Está en la página 1de 11

1531-Corte Suprema de Justicia, Sala Civil y Comercial, Expediente: “Fernando

Kricheldorf Garozzo c/ María Crismilda Armele Feris y la firma Marilyn S.A. s/


Indemnización de Daños y Perjuicios por Culpa Extracontractual (Daño Moral)”.
(Ac. y Sent. Nº 1179)
Legislación citada: Constitución Nacional: 40;  Código Civil: 421, 1090, 1102, 1103,
1404, 1833, 1834,1835, 1871; Código Procesal Civil: 113, 203, 192, 205, 268, 288,  404;
Código Procesal Penal: 73, 291, 295,351, 356, 358, 359,361.
TEXTO COMPLETO:
Asunción, 25 de setiembre de 2017.
Previo  estudio de los antecedentes del caso, la Excelentísima Corte Suprema de Justicia,
Sala Civil y Comercial, resolvió plantear y votar las siguientes:
Cuestiones:
Es nula la Sentencia apelada?
En caso contrario, está ella ajustada a Derecho?
Practicado el sorteo de Ley para determinar el orden de votación dio el siguiente resultado:
Miguel Oscar Bajac Albertini, Raúl Torres Kirmser y Cesar Antonio Garay.
A la primera cuestión planteada el señor Ministro Preopinante Miguel Oscar Bajac
Albertini dijo: La parte recurrente no fundamento el Recurso de Nulidad interpuesto, por
consiguiente y al no advertirse en el Fallo en estudio defectos o vicios que justifiquen la
declaración de oficio en los términos que autorizan los Artículos 113 y 404 del Código
Procesal Civil, los mismos deben ser declarados desiertos. Así voto.
A su turno el Señor Ministro Raúl Torres Kirmser dijo: Me adhiero al criterio del
preopinante por sus mismos fundamentos. Así voto.
A su turno el señor Ministro Cesar Antonio Garay dijo: Adhiero juzgamiento al señor
Ministro preopinante por los mismos fundamentos. Así voto.
A la segunda cuestión planteada el señor Ministro Preopinante Miguel Oscar Bajac
Albertini prosiguió diciendo: La presente demanda fue iniciada por Fernando Kricheldorf
Garozzo contra María Crismilda Armele Feris y la Firma Marilyn Armele S.A. por
Indemnización de Daños y Perjuicios por responsabilidad extracontractual. El recurrente
expresó en el escrito de demanda que fue perjudicado en forma maliciosa y temeraria por la
denuncia y querella adhesiva realizada por los demandados por supuestos hechos punibles
de lesión de confianza, estafa y evasión de impuestos. Manifestó que debido a la referida
denuncia fue procesado, habiendo sufrido todo lo que conlleva la tramitación de un juicio
penal en el cual fue imputado, se le impuso medidas alternativas a la prisión preventiva
otorgando fianza real a fin de beneficiarse con las mismas. Refirió además que por orden
judicial su domicilio y oficina fueron allanadas, finalmente fue sobreseído en forma
definitiva de la denuncia en cuestión. Sostuvo que las falsas acusaciones de las cuales fue
víctima en forma arbitraria e injusta, le produjo daños y perjuicios en su personalidad,
especialmente en su equilibrio espiritual,  sentimientos y afecciones legítimas por lo que se
ve en la imperiosa necesidad de ser indemnizado.        
Por su parte, el representante de las demandadas María Crismilda Armele Feris y la firma
Marilyn Armele S.A. contestó el traslado de la demanda, sostuvo que la denuncia se realizó
contra personas innominadas, que su parte se limitó a denunciar y señalar la actitud no
profesional de los Abogados Belotto y Kricheldorf, quienes retiraron más de U$ 5.000 sin
que su parte haya recibido ninguna contraprestación por los pagos realizados. Refirió que
tenía sobradas razones para formular la denuncia y que no existió ánimo doloso de su parte
o afán de perjudicar al Abogado Kricheldorf, sólo la necesidad de que la fiscalía investigue
si hubo lesión de confianza y eventual rente estafa.
Por S.D. Nº 526, del 15 de Julio del 2013, el Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y
Comercial del Séptimo Turno de la Capital resolvió: “1) HACER LUGAR a la presente
demanda instaurada por el Señor Fernando Kricheldorf Garozzo contra la Señora María
Crismilda Armele y la firma Marilyn Armele S.A sobre indemnización por daño moral.
CONDENAR a la parte demandada a que en el perentorio término de diez días abone al
Señor Fernando Kricheldorf Garozzo la suma de Guaraníes Cien Millones (100.000.000)
con intereses del 2% a partir del día de la denuncia penal, 15 de enero de 2009, hasta el
día del pago efectivo. IMPONER costas a la perdidosa. ANOTAR, registrar y remitir copia
a la Excelentísima Corte Suprema de Justicia” (fs. 8 6/90 vlto.).
Por Acuerdo y Sentencia Nº 1, del 12 de febrero de 2015, el Tribunal de Apelaciones en lo
Civil y Comercial, Tercera Sala de la Capital resolvió: “DECLARAR DESIERTOS los
Recursos de Nulidad interpuestos por los recurrentes. REVOCAR la sentencia apelada, de
conformidad con los términos expuestos en el exordio de la presente resolución y en
consecuencia rechazar la presente demanda presentada por el Sr. Fernando Kricheldorf
Garozzo contra la Sra. María Crismilda Armele y otros sobre indemnización de daños y
perjuicios. IMPONER las costas a la perdidosa. ANOTESE, regístrese y remítase copia a
la Excelentísima Corte Suprema de Justicia” (fs. 150/159).
El Representante convencional del demandante expresó agravios conforme escrito que obra
a fs.167/172, alegó que la resolución es agraviante e injusta, la misma no se encuentra
debidamente fundada en la ley, tampoco han sido valoradas correctamente las pruebas
producidas por su parte en el juicio, además se realizó una absurda y antojadiza valoración
hechos y aplicación del derecho. Manifestó que la demanda penal se base en el retiro de
depósito de dinero por parte del Abogado Marcial Bellotto y no de su representado -
Fernando Kricheldorf-, ya que este último no tenía nada que ver en el asunto, el Ad-quem
sostuvo que los demandados no incurrieron en un comportamiento temerario o aventurado,
sin embargo siguió relatando que aquellos a sabiendas de que su mandante no tenía nada
que ver con el depósito de dinero enviado a Bellotto, lo denunciaron penalmente,
finalmente la causa penal no llegó a Juicio Oral y Público siendo sobreseído en atención a
que los hechos no eran ciertos y por tal motivo no existía una sola prueba que demuestren
los dichos falsos de los denunciantes, sostuvo que el Ad-quem debió analizar jurídicamente
la cuestión y no en base a criterios personales. En relación al monto pretendido en concepto
de indemnización de daños, solicita que el fijado por el A-quo sea aumentado a
450.000.000 (Guaraníes Cuatrocientos Cincuenta Millones). En cuanto a las costas que le
fueron impuestas en la resolución en estudio, refiere que para el caso que la misma sea
confirmada, se impongan en el orden causado atento a que el actor de la presente demanda
se vio en la necesidad de accionar judicialmente por haber sido víctima de un acto ilícito,
igualmente teniendo en cuenta que el fallo fue resuelto aplicando doctrina y jurisprudencia
argentina.
Corrido traslado, el representante de la parte demandada a fs. 175/178 refiere que: “...mis
clientes ejercitaron el derecho de pedir -vía denuncia- la investigación de hechos punible. 
la fiscalía que es la dueña de la acción no pudo probarlo ello no puede atribuirse a mi
parte...El A-quo señalo claramente que solo hay ilícito civil cuando existe abuso del
derecho por ello debe demostrarse el dolo o la culpa del denunciante, debe probarse que
denuncio a la persona a sabiendas que no cometió el acto reprochable…los hechos
ocurrieron, el dinero fue remesado a Fernando Krichelforf reconoció que recibió el dinero
y no lo facturó, está probado que Fernando Krichelforf y Marcial Bellotto eran socios,
frente a estos hechos no puede haber denuncia dolosa o temeraria como correctamente
entendió la 3ra Sala Civil y Comercial”. Terminó solicitando que la resolución en estudio
sea confirmada.
Es importante tener en cuenta que ante supuestos como el que se nos plantea se debe
determinar si se produjo un hecho antijurídico por ser la querella injusta, falsa, temeraria o
maliciosa. Sabido es que no toda querella o denuncia penal reviste las características
citadas, pues toda persona tiene el derecho a denunciar un hecho que con convicción
considere antijurídico o delictivo a fin de que la autoridad competente lo investigue.
Corresponde entonces el estudio de la denuncia penal y resoluciones recaídas como
consecuencia de esas denuncias en Sede Judicial, sin realizar un juzgamiento del
expediente penal.
Es así que los antecedentes legales del caso están dados por la denuncia penal de hechos
punibles de Estafa, Lesión de confianza y Evasión de Impuestos incoada por María
Crismilda Armele Feris bajo la figura de personas innominadas, sin embargo de la lectura
de aquella, se colige que la denunciante individualizó a Fernando Kricheldorf y Marcial
Bellotto como supuestos autores del hecho (fs. 4/9 de las compulsas de la Carpeta Fiscal
agregados a estos autos por cuerda). Luego fue presentada la Querella Adhesiva por el
representante de la firma Marilyn Armele (fs. 47 de la Carpeta Fiscal).
En la forma como quedara trabada la Litis no se negó la existencia de la denuncia y la
querella adhesiva por estafa, lesión de confianza y evasión de impuestos iniciada por la
parte demandada, pero sín que se haya promovido la misma  con el fin de dañar al actor,
habiendo manifestado la parte accionada que no se ha actuado con dolo o culpa
fundamentos con lo que la misma negó el daño moral y los supuestos perjuicios
ocasionados al accionante como consecuencia de los acontecimientos que rodearon a la
denuncia y querella instaurada.
Ahora bien, del estudio realizado se colige que el procedimiento al que fue sometido el
accionante implicó un tiempo en el que fácil resulta comprender la desazón, la tristeza, el
desasosiego, la turbación que pueden embargar el espíritu de cualquier persona en esa
circunstancia, por manifiestamente infundada que fuese la imputación. Ese injusto
padecimiento, llegó a su fin con el A.I. Nº 77 del 8 de febrero de 2010 dictado por el Juez
Penal de Garantía Nº 6 (fs.) que sobreseyó definitivamente a Fernando Kricheldorf
Garozzo, con la expresa constancia de que la formación del proceso “...no afecta el buen
nombre y reputación de los mencionados imputados”.
A todo ello vale mencionar que el accionante fue obligado a cumplir fianza onerosa para la
obtención de las medidas sustitutivas a la prisión preventiva que hubiese sufrido de no ser
posible el cumplimiento de las mismas.
La consumación del hecho que produjo el daño moral en detrimento del demandante,
resulta pues indudable por todo cuanto consta en el expediente penal en que fue
involucrado. Todas esas circunstancias como el tiempo del injusto enjuiciamiento, con su
estela de graves y negativas consecuencias para el bienestar personal a que tiene derecho
todo ser humano, reclaman en estricta justicia una adecuada reparación.
Conviene recordar aquí de nuevo que la demandada, no efectuó una simple denuncia, inicio
una acción penal, a través de una querella criminal adhesiva, individualizando clara y
definitivamente a Fernando Krichelforf y Marcial Bellotto como responsables del hecho
delictual denunciado.       
Sobre el particular Manuel Osorio en su Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y
Sociales dice: “Querella: acción penal que ejercita, contra el supuesto autor de un delito,
la persona que se considera ofendida o damnificada por el mismo (o sus representantes
legales), mostrándose parte acusadora en el procedimiento, a efectos de intervenir en la
investigación y de obtener la condena del culpable, así como la reparación de los daños
morales o materiales que el delito le hubiese causado”.
Vemos pues que se trató de una acusación directa al accionante individualizándolo como
autor del hecho penal querellado y, no una simple investigación como pretende hacer la
demandada. Asimismo como ya se señalara precedentemente el mismo fue sobreseído, sin
que ello afecte su buen nombre y honor, más sobre el particular, es conveniente aclarar que
dicha determinación constituye una decisión de orden penal reparadora en dicho fuero, pero
que de ninguna manera resulta substitutiva de la reparación del daño moral sufrido por el
perjudicado ante la infundada acusación y que tiene abierta la vía en el fuero civil,
claramente prevista en los arts. 1833 y concordantes del Código Civil.
Es así que el artículo 1833 del Código Civil Paraguayo establece: “... El que comete un
acto ilícito queda obligado a resarcir el daño. Si no mediare culpa, se debe igualmente
indemnización en los casos previstos por la ley, directa o indirectamente...”. Asimismo el
artículo 1835 Código Civil Paraguayo dice: “...Existirá daño siempre que se causare a otro
algún perjuicio en su persona, en sus derechos o facultades, o en las cosas de su dominio o
posesión. La obligación de reparar se extiende a toda lesión material o moral causada por
el acto ilícito. La acción por indemnización del daño moral solo competerá al damnificado
directo.  Si del hecho hubiere resultado su muerte, únicamente tendrán acción los
herederos forzosos…”.
La doctrina más autorizada ha sostenido, al exponer los fundamentos en que se asienta la
legitimación a la reparación del daño moral, que: “...si ningún efecto tiene sobre el
patrimonio, pero hace sufrir a la persona en sus intereses morales tutelados por la ley, hay
daño moral y no patrimonia1. Resarcir los daños morales, aunque sea de modo pecuniario
-a falta de otro mejor, no es materializar los intereses morales sino al contrario,
espiritualizar el derecho a cuanto este no se limita a la protección de los bienes
económicos y rodea también de seguridad aquellos otros bienes no económicos, que son 
inseparables de la persona humana. Lo mismo que la indemnización de los daños
materiales, la de los morales tiene un estricto carácter de reparación, al menos en el
derecho moderno: una y otra, en efecto no se proponen inmediatamente imponer un mal al
responsable, infligirle un-castigo, sino tan solo procurara a la víctima una satisfacción o
compensación de los daños que ha sufrido, en su patrimonio o en sus valores morales, a
razón del acto ilícito. El agravio moral puede tener diversas expresiones concretas, según
la índole de la acción antijurídica y los valores que afecta. La expresión más corriente es
la que se traduce en el sentimiento de dolor que experimenta la víctima o sus parientes,
generalmente en los delitos que lesionan los bienes personales (vida, integridad moral,
honor, libertad; etc.), al punto de que a menudo suele identificarse el daño moral con el
llamado “precio del dolor” (pecuniaria doloris)”. Como lo indica Larenz, la relación
jurídica fundamental es la relación de respeto mutuo que cada uno debe a cualquier otro y
puede exigir de este; base de toda convivencia de una comunidad jurídica y de toda
relación jurídica en particular. El proyecto de una convivencia respetuosa es el proyecto
del Derecho que nos permite exigir de los demás un comportamiento que no nos infrinja
dolor alguno o sea, cuando experimentamos una aflicción que es el resultado de la
conducta del otro, ese sufrimiento cae en el ámbito de lo jurídico y exige una respuesta que
no puede darle sino el mismo Derecho. Poco importa entonces, que la conducta lesiva se
derive de una relación negocial o no, que pudiera vincular a ofensor y ofendido. Basta con
saber que el sufrimiento del afectado no es sino consecuencia del comportamiento
ajeno...” (Responsabilidad Civil, Mosset Iturraspe/ Kemelmajerde Carlucci/ Ghersei/
Parellada/Echevesti, Capítulo XII, El Daño Moral. Gabriel A. Stiglitz/Carlos A. Echevesti,
pag. 236).
Del exhaustivo análisis del caso en estudio concluyo que existió daño moral y los
demandados han sido responsables de ello.
Haciendo referencia al rubro de Daño Moral, en el sub-lite, es innegable que el accionante
Fernando Kricheldort se vio, sometido a situaciones de mucha angustia, sufrimiento, las
que indefectiblemente le tuvo que causar congojas espirituales al verse afectado en su
nombre, honor, reputación e imagen ante la familia, en su calidad de profesional abogado
del foro y entorno social en general, viéndose atacados en los aspectos más esenciales como
personas, deterioramiento de la autoimagen y valoración del ser con absoluta falta de paz
emocional durante el lapso que duro la investigación penal con las consecuencias morales
de lo acaecido incluso en sus imágenes públicas,  por lo que ésta Magistratura considera
que debe hacerse lugar a la Indemnización por Daño Moral en la suma de Guaraníes Cien
Millones (Gs. 100.000.000), con el interés legal del 2% mensual desde la notificación de la
demanda.
“Sea cual fuere la cuantificación del daño moral probado que debe ser reparado, desde
luego, ella no podrá ni satisfacer debidamente ni reparar los dolores, angustias,
sufrimientos o menoscabos en la personalidad del ofendido, pero puede ser un paliativo
para que su espíritu recupere el sosiego que podría devolverle el Estado a través de su
órgano pertinente, el Poder Judicial, para que experimente la sensación de estar
respaldado en derecho que no adquieren contornos de materialidad pero si están
profundamente adentrados en su alma. Esto lo hemos dicho antes. El criterio de asumir la
reparación del daño moral no tiene carácter punitivo, asume un carácter de reparación o
satisfacción que es justo proporcionar a la persona que sufre el mismo. Podemos
considerar esta reparación, hasta como un acto de solidaridad social con el afectado, que
se manifiesta a través de un órgano del Estado, que le reconoce el derecho a esta
satisfacción” (Código Civil de la República del Paraguay, Comentado, Libro Tercero,
Título II, De Los Contratos en particular –continuación- Tomo VI-B, Artículos 1404 al
1871, La Ley Paraguay, p. 1.035).
Por los motivos explicitados y la normativa vigente en la materia el Acuerdo y Sentencia Nº
1, del 12 de febrero de 2015 dictado por el Tribunal de Apelación en lo Civil y Comercial,
Tercera Sala de la Capital debe ser revocado; según el exordio de ésta Resolución.
En cuanto a las Costas, las mismas deben ser impuestas a la parte perdidosa de conformidad
al Artículo 203, inciso b) y 205 del mismo Cuerpo Legal. Es mi voto.
A su turno el señor Ministro Raúl Torres Kirmser dijo: Se trata de determinar la
procedencia de una demanda de indemnización cuyos daños y perjuicios derivarían de un
proceso penal anterior.
La denuncia penal por virtud de la cual se ha atribuido judicialmente al hoy demandante la
comisión de un delito, a saber: estafa y lesión de confianza, se aprecia de las constancias de
las compulsas del expediente penal “Marcial Belotto Martínez y otros s/ estafa y lesión de
confianza” que se encuentra agregado a estos autos.  
En primer término, debe determinarse sobre todo el factor de imputabilidad, dado que el
ejercicio de la facultad de denunciar encuentra fundamentos de orden constitucional, a
saber, el Art. 40 de la Carta Magna. De este modo, el mero hecho de denunciar o querellar
no puede fundar, por sí solo, la responsabilidad civil, sino que debe existir culpa en el
denunciante o querellante de modo a configurar un abuso en el ejercicio de este derecho.
Esta hipótesis, en el caso de causa penal, se vincula frecuentemente con la temeridad en la
denuncia o querella; es decir, el caso en el que el sujeto obra de manera contraria a la
actuación ordinaria, o sin tener en cuenta circunstancias y factores relevantes en su
accionar.
El requisito de antijuridicidad se halla, en tales supuestos, de modo tal imbricado en la
exigencia de la culpabilidad, que sin lo uno no existe lo otro. A tal análisis nos abocaremos
a continuación.
El Código Procesal Penal se pronuncia al respecto en su Art. 268, disponiendo que cuando
el denunciante, haya participado en el procedimiento por medio de una acusación falsa o
temeraria, el Tribunal podrá imponerle total o parcialmente las costas. La misma previsión
contiene el Art. 288 del mismo cuerpo legal, relativo a la calificación de la penal como
falsa o temeraria y la relativa imposición de costas al denunciante. A esto debe añadirse lo
dispuesto por el Art. 295 del Código Procesal Penal, que genera responsabilidad personal
del querellante cuando falsee los hechos o litigue con temeridad.Este es el marco legal que
hace a la consideración de la querella o denuncia temeraria, y en tal supuesto han de
analizarse las probanzas de autos, recordando el concepto establecido líneas arriba y, sobre
todo, el hecho de que una mera denuncia por sí sola no puede ser generadora de
responsabilidad civil.
Aquí, como correctamente ha sostenido el Tribunal inferior, del expediente caratulado:
“Marcial Belotto Martínez y otros s/ estafa y lesión de confianza” surge que el proceso se
inició como consecuencia de una denuncia penal realizada por la hoy demandada por la
comisión de los hechos punibles de estafa, lesión de confianza y evasión de impuestos
contra personas innominadas. Sin embargo, del escrito de denuncia, obrante a fs. 3/10 de
las compulsas de la Carpeta Fiscal, surge que la denunciante ha identificado a los supuestos
autores dé los hechos ilícitos, por lo que la misma, no podría ser considerada innominada.
Sin embargo, esta denuncia fue admitida como innominada por la Fiscalía y como
consecuencia de ello fue esta última la que, en su actividad investigativa, consideró
reunidos los presupuestos para la imputación del hoy actor de la presente demanda.
En el marco de este proceso penal, en fecha 5 de junio de 2009, la Fiscala Penal de la
Unidad Nº 6 de Asunción imputó a los Señores Marcial Belotto Martínez y Fernando
Kricheldorf Garozzo por los hechos punibles de estafa y lesión de confianza.
Posteriormente, en fecha 1 de diciembre de 2009, sentó la firma Marilyn Armele S.A., a
formular querella adhesiva contra los Señores Marcial Belotto Martínez y Fernando
Kricheldorf Garozzo por los mismos hechos punibles identificados en la denuncia y
admitidos e investigados por la Fiscalía. Luego, por A.I. N° 77 de fecha 08 de febrero de
2010, obrante a fs. 158/159, el Juzgado Penal de Garantías N° 6 dispuso el sobreseimiento'
definitivo de los imputados, entre ellos al actor de la presente demanda en virtud a lo
establecido en los arts. 351 inc. 1º, 356 inc. 4º, 359 inc. 2º y 361 del Código Procesal Penal.
Es importante reiterar que fue la Fiscalía la que, dentro de su actividad investigativa,
consideró que estaban dados los presupuestos para la imputación del hoy accionante, ya que
si bien la denunciante ha nombrado a los Señores Marcial Belotto y Fernando Kricheldorf
en la presentación de la denuncia, como ya lo hemos dicho más arriba, la misma ha sido
presentada y admitida como innominada. En este sentido, se debe recordar que la querella
adhesiva deducida por la parte demandada no puede tener, conforme con las normas
procesales penales vigentes,  la conducción del proceso.
Esta causa penal, finalmente, y previo los trámites pertinentes, culminó con el
sobreseimiento definitivo del Sr. Fernando Kricheldorf Garozzo -hoy actor-, quien fue
desvinculado del proceso porque la fiscalía no pudo aportar mayores pruebas para
configurar los hechos como reprochables, y el juzgado no halló méritos para encuadrarlos
en los tipos penales, es decir, se produjo por tecnicismos propios de dicho tipo de proceso.
Así, vemos que no se verifica el primer elemento que ofrece el Código Procesal Penal para
determinar la temeridad de la denuncia o querella ya que no se ha declarado expresamente
en dichas resoluciones la temeridad o falsedad de la denuncia. Este primer examen arroja
un resultado negativo respecto de la existencia de la temeridad como especie de la culpa y
la consiguiente existencia del factor de imputabilidad requerido por el Art. 1834 inc. c) del
Código Civil. De todas maneras, aun en ausencia de dicha calificación, es posible examinar
la temeridad en sede civil, como lo ha entendido numerosa jurisprudencia: “Si bien el art.
1090 del Código Civil se refiere al delito de “acusación calumniosa”, a lo que supone ser
en sede penal donde, el desestimarse la querella, se califique de calumniosa la acusación;
nada se opone a que la calificación se produzca por la justicia civil en aquellos casos en
que la actuación de aquella jurisdicción en ese sentido no puede producirse, porque lo
contrario llevaría a imponer a los jueces civiles a la obligación de establecer una
indemnización retaceada, no comprensiva del daño moral”. Ed. 27-346. “Exceptuando
aquellos casos en que la prejudicialidad de la sentencia penal sea impeditiva (arts. 1102 y
1103, Código Civil), el juez civil puede apreciar la 'intención' dolosa en la figura del art.
1090 del Código Civil (“acusación calumniosa”); y, a fortiori, tendrá amplias facultades
para hacerlo cuando se está frente al cuasidelito de 'acusación culposa' (art. 1109 del
mismo código-  contactado con el art. 1090) que no se corresponde con delito criminal
alguno (de donde no puede haber prejudicialidad)”. Ed, 99-376.
De este modo, pues, debe analizarse si hubo temeridad o negligencia a la luz de la
normativa y criterios de apreciación civiles, teniendo en cuenta que: “En principio, para
que una acusación resulte calumniosa es necesario que en la interposición de la querella
se haya procedido con culpa negligencia. Pero sí aquilatando las constancias del proceso
correccional se infiere que hubo motivos para acusar al individuo por el delito que se le
imputa, a punto tal que la sentencia recaída en el fuero penal se resuelve a su favor a
mérito del principio in dubio pro reo consagrado en la norma del artículo 13 del Código
de Procedimientos Criminales, ello demuestra que la conducta no resultó lo
suficientemente clara dejando dudas en el ánimo del juzgador, por lo que cabe extender al
querellante dicho estado de incertidumbre que, en principio, descarta la maliciosidad de
su actuar en orden a lo que establece el art. 1090 del Código Civil”, Ed, 104-168, y que:
“la responsabilidad civil de los querellantes no puede tener lugar por el único hecho de
que la acción haya sido rechazada, pues la ley solo la admite cuando la acusación ha sido
calumniosa u obedeció a una conducta culpable”. Ed, 66-151.
Con estos criterios es que ha de determinarse la posible temeridad de la querella en -el sub
examine.
A este respecto, debe tenerse presente que la cuestión penal ha culminado, conforme con el
auto interlocutorio recaído en dicha sede, con el sobreseimiento definitivo de los
imputados. Sin embargo, no puede considerarse que la parte denunciante -que, como ya lo
dijéramos, es la demandada en estos autos- haya sido negligente a la hora de fundar la
presentación de denuncia, o con posterioridad, en la etapa de producción de pruebas que
hacen a la demostración de sus hechos.
Debemos recordar, como lo ha hecho el inferior, que la denuncia fue realizada contra
personas innominadas, y que fue la Fiscalía la que consideró que estaban dados los
presupuestos para la imputación de la parte actora; por tanto, fue la Fiscalía la que llevó la
conducción del proceso, hasta considerar más tarde que no había reunido pruebas
suficientes para la acusación.
En consecuencia, la querella no resulta ser temeraria o maliciosa, dado que la denunciante
ha obrado dentro del marco que le acuerdan las normas procesales, articulando los hechos
que a su juicio constituían motivo de persecución penal y ofreciendo las pruebas que hacen
a su derecho, sin que en tal actividad se advierta la negligencia o temeridad que deriven de
la instrumentación del proceso, circunstancias que, según jurisprudencia constante de esta
Sala Civil, son necesarias para la procedencia de una demanda de tal tipo.
En otro aspecto del análisis, es menester destacar que, para evaluar la existencia de
temeridad o culpa grave en la conducta de los demandados, no puede perderse de vista que
el art. 421 del Código Civil preceptúa que la omisión de la diligencia debe apreciarse en
función de las circunstancias de personas, tiempo y lugar. En este orden de ideas, conviene
precisar que no puede exigirse a los demandados una diligencia mayor a la exigida normal
o comúnmente a las personas  en general, para la radicación de una denuncia penal. A ello
es así porque no existe criterio normativo o fáctico en el caso de marras que imponga un
deber de diligencia más intenso que la exigida a la generalidad de las personas que intenten
denuncia penal. No se debe medir el actuar del otrora denunciante y hoy demandado, con
un criterio que ponga atención a la profesionalidad u otra cualidad especial del agente,
porque, siendo una persona común, dicha profesionalidad o calidad no está dada en el
mismo.
En cuanto a la malicia de la denuncia, cabe advertir que el pedido de sobreseimiento se
produjo antes de la etapa intermedia, y por tanto no hubo acusación, y como correctamente
se ha establecido en la instancia inferior, la individualización del demandante como posible
procesado penal surgió a consecuencia del trabajo investigativo del Ministerio Publico y no
originalmente con el acto de denuncia. Así, puede concluirse que la denuncia formulada no
excedió el límite de la razonabilidad, siendo que no se indicó al hoy actor como perpetrador
del ilícito.
Como ya hemos dicho, en esta configuración de hechos no podemos sostener entonces que
los demandados hayan actuado de modo temerario -con culpa grave- al punto de
transformar el carácter lícito per se que inviste el derecho de denunciar. En este caso no nos
hallamos, pues, ante el ejercicio ilícito una facultad, sino ante el ejercicio de un derecho
legal, cuyo cumplimiento no puede en modo alguno sindicarse como ilícito. Resulta, así,
poco serio calificar de temeraria o gravemente culposa la conducta practicada por los
demandados.
Por otra parte, y en el mismo sentido, debemos decir que la ley exige a las personas el
patrocinio obligatorio de abogado en asuntos jurídicos que involucran la promoción de
querellas, previsto en el art. 73 concordante con el art. 291 inc.1 del Código Procesal Penal,
esto es, ordinariamente, cuando se presentan hechos que serán susceptibles de afectar
determinados bienes jurídicos que el ordenamiento jurídico estima dignos de protección y
que podrían ser considerados penalmente perseguibles, para con ello proveer la diligencia
necesaria en orden a sopesar las probabilidades de éxito de su pretensión sobre la base de
las circunstancias y elementos disponibles del querellante. Pero tal exigencia no está
presente para incoar denuncias.
Ahora bien, en cuanto a la querella adhesiva formulada por la parte demandada, en el
proceso penal, cabe recordar que la misma, conforme con el art. 293 del Código Procesal
Penal, debe ser presentada antes que el Ministerio Público concluya la investigación o en la
fecha prevista para la acusación. Luego, conforme con el art. 358 del Código Procesal
Penal, tenemos que “cuando el Ministerio Público no haya acusado y el juez considera
admisible la apertura a juicio, ordenará que se remitan las actuaciones al Fiscal General
del Estado para que acuse o ratifique el pronunciamiento del fiscal inferior. En este último
caso, el juez resolverá conforme al pedido del Ministerio Público. En ningún caso el juez
podrá decretar el auto de apertura a juicio si no existe acusación fiscal”.
Del artículo que antecede surge claramente que el Juez no puede elevar la causa a juicio
oral y público si el Ministerio público no formula la acusación correspondiente. En
consecuencia, vemos que la querella adhesiva presentada por la parte demandada tiene
limitadas sus actuaciones en el proceso y su admisión está supeditada a la acusación fiscal.
Por tanto, por más que la parte demandada haya incoado una querella adhesiva, la solicitud
del sobreseimiento definitivo del imputado hecha por el Ministerio Público antes de la
acusación, impide al juez de la causa dar curso a la solicitud de la querellante.
Entonces, si bien resultó que en definitiva la causa no finalizó en una condena, no puede
predicarse que por tal razón los aquí demandados hayan incurrido en un comportamiento
temerario o aventurado ni en la denuncia ni en la querella adhesiva, que es lo que interesa a
los fines de la configuración del ilícito que da lugar al resarcimiento de los daños en sede
civil,
En síntesis, con base en lo expuesto supra atendiendo a las constancias del expediente
penal, no se prueba que los demandados hayan obrado de manera irracional o sin
fundamento alguno, y de ello no se puede derivar la configuración de culpa grave o
temeridad en la conducta. Al hallarse ausente el factor subjetivo de atribución de
responsabilidad, esto es, la temeridad y, en consecuencia, como vimos antes, también la
antijuridicidad de la conducta, la pretensión indemnizatoria no puede prosperar.
Por ende, la demanda por indemnización no es procedente, con lo que la sentencia de
segunda instancia se ajusta a derecho.
En cuanto a las costas, corresponde su imposición a la parte perdidosa, de conformidad con
lo establecido en el art. 203 inc a) del Código Procesal Civil. Es mi voto.
A su turno el señor Ministro Cesar Antonio Garay dijo: La discusión está en dilucidar la
responsabilidad extracontractual por daños y perjuicios causados como consecuencia de la
promoción de denuncia formulada ante Sede Penal que, finalmente, fue desestimada. Por
eso, las normas aplicables son las previstas en los Artículos 1.833 y 1.834 del Código Civil.
Como es sabido, para la procedencia de la demanda por indemnización de daños y
perjuicios deben acreditarse los siguientes presupuestos: I) el hecho ilícito; II) el daño; III)
vínculo causal entre el hecho y el daño; IV) la conducta antijurídica del agente; y V) el
quantum del daño.
En el sub examine, no existe controversia respecto a la existencia de la denuncia formulada
por la accionada -en Sede Penal- por delitos de estafa y lesión de confianza. Tampoco que
fue desestimada -por requerimiento de la Agente Fiscal interviniente- disponiéndose el
sobreseimiento definitivo de los procesados.
Sin embargo, fue cuestionada la antijuridicidad del hecho denunciado y la imputación de
responsabilidad a la hoy accionada.
De la Causa Penal intitulada: “Marcial Belotto y otros s/ estafa y otros”, agregada por
cuerda separada, se constata que María Crismilda Armele Feris formuló denuncia Penal por
supuestos hechos punibles de estafa y lesión de confianza. Más allá que la denuncia haya
sido contra “personas innominadas”, se advierte, que la denunciante individualizó a los
supuestos autores denlos hechos punibles, al decir: “... se debe considerar que los
abogados Marcial Belotto y Fernando Kricheldorf han referido el 30 de octubre de 2006 a
la Sra. Marilyn Armele poder intervenir de manera eficiente en el juicio de interdicto de
obra nueva e incluso poder ganar el referido juicio y en base a esa manifestación la hoy
denunciante ha procedido a abonar a los mismos la suma de USS 5.831… sin que los
mismos hayan presentado un solo escrito en el marco del citado juicio, que de hecho ya se
hallaba concluido al momento que los mismos afirmaron falsamente poder intervenir... Por
estos cobros de honorarios los abogados Marcial Belotto y Fernando Kricheldorfl no han
entregado un solo comprobante legal...” (fs. 8). No obstante, la denuncia fue admitida y
tramitada como “innominada”, asumiendo el Ministerio Público la investigación conforme
a las normas de Procedimiento Penal.
En ese orden, fue dictada Acta de imputación Fiscal contra el hoy accionante Abogado
Fernando Kricheldorf, por supuestas comisiones de hechos punibles de estafa y lesión de
confianza (fs. 111/2). Asimismo, en el marco de esa investigación, fueron practicadas
pruebas testificales; allanamiento de la vivienda del hoy accionante (f s. 247/9);
aplicándose medidas alternativas de prisión contra él (fs. 65/6); secuestro de
correspondencia electrónica (fs. 79), etc. Cabe señalar que la Agente Fiscal solicitó
prórroga ordinaria para formular acusación, haciéndose lugar a dicho pedido (fs. 104). En
tanto, la denunciante formuló querella adhesiva, copiando (réplica) íntegramente el escrito
de renuncia inicial (contra personas innominadas). Finalmente, la Agente Fiscal requirió
sobreseimiento definitivo del imputado (fs. 131/4), siendo admitido por el Juzgado
interviniente, conforme surge a fs. 158/9.
Es bien sabido que la denuncia penal no puede constituir -por sí misma- actos ilícito o
antijurídico, pues para que se concreten es necesario que sea temeraria, manifiestamente
irresponsable, maliciosa, dolosa o con culpa grave (S.D. Nº 1.286, de fecha 3 de diciembre
de 2007; S.D. Nº 553, de fecha 22 de julio de 2008 y S.D. Nº 326, de fecha 7 de julio de
2010.
En el sub lite, no quedó acreditado y menos demostrado -ni de asomo- que la accionada
haya actuado con dolo, es decir, con intención o premeditación de dañar al accionante. Por
lo que no cabe calificar a la denuncia como dolosa.
Concernientes a temeridad y culpa grave, cabe rememorar para que la denuncia sea
temeraria o gravemente culposa debe resultar notoriamente infundada, irracional,
antojadiza, temeraria, maliciosa, etc.
De Olmos explícita: “En el caso de la denuncia (...) la culpa es grave cuando se denuncia
un hecho sin fundamento objetivo alguno, sea un hecho falso o bien a una persona cuya
inocencia conocía o debía conocer” (La responsabilidad civil del denunciante frente a la
absolución del imputado, JA 1984-IV-710).
En igual sentido, la mejor Jurisprudencia tiene establecido: “en estos supuestos la culpa
debe ser grave o grosera, por cuanto debe procurarse preservar el interés social en la
investigación y represión de delitos...” (CNCiv., 2000/11/22, LL 2001-F, 1004; DJ, 2001-
2-688).
“No es exigible a quien denuncia la probable comisión de delito, que se asegure de contar
con prueba irrefutable que se lleve a la condena al denunciado, dado que ello implicaría
un obstáculo casi insalvable a la radicación de renuncias. Quienes cometen delitos.
Normalmente, son precavidos al  hacerlo” (CNCiv., Sala E, 2.007/07/12, La Ley Online).
En el caso, se advierte que la denuncia fue tramitada como innominada, por lo que la
denunciante no era Parte en el procedimiento ni ejerció rol active en la producción de
pruebas. En efecto, el Ministerio Público escudriñó y llevó a cabo la investigación de los
hechos denunciados, solicitando allanamientos, secuestros, aplicación de medidas
sustitutivas a la prisión, etc. Luego de varias diligencias, solicitó sobreseimiento definitivo
por falta de certeza respecto a lo escrutado e imposibilidad de aportar otros medios de
prueba. Si bien, posteriormente, la accionada formuló querella adhesiva contra el
accionante, aquel Derecho Procesal Penal no puede generar responsabilidad a la accionada,
pues el querellante adhesivo coadyuva la intervención del Ministerio Público pero no tiene
entidad propia en el procedimiento. Depende de la acusación del Fiscal para llegar a Juicio.
Se aprecia, entonces, que no es posible -jurídicamente- imputar responsabilidad a la
accionada por actuaciones realizadas en la Causa, dado que no ejerció rol activo en el
procedimiento. A ello debe agregarse que el sobreseimiento definitivo no fue porque
resultaba evidente que los hechos punibles no existieron. Sí por “falta de certeza” respecto
a sus existencias. Se asume con ello que existieron indicios razonables y atendibles para
que la accionada formule denuncia, máxime que no fueron negadas las existencias de los
hechos, es decir, la relación cliente- profesional ni que la accionada haya pagado suma de
dinero por honorarios profesionales,  por labores incumplidas.
Al no existir hechos antijurídico o ilícito que generen responsabilidad para la accionada, el
estudio de los demás presupuestos (vr. gr.: daño y su quantum) resulta innecesario,
inoficioso e inidóneo.
Por las motivaciones explicitadas, cabe en estricto Derecho confirmar el Fallo recurrido,
con imposición de Costas al vencido, de conformidad a lo dispuesto en los Artículos 192 y
205 del Código Procesal Civil. Es mi voto.
Con lo que se dio por terminado el acto firmando SS. EE., todo por Ante mí que lo certifico
quedando acordada la sentencia que inmediatamente sigue:

Y Vistos: Los méritos del Acuerdo que antecede, la Excelentísima Corte Suprema de
Justicia Sala Civil y Comercial, Resuelve: Declarar Desierto el Recurso de Nulidad
interpuesto. Confirmar el Acuerdo y Sentencia Número 1, de fecha de 12 de febrero de
2015 dictado por el Tribunal de Apelaciones en lo Civil y Comercial, Tercera Sala de la
Capital, por los motivos expuestos en el exordio de la presente resolución. Costas a la
perdidosa. Anotar, registrar y notificar. Ante mí: Ministros: Miguel Oscar Bajac Albertini,
Raúl Torres Kirmser, César Antonio Garay; Abogado Julio C. Pavón Martínez, Secretario.

También podría gustarte