8 Se Debe Confirmar La Sentencia en El Sentido de Que La Denuncia Penal O, en Su Caso, La Querella Criminal, Solamente Pueden Generar Responsabilidad Civil
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Se debe confirmar la sentencia en el sentido de que la denuncia penal
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8 Se debe confirmar la sentencia en el sentido de que la denuncia penal o, en su caso, la querella criminal, solamente pueden generar responsabilidad civil
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8 Se Debe Confirmar La Sentencia en El Sentido de Que La Denuncia Penal O, en Su Caso, La Querella Criminal, Solamente Pueden Generar Responsabilidad Civil
INDEMNIZACION DE DAÑOS Y PERJUICIOS – Responsabilidad Civil y
Obligación de Resarcir Daños en el Denunciante o Querellante – Sobreseimiento
Definitivo – Conducta Dolosa – Temeridad
HECHOS: La Parte actora interpone ante la Corte Recursos de Apelación y Nulidad
contra el Acuerdo y Sentencia Número 76, de fecha 19 de diciembre de 2014, por el cual se rechazó la de demanda que hizo lugar a la demanda condenando a la demandada a abonar a la accionante la suma de Gs. 224.400.000 en concepto de daños y perjuicios, lucro cesante y daño moral. La Corte Suprema de Justicia, Sala Civil y Comercial, Resuelve: Declarar Desierto el Recurso de Nulidad interpuesto. 1- Se debe confirmar la sentencia en el sentido de que la denuncia penal o, en su caso, la querella criminal, solamente pueden generar responsabilidad civil y obligación de resarcir daños en el denunciante o querellante cuando se han atribuido falsamente al denunciado o querellado hechos punibles o ilícitos penales, con dolo, es decir, con intencionalidad, o bien con culpa, imprudencia, negligencia o, incluso, temeridad. Si no se acredita la conducta dolosa o intencional en la atribución de hechos punibles falsos, o no se prueba la culpa, la imprudencia, la negligencia o la temeridad, el proceso penal al cual queda vinculado o sometido el encausado no puede generar a favor de éste derecho a promover indemnización de daños y perjuicios, aun cuando el encausado ha sido beneficiado posteriormente con la absolución o sobreseimiento definitivo si, en el caso particular, se acreditan elementos de juicio razonables que pudieran justificar razonablemente la denuncia, la querella y la imputación penal. 2- No puede considerarse como dolosa o culposa la promoción de una querella o denuncia por falsificación de documentos privados, falsedad ideológica, estafa y defraudación en su contra por la empresa hoy demandada. 3-El dolo se configura cuando el agente actúa reflexivamente, con el propósito deliberado de dañar. La temeridad se da cuando el sujeto obra contrariamente al razonable obrar ordinario, o cuando no ha tenido en cuenta todas las circunstancias y los factores que debía considerar en su accionar. Además, para que dicha temeridad quede configurada, la denuncia o querella que la contiene debe ser desestimada, pues si se la acoge es obvio que tal temeridad desaparece. 1660-Corte Suprema de Justicia, Sala Civil y Comercial, Juicio: “María Elizabeth Corvalán de Melgarejo c/ Constructora Heisecke S. A. s/ Indemnización de Daños”. (Ac. y Sent. N° 58)Legislación citada: Código Civil: 60,1102, 1103, 1109, 1072, 1090; Código Procesal Civil: 192, 203, 205; Código Procesal Penal: 13, 128, 129, 130, 205, 362, 333, 482; Código Civil de Vélez: 1.087. TEXTO COMPLETO: Asunción, 19 de junio de 2018. Previo estudio de los antecedentes del caso, la Excelentísima Corte Suprema de Justicia, Sala Civil y Comercial, resolvió plantear y votar las siguientes: Cuestiones: Es nula la Sentencia en Alzada? En caso contrario, es ajustada a Derecho? Practicado el sorteo de Ley para determinar el orden de votación dio el siguiente resultado: Miguel Oscar Bajac Albertini, José Raúl Torres Kirmser y César Antonio Garay. A la primera cuestión planteada el señor Ministro Miguel Oscar Bajac Albertini dijo: De las constancias de autos, se advierte que la Parte actora interpuso Recursos de Apelación y Nulidad contra el Acuerdo y Sentencia Número 76, de fecha 19 de diciembre de 2014, habiendo expresado sus agravios mediante escrito agregado en autos a fojas 531/559. Ahora bien, el recurrente no fundó este recurso al considerar que los agravios sufridos podrían ser subsanados mediante la apelación. No existiendo, por lo demás, vicios o defectos en la Sentencia de Alzada que impongan a la Sala Civil el deber de declarar la Nulidad de Oficio, corresponde declarar desierto este Recurso. Así voto. La hoy demandante promovió un incidente de extinción de la acción amparándose en el artículo 362 del Código Procesal Penal, atendiendo que ya transcurrió el plazo de un año luego del dictado del sobreseimiento provisional y no se solicitó reapertura de la causa, por lo que debía declararse la extinción de la acción penal y sobreseer a la misma. Dicho incidente culminó en el Auto Inter locutorio Número 288, declarándose el sobreseimiento definitivo a María Elizabeth Corvalán de Melgarejo. Teniendo en atención todo lo señalado, y del análisis de las pretensiones realizadas en autos, se debe anotar lo siguiente: la denuncia penal o, en su caso, la querella criminal, solamente pueden generar responsabilidad civil y obligación de resarcir daños en el denunciante o querellante cuando se han atribuido falsamente al denunciado o querellado hechos punibles o ilícitos penales, con dolo, es decir, con intencionalidad, o bien con culpa, imprudencia, negligencia o, incluso, temeridad. Si no se acredita la conducta dolosa o intencional en la atribución de hechos punibles falsos, o no se prueba la culpa, la imprudencia, la negligencia o la temeridad, el proceso penal al cual queda vinculado o sometido el encausado no puede generar a favor de éste derecho a promover indemnización de daños y perjuicios, aun cuando el encausado ha sido beneficiado posteriormente con la absolución o sobreseimiento definitivo si, en el caso particular, se acreditan elementos de juicio razonables que pudieran justificar razonablemente la denuncia, la querella y la imputación penal. Por otra parte, en el caso de que el procesado quede desvinculado del proceso penal por haberse producido la extinción de la acción penal, difícilmente podría tener derecho a exigir indemnización o resarcimiento de daños por cuanto que, en tal hipótesis, el sobreseimiento, consecuencia del juicio penal incoada en su contra, lo cual, como ya se dijo anteriormente, es improcedente. En consecuencia, por los fundamentos expresados, corresponde confirmar, con Costas, e Acuerdo y Sentencia Número 76, de fecha 19 de diciembre de 2014, dictado por el Tribunal de Apelación en lo Civil y Comercial, Sexta Sala. Así voto. A su turno el señor Ministro José Raúl Torres Kirmser prosiguió diciendo: A la segunda cuestión planteada: se trata de resolver sobre la procedencia de una demanda de indemnización de daños y perjuicios por responsabilidad de fuente extracontractual. Usualmente, correspondería iniciar el análisis de los concretos agravios que el apelante tiene contra el Fallo impugnado, según lo que se haya expuesto en el escrito de expresión de agravios respectivo -glosado a fs. 531/559. Ahora bien: del tenor textual de algunos términos del mencionado escrito de expresión de agravios, podría surgir razonablemente la duda respecto de qué concretamente es lo que agravia al recurrente, puesto que, aparentemente, no solamente no existiría un agravio concreto respecto del fundamento principalísimo dado por el Tribunal de Alzada para resolver como lo hizo, sino que habría, al respecto, un consentimiento expreso. A fin de explicar mejor lo que se afirmó en el párrafo anterior, es necesario hacer una breve síntesis de los términos en los que quedó trabada la Litis, así como del fundamente principal dado por el Tribunal al resolver la cuestión planteada. Tal referencia a la demanda y a los fundamentos del Tribunal se vuelve forzosa, puesto que es el modo más idóneo de demostrar el notable contraste que existe entre los términos del escrito de expresión de agravios ante esta instancia y los fundamentos del Tribunal, respecto de los cuales debe existir ineludiblemente, una crítica facie hacían verosímil la probable existencia de un hecho penal, y la posible conexión de la hoy actora con el mismo, por lo que no podría considerarse -reitero- como dolosa o culposa la promoción de una querella o denuncia por falsificación de documentos privados, falsedad ideológica, estafa y defraudación en su contra por la empresa hoy demandada [...]En base a las constancias de autos mencionadas, considero que la firma demandada no obró de manera irracional, sin razón o fundamento alguno al promover querella contra la Sra. Corvalán, así como tampoco, se demostró la existencia de culpa grave o temeridad en su conducta, hallándose, por ende, ausente el factor subjetivo de atribución de responsabilidad en la conducta de los representantes de dicha persona jurídica, y no existiendo -por ende- antijuridicidad en su accionar al momento de deducir la denuncia o querella penal contra la hoy accionante. Por lo expuesto precedentemente, considero no hubo dolo o culpa en el actuar de la querellante, al promover la querella contra la parte actora en estos autos, pues no se trataba de una querella prima facie promovida con conocimiento de la inocencia de la hoy accionante, ni sin tomar precauciones o recaudos mínimos para plantearla” (fs. 515 vlta. Y 516). Queda claro, entonces, que el fundamento principal por el que se rechazó la Demanda indemnizatoria consiste en la ausencia de dos de los presupuestos de la responsabilidad civil: el factor de atribución y la antijuridicidad. No obstante ello, el apelante, al expresar agravios ante esta Instancia -fs. 531/559- dijo en alguna parte del escrito que en el caso concreto él -el apelante- no discutía la existencia o no de una posible violación de la Ley en la promoción de la querella, sino solo la existencia de los daños fs. 544; así también, mencionó expresamente que el Tribunal obvió mencionar –y por ende aplicar la parte a su representada, así como a sabiendas de su falsedad. También dijo, en otra parte del escrito, que “mi parte no pone en tela de juicio la juridicidad o antijuridicidad de la querella, si la causalidad entre la querella y el perjuicio ocasionado, pues al quedarse abandonada la acción penal instaurada e impulsada por la Empresa Constructora Heisecke S.A., y que mantuvo por 12 años y 4 meses, fue imposible su calificación doloso o culposo, falsa o temeraria, porque la acción penal, repito, fue abandonada por la Constructora Heisecke S.A., pero si, como consecuencia de la acción penal mi representado señora Corvalán de Melgarejo, recibió cuantiosos daños [...]” (fs. 541). En estas condiciones, es obvio que estamos ante términos notoriamente contradictorios contenidos en el mismo escrito de expresión de agravios, el cual deviene, por ello, defectuoso. Ahora bien: más allá de los defectos señalados, siempre que sea posible encontrarle algún sentido a los términos de una fundamentación recursiva, debe estarse a ese sentido, y no al que pueda serle desfavorable al recurrente. El estricto respecto al derecho de defensa así lo impone. Por lo demás, no estamos aquí en presencia de defectos de tal entidad que se aproximen a los linderos de la deserción. En virtud de todo lo explicado, parece más adecuado entender que lo que agravia al apelante consiste en que el Tribunal habría exigido que se demuestre, en sede penal, la existencia de dolo o culpa en la promoción de la querella. Esto es: el apelante entiende que el Tribunal exigió, para poder juzgar la procedencia de la pretensión civil, la previa calificación de la querella como temeraria o calumniosa en sede penal; y que por todo ello, el apelante sostiene que tal calificación en sede penal no es necesaria para el juzgamiento de la posible responsabilidad civil del querellante. Antes que nada, debe decirse que, contrariamente se trata aquí de una querella penal por virtud de la cual se ha imputado judicialmente a la hoy demandante la comisión de varios delitos. En el antiguo Código Procesal Penal, vigente al tiempo del proceso por el cual se demandan los daños, la figura de la querella calumniosa se hallaba prevista en los arts. 128, 129 y 130, y la misma adquiría tal carácter cuando el hecho imputado fuere reconocidamente falso, o cuando siendo cierto se imputen con intención dolosa falsas circunstancias o calidades agravantes; además de las causales de calumnia calificada a los que alude el art. 130 de dicha normativa. Ahora bien, mientras que en el ilícito penal la tipicidad del hecho juega un papel preponderante y el dolo es parte de esa tipicidad -excepcionalmente la culpa- en el ilícito civil la conducta antijurídica no necesita enmarcarse en el estrecho marco de una tipificación, puede resultar de una combinación de conductas prohibidas que solas o aisladas no bastan para configurar un ilícito penal; vale decir, es suficiente que el acto contravenga de algún modo el orden normativo visto o concebido en su totalidad. Otra distinción aún mucho más importante, es que el ilícito civil no exige dolo como parte de su definición de lo antijurídico, sino que el dolo o la culpa son solo factores de atribución de responsabilidad, los cuales incluso pueden estar completamente ausentes en los casos de responsabilidad objetiva, previstos en la ley. En síntesis, la atribución falsa de una conducta punible a un sujeto determinado, ya sea a través de una querella penal u otro medio, constituye un antijurídico en nuestro derecho civil. El hecho aquí referido se enmarca dentro de estas previsiones, por lo tanto debe verse como antijurídico. Cuestión de mayor dificultad es establecer el presupuesto de la imputabilidad. Excluir su antijuricidad- puede volverse un antijurídico civil si hay excedencia en el ejercicio del derecho involucrado, en otras palabras: abuso del derecho. En esta forma de antijuricidad civil la intención, el elemento subjetivo volitivo, es también factor constitutivo de lo ilícito, aproximándose de este modo a la trasgresión o inconducta penal Es por ello que resulta principal la determinación de la existencia de un factor de atribución de responsabilidad, que, a la vez que indique la imputabilidad defina también la antijuridicidad del hecho. En autos no se ha probado el dolo -como se expondrá más detalladamente infra- de la demandada, pero -y como lo apuntáramos ya supra- debemos analizar también si no medió una conducta culposa por su parte. Y en este menester debemos ver si la conducta culposa se inscribe en una de las formas típicas que puede adoptar este factor de imputación, como ser la negligencia, la imprudencia o la impericia. Por las características del caso sub examine debemos descartar esta última; la imprudencia y la negligencia, no obstante deben ser consideradas. Tratándose de querellas penales, la negligencia y la imprudencia suelen aparecer bajo la forma de la temeridad. La cuestión está así en establecer si en la Querella promovida por Constructora Heisecke S.A., contra María Elizabeth Corvalán existió temeridad. La temeridad se da cuando el sujeto obra contrariamente al razonable obrar ordinario, o cuando no ha tenido en cuenta todas las circunstancias y los factores que debía considerar en su accionar. Es aquí donde radica uno de los decisivos aspectos jurídicos de esta litis. El inferior, reseñando algunas corrientes jurisprudenciales y doctrinarias ha entendido que para la existencia de la temeridad no se requiere indefectiblemente la declaración de tal carácter de la querella, tal como estaba previsto en el antiguo Código (Arts. 1102 y 1103, Código Civil), el Juez civil puede apreciar la “intención” dolosa en la figura del art. 1090 del Código Civil (“acusación calumniosa”); y, a fortiori, tendrá amplias facultades para hacerlo cuando se está frente al cuasidelito de “acusación culposa” (art. 1109 del mismo código- contactado con el art. 1090) que no se corresponde con delito criminal alguno (de donde no puede haber prejudicialidad)”. (ED, 99-376). Y por último, llamando especialmente la atención no sobre su resultado sino sobre la posibilidad de la apreciación en sede civil de las actuaciones en el fuero penal: “En principio, para que una acusación resulte calumniosa es necesario que en la interposición de la querella se haya procedido con culpa o negligencia. Pero si aquilatando las constancias del proceso correccional se infiere que hubo motivos para acusar al individuo por el delito que se le imputa, a punto tal que la sentencia recaída en el fuero penal se resuelve a su favor a mérito del principio in dubio pro reo consagrado en la norma del art. 13 del Código de Procedimiento Criminal, ello demuestra que su conducta no resultó lo suficientemente clara dejando dudas en el ánimo del juzgador, por lo que cabe extender al querellante dicho estado de incertidumbre que, en principio, descarta la maliciosidad de su actuar en orden a lo que establece el art. 1090 del Código Civil”. (ED, 104-168). En síntesis, tal como lo afirmó el inferior, doctrinaria y jurisprudencialmente nos hallamos ante cuestión harto dividida. Pero analicemos, a la luz de estos aportes, la normativa vigente en la época de la querella, a fin de extraer conclusiones definitivas. Surge de lo expuesto que el art. 128 del Código Procesal Penal vigente a la época de los hechos consagraba la responsabilidad personal en el caso de querella calumniosa. Tal atestación debía hacerse en la sentencia, a tenor del art. 482 del mismo cuerpo legal. Pero, y aquí está la sentencia penal sea impeditiva (arts. 1102 y 1103, Código Civil) el juez civil puede apreciar la “intención” dolosa en la figura del art. 1090 del Código Civil (“acusación calumniosa”); y, a fortiori, tendrá amplias facultades para hacerlo cuando se está frente al cuasidelito de “acusación culposa” (art. 1109 del mismo código contactado con el art. 1090) que no se corresponde con delito criminal alguno de donde no puede haber prejudicialidad. “ED, 99-376. “No es exacto que para la configuración del delito civil de “acusación calumniosa” no sea necesaria la presencia del dolo (arts. 1072 y 1090, Código Civil), siendo suficiente que el agente hubiere obrado con temeridad, ligereza, esto es, culposamente”. ED, 99-376. “Parece más ortodoxo reservar la expresión “acusación calumniosa” para el delito civil previsto por el art. 1090 del Código Civil, en tanto que la figura culposa encarnada en el art. 1109 del mismo cuerpo legal -falsa imputación por observancia de una conducta temeraria, imprudente, precipitada, etc.- ha de nominarse “acusación” o “denuncia culposa”. ED, 99-376. Vemos entonces cómo, incluso en un supuesto de responsabilidad civil específicamente normada con referencia a delitos penales, la jurisprudencia pudo aplicar criterios de culpa para evitar la prejudicialidad -que es esto y no otra cosa lo que debatimos-. Pero, y aquí radica lo decisivo, al tiempo de la querella -año 1996- no existía tal correlación entre norma civil y penal. Vigente el antiguo digesto sustantivo y procesal penal, el Código Civil no era ya el de Vélez Sarsfield. Y nuestra normativa no contenía disposición específica al respecto, salvo la del art. 1863 que, muy remotamente, se vincula al antiguo art. 1090. Por ende, al no existir ya esa norma civil, es absolutamente claro que no existe aquí cuestión prejudicial necesaria o forzosa a ser previamente determinada en sede penal. Y siendo que la culpa civil no puede asimilarse. La cuestión está así en establecer si en la denuncia formulada el Abg. Roberto Alcides Aponte Soto, en representación de Constructora Heisecke S.A., contra María Elizabeth Corvalán de Melgarejo existió dolo, o cuanto menos, temeridad. El dolo se configura cuando el agente actúa reflexivamente, con el propósito deliberado de dañar. La temeridad se da cuando el sujeto obra contrariamente al razonable obrar ordinario, o cuando no ha tenido en cuenta todas las circunstancias y los factores que debía considerar en su accionar. Además, para que dicha temeridad quede configurada, la denuncia o querella que la contiene debe ser desestimada, pues si se la acoge es obvio que tal temeridad desaparece. En orden, pues, de establecer la concurrencia de dolo o temeridad, se deben examinar las constancias de la causa penal caratulada “María Elizabeth Corvalán de Melgarejo s/ falsificación de instrumentos privados, falsedad ideológica y otros”, cuyas compulsas autenticadas se hallan glosadas por cuerda separada a estos autos. Así pues, según las constancias de las mencionadas compulsas del Proceso Penal, se tiene que el Abg. Roberto Alcides Aponte Soto, invocando la representación sin mandato de previsto en el Art. 60 del Código Procesal Civil, de la sociedad Constructora Heisecke S.A., promovió querella criminal contra personas innominadas (fs. 3/9), aduciendo en su relación de hechos que Constructora Heisecke S.A., había contratado los servicios de María Elizabeth Corvalán de Melgarejo desde el mes de mayo de 1989, y que a partir del año 1994 ésta se desempeñó en la mencionada sociedad en todo lo relacionado con las operaciones comerciales y financieras, y que, en concreto y específicamente a partir del mes de agosto del año 1995, se ocupaba del manejo directo de las cuentas corrientes y cajas de ahorros de la empresa, de la querella penal, según surge del petitorio del escrito respectivo de su contenido, a fs. 6. A continuación de las constancias referidas en el párrafo anterior, se encuentra a fs. 17/20 de las compulsas de la Causa penal un escrito presentado por el Abg. Roberto Aponte Soto, por el que acompaña un poder especial que ratifica las actuaciones cumplidas en virtud del art. 60 del Código Procesal Civil, amplia la acción penal contra una persona determinada - María Elizabeth Corvalán de Melgarejo- y solicita su detención preventiva. El siguiente acto procesal realizado en la Causa mencionada consiste en otro escrito presentado por el Abg. Roberto Alcides Aponte Soto, por el que amplía la Querella criminal en cuanto al perjuicio patrimonial sufrido por su mandante, incorpora nuevas pruebas instrumentales y reitera la solicitud de detención preventiva (fs. 41/42). A este escrito, se acompañaron las instrumentales de fs. 27/39, que recogen al resultado de la auditoría relativa al total de las faltantes de dinero en depósitos correspondientes a los años 1995 y 1996. En esta auditoría, que fue suscripta por el Lic. Roberto E. F. Redes M., se deja constancia de que el faltante total de dinero en la Constructora Heisecke S.A., por el año 1995 es de Gs. 284.660.000, y por el año 1996, de 129.521.235, lo que da una suma total -por ambos años- de Gs. 524.681.235 (ver específicamente f. 27 de las compulsas). Luego, se encuentra el A.I. N° 1336 del 25 de Setiembre de 1996, dictado por el Juzgado de Primera Instancia en lo Criminal de Sexto Turno. Mediante el auto interlocutorio mencionado, se instruye sumario en averiguación y comprobación de los hechos querellados -apartado primero-, se admite la Querella criminal por los supuestos delitos de falsificación de documentos privados, falsedad ideológica, estafa y defraudación que promueve el Abog. Roberto Aponte Soto en representación de Constructora Heisecke S.A., de que María Elizabeth Corvalán de Melgarejo preste acción indagatoria (fs. 52). Ulteriormente, se encuentra otro escrito presentado por el Abg. Alfredo Enrique Kronawetter, por el que se pide la fijación de nueva audiencia indagatoria. En este caso, se expresó en el escrito que las audiencias anteriores no pudieron llevarse a cabo porque el domicilio denunciado era inexacto, según informe del Ujier Notificador. Se expresó también que luego de una pesquisa intensa, se obtuvo un domicilio en el que podía ser encontrada María Elizabeth Corvalán de Melgarejo: San Cristóbal N° 465 esquina Epopeya Nacional y José D. Jara N° 2386 (Barrio El Pinar) , que sería la casa paterna de la querellada (fs. 52). A foja siguiente, se encuentra la Providencia del 04 de Marzo de 1997, por la que se señala nueva audiencia indagatoria de María Elizabeth Corvalán de Melgarejo para el día 21 de marzo de 1997. Se ordena la notificación cedular de la Providencia y se tiene por denunciado el domicilio en la forma y efectos solicitados (fs. 53). A fs. 53 se encuentra la cédula de notificación de la Providencia del 04 de Marzo de 1997, citada en el párrafo anterior. El informe del Ujier dice que no se pudo encontrar el número 2.386. Luego de estos actos procesales, obran a fs. 55 otro escrito por el que el Abogado querellante solicita nueva audiencia, la que se señala el pie del escrito por Providencia del 07 de Abril de 1997; y a fs. 56 obra también otro escrito del mismo tenor, en el que se solicita nueva audiencia indagatoria, que es nuevamente fijada al pie del escrito por Providencia del 02 de junio de 1997. A f s. 57/58 se encuentra el escrito el Abg. Alfredo Enrique Kronawetter, por el que solicita la detención preventiva de María Elizabeth Corvalán de Melgarejo en virtud de lo que disponía el art. 333 del Código Procesal. Separada un incidente de nulidad de todas las actuaciones porque la ratificación de los actos cumplidos en virtud del art. 60 del Código Procesal Civil, fue presentada de forma extemporánea. En este escrito, el Abg. Roberto Rojas Núñez también dejó constancia de que su representada María Elizabeth Corvalán de Melgarejo no compareció a la audiencia indagatoria porque no se le notificó en el domicilio real ubicado en San Cristóbal 465 de la ciudad de Fernando de la Mora, el cual era -según dice el citado Profesional- exactamente conocido por Constructora Heisecke S.A. (fs. 77/79). Luego, se encuentra el A.I. N° 1582 del 12 de Agosto de 1997, por el que el Juzgado resuelve levantar la detención preventiva decretada respecto de María Elizabeth Corvalán de Melgarejo. En el Considerando de esta Resolución, se dice que de acuerdo a las pruebas obrantes hasta ese momento en Juicio, no existían suficientes elementos incriminatorios respecto de la encausada para justificar la conversión de la detención en prisión preventiva (fs. 80). Seguidamente, se encuentra una solicitud de diligencias formulada por el Abg. Alfredo Enrique Kronawetter. En concreto, solicitó la agregación de los informes de auditoría del Lic. Roberto Paredes respecto de las direcciones registradas en los extractos de cuentas bancarias que corresponderían a la querellada, como referente para la remisión de los extractos para evitar el conocimiento real de las cuentas corrientes, puesto que esta prueba serviría para demostrar el modus operandi de los delitos; también solicitó que se libren oficios a los bancos para que se determinen los domicilios registrados en las diversas cuentas corrientes desde el año 1995 y, por último, solicite la realización de una prueba pericial rentable y caligráfica respecto de los documentos incorporados hasta ese momento al expediente penal (fs. 83). Mencionado Tribunal, el mismo fue estimado por el A.I. N° 78 del 22 de febrero de 2000 dictado por la Sala Penal de la Excelentísima Corte Suprema de Justicia (fs. 234/237). Luego de tramitada la Apelación ante Segunda Instancia, el Tribunal de Apelación en lo Criminal, Primera Sala, decidió confirmar las providencias recurridas, por A.I. N° 341 del 26 de julio de 2002 (fs. 291). El siguiente acto procesal consiste en el A.I. N° 702 del 09 de julio de 2001, por el cual el Juzgado Penal de Liquidación y Sentencia N° 1 resolvió decretar el sobreseimiento provisional de María Elizabeth Corvalán de Melgarejo (fs. 294). Finalmente, obra un escrito por el que María Elizabeth Corvalán de Melgarejo solicitó el sobreseimiento definitivo por extinción de la acción penal (fs. 297/298). Este pedido, dio lugar al dictado del A.I. N° 288 del 24 de octubre de 2008, por el cual el Juzgado Penal de Liquidación y Sentencia N° 3 resolvió sobreseer definitivamente a María Elizabeth Corvalán de Melgarejo, en virtud de lo que dispone el art. 9 de la Ley 1444/99 de Transición., y el art. 25 inc. 11) del Código Procesal Penal (fs. 317). Luego de este extenso -aunque necesario- relato de las actuaciones cumplidas en el Proceso Penal, cabe juzgar si existen elementos de juicio demostrativos de dolo o temeridad en la querellante Constructora Heisecke S.A., tanto promover la querella como al proseguir con los actos procesales subsiguientes en la Causa Penal. En lo que hace al primer factor de atribución mencionado, según lo que ya se expuso supra, son dos cosas, entonces, las que la demandante debe demostrar: primeramente, la falsedad de la atribución de realización de hechos punibles y, en segundo lugar, que esa imputación falsa fue formulada con dolo Respecto de la primera cuestión, cabe decir que de. De las constancias de la Causa penal, no surge que el querellante haya obrado de manera irreflexiva, esto es, sin haber cumplido aunque sea mínimamente el deber de diligencia que lleva implícito el ejercicio responsable del derecho de querellar penalmente. Así, según se reseñó supra, la querellante acompañó al escrito promocional de la querella las constancias de la auditoría realizada por el Lic. Roberto E. F. Redes (fs. 10/16 de las compulsas de la Causa penal), que daban cuenta de un faltante de Gs. 129.521.235. Es decir: la querella no fue formulada prescindiendo absolutamente de elementos objetivos que permitan sostenerla. Distinto hubiese sido el caso, desde luego, si tal elemento hubiese faltado, basándose la Querella sólo en el parecer personal de la Querellante. Debe descartarse, entonces, la existencia de culpa en el acto de Querellar. No habiéndose acreditado así el presupuesto de antijuridicidad en la conducta que se le imputa a la demandada, deviene superfluo el análisis de los demás requisitos de la responsabilidad civil. La demanda deviene, pues, improcedente. Por estas consideraciones, corresponde confirmar la sentencia impugnada que así lo ha decidido, con costas a la parte apelante, por lo que dispone el art. 205 del Código Procesal Civil. A su turno el señor Ministro César Antonio Garay prosiguió diciendo: A la segunda cuestión planteada: Por S.D. N° 176, de fecha 31 de marzo de 2014, el Juez de Primera Instancia en lo Civil y Comercial, Tercer Turno, hizo lugar a la demanda condenando a la demandada a abonar a la accionante la suma de Gs. 224.400.000 en concepto de daños y perjuicios, lucro cesante y daño moral. La demandada, vía Recurso de Apelación, obtuvo en Segunda Instancia la revocatoria de Fallo conforme Acuerdo y Sentencia Número 76, con fecha 19 de diciembre de 2014. Su pleno consentimiento con la Sentencia dictada por el Tribunal de Apelación transcribiendo segmentos del Fallo con el correspondiente análisis, en el sentido de coincidir que la iniciación de Acción Penal no necesariamente conlleva responsabilidad de indemnizar, pues la promoción de querella no es acto ilícito. Agregó, para que exista obligación de indemnizar como consecuencia del ejercicio de peticionar el planteamiento de una Acción debió ser realizado en forma tal que implique acto doloso o notoriamente culposo. Manifestó que la “Constructora Heisecke S.A.” tomó todas las precauciones para iniciar la Acción Penal, pues antes había dispuesto la realización de auditoría externa que arrojó (como resultado) faltante de dinero, cheques no depositados, boletas de depósitos adulteradas, de los años 1995 y 1996, y la querella se había promovido en base a éste informe. También argüyó que la querella debe ser declarada falsa o calumniosa en Sede Penal para dar lugar al resarcimiento. Esos presupuestos han sido debidamente probados y en estas condiciones corresponde el rechazo de la demanda por indemnización de daños. Prosiguió que, también el Tribunal, luego del análisis de las constancias del Juicio llegó a la conclusión que no existe daño patrimonial cierto que amerite indemnización para repararlo y según ella tampoco ha quedado acreditado ninguna clase de daños. Peticionó la confirmación de la Sentencia apelada. La actora promovió demanda por indemnización de daños y perjuicios contra “Constructora Heisecke S.A.” reclamando la suma de Gs. 87.000.000, en concepto de daños y perjuicios; Gs. 144.000.000 en concepto de lucro cesante; y la suma de Gs. 400.000.000 en concepto de daño moral En total Gs. 631.000.000, más intereses y Costas. Entre los argumentos principales, que sostienen el reclamo. Alegó que trabajaba en “Constructora Heisecke S.A.”, y con un telegrama colacionado dirigido a su persona, la vida; cuando tales sentimientos son atacados, dice hay daño moral”. El daño moral afecta a la personalidad íntima, asimismo cuando se ingresa en el terreno del honor de la persona, la reputación, incluida la de la familia, la libertad, violación de un secreto concerniente a la parte lesionada. Por lo mismo, Trigo Represas y Rubén Stiglitz sostienen que: “Daño moral es el que se infiere al violarse alguno de los Derechos Personalísimos o de la personalidad que protegen como bien jurídico a los presupuestos o atributos de la personalidad del hombre como tal”. Para Eduardo Zannoni: “...el Daño Moral es el menoscabo o lesión a intereses no patrimoniales provocado por el evento dañoso, es decir, por el hecho o acto antijurídico”. El daño moral -en los actos ilícitos generadores de agravio moral- requieren: c) Privación de la libertad: Comprende exclusivamente las libertades de movimiento y locomoción o se interprete como extensiva a otras manifestaciones, como la determinación económica y social, 1ºcierto es que “el terrorismo, la violencia que acosa al mundo, ha revivido la importancia de esta clase de delitos. El daño moral, de importancia mayúscula, toma aquí el rostro de “molestias en la seguridad personal”, además de los sufrimientos de toda índole (Artículo 1.087 del Código Civil de Vélez) (Responsabilidad por daños; Mosset Iturraspe, Tomo V, Daño Moral; 1.999; pág. 155). Respecto a estimaciones para determinar cuantía de la reparación, es el mismo autor y obra mencionada, pág. 222, tiene como referente a J. Santos Briz (Jurista español) quien expresó: “Para determinar la cuantía de a indemnización por tanto, todas las circunstancias que contribuyen a caracterizar especialmente el hecho dañoso en concreto (status social y económico, edad, profesión, familia, gravedad del daño. La querellada fue aprehendida y remitida al Panóptico (Casa del Buen Pastor) en fecha 23 de julio de 1997 quien contaba en ese tiempo con 28 años de edad y dos hijos. Por A.I. N° 1.582, con fecha 12 de agosto de 1997, obtuvo el levantamiento de la detención preventiva decretada en su contra, previa declaración indagatoria, en la cual ha negado todos los cargos, alegando que últimamente se desempeñaba como telefonista de la empresa, sin acceso ni manejo a cuentas corrientes, cajas de ahorro, depósitos bancarios, cobranzas de dinero, nada relacionado con otra actividad que no sea la de telefonista, iniciando su relación laboral como limpiadora de oficina de dicha empresa. Luego de varios trámites procesales, en fecha 24 de octubre de 2008, por A.I. N° 288, el Jugado Penal interviniente dictó el sobreseimiento definitivo de la querellada María Elizabeth Corvalán de Melgarejo. Es decir, el tiempo de duración del Juicio fue de 12 años y 4 meses. En todo ese tiempo la encausada debió contratar Profesionales del Foro para su defensa y atención en la Causa que se le promovió en el Fuero Penal. También, dentro de la tramitación de esta Causa, valoramos la declaración indagatoria de la imputada que no deja de constituir elemento sólido para su defensa, en razón que la negativa de todos los cargos atribuidos en su contra ha efectuado con los fundamentos correspondientes y la explicación convincente de su actividad laboral en la empresa. Ninguna de esas respuestas pudieron ser desvirtuadas por la Parte acusadora. Cabe destacar que, luego del levantamiento de la orden de detención, la querella no ha logrado ningún resultado probatorio, todo ha quedado en el ofrecimiento de pruebas sin haberlas producido. También fue agregado por cuerda el Juicio intitulado “Reconstitución del Expte. Lloys Bank PLC c/ Ramón, de percibir sus ingresos por el despido del cargo que ocupaba en la “Constructora Heisecke SA” en la cual trabajaba, de cuya consecuencia se vio afectada e incurrió en incumplimiento de su obligación por un crédito bancario, el cual derivó en la pérdida de varios inmuebles llevados a subasta por el Banco acreedor. Igualmente, su daño moral se encuentra por los padecimientos que ha sufrido a lo largo de 12 años y 4 meses de duración del Juicio Penal. La querella se inició en junio de 1996 y culminó en octubre de 2008 con el sobreseimiento definitivo de la encausada María Elizabeth Corvalán de Melgarejo. Lapso de tiempo bastante considerable, sin lugar a dudas. En lo que respecta a los montos, la demanda solicitó: I) daños y perjuicios Gs. 87.000.000; II) lucro cesante Gs. 144.000.000; III) daño moral Gs. 400.000.000. Siendo la sumatoria de los diferentes rubros G 631.000.000. El Fallo de Primera Instancia sentenció lo siguiente: I) daños y perjuicios Gs. 87.000.000; II) lucro cesante Gs. 100.000.000; y III) daño moral Gs. 37.400.000. Totalizando la suma de Gs. 224.400.000. El monto sentenciado en Primera Instancia representa el 35,5% de lo pretendido por la demanda. A pesar de ello, la actora no recurrió este Fallo, no así la demandada quien interpuso los Recursos pertinentes. El Ad-quem revocó la Sentencia del Juzgado respectivo. En esa oportunidad, la actora apeló el Fallo del Tribunal de Apelación solicitando la confirmación del Fallo original. En estas condiciones, los números no pueden sufrir alteraciones favorables al apelante, en lo que respecta a la defensa. Sólo ha cuestionado en forma general la improcedencia de los daños. No obstante, analizares el justiprecio de cada rubro. Así, en lo que hace a daños y perjuicios la suma concedida corresponde exactamente al monto de la adjudicación en subasta pública de las tres Fincas rematadas, y, moral principalmente por la privación de su libertad y el tiempo que duró el Juicio Penal incoado en su contra. Por los fundamentos expuestos, corresponde en Derecho revocar el Acuerdo y Sentencia Número 76, de fecha 19 de diciembre de 2014, dictado por el Tribunal de Apelación en lo Civil y Comercial, Sexta Sala. Imponer Costas a la Parte demandada de conformidad a lo dispuesto en los Artículos 192, 203 y 205 del Código Procesal Civil. Es mi voto. Con lo que se dio por finalizado el acto firmando SS.EE., todo por ante mí de que certifico, quedando acordada la Sentencia que inmediatamente sigue: Y VISTOS: Los méritos del Acuerdo que antecede, la Excelentísima Corte Suprema de Justicia, Sala Civil y Comercial, Resuelve: Declarar Desierto el Recurso de Nulidad interpuesto. Confirmar, con Costas, el Acuerdo y Sentencia Número 76, con fecha 19 de diciembre de 2014, dictado por el Tribunal de Apelación en lo Civil y Comercial, Sexta Sala, por los motivos expuestos en el exordio. ANOTAR, registrar y notificar. Ante mí: Ministros Miguel Oscar Bajac Albertini, José Raúl Torres Kirmser y César Antonio Garay; Pierina Ozuna Wood, Secretaria Judicial II.
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