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Consideraciones generales
La crisis sucesora abierta con la muerte de Carlos II provocó nuevas situaciones tensas
(respecto a quien debía ser el monarca), no de orden separatista ya que se trataba de una
cuestión sucesoria. Cataluña no aceptó de buen grado a Felipe V (apoyado por Castilla) y en
1705 manifestó sus preferencias por el archiduque Carlos de Austria, entendiendo este
respertaría sus peculiaridades jurídicas al contrario que el candidato francés que provenía de
una monarquía centralista, benevolente con sus circunstancias. Los restantes territorios de la
Corona de Aragón secundaron la actitud de Cataluña, hubo guerra y la ganó Felipe V, siempre
apoyado por Castilla. Felipe V, como consecuencia de la victoria y en represalia contra la
oposición de los territorios de Aragón, suspendió sus ordenamientos jurídicos e incorporó esos
territorios a Castilla. Respecto a las consecuencias de la política de Felipe V debemos destacar
las siguientes:
Se conoce como pase regio a la facultad que ejercieron los reyes españoles consistente en
examinar las cartas apostólicas venidas desde Roma y, retenerlas cuando los reyes estimaban
que lesionaban sus derechos, mientras que cuando la corona entendía que una bula no
perjudicaba su derecho le concedía su visto bueno y permitía su aplicación en todo el reino.
Por eso se dice que no todo el derecho de Roma rigió en España. Por esa vía indirecta se fue
creando un ordenamiento canónico nacional, en parte diferente al que se aplicaba en otras
monarquías católicas. Este derecho realmente no era nuevo y se remonta al siglo XV, llamado
derecho de examen y retención. En el reinado de Felipe IV (Habsburgo) se publicó una obra en
la que se defendían los derechos de la corona en materia eclesiástica, este libro defendía la
existencia de la retención de bulas y pase regio. Roma condenó la obra pero el monarca la
apoyó y continuó ejerciendo el derecho a partir del apoyo de la junta de teólogos. En el siglo
XVIII, Felipe V pretendió extender este derecho de detención sobre toda clase de bulas
pontificias. Finalmente Carlos III promulgó una pragmática en el más amplio sentido a favor del
derecho de retención sobre todas las bulas, escritos y despachos que fueran contra las
regalías, concordatos, costumbres, leyes y derecho de la nación.
Entre la monarquía y la religió hubo profundas relaciones como por ejemplo la teoría del
origen divino del rey, la divinización de la figura del rey, la política de unidad religiosa, la
actuación de la inquisición, la concesión de las bulas alejandrinas, etc. Hubo zonas de acuerdo,
pero también conflictos muy importantes. Una fuente de esos conflictos fue el regalismo. Se
denomina regalismo a la política seguida por los monarcas católicos entre los siglos XVI y XVIII
que consistía defendían los derechos inalienables de las coronas a intervenir en asuntos que
afectaban a la iglesia, o lo que es lo mismo, a la excesiva intromisión del estado en los asuntos
de la iglesia. Por ejemplo, los reyes intentaban influir en la elección del papa nombrando a
cardenales que fueran afines a su manera de gobernar. En la práctica decidían el
nombramiento de obispos u otras dignidades eclesiásticas. A todo ello hay que añadir la
convocatoria de juntas de teólogos que en ocasiones dictaminaban a favor del rey y en contra
del papa. Si a todas estas extralimitaciones del poder civil sobre el religioso se la denomina
“regalismo”. Cabe destacar hecho de los excesos de el papa que con frecuencia se entrometían
en cuestiones temporales y actuaban como una potencia política, es sencillo entender que las
relaciones entre el estado y la iglesia no fueran en absoluto fáciles. Estas zonas de conflicto
abarcaban un amplio abanico de cuestiones tales como los límites a la jurisdicción inquisitorial,
el derecho de patronato regio (aquel a través del cual los monarcas podían elegir a lo
miembros del alto clero en todos los territorios de las islas), la inmunidad tributaria De la
Iglesia (la iglesia no paga impuestos), el derecho de asilo (si el criminal se refugiaba en la
iglesia, el tribunal no podía enjuiciarlo), la prohibición de libros, etc. Los conflictos eran
abundantes que estuvieron al punto del cisma con la iglesia católica (ejemplo: divorcio Enrique
VIII). Para superar estas y limitar las competencias que caían bajo la jurisdicción, se llegaron a
acuerdos entre la iglesia y el estado. A estas normas concordadas se las denomina derecho
concordado. Como primer precedente estarían las primeras concordias firmadas a lo largo del
siglo XVI entre el rey y el inquisidor general, para delimitar la esfera de actuación de la
inquisición y los familiares. Pero los primeros textos concordados fueron firmados en 1737 y
1753 (mediados del siglo XVIII). Cada uno de ellos fue firmado por el rey y el papa. El de 1737
se firmó motivado por los abusos de la Dataría y el segundo por los abusos de la nunciatura. En
la actualidad siguen existiendo acuerdos firmados entre el estado y la santa sede. En la
actualidad siguen existiendo acuerdos entre el Estado y la Santa Sede. El último concordato fue
en 1953 y luego se firmaron acuerdos a finales de los 70 para establecer las relaciones entre el
Estado y la Iglesia.