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Un poco antes, en la década de los cincuenta y los sesenta, los psicólogos Albert Ellis

y Aaron T. Beck desarrollaron la terapia cognitivo-conductual con un importante


fundamento en esta filosofía del mundo antiguo.

Más cercano a nuestros tiempos, autores como Ryan Holiday, Massimo Pigliucci o
William B. Irvine han hecho un gran esfuerzo en actualizar los principios y términos del
estoicismo y acercarlos a la practicidad de nuestros tiempos. En la actualidad, el
movimiento moderno del estoicismo se apoya enormemente en las redes sociales y
las comunidades digitales.

Por este proyecto se han pasado las que son actualmente las máximas referencias en
habla hispana sobre el estoicismo: Marcos Vázquez de Fitnessrevolucionario y Pepe
García de El Estoico. Ambos han hecho un magnífico trabajo en dar a conocer al
mundo esta filosofía.

• Entrevista con Marcos Vázquez – Estoicismo, mentalidad y aprendizaje.


• Entrevista con Pepe García – Presente y futuro del estoicismo.

Principios del estoicismo


El estoicismo aporta multitud de principios para que podamos mejorar nuestras vidas.
Como resaltan los autores Javier Recuenco y Guillermo de Haro en su libro El
pequeño libro de la filosofía estoica: “El estoicismo no buscaba crear la ilusión de
sociedad perfecta donde no existía el mal ni el sufrimiento. Al contrario, acepta que en la
vida habrá sinsabores, que no podemos evitarlos, pero que sí podemos elegir cómo
enfrentarnos a ellos”.

Profundicemos entonces en algunas de las herramientas y principios que expone el


estoicismo para enfrentarnos a los sinsabores del día a día.

La filosofía nos enseña a actuar, no a hablar. Exige que cada persona viva
según sus estándares y que su vida esté en armonía con sus palabras.

Séneca.

1. Vivir de acuerdo a la naturaleza

¿Entonces resulta increíble nuestra afirmación de que la naturaleza del hombre


es civilizada, cariñosa y digna de confianza?
Epicteto.
El objetivo final de la vida del estoicismo es alcanzar la eudaimonia, que significa
felicidad o satisfacción alcanzable por el ser humano. Los estoicos lo solían llamar La
buena vida.

¿Cómo vivir una buena vida entonces? Los estoicos tienen como máxima el “vivir de
acuerdo a la naturaleza”. El ser humano es un animal racional. Lo que distingue a los
humanos de todas las demás especies es nuestra capacidad de razonar. Según
Epicteto, no debemos comportarnos como ovejas o bestias porque hacerlo niega
nuestra humanidad, lo más precioso y natural que tenemos. Gracias a la razón
podemos elegir actuar con virtud en todo momento, algo fundamental para los
estoicos.

Este concepto estoico también está estrechamente relacionado con la profunda


conexión social que tenían los estoicos. El propio Séneca nos invita a usar esta
naturaleza humana como guía para actuar siempre con la razón y la moral,
entendiendo nuestra responsabilidad de ayudar a los demás.

2. Vivir con virtud

La virtud es una de las grandes preocupaciones de los estoicos. Lo que los estoicos
quieren decir con virtud es sobresalir o florecer en términos de nuestra naturaleza
humana racional. Séneca hablaba de ella como “razón consumada”. Básicamente,
para los estoicos, no podemos alcanzar la felicidad o eudaimonia sin vivir de acuerdo
con la virtud.

Todo se puede tomar de un hombre, excepto una cosa, la última de las


libertades humanas, elegir la actitud de uno en cualquier conjunto de
circunstancias, elegir el propio camino.

Viktor Frankl.
Los estoicos destacaban cuatro grandes virtudes cardinales. Para los estoicos, la
sabiduría es la más importante y las otras tres son manifestaciones parciales de esta.

• Sabiduría: incluye deliberación, buen juicio, perspectiva, buen sentido.


• Justicia: incluye bondad, benevolencia, servicio público, trato justo.
• Coraje: incluye valentía, perseverancia, autenticidad (honestidad), confianza.
• Disciplina: incluye orden, autocontrol, perdón, humildad.
Las cuatro virtudes más importantes para los estoicos.
Cuando actúas de acuerdo con estas virtudes, progresas hacia la buena vida, o
eudaimonia, el objetivo final de la vida para los estoicos.

Los estoicos tenían claro que actuar con virtud debía de ser la propia recompensa. Te
comportas de una manera determinada porque es lo correcto. Actúas de acuerdo con
la naturaleza, la razón y la virtud porque es lo correcto. No importa tanto el resultado
que tengan tus acciones, lo verdaderamente gratificante es actuar bien y avanzar
hacia la buena vida.

Un rasgo crucial de este concepto estoico es que las diferentes virtudes no se pueden
practicar de manera independiente: no se puede ser cobarde y valiente. Aunque el
sentido común nos diga que alguien podría haber demostrado valor en la batalla y
aún así pecar de ser un mentiroso, para los estoicos dicha persona no sería virtuosa
porque la virtud es un paquete de todo o nada. Nadie dijo que la filosofía estoica no
fuese exigente.

Hacer lo correcto es suficiente, es tu naturaleza y es tu deber. Así que debes actuar


de acuerdo con las virtudes. Los resultados de tus acciones no dependen por
completo de ti, por lo tanto, no deben ser el motivo que te condicionen en tu manera
de actuar. Concéntrate en lo que puedes controlar, que es actuar de manera
virtuosa y racional. Esto nos lleva al siguiente principio estoico: la dicotomía de
control.
El hombre sabio se preocupa por la intención de sus acciones, no por sus
resultados. Nuestra acción inicial está bajo nuestro control, pero la fortuna
determina su final.

Séneca.

3. Dicotomía de control: céntrate en lo que puedes controlar

Solo tras haber aprendido a distinguir entre lo que puedes controlar y lo que no,
serán posibles la tranquilidad interior y la eficacia exterior.

Séneca.
La dicotomía de control es, seguramente, uno de los principios mas característicos
del estoicismo debido a su enorme practicidad.

Los estoicos nos recomiendan aprender a distinguir entre lo que depende de


nosotros y lo que no. De nosotros dependen nuestras acciones voluntarias y nuestros
juicios, mientras que todo lo demás se escapa de nuestro control.

Aceptar que sólo puedo controlar mis propias acciones y esperar el resultado con
ecuanimidad es el objetivo que plantea esta filosofía para conseguir la tranquilidad
interior (ataraxia) y la eficacia exterior, como afirmaba Séneca.
Simplificación de la dicotomía de control propuesta por los estoicos.
Obtienes la satisfacción de saber que estás haciendo las cosas de la mejor forma
posible. Por lo tanto, aceptar el resultado es un mero trámite. Has hecho todo lo que
está en tus manos para lograr tu objetivo. Si el resultado no es satisfactorio, acéptalo
y di: “Bueno, he hecho todo lo posible”. Céntrate en lo que está bajo tu control,
independientemente del resultado.

El estoicismo moderno propone que esta dicotomía se convierta en una tricotomía y


se añada una tercera opción: las cosas sobre las que se tienen un control parcial. Un
ejemplo sería un partido de tenis en el que el resultado no está bajo un control total
ya que influyen variables como la habilidad del contrario, las condiciones atmosféricas
o la pericia del árbitro. Por ello, en este ejemplo, el objetivo no debería ser ganar el
partido sino jugar de la mejor manera posible, ya que eso sí se puede controlar.

La lección clave con la que tenemos que quedarnos está en enfocar nuestros
esfuerzos donde tenemos poder de acción y control y dejar que el destino decida el
resto.

4. Distingue entre bueno, malo y lo indiferente

Algunas cosas son buenas, otras malas y otras indiferentes. Lo bueno es la


virtud, lo malo lo que se aleja de la virtud. Lo indiferente son cosas como la
riqueza, la salud o la reputación. ¿Dónde debes buscar entonces lo bueno y lo
malo? En ti, en lo que te pertenece. En lo que no te pertenece no debes usar los
términos bueno o malo.

Epicteto.
Los estoicos diferenciaban entre cosas «buenas», «malas» e «indiferentes». Las
cosas buenas incluyen todo aquello que depende de nosotros, como actuar
virtuosamente (con sabiduría, disciplina, valor y justicia). Las malas incluyen los
opuestos de estas virtudes, es decir, actuar de manera irracional y alejado de la virtud.

Las indiferentes incluyen todo lo demás (aquello sobre lo que no tenemos control
de manera directa), principalmente la vida y la muerte, la fama y la mala reputación, el
placer y el dolor, la riqueza y la pobreza, y la salud y la enfermedad.

Ser indiferente a las cosas indiferentes significa no hacer ninguna diferencia entre
ellas, sino tomarlas como son y amarlas por igual.

Pero estar sano es mejor que estar enfermo, ¿verdad? Sí. Aunque las cosas
indiferentes no pueden ser realmente «buenas», algunas son más valiosas que otras y
preferibles.

Los estoicos clásicos clasificaron las cosas indiferentes positivas como la buena salud,
la amistad, la riqueza y la buena apariencia como indiferentes preferidos, mientras que
sus opuestos los definieron como indiferentes no preferidos. La gente siempre
preferirá el placer sobre el dolor, la riqueza sobre la pobreza y la buena salud sobre la
enfermedad, así que ve y busca esas cosas, pero no cuando eso suponga no
comportarte con virtud.

En resumen, para los estoicos lo verdaderamente importante era la intención de sus


acciones, ya que los resultados eran consecuencias de esos hechos. Los estoicos
prefieren unos resultados (indiferentes preferidos) sobre otros (indiferentes no
preferidos).

5. Amor fati: aprende a amar el destino

No busques que los eventos sucedan como deseas, desea que los eventos
sucedan como lo hacen y tu vida transcurrirá sin problemas.

Epicteto.
Este término que nos invita a “amar nuestro destino” fue acuñado mucho después de
los primeros estoicos por Friedreich Nietzsche. No queremos pecar de insensibles, y
este precepto no es plato de buen gusto para todas las personas. Hay gente que pasa
por auténticas calamidades y es entendible que este mensaje no resuene con ellos.

Amor fati es la receta para una vida feliz y alegre. Imagínate que ha sucedido un
evento que no deseabas que ocurriera. Ahora, ¿qué es más fácil de cambiar: tu
opinión o el evento en sí?

La respuesta es obvia. El evento está en el pasado y no se puede cambiar. En cambio,


nuestra opinión si que podemos cambiarla. Podemos aceptar lo que sucedió y
cambiar nuestro deseo de que hubiera sucedido de otra forma. El estoicismo llama a
esto el «arte de la aquiescencia»: aceptar el destino en lugar de intentar luchar
contra él.

Para los estoicos, los eventos externos no son ni buenos ni malos. Simplemente son.
Todo es parte del destino. Iba a suceder de cualquier forma. La realidad es
implacable. Lo que determina si es bueno o malo, es tu interpretación. Por lo tanto, el
primer paso es aceptar que no controlamos todo lo que sucede y que pase lo que
pase está bien. El segundo paso es no solo aceptar, sino incluso amar todo lo que
sucede.

Si quieres profundizar más sobre este concepto, le hemos dedicado un artículo


completo:
• Amor Fati: aprende a amar el destino.

Herramientas estoicas

Los doctores mantienen sus bisturís y otros instrumentos a mano para las
emergencias. Mantén tu filosofía a mano también.

Marco Aurelio.
El estoicismo no solo es una filosofía de vida, es una caja de herramientas que nos
puede ayudar a prevenir situaciones desagradables y mejorar nuestras vidas. Por
un lado, es necesario entender sus principios, pero con la única intención de poneros
en práctica después.

Hablemos de algunas de nuestras herramientas preferidas de los clásicos.,

Visualización negativa
Los estoicos utilizaban la visualización negativa como una herramienta para estar
preparados ante la desgracia. Fue una de las razones principales para estudiar la
filosofía estoica: prepararse para eventos futuros y adelantarnos a sus consecuencias.

Los dramas humanos de aquella época no se diferencian tanto de los actuales. Por
eso el estoicismo sigue teniendo validez siglos después de su nacimiento. El autor del
libro El arte de la buena vida, William B. Irvine, la describe como “la técnica más
valiosa en el conjunto de herramientas de los estoicos”.

Al pensar en lo peor que pueda pasar en un futuro, los estoicos se fortalecen y


anticipan a los posibles acontecimientos para que puedan enfrentarlos con calma,
racionalidad y paciencia si llegan a ocurrir finalmente.

Nada le sucede al sabio en contra de sus expectativas.

Séneca.
Esta anticipación a los hechos no hace que todo sea fácil de soportar, pero nos ayuda
a aceptar lo indiferente, nos ayuda a prevenir lo que no queremos y reduce la
ansiedad y la excesiva preocupación por el futuro, o eso decían los estoicos. Podemos
enfrentar la adversidad con mucha más calma, analizarla racionalmente y, por lo
tanto, tomar medidas y anticiparnos de manera más inteligente y sosegada.

Es posible que desee estar libre de la tortura, pero si llega el momento de


soportarlo, desearé soportarlo con valentía y honor. Preferiría no estar en
guerra, pero si me sobreviene la guerra, desearé llevar noblemente las heridas,
el hambre y otras necesidades de la guerra. Tampoco estoy tan loco como para
desear una enfermedad, pero si debo sufrirla, no deseo hacer nada precipitado
o deshonroso. El punto no es desear estas adversidades, sino la virtud que hace
soportables las adversidades.

Séneca.
En resumen, la idea de la visualización negativa es imaginar repetidamente
escenarios potencialmente “malos” de antemano, para que si en algún momento
llegan a suceder, no nos sorprendan y podamos enfrentarlos con calma y con
virtud.

Memento mori: un recordatorio para la vida


Memento mori es un recordatorio para la vida. Saber que vamos a morir es el mayor
incentivo para comenzar a vivir. La muerte es la mejor maestra para gestionar nuestro
tiempo. Nos recuerda que nuestra vida es pasajera y que nuestro tiempo aquí es finito.
Recordad que vamos a morir nos ayuda a ver las cosas que nos ocurren con mayor
perspectiva. Memento mori es la práctica de contemplar tu propia mortalidad, es el
recordatorio de que un día morirás.

Los estoicos usaban con frecuencia esta técnica. Pensar en nuestra propia muerte nos
proporciona una perspectiva y una visión nueva con el que enfrentarnos a nuestros
miedos y enemigos.

Meditar sobre la muerte nos ayuda a apreciar más nuestra vida y el momento
presente. Alguien que piensa en la muerte no tendrá tiempo para malgastar su
tiempo en trivialidades. El estoicismo nos recuerda que no debemos temer a la
muerte, debemos temer el no haber vivido con virtud y con miedos.

Preparemos nuestras mentes como si hubiéramos llegado al final de la vida. No


pospongamos nada. Equilibremos los libros de la vida todos los días… El que da
los últimos toques a su vida cada día nunca tiene poco tiempo.

Séneca.
El concepto de Memento mori toma algo destructivo como la muerte y lo convierte en
una herramienta para disfrutar más del momento presente. Memento mori nos ayuda a
priorizar lo que realmente importa, recordándonos que el tiempo es finito. En este
artículo Memento mori: cara a cara con la muerte profundizamos en cómo este
recordatorio nos permite salir del piloto automático y recuperar el verdadero valor de
la vida.

Incomodidad voluntaria

Los estoicos defendían el disfrute de los placeres de la vida cuando estos estuviesen
disponibles. Ya advertían de sus peligros, ya que si nos dejamos atrapar por el placer y
la comodidad, nos podemos convertir en esclavos de estas cosas.

Reserva de vez en cuando unos días durante los cuales te contentarás con la
comida más simple y la ropa más áspera. Luego te preguntarás: ¿Esto es lo que
tanto temía?

Séneca.
Para no caer en las trampas de los placeres, los estoicos nos proponían una estrategia
muy eficiente que consistía en evitar de forma temporal algunos placeres o
comodidades de las que disfrutamos a diario. Practicar esta privación temporal nos
aporta numerosos beneficios físicos y psicológicos.

Evita que nos acostumbremos a vivir en nuestra zona de confort. Al salir con
frecuencia de esta zona en la que nos sentimos cómodos y seguros, expandimos
nuestro entorno de «seguridad» y cuando nos toque sufrir de manera involuntaria,
sufriremos menos al estar mejor adaptados a ese «dolor».

El privarnos temporalmente de cosas que pensamos que necesitamos nos hace


estar preparados para la ansiedad que nos puede provocar el temor a su pérdida. Y
si las llegamos a perder, el sentimiento negativo por su pérdida será mucho más
liviano.

Por lo tanto, renunciar de manera temporal y voluntaria a cosas nos ayuda a


disfrutarlas más cuando disponemos de ellas.

Escribe un diario

Epicteto y Marco Aurelio llevaron vidas muy diferentes. Esclavo y emperador. Pero
tenían un hábito en común, al igual que todos los estoicos: escribían un diario.

En el estoicismo, el arte de escribir en un diario es más que un simple hábito. Esta


práctica diaria es la filosofía. Preparándose para el día que viene. Reflexionando sobre
el día que ha pasado. Recordarnos la sabiduría que hemos aprendido de nuestros
maestros, de nuestra lectura, de nuestras propias experiencias.

El estoicismo está diseñado para ser una práctica y una rutina. De esta manera,
escribir un diario es estoicismo. Es casi imposible tener uno sin el otro.

¿Cómo ser un estoico?

La palabra “estoico” tiene sus raíces en la antigua palabra griega que significa
“resuelto”. Alguien que es estoico es capaz de enfrentarse a los retos de la vida con
valor y resolución.
Séneca hablaba del estoicismo como un ideal, algo a lo que aspirar y poder
acercarnos cada día más, a sabiendas de que por nuestra naturaleza humana, jamás
podremos ser personas estoicas en su máximo exponente. ¿Qué significa entonces
tener una actitud estoica ante la vida?

Tener una actitud estoica

Leer Meditaciones de Marco Aurelio o este artículo sobre estoicismo, no te


acercarán al ideal estoico del que hablaba Séneca. Lo único que lo hará es tu
experiencia y la práctica de esta filosofía en tu día a día.

Necesitas ponerte a prueba en el campo de batalla. Y el campo de guerra es tu vida.


La práctica en la vida diaria de los conocimientos adquiridos será lo que te convierta
en estoico. En otras palabras: elegir siempre una actitud estoica ante los problemas
que nos depara nuestra existencia. Perseguir el ideal estoico es una carrera de
fondo. Gestionar las emociones no es una tarea sencilla, requiere de tiempo y
disciplina.

Pon en práctica la teoría

Muchas de las herramientas que nos propone el estoicismo, como la dicotomía de


control o amor fati, son extremadamente agradables de leer o escuchar en el marco
teórico, pero fuera de él, en el día a día, son herramientas muy prácticas que van a
requerir lo mejor de nosotros.

Una persona estoica también se equivoca. Puede caer presa de las emociones si se
descuida. Eso no lo hace menos estoico, porque precisamente el estoico ha
aprendido a ser consciente de sus propios errores que le alejan de su yo ideal y
aprende de ellos para no volver a cometerlos en el futuro.

El ideal estoico es un camino sin meta

Una mente fuerte no se crea en una día ni en un mes. Nace fruto del esfuerzo, de la
disciplina, del aprendizaje constante de los errores y de una capacidad de superación
y mejora continua.
El estoico es un ideal. Nuestra condición como seres imperfectos nos impide alcanzar
la perfección racional y virtuosa que pretende esta filosofía, pero esto no debe
servirnos de excusa para esforzarnos cada día en ser mejores personas. No se trata
de ser el mejor estoico de todos, se trata de ser mejores que ayer, pero sin
despreciar nuestro yo presente ni lo que somos en este instante.

Diseña tu propia filosofía de vida

El estoicismo puede servirte de antídoto al sufrimiento y al caos de tu vida, pero sus


propuestas no son las únicas. A lo largo de la historia, han surgido otras filosofías que
han dado otro tipo de respuestas a las mismas preguntas que se hicieron los primeros
estoicos hace ya más de 2000 años.

Conocerlas te ayudará a disponer de mayores recursos a la hora de diseñar tu propia


filosofía de vida. Te dejo tres artículos que dedicamos a sus filosofías hermanas,
para que te ayuden a complementar y seguir construyendo tu propia filosofía de
vida.

• Escepticismo: la duda como forma de vida


• Epicureísmo: filosofía práctica para mejorar tu vida
• Cinismo: la filosofía de los perros

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