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Cátedra: Problemática Filosófica

Carrera: Licenciatura en Psicología

Titular: María Cecilia Colombani

Integrantes: Silvina Bruno, Guido Fernández Parmo; Jorge Mallearel;


Luciana Cicerone

El planteo metafísico en Platón

Autora: Luciana Cicerone

Introducción

Platón fue un filósofo griego del siglo IV a. C. que junto con Sócrates, quien fue
su antecesor y maestro (aunque él no se considerara así), han inaugurado una nueva
etapa en la filosofía. La preocupación filosófica de los Jónicos, centrada en explicar el
Cosmos y la physis había quedado atrás, y entonces, el interés filosófico comenzaba a
ser antropológico, es decir, pasó a centrarse en los asuntos humanos, pudiendo
observarse un viraje en el objeto de estudio que la filosofía había tenido hasta el
momento.

Dentro de la obra filosófica de Platón puede observarse que convergen planteos


de tipo político, ético y metafísico que conforman lo que el filósofo sostuvo como
propuesta filosófica e intelectual para poder remediar la crisis que atravesaba la polis
ateniense. Esta ha sido su preocupación fundamental y se desarrolló a partir de la
problematización de cómo debía constituirse en un sujeto ético-político-estético.

En este escrito, nos centraremos en el abordaje de su planteo metafísico, aunque


este debe entenderse como un componente más de esa amalgama filosófica que es la
teoría platónica.

1
Para introducirnos en la metafísica platónica, debemos analizar
etimológicamente el término metafísica (en griego, μετὰφυσικά) para comprender que el
prefijo significa más allá y κ, naturaleza física, es decir, lo metafísico será
aquello que se encuentre más allá de lo físico, de este plano en el cual nos encontramos
los seres vivos y no vivos, o animados e inanimados.

La metafísica: el plano sensible y el plano inteligible

Platón postula la existencia de dos planos o ámbitos del ser, dos registros del ser
o dos modos de darse. Por un lado, existe el plano inteligible, donde residen los seres
que se aprehenden o captan con la inteligencia; por el otro, el plano sensible, donde se
encuentran los seres que se aprehenden o se captan con los sentidos. 'Seres inteligibles'
quiere decir que no son materiales, que están más allá de la physis, y 'seres sensibles'
que son materiales. Ejemplo de un ser inteligible será la Idea de Belleza; ejemplo de ser
sensible, cualquier cosa que podamos ver o tocar: una silla, una montaña, un atardecer o
una computadora. Platón dirá que los seres verdaderamente reales son los inteligibles ya
que los sensibles son solo aparentes, se parecen a los reales, tienen algo de ellos.

Para distinguir entre lo real y lo aparente, Platón postuló una teoría, una forma
de ver la realidad que partía de la existencia de estos dos planos, dos topoi, dos ámbitos
(metafóricamente hablando, ya que no ocupan un lugar en el espacio), cada uno con
características bien diferenciadas. El plano sensible es el que captamos por medio de los
sentidos y en el cual se encuentran los seres sensibles, tales como los seres humanos, los
animales, las plantas y los objetos. Este plano se caracteriza por ser múltiple, ya que en
él podemos observar que hay una multiplicidad de seres. Dicha multiplicidad tiene lugar
porque cada ser se distingue de los demás a partir de las diferencias que detectamos con
respecto a los otros seres, lo cual permite que cada uno sea una entidad determinada en
relación a otros; lo múltiple siempre es relación a otros, en comparación con otros seres
distintos de mí. Entonces, la primera característica de los seres sensibles es la
mutliplicidad: no existen dos seres idénticos entre sí, son todos diferentes; hay muchas
cosas y son todas diferentes.

2
Las cosas sensibles también se encuentran sujetas a la mutabilidad, es decir, al
constante devenir, atravesadas por el cambio, la corrupción, y siempre tendiendo al no
ser, a dejar de ser lo que son. La segunda característica de las cosas sensibles es su
mutabilidad, y esto quiere decir que no existe un ser que permanezca idéntico a sí
mismo. Ya no se trata de que no haya un ser que sea idéntico a otro ser, sino que cada
uno es diferente con respecto a sí mismo al cambiar constantemente.

En efecto, podemos arribar a la conclusión de que si todas las cosas cambian,


nada permanece idéntico a sí mismo y, por este mismo motivo, podemos decir que se
trata de cosas compuestas, por comportarse siempre de manera cambiante, mutable. Por
ejemplo, de una montaña decimos que es alta, bella, nevada, etc. La montaña, como ser
sensible, está compuesta de muchos elementos.

A su vez, dado que esta clase de seres son temporales, tendrán una duración
limitada, finita y, en efecto, teniendo en cuenta esta cualidad y las anteriormente
mencionadas, se puede sostener que se trata de seres imperfectos, ya que son seres que
perecen, se corrompen y son mezcla de ser y no ser. El no ser es aquello que produce su
degradación, que está presente, operando, en cada una de las cualidades que presentan
los seres sensibles; es transversal e ineludible a todas ellas.

Un ejemplo: la Idea de Belleza y las cosas bellas

Para comprender mejor la relación entre la Idea y las copias del plano sensible,
colocaremos un ejemplo sobre la belleza. Constantemente vemos cosas bellas. Por
ejemplo, la persona amada, el cuadro de un artista, un atardecer en la playa son distintos
ejemplos de cosas bellas. De todos ellos decimos que son cosas bellas, aunque sean
múltiples y distintas entre sí, a pesar de degradarse y perecer. ¿Podríamos afirmar con
objetividad cuál de todas esas cosas es la más bella? ¿De dónde surge esa belleza que
nosotros apreciamos con nuestros sentidos? Platón sostendrá que las cosas bellas que
apreciamos con nuestros sentidos no son más que copias imperfectas de la Idea de
Belleza, ya que ésta será el fundamento de esa multiplicidad de cosas bellas que se
encuentran en el mundo sensible, a pesar de que se degraden, se corrompan y perezcan.
A propósito, Platón en el Fedón sostiene lo siguiente:

3
A estas [muchas cosas bellas, iguales, etc,] las puedes tocar,
ver o percibir por los otros sentidos, mientras que a las que se
comportan idénticamente no podrás aprehenderlas por ningún otro
medio que por el uso racional de la mente dado que estas son
invisibles y no perceptibles.1

Como dijimos, estos seres sensibles se parecen a los reales, es decir, son copias
imperfectas de otro tipo de seres que se encuentran en el otro plano, el plano inteligible.
Accedemos a este plano, lo captamos, por medio del intelecto y en él se encontrarán los
seres inteligibles, las Ideas. Lo primero que tenemos que advertir es que las Ideas
(escritas así en mayúsculas -Idea de Belleza, Idea de Justicia, etc.) no tienen nada que
ver con lo que comúnmente llamamos "ideas: un contenido de nuestra mente, como
cuando decimos "tengo una idea". Por el contrario, Platón utiliza el término para
referirse a los seres reales y perfectos que se encuentran el plano inteligible.

Las Ideas, como modelos, arquetipos, seres inmateriales y perfectos, serán el


fundamento de la realidad, la arkhé propuesta por Platón. Las Ideas son el fundamento
de todas las cosas que existen en el plano sensible, son el principio explicativo de los
seres que podemos percibir con nuestros sentidos. Esto quiere decir que para
comprender y conocer algo es preciso conocer la Idea de la que ese algo es la copia, la
Idea que hace que ese ser sea lo que es. Por ejemplo, en el plano inteligible nos
encontramos con la Idea de Belleza. Este ser es el fundamento de todo lo bello, es el ser
que hace que todas las cosas bellas sean bellas. La Idea de Belleza, como tal, es
perfecta, única, simple, es decir, es sólo belleza (mientras que, recordemos, los seres
sensibles eran compuestos: la montaña era al mismo tiempo alta, bella, nevada, etc.). Si
la montaña que percibo con los sentidos es bella será porque tiene algo de la Idea de
Belleza, como si la Idea estuviera presente, de algún modo, en la montaña.
Análogamente, podríamos pensar en la relación entre un libro y sus fotocopias: por
ejemplo, imaginemos que tenemos el libro de Platón "Fedón". Decimos que la fotocopia
que estoy leyendo es el libro de Platón porque éste, de alguna manera, se encuentra
presente en las hojas. Las fotocopias no son el libro, se parecen al libro. Del mismo
modo, la Idea de Belleza, la Belleza en-sí, la Belleza Real, está presente en la montaña
1
Platón. Fedón. Páginas 209-210.

4
bella y es la que hace que la montaña sea bella. Platón llama a esta presencia de la Idea
en las cosas sensibles "participación". Decimos que la Idea de Belleza "participa" en la
montaña, o, mejor, que la montaña participa de la Idea de Belleza.

Ambos planos presentan características opuestas, en donde lo inteligible funda a


lo sensible. Si las cosas eran múltiples, las Ideas son únicas. ¿Cuántas Ideas de Belleza
existen? Sólo una, siendo ese ser simple el fundamento de todas las cosas bellas. Por
otro lado, mientras que las cosas sensibles son mutables, las Ideas, por ser perfectas, no
cambian, son inmutables. Recordemos que el cambio está asociado a las cosas
compuestas, porque la montaña está compuesta de muchas cosas, ella puede variar a
medida que varíen sus partes. En cambio, un ser que es Uno, simple, no puede cambiar.
Un ser Uno y Simple es un ser Perfecto, no puede ni dejar de ser y llegar a ser. Decimos
que la Idea Es, es decir, es un eterno presente.

De lo Uno e inmutable deviene la multiplicidad y la mutabilidad que afecta a los


seres sensibles. Y, en consecuencia, podemos afirmar que las Ideas, por ser inmutables,
también son eternas, ya que están fuera del tiempo, siempre son, no les pasa el tiempo.
El hecho de que estén fuera de la temporalidad las ubica como perfectas y plenas, ya
que la corrupción y la degradación en ellas no se presentan, porque de lo contrario,
estaría teniendo participación el no ser y, ello alteraría su plenitud y perfección. Estas
últimas cualidades mencionadas son importantes, dado que las Ideas son realidades en
sí, es decir, entidades que no dependen de otros seres para ser. Su jerarquía ontológica
sería contradictoria si dependieran de otros seres para ser, dado que en ese caso no
podrían ser el fundamento de la realidad. A propósito de la descripción y caracterización
de los dos planos, Platón sostiene lo siguiente:

Las cosas concretas que vemos son compuestas, y constantemente


cambiantes: es a ellas a quienes corresponde corromperse y perecer. No,
en cambio, a las Cosas-en-Sí, que son invisibles y permanecen idénticas
a sí mismas. El cuerpo es más afín a la primera clase de cosas; el alma,
en cambio, que es invisible, se asemeja a las Cosas-en-Sí, y es por lo
tanto natural que no varíe ni perezca. 2

2
Platón. Fedón. Página 178.

5
No obstante, analizando y comprendiendo de una manera crítica al dualismo
propuesto por Platón, Cordero cita lo siguiente:

Y, como culminación del método, cuando se llega al final del camino,


se encuentra el objeto a conocer, que es la novedad que Platón
introduce en el ámbito de la filosofía: una realidad en sí, objetiva, la
misma para todos, no contaminada por la materialidad, ergo, no
captable por la sensación, pero modelo de todo lo sensible, autónoma y,
en principio, inalterable.3

Cordero advierte, y es importante destacarlo, que el plano inteligible es una


invención platónica para poder fundamentar y explicar la realidad mutable. Ningún
filósofo hasta el momento había hecho un planteo de este tipo. Vale decir que si bien ha
sido una invención original, este será uno de los puntos débiles de su gran aporte
filosófico. En sus diálogos de madurez, Platón mismo se cuestionará, además de ser
cuestionado por otros pensadores posteriores como Aristóteles, aunque abordar este
tema no sea el objetivo de este escrito.

La Idea del Bien

Existen muchas Ideas, pero existe una que está por encima de todas: la Idea del
Bien. Así como la Idea de Belleza es una realidad en sí, también lo será la Idea del Bien.
Es decir, si bien todas son seres que existen plenamente, que se comportan siempre de
manera idéntica y que, por ende, son inmortales, la Idea del Bien estará por encima de
todas las demás, ya que será la condición de inteligibilidad para que algo pueda ser
pensable, para que las ideas sean, es decir, tengan una entidad. Su jerarquía ontológica
hace que sea el fundamento de las demás: la Idea del Bien es la arkhé del resto de las
ideas. Platón no solo fundamenta la realidad sensible, sino también la inteligible y es
por ello que la arkhé por excelencia será la Idea del Bien.

La afinidad del alma con las Ideas

3
Cordero, Néstor Luis. Platón contra Platón. La autocrítica del Parménides y la ontología del Sofista.
Página 24.

6
En Fedón, Platón desarrolla la afinidad del alma con las Ideas para poder llegar a
la conclusión de que el alma es inmortal. Lo central es comprender que esta afinidad se
produce a partir de la semejanza que comparten entre sí, ya que ambas se caracterizan
por ser inmortales, idénticas, inteligibles, únicas e indisolubles; todas cualidades que
refieren a lo divino, ya que es este aspecto el que manda y rige sobre lo corporal y
mudable. No obstante, Guthrie es contundente al explicar que el alma no es una Forma:

Yo no creo que Platón haya considerado alguna vez al alma,


individual o colectivamente, como una Forma. Por una razón: el alma
conoce. Las formas son conocidas, no conocen. […] El alma también
es invisible y más verdaderamente ella misma cuando se ha olvidado
del cuerpo y, mediante su actividad (intelectual), logra el contacto con
ellas. Pertenece también por ello, al reino del Ser verdadero, es ‘como’
las Formas y su ‘afín’.4

Queda claro, retomando la postura de Guthrie, que la relación es de


afinidad, no de equivalencia. Las características que comparten son vinculantes
pero el estatuto ontológico de cada entidad es distinto, dado que las Formas
posibilitan la adquisición del conocimiento por parte del alma. Lo corporal, en
cambio, está asociado a lo mutable, a lo corruptible, a lo mortal, porque jamás
se comporta de manera idéntica por presentar múltiples aspectos, formas de
manifestarse.

De este modo, podemos concluir que el dualismo postulado por Platón


también tiene aplicación en la relación cuerpo-alma, estableciendo una afinidad
del alma con las Formas y del cuerpo con el plano sensible. Si bien en ambas
díadas conceptuales hay una gran similitud y es que todos los entes son, su
modo de ser será distinto y estará determinado por las características que las
definen y relacionan.

Actividades:

4
Guthrie, W. K. C. Historia de la filosofía griega. Volumen IV. Platón. El hombre y sus diálogos.
Primera época. Página 348.

7
1. Mirar la explicación de la alegoría de la caverna del siguiente link:
https://www.youtube.com/watch?v=kwBwZyFVnYM

2. Escribir un texto de dos carilla explicando la alegoría de la caverna desde el


punto de vista pedagógico y metafísico. En cada caso, explicar que representan
los siguientes elementos: sombras, prisioneros, fuego, pendiente, exterior,
objetos artificiales, objetos del exterior, sol

 Bibliografía

 Guthrie, W. K. C. Historia de la filosofía griega. Volumen IV.


Platón. El hombre y sus diálogos. Madrid, Gredos, 1998.

 Platón. Fedón. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Eudeba, 2014.

 Cordero, Néstor Luis. Platón contra Platón. La autocrítica del


Parménides y la ontología del Sofista. Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, Biblos, 2016.

 Cordero, Néstor Luis. La invención de la filosofía. Una introducción a la


filosofía antigua. Buenos Aires, Biblos, 2009.

 Grube, G. M. A. El pensamiento de Platón. Madrid, Gredos, 1987.

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