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CONTRIBUCIONES DEL PSICODRAMA

A LA PSICOTERAPIA DE GRUPOS

OLGA ALBIZURI DE GARCÍA

Cuando tenemos frente a nosotros la obra de un


creador, más allá de compartir total o parcialmente sus
conceptos, nos inunda la admiración y cierta alegría que
se desprende ante las capacidades humanas. La obra del
médico rumano Jacobo Levy Moreno, creador del psico-
drama y del sociodrama, es un ejemplo de creatividad y
dedicación a la investigación psicológica y social.
Moreno nació en Rumania en 1902 y falleció en
Estados Unidos de Norte América en 1974. Hombre de
una amplia cultura y fuertes ideas religiosas y filosófi-
cas, poseedor de una personalidad con marcadas caracte-
rísticas histriónicas, amante del teatro e incansable inves-
tigador del hombre y sus vínculos, nos ha dejado una
vasta obra escrita y un movimiento psicodramático que
abarca América, Europa y Asia.
Leyendo la obra de Moreno nos encontramos, en los
principios históricos de su creación, con hechos anecdó-
ticos de gran contenido emocional y audacia renovadora,
a la vez que con una nueva y dinámica línea de investi-
gación, de riquísimas posibilidades para el conocimiento
y terapéutica de los conflictos psicológicos.
Observamos también que desafió las críticas, las
"Conservas culturales" 1 de su época, logrando desarro-

1 Moreno acuñó el término "conservas culturales" para de-


signar al producto terminado de la cultura que, como tal, ha ad-
quirido una calidad casi sagrada. " . . . El libro es el arquetipo de
todas las c o n s e r v a s . . . " Nuestra cultura, dice: " . . . e s t á saturada
llar una teoría basada en una concepción del hombre y
de la salud que tienen como núcleo la espontaneidad, el
optimismo acerca de lo vital, el amor, la catarsis y los
roles que van formando el yo del individuo. El desarrollo
de lo que llamaría posteriormente axiodrama-reencuentro
con los verdaderos valores éticos, religiosos y culturales
en una forma dramática espontánea —fue el primer con-
tenido del psicodrama—. Este contenido axiológico fue
de interés primordial para Moreno que luego desarrolló
el sociodrama y por último el psicodrama aplicado a la
psicopatología. O sea que el camino elegido fue: a través
del desarrollo de la espontaneidad y la vitalidad creado-
ra desplegadas en las escenas dramáticas surgen la idea
de Dios, los valores metafísicos, sociales y religiosos y,
por último, la terapéutica.
Moreno se destacó por su interés en lo social, en los
marginados y rompió con el movimiento médico de su
época, atacando los valores oficiales caducos, vacíos y
falsos.
Su rebeldía está presente en toda su obra. De ella
se desprende lo mejor y también lo peor de su perfil,
que lo llevará a desdeñar ricos aportes científicos, como
en el caso de los de Freud.
Su amor por el teatro que se revela desde su infan-
cia, hizo de lo teatral la columna vertebral de su bús-
queda desde su accionar en las calles y plazas de Viena,
donde hacía representar a los niños y luego también a
los adultos. El teatro de la espontaneidad y el teatro
terapéutico son los antecesores del psicodrama como
ciencia.
En 1925 va a vivir a Estados Unidos, donde desarro-
lló y sistematizó sus descubrimientos. La Sociometría
es una ciencia de la acción. Tiene tres ramas: el socio-
drama, la psicoterapia de grupo y el psicodrama. Este
último es el que ha tenido más repercusión mundial,

de c o n s e r v a s . . . " y satisfecha con ellas.


Moreno, J. L., Psicodrama, Ediciones Hormé, Buenos Aires,
1961.
abarcando con su nombre, de manera errónea, al que su
creador eligiera para el cuerpo teórico.
Mucho se ha escrito sobre Moreno. Su biografía
precede la mayoría de los libros de psicodrama, por lo
cual remito al lector a dichos textos para evitar aquí la
repetición.
Me referiré a los puntos salientes de la teoría y
técnica morenianas para luego desarrollar la orientación
a la que pertenezco: el psicodrama psicoanalítico aplica-
do a la clínica y docencia grupales.

La teoría del psicodrama

Los aportes más conocidos y medulares de la teoría


de Moreno devienen de la nueva mirada que este autor
fue capaz de dar a la improvisación dramática, retoman-
do a partir de lo teatral espontáneo y del antiguo teatro
griego, el concepto de catarsis. El término catarsis, que
significa purificación, es utilizado ya por Aristóteles en
cuanto a los efectos del drama en el público, emociones
que surgen de la participación activa (identificación)
en la acción dramática.
Sigmund Freud en los comienzos de sus investiga-
ciones dará, a partir de Bruer, una importancia funda-
mental a la expresión catártica en el tratamiento de la
histeria. Luego abandona la validez absoluta que le diera
en un principio para el proceso de curación.
En el teatro clásico, el espectador, al identificarse
proyectivamente con lo representado por los actores, lo-
gra, como decíamos antes, una catarsis y también cierta
concientización. En el caso del psicodrama, si bien el
público resuena con lo representado (ese es su valor en
la terapia grupal), es el protagonista, en primer lugar, el
que logra una catarsis pues representa su propio drama.
Para que a través del drama representado se produz-
ca un efecto catártico, tiene que existir verdadera espon-
taneidad y creatividad, dice Moreno, pues de lo contrario
es una mera repetición que no aportará nada nuevo ni
a los protagonistas ni al público.
La catarsis se puede dar, si están dadas las condi-
ciones antes mencionadas, en el espectador, que al iden-
tificarse con lo representado y sus protagonistas, tiene
la posibilidad de expresarse a través de ellos, resonando,
haciendo eco desde sus vivencias e historia. En los pro-
tagonistas, que mientras se desarrolla el drama, crean
el mismo, lo cocrean con los demás, expresándose a través
del tratamiento de la temática y de los juegos vinculares.
En la creación espontánea misma, que mediatiza el víncu-
lo del hombre con el mundo.
El teatro de la espontaneidad que Moreno va trans-
formando en una herramienta terapéutica, el psicodrama,
contiene ya en sí los puntos básicos de su teoría:
a) El concepto de espontaneidad-creatividad.
b) La teoría de los roles.
c) La psicoterapia grupal.
a) La teoría de la espontaneidad: ligada a la crea-
tividad dialécticamente, comprende una fenomenología,
una metapsicología, una psicotécnica, una psicopatología
y una psicología genética. De todas ellas, las que más
riquezas poseen y más acabadamente desarrolló Moreno,
son la psicotécnica o entrenamiento de la espontaneidad
que, aunque parezca una paradoja, trata de rescatar lo
espontáneo perdido por el hombre a lo largo de su exis-
tencia. Y la psicología genética, que revisaremos some-
ramente : el niño al nacer realiza su primer acto creativo,
es el primer hecho de catarsis de integración. Nace con
una capacidad creadora propia del ser humano que irá
completando con la madurez, con ayuda de los otros. El
primer yo auxiliar es su propia madre. Al igual que
Dios, el hombre tiene capacidad de creador. A lo largo
de su infancia, a medida que va jugando los roles diver-
sos y en contacto con los agentes sociales (familia, es-
cuela), desarrolla esa capacidad creadora y se atrofia en
mayor o menor medida de acuerdo al tipo de relaciones
y en la medida en que las "conservas culturales" le sean
impuestas por sus mayores. Estos agentes de la sociedad
lo someten durante el desarrollo, a conductas estereoti-
padas, repetitivas, ritualistas, muchas de ellas vacias de
significado para él y para los demás, así como también
ayudan al desarrollo de la espontaneidad. Depende de
cada caso y medio en que vive el niño, en un determinado
momento histórico-social.
El juego en el niño es la mayor expresión de la es-
pontaneidad creadora. El psicodrama posibilita la re-
cuperación de dicha espontaneidad, a través del juego
dramático, del "como si" simbólico, donde se logra esca-
par al determinismo asfixiante de ciertas condiciones de
la realidad; donde lo imaginario y lo real coexisten en la
escena; donde se recupere el contacto consigo mismo y
con los demás al reencontrarse con la creatividad, de
donde surgirán roles nuevos y respuestas nuevas, libres
de estereotipos. Se llevará a cabo el destratamiento pro-
pio de la libertad en contra de lo rígido.
El acto de lo espontáneo está íntimamente ligado al
instante, de allí surge la noción del "aquí y ahora". "La
filosofía del momento" opone a la duración, los beneficios
del instante, el presente, en constante cambio. Es el lugar
(locus) donde se da el crecimiento. Dice Bustos: " . . .Mo-
reno caracteriza tres factores esenciales para una filo-
sofía del momento: el locus o el lugar donde se implanta
el status nascendi o proceso del crecimiento y la matriz
o sea el elemento mismo que lo constituye. En el orga-
nismo humano, el locus es la placenta, el status nascendi
el tiempo del embarazo, la matriz el óvulo fecundado.
La matriz de identidad es el locus donde el niño se arrai-
ga, es la placenta social del niño y la que condiciona
gran parte de su vida futura al aportarle modelos de
conducción..." 2.
Desde el acto espontáneo del nacimiento, el cuerpo
del niño es el status nascendi de la espontaneidad, con
puntos focales o zonas. Vive en una apetencia de actos
pues está proyectado al futuro. La función del yo au-
xiliar, primeramente la madre es, desde el nacimiento,
imprescindible para que el niño pueda desarrollar |la
espontaneidad. Además la madre cumple la función de

2 Bustos, Dalmiro, Psicoterapia psicodramática, Editorial


Paidós, Buenos Aires, 1976, pág. 23.
representar para el niño una imagen de si mismo. Siguen
siendo uno, hay una identidad del yo con el tú, no se
diferencia el niño de su entorno. Moreno dice que esta
experiencia primigenia de la identidad configura su des-
tino. En toda esta primera etapa los roles son psicoso-
máticos.
La segunda etapa es la del reconocimiento del yo.
El niño observa al otro (madre) como algo diferente de
él. Integra las diferentes partes de su cuerpo en una
unidad y es a partir de allí que se distingue. Es en la se-
gunda etapa que aparecen los roles psicodramáticos.
En una tercera etapa el niño reconoce al otro. Ya
no sólo se vivencia separado del resto sino que también
reconoce a los otros.
Moreno hace una pormenorizada descripción de la
evolución del mundo del niño, distinguiendo:
1) Matriz de identidad total. Primer universo: todo
es uno. Las configuraciones están configuradas
por los actos.
2) Matriz de identidad total diferenciada. Segundo
tiempo del primer universo: se diferencian las
unidades pero tienen el mismo grado de reali-
dad : los individuos, los objetos imaginarios y
los reales.
3) Matriz de la brecha entre fantasía y realidad.
Comienzan a organizarse dos mundos, el de la
realidad y el de la fantasía. Esto, en el lenguaje
moreniano, marca el comienzo del segundo uni-
verso. Lo ideal es que el individuo pueda domi-
nar la situación y que no desarrolle un mundo
real en detrimento de la fantasía, ni viceversa.
La espontaneidad es el factor que puede asegurar
este dominio que consiste en trasladarse de uno
a otro, ir logrando un equilibrio. Aparecen los
roles psicodramáticos (reales e imaginarios, por
ejemplo: Dios. Y los sociales: la hermana, el
padre, la maestra). Esto sucede cuando ya hay
una diferencia entre realidad y fantasía. El niño
entonces está en el segundo universo.
b) La teoría de los roles: para Moreno, el rol es el
conjunto de posiciones imaginarias asumidas por el in-
dividuo durante su infancia, en la relación con los demás.
Es entonces de raíz imaginaria y se concreta en la acción,
en la interacción.
También para el autor de esta teoría, es el yo el
que emerge de los roles y no a la inversa. Los primeros
roles son los psicosomáticos: ingeridor, durmiente, de-
fecador, etc. Son los que se desarrollan a partir de las
necesidades y funciones básicas y de las primeras rela-
ciones con la madre. Su locus nascendi es aquella zona
del cuerpo comprometida en la función, pero no como
zona aislada. Por ejemplo, el rol del ingeridor: la boca
del niño, el aparato digestivo, el ano, el pezón de la
madre. Esto está relacionado con el hecho de que el rol
del niño y de la madre forma todavía una matriz de
identidad indiferenciada. La madre con su conducta, va
induciendo la conducta del niño, éste va así descubrien-
do una complementaridad perfecta con su madre pero
sin conciencia de diferencia.
Aquí podemos encontrar una similitud con un as-
pecto de la teoría freudiana, que afirma que el yo se va
configurando a partir de los primeros meses de vida, de
las primeras experiencias en este período que llevan a
tener una representación de sí mismo. En esta etapa
necesita de alguien para sobrevivir: relación anaclítica,
de apuntalamiento. El niño, gracias a esa relación, vive
e ignora al otro. Es una primitiva posición de omnipo-
tencia.
En el segundo universo moreniano, aparecen los
roles sociales y psicodramáticos, de los que ya nos hemos
ocupado.
En esta teoría se toman los roles como eje del
yoico y, a medida que el niño crece y se diferencia, va
pudiendo ampliar su abanico de roles. Algunos roles
quedarán inhibidos, necesitando posteriormente ser res-
catados (función del psicodrama).
Cuando más sano es un individuo, más posibilidad
tendrá de desempeñar diferentes roles. Tendrá un aba-
nico de roles más amplio. Roles creativos y no repeti-
tivos.
De las experiencias infantiles, surgen algunos con-
flictos para desempeñar un rol en el futuro. Por ejem-
plo: la interrelación tenida con la madre en el ámbito
del juego. Si el rol de ésta ha sido indiferente o represor
e inhibidor de la creatividad, puede provocar al adulto
una inhibición en su creatividad y en su rol de padre,
en relación con el juego y creatividad de sus hijos. El
rol jugado por su madre actúa como inhibidor de su pro-
pio rol paterno. El ejemplo anterior nos sirve para di-
ferenciar tele de transferencia. El factor tele se desa-
rrolla en el niño cuando ya puede distinguir cerca-lejos,
realidad-fantasía, cuando puede desarrollar una relación
a distancia con el otro, reconociéndolo como otro, dife-
renciando objetos reales y objetos imaginarios, personas.
Permite percibir al otro como es y percibirse a sí mismo
en relación a él y lo que los vincula Es un verdadero
"Encuentro yo-tú". La transferencia, en cambio, es la
parte patológica del tele, es un vínculo yo-yo (con obje-
tos internos, con el drama interno), no se percibe al
otro como es, no se está con él. El padre del ejemplo,
"estaba" con su madre en aquellas escenas infantiles más
que con sus hijos en el momento actual.

c) La psicoterapia grupa!3: Moreno la define así:


" . . . La psicoterapia de grupo es un método para tratar
concientemente, en el marco de una ciencia empírica,
las relaciones interpersonales y los problemas psíquicos
de los individuos de un grupo . . . "
En su concepción, todos en el grupo son agentes
terapéuticos y todo grupo lo puede ser con respecto a otro
grupo. Este método aspira a lograr la mejor agrupa-
ción de sus miembros, para los fines que persigue. No
trata solamente a los individuos sino a todo el grupo y
a los individuos que están en relación con él.

3 Moreno, J. L., Psicoterapia de grupo y psicodrama, Fondo


de Cultura Económica, México, 1Ó66, pág. 79.
En su definición sociátrica, ve a la sociedad huma-
na total como al verdadero paciente.
El concepto de encuentro está en el centro de la
psicoterapia de grupo, comunicación mutua que no se
agota en lo intelectual sino que abarca la totalidad de
su ser. El encuentro vive en el "aquí y ahora". Va más
allá de la empatia y de la transferencia. Forman un
"nosotros".
Relata que el primer intento de psicoterapia de gru-
po es en Viena en 1911, donde fueron todos sus miem-
bros terapeutas. Luego salieron a las calles e hicieron
psicoterapias grupales familiares "in situ", con la gente
que sufría.
Más allá del talento terapéutico, Moreno rescata el
valor de fuerzas inmanentes al grupo. Retoma el hecho
de que vivimos en grupo desde que nacemos y nuestros
problemas provienen de ese mundo.
Todos ayudan en un grupo, no por eso están ausen-
tes las relaciones hostiles. Realizó grupos de presos
(1931), de niños (1931), de enfermos mentales (1932),
llegando en 1933 a la sociometría y en 1936 al psico-
drama.
Afirma que trabajar en grupo sin una fundamenta-
ción sociométrica, antropológica y microsociológica, sólo
con la interpolación del análisis individual, es imposible.
La regla fundamental es la interacción libre y es-
pontánea, y el objetivo, favorecer la integración del in-
dividuo y el grupo. Considera la transferencia como
expresión de la disociación y desequilibrio del grupo. Los
tele-relacionales son los que posibilitan la tarea.
Se detiene Moreno en el rol del psicoterapeuta de
grupo y psicodrámaturgo, dando una serie de normas éti-
cas y científico-técnicas. Da cuenta, ya entonces, de re-
glas y normas de un grupo como el secreto, los honorarios
iguales, la selección de pacientes, la libre expresión, el
cuidado del individuo y del grupo, la utilización de mé-
todos científicamente comprobados, la salvaguarda de
la democracia en el grupo,
"Rescata, más allá de la comunicación verbal, el con-
tacto corporal, motor y táctil.
Enumera los métodos a utilizar entre los que se
destacan:
a) Método de club o asociación, donde la gente se
ayuda en las instituciones que albergan a los pa-
cientes, o en cafés, sin un aparato artificial
(ejemplo: Agrupación de Prostitutas Vienesas,
1914. Alcohólicos Anónimos, EE.UU., 1934).
b) Método de asesor amiento.
c) Método de conferencias (pedagógico).
d) Método de clases (pedagógico).
e) Método psicoanalítico, que en grupos, dice, ape-
nas se distingue de los interaccionales.
f ) Métodos visuales (películas, etc.).
g) Método de discusión libre.
h) Métodos sociométricos: agrupación sociométrica
para mejor ayuda.
i) Métodos de historias clínicas: todos opinan so-
bre un caso.
j) Método de la biblioterapia: los pacientes leen
libros seleccionados y los discuten.
k) Método magnetofónico: sesiones grabadas. Lue-
go los pacientes se escuchan a sí mismos y refle-
xionan en grupo.
1) Método de la música y la danza: los pacientes
hacen su propia música y / o escuchándola, dan-
zan.
m) Métodos ocupacionales y laborterapia.
Como podemos apreciar, todas estas técnicas que se
han desarrollado independientemente a posteriori con
diversos esquemas referenciales, ya fueron pensados y
experimentados por Moreno... Es para pensar...
Método psicodramático: El método del psicodrama
toma la representación dramática, la escena, como núcleo
del abordaje y la exploración del ser humano y sus víncu-
los. La acción, unida a la palabra, brindan un más com-
pleto despliegue del conflicto, del drama que ocupa al
protagonista en el espacio dramático. En la escena, el
individuo puede representar sus conflictos pasados y pre-
sentes, y también volcar sus temores, espectativas, pro-
yectos y dudas sobre el futuro, explorando sus relaciones
con el presente y pasado.
El método general del psicodrama cuenta con dife-
rentes técnicas para desarrollar al máximo la explora-
ción y la creatividad, posibilitando una catarsis de inte-
gración.
Se distinguen en el desarrollo de la acción dramática
tres momentos que poseen, cada uno, una importancia
singular. La primera fase, llamada caldeo,miento, es don-
de se prepara el clima del grupo. Se elige un tema y un
protagonista y se intenta adentrar al mismo en el ma-
yor nivel de espontaneidad posible. Moreno destaca la
importancia de esta fase desde su teoría de la esponta-
neidad-creatividad, haciendo hincapié en que sólo libe-
rándose de ataduras de la realidad, desaprendiendo", el
sujeto logrará el estado necesario para participar eficaz-
mente, de manera espontánea, en la dramatización. Po-
drá entrar así en el "como si" dramático, abierto a lo
que vaya sugiriendo en la escena: afectos, asociaciones,
recuerdos, nuevos personajes que, al comienzo, no recor-
dó. En esta fase es muy importante el rol del director
dramático: de su habilidad para preparar y guiar al pro-
tagonista hacia la escena, dependerá, en gran parte, el
desarrollo creativo del drama. El protagonista podrá
realmente conectarse en la dramatización con aspectos
suyos disociados y desconocidos, y no meramente repetir
sin explorar.
El segundo momento o fase es la representación pro-
piamente dicha, la escena dramática. Aquí cobran impor-
tancia los yo-auxiliares, que serán los encargados de en-
carnar los personajes para los que el protagonista los
eligió: personajes reales o fantaseados, aspectos del pa-
ciente, símbolos de su mundo.
Dice Moreno: " . . . El paciente en el curso de su
enfermedad ha dedicado una gran parte de energía pro-
pia a las imágenes que llevan en su interior una existcn-
cia propia: sus fantasías y alucinaciones. Gastó en ellas
gran parte de su espontaneidad., su fuerza y su produc-
tividad. Le han despojado de su riqueza; se ha vuelto
pobre, débil y enfermo. . . " 4.
El psicodrama posibilita desplegar en la escena el
vínculo con estos personajes, a los que el protagonista,
incluso, puede encarnar (inversión de roles). El reor-
denamiento interior, más integrado, provoca un esclare-
cimiento que alivia y lleva a recobrar lo perdido. Cuando
se producé este hecho, se logra una catarsis de integra-
ción que, según Moreno, es una purificación mediante el
complemento. La posibilidad de integrar lo disociado,
recobrar fuerza y unidad.
El tercer momento o fase es el compartir, es donde
el grupo participa terapéuticamente. Hasta ese momento
el que se expuso y "desnudó" su intimidad fue el prota-
gonista (Carlos Menegazzo nos recuerda que "protago-
nista" es una palabra que proviene del griego y significa
el que agoniza originariamente) 5. En esta etapa, el gru-
po devuelve, comparte, sus sentimientos y vivencias, todo
lo que les fue sucediendo durante la escena, las resonan-
cias que en ellos produjo. Los compañeros del grupo, que
han estado en el lugar del público, según la terminología
moreniana, al volcar sus comentarios, sus asociaciones,
tienen la doble función de ampliar el panorama logrado
con las escenas del protagonista y no dejarlo solo, acom-
pañándolo, evitando que se sienta en desigualdad de con-
diciones. Se logra así una catarsis grupal que comienza
con el protagonista y continúa con lo que sienten los
demás y, todos juntos, durante los comentarios.
Las diversas técnicas dramáticas que se utilizan du-
rante la representación fueron pensadas por Moreno en
relación con su teoría de la evolución del niño. Cada una
de ellas cumple una función que corresponde a una etapa
del désarrollo psíquico. El director de psicodrama ins-
trumentará, en cada situación, aquellas que le parezcan
c."
Moreno, J. L., Psicoterapia de grupo y psicodrama, pág. 117.
4

5 Menegazzo, C., Magia, mito y psicodrama, Ed. Paidós,


Buenos Aires, 1981, pág. 31.
más adecuadas y correspondientes al momento del drama,
según el tipo de vinculación que en él se exprese.
A la primera etapa de indiferenciación del yo con
el tú, corresponde la técnica del doble. A la segunda del
reconocimiento del yo, la técnica del espejo. A la ter-
cera etapa del reconocimiento del yo, la técnica de la
inversión de roles.
Mediante la técnica de doble, un yo-auxiliar desem-
peña el rol de protagonista. Verbal y gestualmente com-
plementa aquello que desde dicho desempeño entiende y
siente que el protagonista no puede expresar completa-
mente por ser esto desconocido u ocultado, por inhibicio-
nes. Se coloca al lado y en idéntica postura que el pro-
tagonista, haciendo sus movimientos, "funcionando como
la madre y el niño" en la primera etapa; dice Moreno:
" . . . Lo que la madre hace es para el niño, una parte in-
conciente de su propio yo.. . "
Para que el yo-auxiliar pueda desempeñar adecua-
damente el rol de doble psicodramático debe ser capaz
de colocarse en ese lugar, sentir la situación del paciente
"como si" fuera su doble real.
En la técnica del espejo, el protagonista sale de la
escena y es público de la representación que un yo-auxi-
liar hace de él. Se busca con esta técnica que el paciente
se reconozca en dicha representación, así como en su in-
fancia reconoció su imagen en el espejo. Lo terapéutico
de esta técnica está en que reconozca como propios com-
portamientos y aspectos que le son "desconocidos" y que
importan para el esclarecimiento del conflicto.
En el momento en el que el niño reconoce el tú, sim-
bólicamente puede ponerse en el lugar del otro. Con la
técnica de la inversión de roles o cambio de papeles,
se investiga en la escena el "sentir" de esos personajes
del mundo del paciente. Esta es la técnica básica del
psicodrama, incluso forma parte de una famosa frase
de Moreno, aludiendo al encuentro: " . . . Y cuando estés
conmigo, yo te sacaré los ojos de sus cuencas y los pon-
dré en el lugar de los míos y tú me arrancarás los míos
y los pondrás en el lugar de los tuyos, para mirarte con
tus ojos y que tú me mires con los míos.. . "
Existen otras técnicas dramáticas creadas por Mo-
reno y con posterioridad a él. En realidad, trabajando
en psicodrama creativamente, surgen múltiples recursos
ligados al marco referencial teórico del psicodramatista.
Clásicamente, las más utilizadas son: el soliloquio,
que consiste en que el protagonista y los yo-auxiliares
digan en voz alta "como si hablara consigo mismo", sus
sentimientos y pensamientos, el doble y la inversión de
roles. Otras técnicas como concretización, interpolación
de resistencias (o rol imprevisto), reportaje, se utilizan
de acuerdo al criterio de cada psicodramatista.
Moreno, tomando del modelo teatral sus elementos,
distingue para la escena psicodramática, cinco elementos
o instrumentos: escenario, protagonista, director, yo-
auxiliar y público.
Escenario: Para este autor, el espacio dramático
donde se desarrolla la escena es el escenario, el espacio
vital que brinda la posibilidad de nexos y conecciones
entre lo imaginario, lo simbólico y lo real, amplía las
posibilidades del si real en un como si simbólico. En
este continente se despliega la producción y en él se pue-
den representar hechos simples de la vida cotidiana, sue-
ños, delirios, alucinaciones.
Moreno ideó y construyó escenarios muy sofisticados,
con distintos niveles, de los cuales hay varios modelos,
todos con una fundamentación del por qué de sus formas
y diferentes niveles. Actualmente, una tarima o un es-
pacio designado cumple, en la mayoría de los casos, la
función de escenario.
Protagonista: Es quien, en psicodrama, protagoniza
su propio drama. Se representa a sí mismo y sus per-
sonajes son parte de él. Palabra y acción se integran,
ampliando las vías de abordaje. La expresión libre y la
espontaneidad estimuladas desde el caldeamiento y las
diversas técnicas que pueden utilizarse, tienden a garan-
tizar que se dramatice y no que se actúe. El término
"actuación" en este caso es sinónimo de confusión de\
"como si" psicodramático con el si real (proceso pri-
mario), o de lo contrario, actuar lo que se sabe sin com-
prometerse afectivamente con la escena, repitiendo, sin
creatividad.
Moccio y Pavlovsky hacen un pormenorizado distin-
go entre uno y otro término6. El protagonista puede
ser un individuo, una pareja o un grupo.
Director: El psicoterapeuta del grupo es también
el director psicodramático. Tiene entonces una doble
función, según los momentos de la sesión. Aunque es
un rol unitario, se distinguen técnicamente los momentos
en los que coordina la escena dramática y cuando el gru-
po está en tarea verbal. Aquí se pone de manifiesto la
orientación de cada terapeuta. Nosotros hablamos de
una concepción dramática de la psicoterapia en la que
el coordinador, se dramatice o no, tiene internalizado
el pensamiento en escenas, una actitud interpretativa y
una manera de ser en el grupo, acorde a su referente
teórico. El director de psicodrama está atento a toda
información o dato que dé el protagonista para incluirla
en la escena guía y ayuda a llegar a la escena con espon-
taneidad (a través del caldeamiento). Una vez comen-
zada la escena, el director se retira del espacio dramático
y sólo interviene si es necesario incluir alguna técnica
(inversión de roles, doble, soliloquio, etc.) dando consig-
nas al protagonista o yo-auxiliares.
En el momento de los comentarios, posterior a la
escena, aporta como un miembro más del grupo o calla
y se repliega (depende de las distintas escuelas).
El yo-auxiliar: Tiene, como su nombre lo indica, la
función de auxiliar al protagonista, dramatizando roles
que éste le indique y que necesita para realizar la escena.
También recibe consignas del director. Desde las viven-
cias de los roles desempeñados, que lo vinculan al pro-
tagonista, tiene una visión y obtiene una comprensión
del drama que en el caso de los yo- auxiliares profesio-
nales se asientan, a la vez, en sus conocimientos psicoló-
gicos. En nuestra forma de trabajo, los yo-auxiliares son

6 Moccio, F . y Pavlovsky, E., "Dramatización y actuación:


dos términos de opuesto significado", en Clínica grupal 1, Edicio-
nes Búsqueda, Buenos Aires, pág. 91.
los mismos compañeros de grupo y, eventualmente, uno
de los coterapeutas, si se trabaja en coterapia. Pensa-
mos que si bien los pacientes no tienen una formación
psicodramática, van entrenándose en el curso de la mis-
ma terapia. Además cuentan con el enorme valor de
compartir la experiencia grupal que, como bien sabemos,
hace de cada miembro un agente terapéutico.
El público: Es el grupo terapéutico. En los psico-
dramas públicos, la relación que se establece es diferente,
pues además de ser numéricamente mayor, no tiene la
continuidad y lazos afectivos y de historia que un grupo
terapéutico. (Moreno habló de coinconciente, concepto
con el que designa a la formación, comunicación especial
que existe de inconciente a inconciente entre personas
que comparten un vínculo cercano, durante largo tiempo).
El público, en ambos casos, resuena con lo que recibe
desde la escena, aportando opiniones, expresando afec-
tos; asociando con su propia historia. Contiene la escena.
Es imprescindible para la realización del psicodrama
porque son parte del mismo, completan lo que sucede en
la escena.
El público puede ser de pocas personas (familias,
parejas, grupos terapéuticos, operativos, de entrenamien-
to, de formación) o de muchas (psicodrama público o
grandes grupos).
Moreno distingue tres procedimientos según el obje-
to de estudio al que se aborde cuando se dramatiza: psi-
codrama, tratamiento de los conflictos individuales. So-
ciodrama: donde el objeto de estudio son los grupos
sociales. Role playing: cuando el psicodrama es utilizado
para la formación y entrenamiento de roles profesionales
y técnicos.
Creo haber dado así, una idea general del psicodra-
ma aún cuando muchos temas quedan sin tratar pero,
adentrarse en todos ellos, sobrepasa el objetivo de este
capítulo. Los interesados en profundizar en los conoci-
mientos del psicodrama de Moreno, pueden leer su ex-
tensa bibliografía, así como la de otros autores america-
nos y europeos. (Ver bibliografía, pág. 195).
Psicodrama psicoanalítico

Aplicaciones grupales:
Quisiera referirme ahora a lo que es mi marco re-
ferencial y modo ele trabajo. Confluyen en él varias ver-
tientes: el psicoanálisis, el psicodrama y la psicoterapia
grupal. Una concepción del hombre, de la salud y la en-
fermedad, una concepción social.
El contexto social es influencia en y está influido
por la vida de los grupos. Parte de la tarea a realizar
es analizar las relaciones de los individuos que compo-
nen un grupo y del grupo como unidad con el mundo
exterior.
El ser humano es gregario. Siempre, desde su naci-
miento, forma parte de grupos; también desde su naci-
miento comienza una lucha por la discriminación, la in-
dividuación y, dialécticamente, una lucha por pertenecer
a grupos, ser aceptado, vincularse. Durante toda la vida
nos movemos entre estos dos polos, nuestra identidad
individual y la necesidad de una identidad grupal, la
necesidad de amor, de pertenencia.
Es lógico entonces, que podamos entender que, ade-
más de los grupos primarios que van constituyendo nues-
tro grupo interno, existen una serie de grupos sociales
a lo largo de la historia con los que el hombre establece
lazos: grupos políticos, religiosos, etc. Se van desarro-
llando sus ideas y "toma partido" con respecto al acon-
tecer social, aún cuando su actitud sea pasiva e indife-
rente, lo determina, tiene una ideología, aunque la des-
conozca.
Nosotros pensamos que un criterio de salud que tome
al hombre en su totalidad, no puede olvidarse de que
éste es un ser social y que, para hacer un diagnóstico,
para entender su conflictiva y poder realmente ayudarlo
a desarrollarse en plenitud, "el ciudadano" debe estar
presente cuando pensamos en él.
Se puede investigar el inconciente, es el camino
elegido, siempre y cuando rescatemos su conocimiento
para integrarlo al individuo como ser social. No perder
de vista esto, implica moverse de una esfera a la otra:
el individuo, el grupo y lo social, investigando sus ocultos
vínculos, complejos y dialécticos.
Veamos ahora como se integran aquellas vertientes
de las que hablaba más arriba. ¿Cómo coherentizar un
trabajo grupal que proviene de tan compleja unión? Lo
intentamos. Cuestionamos cotidianamente nuestro pen-
samiento y técnicas, tratamos de lograr un accionar fun-
dado en un cuerpo teórico desde el que se pueda com-
prender cómo se articula lo individual y lo social, el mun-
do interno y el externo, la teoría y técnica psicoanalítica
y el método psicodramático. Cómo poder integrar en
nuestro trabajo, aquellos núcleos morenianos y la teoría
general del psicoanálisis. La técnica del psicodrama y
la técnica del psicoanálisis aplicada a los grupos... A
simple vista, parece imposible pero, a poco que nos arries-
gamos a pensarlo y experimentarlo, fuimos descubriendo
diferentes posibilidades integrativas.
El psicodrama psicoanalítico, como nos relatan el
mismo Moreno, Anzieu y otros, nació en Francia en 1944
(Anzieu habla de que el comienzo de su experiencia data
de 1950). Los psicoanalistas franceses que se interesaron
en el psicodrama, estaban, a su vez, en líneas de trabajo
con grupos psicóticos, niños y adolescentes. Algunos uti-
lizaron la dramatización, incluida en la extricta técnica
del psicoanálisis individual (Levobici, Diatkine, Kesten-
bergo). Otros, intentaron adaptar la técnica psicoanalí-
tica a lo dramático y grupal (Anzieu y colaboradores).
Actualmente, en Francia, los Lemoine, representantes
del llamado psicodrama freudiano (de neto corte laca-
niano) junto a otros profesionales de su institución (los
Gaudé, entre otros), representan una corriente en la que
la escena dramática es reconocida en la función de con-
centrar el drama y permitir que aparezcan nuevos sig-
nificantes. Dicen los Lemoine: " . . . El psicodrama no es
la búsqueda de un cierto sentido ni tampoco de un sig-
nificante fundamental. Por ello, se debe evitar la inter-
pretación que proporcione el sentido y la pérdida del
sentido...
" . . . No se trata de descubrir el significante que re-
presentaría la verdad del sujeto, sino más bien el signi-
ficante que, gracias a los soportes que el grupo ofrece,
se convierte en una máquina de repetición. . . " 7 .
Otra línea está representada por el CEFRAP, fun-
dado en 1962, al que pertenecen, entre otros, D, Anzieu,
R. Kaes, A. Missenard, G. Testemale-Monod. Sus inves-
tigaciones se centran en la dinámica de la personalidad
y los grupos. Dan al psicodrama, a la escena, el valor
de una comunicación simbólica. Dice Anzieu: " . . . E l
psicodrama analítico favorece la expresión de los con-
flictos por intermedio de imágenes simbólicas.. . " E . Ca-
racteriza cuatro aspectos importantes del psicodrama:
dramatización de los conflictos, comunicación simbólica,
efecto catártico y naturaleza lúdica.
Actualmente, los miembros de esta línea han reali-
zado investigaciones sobre los grupos que volcaron en
libros muy leídos por los que trabajamos en psicoterapia
psicoanalítica grupal (con o sin inclusión del psicodra-
ma) y en ellos han desarrollado temas de gran interés.
Entre estos textos podemos citar: El aparato psíquico, de
R. Kaes; El grupo y el inconciente, de Anzieu; Trabajo
psicoanalítico en grupos, de Béjarano y otros; Psicodra-
ma, un acercamiento psicoanalítico, de Basquin y otros.
Otras líneas también se han abierto en Francia y en
otros países (entre ellos, el nuestro), tomando el trabajo
corporal e integrándolo con el psicodrama psicoanalítico.
En Latinoamérica, la Argentina es el país pionero
en psicodrama. Actualmente Brasil, México y otros, han
hecho un desarrollo importante, siendo pertinente desta-
car el psicodrama brasilero que inicialmente desarrolla-
ron docentes argentinos y actualmente, sus propios do-
centes. El intercambio entre los países latinoamericanos
enriquece y fortalece nuestro desarrollo científico y social,
pues tenemos problemáticas similares: subdesarrollo,
hambre, gobiernos autoritarios y transiciones a la de-
mocracia. Los efectos de todas estas situaciones (la re-

^ Lemoine, G. y P., Una teoría del psicodrama, Granica Ed.,


Buenos Aires, 1974, pág. 37.
8 Anzieu, D., El psicodrama analítico en el niño, Ed. Pai-
dós, Buenos Aires, 1961, pág. 105.
presión, el miedo, los silenciamientos, los desaparecidos,
el exilio, la enorme deuda externa que nos somete a los
centros de poder europeos y norteamericanos) son nues-
tra área de trabajo, tanto en grupos como en institucio-
nes y tratamientos familiares e individuales. El aisla-
miento entre nosotros sería un error desde el punto de
vista científico porque no podríamos rescatar lo que cada
país ha investigado al respecto; y, desde el punto de vista
político regional, porque debilitaríamos las posibilidades
de concientización que nuestra tarea conlleva. Verda-
dero intercambio (que no signifique el sometimiento al
dogmatismo de una escuela, a la vieja usanza neocolonia-
lista), estimulando las investigaciones locales y las que
se puedan realizar en común.
En 1962 comienza en la Argentina a ser estudiado
y aplicado el psicodrama. Todos nuestros trabajos nom-
bran a sus pioneros. Hagámoslo una vez más, en recono-
cimiento a lo que nos han dado. Ellos son: Mauricio
Abadi, Eduardo Pavlovsky, Carlos Martínez Bouquet,
Fidel Moccio, María Rosa Glasserman, Jaime Rojas Ber-
múdez. María Rosa Glasserman, psicóloga psicoanalis-
ta, de la primera carnada de nuestra carrera; los demás,
médicos provenientes de la clínica y del psicoanálisis.
Todos con interés en los grupos. Estos colegas, en
su búsqueda de lo nuevo y dinámico, acorde con las ne-
cesidades hospitalarias y privadas, encontraron en el psi-
codrama un medio de abordaje apropiado para lo incon-
ciente, para el entrenamiento de roles profesionales y
la exploración institucional.
Han pasado 23 años y han tomado diferentes cami-
nos que van desde diferentes líneas dentro del psicodra-
ma hasta abandonarlo casi por completo, como en el caso
de Abadi, o aplicarlo a lo sistémico como Glasserman.
Desde entonces, muchos han sido los profesionales
de la salud mental que se han dedicado a la investigación
del psicodrama. Hay una "segunda generación", no tan
numerosa como las posteriores, a la que pertenecemos
Claudine Barrera, Marta Berlín, el fallecido Luis Frid-
lewsky, Bernardo Konovich, Roberto Losso, Leonardo
Satne y yo, todos provenientes del tronco común del psi-
coanálisis, formados en psicodrama psicoanalítico con
Martínez Bouquet, Moccio y Pavlovsky. Actualmente en
diferentes integraciones teórico-técnicas. Por otro lado,
Carlos Menegazzo y Mónica Zuretti provienen de la línea
moreniana y continúan en ella. Dalmiro Bustos inte-
grando aspectos psicoanalíticos y psicodrama, completó
su formación en EE.UU. con Moreno, lo mismo que
Pavlovsky, Glasserman y Zuretti.
Actualmente se ha desarrollado tanto el quehacer
pisocadramático a nivel docente y clínico, que se hace
imposible seguir dando nombres (que, por otra parte,
sería tedioso). Este "privilegio" queda así reservado pa-
ra los viejos. Lo que puedo afirmar es que de entre los
psicodramatistas formados por alguno de nosotros (los
que nos dedicamos a la formación) están emergiendo
ya nombres nuevos, a través de publicaciones e investi-
gaciones.
Voy ahora a tratar de explicar por medio del relato
de mi modalidad de trabajo y algunos temas que vayan
surgiendo, una manera particular de integrar psicoaná-
lisis-psicodrama, y la influencia del contexto sociopolíti-
co y cultural actual.
La teoría moreniana, que resulta poco sólida si la
comparamos con la teoría psicoanalítica, tiene, sin em-
bargo, algunos aspectos que no son excluyentes, sino
que se complementan y, en algunos casos, son parciali-
dades de conceptos psicoanalíticos no reconocidos y re-
bautizados con otros nombres o trabajados desde otros
ángulos, como sucede con los conceptos de regresión y
fijación. La regresión en psicodrama no se obtiene a
través de la transferencia (en el esquema moreniano)
sino a través de la escena dramática que presentiza el
pasado. Tele y transferencia en Moreno son conceptos
herederos del de transferencia freudiano. Espontanei-
dad, esencialmente, está relaciondo con el concepto de
libido en Freud.
No tomaré aquí los aspectos divergentes, pues tam-
poco son integrables en la clínica. Si nos fijamos en la
escena dramática, ésta desde lo moreniano, fundamenta
su valor de la siguiente manera: la representación dra-
9t

• " \
a é"S| liberadora, es una segunda vez, es la forma
,,8que adquieren el pasado y el futuro, en el presente. El
encueijérjjf, el compartir, la creatividad y el acto espon-
r Mp£»|^sibilitan nuevos roles y rescatan energías perdi-
—aa^írsto llevará a una catarsis de integración y a una
catarsis del público.
El objetivo es que el individuo sea en escena lo que
es, pero más profundamente, más claramente que en la
vida real; que se encuentre con partes de su yo y "perso-
nas reales e ilusorias".
La escena dramática para nosotros es leída desde
el psicoanálisis. La valorizamos como una vía de abor-
daje a lo inconciente, una vía de exploración y elabo-
ración tanto del protagonista como de sus compañeros
de grupo, pues a través de las identificaciones proyecti-
vas e introyectivas, no sólo el que indaga es el protago-
nista sino también los que asisten a la dramatización y
los que colaboran en ella como yo-auxiliares, encontrando
en ellos escenas resonantes que se incluyen en la terapia
grupal.
La escena es la "representización" del pasado, un
lugar simbólico donde se revela lo imaginario, a través
de las escenas actuales o manifiestas, pudiendo explorar
y elaborar situaciones conflictivas del mundo externo, en-
contrando su conexión con el mundo interno del o los
individuos, en sucesivas acciones dramáticas con escenas
antiguas e inconcientes. Sintetizando, la escena dramá-
tica es básicamente la presentización y corporización que,
a través de la representación tienen los vínculos intra-
psíquicos en su mutua y dinámica reestructuración con
los vínculos interpersonales.
A la importancia de la acción, integramos lo vincu-
lar y la palabra. Quede claro que la palabra no pierde
importancia, no es palabra versus acción (drama), sino
que en la integración de lo verbal y lo dramático logra-
mos la ampliación del discurso. El discurso verbal no se
minimiza para privilegiar la acción, la acción no se des-
califica tampoco en privilegio de la palabra. Ambos for-
man una unidad compleja que es más que la suma de las
partes, crea una nueva estructura que rescata los cana-
les de expresión del hombre: verbal, gestual, pre-verbal
y psieomotriz vincular, en forma unificada, no disociando
las tres áreas: mente, cuerpo y mundo exterior (José
Bleger conceptualizó sobre estas áreas) 9.
Yo encuentro que hay una serie de convergencias
con Moreno. Por ejemplo:
a) Valor de la representación, como ya dijimos,
como liberadora; segunda vez de un suceso, donde se
encuentran aspectos nuevos y se crean conductas nuevas
(Moreno). Es similar a explorar para recordar y no
seguir repitiendo esterilmente, al conocer a través de la
escena, lo que del inconciente aflora a ella. Se integra
lo disociado, dando lunrar a mutaciones basadas en la
toma de conciencia. -En psicodrama psicoanalítico ha-
blamos de asociar libremente en escenas, catectizar la
misma y levantar barreras represivas que posibilitan ha-
cer conciente lo inconciente, posibilita lo creativo en
vez de lo repetitivo.
b) Valor del "encuentro" y del compartir (Moreno).
En psicoterapia psicoanalítica de grupo, no sólo el grupo
es imaginario, sus miembros no sólo se identifican entre
sí. Hay un encuentro, un compartir de personas reales
en un mismo contexto social y tiempo histórico.
A estos dos niveles deseo referirme. Encuentro, para
Moreno, es un vínculo yo-tú, libre de transferencia. (Sa-
bemos que transferencia hay siempre en mayor o menor
medida). Lo que podríamos entender como cercano a
este concepto dentro de nuestro trabajo grupal, son mo-
mentos en los que se llevan a cabo desidentificaciones,
donde los vínculos son explorados y esclarecidos dentro
del grupo, por alguna necesidad del proceso terapéutico
(alianzas narcisistas. por ejemplo). También cuando el
contexto social, a través de algún acontecimiento, es
tema grupal. Entendemos que el contexto social está siem-
pre presente y se trabaja a dos niveles: a nivel de la
psicología social y a nivel de sus resonancias incon-
cientes.

9 Bleger, José, Psicología de la conducta, Ed. Eudeba, Bue-


nos Aires, 1960.
Los grupos terapéuticos y de formación de psico-
dramatistas, son grupos de transición en nuestra concep-
ción. Tomamos el grupo imaginario, transitamos el
camino psicoanalítico y además lo social, su influencia
en el grupo y del grupo en el macro grupo. Sé que para
algunas concepciones dentro del psicoanálisis, estos es
un obstáculo en la labor analítica. Yo opino que no hay
terapia posible que deje de lado la realidad circundante
de la que el grupo es parte, sobre todo cuando acontece
vivir como hemos vividos nosotros en la última década.
Pienso que lo importante es poder entrar y salir de las
distintas áreas, poder conectarlas y no quedar atrapado
en ninguna de ellas. Algunos pensarán que esto no es
psicoanálisis. Yo opino que sí, que es psicoanálisis apli-
cado a los grupos pues tiene en cuenta las leyes básicas
del mismo, pero no interpolando el modelo clásico del
psicoanálisis individual sin las modificaciones necesarias,
rescatando así el valor de los grupos. Se tiene en cuenta
la transferencia hacia el terapeuta, hacia el grupo y cada
uno de sus integrantes, también hacia el exogrupo. La
resistencia en la tarea verbal y dramática, incluso cuan-
do el tema es utilizado con ese fin, "por más impactante
a nivel social que sea". Existe la abstinencia y las otras
leyes grupales de encuadre, restitución y secreto. Se
trata de hacer conciente lo inconciente, sin desvalori-
zar ni dejar de lado en nuestra concepción de salud men-
tal y tarea terapéutica, la relación dialéctica del hombre
con el contorno social.
Pienso que si nos quedamos con el "discurso del
amo", nos sometemos a ser tratados como "esclavos".
Dice Raúl Sciarretta, en sus objetivos para un coloquio
freudiano: " . . . Sólo la dignidad del trabajo creativo pue-
de guiarnos en la defensa de la democracia y su esencial
condición de libertad de pensamiento que repudia un psi-
coanálisis espúreo, de colonizados..." (Como reflexión,
podemos decir que el mote de espúreo ha sido utilizado
por otros autores, para referirse a todo aquello que no
es psicoanálisis clásico. . . Son las diferencias...).
Pienso que esta posición que sustento será comple-
tada cuando la ejemplifique con fragmentos de crónicas
grupales. Guando veamos cómo intentamos descubrir lo
que de transferencial hay en los vínculos extragrupales
como en el "aquí y ahora" grupal. "Aquí y ahora" gru-
pal, heredera de la filosofía del momento de Martín Bu-
ber, acuñado por Moreno y definitivamente incluido en
la psicoterapia psicoanalítica grupal donde se integran
lo horizontal grupal, lo vertical individual (Pichón Ri-
viére) y lo transversal social (Guatari, Deleuse).
c) Con respecto a la transferencia, para Moreno,
es lo patológico del factor tele, es estar conectado consigo
mismo, no con el otro.
Para el psicoanálisis, la transferencia es de conte-
nidos inconcientes, que son vinculares (se transfieren
vínculos en situación, "fantasma"). En la medida que
la transferencia se esclarezca, se logra un vínculo más
maduro, menos narcisista, se reconoce más al otro. Hasta
aquí la semejanza. La diferencia está en que el psico-
análisis se vale de la transferencia, la privilegia, trabaja
con ella y desde ella. Es el camino de acceso al incon-
ciente, junto con la resistencia, los actos fallidos los lap-
sus y los sueños (vía regia). Moreno la ve como algo
a eliminar, un obstáculo; en psicoanálisis, con la diso-
lución de la transferencia, se termina el tratamiento.
¿Cómo nos manejamos con la transferencia en psicodra-
ma psicoanalítico? En este punto hay diferencias entre
los distintos autores, en cuanto a como lograr la inte-
gración psicodrama-psicoanálisis.
Paul Lemoine, diferencia psicodrama de psicoanáli-
sis. Afirma la necesidad de desmitificar a ambos.
Opina que en psicoanálisis se da el análisis de la
transferencia y la frustración. Dice que el acto analí-
tico tiene como origen la sugestión y la transferencia
es una sugestión que se ejerce desde la demanda de amor.
Desaparecer de la vista del paciente frustra y da lugar
a lo anal-oral. La frustración es fundamental. Sitúa en
el psicodrama a la acción en el lugar del acto analítico.
Acción (drama) en la que surgen efectos que no habían
aparecido la primera vez, en el juego de lo que sucedió,
hay significantes que no estaban presentes la primera
vez. Hay un predominio de la función escópica.
En cuanto a la transferencia en psicodrama, afirma
que al no estar la demanda de amor en un solo terapeuta,
no se puede ni frustrar ni manejar la transferencia. La
ventaja en el psicodrama es que el juego interrumpe la
cadena de repeticiones por la revelación de un detalle
ignorado. Si uno interpreta, rompe la cadena viva de
asociaciones 10. Hay en nuestro medio seguidores de los
Lemoine (por jemplo, Leonardo Satne).
En mi forma de trabajo, tomo lo transferencial, pues,
si bien como dice Lemoine, la demanda de amor no está
puesta en la persona del terapeuta y el manejo técnico
no es el mismo, da lugar a un fenómeno diferente: el de
las transferencias múltiples y laterales en el grupo. Al-
gunos eligen no explicitarlas y trabajar desde ellas. Yo
opto por trabajar desde ellas en algunos casos, pero tam-
bién con ellas cada vez que piense que traerán claridad
necesaria (por ejemplo: alianzas, complementaridades
narcisistas).
Béjarano (del grupo CEFRAP de Barís) distingue
varias vinculaciones u objetos transferenciales en los
grupos; transferencia central: el coordinador, los otros,
el grupo como unidad, el mundo exterior. Coincido con
él y trabajo con las transferencias:
a) De los terapeutas entre sí, el eco de lo que acon-
tece en el grupo produce en el vínculo transferencial
entre los coterapeutas y viceversa, lo que ellos pueden de-
terminar que suceda en el grupo a partir de dichas trans-
ferencias. De la forma en que éstos lleven a cabo su tra-
bajo en el grupo, roles, alianzas inconcientes, de lo que
sucede cuando uno u otro dirigen la dramatización, que-
dando uno de ellos como observador, o yo-auxiliar.
b) De cada uno de los integrantes con cada uno de
los demás.
c) Con el grupo como unidad.
d) Con el terapeuta o los terapeutas.
e) Con el exogrupo.

10 Lemoine, iPaul, Conferencia dada en Buenos Aires el 10


de septiembre de 1981.
f ) Del o los terapeutas con el grupo y cada uno
de sus miembros.
A esta forma de entender la transferencia en los
grupos, se le agrega un grado más de complejidad cuan-
do incorporamos lo que sucede transferencialmente con:
1) La elección del protagonista y el tema a drama-
tizar.
2) La elección que hace el protagonista de la escena
a dramatizar y de los yo-auxiliares (compañeros, en mi
modelo de trabajo).
Obviamente que si quisiéramos trabajar en cada
momento intentando conocer la totalidad de lo que acon-
tece transferencialmente en el grupo, múltiples y simul-
táneamente, nos perderíamos irremisiblemente, queda-
ríamos enredados en una maraña.
Sólo podemos conocer una parte de lo que se está
dando en un momento en una red transferencial. Ge-
neralmente, esos datos nos ayudan en el análisis grupal
en general y el análisis de la escena dramática, en par-
ticular (con los datos que antes mencionara de elección
de tema, etcétera).
Las proyecciones transferenciales, en la que la ener-
gía pulsional toma al objeto como pantalla que posibilita
el retorno de lo reprimido, es uno de los aspectos fun-
damentales de nuestro trabajo en los grupos, no el único,
hay momentos de alianza yoica donde en términos rao-
renianos la relación es más "telética" que transferencial,
donde la tarea terapéutica toma otros caminos técnicos,
reflexivos, de intercambio con los otros, de "encuentro".
Contamos también al trabajar con la escena dramá-
tica, con la posibilidad de investigar los datos que el
cuerpo nos brinda en el espacio dramático, reveladores
de lo inconciente. Estos pueden ser contradictorios con
los que brinda la palabra, filtrándose, de esta forma, ma-
terial reprimido.
Esto nos conecta con otro tema que es el de la in-
terpretación en psicodrama psicoanalítico.
Lemoine dice que "los que hacen las dos cosas"
—dramatizar e interpretar— perjudican ambos caminos:
los que actualizan el relato jugando la escena, provocan
que aparezca el placer y estropea sus asociaciones libres
en el análisis. Si se interpreta la escena dramatizada,
rompe la cadena viva de asociaciones dramáticas. (So-
bre esto último ya nos alertaron hace años Martínez,
Moccio y Pavlovsky, cuando llamaron "interpretación re-
dundante" al hecho de interpretar a posteriori de la es-
cena, cuando ésta ha tenido un efecto esclarecedor y ha
dejado abierta una vía dramática. Si se interpreta, se
cierra esa vía) n .
De acuerdo con lo que dice Lemoine en principio,
pienso que no se trata de hacer "las dos cosas", psico-
drama y psicoanálisis sino una sola: psicodrama psi-
coanalítico, integrando las reglas del juego de lo dramá-
tico y lo verbal, donde la interrupción de las asociaciones
verbales para dramatizar es tal, si la dramatización es
defensiva y frena las asociaciones del análisis. Pero si
la dramatización y el momento son pertinentes, son leí-
das como asociaciones dramáticas que amplían el pro-
ceso. El placer aparecerá cuando la escena sea primor-
dialmente o dé lugar a:
a) La gratificación narcisista (aunque está siempre
presente en cierta medida, al ocuparnos del protago-
nista) .
b) Una catarsis sin concientización, meramente ex-
presiva o exhibicionista.
c) Al goce.
A la inversa, cuando se dramatiza, la interpretación
en psicodrama se realiza dentro de la escena, a través de
los yo-auxiliares, desde el rol que jueguen como perso-
najes de la escena. De esa forma no se rompe la cadena
viva de asociaciones dramáticas. Hacemos una alternan-
cia entre lo verbal y lo dramático, como dos momentos
de una sola metodología. Estos momentos se edifican el
uno en el otro, la armonía depende del camino que tome
el terapeuta, según la lectura que vaya haciendo, fun-
dada en su teoría y su técnica.

11 Martínez Bouquet, Moccio y Pavlovsky, Psicodrama psi-


coanalítvso en grupos, Ed. Kargieman, Buenos Aires, 1970.
También la transferencia es trabajada en forma di-
ferente, según lo que convenga al momento del proceso
terapéutico. Puede explicitarse o no, estimularse o no.
Cambia la escena básica de la transferencia. Ya no son
dos personas reales, terapeuta y paciente, con los per-
sonajes imaginarios de su mundo interno y sus fantas-
mas, son varias personas con sus grupos imaginarios!
entrelazados que comparten el espacio transicional del
grupo terapéutico. Se va formando un co-inconciente
grupal, formaciones comunes, provocadas por vivencias'
compartidas. En el espacio transicional entre lo imagi-
nario y lo real, coexisten lo simbólico, lo imaginario y
lo real. La demanda de amor es frustrada de todas ma-
neras, si se coordina con criterio analítico y concepción
dramática. Todo sujeto en un grupo transfiere y es a
la vez, objeto de transferencia. ¡
Quisiera referirme brevemente a la identidad del
coordinador de grupos de psicodrama psicoanalítico.
Nosotros nos encontramos con una serie de variables
que juegan en la construcción de esa identidad desde
el punto de vista de las figuras de identificación positi-
vas y negativas con los maestros y los propios analistas,
herederos de las imagos paternas. Las presiones del
mundo científico, provenientes de la calificación que se
hace de la integración teóricas y práctica elegida. La
lucha por quienes son "los herederos de Freud", que en
ciertos círculos, sobre todo a partir de la dictadura, como
consecuencia de un fenómeno de enrarecimiento de ideas
y valores, del temor, ha alcanzado su apogeo. Yo lo veo
como una consecuencia más de la represión y la censura
no analíticas12.
Desde lo intragrupal, el grupo despierta en el tera-
peuta una serie de "fantasmas" que no son conmovidos
en la práctica de la terapia analítica individual. Su gru-
po interno se ve convocado constantemente con las esce-
nas y situaciones del quehacer grupal. El narcisismo del
coordinador está en juego en forma más expuesta tanto

12 Winnicott, D., " L a idea de la creatividad", en Realidad


y juego, Ed. Gedisa, Barcelona, 1979, pág. 98.
a los halagos como a las heridas que se pueden causar al
mismo, esto es un punto básico a investigar en la for-
mación profesional.
La creatividad versus el sometimiento, externo a los
grupos de poder científico y político, e interno al grupo
(buscar en él su valer como terapeuta), herederos de
aspectos superyoicos 13.
El difícil equilibrio entre el contexto socio-cultural
y la tarea analítica que el coordinador debe lograr para
que ninguna de las dos quede disociada.
Desde hace años, me dedico a la formación de psico-
dramatistas psicoanalíticos de grupos; trabajo con pro-
fesionales de la salud provenientes de distintas especia-
lidades y con diferentes carreras: psicólogos, médicos,
asistentes sociales, psicopedagogos, psicólogos sociales,
terapistas ocupacionales, técnicos en lo corporal. El aná-
lisis que ellos hacen de su transferencia en los grupos de
formación y la investigación sobre su identidad profe-
sional, es uno de los ejes fundamentales de dicha forma-
ción. Las diferencias son riquísimas si provienen de dis-
tintas áreas, aprenden a trabajar en equipo y a comple-
mentarse, sobre todo cuando trabajan en instituciones.
Revalorizan el trabajo en las mismas, tan desalentado
en la última década. El aprendizaje del psicodrama y la
tarea grupal son los otros dos ejes. El propio grupo de
formación es su objeto de estudio, a la vez que grupo de
pertenencia y contención para la formación 14.
Quiero destacar que, desde 1976 hasta el adveni-
miento del gobierno democrático, en diciembre de 1983,
el trabajo en grupos clínicos y de formación, ha sido para
mí un lugar difícil, a la vez doloroso y creativo. Un lu-
gar de lucha por la vida y la dignidad de las personas,

13 Albizuri de García, Olga, " L a contratransferencia del


coordinador de grupos", en Temas de psicología social, número
extraordinario dedicado al VII Congreso Internacional de Grupos,
Buenos Aires, 1981, Ediciones 5. Y en The individual and the
group, vol. 2, London, 1982.
M Albizuri de García, Olga, "Grupos de formación en psi-
codrama psicoanalítico", libro VIII del Congreso Latinoamerica-
no de Psicología y Psicoterapia de Grupo, Buenos Aires, 1979.
tratando que los grupos siguieran existiendo, pese a la
prohibición de reunión que se abatía sobre la sociedad
toda, y la ideología de la dictadura acerca de los psico-
terapeutas y las psicoterapias, sobre todo cuando éstas
eran grupales. Pienso que es una de las actividades fun-
damentales que mantuvo "entera" a mucha gente.
De lo expresado anteriormente, se desprende mi
adhesión al concepto de procedimiento psicoanalítico co-
mo un método de pensamiento aplicable a diversas prác-
ticas dentro de la psicología y de la educación, consistente
en descubrir los efectos del inconciente en una esfera de-
terminada.
Dice Anzieu al respecto: " . . . Todo campo de mani-
festación de los efectos del inconciente es tratable por
el método general del psicoanálisis..." Lógicamente, en
cada campo de aplicación, se realizarán las transposicio-
nes y adecuaciones necesarias. El grupo, una vez cons-
tituido como tal, deja de ser, como dice Pichón Riviére,
siguiendo a Sartre, una serie o suma de personas; ha
logrado una mutua representación interna, una interna-
lización del grupo y del otro; se han producido determi-
nados fenómenos propios de la dinámica de un grupo,
que abarcan desde las primeras vivencias terroríficas,
primitivas, de devoración, en las que se transfieren las fan-
tasías más arcaicas, con miedo a la pérdida de la identifi-
cación individual (cf. Sartre) hasta la posesión de un cier-
to grado de confianza y continencia (no estático), donde
los movimientos transferenciales alternan entre la inte-
gración y la desintegración. Las transferencias se vuel-
ven más discriminadas, pudiendo reconocerse en ellas los
entrecruzamientos de las transferencias individuales den-
tro de la transferencia grupal. Es aquí donde se puede
observar, siendo más extensa la historia del grupo y las
situaciones vividas en común, el particular reflejo que
la transferencia del coordinador tiene en el grupo, así
como las identificaciones de los miembros entre sí y con
el coordinador.
Al decir "transferencia del coordinador", me estoy
refiriendo a las múltiples escenas a las que éste se en-
frenta, las diferentes escenas que re-vive en su trabajo,
las cuales, inevitablemente, golpearán a las puertas de
su inconciente, despertando a sus fantasmas.
Fantasías y deseos también están presentes en el
coordinador; su destino y determinación en la dinámica
grupal, dependerán de la posibilidad e interés que él
tenga en analizarlos, en hacerlos concientes. Es la ac-
titud de búsqueda constante, de comprensión de sí mismo,
la que garantiza el desempeño del coordinador en el
grupo y del grupo mismo. Un coordinador que inter-
preta la transferencia de sus pacientes pero ignora la
suya y desconoce cómo el acontecer grupal resuena en
su modo interno y qué imagos personales se conmueven
en cada circunstancia, coordina generalmente un tipo de
relación estereotipada y pierde el "rumbo" del grupo, ne-
gando así su aporte a las transferencias grupales.
Es natural que algunos lectores estén pensando que
el psicoterapeuta se analiza y controla su trabajo clínico,
precisamente para ejercer su rol con idoneidad. Parti-
cularmente considero que no es suficiente en lo que res-
pecta al rol de coordinador de grupos, debido a que él
necesita de la situación grupal para vivenciar sus reso-
nancias "en el grupo" y "con el grupo"; siendo a la vez
que un profesional de la salud mental que aprende téc-
nicas y teorías sobre grupos, un integrante de grupo
que analiza sus modos particulares de relacionarse, sus
resonancias afectivas en el trabajo con grupos, sus esce-
nas temidas y deseadas.
Para ejemplificar lo expuesto, voy a tomar un as-
pecto del trabajo realizado en los grupos de formación
con motivo de la guerra de las Malvinas (pienso que
tomar este ejemplo y no alguno más habitual, es una ma-
nera de colaborar para que el "olvido" no se apodere de
nosotros). La situación que estamos viviendo en el país,
todo aquello que hemos vivido las familias argentinas ai
ver marchar a nuestros adolescentes a la guerra, el des-
garramiento que esa situación, así como todo lo que su-
cedió y sucede nos produce cotidianamente, está presente
en la tarea profesional.
En los grupos de formación de psicodramatistas y
coordinadores de grupo surgió, apenas comenzado el con-
flicto con Gran Bretaña, la necesidad de trabajar inclu-
yendo los acontecimientos y su repercusión en nuestra
tarea cotidiana. Con el objeto de investigar el rol del
terapeuta en esta situación especial, se llevaron a cabo
diversos trabajos psicodramáticos, prestándose atención
a los diferentes roles jugados por los integrantes en nues-
tras reuniones: rol temeroso, escéptico, omnipotente,
culposo, etcétera.
En un grupo se "construyó" un personaje imagina-
rio al cual se denominó "el coordinador ideal", que reunía
las siguients características:
a) Bien informado: teórica y técnicamente, y con
respecto al acontecer actual.
b) Realista: conciente de las propias limitaciones
y del rol profesional.
c) Afectivamente equilibrado: sensible, con una po-
sición clara frente a la situación que atravesaba el país.
d) Trabajando con otros en equipo, de modo de no
estar solo frente a una tarea sumamente difícil de en-
frentar individual y aisladamente.
e) Con capacidad de discernir mitos, rumores y
"chimentos" de situaciones directamente vividas por per-
sonas damnificadas que vinieron a pedir ayuda psicoló-
gica.
f ) Con posibilidad de saber el por qué y para qué con
respecto a la decisión de trabajar con damnificados di-
rectos de la guerra y/o con la comunidad en general, en
esa terrible situación límite.
A partir de este "personaje modelo" construido gru-
palmente, intentando ponerse en el rol del que necesita
ayuda (cada uno privilegiaba, en la construcción del per-
sonaje ideal, aquellos rasgos que sentía necesarios desde
el rol del consultante), los alumnos exploraban sus pro-
pias dificultades, algunas de las cuales habían surgido con
anterioridad a este ejercicio.
Un alumno que se desempeña como psicoterapeuta
en un servicio hospitalario fue quien puso más énfasis
en la necesidad de tomar conciencia de las propias li-
mitaciones, de modo de no asumir un riesgoso rol me-
siánico ni encontrarse con situaciones inmanejables.
Al dramatizar una escena posible con un ex comba-
tiente inválido, representado por un compañero, el alum-
no —al que llamaremos Carlos— toma el rol de psico-
terapeuta y se ve "paralizado" por el paciente cuando
éste le presenta, en forma agresiva y despótica, acerca
del futuro de "inválido" que le espera. Carlos se en-
cuentra confuso, se siente forzado a responder, impoten-
te, angustiado. En un soliloquio (técnica psicodramáti-
ca), dice: " . . .Yo no puedo. . . ¿Qué me pasa? ¿Por qué
no lo puedo tratar como a los demás?. . . Me siento
m a l . . . ¿ Qué le digo ?. . . "
Surgen escenas en las que él y el grupo vuelcan sus
asociaciones, escenas propias de la historia de cada uno.
Por ejemplo: "Una niña y la hija de la empleada domés-
tica de la casa, quien le pregunta por qué a ella nunca
le festejan los cumpleaños" o "Un adolescente que se
está vistiendo para ir a bailar es observado por un primo
de su misma edad que tiene secuela de polio en las dos
piernas".
Estas y otras escenas que asociaron los compañeros,
enriqueciendo y aclarando la escena profesional, ayuda-
ron a Carlos a entender aquello que le impedía llevar a
cabo su propia propuesta de tomar conciencia de las
limitaciones (a entender en parte, claro). Se conectaron
escenas profesionales con escenas personales; se trabajó
sobre la culpa, la agresión, la omnipotencia y la castra-
ción. También sobre los sentimientos e ideas del grupo
acerca de esta situación límite social.
El coordinador ideal que se había construido fue
puesto en escena varias veces, encarnado por algunos
integrantes del grupo, que pudieron "dialogar" con este
ideal del yo profesional reconociendo, como lo había he-
cho en otras oportunidades, los fantasmas que inhiben el
desarrollo del rol profesional. El grupo es un espacio
terapéutico precisamente por el interjuego que en ese
espacio intermedio hacen los "fantasmas".
Voy a citar un ejemplo de este interjuego dado prin-
cipalmente entre dos miembros de un grupo: Uno de
ellos —al que llamaremos Daniel— se había "mimetiza-
do" con un compañero, Lucas. Parecía, según sus propias
manifestaciones, que se "analizaba" a través de él. Lo
mandaba al frente con una actitud de sumo interés, le
instaba a dramatizar los conflictos que tenía con su fa-
milia. El grupo, pese a las interpretaciones que yo hacía
al respecto, parecía aceptar o bien, aceptaba esa situa-
ción. En una sesión en que se repitió esta dinámica, en
la cual Lucas ya había pautado una escena para drama-
tizar, pedí a Daniel que tomara, en la dramatización,
el lugar de Lucas y a éste, que se ubicara como público
de su propio conflicto escenificado (espejo). Mi inten-
ción era poder explorar la mutua transferencia de Lucas
y Daniel, y la del grupo con respecto a este vínculo. Da-
niel, en el rol de Lucas, dramatizó una escena en la que
él llegaba del trabajo y tenía una discusión con su esposa.
Comenzó a deprimirse. Le pedí que hiciera un soliloquio,
durante el cual no pudo proseguir en el rol de Lucas,
salió de ese rol y comenzó a asociar con sus cosas propias.
Pasamos a la etapa de los comentarios, momento en
el cual el grupo comparte las vivencias y resonancias te-
nidas durante la dramatización. El grupo se veía ali-
viado mientras Daniel y Lucas descubrían su alianza in-
conciente. Daniel "empujaba" a Lucas y lo acompañaba
en su actitud de procurar atraer la atención del grupo,
de intentar que se ocuparan de él; lo apoyaba en su nece-
sidad de protección, cumplía así un rol materno; mien-
tras él se "escondía" detrás de su compañero y de la
ilusión de que eran iguales. Lucas aprovechaba este apo-
yo que le ofrecía Daniel sin sentirse culpable por su estilo
monopolizador; sentía un halago narcisista por el interés
demostrado por su compañero, pero al mismo tiempo
descubría una sorda irritación por el "robo". Uno y otro
se complementaban para poner en juego sus vínculos con
imagos paternas al servicio de la transferencia: Lucas
con su "mamá protectora" que vivía a través de él, Daniel
con su "padre valiente" que siempre "sacaba la cara"
por él. El grupo, mientras tanto, compartía una fantasía
que los dos compañeros corporizaban: la pareja hijo-
madre, hijo-padre era más importante que la pareja
madre-padre que, de esta manera quedaba separada, cum-
pliendo así con un deseo edípico inconciente.
Simultáneamente, esta situación traía aparejada
culpa y temor a la retaliación castratoria, por lo que se
comprende el alivio experimentado por el grupo al que-
dar el vínculo entre ellos libre de estos vínculos trans-
feridos.
Esta dramatización contribuyó a modificar las trans-
ferencias laterales que he detallado, dando lugar, a su
vez, al análisis de otras alianzas inconcientes.
A través del análisis de las transferencias pueden
ir conociéndose las fantasías o formaciones imaginarias
inconcientes compartidas, y las fantasías individuales
de los integrantes, en las distintas etapas del desarrollo
de un grupo. Esta tara cuenta con dificultades obvias
por la complejidad del campo en el que se trabaja. En
este sentido, en lo que se refiere a las dificultades de
aprehensión del fenómeno grupal, la aplicación del psico-
drama es un elemento de gran valor terapéutico, ya sea
que se lleven a cabo dramatizaciones grupales o indivi-
duales. Aún cuando no se dramatice, el hecho de tener
una concepción dramática de la psicoterapia facilita el
desarrollo del drama interno en el espacio único de la
sesión (único, no por ser factible de transferencia sino
de interpretación).
Hay un espacio grupal en que se representan y
corporizan los dramas del espacio intrapsíquico, en que
los vínculos- con las imagos encuentran un espacio sim-
bólico y en que, en estrecha interrelación, existe un es-
pacio vincular interpersonal.
Esta sesión de grupo corresponde al mes de abril
de 1985, a pocos días del comienzo del juicio a las ex
juntas militares.
En Buenos Aires, una ola de rumores y hechos polí-
ticos causaron a muchos confusión, desaliento y temor.
El juicio tan deseado por gran parte de la población ad-
quiría valencias contradictorias. Una vez más el miedo,
en parte unido a la posible respuesta militar y en parte,
a saber más, a recordar, a poner nombres a las pruebas.
Simultáneamente, dos grandes manifestaciones popula-
res rescatan la coherencia. El grupo está constituido por
tres hombres y cuatro mujeres. Al comienzo del año, en
enero, dos pacientes terminaron su terapia grupal, in-
gresando dos pacientes nuevas en marzo. Tienen entre
30 y 45 años. Todos son profesionales.
Comienza la sesión. Jorge anuncia que dará la últi-
ma materia de su carrera con la cual se recibe, que no
puede estudiar porque piensa obsesivamente en lo que
hará una vez recibido, no sabe si quedarse o irse del país,
hay poco trabajo y ahora... con todas las historias que
se cuentan... Los rumores... Tiene miedo de irse y
de quedarse. No puede disfrutar del hecho de que ter-
mina su carrera. Los demás lo escuchan y se van en-
tristeciendo. Se habla de la situación económica y po-
lítica, comentarios de los diarios de la mañana... De
pronto Alfredo, que ejerce hace años su profesión, co-
mienza con un discurso escéptico y agresivo acelerado
en su forma de hablar, se le ve asustado y en un mo-
mento lo dice. La síntesis de su discurso sería la siguien-
te: La necesidad de replegarse porque el desgaste es muy
grande, muchas cosas que hacer, enfrentar, decidir. Una
de las mujeres, Alejandra, que estuvo fuera del país du-
rante la dictadura, comienza a decir que irse no es fácil,
ni irse del país ni irse de las obligaciones, aunque el es-
fuerzo sea grande. Le dice a Jorge que piense bien en lo
que va a hacer, y a Alfredo, que le preocupa verlo así,
que parece un viejo cansado. Alfredo recuerda que su
padre nunca estaba cansado. y dice: " . . . Le tocó vivir
otra é p o c a . . . " Tomás está muy silencioso, así como Mó-
nica y Carmen. Alicia está diciéndole algo al oído a To-
más. Los otros se molestan. Ella dice entonces que le
contaba, en voz baja, que su marido estaba muy bien.
Comienzan a comparar con los hombres del grupo y apa-
recen como desalentados, mientras "otros" no lo están.
Pregunto a Mónica y Carmen qué piensan, qué sien-
ten. . . Mónica dice que el tema le interesa pero que
ella quería contar algo hoy. Tuvo un sueño con su hijo
Martín que la dejó muy mal. Soñó que se olvidaba de
leer y escribir, que de pronto era analfabeto.
Carmen dice que estaba escuchando y pregunta:
" . . . ¿ Q u i é n va a ir a la Marcha de las Organizaciones
de Derechos Humanos?..." Tomás dice "yo" (otros
también) y agrega: " . . . H o y estamos como chicos des-
orientados. Yo venía bien y me puse m a l . . . " Les pre-
gunto qué escenas surgen en ese momento. (Considero que
se ha desplegado un abanico de posibilidades, jugando
los integrantes diversos roles grupales. Los hombres apa-
recen con una gran carga de angustia y como figuras
sufrientes o carenciadas. Las mujeres hacen referencia
a otros hombres (hijo del sueño de Ménica, el marido
de Alicia).
Cuando Tomás interviene con una metáfora ("Hoy
estamos como chicos desorientados"), pienso que la aso-
ciación dramática nos puede ayudar a explorar los nexos
grupales e individuales que se dan en este momento.
Alfredo, recuerda que estuvo hace tres días en el
cementerio. Hacía mucho que no iba, fue el aniversario
de la muerte de su padre.
Mónica, dice que le gustaría dramatizar el sueño
que tuvo, que no surgen otras escenas. (Hay una "im-
permeabilidad" hacia lo grupal hoy en ella).
Alicia, recordó una escena infantil. Estaba forman-
do fila en la escuela, algunos compañeros muy ordenados,
otros desordenados.
Carmen no tiene ganas de dramatizar hoy, aunque
dice que le gustaría tener ganas.. . Hace un chiste:
"Digo esto para colaborar con el 'buen' clima".
Jorge recuerda una escena en la escuela secundaria:
El profesor daba una clase sobre depresión y lo puso a
él como ejemplo de depresivo. Sintió mucha humillación.
Tomás asocia con una escena de hace tres o cuatro
años. Venía contento por la calle cuando de pronto vio
cómo un hombre grande le pegaba a un nene: "¡El pibe
no entendía nada!"
Alejandra, dice que se ve paseando por Buenos
Aires, el sábado pasado. Iban haciendo planes mental-
mente.
Al realizarse cada escena, asomaron datos que fue-
ron, en el momento de las dramatizaciones, evidentes,
nuevos y se recogieron en los comentarios posteriores.
En la escena de Alfredo, aparece en un soliloquio,
el temor a que la muerte lo encuentre desprevenido, co-
mo a su padre que murió de un infarto.
Mónica, reconoce su deseo de no saber, su deseo de
volver a ser niña y se angustia.
Alicia: en la escena infantil, aparece una voz, la
de la maestra, que los reta en la fila y les dice: "¡Van
a aprender a no moverse!" Miedo a la inmovilidad adqui-
rida . a dejar que otros estén en movimiento. (Recordar
el comentario sobre el marido).
Carmen hace un soliloquio, muy sentido, y dice:
"¡Qué ganas de tener ganas!" Asocia con su frigidez.
Jorge: En la escena, aparece un cierto placer, al ser
señalado como el prototipo del depresivo, eso no lo tenía
conciente.
Tomás: Al llevar a cabo la escena, asoció con otra
escena más antigua, donde es retado duramente por su
padre porque lo encuentra jugando con sus genitales
mientras se baña. '
Alejandra: Al realizar su paseo, descubre que dis-
fmta a medias del mismo y que sus planes son muy lin-
dos pero entrecortados.
Los comentarios que hicieron y lo que compartieron
ante las emociones y recuerdos surgidos frente a cada
escena, giró sobre lo anteriormente subrayado. Los re-
cuerdos individuales y de momentos de la historia del
grupo se sucedieron en una rica producción. Pudieron
reflexionar y comprender algunos aspectos de su his-
toria relacionadas con el erotismo y la vitalidad. La
creatividad y la prohibición. La castración y la muerte
como castigo, que surgían ante la situación política-eco-
nómica actual (también se dice que en el juicio son hom-
bres que juzgan a hombres. Las mujeres son víctimas,
son testigos. Son las "Madres de la Plaza").
Las escenas que afloraron son factibles de una lec-
tura situacional del contexto social actual. Lo más com-
piejo se develó a través de las escenas y sus comentarios
(afectos, identificaciones y asociaciones), donde apare-
cen las escenas del mundo interno con que resuenan cada
uno en esta situación. Los vínculos con personajes in-
ternos que son "revividos" en el "aquí y ahora" grupal-
social. A nivel grupal, se hace referencia a los nuevos y
a los que se fueron (todas mujeres). La ambivalencia
que sienten frente al curarse e irse con proyectos y pla-
nes, y al quedarse en un lugar conocido y continente.
Lugar que puede "volverse" inmovilizador, represor, con-
vertirlos en "frígidos". Los hombres son los mismos, no
hay nuevos ni recientes altas.
Pueden reconocer algún determinante interno de su
rol social actual, sin reduccionismos alienantes, sin des-
plazar al conocimiento de aspectos de lo inconciente,
causas que son socio-políticas. Esto hay que tenerlo bien
claro desde la coordinación pues, si no se puede caer en
un serio riesgo: El de intentar explicar lo socio-político
por causales inconcientes individuales.
He intentado al dar estos tres ejemplos ilustrar en
parte lo expuesto sobre la integración del psicodrama, el
psicoanálisis y la influencia del contexto socio-político.
Elegí en el primer ejemplo, un fragmento de un
trabajo sobre transferencia del terapeuta. En el segun-
do, un recorte de una relación transferencial entre dos
miembros de un grupo. En el tercero, el relato muy sin-
tetizado de una sesión donde el tema socio-político es ma-
nifiesto, señalando una forma de desarrollar la sesión,
en la que aparecen los niveles grupal-individual y social,
y sus nexos.
Espero con estos apuntes haber contribuido a seña-
lar los aportes que el psicodrama ha hecho a la psicote-
rapia grupal, al mostrar el valor de la escena dramática
como vía de abordaje a lo inconciente.
El psicodrama de Moreno tiene un enorme conteni-
do humanista, sus inquietudes sociales son evidentes y al
integrar el psicodrama en nuestra forma de trabajo, no
sólo se utiliza su técnica sino se rescata, en parte, su
espíritu.
APRENDIENDO A OBSERVAR "EN ESCENAS"
GRUPOANALISIS APLICADO Y OPERATIVO

HERNÁN KESELMAN

Crónica del Workshop Grupo-analítico

Estas notas son para el staff directivo del seminario


celebrado en Bilbao entre los días viernes 8 y domingo 10
de octubre de 1982. Este fue convocado conjuntamente
por el Departamento de Psiquiatría de la universidad
del país vasco y el Institute of Group Analysis de Lon-
dres Fui invitado a participar allí como "repórter", es
decir, como persona que desde "la frontera" podría obser-
var esta experiencia en casi todas sus actividades para
luego informar al staff mis observaciones alrededor del
mismo. Este evento representaba para mí una primera
oportunidad de conocer al equipo grupo analítico desde
su trabajo concreto en la difusión del pensamiento de
S. H. Foulkes y al que fui invitado por el staff del Ins-
titute of Group Analysis y del Departamento de Psiquia-
tría de la universidad vasca a través de las gestiones de
Hanne y Juan Campos, amigos, colegas, con los que esta-
mos —entre otros— desarrollando en España la tarea de
un intento de construcción de cierto espacio (que desde
Copenhagen lo hemos denominado "Convergencia") para
poder discutir diferentes teorías acerca de lo que signi-
fica el psicoanálisis hoy en día; las relaciones entre el
análisis grupal y el individual; la inscripción social del
psicoanálisis y las metodologías de trabajo en este campo.

1 Trabajo presentado al Staff del Institute of Group Analysis


de Londres coordinado por Malcolm Pines. Corriente dinámica gru-
pal orientada por el pensamiento de Foulkes en Inglaterra.
Era una buena oportunidad para mí para confrontar
coincidencias y disidencias, ratificaciones y rectificacio-
nes del esquema de observación que yo traía desde mi
experiencia con los grupos operativos de la escuela de
Pichón Riviére, de la que soy director actualmente en
España y forma parte también de un proyecto de inter-
cambio de trabajos entre las gentes que trabajamos en
Convengencia, para poder vernos trabajar en nuestras
distintas teorías y técnicas "en vivo y en directo". Voy a
desarrollar, con respecto a este workshop, una observa-
ción "sentida y pensada en escenas". El pensar en escenas,
lo hemos venido desarrollando con Tato Pavlovsky y Luis
Friedlesky durante muchos años ("Las escenas temidas
del coordinador de grupos").
Allá van:
i™ Escena: Me está esperando Hanne Campos en el
aeropuerto. La presencia de Hanne me tranquiliza. No
conozco qué es lo que se espera de mi rol de repórter y
me pregunto qué es lo que significa esto para un repórter
¿es mejor?, ¿es peor? Tengo inquietud. Cada vez que
comienzo una experiencia grupal, aún en esta que estoy
como repórter, me siento alegre y nervioso al mismo
tiempo.
2& Escena: Llegamos al campus universitario de Le-
jona. ¡Horror! Me atemorizan estos edificios de la Fa-
cultad de Medicina (¿será la vuelta de lo reprimido?, ya
que esa fue mi última actividad —catedrático de psicolo-
gía médica— en la Argentina hace ya 9 años). Hanne y
yo no sabemos dónde queda psicología médica y psiquia-
tría que es donde se va a hacer el workshop. Después su-
pimos que este Departamento está dentro del Departa-
mento de Estomatología (con todo lo que eso simboliza)
en la Facultad de Medicina.
Por suerte, llegan en ese momento dos niñas "locales"
en su coche. Eso indica que deben saber dónde queda.
"Sintonizan" en seguida. Somos del mismo gremio.
Entramos juntos: sí, vamos a subir, vamos a la mis-
ma experiencia, ellas saben. Empezamos a caminar por
los solitarios y bien cuidados corredores. Hacemos bro-
mas. ¡Ya comenzamos a ser un grupo!, le comento a
Hanne. Hanne sonríe y me responde en voz baja: en
realidad "una pastilla de grupo", buena para tomársela
con whisky. Nos reímos.
3? Escena: Llegamos y nos recibe la secretaria de
la cátedra. Qué suerte. Es amable, nos dice que espe-
remos abajo. Nos pregunta si estamos inscriptos. Hanne
le aclara —con voz humilde— que somos parte del staff.
La secretaria resuelve entonces que las niñas bajen y que
nosotros pasemos al despacho donde llegará el resto del
staff, que está justo al lado de la secretaría.
¡Adiós, primeras compañeritas de grupo! Piramos
del mismo gremio pero evidentemente de distinto sindi-
cato o a lo mejor pertenecemos a la patronal. Hay que
aceptar las diferencias de la pirámide del poder institu-
cional. Duró poco. Pero confío que volveremos a vernos
seguramente en el large group (y así fue). Me identifico
con ellas. Es como si con Hanne, hubiéramos hecho cola
con otros en clase turista y al subir al avión nos pusie-
ran en primera. Charlando con Juan y Hanne en el aero-
puerto —leyéndoles esta crónica— hicimos una broma
acerca de una serie de televisión que se llama "Upstairs,
downstairs" ("los de arriba y los de abajo") una serie
de televisión inglesa que se pasa por televisión española
y que habla acerca de la relación entre una familia aris-
tocrática y sus sirvientes. Lo que es evidente es que la
distribución espacial es un lenguaje: los coordinadores
son "los de arriba" y los coordinados son "los de abajo".
Me siento con una pierna en cada nivel. Quizás sea bueno
para el rol del observador esta doble identificación que
empiezo a sentir. Deduciría a través de mi relación con
otros integrantes que quizás parte del juego del rol del
repórter sea lo que podríamos llamar "el aprender a
ejercitarse en las identificaciones múltiples". Muy típicas
del rol del observador de un grupo analítico.
Escena: Volvemos a quedarnos solos con Hanne
en el gran despacho, entonces le hago preguntas acerca
de mi rol: ¿yo entro en los grupos pequeños?, ¿hablo o
no hablo?, ¿cómo se combinan los grupos del curso re-
gular que hacen los alumnos de la cátedra con el workshop
periódico?
Hanne lamenta comunicarme que no tiene ni idea.
Desilusión por parte mía. En una palabra no tengo de-
positario "para el supuesto saber". Ya comienza el pro-
blema de los límites "es decir de los boundaries". Más
tarde —frente a esta pregunta discutida en el staff—
Juan diría solucionando: ¡muy sencillo! Se convierte el
tema de los "boundaries" en objeto de análisis, en objeto
de estudio y ya está.
Con respecto a mi rol creo que jugaré —como se dice
en fútbol— de "libero" (libre) : es decir puedo vagabun-
dear por todo el terreno y por donde mi olfato me lo indi-
que sin encargarme de ser responsable del mareaje ni
de un hombre ni de un sector o área.
Escena: Llegan los V.I.P.S. (Very Important
Persons) : primero José Mari. Buscamos —para empezar
la charla— un amigo común (Pacho O'Donnell) como
punto de referencia o puente. Así recuerdo que el campus
de medicina está atravesado por algunos puentes o pasa-
relas que como supe más tarde permiten que los alumnos
recorran grandes extensiones o distancias dentro de la
facultad sin mojarse porque el país vasco es un lugar
muy húmedo donde llueve mucho. José Mari es el orga-
nizador pero con una actitud muy humilde, muy sencilla,
diría que con una actitud más de huésped, más de invi-
tado que de invitador (¿será porque él está también a su
vez en "la frontera" pero desde adentro, desde el rol de
coordinador?). Está en el comité organizador, pero no
es miembro del "staff". Le preguntamos cómo va la or-
ganización y nos tranquiliza. Dice que no hay problema.
Evidentemente este muchacho sabe tratar con locos. Luego
supe que dirigía un servicio en el Neuropsiquiátrico y
que le importa bastante poco el dinero y la burocracia.
Es muy amable al igual que la secretaria. El descansa
en una buena secretaria (¡qué importante que es eso para
tipos desorganizados como algunos de nosotros!).
69 Escena: Entra José Guimón. ¡ Este sí tiene planta
de jefe! Es alto, grandote, viste bien pero no exagerada-
mente y tiene pinta de profesor distraído.
Charlamos, recordamos el verano último que nos vi-
mos en Gerona. Siempre un recuerdo compartido con la
gente nueva para tranquilizarnos, como puente. Esto tiene
que ser similar al mecanismo de los pequeños grupos al
comienzo.
Luego entran Fernando y Ana. Fernando Arroyabe
es "arrollador". Evidentemente es otro jefe. Es cálido,
corporalmente expansivo, sociable, amable (¿cuándo lle-
gará su hostilidad?) y me pregunto si lo paranoide que
tengo con respecto a cuándo llegará la hostilidad de los
otros, no es solamente la proyección de mi hostilidad sino
también si no representa otro estadio del inicio grupal en
los integrantes de los pequeños grupos.
También llega Ana María Patalán de Marrone. Es
argentina, como yo. No tiene pinta de jefa. Me recordaba
de algún lugar de la Argentina y luego supe que habíamos
nacido en la misma provincia (Santa Fe). Teníamos algo
en común. Esto también me recuerda el tema contextual.
Estamos en un país como el país vasco, un país polvorín
a punto del golpe militar o de las elecciones con los pro-
blemas del regionalismo y se me ocurrió que una de mis
escenas temidas era que los integrantes locales iban a
hablar en idioma vasco, en euskera, ya que en parte se
hablaba en inglés yo pensé: ellos van a hablar en euskera,
en idioma vasco. Pero no. Muchos de ellos no sabían
hablar en idioma vasco.
Malcolm lo sintió —lo del idioma—, después lo ex-
presó en su dificultad de contacto cuando dio la clase
teórica. Creo que este momento socio-cultural en este
lugar tenga quizás algo que ver con el centralismo de
poder de Madrid y también con el tema de quién detenta
el poder y el saber en esta experiencia (vuelvo a pensar
en los coordinados como si fueran "los de abajo"). Sigo
charlando con Ana María, me dijo que me conocía de
antes. Inmediatamente pensé: ¿a qué corriente pertene-
cerá?, ¿a los que me aprecian, a los que me desprecian
o peor todavía, a los que no les significo nada de nada?
Pensé; esto también debe ser algo "secreto" entre los co-
nocidos de abajo y de arriba. Aquí hay simpatías, anti-
patías, conocimientos previos y desconocimientos también.
Luego Ana María me dice que le recuerdo a su tío.
Sigo sin saber a qué corriente pertenece. La primera he-

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