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Para abordar el primer nivel o estado de importancia, uno de los personajes femeninos más
importante dentro de la obra, y por sobre todo, artífice de la concepción edificadora de
“Don quijote de la Mancha, caballero andante”, es Aldonza Lorenzo. Aldonza, la mujer
detrás del imaginario Cervantino, es una mujer fea, tosca, bruta y campestre. Sin lugar a
dudas, la antítesis de la belleza etérea de la dama proveniente de las novelas de caballería.
Ésta, a su vez, simboliza el quiebre entre la realidad y la deformación de lo real que
establece Don Quijote. Quien, al perseguir el cuarto paso para la construcción de sí mismo
como caballero andante (Gustavo Waitoller), que constaba de la búsqueda de una dama de
quien enamorarse, porque, “el caballero andante sin amores era árbol sin hojas y sin fruto y
cuerpo sin alma” (I, I, p.c33), acomoda a esta a su realidad hasta concebirla como Dulcinea
del Toboso, su doncella. Dulcinea del Toboso, es una caracterización mental del Quijote,
producto del recurrente acomodo de la realidad que necesita, que dista completamente de lo
que es en realidad. Esta cumple un rol trascendental en la obra, ya que, al ser concebida
como tal, se convierte en el eje central de la transformación de Alonso Quijano a Don
Quijote de la Mancha, caballero andante. Logrando así, estar a la par de una de sus mayores
referencias, Amadís de Gaula. A partir de esta intertextualidad, y el constante diálogo con
las novelas caballerescas, la importancia del personaje femenino en cuanto a la encarnación
etérea de lo virtuoso, lo delicado, lo frágil y el honor, es el puntapié inicial para concretar y
poner en marcha su locura. Como sabemos, Don Quijote depende de esta figura femenina,
casi fantasmagórica e ilusoria, ya que le da el ímpetu necesario para seguir con sus
hazañas. Pero, Dulcinea no es más que el intertexto con las novelas de caballería, para
convertirse en caballero andante, termina simbolizando o, en cierto punto, visibilizando la
trasgresión a la tradición literaria de las novelas de caballería. En este sentido, este tópico
femenino resulta en función de la sátira a dichas novelas y tradición.
Pasando al siguiente nivel o estado, que remite a la importancia del personaje femenino
como un “artificio” que visibiliza problemáticas de la época, nos encontramos con Marcela
y Dorotea, polos opuestos. Ambos personajes, contrastan tanto como se asimilan dentro de
los roles que cumplen en la obra. Por un lado está Marcela, quien simboliza a la mujer
Renacentista de la época y a “la figura novelesca del tipo pastoril: una muchacha hermosa,
huérfana y rica (…), quien, en su ambiente pastoril representa a la mujer idealizada y digna
de ser amada” (Ruth S. Lamb 767). Sabemos que Marcela es acusada injustamente por la
muerte de Grisóstomo, cuando la verdad es que ella se niega a las intenciones amorosas y
defiende férreamente la postura de que es imposible obligar a la mujer a someterse o a amar
a otro por obligación o deber, argumentando lo siguiente: “Yo conozco, con el natural
entendimiento que Dios me ha dado, que todo lo hermoso es amable; mas no alcanzo que,
por razón de ser amado, esté obligado lo que es amado por hermoso a amar a quien le ama”
(I, XIV,p. 124). Es acá donde la importancia de Marcela, con su inteligencia y elocuencia,
reflexiona sobre el amor y la libertad de las mujeres, pues, a fin de cuentas, es libre, y por
ser libre, en todo sentido, se va al campo. En ese sentido, es interesante pensar en este
personaje como símbolo de emancipación, entendiendo a esta como el acceso a un estado
pleno y autónomo sin la dependencia autoritaria de otro, es decir, y siguiendo la misma
línea, de un hombre, ya que, como plantea Lamb, “Marcela se basta a sí misma” (769).
Por otro lado, siguiendo el mismo estado de nivel o importancia en torno a lo que
denominamos “artificio, se encuentra Dorotea, quien simboliza a la mujer Barroca dentro
de la obra, personaje que, en palabras de Lamb, se muestra como “la primera mujer que
reclama sus derechos iguales. Se revela contra la superioridad de los hombres y la
superioridad social” (770). Dorotea, es similar a Marcela, puesto que ella también lucha por
mejorar su reputación social posicionándose contraria a una obligación superior como es un
matrimonio no deseado. Es aquí donde el personaje de Dorotea toma gran importancia, ya
que, al demostrar que la descendencia sanguínea y la posición social a la que esta conlleva,
no van ligadas al honor como en la época, generalmente, se cree. Mas, a fin de cuentas,
según el pensamiento cervantino y como éste se evidencia en la obra, los parámetros ético y
morales como los que apelan a la virginidad, no son sinónimos ni medios para que una
mujer, por el hecho de nacer y serlo, merezca o se le deba respeto. Sobre todo antes de
subyugarse, aún más, a la figura masculina. En este sentido, Dorotea simboliza la
reivindicación femenina en cuanto a varios temas (como el honor), y reniega a una
tradición cultural que niega o abala al ser apelando estrictamente a su casta y descendencia
sanguínea.
Bibliografía