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I. Dimensión narrativa
Descripción Argumental
Las otras Ponce (2012, dir. Juan Falco) es una miniserie de ficción televisiva de
comedia antológica de ocho capítulos, con una duración de treinta minutos cada uno.
El punto de partida es el mito popular cordobés de segunda mitad del siglo XX sobre
“las Ponce”, unas conocidas prostitutas a las que se les atribuye el “haber hecho
debutar” a la mitad de los hombres de la ciudad de Córdoba, Argentina. Sin embargo,
las meretrices de esta ficción no ofrecen servicios sexuales, sino que irrumpen en una
biblioteca que posee un espacio oculto para el placer y la argumentación teórica,
representándose el clima de época de los años 60-70.
De esta manera, en cada capítulo, una mujer del grupo de universitarias y
profesionales en distintas áreas de las ciencias y la cultura que comanda la Doctora en
Filosofía Jeanette, atiende las fantasías intelectuales de los hombres que acuden al
lugar, a cambio de una suma de dinero. Así, se abordan diversas cuestiones y
problemáticas presentadas por personajes masculinos, revelándose temáticas ligadas
a la insatisfacción marital por no poder debatir sobre cuestiones intelectuales con su
esposa, el miedo a la muerte y la degradación de la psiquis, la infidelidad masculina,
las diferencias entre la naturaleza femenina y la naturaleza masculina, la mentira y los
problemas de la fe y las contradicciones entre el discurso y la acción de la institución
religiosa. A excepción del capítulo cuatro, en el que la clienta es una mujer profesora
de Economía adicta a su profesión, que no puede debatir con sus colegas masculinos
porque en sus ratos libres estos prefieren hablar sobre autos y fútbol, ni con sus
amigas debido a que las temáticas con sus congéneres siempre devienen en moda y
electrodomésticos; llevando el tema hacia la condición femenina.
Los episodios se constituyen en de manera unitaria, sin establecer relaciones ni
vínculos causales entre un capítulo y el siguiente. Se establece, por consiguiente, una
narración de tres actos que se repite de manera periódica capítulo a capítulo. De esta
manera, las acciones se revelan en torno al planteamiento de una necesidad o
problema por parte del interesado en los servicios de la Biblioteca de Jeanette, la
sesión de discusiones y/o debates intelectuales y, finalmente, la satisfacción o
conclusión por parte de un narrador externo.
Se debe remarcar, por lo tanto, que al inicio y final de cada capítulo el
planteamiento y la conclusión de la temática abordada es reforzada mediante la
locución de un narrador externo a los hechos, que aborda las historias a modo de
racconto con tintes nostálgicos y anecdóticos sobre los días de esplendor de la
biblioteca de Jeanette y los clientes que por allí pasaron, como así también el ocaso y
la desaparición del lugar tras las razias policiales de la última dictadura militar
argentina en convenio con el clero de la Iglesia Católica.
Se hace evidente, por lo tanto, una narración inscripta desde una lógica que
tiende a manifestar los valores hetero-patriarcales, reafirmando los conceptos
tradicionales de la masculinidad. En este sentido, se atiende a lo manifestado por
Marta Segarra (2000) al asegurar que los estereotipos masculinos, que por lo general
se refieren a hombres fuertes, dominantes, independientes, con buen estatus, prestigio
social e intelectual y capaces de hacer galantería de su poderío, tienden a estar
condicionados por elementos tales como las pasiones, las pulsiones los miedos o
inquietudes, características que claramente se ven reflejadas en lo planteado
anteriormente.
Además, a partir de las presentaciones y conclusiones del narrador
omnisciente, se tiende a rectificar el binarismo de hombre/mujer. De esta forma, se
apela tanto a la concepción de género desde la diferencia sexual, como así también a
la polaridad en cuestiones ligadas a los roles de género. Tal es así que, al aplicar el
Test de Bechdel (1986) para definir los modos de inscripción de la representación
femenina en presente discurso audiovisual, si bien es posible encontrar la presencia
de más de un personaje femenino con nombre, no se hallan conversaciones
bidireccionales entre estos referidas a una temática que no sea sobre un hombre,
excepto en el capítulo cuatro durante el encuentro de Rebeca y Jeanette, que, sin
embargo, tienden a reforzar los estereotipos de roles género al referirse que, como
mujeres, no pueden escapar a hablar sobre moda. Por lo tanto, a pesar del esfuerzo
por presentar a las otras Ponce como una fuerza crítica, empoderada y feminista, la
narración decanta en representarlas como objeto de deseo para el gozo de los
hombres.
De manera tal que, siguiendo los lineamientos de Laura Mulvey (1975), Las
otras Ponce condensa la mirada y actitud de las representaciones del cine clásico de
Hollywood que refieren al hombre desde un espacio activo, mientras que la mujer
queda relegada a la pasividad.
Diseño de Arte
El Diseño y Dirección de Arte de Las otras Ponce se caracteriza,
principalmente, por una estética en blanco y negro. Sin embargo, en ciertas ocasiones,
se resalta el rojo en elementos tales como los labios de las chicas de Jeanette, en
algún vestido de la madama o en los elementos gráficos de la serie. Se reafirma, así,
al color como portador de sentido que denota sensualidad y erotismo. En cuanto al
resto de los elementos y ambientes; la gama de grises que oscila entre los blancos y
los negros, prevalece en todas las superficies.
En cuanto a los decorados, se debe considerar que la serie fue filmada
íntegramente en estudio a través de la técnica chroma key, y todos los ambientes de la
misma fueron construidos digitalmente. En este aspecto, los exteriores emulan calles
adoquinadas con fachadas de arquitectura neoclásica, propias de los edificios típicos
de las ciudades de mediados de siglo XX.
(IMAGEN)
Mientras tanto, el bar donde se reúnen los personajes masculinos se conforma
con mes y sillas de maderas típicas de bares de ciudad; una barra de madera robusta
con banquetas y un ventilador de la época. Como utilería se suman elementos que
avivan el clima, como cigarros, diarios, tazas de café, ceniceros y un teléfono a disco.
Lo mismo sucede en el espacio donde se encuentra el narrador; una oficina austera,
con un escritorio y sillas de madera, un ventanal sin cortinas y una lampara de metal.
El ambiente se termina de configurar con la presencia de una máquina de escribir, un
vaso de whisky y cigarros, cargando el ambiente con una marcada impronta
masculina.
(IMÁGENES)
En cuanto a la la biblioteca de Jeanette, el espacio principal y donde sucede
gran parte de la serie, se arma desde la noción del neoclasicismo europeo; paredes
altas con columnas, sillones y poltronas Luis XVI, mesas ratonas con lámparas
ornamentadas y estatuas neoclásicas. Además, se observan muebles de madera
lustradas, cortinados gruesos con pre cortinados ligeros y cuadros con motivos
románticos. En cuanto a elementos de utilería, se ponderan las botellas de alcohol, los
vasos de whisky y los cigarros, a fin de complacer a los clientes.
(IMÁGENES).
Con respecto al vestuario, la mayoría de los personajes tiende a moverse en
líneas similares. En cuanto a los personajes masculinos; traje negro con camisa
blanca. Mientras que en los personajes femeninos se tiende a ponderar las siluetas
esbeltas con el uso de vestidos ceñidos al cuerpo, escotados y con encajes; el uso de
tacos y portaligas.
En cuanto al peinado y maquillaje, se observa un cuidado particular. Los ojos
siempre están delineados y con sombras, mientras que los pómulos son marcados y
los labios pintados con gamas fuertes que, en el blanco y negro, refuerzan la
diferencia con el color de la piel. El cabello de todas las protagonistas, se muestra
delicado y prolijo; despejando el rostro a través de rodetes, bucles o cortes
determinados, que dejan lucir alhajas y collares de brillantes. Como diferencial, el
personaje de Jeanette, la madama del lugar, se destaca por la presencia de un parche
en el ojo derecho, el uso de vestidos largos, a veces con un tajo en las piernas, y
guantes. En cambio, el resto de las chicas lleva vestidos por arriba de las rodillas.
(IMÁGENES)
De esta manera, se advierte, por un lado, una representación femenina ligada a
ser portadora del sentido de lo lujurioso y erótico, más que productora del significado
en tanto referente intelectual. Mientras que, por otro lado, se expone un lineamiento
orientado a alcanzar la estetización del real-pasado de época, más que a lograr el
verosímil social, ni a construir una mirada violentada de los personajes y los
acontecimientos expuestos, aun en sus momentos de mayor tensión dramática.
Diseño de sonido
En cuanto a la banda sonora de Las otras Ponce, es posible afirmar que resulta
evidente la primacía del dialogo en primer plano. Se advierte, por lo tanto, una voz
hablada clara, concreta, sin titubeos ni ruidos. Este sonido “limpio”, privilegia el
entendimiento del espectador, a la vez que se concentra en el intercambio entre
personajes.
Por otro lado, en pos de construir ciertas atmosferas y ambientes en
determinadas escenas, se advierten sonidos off, claramente agregados en
posproducción. Así, en las secuencias de inicio o en las escenas que transcurren en
exteriores, se oyen algunas sirenas lejanas que cargan con un sentido citadino al lugar
donde se desenvuelve la acción. O, en el escritorio del narrador, el tecleo de la
máquina de escribir que suena al son de su narración.
Por otra parte, la música adquiere una función puramente lírica, ya que en
ningún momento acompaña a la tensión de los personajes, ni de la escena. Por el
contrario, su interés parece radicar en generar un clima de época con la incorporación
de canciones como Fly me to the moon1, Come on-a my house2, entre otras, o a modo
de generar un ambiente próximo a la temática abordada en el capítulo; en su mayoría,
de manera extradiegética.
A su vez, se incorporan otros sonidos extradiegéticos a modos de “gags” o
latiguillos, como el sonido de la caja registradora cada vez que Jeanette le reclama el
pago a un cliente. Se refuerza, así, la noción de intercambio comercial entre las
prostitutas intelectuales y sus interesados.
Por último, se debe recalcar la presencia de la voz en off-o sonido over
diegético interior, siguiendo la clasificación de Casetti y Di Chio (1996)- del Narrador,
que presenta a los personajes involucrado, el conflicto y los espacios donde se
suceden los hechos, al tiempo que reflexiona sobre la temática del episodio. De esta
manera, a través de chistes, metáforas y comparaciones, el narrador busca que el
espectador empatice con su punto de vista. Situando, de esta manera, a los
personajes femeninos a lo antes mencionado.
Diseño gráfico
Los elementos gráficos de Las otras Ponce, son, sin lugar a dudas, una de las
características fundamentales de la serie. Las escenas y los bloques de la misma son
presentados como una página de un comic, con fotogramas de la grabación que
funcionan como las viñetas de este e incorporan fragmentos de diálogos u
onomatopeyas. De esta manera, se observan didascalias en tipografía comic sans que
dan cuenta tanto de los parlamentos, como de los espacios en los que tienen lugar
algunas escenas. Se destacan, a su vez, el uso de blancos, negros y rojo.
Además, a partir del segundo capítulo, la presentación de “las Ponce” y las
“otras Ponce” se da a través de una cortinilla con tipografía de máquina de escribir,
emulando lo puesto en escena por el Narrador. En cuanto a los títulos para nombrar al
equipo técnico y artístico, se usa una tipografía propia del género del cómic y tiene
lugar al final del episodio.
Por otro lado, el título de la serie se presenta con una tipografía alta y elegante
de color rojo que funciona en contraste con el fondo negro. Sobre la “O”, la animación
de una mujer delgada baila al ritmo de la música de manera sensual; denotando, una
vez más, el erotismo al que se sucumbe la mirada.
1
Compuesta en 1954 por Bart Howard
2
Compuesta en 1951 por Ross Bagdasarian y William Saroyan.
(IMÁGENES)
Un sentido que nos ubica frente a una tendencia que codifica en lenguaje
audiovisual de lo erótico en función de una lógica cis-hetero-patriarcal; por lo que las
figuras femeninas quedan enclaustradas en tanto significantes de la mirada masculina
y heterosexual, siendo sus portadoras de fantasías y obsesiones sexuales y eróticas,
aún cuando la propuesta inicial tendiera a poner el foco en una dimensión intelectual-
filosófica.
Las otras Ponce es una serie de televisión escrita y dirigida por Juan Falco en
el año 2012, la misma fue llevada a la pantalla audiovisual tras haber resultado
ganadora por la región Centro del Plan Operativo de Promoción y Fomento de
Contenidos Audiovisuales Digitales 201X, impulsado por el Instituto Nacional de Cine y
Artes Audiovisuales (INCAA) y el Consejo Asesor del Sistema Argentino de TV Digital
Terrestre. Asimismo, la miniserie contó con la producción de Falco Cine y Siga ese taxi
Producciones, con el apoyo de la Universidad Nacional de San Martín.
La emisión de la serie estuvo a cargo de Canal 10 durante 2012. Además,
como todas las producciones que fueron fruto del Plan Operativo de Promoción y
Fomento de Contenidos Audiovisuales, estuvo disponible en el Banco de Contenidos
Universales Argentinos (BACUA) hasta el año 2016. Posteriormente, la red dejó de
funcionar y, en la actualidad, el único espacio disponible para visualizar el ciclo es el
canal de YouTube del mismo, el cual cuenta con seis episodios disponibles de los
ocho que conforman el ciclo.
En cuanto a las huellas de enunciación reconocibles en el discurso audiovisual,
en primer lugar, resalta la mención a “las Ponce”; las famosas prostitutas de la ciudad
de Córdoba de mitad del siglo XX que lograron instalarse en el imaginario masculino
de la época casi como una leyenda. De esta manera, la memoria local es presentada
en forma de un mito que es conocido casi exclusivamente por los hombres cordobeses
de cierta edad. Es, por lo tanto, aquella fantasía masculina y heterosexual de la que se
nutrieron los varones de los años sesenta, reinventada para la materialización de una
otredad que, al menos en la teoría, pretende poner en tensión la dicotomía de mente-
cuerpo.
En otras palabras, el pasado es abordado desde la fabulación al instaurar una
pretensión mítica a partir de la intertextualidad entre los personajes de relevancia
pública, como lo fueron “las Ponce”, con la especulación de acontecimientos con
libertad creativa. De esta manera, el resultado es un constructo un constructo
televisual que, en más de una ocasión, resulta anacrónico e inverosímil.
Por otra parte, se debe recalcar que la representación del territorio en el que
suceden los hechos, como aquello que nos representa, queda relegado al dialogo. Un
dialogo que, en su decir particular, se reconoce la tonada cordobesa y potencia el
sentido de pertenencia e identidad a los espacios narrados. En este aspecto, narrador
y personajes aluden a los lugares donde podrían haberse encontrado a Las Ponce,
como “la calle Agustín Garzón en la República de San Vicente”, “la Estación de Alta
Córdoba” o “la Avenida Alem”.
De este modo, no se presenta una puesta en escena de aquellos lugares
míticos, más que a través de la enunciación de algún personaje. La ciudad
representada, entonces, queda también en el terreno de la imaginación y la palabra;
ya que la puesta en escena conduce al espectador a un espacio neutro. Quizás, más
ligado a los escenarios de los filmes noir que a la Ciudad de Córdoba.
Por último, se observan componentes que se relacionan con el pasado
dictatorial argentino. El tiempo histórico de la narración se sitúa a finales de los años
setenta, es decir, durante el último golpe de Estado. De esta manera, se componen
ambientes y climas tendientes a la clandestinidad de las ideas y pensamiento, que
llevan a la autorrepresión y la necesidad de encontrar nuevos escenarios para la
concreción de dichas fantasías; como lo es la secreta biblioteca de Jeanette.
Asimismo, en varios episodios de la ficción, se alude a las razzias policiales
sobre los prostíbulos y la complicidad entre la Iglesia Católica con el gobierno militar.
Frente a esta cuestión, y sin un abordaje dramático profundo ni puntual sobre el tema,
la desaparición de las Otras Ponce se presenta como el corolario de la historia,
remitiendo a la persecución del pensamiento.
En este sentido, los derroteros de las mujeres que se entregan por dinero,
prostitutas que conceden su cuerpo o su mente, son similares y se inscriben bajo la
lógica de la persecución. Al ser negadas, a partir de la desaparición, ultimadas o
encarceladas, la trama se refiere a los mecanismos de eliminación del conflicto
perpetrados por los agentes del terrorismo de Estado argentino.