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¿DE DÓNDE VIENE LA DIRECCIÓN DE PROYECTOS Y CUÁL ES SU IMPORTANCIA?

Ignacio Orrego C. (PMO2Win Consultores Ltda.)

Probablemente cuando el General Bernard Schriever –creador de los Misiles Balísticos


Polaris– concibió y llevó a la práctica el concepto de “concurrencia” no se le pasó por la
cabeza que estaba creando toda una disciplina que de ahí en más revolucionaría la
gestión empresarial a nivel mundial. Es que Schriever es considerado el padre de la
Gestión de Proyectos moderna debido precisamente a este concepto que integraba
todos los elementos de los planes de desarrollo de los distintos proyectos a su cargo
ejecutándolos en paralelo en el marco de un solo esquema de trabajo o programa
funcional. Y todo ello con un presupuesto único y bajo un modelo de dirección
centralizada. Schriever emulaba de este modo un concierto en que todos los
instrumentos tocan al unísono dejando entrever la melodía subyacente en la suma de
sonidos concertados por la batuta del director.
Aunque parezca increíble antes de esta innovación estratégica los distintos elementos
de este tipo de planes se ejecutaban en forma secuencial, es decir, uno detrás del otro,
aumentando el tiempo de realización y los costos asociados. Como consecuencia de
este trabajo comenzaron a surgir técnicas específicas aplicadas a los proyectos, así
como los histogramas y cronogramas, además de conceptos como el “ciclo de vida del
proyecto” o la “descomposición en tareas”, etc. Las estrategias de Schriever fueron tan
exitosas que actualmente siguen siendo utilizadas en el desarrollo de los distintos
programas de la NASA, incluyendo los vuelos de los transbordadores espaciales y las
futuras misiones a Marte.
Obviamente no es que antes de Schriever no existieran los “proyectos” como tales, ya
que éstos han existido desde siempre. Entre otras cosas, de no ser así los grandes
monumentos de la humanidad jamás hubiesen visto la luz del sol. Ha de haber
significado mucho esfuerzo de muchas personas durante muchos, muchos años llegar
a culminar la construcción de Stonehenge, la muralla china, la pirámide de Keops, la
Esfinge, el Templo de Salomón o las catedrales góticas, sólo por citar algunos ejemplos
notables. En algún momento todas estas magníficas obras nacieron en la mente de
alguien para luego cobrar vida después de largos procesos que incluyeron diseño,
planificación, logística, construcción, acabado, etc. Es decir, la sola existencia de dichos
monumentos del pasado de la humanidad es fruto de “proyectos” llevados a cabo
exitosamente por sus constructores.
Igualmente la conquista del mundo conocido por parte de Alejandro Magno, el
descubrimiento de América, la llegada a la Luna –sólo por mencionar algunas grandes
proezas del espíritu humano– fueron fruto de “proyectos” concebidos y llevados a la
realidad admirablemente por sus ejecutores.
En conclusión, los proyectos han existido por siempre. De hecho, cualquier obra
humana, ejecutada bien o mal, es un proyecto.
Pero fue Schriever quien dio el primer paso de un tipo de gestión orientado a
maximizar el tiempo y los recursos –humanos, financieros y técnicos– en función de la
obtención de una mayor eficiencia en todos los aspectos implicados.
El siguiente paso lo dio la siempre dinámica industria automotriz que comenzó a
aplicar técnicas de Gestión de Proyectos para la coordinación del trabajo de las
distintas áreas involucradas en la fabricación de automóviles.
Otro personaje importante que aportó su grano de arena en el desarrollo de esta
disciplina fue Peter Norden, un ingeniero que a fines de los años 50 trabajaba en el
Laboratorio de Investigación de IBM. Norden encontró una relación directa entre la
asignación de recursos a un proyecto y el tiempo de desarrollo del trabajo a ejecutar.
Se suele citar a este respecto las conclusiones que presentó en un seminario de
Ingeniería de Presupuesto y Control que se efectuó en la American Management
Association donde indicó lo siguiente:
1. Es posible relacionar la experiencia de proyectos pasados para mejorar la
gestión de los nuevos por medio del pronóstico de costos, plazos, etc.
2. Existen regularidades en todos los proyectos
3. Es absolutamente necesario descomponer un proyecto en componentes más
pequeños para maximizar la eficiencia de los pronósticos
Todos estos conceptos, que hoy nos parecen completamente familiares, eran
revolucionarios en los tiempos en que Nolan los formuló.
A partir de los años 70 la tecnología irrumpió con fuerza por medio del desarrollo de
software especialmente concebido para simplificar los procesos. Gracias a esta
introducción emergió toda una línea de investigación e innovación aplicable a todo
tipo de entornos: la simulación de proyectos. De ahí en más las innovaciones no
pararían. Cada quien aportaba lo suyo. En años mucho más recientes llegaron, en
relación al desarrollo de software especializado, las metodologías ágiles junto con la
valoración del individuo y las interacciones, la flexibilidad frente a los cambios y otros
conceptos asociados.
Desde los años 80 la Gestión de Proyectos ha asumido el carácter siempre cambiante
de la realidad cotidiana. El mundo empresarial no está al margen de la vida de las
sociedades. Vivimos en un mundo caótico y no predecible, y es en este mundo
precisamente que se ejecutan los proyectos. Los Directores de Proyectos modernos lo
saben y se preparan para ello estando siempre alertas a las nuevas circunstancias y
desafíos que plantea la realidad. En estas condiciones, la necesidad de satisfacer al
cliente se ha vuelto prioritaria.
Otra innovación fundamental ha sido la “humanización” del Gestor de Proyectos que
ahora es un líder visible, flexible y tolerante, además de profundamente humano, que
sabe que el factor más importante en la ejecución de cualquier proyecto son las
personas pues son ellas quienes tienen la llave que abre la puerta del éxito o el
fracaso. De ahí que uno de los requisitos fundamentales de todo buen Director de
Proyectos esté en el desarrollo de habilidades en el ámbito de la comunicación
efectiva.
En el presente, el mayor reto proviene de la globalización y el multiculturalismo. De ahí
la necesidad imperiosa del manejo de idiomas y de entender la idiosincrasia de
culturas distintas de la propia, especialmente de aquellas en que se extiende el alcance
de los proyectos desarrollados.
Igualmente, desde finales del pasado siglo, se encuentra cada día más presente en las
organizaciones la PMO (Project Managemente Office) que nace de la necesidad de
profesionalizar, automatizar y consolidar el manejo de los proyectos al interior de las
empresas. La función principal de la PMO es la de constituirse en un elemento
integrador entre el negocio y los diferentes proyectos de la empresa reuniendo
iniciativas individuales en un solo portafolio cuantificable, de fácil seguimiento y
alineado a la estrategia de largo plazo de la organización.
Todas estas innovaciones han sido fruto de la búsqueda consciente y deliberada de
opciones por parte de quienes las han desarrollado. Todos los grandes
descubrimientos de la historia han sido hechos por genios innovadores que estuvieron
atentos a las oportunidades que la vida les brindaba para soltar amarrar y desplegar su
perspicacia e inteligencia en demanda de resolver un problema o situación
determinada de su tiempo. Así, seamos nosotros como ellos y estemos siempre listos
para encontrar nuestras oportunidades en la Gestión de Proyectos. Aunque no lo
parezca, siempre hay más camino por delante que por detrás en todo lo relacionado
con la creatividad humana. Esta búsqueda constante de oportunidades nos llevará al
éxito.
Las obras más bellas del ingenio humano están aún por hacer.

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