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El renacimiento

Siglo XV y XVI

EL RENACIMIENTO ITALIANO HUMANISMO:

Durante la Edad Media el saber estaba estrechamente vinculado con la religión. Muy
pocos, aparte de los eclesiásticos, sabían leer y escribir. En su mayor parte el saber
estuvo influido por las enseñanzas de la Iglesia, las cuales raras veces eran cuestionadas.

El Renacimiento fue la época en que los hombres buscaron nuevas ideas. Muchos
retornaron a las ideas de los griegos y romanos. Los grandes artistas del Renacimiento,
como Leonardo de Vinci y Miguel Ángel, siguieron los ejemplos grecorromanos en sus
magníficas pinturas y estatuas. Arquitectos como Bramante diseñaron edificios con
columnas y arcos tomados de Grecia y Roma, respectivamente. También floreció el
comercio en el Renacimiento. Una nueva clase de riqueza —la de los ricos mercaderes
— apareció y estos hombres se sintieron orgullosos de sus logros. Pidieron a muchos
artistas que pintaran sus retratos y los de los miembros de su familia. Con este nuevo
interés por los retratos la pintura se hizo cada vez más realista.

El gran erudito Desiderio Erasmo empezó a estudiar la Biblia bajo un nuevo aspecto,
renovando de ese modo los estudios religiosos. Erasmo creía que los hombres tenían
una enorme fuerza y capacidad para mejorar la vida en la Tierra.

La ciencia y el saber popular

De esta manera la gente empezó a estudiar cada vez más el mundo que la rodeaba y a
explicarse, asimismo, lo que veía en el cielo. En 1543 un astrónomo polaco, Nicolás
Copérnico, sugirió que la Tierra era redonda y giraba sobre su eje y que también giraba
en torno del Sol. Hasta ese momento la gente creía que nuestro planeta no se movía, que
era el centro del Universo y que el Sol, La Luna , los planetas y las estrellas se movían a
su alrededor. El cielo, morada de Dios, era perfecto e inmodificable.

A algunos hombres de la Iglesia no les agradaron las nuevas ideas de I: s astrónomos


porque parecían contradecir la Biblia. En realidad no sucedía tal cosa, ya que la ciencia
y la religión no se oponen. En 1572 un astrónomo danés, Tico Brahe. vio que el cielo
“inmodificable” cambiaba ante sus ojos cuando observó estallar una estrella. Y cuando
el astrónomo italiano Galileo Galilei contempló el cielo nocturno con su nuevo
telescopio se convenció de que Copérnico tenía razón.

Entre los años 1300 y 1600 la vida en Europa sufrió grandes cambios. Fue una nueva
etapa del pensamiento y déla cultura y se la denomina Renacimiento. Fue un período de
sorprendentes inventos en el mundo de la ciencia. Se desarrolló la imprenta, se hicieron
descubrimientos astronómicos, hombres osados se dedicaron a explorar mares
desconocidos y la pintura, la escultura, la arquitectura y la literatura también se
transformaron de manera asombrosa. Pero fue también una era de violencia, pobreza,
hambre y enfermedades.

Hendrick Willem Van Look en su libro “La Historia de la Humanidad”, explica de la


siguiente manera el fenómeno del Renacimiento Italiano: “…fue [el renacimiento] algo
parecido a «la fiebre de la bicicleta» o «la fiebre del automóvil». Un día alguien inventó
la bicicleta. Una gente que durante cientos de miles de años se había tenido que
desplazar lentamente, de repente se volvió loca con la idea de rodar rápidamente de un
sitio a otro. Más tarde, un mecánico inteligente construyó el primer automóvil. Ya no
era necesario pedalear y pedalear con gran fatiga. Sólo había que sentarse en el coche y
dejar que las gotitas de gasolina hicieran su trabajo. Todo el mundo quería un automóvil
y hablaba de marcas de coches, de motores, de carburadores, de kilometraje y de aceite.
El mundo entero sufre la fiebre del automóvil, y los niños aprenden a decir «coche»
antes que «mamá» o «papá».

En el siglo XIV, los italianos se volvieron locos con los maravillosos objetos que
desenterraban del mundo romano. Este entusiasmo pronto se extendió por Europa
occidental. El día en que se encontraba un nuevo manuscrito se convertía en fiesta
nacional. Si alguien escribía una gramática se hacía tan famoso como hoy un
presentador de televisión.

A los humanistas, los estudiosos que dedicaban su tiempo y energía al estudio de la


humanidad —en vez de mal invertir sus horas en indagaciones teológicas infructuosas
—, se les tenía un mayor respeto y se les hacía mayores honores que a un héroe que
acababa de conquistar las islas Caníbales.”…

A mediados del s. XV, Europa, devastada por la peste y por las guerras, había quedado
cultural y políticamente rezagada respecto a otras partes del mundo. Sin embargo, en
Italia por entonces comenzó una extraordinaria revolución artística y literaria que
resonaría durante siglos, mientras que las monarquías cada vez más centralizadas de
España, Francia e Inglaterra se disponían a construir imperios globales.

El Renacimiento europeo fue un movimiento muy amplio, que se originó en Italia, en la


primera mitad del s. XV y que se inspiraba en un interés renovado por el mundo
clásico. Dio lugar a extraordinarios avances en el arte, la arquitectura y la literatura. La
prospera clase burguesa se convirtió en mecenas de las mismas artes, lo que dio mayor
libertad a los artistas, al tiempo que la aparición la imprenta permitió la rápida difusión
de las ideas.

EL RENACIMIENTO ITALIANO: «Renacimiento» es el término que resume los


logros culturales que los italianos realizaron en los siglos XIV y XV. En realidad hubo
varios «renaceres» de la enseñanza, la cultura y el arte clásicos. En el siglo XII, por
ejemplo, se renovó el interés por las escrituras de Aristóteles.

Sin embargo, el Renacimiento italiano tal vez sea más conocido por la cantidad de hitos
artísticos, arquitectónicos y culturales que registró. Las acaudaladas ciudades-estado
ocupaban una posición geográfica y financiera excelente para acunar el
«Renacimiento».

Por las ciudades del norte no solo circulaban los artículos comerciales que se
importaban de África del Norte y Asia, sino también bienes culturales y conocimiento.
Desde Constantinopla, España y el mundo árabe llegaban textos clásicos y saberes
matemáticos y científicos. Además, la proximidad de las ciudades-estado a los restos de
la Antigua Roma les permitía analizar in situ los estilos artísticos y arquitectónicos.

Uno de los núcleos del Renacimiento italiano fue Florencia, gobernada por la poderosa
familia Medici, mecenas, entre otros, del artista y escultor Miguel Ángel. Otros artistas
renacentistas destacados fueron Donatello, Botticelli, Rafael y Leonardo da Vinci.

En el campo de la literatura, Petrarca fue en gran parte responsable del surgimiento del
humanismo, una escuela de pensamiento que aseguraba que el ser humano era
intrínsecamente bueno, en oposición a la Iglesia, que lo concebía como un pecador que
debe ser redimido. Otras plumas ilustres fueron Dante, autor de La divina comedia, y
Boccaccio, cuyo Decamerón inspiró muchos relatos de Shakespeare.

La arquitectura renacentista también estuvo influida por el clasicismo; se construyeron


espléndidos edificios en Florencia, Venecia, Milán y Roma. Las columnas como
motivos decorativos de fachadas y las cúpulas proliferaron. Entre los edificios
renacentistas clave destacan el Duomo de Florencia y la basílica de San Pedro en Roma.

Esta actitud se puso de manifiesto en los siglos XV y XVI, en el Renacimiento, con el


auge de las letras, las artes y el pensamiento. Quienes empezaron a utilizar este término
perseguían el objetivo de recuperar el pasado clásico, griego y romano.

RENACIMIENTO EN ITALIA: Este cambio de mentalidad, que tuvo su origen en


Italia, recibió un impulso cuando el canciller florentino Coluccio Salutati (1331-1406)
comenzó a promover a su ciudad-estado como capital intelectual de Europa. En 1396
invitó a ManuelCrysoloras, erudito de Constantinopla, a enseñar griego en Florencia.
Cuando la ciudad cayó en 1453 en manos de los turcos otomanos, muchos estudiosos
orientales viajaron a Occidente, llevando consigo el saber griego y la tradición
filosófica.

La condición social relacionada con el conocimiento fue valorada por otro líder
florentino, el banquero, filántropo y estadista Cosimo de Medici (1389-1464), quien fue
uno de los mecenas de la Academia platónica de Florencia (fundada por Salutati), en
donde eruditos tales como Marsilio Ficino (1433-1499) y el conde Giovanni Pico de la
Mirándola (1463-1494), filósofo, trabajaban para reconciliar el cristianismo con las
ideas recién descubiertas de la filosofía griega y romana.

En este empeño, Pico de la Mirándola mezcló la escuela estoica griega y romana con
material de la Cabala judía (tradición filosófica y literaria enraizada en el empeño de
conocer los insondables secretos de la existencia) y fuentes islámicas para construir su
humanismo cristiano, según el cual todas las empresas intelectuales y creativas de la
humanidad forman parte de Dios.

HUMANISMO ITALIANO: El humanismo renacentista fue un movimiento intelectual


relacionado con el estudio de las obras literarias de la Grecia y Roma clásicas. Los
humanistas estudiaron las artes liberales —gramática, retórica, poesía, filosofía moral o
ética e historia basados en los escritos de la Grecia y la Roma antiguas. Éstos son los
temas que llamamos Humanidades.

La importancia central de las preocupaciones literarias del humanismo renacentista se


manifiesta en la condición profesional o en las ocupaciones de los humanistas. Algunos
eran maestros de humanidades en las escuelas secundarias o en las universidades, donde
daban conferencias ocasionalmente, o tenían cargos permanentes, a menudo, como
profesores de retórica.

Otros servían de secretarios en las cancillerías de las ciudades-estado italianos, o en las


cortes de los príncipes o papas. Todas estas ocupaciones eran en gran medida seculares,
y la mayoría de los humanistas eran seglares, más que miembros del clero.

Petrarca (1304-1374) el padre del humanismo renacentista italiano, hizo más que
cualquier otra persona del siglo XIV para alentar el desarrollo del humanismo
renacentista. Fue el primer intelectual en caracterizar la Edad Media como un periodo
de oscuridad, promoviendo la errada creencia de que la cultura medieval ignoró la
antigüedad clásica.

El interés de Petrarca en los clásicos lo condujo a una búsqueda de manuscritos latinos


olvidados y puso en movimiento una exploración de las bibliotecas monásticas por toda
Europa. En su preocupación por los clásicos y su contenido secular, Petrarca se
preocupó a veces de si daba la suficiente atención a el príncipe del lenguaje”.

En Florencia, el movimiento humanista renacentista tomó un nuevo rumbo, se volvió


estrechamente vinculado al espíritu y orgullo florentino y dio lugar a lo que un moderno
erudito califico de “humanismo cívico”.

En Florencia, los intelectuales, en cambio, empezaban a adquirir un nuevo punto de


vista sobre su papel. El hombre de estado e intelectual romano, Cicerón, se convirtió en
su modelo. El humanismo cívico reflejaba los valores de la sociedad urbana del
Renacimiento italiano. Los humanistas llegaron a creer que el estudio de humanidades
se podría poner al servicio del estado. No es accidental que los humanistas sirvieran al
estado como cancilleres, consejeros o asesores.

Durante la Edad Media, el arte tenía una función religiosa. Las iglesias eran las
principales compradoras de las creaciones de los artistas y las obras servían para
difundir o reforzar sus enseñanzas. Con el crecimiento de la autoridad de los príncipes y
con el mayor poder adquisitivo de los burgueses, se Integraron al mundo del arte otros
temas y objetivos.

Dado que los humanistas resaltaban al hombre y la naturaleza, esos fueron los
principales temas también en las obras de arte, Nuevas temáticas, entre ellas el interés
por reproducir el cuerpo humano con todas sus características, tuvieron como
consecuencia obras de arte que parecían verdaderos tratados sobre anatomía humana. Si
bien durante la primera etapa, el siglo XV, se mantuvieron las temáticas religiosas,
paulatinamente fueron resaltándose los elementos de la naturaleza y las temáticas
relacionadas con la vida cotidiana de los hombres y mujeres comunes.

Las nuevas actividades artísticas requerían de nuevas fuentes de financiación (ya no era
la Iglesia la única que encargaba las obras). Así, surgió la figura de los mecenas, ricos
burgueses, príncipes o nobles, que tomaban bajo su protección a algún artista talentoso
y financiaban su obra. El mecenazgo era, al mismo tiempo, una forma de aumentar el
propio prestigio de los protectores. Los Médicis,
fueron unos de los mecenas más importantes y
pertenecían a la familia gobernante de la ciudad
italiana de Florencia.

Petrarca

RASGOS DEL ARTE EN EL RENACIMIENTO ITALIANO: Las artes plásticas


renacentistas resaltaban la belleza y la armonía de la naturaleza y del hombre. De la
observación y el estudio de éstas, y con el espíritu del hombre que puede, por sí mismo,
comprender cada vez más al mundo, los artistas comenzaron a realizar estudios
sistemáticos que les permitieran perfeccionar sus obras, e incluso escribir tratados sobre
cómo debían ser éstas. En la escultura, se comenzaron a cuidar las proporciones
armoniosas del cuerpo humano.
En la arquitectura, se introdujeron elementos grecorromanos: arcos de medio punto,
columnas, cúpulas, entre otros. En la pintura, comenzaron a cobrar importancia la
proporción, las relaciones con el mundo de la geometría, nociones de simetría y
perspectiva. Así, por ejemplo, además del alto y el ancho, empezaron a verse en las
obras imágenes que sugerían la “profundidad”, en diversos planos.

La Creación de Miguel Ángel

La Ultima Cena de Leonardo Da Vinci


EL RENACIMIENTO EN EL RESTO DE EUROPA: LETRAS, ESCULTURA,
ARQUITECTURA Y PENSAMIENTO

ERASMO Y RABELAIS. Erasmo de Rotterdam (1466-1536) fue considerado el


hombre más culto de su siglo. De un espíritu agudísimo que lo llevó a utilizar la sátira y
la ironía en sus burlas contra los defectos del clero y de la nobleza, fue uno de los
causantes indirectos de la Reforma por la protesta constante contra la sociedad de su
tiempo. Sin embargo, fue enemigo de Lutero, a quien criticaba por su intolerancia.
Escribió Elogio de la locura o Encomio de la sandez, que es una despiadada sátira
contra la sociedad de su tiempo. Su influencia llegó a todos los rincones de Europa. En
Francia el renacimiento literario tuvo en Francisco Rabelais (1483-1553) uno de sus
mejores protagonistas.

Era contemporáneo de Erasmo y recibió protección del rey Francisco I, gran


enamorado de las artes y las letras, que había creado el Colegio de Francia. Rabelais era
hombre muy agudo y culto, pero satírico implacable y persona de diversas ocupaciones,
pues fue poeta, médico, monje y jurisconsulto.

Murió siendo párroco de Meudon. Su obra más conocida es la titulada El Gigante


Gargantúa y su hijo Pantagruel, ambos grandes comilones y amantes de la buena vida.
En esta novela se burla de los defectos corrientes de su época, sin respetar siquiera los
temas religiosos. Contemporáneos de Rabelais fueron los hombres de “La Pléyade”,
entre los cuales estaba el poeta Pedro Ronsard (1525-1585), gran entusiasta de los
clásicos. Montaigne (1533-1592) alcanzó celebridad al escribir Los Ensayos, una obra
de crítica que contiene altos conceptos filosóficos.

En Alemania, el Renacimiento fue más tardío y coincidió con las convulsiones de la


Reforma. Un poeta, Hans Sachs, inmortalizado más tarde por Wagner, fue el autor de
Los Maestros cantores, obra que se inspiró en los “minnensingers” medievales.
Portugal, que se había lanzado a la gran aventura del descubrimiento del camino de las
Indias por las rutas del Sur, tuvo también su gran poeta íntimamente ligado a las
aventuras que vivió su país. La vida de Luis de Camoens (1524-1580) fue apasionante.

Perdió el ojo derecho peleando en África, fue a las Indias y naufragó, estuvo preso y,
como todos los grandes genios, sufrió calamidades sin cuento hasta su muerte, que le
encontró pobre y completamente ignorado. Cuando su buque se hundió, Camoens, a
costa de grandes apuros consiguió salvar su gran poema Os Lusiadas, es decir las
hazañas de los portugueses en la conquista de la India. Sus principales protagonistas son
Vasco de Gama y su protectora, la diosa Venus.

SHAKESPEARE. Las Islas Británicas vivieron bastante alejadas de la Italia


renacentista y su evolución política e histórica fue poco influida por el movimiento
italiano. Sin embargo, en el siglo XIV Godofredo Chaucer, que había viajado por Italia
como paje de Eduardo III, escribió una obra que imitaba al Decamerón de Bocaccio,
Los cuentos de Canterbury. A fines del siglo XVI apareció la figura extraordinaria de
Guillermo Shakespeare. Había nacido en Straford en 1564 y murió en la misma ciudad
en 1616, el mismo día, según se cree, que falleció Cervantes. El teatro, que en la Edad
Media se limitó a representar autos sacramentales, es decir, escenificaciones de vidas o
milagros de santos, en la puerta de las catedrales, tuvo en Inglaterra una aparición
espléndida y pronta en la obra de Shakespeare.

Muy joven entró como apuntador en una compañía de cómicos que recorrían los
pueblos. Fue autor y actor al mismo tiempo y fundó más tarde un teatro llamado “El
Globo”. Su vida fue triunfal a partir de los primeros éxitos y consiguió fama, honores y
riquezas. Sus obras conocidas son treinta y cinco. Algunas son tragedias, como Hamlet,
la historia del desgraciado príncipe de Dinamarca, los amores infelices de Romeo y
Julieta, los celos de Otelo, la ambición de Macbeth, etc. Enrique IV y Ricardo III son
dramas nacionales, históricos.

Y, finalmente, son comedias Las alegres comadres de Windsor, El sueño de una noche
de verano, La Tempestad, El mercader de Venecia, etc. En algunos casos la ópera y en
otros el cine han popularizado hasta nuestros días la obra del gran poeta inglés. El Siglo
de Oro español Durante el siglo XVI y parte del XVII España conoció su máximo
esplendor y el comienzo de su ruina. Los imperios de Carlos I y Felipe II se habían
extendido por todas las partes del orbe.

Sus nombres eran respetados y temidos. Carlos II el Hechizado, el último de los


Austrias, era ya un deshecho humano. El siglo XVIII amaneció con sombrías
perspectivas. España dejó de ser temida y respetada, y a consecuencia de este hecho los
seculares enemigos, los que habían de tejer la “leyenda negra” e impedir todo
resurgimiento posterior, levantaron la cabeza, especialmente a partir de la batalla de
Rocroy al advertir que los tercios españoles podían ser vencidos.

Y en los mares, los buques ingleses, franceses y holandeses, por primera vez en muchos
años pusieron en fuga a los de España. Este esplendor y exuberancia de poder al cual
siguió la decadencia, coincidió con una altísima expresión cultural como no se ha vuelto
a dar en España. Todas las ciencias y las artes cobraron un impulso extraordinario.
Nombres ilustres en las letras, en el arte y en el pensamiento se reunieron para aportar
conceptos y formas originales.

La reunión de estos hombres y su obra ha dado origen a la expresión “Siglo de Oro”,


aunque el lapso de tiempo que duró este auténtico renacimiento español casi alcanzara
los doscientos años. Cuando la decadencia política era manifiesta y las dificultades
sociales y económicas graves, aún continuaba en el campo del pensamiento y del arte el
movimiento ascensional que no cesó, prácticamente, hasta el siglo XVIII. La influencia
que este movimiento tuvo en el resto de Europa fue considerable.

ARQUITECTURA Y ESCULTURA. La catedral de Segovia y la Nueva de Salamanca


fueron construidas durante el siglo XV, y a pesar de ello se levantaron según las normas
del estilo gótico. Éste fue evolucionando y dio lugar al llamado estilo plateresco, que se
caracteriza porque sus formas generales y trazado de arcos y puertas es netamente
gótico, pero al que se le han añadido un exceso de adornos y elementos accesorios. Por
su semejanza a la labor de los plateros recibió el nombre de plateresco.

Las universidades de Salamanca y Alcalá, así como el Ayuntamiento de Sevilla


pertenecen a este estilo que es de pura transición. Durante el reinado de Carlos I penetró
en España el estilo renacentista. Por esta razón, el césar Carlos mandó construir, según
líneas clásicas, el Alcázar de Toledo y el palacio anexo al de la Alhambra de Granada.

La lonja de Zaragoza y la catedral de Málaga, debida ésta a Diego de Siloé, pertenecen


al mismo gusto. En cambio, Felipe II, uno de los monarcas más severos y sencillos que
ha tenido España, se sintió íntimamente compenetrado con las ideas de Juan de Herrera
(1530-1597) y aprobó con ilusión los planos del Monasterio de San Lorenzo de El
Escorial. Es sabido que el rey Prudente gustaba de contemplar cómo se iba levantando
la enorme mole de piedra sentado en un lugar que hoy es conocido con el nombre de
“silla de Felipe II”.

La Plaza Mayor de Madrid, cerrada por grandes soportales y flanqueada por torres que
semejan las de El Escorial, fue construida según el más puro estilo herreriano. Cuando
el gusto barroco se introdujo en España, pareció que se remozaba el estilo isabelino y
plateresco, si bien con mayor profusión de formas curvas y opulentas. Su manifestación
más típica fue el estilo “churrigueresco”, llamado así por ser debido al arquitecto
salmantino José de Churriguera (1650- 1723). Las torres de la catedral de Salamanca
son obra suya, y al mismo estilo pertenecen la fachada de la catedral de Santiago, el
Pilar de Zaragoza y, ya en el siglo XVIII, la fachada del palacio del marqués de Dos
Aguas, y otras.

La escultura de esta época o tiene un carácter exclusivamente religioso o está al


servicio de la nobleza, y se manifiesta por medio de sepulcros o en la ornamentación de
palacios. Los desnudos y la belleza desenfadada, naturalista y libre de los renacentistas
italianos no encontraron eco en España. Alonso Berruguete había sido discípulo de
Miguel Ángel, a pesar de lo cual sus figuras muestran la severidad típica de la época de
los Austrias.

La imaginería religiosa tuvo sus mejores representantes en Gregorio Hernández, Juan


Martínez Montañés y Alonso Cano. Algunas de sus numerosas esculturas policromadas
aún se muestran al fervor de los creyentes durante las procesiones de la Semana Santa
española. El arte de la orfebrería fue cultivado por Juan de Arfe (1535- 1602), a quien se
debe la maravillosa custodia de la catedral de Toledo, conceptuada como la más rica de
cuantas existen en el mundo. Otras manifestaciones de tipo artístico entroncadas con la
artesanía, como la fabricación de tapices, las cerámicas, etc., tuvieron en esta época
protección real y gran fama, incluso fuera de España.

EL PENSAMIENTO. El Siglo de Oro en el campo intelectual fue eminentemente


católico. El protestantismo sólo se dio en España en brotes aislados que la Inquisición y
el poder real sofocaron con mano dura y gran rapidez. Si Felipe II hubiese tenido un
hijo protestante, no hubiese dudado en llevarlo a la hoguera y prender fuego a la pira.

Esta intransigencia llevada a veces hasta la saña, evitó a España las cruentas guerras de
religión que ensangrentaron otros países, pero contribuyó a aumentar la posición de
intolerancia que, a la larga, la mantuvo alejada de Europa. Por esta razón la filosofía
española no fue casi nunca heterodoxa, y aunque se apartó algo del puro escolasticismo
fue tomista en esencia. La Filosofía íntimamente unida a la Religión dio, en el Concilio
de Trento, nombres famosos como Melchor Cano y Francisco de Soto, domínicos, y
Diego Laínez, jesuita.

Más avanzado en sus concepciones y más influido por corrientes renacentistas fue
Francisco de Vitoria, también domínico. Comparable a él fue el jesuita Francisco
Suárez, llamado en su época “Doctor Eximius”. Anterior a todos ellos, y claramente
influido por el pensamiento de Erasmo de Rotterdam, vivió el valenciano Luis Vives
(1492-1540) que viajó mucho por Europa y fue profesor en las universidades de
Lovaina y Oxford, residió largo tiempo en Brujas e intervino en el pleito de separación
entre Catalina de Aragón y Enrique VIII de Inglaterra. Vives fue un gran pedagogo que
sentó las bases de la moderna Psicología con sus estudios sobre la atención.

Fue contemporáneo de los Reyes Católicos. Un desarrollo político tan considerable


como tuvo el Imperio Español debía plantear problemas jurídicos de importancia. De
ahí que surgieran figuran notables en el campo del Derecho, como fueron el P. Vitoria,
ya citado, que es el auténtico creador del Derecho Internacional.

Los malos tratos que recibieron los indígenas de América preocuparon a fray
Bartolomé de las Casas, que protestó ante la Corona, mas a pesar de sus quejas y las
disposiciones reales, los malos tratos continuaron en tal forma que motivaron la petición
de importar negros del África a fin de librar a los indios de la dureza de los
colonizadores.

Este sacerdote domínico cruzó catorce veces el Atlántico llevado por el celo de que los
indios viviesen y fuesen tratados como seres humanos. Se ha dicho si las denuncias de
fray Bartolomé fueron exageradas, pero es lo cierto que entre las cédulas y
disposiciones reales respecto al trato de los indios y la conducta de algunos
gobernadores existía un abismo. El llamado hoy “problema social” preocupó en aquel
tiempo a hombres como Ginés de Sepúlveda, Salgado Somoza y Saavedra Fajardo, éste,
notable literato.

El historiador más conocido y famoso del Siglo de Oro fue el P. Juan de Mariana
(1537-1624), pero su Historia de España no es una obra de investigación erudita, cosa
que el autor tampoco se propuso, sino un relato en el cual incluso inventa discursos o
frases que imagina pudieron pronunciar los personajes famosos. En otra de sus obras,
De rege et regis institutione, se pregunta si es lícito matar al tirano, y contesta
afirmativamente coincidiendo con la atrevida tesis que también sustentaba el P. Vitoria.
Los historiadores fueron numerosos y entre ellos se debe mencionar a Florián de
Ocampo y Jerónimo de Zurita, autor éste de los Anales de Aragón, que escribió en
forma mucho más objetiva e imparcial que el P. Mariana. Francisco de Moncada narró
las hazañas de los aragoneses y catalanes en Oriente basándose en testimonios y
crónicas de la época. Diego Hurtado de Mendoza hizo lo mismo con la guerra de los
moriscos de Granada, y Francisco Manuel de Melo historió la guerra de Cataluña.

Saavedra Fajardo (1584-1648) fue un pensador más que un historiador. Vivió en


tiempo de Felipe IV, y en sus Empresas políticas realiza un verdadero ensayo sobre las
cualidades que ha de reunir un buen gobernante. Los que vivieron las grandes hazañas
de la conquista de América dejaron buen número de tratados, como las Cartas de
Relaciones, de Hernán Cortés, aunque son más interesantes las narraciones del soldado
Bernal Díaz del Castillo, que acompañó al conquistador de México.

El inca Garcilaso escribió la Historia de la Florida; Antonio de Solís, La conquista de


México; López de Gomara, Historia general de las Indias, etcétera. Tantos viajes y
descubrimientos dieron un impulso extraordinario a la Geografía.

El procedimiento o sistema de proyección llamado de Mercator fue ideado


primeramente por un español: García Torreno. El primer mapamundi fue dibujado por
el navegante y piloto Juan de la Cosa, el primer atlas por García Céspedes, los primeros
intentos de medir longitudes se deben a Alonso de Santa Cruz, y fueron los españoles
quienes intentaron abrir el canal de Panamá ya a raíz del descubrimiento del Pacífico.

Durante estos dos siglos, XVI y XVII, el Atlántico fue surcado preferentemente por
naves españolas, que fueron también las primeras en iniciar la ruta del Asia a partir de
las costas americanas del Pacífico. Este auge cultural en todos sentidos fue preparado
por las Universidades españolas, que en el siglo XVI tuvieron fama internacional.

Salamanca llegó a contar con unos 8.000 alumnos. No siempre la grey estudiantil
estuvo a la altura de sus maestros, ni esta proliferación de hijos de señores o de nobles
que se entregaron a los estudios lo hicieron con verdaderos deseos de contribuir a la
cultura patria. Al lado de ellos surgió la figura del estudiante humilde, tenaz e
inteligente, que lograba alcanzar un puesto notable, pero también el que dio origen a una
parte muy considerable de la “picaresca” y que en El Buscón, de Quevedo, se retrata
con una crudeza impresionante.

El número de centros culturales que se fundaron en este período fue considerable. La


Escuela de Náutica y de Cartografía dependiente de la Casa de Contratación de Sevilla,
que a su vez entendía todo lo que se relacionaba con América, las Academias de
Ciencias y Matemáticas, el Museo de Ciencias Naturales, el Jardín Botánico de
Aranjuez, la Biblioteca de El Escorial, la Biblioteca Colombina de Sevilla, fundada por
Fernando Colón, hijo del descubridor, el Archivo de Simancas, que actualmente
conserva inapreciables documentos sobre la conquista y la colonización, etcétera.

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