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Tema 17:

Las constituciones españolas

1. QUIEBRA DEL ANTIGUO RÉGIMEN


Se conoce por Antiguo Régimen el período de tiempo vertebrado políticamente en torno a la Monarquía Absolutista
que se extendió desde el siglo XV hasta el siglo XVIII (siglo XIX en España) y que desaparece con la llegada del Régimen
Liberal.
En España la recepción de la ideología liberal fue tardía y desigual; no hubo tampoco una doctrina unánime sobre su
alcance y significado.

La caída del Antiguo Régimen fue consecuencia de la Revolución Burguesa o Liberal, según se incida en la clase social
protagonista o en la ideología que enarbolaban. Precedentes de la caída del Antiguo Régimen son la Guerra de
Independencia de los Estados Unidos de América y la celebérrima Revolución Francesa de 1789.

Los principios liberales de primera época, conocidos como liberalismo originario o liberalismo radical, sufrieron una
importante modificación que dio paso al denominado liberalismo doctrinario, que fue el que se desarrolló en España.

2. FUNDAMENTOS DEL RÉGIMEN LIBERAL


En lo político, el liberalismo defiende el reconocimiento de la soberanía nacional, de la separación de poderes, de la
igualdad ante la ley y de algunos derechos básicos como la propiedad. La defensa de la igualdad no estaba guiada por
motivos altruistas, sino que trataba, en realidad, de sustituir a los estamentos privilegiados en el control de la
sociedad por la burguesía.

El Liberalismo Doctrinario implantó una serie de restricciones a los principios defendidos por el liberalismo originario.
Las principales modificaciones fueron:
- Introducir una interpretación restrictiva del principio de soberanía nacional que permitía su traslado a
determinadas instituciones políticas.
- Se elaboró un concepto de Constitución, la Constitución Histórica, que expresaba el conjunto de instituciones
históricamente consolidadas en el país. En España formaban la denominada Constitución Histórica la Corona y
las Cortes.
- Como consecuencia de lo anterior, Benjamín Constant elaboró su teoría de la Monarquía como poder
moderador, un cuarto poder junto con los tres clásicos (Ejecutivo, Legislativo, Judicial). Como fin principal,
mantener el equilibrio entre ellos.
- El Poder Legislativo debía articularse en un Parlamento bicameral, de tal modo que siempre exista una
Cámara Alta, de carácter hereditario, que sirva de apoyo a la Monarquía.

El liberalismo doctrinario defendió el sufragio censitario (tanto activo como pasivo). Paralelamente, se reconocía este
derecho de participación política a todos aquellos que, sin ser propietarios o comerciantes, tuvieran un alto nivel de
conocimientos y de instrucción e, incluso, a los que gozasen de cierto prestigio social. Es el derecho de sufragio
capacitario.

3. LAS CONSTITUCIONES POLÍTICAS


Las constituciones españolas del siglo XIX respondieron a este modelo teórico. El liberalismo doctrinario, también
conocido en España como moderantismo, supuso una importante restricción de las aspiraciones transformadoras del
liberalismo originario. En España no llegó a hacerse una política auténticamente liberal.
3.1 EL ESTATUTO DE BAYONA DE 1808

Consumada la invasión francesa de 1808, fue convocada la Asamblea de Constituyentes bajo la supervisión del
emperador Napoleón en Bayona. En ella se elaboró lo que podríamos llamar una Carta Otorgada, mediante la cual el
rey se desprende de determinadas prerrogativas.
Constaba de 13 títulos diversos y 146 artículos, siendo promulgada por José I en julio de 1808. En los títulos se
ocupaba de la religión, la sucesión en la corona, ministerios, Senado, etc.

No rigió, pero se cita siempre como el inicio de la transición entre el absolutismo y el constitucionalismo español. Sus
principios “revolucionarios” fueron recogidos más tarde en la Constitución de 1812.

3.2 LA CONSTITUCIÓN DE 1812

“La constitución de la Pepa” Es el primer texto constitucional español. Surgió de las Cortes Constituyentes convocadas
por la Junta Central en Cádiz, que inició sus sesiones en septiembre de 1810. Cádiz declaró como rey legítimo a
Fernando VII y dictaminó la nulidad del Estatuto de Bayona.
La Constitución de 1812 está inspirada en los principios de la Revolución Francesa y podríamos clasificarla como una
de las llamadas constituciones extensas.

Consta de un preámbulo, 10 títulos y 384 artículos. Establece un sistema unicameral y fija, como religión oficial, el
Catolicismo. El poder ejecutivo sería compartido entre el Rey y las Cortes, fijando que éstas estarían compuestas por
diputados, que son representantes del pueblo, y reservando, en realidad, el poder ejecutivo al monarca.
Los poderes del rey eran amplísimos. Podía, por ejemplo, nombrar y cesar a los Secretarios de Despacho, que a la
larga serían conocidos como ministros.
En un principio quedó establecido el sufragio casi universal, pero en la segunda fase se convirtió en censitario.

La Constitución de Cádiz tuvo diversas fases de vigencia y, técnicamente, respondía al concepto clásico de
constitución, “surgida de un acto de soberanía nacional e impuesta a un poder real”, poder personificado en la
persona del deleznable Fernando VII.
Rige hasta 1814, que es cuando llega el monarca Felón, quien la deroga y declara el manifiesto de los Persas.

3.3 EL ESTATUTO REAL DE 1834

El Estatuto Real de 1834 se basó en la idea de ser un texto muy breve, una Carta Otorgada a modo de adaptación de la
Carta francesa de Luis XVIII.
Constaba apenas de 5 títulos y 50 artículos. Fue promulgada por la regente María Cristina en abril de 1834.
Dividía a las Cortes en dos estamentos: los Próceres y los Procuradores. Apenas tuvo vigencia, ya que un golpe militar
en 1836 obligó a restaurar la Constitución de 1812.

3.4 LA CONSTITUCIÓN DE 1837

Después del motín de los sargentos de La Granja, se proclamó nuevamente la Constitución de Cádiz como símbolo de
la vuelta a un Estado Liberal frente a la idea de Estatuto Real.
La Constitución de 1837, promulgada por Isabel II, es de las constituciones que podríamos clasificar como texto breve
(13 títulos y 88 artículos) y flexible a la hora de su reforma. No se declaraba expresamente en ella la división de
poderes y se le conferían importantes atribuciones legislativas al monarca.

Las Cortes quedaron, según esta Constitución, divididas en dos Cámaras: el Congreso y el Senado. Esta última se
componía de los individuos nombrados por el rey a propuesta de los electores de cada provincia y se renovaba cada
vez que hubiera elecciones a diputados. El Congreso de los Diputados se elegía con arreglo a sufragio directo y
censitario.
3.5 LA CONSTITUCIÓN DE 1845

El general Narváez propició la reforma de la Constitución de 1837, siendo así presentada la Constitución de 1845.
Contiene un Preámbulo y 13 títulos divididos en 79 artículos, recogiendo uno adicional relativo a las provincias de
ultramar.
Se volvió a la confesionalidad del Estado de 1812, manteniendo el bicameralismo entre el Congreso y el Senado,
pasando este último a depender prácticamente de la Corona, ya que para pertenecer a él había que pagar una renta
muy alta.
El monarca siguió conservando enormes poderes, entre ellos el de disolver las Cámaras. El derecho de sufragio quedó
aún más reducido.

Se la considera flexible, porque la modificación de esta no es una tarea muy difícil.

La Constitución de 1845 fue prácticamente derogada por la Vicalvarada (pronunciamiento del general O’Donnell).
Tras el movimiento, se intentó elaborar una nueva constitución, la de 1856, que no llegó a entrar en vigor. Fue un
texto más radical que los anteriores, donde se recogía una verdadera declaración de derechos inspirada en los
principios de la democracia individualista.

3.6 LA CONSTITUCIÓN DE 1869

Es el texto nacido tras la Gloriosa de 1868, dirigida por el general Prim, que acabó con el destronamiento de Isabel II.
Está inspirada en los principios liberal-democráticos y de soberanía nacional. Por primera vez se recogían todos los
derechos individuales de los españoles: libertad de domicilio, propiedad privada, libertad de expresión, de reunión,
asociación y, como novedad, la libertad de culto, aunque se adquiría la obligación de sufragar los gastos de culto y de
clero de la Iglesia Católica. Igualmente se contemplaban las asociaciones de clase, es decir, los sindicatos, que por
primera vez gozaban de protección institucional.

Declaraba una monarquía parlamentaria o democrática

En cuanto al poder legislativo, se mantuvo el bicameralismo, pero el Senado debía ser elegido por sufragio universal.
El Congreso estaba compuesto por diputados elegidos en proporción de 1 por cada 40.000 habitantes y se establecía
el juicio por jurados para los delitos políticos.

Amadeo I de Saboya mantuvo vigente esa Constitución hasta febrero de 1873, fecha en que se proclamó la Primera
República española.

3.7 LA CONSTITUCIÓN DE 1876

Después del rotundo fracaso de la República, se produjo la restauración monárquica a través de Cánovas del Castillo,
que redactó el anteproyecto de la Constitución, siendo la que más tiempo ha estado vigente en la historia del
constitucionalismo español. Es una constitución que respondía a la idea de conservadurismo de su impulsor y encarna
el principio de monarquía doctrinaria.

Para Cánovas la monarquía era más que una forma de gobierno, era parte sustancial de la constitución histórica de
España y estaba por encima de la política cotidiana, siendo una fuerza real y efectiva, decisiva, moderadora y
directora. Para Cánovas no había más soberanía que la ejercida por la Corona y las Cortes.

La Constitución de 1876 no decía nada sobre el derecho de sufragio; el artículo 28 remitía tal materia “al método que
determine la ley”.
En el artículo 11 se establecía la libertad de culto, pero prohibiendo aquellos que no respetasen a la moral cristiana.
3.8 LA CONSTITUCIÓN DE 1931

El último gobierno de la Dictadura, buscando un camino para salir de la ambigua situación política generada por Primo
de Rivera, decidió no convocar elecciones y Cortes, sino celebrar elecciones municipales.
Triunfaron los republicanos y los socialistas en las principales ciudades de España, lo que significó la derrota de la
monarquía. Alfonso XIII abandonó el trono, pero no renunció a él, saliendo de España e instituyéndose el 14 de abril
de 1931 la II República.
El gobierno provisional de Alcalá Zamora convocó cortes constituyentes.

Lo primero que acaeció fue una reforma electoral. Se rebajó la edad para ser elector a los 23 años, y se declaró
elegibles a mujeres y sacerdotes. Se convocaron elecciones el 14 de julio, y socialistas y republicanos ganaron. La
Constitución de 1931 es el resultado de una alianza, basada en elecciones indiscutiblemente libres.

Se trata pues de una constitución popular y democrática, porque arranca del propio pueblo, los poderes del Estado
emanan del pueblo, se establece el sufragio universal (igual, directo y secreto) y se aseguran garantías y derechos
individuales.
No se trató, en sentido estricto, de una constitución, pero si un texto con contenido social. No estaba mal escrita,
aunque si se encuentran “frases desacertadas”; no es extensa y su estructura es aceptable, rígida. Por vez primera se
fijaban constitucionalmente límites a la propiedad individual. Se añaden derechos de contenido social y económico.
El tema conflictivo fue, sin lugar a dudas, el referido a la religión. España quedaba como un país “aconfesional”, es
decir, sin religión oficial.

Por último, debemos referirnos a la estructura de los órganos constitucionales planteada en 1931:
 Poder legislativo ----- Reside en un órgano unicameral, el Congreso de los Diputados.
 Administración de justicia ---- correspondiente a jueces tribunales.
 Gobierno y su presidente ---- tienen como función dirigir y representar la política.
 El presidente de la República es el Jefe del Estado, y personifica al Estado Republicano.

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