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Antigüedad En las sociedades antiguas no existía aún una forma de Estado centralizado,
unificado e institucionalizado según el paradigma moderno. Más bien imperaba una especie de
proto-Estado basado en ciudades, donde el poder lo ejercían o bien monarcas con
características especiales o bien élites gobernantes determinadas por su talento o fuerza
social. Estas autoridades moldearon el gobierno y las directrices legales de acuerdo a sus
rasgos y preferencias personales; de modo que cuando el líder era reemplazado, ello
acarreaba cambios esenciales en el sistema político. Además en esta época las formas de
gobierno no abarcaban extensos territorios, sino que estaban ubicadas en ciudades-estado,
con una jurisdicción limitada a sus áreas aledañas, sin involucrar áreas rurales lejanas. También
es de resaltar que desde épocas tempranas existían organismos jurisdiccionales para resolver
disputas, aunque la mayor parte de las relaciones sociales se regían por costumbres y no por
normas legisladas per se.
Dos casos excepcionales de sistemas proto-estatales que guardan similitudes importantes con
el Estado contemporáneo son el Antiguo Egipto bajo el sistema dinástico faraónico, por
presentar un grado considerable de centralización e institucionalización; y sobre todo el
Imperio Romano, por el desarrollo de un complejo entramado legal que sentaría las bases del
derecho occidental.
La Edad Media Luego de la desintegración del Imperio Romano de Occidente, se instaura en
Europa un sistema descentralizado y fraccionado de gobiernos denominados feudalismo. Bajo
este esquema el poder estaba distribuido entre Múltiples autoridades regionales autónomas,
donde los reyes y monarcas mantenían una posición de primus inter pares (primero entre
iguales) respecto a los señores feudales. Ello evidencia que aún no existe una institucionalidad
estatal unificada con plena autoridad central.
El derecho en esta época tampoco estaba cohesionado sino disperso entre usos y costumbres
locales, resoluciones reales y normas de la incipiente Iglesia Católica (que luego devendría en
el derecho canónico medieval). Sería recién a finales de este período donde emergerían por un
lado los reinos nacionales bien definidos que forjarían los Estado modernos de Europa
Occidental; y por otro lado el derecho canónico supondría una fuente unificante del
ordenamiento jurídico en la región con directrices sobre temas clave como familia,
matrimonio, propiedad, entre otros.
De este modo vemos que recién hacia los albores del fin de la Edad Media, aparecen los
gérmenes institucionales, políticos y legales que darían forma a los futuros Estados-nación
contemporáneos. Analizamos entonces tres casos emblemáticos.
Así, para cuando llegó la Edad Moderna, Inglaterra contaba ya con los pilares esenciales que
definirían al Estado contemporáneo, gracias a la corona normanda desde el siglo XI.
Francia A diferencia del caso inglés, el reino francés se caracterizó por una monarquía absoluta
al menos hasta avanzado el siglo XVIII. Ello se expresaba en la célebre frase atribuida a Luis
XIV: “El Estado soy yo”. No existía pues separación de poderes sino concentración absoluta en
la figura real.
Con ello el Estado francés sufriría una metamorfosis radical que lo encaminaría plenamente
hacia el paradigma contemporáneo.
Estados Unidos Mientras en Europa se producían intensas transformaciones, al otro lado del
Atlántico las 13 colonias británicas de Norteamérica se alzaban en contra su metrópolis
mediante la denominada Guerra de Independencia (1775-1783).
Luego de derrotar a los ingleses y expulsarlos del nuevo territorio, los próceres de dichas ex-
colonias se reunieron en la Convención de Filadelfia para discutir la creación de una nueva
entidad política soberana. Es así que en 1787 se redacta finalmente la Constitución Federal,
dando nacimiento formal a los Estados Unidos de América el 4 de julio de 1776 (aunque la
guerra finiquitaría recién en 1783).
Esta Carta Magna decantó varios principios e instituciones clave del Estado moderno, como el
sistema federalista, el régimen presidencialista y el control de constitucionalidad de las leyes
(instituido jurisprudencialmente en 1803 mediante el célebre caso Marbury vs Madison
dirimido por la Corte Suprema).
De este modo vemos que para finales del siglo XVIII, los principales Estados contemporáneos
ya estaban plenamente configurados o al menos encaminados institucionalmente hacia el
paradigma actual. Estos modelos serán luego adoptados o replicados, con matices, por la
mayor parte de países del orbe.
EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL DERECHO Al igual que la forma estatal, el derecho también ha
transitado por una larga evolución. Durante gran parte de la historia estuvo disperso entre
usos y costumbres, códigos religiosos, ordenamientos monárquicos y equiparables. No fue sino
hasta las revoluciones liberales de finales del siglo XVIII que el derecho adoptó la estructura
sistematizada con la que cuenta actualmente.
Durante la Edad Media el derecho estuvo disperso entre usos locales, algunas normas
monárquicas, el derecho canónico administrado por la Iglesia Católica y los resabios
persistentes de la legislación romana clásica.
B) La Constitución Surgida tras las revoluciones liberales antes descritas. Supone la máxima
jerarquía dentro del ordenamiento jurídico nacional y contiene las bases de la institucionalidad
estatal así como los derechos y garantías fundamentales. La conjugación entre Estado de
derecho y orden constitucional ha sido definitoria de la moderna teoría política y jurídica.
Durante el convulsionado siglo XIX republicano, destacan la Constitución liberal de 1856; así
como la Constitución de 1860 que establece un régimen parlamentario.
Ya en el siglo XX, cabe resaltar la Constitución de 1933 que incorpora derechos sociales; así
como la de 1979 que instaura un régimen democrático, tras doce años de dictadura militar.
Con sus luces y sombras, la Constitución de 1993 constituye el marco político y jurídico vigente
actualmente en el país.
Más allá de la trayectoria histórica que ha recorrido el Estado en el Perú, importa detenerse
ahora sobre sus principales características en el presente:
Asimismo se postula un manejo prudente de las finanzas públicas, evitando incurrir en déficits
excesivos salvo casos extraordinarios previstos legalmente.
Como puede apreciarse, el Estado Peruano cuenta hoy en día con una configuración política,
económica y social compleja, que intenta conjugarse equilibradamente dentro de una
institucionalidad todavía incipiente y mejorable, pero cuyas bases centrales se encuentran
razonablemente bien establecidas en la Constitución vigente.
Uno de los componentes esenciales de la regulación estatal son los derechos reconocidos a los
ciudadanos y grupos humanos dentro de un territorio. Históricamente los primeros derechos
fundamentales que surgieron fueron los vinculados a las libertades individuales durante las
revoluciones burguesas de los siglos XVIII y XIX (derechos civiles y políticos), tales como
libertad de expresión, propiedad privada, libertad personal, asociación,