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LA CONFRONTACIÓN
I. Introducción
V. Formas de Confrontar.
Pero no llamas.
Pero no llamo.
1
Losada, J.: Apuntes de clase para el curso “Técnicas de Orientación en Grupo”, Escuela de Psicología
U.C., Segundo Semestre de 1975.
2
Douds, J.; Berenson, B.G.; Carkhuff, R.R. y Pierce, R.: “In Search of Honest Expetience: Confrontation
in Counseling and Life”. En R.R. Carkhuff y B.G. Berenson: Beyond Counseling and Therapy. Holt,
Rinehart and Winston. Nueva York, 1967.Pp.170-179.
describen un tipo de confrontación apropiado a las necesidades de un grupo de
sensibilidad:
“ La confrontación directa es un acto, no una reacción. Es iniciado por el
terapeuta, basándose en su profunda comprensión del cliente. Pone al
cliente en un contacto más directo consigo mismo, sus poderes y recursos,
así como con su conducta autodestructiva. El propósito de la
confrontación es reducir la ambigüedad y las incongruencias de la
experiencia y comunicación del cliente. En efecto, es un desafío al cliente
a llegar a integrarse; es decir, ser uno con su propia experiencia. Se dirige
a las discrepancias internas del cliente (su yo ideal contra su yo real); entre
lo que el cliente hace y dice (acción contra reflexión); y entre la ilusión y
la realidad (la experiencia que el terapeuta tiene del cliente contra la
expresión del cliente de su experiencia de sí mismo y del terapeuta). El
objetivo terapéutico es la unidad no destructiva y emergente en el interior
del cliente. Implica un ataque constructivo sobre una confederación
insalubre de ilusiones misceláneas, fantasías y técnicas de evitación de la
vida para crear una reintegración en un nivel más alto de salud”.
3
Festinger, L.:”A Theory of Cognitive Dissonance”. Harper & Raw, New York, 1957.
y eficacia. También esta legitimación permitirá mayores grados de profundidad en la
confrontación.
El segundo, se refiere al grado de compromiso que tiene el miembro con el grupo.
El trabajo de Festinger sugiere que mientras mayor sea el compromiso por parte del
miembro, es más probable que tome seriamente la situación de confrontación. Esto es
consistente con los resultados de estudios de cohesión grupal. En ellos se ha encontrado
que los individuos son probablemente más influidos por un grupo por el cual se siente
altamente atraídos o en el cuál los miembros se atraen altamente entre sí 4. Por otra
parte, estos resultados sugieren también que la confrontación no debe ser usada hasta
que el grupo haya desarrollado un nivel adecuado de cohesión.
Ya para llevar adelante la confrontación misma es muy importante tomar en
5
cuenta su proporcionalidad. Las pruebas disponibles sugieren que la naturaleza
proporcional de la confrontación es lo que permite su eficacia.
La fuerza de impacto de cualquier confrontación surge principalmente de dos
variables: la sensibilidad, o proximidad al centro de la persona que tenga la materia de
la confrontación (por ejemplo, ordinariamente, las materias sexuales son más centrales
para una persona que los aspectos de su limpieza personal), y la vehemencia o ímpetu
con que se lleve a cabo la confrontación. Estas variables pueden sumarse, de modo que
la confrontación vehemente en un área altamente sensible representará el tipo de
confrontación más fuerte. Si la confrontación ha de ser responsable, su fuerza debe ser
proporcional a una serie de variables, entre las cuales están: 1) la calidad de la relación
entre la parte que confronta y la confrontada, 2) el estado psicológico corriente del
confrontado, 3)la posible desorganización que sufrirá el confrontado y 4) los límites de
las capacidades de la parte confrontada. Veámoslas por separado:
4
Cartwright, D. y Zander, A. : “Dinámica de Grupos”. Ed. Trillas, México, 1972.
5
Egan, G.: “El Laboratorio de Relaciones Interpersonales”. Ed. Paidós, Buenos Aires, 1976. Cap. IX.
sobre qué apoyarse. Por el contrario, si ha intentado construir una relación y no
ha recibido respuesta estaría justificado lanzarse a una confrontación
comparativamente más fuerte. En general, entonces, la parte que confronta debe
evaluar con realismo la calidad de la relación entre ella y la otra: su grado de
aceptación e interés hacia la otra parte, el grado de apoyo del que es capaz y que
dará voluntariamente, etc., y luego ajustar el grado de intensidad de su
confrontación a estas variables.
6
Egan, G. : op. cit., p.309, cita una diversidad de estudios.
▪ La empatía. Uno de los modos más eficaces para que la parte
confrontada pueda dejar caer sus defensas, al menos parcial y
temporalmente, es intentando comprender el modo en que sienten los
otros en el grupo. Idealmente, el confrontado trata de entrar en el mundo
de quien (o quienes) lo confronta y sentir como él, volviéndose lo más
empático que pueda.
V. FORMAS DE CONFRONTAR
7
Egan, G. : op. cit., p. 278.
8
Reproducción del libro de J. Luft: “Introducción a la Dinámica de Grupo”. Ed. Herder, Barcelona, 1975.
estímulo para el desarrollo. Si es tomada como una especulación puede quedar
en un simple ejercicio de lógica, en su mejor forma, o puede llegar a ser una
manera destructiva de manipular al otro, en su peor forma.
La interpretación vale en la medida que conduce a la modificación constructiva
de la conducta. Para ello debe concentrarse más en las conductas presentes y
anteriores que en los motivos de quién se confronta. Y sólo el que confronta
empáticamente puede hacer interpretaciones útiles porque sólo él está a la vez
afuera y adentro del confrontado, y puede poner el dedo en problemas centrales
a la conducta y estilo de relación de quién se confronta. Por otra parte, sólo él
se puede dar cuenta de cuando el confrontado se ha abierto lo suficiente para
recibir todo el impacto de la interpretación.
Pero como en la interpretación no pueden evitarse las conjeturas deductivas,
sean cuales sean las bases de éstas, es esencial comunicarle al confrontado que
uno está manejándose con deducciones, y no con hechos evidentes de por sí.
Además, la parte que confronta debe darle a la confrontada alguna indicación
del grado de certidumbre que cree que subyace a su conjetura. Al traer al grupo
los sentimientos y premisas de las cuales partió la interpretación es más
probable que el confrontado y los demás puedan compartir el proceso deductivo
y acepten una hipótesis razonable, especialmente si contiene una sugerencia
realista para el crecimiento.
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c) El desafío directo. Aunque hay un elemento de desafío en todo tipo de
confrontación consciente, en el desafío verbal explícito éste es mucho más
evidente. En su forma más simple, el desafío es una sugerencia, una exigencia o
una petición de que el confrontado cambie de algún modo su conducta. Suele
ser un error que el confrontado utilice preguntas. Aún cuando no pretenda ser
omnipotente puede dar la impresión de que lo está intentando, y esto le quita
todo valor al intento de la confrontación. Puesto que nadie puede predecir con
absoluta certeza si un cambio en el comportamiento de otro será beneficioso
para él, hay siempre un elemento hipotético en todo desafío. Por lo tanto, igual
que en el caso de la interpretación, el grado de certidumbre asociado con la
9
En el sentido de provocación.
hipótesis subyacentes debe proporcionar el grado de intensidad con que el
desafío es hecho. Si la conducta del (o los ) confrontado es obviamente
destructiva o autodestructiva, entonces el desafío a cambiar puede ser
presentado directa y enérgicamente. Si, en cambio, la parte confrontadora sólo
sospecha que un cambio en la conducta beneficiará a la confrontada o al grupo,
la fuerza o la exigencia en el desafío debe ser proporcional a la certidumbre en
las hipótesis que subyacen al desafío.
10
f) El retiro de refuerzo. Los retiros de refuerzo pueden servir también como
estímulos de confrontación. Por ejemplo, la persona que usa el humor para huir
de la intimidad es reforzado en esa conducta, cuando los otros se ríen. Un
rechazo a reforzar esa conducta, es decir, un rechazo a reírse, sería
confrontador. Parte de la evaluación grupal debe consistir en señalar los modos
en que se refuerzan estos comportamientos improductivos, así como en
determinar los modos de retirar eficazmente ese refuerzo.
10
Entendemos por refuerzo las consecuencias que para una persona tiene su conducta. El refuerzo puede
ser positivo, cuando la consecuencia satisface al sujeto y lo estimula a repetir la conducta, o negativo,
cuando la consecuencia es desagradable para el sujeto y tiende a evitar repetir la conducta que la originó.
Cuando se usa el término refuerzo a secas se refiere, generalmente, al refuerzo positivo.
11
Ver Egan, G.; op.cit., p.292.
- Una Advertencia: Es muy importante tomar en cuenta las predisposiciones
del (o los) que confronta. Así como por el hecho de estar fuera del otro se
puede ver aspectos que la parte confrontada no ve, también es cierto que esta
misma separación es fuente de múltiples predisposiciones. Nos referimos a la
acción de diversos filtros subjetivos tales como el sistema de valores, los
prejuicios y actitudes de la parte confrontadora. Pese a que esta predisposición
puede ser minimizada (lo que depende en gran parte de la proximidad del que
se enfrenta con su propia experiencia), no puede ser evitada. Es consecuencia,
las dos partes en una confrontación deben estar conscientes de este fenómeno.
Y, en general, las predisposiciones del (o los) que confronta es conveniente que
las controlen otros miembros del grupo, a la manera de mediadores en apoyo, y
no al confrontado. Así podrá estar tan abierta como sea posible a una
confrontación constructiva.
Hay ciertas áreas que conviene destacar, pues proporcionan pautas acerca de qué
aspectos es conveniente observar para centrar la confrontación en ellos. No todo lo que
sucede en las relaciones interpersonales es igualmente fructífero al ser empleado en una
confrontación. Algunas áreas particularmente apropiadas son:
c) La conducta grupal. Hay dos tipos de conducta en los grupos que es muy
importante de confrontar por razones obvias. El primer tipo se refiere a las
conductas que atenten contra las normas implícitas o explícitas que el grupo
haya generado, en un caso, o aceptado a través de un contrato, en otro caso. El
segundo tipo, se refiere a aquellas conductas que facilitan la evasión de las
personas.
12
Egan, G.; op.cit., p.314.
8) Confronte con claridad, indicando qué son hechos, qué son sentimientos y qué
son hipótesis. No confunda las interpretaciones con los hechos. No se deje
llevar tampoco por interpretaciones muy amplias de la conducta de otros.
9) Recuerde que gran parte de toda su conducta en el grupo puede tener efectos de
confrontación (por ejemplo, no hablar, sus actitudes emocionales, posturas, etc.)