no sólo como registro de datos, sino como instrumento activo
de generación de pensamiento. De esta manera, el desarrollo de las habilidades
básicas del lenguaje: escuchar, hablar, leer y escribir, se debe convertir en una
preocupación fundamental no sólo para el docente de lengua, sino que también
debe de serlo para el maestro de ciencias, para el de matemáticas y en general
para el de todas las áreas, puesto que es a través del lenguaje que el estudiante
puede acceder a los conocimientos y a su vez, dar cuenta del dominio que posee
sobre estos.
Hay que señalar que los procesos de lectura y escritura revisten gran importancia,
puesto que de ellos depende el buen desarrollo de las estructuras cognitivas de
los estudiantes y por ende su rendimiento en todas las áreas del saber. De allí
surge la necesidad de que el docente concientice a sus alumnos de la importancia
de estos procesos cognitivos, a fin de que estos comprendan que escribir es una
forma de usar el lenguaje, que a su vez es una forma de realizar acciones para
conseguir objetivos. El contexto del estudiante, juega un papel fundamental en su
formación escritora, por lo cual es indispensable conocer que las mejores tareas
de composición son las auténticas, las que salen fuera del aula, tienen
interlocutores y procesos comunicativos reales y obtienen respuesta.
Por otra parte en su propuesta metodológica, Cassany enfatiza la necesidad de
abordar la escritura como un proceso y no como un producto, razón por la cual
presenta la creación de las composiciones escritas como un proceso fragmentado
y asistido continuamente por el docente, en el que la utilización de herramientas
didácticas como los borradores que se realizan antes de la presentación del texto
final, contribuyen a una mejor enseñanza de la escritura, en la medida que la
producción de estos, según lo planteado por el autor fomentan al estudiante
actitudes positivas hacia la escritura, pone énfasis en el proceso descarga el valor
excesivo y a veces tremendo que llegan a tener las versiones finales, anima a la
lectura y a la auto-revisión, de igual manera, cabe señalar que empezar a escribir
con los aprendices y ofrecerles modelos expertos del proceso de composición,
resulta de gran utilidad para ellos, puesto que les permite tener un referente al que
pueden seguir en sus procesos creativos. En esta instancia, lo ideal sería que el
maestro sea quién presente sus propios escritos, pues de esta manera el
estudiante logra ver en él un respaldo a la hora de escribir.
Por otra parte es pertinente señalar que Cassany menciona algunos principios de
los movimientos estadounidenses de promoción de la escritura, a través del
currículum, puesto que dichos principios se asemejan a los contenidos de su
propuesta. Aprender a escribir es responsabilidad de toda la escuela, la escuela
es una comunidad de aprendices de escritor. Escribir es un instrumento
epistemológico de aprendizaje, no sólo un método de evaluación de conocimientos
o de registros de la información. Escribir es un proceso de elaboración de ideas.
Así mismo, el autor, plantea que las actividades que favorecen la construcción de
conocimiento tienen las siguientes características: activa los conocimientos
previos del aprendiz, hacen emerger sus ideas y opiniones, plantea situaciones
comunicativas relevantes para el aprendiz, exigen al aprendiz adoptar sus
conocimientos previos a contextos comunicativos nuevos, incluyen situaciones en
las que el autor puede comparar versiones y/o representaciones diferentes de un
mismo texto: listas, esquemas, borradores, etc., contienen secuencias iterativas en
que el autor repite más de una vez unos mismos pasos o fases compositivas, por
ejemplo, generación de ideas, redacción y revisión.
Todas estas características mencionadas por Cassany, resumen el enfoque
comunicativo sobre el cual se fundamenta su propuesta y aluden a las diferentes
fases en las que se desarrolla la escritura de un texto; no obstante puede decirse
que es en su concepción de la evaluación donde este autor afirma la importancia
de abordar la escritura como un proceso en el que confluyen diferentes factores
que se deben considerar, puesto que como el mismo plantea, la evaluación no se
centra únicamente en la calidad lingüística del escrito producido, sino que abarca
toda la actividad escritora realizada, productos generados, procesos seguidos,
actitudes y valores implicados y la dimensión didáctica de la tarea, actividades
realizadas, andamiaje ofrecido por el docente, significación de la tarea, etc.
En definitiva puede decirse que la propuesta metodológica de Daniel Cassany es
de gran utilidad en el quehacer educativo, dado que se fundamenta, en una
concepción social y cultural del lenguaje, y aborda el texto, no solo como un
instrumento evaluativo, sino que lo convierte en un medio a través del cual el
estudiante, tiene la posibilidad de desarrollar y afianzar su habilidad para
expresarse por escrito mientras que reconoce la función pragmática del texto
desde el entorno virtual.

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