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Este documento discute el rol del gestor cultural y las políticas culturales. Define la cultura como la forma de vida creada históricamente por una comunidad y cómo produce subjetividades. Explica que el gestor cultural, como el bibliotecario, debe promover el acceso a la cultura en la comunidad y diseñar políticas culturales acordes a sus necesidades. Finalmente, destaca que la biblioteca debe ser un espacio educativo y cultural abierto a toda la comunidad.
Este documento discute el rol del gestor cultural y las políticas culturales. Define la cultura como la forma de vida creada históricamente por una comunidad y cómo produce subjetividades. Explica que el gestor cultural, como el bibliotecario, debe promover el acceso a la cultura en la comunidad y diseñar políticas culturales acordes a sus necesidades. Finalmente, destaca que la biblioteca debe ser un espacio educativo y cultural abierto a toda la comunidad.
Este documento discute el rol del gestor cultural y las políticas culturales. Define la cultura como la forma de vida creada históricamente por una comunidad y cómo produce subjetividades. Explica que el gestor cultural, como el bibliotecario, debe promover el acceso a la cultura en la comunidad y diseñar políticas culturales acordes a sus necesidades. Finalmente, destaca que la biblioteca debe ser un espacio educativo y cultural abierto a toda la comunidad.
Carrera: Técnico Superior en Bibliotecología con Orientació n
Socioeducativa
Cátedra: Gestió n cultural
Profesor: Griffa, Marcos
Curso: 3er. Añ o.
Estudiante: Pereyra, Darío A.
“La cultura es aquel agente que establece y regula la forma en la que se practican las relaciones sociales. La cultura preexiste a los sujetos y éstos se constituyen, al interior de ellas, a partir de sus regulaciones y discursos. La cultura produce deseos, leyes y prácticas desde los cuales se generan las estructuras del sentir y del pensar en las subjetividades que las habitan” (Williams, [1977] 2009). La UNESCO sugiere una síntesis cuando dice que: “La cultura definida únicamente a partir de criterios estéticos no expresa la realidad de otras formas culturales. Hay una tendencia unánime a favor de una definición socio antropológica de la cultura que abarque los rasgos existenciales, es decir, concretos, de pueblos enteros: los modos de vida y producción, los sistemas de valores, las opiniones, las creencias, etc.” Planteada desde esta óptica, se hacen claros tres aspectos del concepto de cultura que lo recuperan como una noción valiosa: • Su universalismo, esto es, todos los grupos humanos tienen una cultura, pretexto que reafirma el carácter común de lo humano sin más. • La cultura es una evidencia de organización, ya que todas poseen una coherencia y una estructura propias, donde la generalidad de lo común a lo humano se traduce en la especificidad de los elementos, instituciones, lengua y costumbres propias de cada grupo. • La misma capacidad creativa del hombre, cada cultura es el producto, como resultado de un proceso temporal, del trabajo sostenido por sentimientos y esfuerzos para materializar los valores del grupo, la tribu, la comunidad, la región, la etnia o la nación. “Podemos proponer pensar el concepto de cultura como la forma integral de vida creada histórica y socialmente por una comunidad de acuerdo con la forma peculiar en que resuelve o entabla las relaciones (con la naturaleza o el espacio que habita; de los hombres entre sí dentro de una misma comunidad; con otras comunidades; con el ámbito de lo sobrenatural y la divinidad, y las maneras de construir, intuir o imaginar el misterio)”. (Garreta, 2004) “Por tanto, lejos de entenderla como una instancia encargada solamente de simbolizar lo existente, la cultura debe concebirse como un dispositivo que contribuye a producir la realidad y que funciona como un soporte de la misma. Cualquier proyecto de política cultural debe entender la cultura no tanto por las imágenes que representa sino por lo que hace y lo que buena parte de la cultura hace es producir sujetos y producir (y reproducir) relaciones sociales.” (Vich, 2013) Sin el conocimiento previo de estos conceptos, si hacemos una encuesta en nuestra comunidad, veremos que la concepción que tiene gran parte de la sociedad es que la cultura es solamente aquello que proviene de la academia, producto de gente privilegiada, de eruditos. Está asociada solamente a un estrato social, a uno superior. Se separa lo culto (de hecho, el significado de culto es “que tiene cultura”) de lo popular. Sucede con todos los elementos que hacen a la cultura: la literatura, el cine, y todas las expresiones artísticas. Separamos a la música clásica, de la música popular, por ejemplo. “Cuestionar a todas aquellas teorías que continúan definiendo a la cultura como un campo independiente y autónomo en el devenir social. Desde Weber sabemos bien que fue el discurso de la modernidad el que desligó al ámbito cultural de su inserción en todas las dimensiones de la vida social, el que segmentó al conocimiento y el que construyó el espacio del arte como un lugar autónomo. Fue, en efecto, la modernidad la que inventó las esferas sociales (la política, la economía, la cultura) como lugares cerrados y autosuficientes, y fue ella la que restringió la entrada a ellas sólo a los especialistas” (Grimson 2011, 39–40). De la misma manera sucedía con la visión que se tenía sobre las bibliotecas. Históricamente, solamente eran lugares que se caracterizaban por resguardar esa cultura. Lugares a los que sólo un sector de la sociedad tenía acceso. Eran espacios estáticos, sólo de reproducción y caracterizados por el orden y el silencio. “Desculturalizar la cultura es posicionar a la cultura como un agente de transformación social y revelar las dimensiones culturales de fenómenos aparentemente no culturales. La cultura es algo que sirve para algo y que podemos utilizarla como un recurso con diferentes propósitos de intervención social” (Yúdice 2003; Sommer 2006). Con la biblioteca se empezó a hacer lo mismo, “desbibliotecar la biblioteca”. Dejar de tener esa visión primitiva de la misma, y empezar a utilizarla como un agente y un medio de transformación social, abrirse a la comunidad toda, y brindar un abanico de posibilidades nuevas que antes no se tenían en cuenta desde este espacio. El bibliotecario ya no es más esa persona seria que sólo presta y guarda libros, o que nos orienta en la elección de un material bibliográfico. Su labor ahora comprende fomentar la lectura y demás técnicas aptas para la investigación, formar parte de un lugar de consulta y recreación, promover la difusión de la cultura y la educación permanente. En donde, además, tiene la misión de promover el acceso y desarrollo de la cultura y la lectura en la comunidad en la que se inserta, difundiendo el conocimiento y la información, y potenciando fundamentalmente el arte en sus distintas formas de expresión. Coordinar y gestionar con diferentes áreas actividades en conjunto, para fomentar una mayor participación pública. El bibliotecario es un gestor cultural, por lo tanto, es el encargado de generar y desarrollar políticas culturales. “Las políticas culturales deben tener como primer objetivo posicionar a la cultura como una dimensión transversal de todas las políticas de gobierno, pues aquellos proyectos de desarrollo que no estén acompañados del intento por producir una transformación en los imaginarios sociales tendrán siempre un impacto muy limitado. En ese sentido, construir un proyecto de política cultural implica la voluntad de trabajar no solamente con el sector cultural, sino de generar articulaciones con todo tipo de actores sociales. Un proyecto exitoso de política cultural es aquel que ha podido articular en su trabajo a actores diversos y aquel que entiende a la cultura como la generación de un proceso y no sólo de un evento. Las políticas culturales deben tener claro dónde intervenir, por qué hacerlo y cuáles son los objetivos por lograr.” (Vich, 2013) “en el momento de diseñar políticas culturales es necesario tener en cuenta y conocer la variedad cultural de los destinatarios, la complejidad del territorio y su gente, la multiplicidad de instituciones” (Olmos, 2003). Desarrollar las políticas culturales es parte del trabajo del gestor cultural, y saber cuáles aplicar y en qué momento aplicarlas, también. El rol de la biblioteca como centro cultural, y del bibliotecario como gestor cultural, es estar siempre actualizados y abiertos a los nuevos desafíos, proporcionar recursos y servicios suficientes y de calidad, apoyar y promover actividades formativas, conocer a la sociedad en la que se encuentra inmerso, sus necesidades, mantener un canal de comunicación fluido, y estar dispuesto a hacer y generar cambios que permitan diseñar y desarrollar políticas culturales acordes a los menesteres de la comunidad. La Biblioteca es un espacio de educación, cultura popular y del ocio creativo y recreativo, una comunidad abierta de aprendizaje que brinda a la comunidad un lugar para el intercambio, la diversidad y la convivencia. Bibliografía:
Vich, V. (2013). Desculturalizar la cultura: Retos actuales de las políticas culturales. Latin
American Research Review, 48, 129-139. Olmos, H. A. (2004). Políticas culturales y gestión. El gestor cultural. Ideas y experiencias para su capacitación. Garreta, M. (2004). La acción sociocultural en una sociedad compleja. El gestor cultural. Ideas y experiencias para su capacitación. Palmeiro, G., Hendler, A. M. (2004). Ciclo vital: saberes, prácticas y calidad de vida. Aportes para la gestión cultural. El gestor cultural. Ideas y experiencias para su capacitación.