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Más cercano a nuestros tiempos, autores como Ryan Holiday, Massimo Pigliucci o
William B. Irvine han hecho un gran esfuerzo en actualizar los principios y términos del
estoicismo y acercarlos a la practicidad de nuestros tiempos. En la actualidad, el
movimiento moderno del estoicismo se apoya enormemente en las redes sociales y
las comunidades digitales.
Por este proyecto se han pasado las que son actualmente las máximas referencias en
habla hispana sobre el estoicismo: Marcos Vázquez de Fitnessrevolucionario y Pepe
García de El Estoico. Ambos han hecho un magnífico trabajo en dar a conocer al
mundo esta filosofía.
La filosofía nos enseña a actuar, no a hablar. Exige que cada persona viva
según sus estándares y que su vida esté en armonía con sus palabras.
Séneca.
¿Cómo vivir una buena vida entonces? Los estoicos tienen como máxima el “vivir de
acuerdo a la naturaleza”. El ser humano es un animal racional. Lo que distingue a los
humanos de todas las demás especies es nuestra capacidad de razonar. Según
Epicteto, no debemos comportarnos como ovejas o bestias porque hacerlo niega
nuestra humanidad, lo más precioso y natural que tenemos. Gracias a la razón
podemos elegir actuar con virtud en todo momento, algo fundamental para los
estoicos.
La virtud es una de las grandes preocupaciones de los estoicos. Lo que los estoicos
quieren decir con virtud es sobresalir o florecer en términos de nuestra naturaleza
humana racional. Séneca hablaba de ella como “razón consumada”. Básicamente,
para los estoicos, no podemos alcanzar la felicidad o eudaimonia sin vivir de acuerdo
con la virtud.
Viktor Frankl.
Los estoicos destacaban cuatro grandes virtudes cardinales. Para los estoicos, la
sabiduría es la más importante y las otras tres son manifestaciones parciales de esta.
Los estoicos tenían claro que actuar con virtud debía de ser la propia recompensa. Te
comportas de una manera determinada porque es lo correcto. Actúas de acuerdo con
la naturaleza, la razón y la virtud porque es lo correcto. No importa tanto el resultado
que tengan tus acciones, lo verdaderamente gratificante es actuar bien y avanzar
hacia la buena vida.
Un rasgo crucial de este concepto estoico es que las diferentes virtudes no se pueden
practicar de manera independiente: no se puede ser cobarde y valiente. Aunque el
sentido común nos diga que alguien podría haber demostrado valor en la batalla y
aún así pecar de ser un mentiroso, para los estoicos dicha persona no sería virtuosa
porque la virtud es un paquete de todo o nada. Nadie dijo que la filosofía estoica no
fuese exigente.
Séneca.
Solo tras haber aprendido a distinguir entre lo que puedes controlar y lo que no,
serán posibles la tranquilidad interior y la eficacia exterior.
Séneca.
La dicotomía de control es, seguramente, uno de los principios mas característicos
del estoicismo debido a su enorme practicidad.
Aceptar que sólo puedo controlar mis propias acciones y esperar el resultado con
ecuanimidad es el objetivo que plantea esta filosofía para conseguir la tranquilidad
interior (ataraxia) y la eficacia exterior, como afirmaba Séneca.
Simplificación de la dicotomía de control propuesta por los estoicos.
Obtienes la satisfacción de saber que estás haciendo las cosas de la mejor forma
posible. Por lo tanto, aceptar el resultado es un mero trámite. Has hecho todo lo que
está en tus manos para lograr tu objetivo. Si el resultado no es satisfactorio, acéptalo
y di: “Bueno, he hecho todo lo posible”. Céntrate en lo que está bajo tu control,
independientemente del resultado.
La lección clave con la que tenemos que quedarnos está en enfocar nuestros
esfuerzos donde tenemos poder de acción y control y dejar que el destino decida el
resto.
Epicteto.
Los estoicos diferenciaban entre cosas «buenas», «malas» e «indiferentes». Las
cosas buenas incluyen todo aquello que depende de nosotros, como actuar
virtuosamente (con sabiduría, disciplina, valor y justicia). Las malas incluyen los
opuestos de estas virtudes, es decir, actuar de manera irracional y alejado de la virtud.
Las indiferentes incluyen todo lo demás (aquello sobre lo que no tenemos control
de manera directa), principalmente la vida y la muerte, la fama y la mala reputación, el
placer y el dolor, la riqueza y la pobreza, y la salud y la enfermedad.
Ser indiferente a las cosas indiferentes significa no hacer ninguna diferencia entre
ellas, sino tomarlas como son y amarlas por igual.
Pero estar sano es mejor que estar enfermo, ¿verdad? Sí. Aunque las cosas
indiferentes no pueden ser realmente «buenas», algunas son más valiosas que otras y
preferibles.
Los estoicos clásicos clasificaron las cosas indiferentes positivas como la buena salud,
la amistad, la riqueza y la buena apariencia como indiferentes preferidos, mientras que
sus opuestos los definieron como indiferentes no preferidos. La gente siempre
preferirá el placer sobre el dolor, la riqueza sobre la pobreza y la buena salud sobre la
enfermedad, así que ve y busca esas cosas, pero no cuando eso suponga no
comportarte con virtud.
No busques que los eventos sucedan como deseas, desea que los eventos
sucedan como lo hacen y tu vida transcurrirá sin problemas.
Epicteto.
Este término que nos invita a “amar nuestro destino” fue acuñado mucho después de
los primeros estoicos por Friedreich Nietzsche. No queremos pecar de insensibles, y
este precepto no es plato de buen gusto para todas las personas. Hay gente que pasa
por auténticas calamidades y es entendible que este mensaje no resuene con ellos.
Amor fati es la receta para una vida feliz y alegre. Imagínate que ha sucedido un
evento que no deseabas que ocurriera. Ahora, ¿qué es más fácil de cambiar: tu
opinión o el evento en sí?
Para los estoicos, los eventos externos no son ni buenos ni malos. Simplemente son.
Todo es parte del destino. Iba a suceder de cualquier forma. La realidad es
implacable. Lo que determina si es bueno o malo, es tu interpretación. Por lo tanto, el
primer paso es aceptar que no controlamos todo lo que sucede y que pase lo que
pase está bien. El segundo paso es no solo aceptar, sino incluso amar todo lo que
sucede.
Herramientas estoicas
Los doctores mantienen sus bisturís y otros instrumentos a mano para las
emergencias. Mantén tu filosofía a mano también.
Marco Aurelio.
El estoicismo no solo es una filosofía de vida, es una caja de herramientas que nos
puede ayudar a prevenir situaciones desagradables y mejorar nuestras vidas. Por
un lado, es necesario entender sus principios, pero con la única intención de poneros
en práctica después.
Visualización negativa
Los estoicos utilizaban la visualización negativa como una herramienta para estar
preparados ante la desgracia. Fue una de las razones principales para estudiar la
filosofía estoica: prepararse para eventos futuros y adelantarnos a sus consecuencias.
Los dramas humanos de aquella época no se diferencian tanto de los actuales. Por
eso el estoicismo sigue teniendo validez siglos después de su nacimiento. El autor del
libro El arte de la buena vida, William B. Irvine, la describe como “la técnica más
valiosa en el conjunto de herramientas de los estoicos”.
Séneca.
Esta anticipación a los hechos no hace que todo sea fácil de soportar, pero nos ayuda
a aceptar lo indiferente, nos ayuda a prevenir lo que no queremos y reduce la
ansiedad y la excesiva preocupación por el futuro, o eso decían los estoicos. Podemos
enfrentar la adversidad con mucha más calma, analizarla racionalmente y, por lo
tanto, tomar medidas y anticiparnos de manera más inteligente y sosegada.
Séneca.
En resumen, la idea de la visualización negativa es imaginar repetidamente
escenarios potencialmente “malos” de antemano, para que si en algún momento
llegan a suceder, no nos sorprendan y podamos enfrentarlos con calma y con
virtud.
Los estoicos usaban con frecuencia esta técnica. Pensar en nuestra propia muerte nos
proporciona una perspectiva y una visión nueva con el que enfrentarnos a nuestros
miedos y enemigos.
Meditar sobre la muerte nos ayuda a apreciar más nuestra vida y el momento
presente. Alguien que piensa en la muerte no tendrá tiempo para malgastar su
tiempo en trivialidades. El estoicismo nos recuerda que no debemos temer a la
muerte, debemos temer el no haber vivido con virtud y con miedos.
Séneca.
El concepto de Memento mori toma algo destructivo como la muerte y lo convierte en
una herramienta para disfrutar más del momento presente. Memento mori nos ayuda a
priorizar lo que realmente importa, recordándonos que el tiempo es finito. En este
artículo Memento mori: cara a cara con la muerte profundizamos en cómo este
recordatorio nos permite salir del piloto automático y recuperar el verdadero valor de
la vida.
Incomodidad voluntaria
Los estoicos defendían el disfrute de los placeres de la vida cuando estos estuviesen
disponibles. Ya advertían de sus peligros, ya que si nos dejamos atrapar por el placer y
la comodidad, nos podemos convertir en esclavos de estas cosas.
Reserva de vez en cuando unos días durante los cuales te contentarás con la
comida más simple y la ropa más áspera. Luego te preguntarás: ¿Esto es lo que
tanto temía?
Séneca.
Para no caer en las trampas de los placeres, los estoicos nos proponían una estrategia
muy eficiente que consistía en evitar de forma temporal algunos placeres o
comodidades de las que disfrutamos a diario. Practicar esta privación temporal nos
aporta numerosos beneficios físicos y psicológicos.
Evita que nos acostumbremos a vivir en nuestra zona de confort. Al salir con
frecuencia de esta zona en la que nos sentimos cómodos y seguros, expandimos
nuestro entorno de «seguridad» y cuando nos toque sufrir de manera involuntaria,
sufriremos menos al estar mejor adaptados a ese «dolor».
Escribe un diario
Epicteto y Marco Aurelio llevaron vidas muy diferentes. Esclavo y emperador. Pero
tenían un hábito en común, al igual que todos los estoicos: escribían un diario.
El estoicismo está diseñado para ser una práctica y una rutina. De esta manera,
escribir un diario es estoicismo. Es casi imposible tener uno sin el otro.
La palabra “estoico” tiene sus raíces en la antigua palabra griega que significa
“resuelto”. Alguien que es estoico es capaz de enfrentarse a los retos de la vida con
valor y resolución.
Séneca hablaba del estoicismo como un ideal, algo a lo que aspirar y poder
acercarnos cada día más, a sabiendas de que por nuestra naturaleza humana, jamás
podremos ser personas estoicas en su máximo exponente. ¿Qué significa entonces
tener una actitud estoica ante la vida?
Una persona estoica también se equivoca. Puede caer presa de las emociones si se
descuida. Eso no lo hace menos estoico, porque precisamente el estoico ha
aprendido a ser consciente de sus propios errores que le alejan de su yo ideal y
aprende de ellos para no volver a cometerlos en el futuro.
Una mente fuerte no se crea en una día ni en un mes. Nace fruto del esfuerzo, de la
disciplina, del aprendizaje constante de los errores y de una capacidad de superación
y mejora continua.
El estoico es un ideal. Nuestra condición como seres imperfectos nos impide alcanzar
la perfección racional y virtuosa que pretende esta filosofía, pero esto no debe
servirnos de excusa para esforzarnos cada día en ser mejores personas. No se trata
de ser el mejor estoico de todos, se trata de ser mejores que ayer, pero sin
despreciar nuestro yo presente ni lo que somos en este instante.