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Acarigua-portuguesa
Movimientos
de resistencia
indígena
contra el orden
colonial
PNF Agroalimentación Estudiantes:
La resistencia indígena no ceso en las islas del caribe, como tampoco ceso la
violencia de sus invasores. El cacique Canoabó fue el gran líder de la
resistencia española hasta su captura y muerte; su mujer Anacaona, continuo
la lucha hasta que fue quemada junto con otros indígenas.
La violencia de los invasores fue noticia hablada por gente katugua (caribe-
tupe-guaraní) que llego en piragua a islas y costas del Caribe. Gracias a esa
información los pueblos originarios eran precavidos cuando llegaba alguna
nave extraña.
En el tercer viaje en 1498 pasaron por la boca del Dragón entre la isla trinidad y
delta del Orinoco, un poco más hacia el norte de la expedición llego a costas de
Macuro (en el actual territorio del estado Sucre). Sus habitantes se pusieron
alerta con arcos y flechas en mano. Al parecer Colon no desembarco pero
mando a sus hombres en son de paz, le mostraron bocinas, espejos, y otros
objetos que le regalaron y recibieron de ellos granos de maíz y arepa, siguieron
hacia el norte observaron la península de Paría; luego pasaron frente las
costas de coche, Margarita y Cubagua, que poco tiempo después la llamaron
“Isla de las perlas”
Entre 1500 y 1502 también exploraron las costas y recolectaron perlas y oro;
Vicente Yáñez Pinzón (quien venía de explorar las costas del norte de Brasil),
Diego de Lepe y Cristóbal Guerra.
Más adelante el imperio inca cae en poder del imperio español. Tan pronto
como los españoles se enteraron de las ciudades y riquezas de los incas,
salieron expediciones desde Panamá, al inicio no pudieron tierras incaicas, por
ello decidieron que el rey gestionara otra expedición, en 1531 Francisco
Pizarro supo que había una lucha de poder entre hermanos Huáscar y
Atahualpa. Entonces pensó aprovechar esta pugna. En Cajamarca le pidió una
entrevista a Atahualpa y este aceptó y fue acompañado por miles de indígenas
en ese momento lo que dio paso a un enfrentamiento fue la negación de
Atahualpa al decir que el Dios de los españoles estaba muerto, pero el de él
no; señalando el sol. Los españoles acompañadores de Pizarro accionaron sus
armas de fuego sembrando pánico en el pueblo; aprovecho para capturar a
Atahualpa. El imperio incaico quedo en manos de la monarquía.
En 1538 invaden Colombia, en 1540 sale una expedición a Perú; que tras
haber pasado un año en atravesar desierto y combatiendo indígenas, llegaron
al valle de Capiaco donde fundaron la ciudad de Santiago que poco después
los bravos araucanos destruyeron. Valdivia seguía hacia el sur y seguía
construyendo, pero no pudieron proseguir la tarea porque los mapuches
vencieron y dieron muerte a Valdivia, comandados por Lautaro. La conquista
de chile terminó en 1550
Sin embargo, la resistencia al europeo fue una constante del largo período
colonial. A medida que las huestes hispanas avanzaban e intentaban dominar
los extensos territorios americanos, se enfrentaron a muchos pueblos que les
opusieron una tenaz lucha. Cabe destacar que los araucanos no se
sometieron. Se fueron más al sur y resistieron durante doscientos años y aún
resisten.
¿Cómo estas culturas pudieron hacer frente al europeo durante tantos años?
Sobre todo en el siglo XVIII, el clamor del indígena se dirigió contra la figura
del corregidor. Estos funcionarios, mal pagados por la corona, acostumbraban
realizar los "repartos de mercancías". Mediante este sistema se obligaba al
indio a adquirir artículos que no eran de primera necesidad (medias de seda,
libros de teología, porcelana china, etc.) e incluso se lo forzaba a endeudarse.
Además, muchos corregidores actuaban despóticamente en su jurisdicción,
tolerando abusos y disponiendo de la mano de obra indígena.
La rebelión encabezada por José Gabriel Condorcanqui (Túpac Amaru)
simboliza la respuesta indígena más radical frente a la situación descrita. No
fue casual el temprano ajusticiamiento del corregidor de Tinta, hecho que se
constituyó en la señal para el alzamiento de miles de indígenas del virreinato
del Perú en noviembre de 1780.
Las últimas oleadas pobladoras que llegaron a nuestro actual territorio, fueron
comunidades sedentarias de timotos y cuicas, antropólogos los vinculan con
los chibchas (de la actual Colombia), en lo lingüístico, las técnicas de cultivo,
en el arte y otros elementos culturales.
Durante la fase de 1808 a 1815, en los principales teatros del conflicto bélico, la
lucha se vio lastrada por la conducción oligárquica, que pretendía romper la
tutela española sin afectar la tradicional estructura socio-económica. La
dirección de las capas privilegiadas criollas trajo por consecuencia el
predominio de fuerzas de clase, terratenientes y grandes propietarios en
general, que ocupaban el lugar de una burguesía prácticamente inexistente.
Pero las atrevidas campañas de Bolívar y San Martín tuvieron otro efecto:
atemorizar al ala conservadora de la aristocracia criolla, hasta entonces fiel
aliada de España. El sensible cambio en la correlación de fuerzas, que desde
principios de la década de 1820 -victorias de Maipú y Boyacá- se inclinaba a
favor de los libertadores, compulsó al sector criollo conservador a romper con
la metrópoli y aceptar la inevitable independencia. El oportuno giro
aristocrático, principalmente en los bastiones realistas de Perú, México y
Centroamérica, les permitiría llenar el vacío de poder creado con la retirada de
España y la manifiesta incapacidad de los libertadores para sustituir a la
Corona en forma efectiva después de conseguida la emancipación. Incluso el
gobierno español llegó a dar instrucciones a los virreyes para negociar la paz y
cierta autonomía con los patriotas, a cambio del reconocimiento de su
soberanía en América. Ese fue el ambiente que rodeó, entre 1820 y 1821, las
entrevistas del General Morillo con Bolívar, del Virrey del Perú con San Martín y
del General O'Donojú con Iturbide.
Resulta que los españoles pretendían que los americanos, en calidad de sus
colonos, fuesen tan dependientes de ellos que les obedecieran a su arbitrio,
reciban de su mano la ley y no se puedan separar de la Península aun cuando
en la lucha quedase sujeta a Napoleón. Porque el Virrey Iturrigaray no procedió
conforme a este plan cuando la convulsión de España, sino que accedió a
celebrar Juntas de las autoridades de la ciudad de México para proveer a su
seguridad y la conservación de los derechos de Fernando VII, estuvo inclinado
a celebrar un congreso conforme lo permiten las leyes de Indias y ordenan las
fundamentales de la monarquía, fue preso por una facción de europeos
amotinados sin haberle procesado, depuesto sin habérsele oído, enviado como
un criminal a España, donde fue encerrado en un castillo de Cádiz.
Los americanos, perseguidos por la misma causa que el Virrey, pretenden ser
independientes de los españoles en su gobierno económico, y sólo
dependientes de su Rey, que, si falta, son dueños de gobernarse como les
parezca, de la misma manera que los españoles sus iguales.
Los europeos intentan abolir el pacto social que los americanos celebraron con
los Reyes de España y sustituirles otro a su pesar que los ponga en absoluta
dependencia de ellos, o hacerlos entrar por fuerza en una compañía
leonina, en que todo el provecho sea para sus amos, y ellos no tengan otro
recurso que venir en el corto número que les prescriban a llorarles como
esclavos sus lacerías.
Los americanos, empujados por la dureza atroz, las continuas tiranías y
exorbitantes injusticias con que para efectuar este plan se les ha tratado,
pelean para sostener el pacto social de sus padres, adquirido con sus
caudales, su sudor y su sangre; y caso de hacerse uno nuevo quieren concurrir
a celebrarlo en igual número y manera que los españoles, a los cuales queden
siempre iguales como lo son por sus leyes, y no inferiores.
La primera década del siglo XIX fue para las provincias de la Capitanía General
de Venezuela una coyuntura de relativa prosperidad que se tradujo en la
expansión de la producción de cacao, añil y tabaco gracias al incentivo del
comercio con algunos países extranjeros, como Estados Unidos y Dinamarca.
Estos signos positivos se derrumbaron al estallar los graves conflictos políticos
que, a partir de 1808, arrastraron a la monarquía borbónica al colapso.
La invasión napoleónica en 1808 condujo a España a una situación de honda
crisis que se fue profundizando en la medida en que los ejércitos franceses
proseguían su avance. A pesar de ello, no se vieron interrumpidas las
conexiones económicas entre Cádiz y La Guaira, intercambio que llegó a
representar el 85% del total del comercio del puerto venezolano entre 1808 y
1810. Este tráfico se caracterizaba por ser totalmente favorable a Venezuela ya
que el monto de las exportaciones de frutos sobrepasaba con creces al de las
importaciones.
Tras los acontecimientos del 19 de abril de 1810 se intensificaron las relaciones
comerciales con los Estados Unidos. En ese mismo año se estableció en La
Guaira un agente comercial de los Estados Unidos, Robert K. Lowry, quien
«pidió a su gobierno el envío de un barco de guerra para patrullar las costas,
con vistas a la protección del comercio de las incursiones de piratas y
corsarios»
Desde el primero de agosto de 1810, la Regencia ordenó el bloqueo de las
costas de la provincia de Caracas. Sin embargo, los navíos que fueron
enviados desde Puerto Rico no estaban en condiciones de cumplir con ese
cometido, por lo que las operaciones comerciales no se interrumpieron. Desde
1811 se despachaban cargamentos con dirección al puerto de Gibraltar, tráfico
que se prolongó hasta la caída de la Primera República. Es importante
destacar que en 1810 se había instalado en Caracas una casa de comercio
inglesa, Watson Maclean y Compañía, con sede central en Glasgow, una
agencia en Gibraltar y otra en Malta desde donde se distribuían los frutos
venezolanos hacia los puertos del Mediterráneo oriental
Con el inicio de las hostilidades se abrió en Venezuela una etapa de fuertes
trastornos económicos debido a la paralización de muchos cultivos por la falta
de mano de obra. Varios factores incidieron para que este problema se
agravara. Por un lado, el tráfico de esclavos fue suprimido en 1810 y, por otro,
los realistas empezaron a incorporar a los esclavos al ejército con la promesa
de su futura libertad. A la insuficiencia de mano de obra se unió el saqueo de
haciendas todo lo cual generó un fuerte impacto en la producción agrícola. En
la medida en que los gastos se iban acrecentando y los ingresos se reducían
por la baja del intercambio comercial, emergieron serias dificultades para
continuar sosteniendo el ejército republicano.
Frente a la escasez de medios de pago, el gobierno de la Primera República
decidió emitir papel moneda para reactivar la circulación monetaria. Por Ley del
27 de agosto de 1811 se decretó la emisión de un millón de pesos fuertes en
cédulas o billetes que serían entregados en todas las tesorerías como
«verdadera moneda metálica». Dichos billetes serían depositados en una caja
de las Oficinas Generales de Hacienda ubicadas en la capital de la Provincia
de Caracas y estarían garantizados por las Rentas Nacionales de la
Confederación
La desesperante situación ocasionada por la crisis fiscal, agravada por la
depreciación monetaria y la inflación de precios. El público, acostumbrado al
uso de dinero metálico, veía con desconfianza los billetes conocidos como
«asignados». Mientras las autoridades de la debilitada República no podían
contener el avance realista y dominar las sublevaciones que estallaban en
distintos puntos del territorio, se aproximaba el desastre económico. La
«moneda mala» iba sustituyendo a la moneda metálica, «la cual desapareció
de la circulación y se convirtió en moneda de reserva», puesto que nadie
quería entregar metálico a cambio de papeles sin valor real. Ante la angustiante
escasez de numerario fue necesario ordenar, con fecha del 25 de octubre de
1811, la acuñación de un millón de pesos fuertes en moneda de cobre con la
finalidad de activar el comercio interior
El Estanco del Tabaco, creado en 1776, era un monopolio administrado por las
autoridades estatales.
Los recursos se agotaron rápidamente debido a los elevados gastos originados
por el sostenimiento de las fuerzas militares y del aparato administrativo, a la
vez que era menester financiar las misiones diplomáticas enviadas a Europa.
La eliminación de algunos impuestos y la disminución de otros contribuyeron a
la reducción de los ingresos. También cayó la renta del Estanco del Tabaco,
como consecuencia del caos provocado por la guerra, ya que muchas
plantaciones fueron abandonadas por el enrolamiento forzoso de los
labradores. Mientras el Tesoro estaba exhausto, la agricultura y el comercio
atravesaban una crisis sin precedentes que condujo en breve tiempo al
derrumbe de la Primera República.
Yoston Ferrigni (1999, II: 119) establece una clara diferenciación de la
evolución económica en dos etapas: la primera se extiende de 1810 a 1814, y
la segunda desde 1815 a 1821. En la primera fase se padeció una profunda
recesión debido a los constantes trastornos políticos y a la virulencia de la
guerra. Al respecto el autor señala que en la zona norte de la provincia de
Caracas tuvo lugar «una sangrienta lucha, que desorganizó la actividad
agrícola, produjo una desarticulación entre los puertos y los centros de
producción y redujo el intercambio con España». Las cifras son reveladoras:
entre 1792 y 1794 se había registrado un promedio anual de 2.456.235 pesos
en las exportaciones de La Guaira. En 1803 dichos valores alcanzaron a
2.710.615 pesos, descendieron a 2.552.164 pesos en 1809 y cayeron a
685.920 en 1812. Si tomamos en cuenta el monto total de las importaciones y
exportaciones en los años 1809 y 1814, vemos que las mismas bajaron de
4.606.755 pesos a 500.316 pesos, lo que refleja un declive de proporciones
alarmantes que era ocasionado por la situación bélica (Ferrigni, 1999, I: 150).
Si consideramos la evolución de las exportaciones de los principales productos
desde la etapa colonial hasta la ruptura con la Metrópoli, observamos que el
cacao y el añil habían iniciado una tendencia declinante, mientras que el café
se encontraba en pleno crecimiento. En 1793, las exportaciones de cacao y añil
representaron 1.859.169 y 874.822 pesos que cayeron a 386.762 y 333.901
pesos en 1811, respectivamente. En cambio, el café pasó de 30.278 pesos a
246.850 pesos en esos mismos años (Ferrigni, 1999. I: 127 y 131). La
información anterior nos permite apreciar la temprana expansión de la
producción cafetalera, aun cuando desconocemos la especificidad de su
desarrollo en los años que abarcan la guerra.
Después de la etapa de recesión que se manifestó entre 1810 y 1814, la
situación varió radicalmente a partir de 1815 con la ocupación de la región
central por los realistas cuyo dominio persistió hasta 1821. España, tras la
expulsión de los franceses, logró reconstituir sus relaciones económicas con
algunas colonias. El comercio de ultramar adquirió un significativo impulso en
ese lapso. Las exportaciones de La Guaira ascendieron a 1.186.599 pesos en
1815 y 1.386.729 pesos en 1818. La recuperación del comercio, aunque débil,
era el resultado del prolongado período de estabilidad que disfrutó la región
central bajo el control realista (Ferrigni, 1999, II: 123). Sin embargo, los valores
mencionados se encuentran todavía muy por debajo del promedio de las
exportaciones entre 1792 y 1794, equivalente a 2.456.235 pesos. ¿Estaríamos
entonces ante una contracción de la producción agrícola como resultado de los
trastornos políticos y las guerras? Sí.
Reflexión