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Tema 1.

La Monarquía
1. INTRODUCCIÓN: TEORIAS DE LAS FORMAS POLÍTICAS

El Estado, según lo define Georg JELLINEK en su Allgemeines Staatslehre es una unidad de asociación, dotada de poder originario
de dominación y formada por un conjunto de hombres que se asientan en un territorio. El Estado se integra, por tanto, según la
doctrina clásica alemana por tres elementos:

- El territorio, como espacio o base física sobre la que se levanta la comunidad Estado, considerada desde su aspecto
jurídico.
- La población, como conjunto de los hombres que pertenecen a un Estado.
- Finalmente, el poder, que HAURIOU define como la libre energía de aquella voluntad que asume la tarea de gobierno en
un grupo humano mediante la creación del orden y del Derecho.

Pues bien, atendiendo a la estructura del poder, podemos encontrar dos formas de jefatura reconocidas: la Monarquía y la
República.

LA MONARQUÍA

1) Concepto de la Monarquía y diferencias que la separan de la República. GARCÍA PELAYO: institución que, permaneciendo a lo
largo de la Historia, trasciende a las personas físicas de los reyes que en cada momento le dan presencia.

2) Características esenciales de la Monarquía:

a) Para BERNATZIK la significación fundamental del sistema monárquico consiste en la posición preeminente del Príncipe, que
deriva de un derecho propio, aunque en el moderno Estado constitucional lo será en virtud de la Constitución, que les
atribuye un específico ius ad officium, de carácter individual, aunque existen supuestos de monarquías duales
(históricamente, monarquía dual de Guillermo y María, en Inglaterra; actualmente, Principado de Andorra, en que el
presidente de la República Francesa y el obispo de Seo de Urgel son copríncipes).
b) Otra nota, que apunta REHM, es la existencia de ciertos derechos honoríficos, mayestáticos, de protocolo y ceremonial
que no se dan nunca en una República.
c) Finalmente, característica muy destacada de la Monarquía es la continuidad de la función, ya en el Príncipe, durante toda
su vida, ya en la familia, porque se perpetúa en la dinastía; existen ejemplos recientes como renuncia del príncipe JOHAN
FRISO de Holanda en 2003, al desaprobarse su matrimonio con MABEL WISSE SMIT

3) Clases de Monarquía

a) La Monarquía electiva. No hay norma que determine de antemano qué persona va a ocupar el trono cuando la vacante
se produzca.
i) Fue durante largo tiempo la manera habitual: la Monarquía visigoda
ii) Además, es el procedimiento obligado para la entronización de una nueva dinastía en un Estado que adopte la forma
monárquica (como sucedió en España durante el reinado de Amadeo de Saboya).
iii) Todavía hoy pervive en la Ciudad del Vaticano, Malasia o Samoa
b) La Monarquía hereditaria. La trasmisión de la Corona se efectúa ope legis y en el seno de una familia (Dinastía), según el
orden establecido; éste puede fijarse en un Estatuto de familia o en una Ley de sucesión, que en todo caso reviste el
carácter de norma jurídico-pública.
c) La Monarquía absoluta: el Rey es órgano primario, su potestad carece de todo límite objetivo y externo y su persona es
irresponsable.
d) La Monarquía limitada. Se caracteriza por no ser ya Monarca órgano único directo y primario: hay siempre una
organización que con él comparte el poder, aunque varíe la forma de efectuarlo:
i) La Monarquía estamental.- Frente al Rey existe el Reino, constituido por unos brazos, clases o estamentos (clero,
nobleza y ciudades en nuestro Derecho), con poderes autónomos y sustantivos que limitan la acción del Príncipe:
votación de los subsidios, juramento que al subir al trono presta el Rey, comprometiéndose a respetar privilegios y
Derecho del País; o, en nuestra Historia, los ejemplos de las Hermandades y Unión aragonesa. Ha subsistido hasta
fecha relativamente reciente, pues vestigios de ella ofrecían Finlandia y Mecklenburgo.
ii) La Monarquía constitucional.- El poder regio queda limitado por la coparticipación del Parlamento y por la
implantación de un Estatuto jurídico (Constitución) que el Monarca no puede modificar por sí, y en donde se
reconocen a los ciudadanos ciertos derechos y se les aseguran determinadas garantías.
iii) La Monarquía parlamentaria.- La coparticipación del Parlamento adquiere tal relieve que los Ministros responden
políticamente ante el él, y han de merecer su confianza; las Cámaras, como órganos estatales, elaboran la Ley y
aprueban el Presupuesto. SEYDEL, glosando la famosa frase de que el Monarca parlamentario règne, mais ne
gouverne pas, inquirió con curiosidad lo que quedaba del régner: el Rey, como cualquier otro órgano estatal, no tiene
otras facultades que las atribuidas expresamente a su magistratura, pero se construye como pouvoir neutre, sin
auténtica potestas, pero con la indiscutible auctoritas que da el peso de la tradición.

4) La sustitución del Monarca y la extinción de la Magistratura regia.

a) El acceso a la Corona se produce con la mayoría de edad del Monarca: suele fijarse en la Constitución, y aunque hay
ejemplos en los que ésta se alcanza antes de lo fijado en Derecho privado (caso de Isabel II), en la actualidad, ambas
edades suelen coincidir.
b) Durante la minoría de edad del Rey se establecen dos instituciones supletorias: la Regencia y la tutela, de carácter
eminentemente público de la primera, y de tono más bien privado la segunda, aunque todo en la Monarquía ofrezca una
inevitable vertiente de orden público.
c) La magistratura monárquica se extingue con respecto a su titular físico por muerte, por abdicación y por deposición.
d) Debe distinguirse entre renuncia –retirada voluntaria de la posibilidad de suceder, como en España sucedió con los dos
primeros hijos de Alfonso XII, Alfonso y Jaime- y abdicación –abandonar el trono cuando se está reinando, como en el
caso de Beatriz de Holanda en 2013-.
e) Por lo que toca a la deposición, hay casos en que se puede estimar como sanción impuesta legalmente por
incumplimiento de preceptos constitucionales (Jacobo II Inglaterra); fuera de estas hipótesis, se considera que no es
posible la deposición del Monarca.

5) En cuanto a las reglas de sucesión:

a) no es corriente admitir para estos fines más que el principio de la sangre, con exclusión por tanto de los institutos jurídicos
de tipo sustitutorio, como la adopción (así, en el Principado de Mónaco, desde 2002.
b) Además, ha prevalecido el criterio de legitimidad (expresamente, en Dinamarca, Inglaterra y Mónaco).
c) También, subsiste en algunos ordenamientos la exigencia de que el heredero pertenezca a una determinada confesión
religiosa (monarquías islámicas) o la prohibición de que pertenezca a alguna confesión (así en UK con la religión católica).
d) En la sucesión puede regir estos dos sistemas: el agnaticio-lineal, que supone preferencia de llamamiento a la línea
reinante, admite en defecto de ésta la más próxima, y en todo caso excluye del trono a quien no sea varón y descendiente
por línea de varones; y el cognaticio, que puede a su vez revestir varias formas:
i) Ley sálica: excluir completamente a la mujer à imperó en Francia, Austria, Hannover, Suecia o Hungría.
ii) Sistema de sucesión extraordinaria: postergar a la mujer mientras haya varón de la estirpe, de suerte que ésta no
herede sino en ausencia de todos los hombres de la Casa à se seguía en muchos Estados alemanes y en Holanda;
iii) Successio cognatorum promiscua: el varón excluye a la mujer entre hermanos, pero la mujer se antepone a todos
los parientes aunque sean varones, si se encuentran en grado más remoto. Rige en Liechtenstein y en Reino Unido,
aunque se ha propuesto un cambio en este sentido por modificación del Act of Settlement de 1701 en los 16 Estados
de la Commonwealth.
iv) Leyes cognáticas: preferencia del primogénito, sin distinción entre varón o mujer à criterio que siguen las monarquías
actuales, tras sucesivas reformas adoptadas desde mediados del siglo XX: Dinamarca, Suecia, Noruega, Holanda y
Bélgica

2. EVOLUCIÓN HISTORICA

Corona explica cómo está ligada al proceso de despersonalización y objetivación del poder que se desarrolla en la Edad Media en
tres etapas:

− En un primer momento, la Corona tiene un carácter simbólico, casi mítico: hace referencia a la representación simbólica
de un “aura” de capacidad, y virtud, santidad que distingue al titular del poder
− Más adelante, se convierte en objeto de lealtad que trasciende las relaciones personales, Ya a finales de la Edad Media
se adopta una idea racional de la Corona, que designa los derechos imputables al poder y a su portador, convirtiéndose
en categoría de Derecho Público. Esta idea queda asentada ya en los orígenes del constitucionalismo, aunque será
interpretada de forma diferente en el Reino Unido y en el Continente:
− En el Reino Unido la Corona es una corporación que engloba a la mayor parte del poder ejecutivo, además de un símbolo
de todo el Estado desde el punto de vista político.
− En el Continente la Corona se identifica con un órgano concreto: la Jefatura del Estado.
3. REGULACIÓN CORONA

1) Nuestra vigente Constitución española de 1978 regula la Corona en su Título II, arts. 56 a 65, (con ellos se inicia la regulación
de la parte orgánica y en la cabeza de la misma se sitúa por primera vez en nuestra historia constitucional, el titulo referido a la
monarquía (que también por primera vez en nuestro constitucionalismo, lleva el título “de la corona”)).

2) Regulación que debe ponerse en contexto con el art. 1.3 CE que define la forma política del Estado español como una monarquía
parlamentaria y con el art. 168, que considera revisión total de la Constitución cualquier reforma parcial que afecte al Título II o
al Título preliminar. Y es que como recuerda SUBRA DE BIUESSES en su obra Le pouvoir, “la monarquía no sabría ser democrática,
mas que siendo parlamentaria, y de un parlamentarismo monistas, a fin de que todo poder efectivo no proceda mas que del
pueblo”

3) La utilización de la expresión «forma política» para hacer referencia a la monarquía ha suscitado algún debate entre la doctrina.

a) Novedad en nuestro constitucionalismo con el único precedente en la C yugoslava 1921


b) Tiene un significado equivoco:
i) A veces para expresar tanto la forma de gobierno como la forma de Estado (SCHMITT)
ii) Otras, como sinónimo de forma de Estado (KELSEN)
iii) Otras para designar los tipos históricos de organización público (HINZTE)
c) ARAGON REYES, no en sentido no jurídico si no en forma de Estado
d) Como afirma el Prof. RODRÍGUEZ ZAPATA, la Monarquía no es forma política del Estado, en cuanto la soberanía se residencia
en el pueblo (art. 1.2 CE); pero tampoco es forma de Gobierno, en cuanto que el Rey no es titular del Poder ejecutivo. La
figura del Monarca queda así reducida a una mera forma de la Jefatura del Estado, caracterizada porque su titular ocupa
el oficio vitaliciamente y lo transmite en forma hereditaria.

4) Confirma esta afirmación la dicción literal del art. 56.1 que afirma que el Rey es Jefe del Estado símbolo de su unidad y
permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la más alta representación del Estado
español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica, y ejerce las funciones que
le atribuyen expresamente la Constitución y las leyes. Siguiendo a HERRERO DE MIÑÓN, procede señalar que el art. 56.1 contiene
dos elementos: una definición de la magistratura regia y una descripción de sus atribuciones.

4. DEFINICIÓN DE LA MAGISTRATURA REGIA

El art. 56.1 emplea una doble forma de lenguaje, conceptual y simbólico.

1) En sentido conceptual se dice que el rey es el Jefe del Estado, y como tal, ostenta:

a) Supremacía de posición: asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales
b) Supremacía como guía: por eso, el art. 56.1 hace referencia a las naciones de su comunidad histórica;
c) Carece de supremacía de mando: por ello, destaca RODRÍGUEZ ZAPATA, la referencia al arbitrio y moderación de todas las
instituciones, carece por sí misma de todo contenido competencial concreto, debiéndose poner en relación con las
competencias específicas atribuidas por la CE.

2) Carácter simbólico: es lo que verdaderamente distingue a la Corona frente a la Jefatura de Estado republicana, pues según la
afirmación clásica del constitucionalismo británico, el rey no es lo que hace, sino lo que es. De esta manera, el rey es per se un
factor de integración, que como señalaba SMEND simboliza los valores de la comunidad estatal. El art. 56 define este carácter al
señalar que el Rey es símbolo de la unidad y permanencia del Estado:

a) Simboliza la unidad del Estado:


i) En sentido horizontal: el Rey se sitúa como vértice de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial
ii) En sentido vertical: personifica la unidad territorial del Estado; lo que tiene particular importancia en un Estado
compuesto como el nuestro,
b) Simboliza la permanencia del Estado, pues, como subrayaba JENNINGS, se sitúa por encima de los vaivenes políticos, al
identificarse con el pasado y tener vocación de permanencia. Esto explica que el art. 57.1 CE haga referencia a la «dinastía
histórica».
5. DESCRIPCIÓN DE ATRIBUCIONES

Deben distinguirse las prerrogativas del rey y las competencias constitucionales que le corresponden. El artículo 56.1 CE dispone
que ejercerá las funciones que expresamente la CE y la Ley.

1) Las prerrogativas:

a) son actos dictados libremente por el Rey, sin necesidad de propuesta ni refrendo ministerial.
b) El art. 56.3 CE dispone que los actos del Rey estarán siempre refrendados en la forma establecida en el art. 64, careciendo
de validez sin dicho refrendo.
c) Excluye, sin embargo, expresamente los actos especificados en el art. 65.2 CE, esto es, los relativos al nombramiento y
relevo de los miembros civiles y militares de su Casa.
d) Además, del art. 65.1 CE resulta la prerrogativa regia de distribuir la cantidad global que el Rey recibe de los Presupuestos
del Estado para el sostenimiento de su Familia y Casa. La CE 1978 ofrece una novedad, de que la dotación es fijada
anualmente e incorporada al PGE. desde 2011 se ha hecho publica por decisión de la Casa Real y que es objeto de
regulación en la Ley de transparencia.
e) También deben ser considerados actos de prerrogativa: Los actos de naturaleza personalísima, como la abdicación o la
renuncia, así como el testamento del Rey.

2) Las competencias: se enumeran en los arts. 62 y 63; los actos del Rey son, en estos ámbitos fundamentalmente actos debidos
en la medida en que necesitan refrendo.

a) Competencias relacionadas con el poder legislativo. Los apartados a) y b) art. 62 mantienen al rey, conforme a la tradición
expresada en el viejo adagio británico, como Caput, principium et finis Parlamenti; así, le corresponde:
i) Sancionar y promulgar las leyes: se refiere a las leyes estatales (art. 91 CE). De acuerdo con los EEAA el Rey no
sanciona las leyes de las Comunidades Autónomas, que sólo son promulgadas en nombre del rey.
ii) Convocar y disolver las Cortes Generales y convocar elecciones, excepto las autonómicas, que, de acuerdo con sus
propias normas reguladoras, son convocadas por el Presidente de cada Comunidad. Competencias relacionadas
con el poder ejecutivo
iii) Convocar referéndum (art. 62.c) CE): se refiere a los referendos nacionales (arts. 92, 167 y 168 CE) a los de la iniciativa
de acceso a la autonomía (art.151.1 CE) y a los de aprobación de Estatutos de Autonomía (art. 151.2 CE).
iv) Proponer al candidato a Presidente de Gobierno y, en su caso, nombrarlo, así como poner fin a sus funciones (art.
62.d) CE). Salvo la propuesta de candidato a Presidente de Gobierno, donde el rey despliega una actividad
discrecional (aunque sometida a un procedimiento fijado en el art. 99.1 CE), en los demás supuestos se trata de actos
debidos, procediendo a nombrar al candidato elegido por el Congreso (arts. 99.3 y 114.2 CE) y poniendo fin a sus
funciones, únicamente en los casos de celebración de elecciones generales, dimisión, fallecimiento, inhabilitación
por Sentencia firme o pérdida de confianza parlamentaria (arts. 101, 102 y 114 CE).
v) Nombrar y separar a los miembros del Gobierno a propuesta de su Presidente (arts. 62 e) y 100 CE)
vi) Expedir los decretos acordados en el Consejo de Ministros a petición del Presidente del Gobierno (art. 62.f) CE).
vii) Ser informado de los asuntos de Estado y presidir, a estos efectos, las sesiones del Consejo de Ministros, cuando
lo estime oportuno a petición del Presidente del Gobierno (art. 66.g) CE).
viii) El mando supremo de las Fuerzas Armadas (art. 62 h) CE): función simbólica y no exactamente de una potestad
jurídica, pues el mando “efectivo” de las Fuerzas Armadas corresponde al Presidente del Gobierno (art. 98.2 CE)
ix) Acreditar a los embajadores y otros representantes diplomáticos, así como recibir la acreditación de los
representantes extranjeros (art.63.1 CE).
x) Manifestar el consentimiento del Estado para obligarse internacionalmente por medio de tratados, de conformidad
con la Constitución y las leyes (art. 63.2 CE).
xi) Declarar la guerra y hacer la paz, previa autorización de las Cortes Generales (art. 63.3 CE).
b) Competencias relacionadas con el poder judicial. El art. 117.1 CE determina que la justicia se administra en nombre del
Rey. Se discute si el ejercicio del derecho de gracia (art.62.1) CE), tiene o no naturaleza judicial. Como afirmaba Colmeiro,
no es sino un resto de la alta jurisdicción de los reyes en materia criminal. En realidad, el principio de división de poderes
ha dejado esta competencia en una especie de terreno intermedio, en el que también se encuentra el Alto Patronazgo
de las reales Academias (art. 62.j) CE).

3) Todas estas funciones quedan reservadas al Rey y no a la Reina consorte o al consorte de la Reina, que no podrán asumir
funciones constitucionales, salvo lo dispuesto para la Regencia (art. 58 CE).
6. INVIOLABILIDAD

Para garantizar su adecuado desempeño, dispone el art. 56.3 CE: la persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad

1) La inviolabilidad se predica específicamente de la persona del Rey y no del cargo mismo. Se trata en de un estatuto
personal que viene a significar que dicha persona no está sujeta a la coerción jurídica. No su patrimonio, no la Familia
Real, y además de carácter temporal: mientras que sea Rey. Fundamento: “The King can do no wrong”.
2) La irresponsabilidad del rey, aunque predicable también de la persona, ha de considerarse más directamente referida a
sus actos y, en consecuencia, significa que el Rey no responde por sus actos, ya sean éstos de carácter político o
institucional, que por lo mismo no están sujetos ni a control político ni a control jurisdiccional. Excluida la responsabilidad
personal, sólo puede exigirse del Rey (no directamente, sino a través del órgano administrativo Casa del Rey, y sólo en
los negocios de Derecho privado), la responsabilidad patrimonial.

7. REFRENDO

Para conciliar este principio de la irresponsabilidad del Monarca con el principio de la responsabilidad de los poderes públicos el
art. 64 regula detalladamente la institución del refrendo, indicando que:

1) Los actos del Rey serán refrendados por el Presidente del Gobierno y, en su caso, por los Ministros competentes. La
propuesta y el nombramiento del Presidente del Gobierno, y la disolución prevista en el art. 99, serán refrendados por el
Presidente del Congreso.
2) De los actos del Rey serán responsables las personas que los refrenden.
3) Por tanto concurren dos actos simultáneos emanados de dos voluntades diferentes:
a. El acto regio, de naturaleza incompleta, pero que es condición de validez
b. Para el otro acto refrendante, al que complementa
4) La finalidad es eludir la responsabilidad del Rey, HERRERO DE MIÑON “si el Rey carece de poderes ejecutivos, debe por
la misma razón estar exento de responsabilidad”

8. SUCESIÓN

Pero, lo que verdaderamente caracteriza a la magistratura regia frente a la republicana, es la regulación de la sucesión.

1) El art. 57.1 CE comienza proclamando que La Corona de España es hereditaria en los sucesores de S. M. Don Juan Carlos I de
Borbón, legítimo heredero de la dinastía histórica.

a) Don Juan Carlos I de Borbón: queda determinado, por decisión del constituyente, como punto central de referencia para
toda aplicación del régimen sucesorio constitucional, con lo que zanja cualquier pretensión sobre mejor derecho histórico
de la Corona.
b) Legítimo heredero de la dinastía histórica: este hecho fue acreditado por la transmisión del derecho al Trono efectuada
por Don Juan de Borbón (legítimo heredero de Don Alfonso XIII) a favor de su hijo D. Juan Carlos, con anterioridad a la
emanación de la Constitución.
c) Sucesores: parecen ser sólo los consanguíneos según opinión común basada en nuestra tradición; no es evidente, sin
embargo, que la dicción de la CE excluya de raíz la adopción si las Cortes lo aprobaran (cf. art. 57.5 CE).

2) A continuación, el art. 57.1 concreta las reglas de sucesión, siguiendo el orden tradicional de las Partidas: La sucesión en el
trono seguirá el orden regular de primogenitura y representación, siendo preferida siempre la línea anterior a las posteriores; en
la misma línea, el grado más próximo al más remoto; en el mismo grado, el varón a la mujer, y en el mismo sexo, la persona de
más edad a la de menos.

a) La fórmula recoge la de todas las constituciones monárquicas españolas desde la de 1839, tras la vicisitudes de la última
etapa del reinado de Fernando VII, en relación con la pragmática sanción y la Ley sálica y enlaza con nuestro derecho
históricos desde la partida 2 de Alfonso X el sabio confirmada por las leyes de toro y la novísima recopilación.
b) La CE no impone expresamente, a diferencia de la mayor parte de nuestras pasadas Constituciones monárquicas, el
principio de sólo los hijos legítimos habidos en constante y legítimo matrimonio pueden suceder en la Corona.
c) Tampoco limita los llamamientos, lo que parece dificultar la aplicación del art. 57.3 CE, según el cual, extinguidas todas
las líneas llamadas en derecho, las Cortes Generales (en sesión conjunta: art. 74.1 CE) proveerán a la sucesión en la
Corona en la forma que más convenga a los intereses de España
d) En relación con el orden de llamamientos:
i) A lo largo de la legislatura 2004-2008, se consultó al Consejo de Estado sobre una posible reforma constitucional,
que, entre otros puntos, incluía la supresión de la preferencia del varón. Sobre este particular, dice el Consejo de
Estado, en su precitado Informe de 16 de febrero de 2006, que la conveniencia de eliminar la preferencia del varón
no nace de ninguna clase de contradicción jurídica entre ella y la regla de no discriminación por razón de sexo que
enuncia el art. 14, ya que ambas reglas han sido establecidas por el mismo poder constituyente, una con carácter
general y otra con carácter singular, limitada ésta a un único objetivo: acomodar la sucesión en el trono al orden
histórico.
ii) El “derecho a la sucesión al trono” mencionado en el art. 57.4 se refiere a la pluralidad de personas que en cada
ocasión pueden ser identificadas como posibles herederos; mas ese derecho no ha de ser entendido como un
derecho absoluto frente a una eventual reforma constitucional, ya que corresponde a una situación jurídica relativa
y expectante, derivada del orden de aplicación de aquellos criterios.

3) La sucesión puede tener lugar por fallecimiento o abdicación.

a) En los casos de fallecimiento la sucesión se produce automáticamente y con perfecta continuidad en las titularidades (le
mort saisit le vif; the King never dies) y la CE parece así presuponerlo de conformidad con nuestro derecho histórico de
la Monarquía, según el cual opera la posesión civilísima en la sucesión al trono.
b) En caso de abdicación, como el regulado por la LO 3/2014 de 18 de Junio por la que se hace efectiva la abdicación de SM
D JC de Borbón.
c) El art. 57.4 CE prevé una causa de exclusión sucesoria: contraer matrimonio contra la expresa prohibición de las Cortes
Generales.
d) El art. 57.5 CE dispone que las abdicaciones y renuncias y cualquier duda de hecho o de derecho que ocurra en el orden
de sucesión a la Corona se resolverán por ley orgánica.

4) En último término, la sucesión al trono se completa con las dos solemnidades previstas por el art. 61 CE:

a) El Rey debe ser proclamado ante las Cortes Generales;


b) Al ser proclamado deberá prestar juramento de desempeñar fielmente sus funciones, guardar y hacer guardar la
Constitución y las Leyes y respetar los derechos de los ciudadanos y de las Comunidades Autónomas.

5) Como quiera que se accede al Trono automáticamente, por el hecho de la sucesión, la Constitución:

a) Ha adoptado previsiones acerca del Príncipe heredero, estableciendo en el art. 57.2 CE que desde su nacimiento o desde
que se produzca el hecho que origine el llamamiento tendrá dignidad de Príncipe de Asturias (creada por Juan I en 1388)
y los demás títulos vinculados tradicionalmente al Sucesor de la Corona de España (que son principalmente los de Príncipe
de Gerona y Príncipe de Viana) y que al alcanzar la mayoría de edad habrá de prestar el juramento de acatamiento
constitucional y fidelidad al Rey (art. 61.2 CE).
b) Ha previsto también la hipótesis del Rey menor de edad, como base de dos distintas instituciones: la Regencia (art. 59.1
CE) y la tutela (art. 60 CE).

9. REGENCIA

1) Concepto. En nuestro derecho, es el ejercicio de las funciones constitucionales regias por quien no es titular de la Corona,
cuando el Rey es menor o se imposibilita para el ejercicio de su autoridad. Se ejerce “por mandato constitucional y siempre en
nombre del Rey” (art. 59.5 CE).

2) Causas. La CE prevé la Regencia por dos causas: minoría del Rey e inhabilitación para reinar (arts. 59.1 y 2 CE).

a) En cuanto a la minoría de edad del Rey se rige por lo dispuesto en el art. 12 CE: la mayoría se adquiere a los dieciocho
años, sin que sea posible adelantar esta edad (como ha sucedido en nuestra historia).
b) La inhabilitación o imposibilidad ha de ser reconocida por las Cortes en sesión conjunta (art. 74.1 CE), y sólo puede
deberse a enfermedad o deficiencia persistente, física o psíquica, y quizás también a ausencia previsiblemente definitiva
o prolongada que impidiera duraderamente el ejercicio de las funciones regias.
3) Clases. La CE regula solamente una Regencia legítima y otra que cabría denominar electiva, con lo que implícitamente excluye
la designación testamentaria del Regente.

a) En la Regencia legítima es la propia Constitución la que hace los llamamientos; es siempre unipersonal y tiene carácter
principal. Los llamamientos constitucionales a la Regencia legítima varían según se trate de minoría de edad del Rey o
inhabilitación para el ejercicio de su autoridad.
i) Minoría de edad: sigue el orden del art. 59.1 CE: el padre o madre del Rey menor; y en su defecto el pariente
mayor de edad más próximo a suceder en la Corona según el orden establecido por la Constitución. Maria
Cristina de Borbón sobre Isabel II
ii) Inhabilitación: siguen el orden del art. 59.2 CE): (1) el Príncipe heredero de la Corona si fuese mayor de edad;
(2) si no lo fuere, “se procederá de la manera prevista en el apartado anterior, hasta que el Príncipe heredero
alcance la mayoría de edad”; es decir, serán llamados a la Regencia hasta ese momento la consorte del Rey
inhábil o el consorte de la Reina inhábil y, en su defecto, el más próximo pariente en el orden sucesorio
constitucional.
b) En la Regencia electiva, el nombramiento se lleva a cabo por las Cortes en sesión conjunta de las Cámaras (art. 74.1 CE);
puede ser pluripersonal (una, tres o cinco personas: art. 59.3 CE) y tiene carácter subsidiario, pues solo procede “si no
hubiese ninguna persona a quien corresponda la regencia” por directo llamamiento de la Constitución (art. 59.3 CE).

4) El Regente. La CE sólo exige al Regente ser español y mayor de edad (art. 59.4 CE). La Regencia es incompatible con la tutela
regia, salvo el caso del padre, madre o ascendientes directos del Rey (art. 60.1 CE). Además, al hacerse cargo de sus funciones el
Regente debe prestar juramento de desempeñar fielmente sus funciones y de guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes
y respetar los derechos de los ciudadanos y de las Comunidades Autónomas (art. 61 CE). El Regente o Regentes tendrán
tratamiento de Alteza (RD de 6 de noviembre de 1987).

5) Extinción. La Regencia se extingue por la mayoría de edad del Rey y por la desaparición, reconocida por las Cortes, de la
inhabilidad; y obviamente, por muerte del Rey y en cuyo nombre se ejerce, o por abdicación del imposibilitado si puede
válidamente hacerla. Se pierde la condición de Regente por muerte, inhabilitación para ejercer sus funciones (que deben
reconocer también las Cortes) o pérdida de la nacionalidad española.

10. TUTELA

1) Concepto. El art. 60.1 CE. “Será tutor del Rey menor la persona que en su testamento hubiese nombrado el Rey difunto, siempre
que sea mayor de edad y español de nacimiento; si no lo hubiese nombrado, será tutor el padre o la madre, mientras permanezcan
viudos. En su defecto, lo nombrarán las Cortes Generales, pero o podrán acumularse los cargos de Regente y de tutor sino en el
padre, madre o ascendientes directos del Rey. 2º. El ejercicio de la tutela es también incompatible con el de todo cargo o
representación política”.

2) Caben tres supuestos de tutela:

a) Testamentaria. Designada por el Rey difunto en su testamento. Se discute sobre si dicha designación es un acto libre,
personalísimo y privado del Rey o por el contrario ha de ir refrendado por los órganos responsables de la democracia
representativa, debido a la repercusión política de dicha designación.
b) Legítima. Encargada por la propia Constitución al padre o la madre del Rey menor, mientras permanezca viudo/a. Sólo a
estos y no a otro pariente como hace el Cc.
c) Dativa. Si ninguno de los supuestos anteriores fuera realizable, la Cortes Generales nombrarán tutor en sesión conjunta

3) Causas.

a) Mayoría de Edad.
b) Renuncia.
c) Remoción.

4) Extinción. La tutela concluye con la mayoría de edad del Rey. No cabe excluir la renuncia del tutor, admitida por las Cortes, ni
su remoción parlamentaria; en ambos casos deben proveer las Cortes conforme a los propios criterios del art. 60 antes expuestos.
También parece lógico que no se pueda renunciar a ser Regente y posteriormente pretender ejercer como Rey.

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