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Instituto de Educación Superior del Centro de la

Republica “Dr. Ángel Diego Márquez”

“Cultura y política cultural:


el rol del Gestor Cultural”

Carrera: Técnico Superior en Bibliotecología con Orientació n


Socioeducativa

Cátedra: Gestió n cultural

Profesor: Griffa, Marcos

Curso: 3er. Añ o.

Estudiante: Pereyra, Darío A.


“La cultura es aquel agente que establece y regula la forma en la que se practican las relaciones
sociales. La cultura preexiste a los sujetos y éstos se constituyen, al interior de ellas, a partir de sus
regulaciones y discursos. La cultura produce deseos, leyes y prácticas desde los cuales se generan
las estructuras del sentir y del pensar en las subjetividades que las habitan” (Williams, [1977]
2009).
La UNESCO sugiere una síntesis cuando dice que: “La cultura definida únicamente a partir de
criterios estéticos no expresa la realidad de otras formas culturales. Hay una tendencia unánime a
favor de una definición socio antropológica de la cultura que abarque los rasgos existenciales, es
decir, concretos, de pueblos enteros: los modos de vida y producción, los sistemas de valores, las
opiniones, las creencias, etc.”
Planteada desde esta óptica, se hacen claros tres aspectos del concepto de cultura que lo
recuperan como una noción valiosa:
• Su universalismo, esto es, todos los grupos humanos tienen una cultura, pretexto que reafirma el
carácter común de lo humano sin más.
• La cultura es una evidencia de organización, ya que todas poseen una coherencia y una
estructura propias, donde la generalidad de lo común a lo humano se traduce en la especificidad
de los elementos, instituciones, lengua y costumbres propias de cada grupo.
• La misma capacidad creativa del hombre, cada cultura es el producto, como resultado de un
proceso temporal, del trabajo sostenido por sentimientos y esfuerzos para materializar los valores
del grupo, la tribu, la comunidad, la región, la etnia o la nación.
“Podemos proponer pensar el concepto de cultura como la forma integral de vida creada
histórica y socialmente por una comunidad de acuerdo con la forma peculiar en que resuelve o
entabla las relaciones (con la naturaleza o el espacio que habita; de los hombres entre sí dentro de
una misma comunidad; con otras comunidades; con el ámbito de lo sobrenatural y la divinidad, y
las maneras de construir, intuir o imaginar el misterio)”. (Garreta, 2004)
“Por tanto, lejos de entenderla como una instancia encargada solamente de simbolizar lo
existente, la cultura debe concebirse como un dispositivo que contribuye a producir la realidad y
que funciona como un soporte de la misma. Cualquier proyecto de política cultural debe entender
la cultura no tanto por las imágenes que representa sino por lo que hace y lo que buena parte de la
cultura hace es producir sujetos y producir (y reproducir) relaciones sociales.” (Vich, 2013)
Sin el conocimiento previo de estos conceptos, si hacemos una encuesta en nuestra
comunidad, veremos que la concepción que tiene gran parte de la sociedad es que la cultura es
solamente aquello que proviene de la academia, producto de gente privilegiada, de eruditos. Está
asociada solamente a un estrato social, a uno superior. Se separa lo culto (de hecho, el significado
de culto es “que tiene cultura”) de lo popular. Sucede con todos los elementos que hacen a la
cultura: la literatura, el cine, y todas las expresiones artísticas. Separamos a la música clásica, de la
música popular, por ejemplo.
“Cuestionar a todas aquellas teorías que continúan definiendo a la cultura como un campo
independiente y autónomo en el devenir social. Desde Weber sabemos bien que fue el discurso de
la modernidad el que desligó al ámbito cultural de su inserción en todas las dimensiones de la vida
social, el que segmentó al conocimiento y el que construyó el espacio del arte como un lugar
autónomo. Fue, en efecto, la modernidad la que inventó las esferas sociales (la política, la
economía, la cultura) como lugares cerrados y autosuficientes, y fue ella la que restringió la
entrada a ellas sólo a los especialistas” (Grimson 2011, 39–40).
De la misma manera sucedía con la visión que se tenía sobre las bibliotecas. Históricamente,
solamente eran lugares que se caracterizaban por resguardar esa cultura. Lugares a los que sólo
un sector de la sociedad tenía acceso. Eran espacios estáticos, sólo de reproducción y
caracterizados por el orden y el silencio.
“Desculturalizar la cultura es posicionar a la cultura como un agente de transformación social y
revelar las dimensiones culturales de fenómenos aparentemente no culturales. La cultura es algo
que sirve para algo y que podemos utilizarla como un recurso con diferentes propósitos de
intervención social” (Yúdice 2003; Sommer 2006).
Con la biblioteca se empezó a hacer lo mismo, “desbibliotecar la biblioteca”. Dejar de tener esa
visión primitiva de la misma, y empezar a utilizarla como un agente y un medio de transformación
social, abrirse a la comunidad toda, y brindar un abanico de posibilidades nuevas que antes no se
tenían en cuenta desde este espacio.
El bibliotecario ya no es más esa persona seria que sólo presta y guarda libros, o que nos
orienta en la elección de un material bibliográfico. Su labor ahora comprende fomentar la lectura y
demás técnicas aptas para la investigación, formar parte de un lugar de consulta y recreación,
promover la difusión de la cultura y la educación permanente. En donde, además, tiene la misión
de promover el acceso y desarrollo de la cultura y la lectura en la comunidad en la que se inserta,
difundiendo el conocimiento y la información, y potenciando fundamentalmente el arte en sus
distintas formas de expresión. Coordinar y gestionar con diferentes áreas actividades en conjunto,
para fomentar una mayor participación pública.
El bibliotecario es un gestor cultural, por lo tanto, es el encargado de generar y desarrollar
políticas culturales.
“Las políticas culturales deben tener como primer objetivo posicionar a la cultura como una
dimensión transversal de todas las políticas de gobierno, pues aquellos proyectos de desarrollo que
no estén acompañados del intento por producir una transformación en los imaginarios sociales
tendrán siempre un impacto muy limitado. En ese sentido, construir un proyecto de política cultural
implica la voluntad de trabajar no solamente con el sector cultural, sino de generar articulaciones
con todo tipo de actores sociales. Un proyecto exitoso de política cultural es aquel que ha podido
articular en su trabajo a actores diversos y aquel que entiende a la cultura como la generación de
un proceso y no sólo de un evento. Las políticas culturales deben tener claro dónde intervenir, por
qué hacerlo y cuáles son los objetivos por lograr.” (Vich, 2013)
“en el momento de diseñar políticas culturales es necesario tener en cuenta y conocer la
variedad cultural de los destinatarios, la complejidad del territorio y su gente, la multiplicidad de
instituciones” (Olmos, 2003). Desarrollar las políticas culturales es parte del trabajo del gestor
cultural, y saber cuáles aplicar y en qué momento aplicarlas, también.
El rol de la biblioteca como centro cultural, y del bibliotecario como gestor cultural, es estar
siempre actualizados y abiertos a los nuevos desafíos, proporcionar recursos y servicios suficientes
y de calidad, apoyar y promover actividades formativas, conocer a la sociedad en la que se
encuentra inmerso, sus necesidades, mantener un canal de comunicación fluido, y estar dispuesto
a hacer y generar cambios que permitan diseñar y desarrollar políticas culturales acordes a los
menesteres de la comunidad.
La Biblioteca es un espacio de educación, cultura popular y del ocio creativo y recreativo, una
comunidad abierta de aprendizaje que brinda a la comunidad un lugar para el intercambio, la
diversidad y la convivencia.
Bibliografía:

 Vich, V. (2013). Desculturalizar la cultura: Retos actuales de las políticas culturales. Latin


American Research Review, 48, 129-139.
 Olmos, H. A. (2004). Políticas culturales y gestión. El gestor cultural. Ideas y experiencias
para su capacitación.
 Garreta, M. (2004). La acción sociocultural en una sociedad compleja. El gestor cultural.
Ideas y experiencias para su capacitación.
 Palmeiro, G., Hendler, A. M. (2004). Ciclo vital: saberes, prácticas y calidad de vida. Aportes
para la gestión cultural. El gestor cultural. Ideas y experiencias para su capacitación.

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