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RESUMEN DEL LIBRO

EL SISTEMA JURÍDICO - INTRODUCCIÓN AL DERECHO DR. MARCIAL RUBIO CORREA

CAPÍTULO I: EL ESTADO Y EL DERECHO El Estado contemporáneo y el Derecho están


íntimamente vinculados entre sí, de modo que las normas y directrices jurídicas influyen sobre
la estructura y funcionamiento del Estado, y este a su vez determina el ordenamiento legal.

No obstante, esta concepción del Estado como lo conocemos actualmente, fuertemente


entrelazado con el sistema jurídico, no siempre fue la misma. Sino que el Estado ha transitado
por cambios revolucionarios e hitos trascendentales desde el siglo XVI hasta la modernidad. En
este sentido, para comprender apropiadamente las bases y el desenvolvimiento del Derecho
hoy en día, resulta indispensable retrotraernos a analizar la evolución que ha seguido el Estado
a través de la historia.

Veamos entonces los momentos estelares de transformación política e institucional que


moldearon al Estado tal cual lo conocemos en la actualidad:

EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL ESTADO

Antigüedad En las sociedades antiguas no existía aún una forma de Estado centralizado,
unificado e institucionalizado según el paradigma moderno. Más bien imperaba una especie de
proto-Estado basado en ciudades, donde el poder lo ejercían o bien monarcas con
características especiales o bien élites gobernantes determinadas por su talento o fuerza
social. Estas autoridades moldearon el gobierno y las directrices legales de acuerdo a sus
rasgos y preferencias personales; de modo que cuando el líder era reemplazado, ello
acarreaba cambios esenciales en el sistema político. Además en esta época las formas de
gobierno no abarcaban extensos territorios, sino que estaban ubicadas en ciudades-estado,
con una jurisdicción limitada a sus áreas aledañas, sin involucrar áreas rurales lejanas. También
es de resaltar que desde épocas tempranas existían organismos jurisdiccionales para resolver
disputas, aunque la mayor parte de las relaciones sociales se regían por costumbres y no por
normas legisladas per se.

Dos casos excepcionales de sistemas proto-estatales que guardan similitudes importantes con
el Estado contemporáneo son el Antiguo Egipto bajo el sistema dinástico faraónico, por
presentar un grado considerable de centralización e institucionalización; y sobre todo el
Imperio Romano, por el desarrollo de un complejo entramado legal que sentaría las bases del
derecho occidental.
La Edad Media Luego de la desintegración del Imperio Romano de Occidente, se instaura en
Europa un sistema descentralizado y fraccionado de gobiernos denominados feudalismo. Bajo
este esquema el poder estaba distribuido entre Múltiples autoridades regionales autónomas,
donde los reyes y monarcas mantenían una posición de primus inter pares (primero entre
iguales) respecto a los señores feudales. Ello evidencia que aún no existe una institucionalidad
estatal unificada con plena autoridad central.

El derecho en esta época tampoco estaba cohesionado sino disperso entre usos y costumbres
locales, resoluciones reales y normas de la incipiente Iglesia Católica (que luego devendría en
el derecho canónico medieval). Sería recién a finales de este período donde emergerían por un
lado los reinos nacionales bien definidos que forjarían los Estado modernos de Europa
Occidental; y por otro lado el derecho canónico supondría una fuente unificante del
ordenamiento jurídico en la región con directrices sobre temas clave como familia,
matrimonio, propiedad, entre otros.

De este modo vemos que recién hacia los albores del fin de la Edad Media, aparecen los
gérmenes institucionales, políticos y legales que darían forma a los futuros Estados-nación
contemporáneos. Analizamos entonces tres casos emblemáticos.

Inglaterra Luego de la conquista normanda en el siglo XI, Inglaterra fue moldeándose


lentamente hacia una entidad política centralizada. Los monarcas normandos introdujeron
instituciones clave como el principio de respeto a las libertades públicas (véase la Carta Magna
de 1215 con el hábeas corpus), el sistema parlamentario con representación nobiliaria primero
y luego popular; así como la monarquía constitucional con un poder ejecutivo fragmentado
entre el Rey (inviolable políticamente) y el gabinete de ministros liderado por el Primer
Ministro. Este último evolucionaría como contrapeso real del poder político, al punto de ser
elegido por el Parlamento mediante votación.

Así, para cuando llegó la Edad Moderna, Inglaterra contaba ya con los pilares esenciales que
definirían al Estado contemporáneo, gracias a la corona normanda desde el siglo XI.

Francia A diferencia del caso inglés, el reino francés se caracterizó por una monarquía absoluta
al menos hasta avanzado el siglo XVIII. Ello se expresaba en la célebre frase atribuida a Luis
XIV: “El Estado soy yo”. No existía pues separación de poderes sino concentración absoluta en
la figura real.

Esto empezaría a resquebrajarse gracias al pensamiento racionalista y la Ilustración de


filósofos como Montesquieu y Rousseau en la centuria de las luces. El primero esbozaría la
teoría de la separación de poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) que tanto juego daría a la
política moderna. Mientras que Rousseau plantearía el paradigma del “contrato social”, donde
el Estado emerge del acuerdo entre individuos que sacrifican libertad en cambio de seguridad
y orden público. Además introdujo poderosamente la noción de soberanía popular y
democracia como poder investido en el pueblo.

Estas ideas provocarían gran calado y desembocarían en la Revolución Francesa de 1789, la


cual produjo una honda conmoción política con repercusiones mundiales al derrocar la
monarquía, guillotinar al Rey e instituir una República parlamentaria fundada en los tres
poderes antes descritos. Asimismo esta revolución sancionaría la Declaración Universal de los
Derechos del Hombre y el Ciudadano, texto fundacional del constitucionalismo al establecer
los pilares del liberalismo político: libertad, propiedad privada, seguridad, igualdad ante la ley,
entre otros principios.

Con ello el Estado francés sufriría una metamorfosis radical que lo encaminaría plenamente
hacia el paradigma contemporáneo.

Estados Unidos Mientras en Europa se producían intensas transformaciones, al otro lado del
Atlántico las 13 colonias británicas de Norteamérica se alzaban en contra su metrópolis
mediante la denominada Guerra de Independencia (1775-1783).

Luego de derrotar a los ingleses y expulsarlos del nuevo territorio, los próceres de dichas ex-
colonias se reunieron en la Convención de Filadelfia para discutir la creación de una nueva
entidad política soberana. Es así que en 1787 se redacta finalmente la Constitución Federal,
dando nacimiento formal a los Estados Unidos de América el 4 de julio de 1776 (aunque la
guerra finiquitaría recién en 1783).

Esta Carta Magna decantó varios principios e instituciones clave del Estado moderno, como el
sistema federalista, el régimen presidencialista y el control de constitucionalidad de las leyes
(instituido jurisprudencialmente en 1803 mediante el célebre caso Marbury vs Madison
dirimido por la Corte Suprema).

De este modo vemos que para finales del siglo XVIII, los principales Estados contemporáneos
ya estaban plenamente configurados o al menos encaminados institucionalmente hacia el
paradigma actual. Estos modelos serán luego adoptados o replicados, con matices, por la
mayor parte de países del orbe.

EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL DERECHO Al igual que la forma estatal, el derecho también ha
transitado por una larga evolución. Durante gran parte de la historia estuvo disperso entre
usos y costumbres, códigos religiosos, ordenamientos monárquicos y equiparables. No fue sino
hasta las revoluciones liberales de finales del siglo XVIII que el derecho adoptó la estructura
sistematizada con la que cuenta actualmente.

Los principales hitos de su desarrollo fueron:

 Roma desarrolló el más completo y monumental sistema legal de la Antigüedad,


conocido como el Corpus Iuris Civilis recopilado durante el imperio de Justiniano en el
siglo VI DC Ha sido una de las bases del derecho contemporáneo.

 Durante la Edad Media el derecho estuvo disperso entre usos locales, algunas normas
monárquicas, el derecho canónico administrado por la Iglesia Católica y los resabios
persistentes de la legislación romana clásica.

 Ya en época moderna, producto de la efervescencia del racionalismo y el surgimiento


de los Estados-nación, se produce una transformación de envergadura en el derecho,
al monopolizar los Estados la potestad legislativa dentro de su jurisdicción y configurar
los sistemas jurídicos nacionales actuales.

Dentro de este nuevo paradigma, destacan dos grandes aportes:

A) La Legislación Impulsada por el Código Napoleónico promulgado en la Francia post-


revolucionaria de 1804. Constituyó la primera gran codificación moderna de derecho civil en
base a los principios liberales de 1789 (propiedad, contratos, personas, familias, etc.). Este
modelo sería replicado por otros países en sus propios códigos durante el siglo XIX.

B) La Constitución Surgida tras las revoluciones liberales antes descritas. Supone la máxima
jerarquía dentro del ordenamiento jurídico nacional y contiene las bases de la institucionalidad
estatal así como los derechos y garantías fundamentales. La conjugación entre Estado de
derecho y orden constitucional ha sido definitoria de la moderna teoría política y jurídica.

CAPÍTULO II: ESTADO Y DERECHO EN EL PERÚ

Como ha podido apreciarse previamente mediante un sucinto panel histórico, el Estado y el


derecho son realidades complejas, mutuamente vinculadas, que se han ido decantando
conjuntamente a lo largo del convulsionado devenir de la humanidad durante varios siglos.
Evidentemente el Perú, como país del orbe, no se encuentra exento de esta madeja de
instituciones políticas y legales que intentan normar la vida en sociedad.

Por fin, después de haber analizado panorámicamente el desenvolvimiento del Estado y el


derecho desde una perspectiva histórica global, nos enfocaremos ahora específicamente en el
caso peruano. Es decir, corresponde detenernos a examinar cómo se han materializado dichos
procesos en el devenir particular de la realidad política y jurídica nacional.

I.Breve historia constitucional del Perú

La primera Constitución Peruana data de 1823, durante el proceso independentista frente al


Imperio Español. Es menester recordar que el Perú de esa época distaba mucho de conformar
una nación cohesionada, debido a las pronunciadas brechas étnicas y geográficas que
fragmentaban internamente al territorio así como la ausencia de una identidad nacional bien
cimentada. Pese a ello, los próceres y grupos de poder decimonónicos lograron ir configurando
progresivamente al Estado peruano, aún con todas sus limitaciones.

Durante el convulsionado siglo XIX republicano, destacan la Constitución liberal de 1856; así
como la Constitución de 1860 que establece un régimen parlamentario.

Ya en el siglo XX, cabe resaltar la Constitución de 1933 que incorpora derechos sociales; así
como la de 1979 que instaura un régimen democrático, tras doce años de dictadura militar.

La actual Constitución data de 1993, formulada tras el autogolpe de Estado de 1992


perpetrado por el ex Presidente Alberto Fujimori, luego de disolver violentamente el Congreso
de la República y reorganizar los poderes públicos bajo su control absoluto. En dicha coyuntura
se redacta la nueva carta magna, instituyendo un régimen democrático y un Estado de
economía social de mercado, con la inclusión de algunos avances como los derechos
fundamentales de segunda y tercera generación, los mecanismos de participación directa y
descentralización política.

Con sus luces y sombras, la Constitución de 1993 constituye el marco político y jurídico vigente
actualmente en el país.

II. Rasgos distintivos del Estado peruano contemporáneo

Más allá de la trayectoria histórica que ha recorrido el Estado en el Perú, importa detenerse
ahora sobre sus principales características en el presente:

a) Forma de Estado Adopta un esquema democrático, republicano, unitario pero


descentralizado (existen tres niveles territoriales: Nacional, Regional y Local).

b) Régimen de gobierno El poder político se organiza conforme al principio de separación de


poderes en Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
A la vez, se constituye un Estado de derecho donde las actividades de los poderes públicos se
enmarcan en la legalidad establecida por el propio ordenamiento jurídico nacional.

c) Sistema económico-social La Constitución define al país como una economía social de


mercado. Ello involucra principios tales como: libertad de empresa, libre competencia, libertad
de precios y eliminación de monopolios legales. A la vez se resguardan valores como la
solidaridad, subsidiariedad y defensa de los consumidores.

El Estado ejerce un rol de promotor y supervisor de la economía nacional, interviniendo


subsidiariamente en actividades empresariales de interés público.

Asimismo se postula un manejo prudente de las finanzas públicas, evitando incurrir en déficits
excesivos salvo casos extraordinarios previstos legalmente.

En cuanto al aspecto social, se promueve el acceso a servicios de salud, educación, seguridad


social, vivienda entre otros; garantizando niveles esenciales y calidad adecuada. Se procura la
eliminación de la pobreza y reducción de brechas socioeconómicas entre los grupos humanos
del país.

Como puede apreciarse, el Estado Peruano cuenta hoy en día con una configuración política,
económica y social compleja, que intenta conjugarse equilibradamente dentro de una
institucionalidad todavía incipiente y mejorable, pero cuyas bases centrales se encuentran
razonablemente bien establecidas en la Constitución vigente.

III. Los derechos constitucionales

Uno de los componentes esenciales de la regulación estatal son los derechos reconocidos a los
ciudadanos y grupos humanos dentro de un territorio. Históricamente los primeros derechos
fundamentales que surgieron fueron los vinculados a las libertades individuales durante las
revoluciones burguesas de los siglos XVIII y XIX (derechos civiles y políticos), tales como
libertad de expresión, propiedad privada, libertad personal, asociación,

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