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Análisis de Las Viajadas: más perdidas que encontradas (2011, dir.

Cecilia
Agüero – Gabriel Dalla Torre)

A lo largo de ocho capítulos, Las Viajadas: más perdidas que encontradas se


configura como un discurso televisivo que aborda la(s) historia(s) de un grupo de
mujeres transexuales de la provincia de Mendoza, Argentina. El punto de partida es
Rubí, Roby en el primer capítulo de la serie, una adolescente transexual de dieciséis
años que tras un confuso episodio donde su pareja resulta asesinada y todas las
miradas apuntan hacia ella, decide huir de San Rafael, su pueblo natal, y radicarse en
la ciudad de Mendoza.
Frente a la posibilidad de un nuevo comienzo, Rubí decide cambiar de género.
En este sentido, la joven expone:

“Rubí: Voy hacia la transformación, tengo que adecuar mi cuerpo, mi


cara a lo que siento. En una nueva ciudad puedo ser otro, otra, otras. ¿Cuándo
empieza exactamente mi historia?”

Atendiendo a esta cuestión, se podría considerar que Las Viajadas: más


perdidas que encontradas se configura como un relato de iniciación, ya que
generalmente este tipo de narraciones

“muestran a un joven protagonista experimentando un cambio


significativo de conocimiento sobre el mundo o sobre sí mismo, o un cambio de
carácter, o ambos, y dicho cambio debería apuntar o dirigirlo hacia el mundo
adulto. Puede o no contener alguna forma de ritual, pero sí debe dar alguna
evidencia de que el cambio es al menos probable de generar efectos
permanentes.” (Marcus, 1960, p. 222)1

Sin embargo, Aponte (1983) afirma que dichos relatos no suelen recrear
directamente el proceso psicológico de autoconocimiento que se emprende en la
transición a la madurez, sino que “ofrece ejemplos de la iniciación definitiva implícita
en el abandono irrevocable del mundo conocido a favor de otro desconocido y
radicalmente distinto.” (p.130)
1
Traducción propia.
Bajo esta línea, Las Viajadas… despliega una serie de tramas y narrativas en
las a partir de las ruinas de su viejo yo, de la huida y del inicio de su viaje, Rubí se
construye una (nueva) identidad que se define por un nuevo acto performativo. La
protagonista deja atrás las formas de actuar, de vincularse y de ganarse la vida de
Roby para emprender una transición que le da un cuerpo intervenido de acuerdo a su
deseo y a la norma en la que se instauran o se configuran las corporalidades travestis-
trans que la rodean. Y a partir de esa construcción o transición en la que se emprende
Rubí, se evidencia la configuración de su proceso de representación, ya que, tal como
propone Teresa de Laurentis (1989), el género es una práctica representativa y su
representación de su construcción.
En este sentido, en el primer capítulo Rubí expone su ferviente deseo de
construirse en un nuevo género y en un nuevo cuerpo. Dicha cuestión se desarrollará
en los episodios subsiguientes, no solamente obteniendo aquello que deseó ser, sino
también ingresando a un nuevo grupo de pertenencia, a una nueva familia y a una
nueva profesión. En relación a esta dinámica, se ponen en manifiesto los tres
elementos temáticos comunes a todos los relatos de iniciación

“un deseo obsesivo y misterioso que posee al protagonista y determina


el curso de la acción, un obstáculo que se opone al cumplimiento del deseo; y
un final abrupto, en el que el protagonista se lanza a su meta sin posibilidad de
retorno.” (Aponte, 1983, p.130)

Frente a esta cuestión, y retomando lo ya expuesto, es posible observar que


ante su deseo de asumir un identidad travesti-trans y de convertirse en escritora, Rubí
escapa de su pueblo, se acerca a “la Nikki”, una mujer transexual más grande que ella,
e insiste para que le brinde alojamiento. Asimismo, la protagonista persiste en su tarea
diaria de escritura para llegar a convertirse en la escritora profesional que ansía ser.
No hay, por lo tanto, dubitaciones acerca de sus anhelos, sino que, por el contrario, se
revelan como determinaciones profundamente marcadas.
Atendiendo a los obstáculos que se oponen al cumplimiento de su deseo se
podría dar cuenta de la (breve) reticencia de “la Nikki” a brindarle hogar, la
investigación policial en la que se ve involucrada y, fundamentalmente, el aparato
cívico-policial de la ciudad de Mendoza que pone en peligro la integridad física de las
mujeres travesti-trans.
Sin embargo, como en todo relato de iniciación, el proceso de transformación
en el que se emprende Rubí no ocurre en el aislamiento o en la soledad, sino que, en
el camino hacia su nueva vida e identidad, la joven se encuentra con un grupo de
mujeres transexuales que le brindan contención y le enseñan acerca de las prácticas
performativas del cuerpo, a ser mirada, a procurarse una vida, a manejar a los
hombres y a defenderse de la violencia trans-odiante.
Así, retomando la idea del final abrupto y la consumación de la meta sin
posibilidad de retorno a la que se lanzan los y las protagonistas de los relatos de
iniciación, Rubí logra ser preparada para ingresar a la vida adulta, el inicio de un nuevo
viaje y una carrera como escritora.

Retomando la idea planteada anteriormente, los vínculos y las redes de


contención y complicidad que la protagonista establece con las otras mujeres se
constituyen como funciones imprescindibles para su propio proceso de representación,
entendiendo dicho concepto como una práctica de construcción-y deconstrucción-. Por
lo tanto, es importante destacar las figuras que conforman la nueva existencia de Rubí
como así también los vínculos que se entablan en ese nuevo espacio donde se
desarrolla su nueva familia.
Por un lado, la figura materna se personifica en “La Nikki”, una transexual de
cuarenta años, dueña de la casa donde se alberga la protagonista y quien le brinda las
principales enseñanzas, trucos performativos y consejos de supervivencia que debe
atender en su nueva vida travesti, así como también es quien le da un nuevo nombre
de bautismo. Por otra parte, encontramos a “La Pabla”, luego Nicole, quien se
proyecta como una hermana de la protagonista. Dicho personaje se configura desde
un lugar de par; al igual que Rubí se encuentra iniciando su transición y es receptora
de la maternidad de “La Nikki”; recibe un nombre, sus consejos y sus retos. En este
sentido, ambas jóvenes entablan una complicidad sentada en la picardía, la rebeldía y
el desatino adolescente; se involucran en acciones vinculadas a las travesuras, robos
y fiestas que no solamente profundizan el vínculo de sororidad, sino que también se
proyecta como el espacio de respaldo y seguridad ante los peligros que se les
presentan.
Del mismo modo, es posible reconocer otras figuras de parentesco como “La
Biuty”, quien encarna a una tía vieja que participa y es artífice del nacimiento de los
nuevos cuerpos travestis; como también a aquellas que se configuran en primas o
hermanas mayores, “La Pilar”, “Ivanka” o “La Leo”, quienes condensan tanto la
ternura, el apoyo y la complicidad, como la rivalidad y la competencia por su espacio,
por el amor y por los hombres.
De esta forma, se podría considerar que se pone en manifiesto lo que Butler
(2002), en su análisis del film Paris is burning (1991, dir. Jennie Livingston), considera
como “reformulación del parentesco”, cuestión que redefine los conceptos de familia,
casa, formas de colectividad, cuidados maternales, aflicción por el otro y apoyo
incondicional.
Sin embargo, a pesar de dicha “reformulación”, se conservan ciertas formulas
indispensables para comprender la función o el propósito de los personajes que
participan en la historia. Se despliegan, por lo tanto, unas series de arquetipos que se
corresponden a la función que los personajes desempeñan en el relato. En este
sentido, Rubí se consolida bajo la faceta de heroína, más allá de su rol de protagonista
de la historia y la focalización dramática primaria que se hace sobre esta, se pone en
manifiesto la tesis de Christopher Vogler (1992), la cual señala:

“Durante el curso de la historia, un héroe procede en ocasiones de tal


manera que reúne e incorpora la energía y los rasgos de otros personajes.
Aprende de los personajes que lo rodean, y funde sus características hasta
generar un ser humano completo que ha adoptado de todo aquel que se ha
cruzado en su camino.” (p. 62)

Es así que, a partir de una serie de ritos iniciáticos; tales como la operación de
pechos, la asignación del nombre, los cambios de vestuarios, las primeras salidas, los
delitos menores y otras tantas enseñanzas, Rubí incorpora los saberes de sus
mentoras y amigas, finalizando su historia con un monologo en el que señala y
reflexiona sobre las características de cada una, para luego dar lugar a ese crisol y
fundición que señala Vogler en El viaje del héroe. De esta manera, Rubí expone:

“Rubí: Soy rubí, soy grande, soy todas y solo nos queda el futuro por
delante.”

Se construye, entonces, a pesar de los peligros que se le ponen en frente, en


cuerpo e identidad a partir de las normas y reglas instituidas -e instruidas- por el grupo
de mujeres transexuales al que pertenece. En este sentido, cabe recordar que, según
la visión de Judith Butler (2002), “la performatividad no es pues un “acto” singular,
porque siempre es la reiteración de una norma o un conjunto de normas.” (p.34)
De manera que;

“la performatividad no puede entenderse fuera de un proceso de


iteración, un proceso de repetición regularizada y obligada de normas. Y no es
una repetición realizada por un sujeto; esta repetición es lo que habilita al
sujeto y constituye la condición temporal de ese sujeto. Esta iterabilidad implica
que la "realización" no es un "acto" o evento singular, sino que es una
producción ritualizada, un rito reiterado bajo presión y a través de la restricción,
mediante la fuerza de la prohibición y el tabú, mientras la amenaza de
ostracismo y hasta de muerte controlan y tratan de imponer la forma de la
producción, pero, insisto, sin determinarla plenamente de antemano.” (Butler,
2002, p. 145-146)

Siguiendo con la identificación de los clásicos arquetipos de los relatos de


iniciación que se hacen presentes en Las Viajadas…, es posible reconocer en “La
Nikki” a la figura que Christopher Vogler (1992) considera como mentor. Esta figura,
según el autor, es aquella que “se manifiesta en todos aquellos personajes que
enseñan y protegen a los héroes y les propician ciertos dones” (p. 77). Asimismo, esta
figura personifica las aspiraciones más elevadas del héroe o heroína del relato, es
decir, representan todo aquello en lo que el o la protagonista podría convertirse. En
este aspecto, “La Nikki” reúne todas las condiciones necesarias para encarnar dicho
arquetipo; es la maestra y guía de Rubí, la cuida, la protege y la instruye en cuanto a
las normas de la vida travesti.
Por otra parte, al considerar a Rebeca como esa figura de par y hermana que
se motiva a Rubí en la escritura de sus novelas y en su carrera como escritora, así
como también quien la impulsa a realizar travesuras y delitos menores, se constituye
como la figura del heraldo. En este sentido, dicho arquetipo se configura como
“portadores de motivación, presentan un desafío al héroe y ponen la historia en
movimiento. Alertan al héroe (y al público) de que se avecinan cambios y aventuras”
(Vogler, año, p.92)
En tanto, el resto de las compañeras y amigas de Rubí se reúnen bajo la figura
que Vogler (1992) denomina como aliado. Este caso representa a aquellos personajes
que ayudan al héroe en las diferentes pruebas y conflictos que se le presentan a lo
largo de su viaje. Así, tenemos a “La Biuty” que la ayuda en la creación de su nuevo
cuerpo, a “la Pilar”, “la Ivanka” y “la Leo” que, en distintas situaciones, aconsejan a la
protagonista respecto al amor y cómo defenderse de la violencia policial.

Habiendo reconocido las funciones y los modelos arquetípicos bajo los cuales
se configuran las protagonistas de Las viajadas: más perdidas que encontradas como
personajes de un relato de iniciación, resulta significativo poner en diálogo dichas
clasificaciones con las taxonomías sistematizadas por David Capdevilla Domínguez
(año) y Elena Galán Fajardo (año) en relación a los personajes femeninos en la
serialidad televisiva ficcional.
A partir de un formato híbrido que combina narración ficcional con entrevistas
documentales, Las viajadas: más perdidas que encontradas aborda la(s) historia(s) de
un grupo de mujeres transexuales de la provincia de Mendoza, Argentina. Se
despliega, entonces, un dispositivo que a lo largo de ocho capítulos propicia un dialogo
constante entre los relatos del mundo histórico real puestos en evidencia en las
entrevistas documentales, con los hechos retratados en la narración ficcional.

What Is an Initiation Story?


Mordecai Marcus
The Journal of Aesthetics and Art Criticism
Vol. 19, No. 2 (Winter, 1960), pp. 221-228 (8 pages)

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