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Nuestra primera cuestión es que, el aborto termina con la vida de una persona.

Esté o no con las mismas posibilidades que nosotros, de un modo u otro lo que va a
nacer será un ser humano, no un animal, mucho menos una forma de vida distinta a
nosotros. Es ahí donde escatima nuestra primera visión, es un ser en desarrollo pero que
ya desde su concepción tienen la dignidad de persona. Es un ser espiritual, entendiendo
el espíritu como principio vital, y a través de ella tiene en si las facultades que le otorga
su condición: inteligencia, voluntad y libertad, la diferencia está en que está en una etapa
de desarrollo fisiológico, esto no suspende sus facultades. Sobre esto, la persona es muy
distinta a cualquier otro ser vivo, porque cuando haya alcanzado la madurez necesaria
podrá decidir deliberadamente los fines a los que se dirige, con acciones que se ordenen
al bien de su persona.
Ahora, respecto al proceso biológico, el cigoto que es, sino, la primera fase
dentro de la fecundación del hombre es el estado unicelular de un organismo
pluricelular, y bajo esta consideración es preciso reconocer que ya está presente en él
alma intelectiva, aunque la persona, evidentemente, no lleva acabo las acciones según
sus capacidades. Es aquí donde podemos hablar de la diferencia entre que la persona se
nace, no se hace. Esto porque el obrar sigue al ser, entendiendo el “sigue” como
dependencia de lo segundo.
Ahora, respecto al sufrimiento, muchos argumentan este como motivo principal
para la aprobación del aborto, y aunque es algo serio, creo que, es necesario reconocer
su existencia necesaria para el hombre, además, es algo que viene con él y por ello
estamos llamados a tomar lo necesario de él para ser mejores, esto tanto desde la
perspectiva cristiana como la de otros sistemas de pensamiento.

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