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Historia de la

antropologia
La antropología filosófica apareció en la época moderna, ya que sólo a partir del siglo
XVII pudo empezarse a considerar el hombre independientemente de la teología, y desde
sus inicios estuvo fuertemente marcada por el dualismo cartesiano y por el enfoque
kantiano

Se centra en el problema de la existencia humana, acudiendo a la filosofía


para heredar argumentos y conocimientos sobre todo del tipo ontológico.
La antropología filosófica (del griego, ánthropos, 'hombre', y logos,
'razón' o 'discurso') se puede entender de varias maneras. Una sería el
estudio filosófico del ser humano elaborado a lo largo de los siglos y
actualmente, objeto de atención de los filósofos. Hay otra manera para
entender la expresión que sería más restringida, y se aplicaría a un
movimiento o escuela de pensamiento fundada en Alemania en los
años 1920 y 1930, de filósofos, antropólogos y sociólogos. Este
movimiento tuvo una influencia decisiva en el panorama intelectual
alemán del siglo XX.
El tema general u objeto material de la antropología filosófica es el
fenómeno humano, es decir, la serie de manifestaciones que
atestiguan la presencia del hombre. Interesan especialmente aquellas
manifestaciones que entrañan un cierto enigma o paradoja, tales como
el fenómeno del conocimiento científico, de los juicios de valor, de la
libertad, de la comunicación interpersonal y de la religión. Su objeto
formal (aspecto o ángulo especial que escoge la ciencia para estudiar
el objeto material) reside en las características humanas que
posibilitan dicho fenómeno. La psicología y la historia, por ejemplo,
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coinciden en el objeto material de la Antropología filosófica, pero no en
su objeto formal.1
La antropología filosófica marca un punto de inflexión en la filosofía por
medio de la crítica del idealismo y del dualismo cartesiano, con una
concepción del hombre como una unidad física y psíquica. Fue
también una respuesta a la teoría del historicismo alemán.
La base de su planteamiento consistía en utilizar las enseñanzas de
las ciencias naturales (como
la biología, zoología, etología, paleoantropología, etc.) y las ciencias
humanas para tratar de identificar las características de la especie
humana y su posición específica en el mundo y el entorno natural.
No obstante, aunque moderna como disciplina filosófica, la reflexión
sobre el hombre es tan antigua como la filosofía misma, razón por la
cual la antropología se ha contagiado de la anfibología que presenta
este término . En cierto sentido, enlaza con el ideal socrático del
«conócete a ti mismo» y de la concepción aristotélica del hombre
entendido como «animal racional», como «animal político» y como
«animal que habla, y surge del esfuerzo constante de la filosofía -con
dos momentos particularmente antropocéntricos: el Renacimiento y la
Ilustración- por aclarar el concepto que el hombre tiene de sí mismo, y
su situación en el mundo, (momentos en los que también se pone en
duda el carácter naturalmente político del hombre, como en el caso
de Hobbes, por ejemplo . Si la filosofía antigua giraba
fundamentalmente alrededor de la noción de «cosmos» y reflexionaba
sobre el hombre en relación con la naturaleza, y la filosofía medieval
entendía al hombre como una parte del orden divino, solamente la
filosofía moderna ha permitido desatar al hombre de estas ligaduras a
la vez que, con ello, crecía la noción de sujeto y de individuo (no en
vano la filosofía moderna nace con la afirmación del «yo» cartesiano).
En definitiva, pues, si es cierto que en toda filosofía hay una reflexión
sobre el hombre (que puede provenir de rasgos mítico-religiosos o ser
fruto de la reflexión filosófica propiamente dicha), solamente a partir de
la época moderna se abre una nueva perspectiva: el hombre ya no se
entiende solamente desde su hipotética naturaleza, ni desde una

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perspectiva sobrenatural, sino que se liga a su acción: a sus
producciones, a sus obras y a sus relaciones con los otros hombres.

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