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Tribunal de Apelación Civil y Comercial, Sala 3 • 01/12/1998 • HOGAR

PROPIO S.A. C/ CUEVAS, JULIO ALBERTO Y OTRA

Vistos: Los recursos de apelación y nulidad interpuestos por los abogados José Ramírez
Ramírez y Benito Alejandro Torres Aceval, contra el A.I. Nº 2199 de fecha 17 de
noviembre de 1997, dictado por el Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y Comercial del
Séptimo Turno; y,

Considerando:

Que por el citado auto interlocutorio, el a-quo resolvió: "Establecer la liquidación de


capital, intereses y gastos en la suma de G. 139.773.090, quedando un saldo a cobrar de G.
57.237.431. Anotar... (163 vlta.).

En cuanto al recurso de nulidad: El abogado Benito Alejandro Torres A., desistió


expresamente de este recurso; debe tenérsele por desistida del mismo. Por su parte, el
abogado José Ramírez Ramírez no fundamentó el recurso de nulidad. Por lo demás, no se
observan vicios o defectos que autoricen a declarar de oficio la nulidad, corresponde sea
declarado desierto el recurso de nulidad, interpuesto por el abogado José Ramírez Ramírez.

Apelación. El abogado Benito Alejandro Torres Aceval, funda sus agravios a fs. 167/159 y
manifiesta que la resolución no se ajusta a derecho, pues el inferior entendió que se debe
tener en cuenta el salario mínimo, a pesar de que su parte ha demostrado por Dtos. Nº
37.447 de 1983, que el reajuste quedaba derogado, tomando en consideración que los
préstamos de la Caja de Ahorro y Préstamos para la Vivienda son créditos sociales. Agrega
que esta litis fue trabada por la suma de G. 75.000.000 y desde el momento en que queda
trabada la litis entre las partes no se puede ampliar, restringir o modificar sus pretensiones,
según el Art. 217 del Código de Procedimiento Civil. Añade que la actora no ha probado la
variación del salario mínimo. Sigue expresando, que la cláusula que establece el préstamo,
con referencia a las variaciones de salario mínimo, a pesar de estar expresamente derogado,
atenta contra normas de orden público, de conformidad con el Art. 299 no pueden ser
objeto de los contratos los créditos jurídicos imposibles, ilícitos, contrarios a la moral y las
buenas costumbres. Manifiesta además, que no es menester recurrir al juicio ordinario, ya
que a los efectos legales es una cláusula inexistente. Arguye también que el capital
reclamado debe ser el monto del crédito que en el caso particular es de G. 60.000.000.
Menciona que la tercería de la imprevisión, Art. 697 del Código Civil. La indexación se
halla expresamente prohibida y por ende la cláusula no puede ser aplicada. Añade también
que los intereses, ya sean compensatorios o moratorios no pueden ser superiores a la tasa de
intereses prevista por el Banco Central del Paraguay y en el caso particular no puede
exceder de 30% anual. Sigue manifestando que la tasa de intereses que se debe aplicar es la
antedicha sobre el monto de G. 60.000.000 hasta la fecha del depósito del capital reclamado
en autos y gastos de justicia, que a la fecha ya fuera extraído por el representante
convencional de Hogar Propio S.A.. Expresa seguidamente que se debe impugnar el pago
de la Ley 125/91 de G. 913.804, porque la misma no fue pactada ni tampoco se ha
justificado por instrumentos. Agrega que su parte no tiene la obligación de abonar el pago
de cédulas de notificaciones innecesarias, realizadas por cuenta de la parte actora y de
modo alguno se le puede trasladar a su mandante, por lo que se debe abonar en tal concepto
G. 50.000. Añade que en concepto de tasa judicial, corresponde pagar sobre el monto de la
demanda de G. 75.035.759, el porcentaje de 0,40% que arroja la suma de G. 300.142.
Finalmente manifiesta, que se deberá descontar del monto de la liquidación la suma de G.
82.535.659 y de la suma amortizada cuyos recibos se hallan agregados a éstos autos.

La contraria contesta a fs. 170/171. Manifiesta que la variación automática de deuda, por
suba del salario mínimo se debe aplicar independientemente de cualquier otra circunstancia
que no sea el decreto que lo establece. Añade que en el presente caso, se produjeron cuatro
aumentos, que por cláusula contractual deben ser aplicados. Agrega que la prueba de la
variación del salario mínimo no es necesaria porque la existencia de la norma no precisa ser
probada. Sigue manifestando que el Dto. 37.447/03, por el que se deroga el reajuste nada
tiene que ver con la suba del salario mínimo, ya que su parte no alega el reajuste monetario
para reclamar la suba del capital, la suba automática por incremento del salario mínimo
prevista en el contrato es algo completamente distinto. Sigue fundamentando sus agravios a
fs. 179/180 y expresa que en cuanto a los intereses, se pactó un interés moratorio del 30% y
de ninguna manera es aplicable al caso la disposición del Art. 475 del Código Civil, habida
cuenta que el interés moratorio pactado es inferior a la tasa máxima establecida por el
Banco Central. Añade que tampoco es aplicable el Art. 44 de la Carta Orgánica del Banco
Central en razón de que Hogar Propio S.A. pertenece al Sistema Nacional de Ahorro y
Préstamo para la Vivienda. Sigue arguyendo que los intereses moratorios deben aplicarse a
partir de la última cuota vencida y no desde la presentación de la demanda, pues el deudor
ya se encontraba atrasado en sus cuotas. Agrega que el interés corriente, es el resultado de
la simple operación matemática de la aplicación del 30% anual, sobre el saldo pactado en el
contrato de préstamo. Fundamenta también que el moratorio es el resultado del cálculo en
la forma prevista en el contrato y se devenga automáticamente. Por último dice que la tasa
judicial se calcula sobre el 0,6% y es por la cantidad resultante de la liquidación que debe
pagarse la tasa judicial, según la ley pertinente. Por todo lo cual solicita se le reconozca un
total de G. 181.097.612.

Corrido el Traslado a la Demanda, se le dio por decaído el derecho a contestar por A.I. Nº
232 del 21 de marzo de 1998.

En primer término, se debe tratar la cuestión concerniente al capital reclamado, el criterio


que se debe aplicar es análogo al de una obligación contraída en moneda extranjera, a ser
liquidada en moneda nacional, por tanto debe ser actualizada al día de su efectivo pago, así
lo han entendido también la doctrina y la jurisprudencia más aceptada en cuanto a
obligaciones en moneda extranjera, en la época en que éstas no eran exigibles ni
accionables directamente por su monto. En cuanto al decreto Nº 37.447/83, no es aplicable
al caso, por cuanto que éste se refiere a la depreciación monetaria que debía aplicarse
automáticamente a las deudas contraídas en el universo del sistema financiero vigente a la
época. Sin embargo aquí estamos frente a un reajuste proveniente no de la ley -o de un
decreto como en este caso-, sino de la voluntad de las partes; vale decir su fuente es
meramente contractual. La licitud o ilicitud, validez o invalidez de la cláusula que lo
establece en el mutuo excede el marco del juicio ejecutivo y deberá ser planteada en juicio
ordinario. En lo que hace a la traba de la litis, si bien es cierto que el actor estableció un
monto, no menos cierto es que el actor hizo referencia ala obligación como fue pactada. A
los efectos de la demanda ejecutiva siempre se debe presentar, si las sumas son liquidables,
una liquidación provisional que puede ser revisada en la etapa propiamente de la
liquidación. Por tanto, el capital reclamado debe ser actualizado, tal y como se ha efectuado
en la instancia inferior.

En cuanto a los intereses, de la lectura del contrato no se desprende que los intereses
moratorios pactados hayan de acumularse a los compensatorios, por tanto, aplicando a la
interpretación del contrato de mutuo el principio de favor debitoris, se concluye que tales
rubros no deben ser acumulados.

La mora debe calcularse desde el vencimiento del plazo, por aplicación del Art. 424 del
Código Civil. Por tanto, la tasa de 30% se debe calcular sobre el capital, desde la fecha de
mora. El pago realizado por el deudor debe imputarse al pago en primer lugar, a los
intereses y costos y luego al capital. Por lo tanto, el rubro de intereses asciende a G.
63.190.587.

En cuanto a la tasa judicial, debe reponerse al actor, lo que hubiera pagado en concepto de
ella y según consta en la boleta de pago de fs. 17, asciende a G. 705.521.

Con respecto de las notificaciones, deben abonarse todas aquellas que fueron practicadas en
autos. Por tanto, la suma fijada por el Inferior se encuentra ajustada a derecho.

En relación con el impuesto del valor agregado, este rubro está establecido por ley y debe
ser abonado imperativamente, por lo que hay certeza de que se ha devengado. A más de
ello, de los instrumentos presentados por el propio demandado a fs. 88/90 se desprende que
tal rubro existió y ha sido consentido su pago por el deudor. El monto no fue discutido por
el apelante, tan sólo lo fue la procedencia del rubro, por tanto, atendiendo a las
consideraciones expuestas, debe ser confirmado.

Entonces, el total de sumas mencionadas asciende a la suma de G. 155.271.367, de lo que


debe descontarse el monto abonado de G. 82.534.651, tal como lo ha hecho el Inferior y
consentido ambos apelantes, arrojando un resultado de G. 72.736.708.

Las costas deben ser impuestas proporcionalmente, por existir vencimientos recíprocos de
conformidad con el Art. 195 del Cód. Proc. Civ., en un 85% al demandado y en un 14% a la
actora.

Por tanto, el Tribunal de Apelación en lo Civil y Comercial, Tercera Sala, resuelve: Tener
por desistido al abogado Benito Alejandro Torres Aceval. Declarar desierto el recurso de
nulidad con respecto del abogado José Ramírez Ramírez. Modificar, la resolución apelada,
fijando el total de la suma resultante de la liquidación en G. 72.736.708. Costas
proporcionalmente, en un 85% a la parte demandada y en un 15% a la actora.

Gerardo Báez Maiola; César Augusto Sanabria; María Mercedes Buongermini Palumbo.
(Sec. María del Carmen Romero)
 

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