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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA


ESCUELA NACIONAL DE ADMINISTRACIÓN Y HACIENDA PÚBLICA
(ENAHP – IUT)
SEMESTRE 8VO SECCIÓN “10 E1”

ENSAYO

APLICACIÓN DE LOS PRINCIPIOS BÁSICOS DEL ESTOICISMO EN EL


SERVIDOR PÚBLICO DEL SIGLO XXI

ESTUDIANTES
Mujica María. C.I.: V-26.081.836

Caracas, Noviembre 2022


APLICACIÓN DE LOS PRINCIPIOS BÁSICOS DEL ESTOICISMO EN EL
SERVIDOR PÚBLICO DEL SIGLO XXI

El estoicismo es una escuela filosófica fundada en Atenas a principios del siglo III
a. C. Esta corriente filosófica propone una visión del mundo en la que todo se puede pensar
mediante una ética personal, basada en un sistema lógico y en una ley de relación de causa-
efecto. Así, el universo entero está estructurado de manera racional y comprensible, incluso
en los casos en que los seres humanos no logramos visualizar y entender dicha estructura.

El fundador de esta filosofía fue Zenón de Citio, un discípulo de Crates de Tebas,


quien además estudió con muchos maestros y se empapó de distintas corrientes filosóficas,
tomando lo mejor de cada una de ellas y añadiendo sus propias ideas. Para el, el estoicismo
es una filosofía que pretende dar dirección a nuestras vidas, y que además aporta
herramientas concretas para potenciar la felicidad y vencer la adversidad; dicho de otra
manera es una especie de sistema operativo mental, que dada una situación actual te ayuda
a determina cómo actuar para alcanzar tus objetivos y a mantener la calma en medio del
caos.

Su enfoque práctico atrajo a muchos seguidores de todas las clases sociales. Varios
gobernantes encontraron utilidad en sus ideas y hablaban de ellas en público, lo que
convirtió al estoicismo en una filosofía muy popular.

Parte de su atractivo radica en su practicidad, ya que esta no dedica mucho tiempo a


debates intelectuales sino que intenta ayudarnos a lidiar mejor con los problemas diarios:
enfermedades, toma de decisiones, críticas, enfados, adversidades, tentaciones; es decir
ofrece respuestas a todo tipo de problemas, de ahí su aceptación en todos los estratos
sociales. Por ejemplo, Epíteto era un esclavo y Marco Aurelio un emperador; en otras
palabras los principios estoicos fueron probados tanto en prisiones como en palacios.

Los estoicos de la antigüedad sostenían que si bien no podemos controlar lo que


ocurre en el universo a nuestro alrededor, sí podemos controlar la manera en que pensamos
al respecto. Según su doctrina, los seres humanos debemos cultivar una forma de ser
disciplinada, autocontrolada y tolerante, empleando para ello el coraje y la razón. A través
de este camino, se puede alcanzar cierta armonía virtuosa, único camino hacia la verdadera
felicidad.

El lema principal de los estoicos es que “la virtud es el bien supremo” o “la virtud es
el único bien”. Ello quiere decir que el ser humano debe aspirar a la virtud interior,
comprendiendo que elementos externos como el dinero, el éxito, la salud o el placer no son
ni buenos ni malos en sí mismos, y el ser humano no debe confundirlos con lo
verdaderamente importante: para los estoicos, la sabiduría es la condición fundamental de
todos los bienes. Consideran que la felicidad, el conocimiento y la virtud son una y la
misma cosa. En sentido estricto, los bienes, mal o bien utilizados, deben ser bienes
incondicionales, y solo la virtud, entendida como conocimiento, califica como bien
incondicional.

El espíritu estoico debe ser calmo, autocontrolado y disciplinado, ya sea que haga
frente a la desgracia o a la bonanza. Solo esta actitud de indiferencia puede conducir hacia
la libertad y la tranquilidad. Los estoicos pensaban así alcanzar la imperturbabilidad, o sea,
la ataraxia, el estado máximo buscado.

Según los estoicos, el ser humano debe imitar al universo en su equilibrio,


rigiéndose por su naturaleza interior y no por las distracciones del mundo. Sostenían que
ciertos errores de juicio (o sea, errores de pensamiento) pueden engendrar emociones
dañinas, y por eso el ser humano debe mantener su voluntad lo más acorde a la naturaleza,
aceptando las cosas como se presentan, renunciando al deseo, el miedo y la ambición.

Para los estoicos, la medida de la naturaleza del ser humano puede observarse no en
las cosas que se dicen, sino en la manera en que se actúa. Por lo tanto, los seres humanos
son todos iguales y forman parte de la misma gran familia, como ciudadanos del mundo. Se
trataba, pues, de una escuela filosófica muy cosmopolita.

La suerte y la casualidad no existen, sino la causalidad: todo es consecuencia de


algo más, incluso si no sabemos de qué o no podemos comprenderlo.

Los estoicos consideraban como grandes virtudes poseer conocimiento práctico, que
permite manejar situaciones retadoras con una cabeza tranquila; la templanza, para moderar
y controlar la seducción de los placeres cotidianos; la justicia, que debe ejercerse incluso en
el caso de recibir injusticia de los demás y el coraje, tanto en situaciones extremas como en
la vida cotidiana, para conservar la claridad y la integridad.

Estos cuatros puntos son los que en la actualidad deben tomar suma relevancia para
resolver los problemas sociales actuales, y más cuando se es un servidor público, puesto
que este es una persona que brinda un servicio de utilidad social, lo que quiere decir que
aquello que realiza beneficia a otras personas y no genera ganancias privadas (más allá del
salario que pueda percibir el sujeto por este trabajo).

Los servidores públicos, por lo general, prestan servicios al Estado y las


instituciones estatales (como hospitales, escuelas o fuerzas de seguridad) son las encargadas
de hacer llegar el servicio público a toda la comunidad. El servidor público suele
administrar recursos que son estatales y, por lo tanto, pertenecen a la sociedad. Cuando una
persona con un puesto de esta naturaleza comete delitos tales como la malversación de
fondos o incurre en la corrupción de alguna forma, atenta contra la riqueza de la
comunidad.

El hecho de manejar recursos públicos confiere una responsabilidad particular a la


labor de los servidores públicos. Su comportamiento debería ser intachable, ya que la
sociedad confía en su honestidad, lealtad y transparencia.

Los estoicos mantenían que una mente ansiosa o dominada por emociones negativas
tendrá dificultad para actuar de manera razonada, y por tanto la tranquilidad evita que
obremos mal, y es precisamente esta tranquilidad mental la que le confiere a los servidores
públicos un actuar correcto, donde sus decisiones beneficien a la comunidad en su
totalidad, o al menos en su mayor proporción.

Para ellos, una de las causas principales de la agitación mental es la percepción


distorsionada que tenemos de la realidad. Reaccionamos emocionalmente a situaciones
mundanas, como discusiones con la pareja o el tráfico de las mañanas. Por este motivo el
estoicismo hace mucho hincapié en observar la realidad de manera objetiva y neutral.
Los estoicos llamaban a las primeras impresiones que recibíamos phantasias, que a
veces eran un buen reflejo de la realidad pero con frecuencia no. Por eso, antes de
aceptarlas debemos cuestionarlas, tratándolas como hipótesis y no como hechos.

Al examinar esa primera percepción la podemos cambiar, adoptando así una


perspectiva más productiva de nosotros mismos y del mundo que nos rodea. Y con una
perspectiva más clara, nuestra respuesta será más acertada.

Las impresiones no examinadas son el origen de muchas emociones exageradas, de


ahí la importancia de adoptar esta práctica, y su objetivo principal es pasar de una reacción
emocional a una respuesta racional, introduciéndonos entre el estímulo y la respuesta y
llegando a una solución idónea, que en el caso de los servidores publico seria de suma
importancia puesto que permitirá establecer criterios neutrales para poder solucionar
cualquier situación focalizando adecuadamente sus recursos.

En este sentido, los estoicos recomendaban aplicar el concepto de prosoche, pues


ellos aseguraban que el simple hecho de observar nuestros pensamientos y
comportamientos nos hará más conscientes de lo que ocurre en nuestra mente.

Prosoche, no es más que un proceso que los estoicos realizaban con tres beneficios
claros, en primer lugar este proceso pretende tomar el control de nuestra atención, lo que a
su vez nos permite mejorar nuestros pensamientos y acciones, dirigiéndolos hacia nuestros
verdaderos objetivos, el segundo paso es centrarse en el presente, con ello se evita gran
parte del sufrimiento emocional causado por recuerdos del pasado o miedos del futuro, y la
parte final de este proceso es concentrarse en el momento actual ayuda a tolerar la
adversidad.

La aplicación de este proceso nos permite observar pensamientos de los que antes
no éramos conscientes, y al realizar esto notaremos por ejemplo cómo surgen emociones
que podrían alterar nuestro estado mental si no las interrumpimos a tiempo, a su vez el
etiquetar o reconocer una emoción la hacemos tangible y manejable. Al reflexionar sobre
ella y darle otra perspectiva reducimos su efecto perjudicial sobre nuestro estado de ánimo.
No podemos cambiar lo ocurrido, pero podemos cambiar cómo lo percibimos, es
decir convertir obstáculos en oportunidades, es una de los principios que los estoicos
establecían, que además podemos decir que se encuentra muy vigente hoy en día puesto
que para poder surgir como seres humanos necesitamos estar en constante cambio y
adaptación a situaciones, tratando de obtener siempre el mejor provecho de cada una de
ellas.

Marco Aurelio una vez dijo “Piensa así. Eres un adulto, no te dejarás esclavizar
más, zarandeado como una marioneta por cualquier impulso, te dejarás de quejar por tu
situación presente y no temerás el futuro”; tendemos a pensar que la libertad viene de hacer
lo que nos apetezca en cada momento, pero paradójicamente esta puede ser la peor forma
de esclavitud.

Para los estoicos, el único esclavo es aquel encadenado por sus pasiones y azotado
por sus emociones. Sin control, nuestra mente es la peor prisión. Sin disciplina no hay
libertad.

Libertad es por tanto la capacidad de actuar guiados por la razón, de no ser


sometidos por los deseos que surjan en cada momento, y perdemos la libertad cuando
damos excesivo valor a cosas fuera de nuestro control. Al domar nuestro estado mental
alcanzaremos la libertad y mitigaremos el sufrimiento emocional.

El servidor público siendo representante de una sociedad, debe ser un ejemplo de


libertad con disciplina, pero también de ética y moralidad, donde el cumplimiento del deber
y el orgullo de servir a la sociedad, se debe vivir día a día, para recobrar la confianza de la
ciudadanía.

La ética es una manifestación de la conciencia humana, en la que, tal como lo


exponía Kant en su obra cumbre sobre la moral, ¨La metafísica de las costumbres¨, se trata
de un Tribunal Interno, un juez interno que en el ser humano no “se forja arbitrariamente,
sino que está incorporado a su ser. Por otro lado la moral es el comportamiento en el que
consiste nuestra vida, en otras palabras la moral estudia el comportamiento humano en
cuanto al bien y el mal.
Hoy en día es necesario tomar en cuenta todos estos principios ya que de alguna
manera mantienen por decirlo de una forma nuestra “cabeza fría”, es decir, una actitud de
autocontrol y resistencia a las pasiones humanas, logrando reacciones con entereza, sin
entregarse al dolor, alegría, tensión o cualquier emoción humana, lo que nos permitirá con
certeza tomar decisiones adecuadas donde todos seamos beneficiados.

Además de ello a partir de todo lo anterior, podríamos decir que los principios del
estoicismo permiten, especialmente a los servidores públicos, tener una visión objetiva de sí
mismo y del mundo que le rodea, pensar con claridad y actuar de manera racional, porque
le permitirá saber qué está bajo su control y qué no, y se centrara en lo que puede cambiar.

Estos principios darán las bases para obviamente sentir impulsos igual que los
demás, pero siendo capaces de dominarlos para evitar dejarse arrastrar. Prestar atención al
detalle, y no distraerse con cosas insignificantes. Y algo aún más importante aprender del
pasado y considerar el efecto de sus acciones en el futuro.

Por otro lado los principios estoicos siendo aplicados correctamente permiten
considerar indiferentes las cosas externas, entendiendo que algunas veces son necesarias
para lograr objetivos específicos, aunque siempre tomando en cuenta que muchas veces el
resultado que deseamos no está siempre en nuestras manos.

Un punto importante que comparten los estoicos con los servidores públicos es que
no deberían actuar movidos por el dinero o la fama, pero su claridad y disciplina elevan la
probabilidad de que termine amasando ambas, y en este sentido los estoicos son fieles a una
primicia la cual dicta que si las riquezas le llegan no las rechaza, pero tampoco se aferra a
ellas, primicia que los servidores públicos deberían apuñar para ellos mismos.

Asimismo los servidores públicos deberían tal como los estoicos lo dicen,
involucrarse en la vida social, pero manteniendo cierta distancia de los acontecimientos sin
relevancia, esto sin buscar la adversidad, pero la enfrentar con tranquilidad.
Llegado a este punto es importante destacar que el verdadero estoico no es real, es
simplemente un ideal, un estándar contra el que medirse. Los estoicos se referían a este
ideal como sophos o persona sabia, y los que perseguían este ideal eran precisamente los
llamados filósofos, traducible como amantes de la sabiduría.

En momentos difíciles, los estoicos contemplaban esta imagen idealizada y se


preguntaban qué haría una persona sabia. Nunca llegaremos por tanto a ser verdaderos
estoicos, pero al intentarlo nos convertiremos en versiones mejores de nosotros.

Además, la imposibilidad de alcanzar este ideal nos ayuda a no autocastigarnos


demasiado al fallar. Simplemente debemos reflexionar sobre nuestros errores y definir
acciones de mejora.

En otras palabras entender que la mente, como el cuerpo, necesita desafíos para
fortalecerse, es decir ver cada obstáculo como una oportunidad para aprender y mejorar.

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