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EXTRACTO DE UN TRABAJO MÁS AMPLIO DEL DR.

VICTOR
KORMAN
Víctor Korman es psiquiatra, psicoanalista y doctor por la Universidad Complutense de
Madrid. Fue residente y médico de planta del Servicio de Psicopatología del Hospital
Interzonal de Agudos Evita (Lanús, Provincia de Buenos Aires) durante el periodo 1968-
1977. Inició su formación en Buenos Aires y la continuó en París. Reside en Barcelona desde
1977

Lo psíquico es lo social subjetivado. Lazo social, identificación y


transferencia | Víctor Korman

1. Introducción

Este escrito consta de tres partes; en la primera de ellas me referiré a los


lazos que mantiene el sujeto con la sociedad; en la segunda y tercera
distinguiré netamente la identificación de la transferencia, que serán
enfocadas como formas específicas de lazos sociales. Diferenciarlas
obedece a que otorgo a la identificación —en especial a sus modalidades
estructurantes— un carácter metapsicológico, es decir, altamente teórico, y
la sitúo en la comarca de la teoría psicoanalítica que da cuenta de la
formación del aparato psíquico o, en términos más contemporáneos, de la
estructuración subjetiva. No la considero un operador clínico, a diferencia
de la transferencia que es un concepto ligado intrínsecamente —aunque no
de forma exclusiva— a la praxis. Tanto el psicoanálisis como las
psicoterapias que de él derivan se despliegan siempre bajo transferencia y
uno de las cuestiones centrales de los tratamientos consiste en el manejo de
la misma. Tras fundamentar esa pertenencia a dos campos distintos
intentaré establecer algunos puentes entre ambas.

2. Lazos sociales

Las relaciones entre los sujetos y lo social son múltiples y variadas, aunque
casi nunca son lineales. Lo psíquico y lo social poseen formas de
organización y de funcionamiento que responden a legalidades diferentes;
coexisten con fronteras muy porosas y, cuando se produce un traspaso
desde lo subjetivo a lo social —o de lo social hacia lo subjetivo—, se
genera ipso facto la transformación de aquello que hizo ese pasaje.
Poseedoras de consistencias distintas, el sujeto y la sociedad mantuvieron
siempre relaciones paradójicas: están en cierta continuidad, pero a la vez
existe una frontera o hendidura entre ambos que está atravesada por
centenares de puentes. Se influyen mutuamente y se interpenetran: lo
social está en el sujeto y el sujeto está en lo social. Es un lazo indisoluble,
hipercomplejo, entre dos entidades heterogéneas. Suelo decir que están en
continuidad möebiana, apelando dentro de la topología a la famosa banda.

1
Las disciplinas que las estudian tienen también objetos y metodologías
diferentes. El abordaje de las relaciones entre ambos campos es altamente
incitante para un pensamiento crítico que sepa evitar los reduccionismos.

La presencia y la función de lo social en el sujeto ha sido referida en


psicoanálisis bajo diferentes denominaciones: la alteridad, los otros, la
otredad, el objeto, el entorno objetal, el Otro con mayúscula y con
minúscula, etcétera. Esa alteridad es fundante del sujeto. La subjetivación
de lo social en la formación del aparato psíquico comienza desde el primer
día de vida del recién nacido; lo social se va haciendo carne y psique en
el infans con la mediación de la subjetividad parental, vía identificación.
Sostener, como lo hago, que lo psíquico es lo social subjetivado implica
otorgar una anterioridad lógica a lo socio-familiar. El entorno objetal
primario es el determinante principal de la psiquización de todo recién
nacido. Con la posterior apertura del niño a lo extra-familiar, lo social
incide más directamente sobre él. La contrapartida de este movimiento
estructurante —quiero decir: la presencia del sujeto en la sociedad—
quedará sucintamente descrita mediante la siguiente caracterización
psicoanalítica que propongo de lo social: es el conjunto de transferencias
múltiples y recíprocas que se establecen en la sociedad entre la multitud de
sujetos que la conforman. Cada sujeto se integra en lo social con su cuerpo
y con todas las dimensiones psíquicas que le son propias: pulsional,
inconsciente, preconsciente, consciente, narcisista, yoica, superyoica,
fantasmática y transferente. Como siempre, el psicoanálisis atenderá
especialmente los aspectos inconscientes de cada sujeto y de cada relación
social. En la subjetivación de lo social, además de la identificación, juegan
roles decisivos los siguientes mecanismos: introyección, incorporación,
interiorización, apropiación y los fenómenos de transferencia. Doy por
conocidos estos conceptos que intervienen en la conformación temprana y
tardía del aparato psíquico y señalo —como al pasar— su importancia para
estudiar los efectos de la sociedad actual sobre la conformación de los
sujetos contemporáneos. Para entender y sortear los nuevos retos que la
clínica actual comporta, me ayudó mucho haber tomado a la sociedad
actual como objeto de estudio[1] y apreciar sus repercusiones sobre los
consultantes y sobre el ejercicio del oficio de analista en el siglo xxi. Los
psicoanalistas poseemos un conjunto de conceptos muy potentes para dar
cuenta de los cruces de frontera desde lo social a lo subjetivo y viceversa.[2]

3. La identificación. Propuesta de un nuevo sistema identificatorio


estructurante de la psique

2
Comenzaré señalando las bases de mi proposición y las modalidades de
identificaciones que lo componen, que son tres. Por razones de espacio
ambos conjuntos quedarán casi huérfanos de explicaciones y desarrollos.[3]

1. La incidencia significativa del entorno objetal en la psiquización del


recién nacido humano. La identificación es impensable fuera del
contexto objetal, relacional.
2. La concepción retroactiva de la temporalidad psicoanalítica, aspecto
al que otorgo gran importancia.
3. La relación indisociable entre el narcisismo y el complejode Todas
nuestras entidades nosográficas podrían ser entendidas como formas
cuanti y cualitativamente distintas de configuraciones edípico-
narcisistas (o narcisístico-edipicas según la prevalencia de uno u
otro).

Las variantes de identificaciones estructurantes serían, básicamente, cuatro:


las primeras o basales, las narcisistas, las edípicas y las postedípicas.

1. Nivel basal: las primeras identificacion Tendrían dos modalidades:


incorporativas e introyectivas. Conformarían el zócalo del nuevo
sujeto psíquico. Ellas introducen las trazas iniciales de la
subjetividad en momentos en que el bebé no se diferencia aún de sus
objetos primarios. O sea: inscriben las marcas fundacionales del
nuevo sujeto. He denominado con el término presubjetividad a esos
momentos muy precoces de la vida psíquica y forjé el
neologismo yobjeto para referirme a esa especie de ente fusional
amalgamado, indiferenciado, que conforma la madre y el bebé. Estas
identificaciones inscribirían de manera simultánea los primerísimos
rasgos que luego darán sostén a lo narcisístico y edípico del infante.
Pero no es sólo la madre quien identifica, también el padre y los
otros componentes del entorno objetal. Imposible desarrollar en este
contexto las diferencias y las coincidencias de lo recién expuesto con
aquello que Freud designó con el nombre de identificación primaria
y con sus “equivalentes” en las teorías de Klein y Lacan.
2. Las identificaciones narcisistas, incorporativas, creadoras del
narcisismo primario y del yo. He hecho una reelaboración personal
de la freudiana identificación melancólica y de las especulares o
imaginarias de Lacan, planteando algunas inflexiones teóricas
importantes que luego derivé hacia la clínica. Los efectos de estas
identificaciones narcisistas permitirían el pasaje de
la presubjetividad a la transubjetividad narcisista.
3. Las identificaciones secundarias edípicas, que implantan rasgos
parciales o detalles de los objetos. Son concomitantes a las

3
relacionesedípicas y también posteriores a la resignación de dichos
objetos durante la declinación del complejo. Acontecen una vez
establecida la triangularidad edípica, es decir, cuando hay un yo ya
constituido y se discrimina entre yo y no yo. Presuponen el pasaje
por la castración y resignifican retroactivamente la organización
psíquica generada por las primeras identificaciones y las narcisistas.
Tiempo de la intersubjetividad. 
4. Las identificaciones post-edípicas de la pubertad, de la adolescencia
y de los adultos jóvenes, a las que también otorgo importancia.
Acontecen mayoritariamente en medios extrafamiliares y dejan
marcas provenientes de medio social y cultural en el sujeto. Estas
modalidades identificatorias ayudan a entender algunos rasgos
psíquicos de los sujetos contemporáneos. Somos también hijos de la
sociedad y de la época en que vivimos.

El sistema identificatorio que apenas he esbozado se enmarca dentro de la


que he denominado perspectiva copernicana. Ella considera fundamental la
incidencia de la “otredad” en la producción de una nueva subjetividad. La
alteridad es identificante en este enfoque. Los otros identifican al sujeto. En
cambio, el enfoque ptolomeico es aquel que considera al sujeto psíquico en
formación como punto de partida y epicentro de la constitución subjetiva.
El infante se identifica con los objetos para crear su propio aparato
psíquico. Se trata de teorías infanto-céntricas si me permiten ese
neologismo.[4] Si aplicáramos estos raseros a la teoría identificatoria
freudiana, podríamos decir que ella es copernicana con fuertes improntas
ptolomeicas; en la kleiniana predomina el ptolomeísmo; Lacan fue el
primero en invertir la dirección del movimiento identificatorio: desde
el Otro (con mayúscula) y el pequeño otro hacia el protosujeto. Dicho esto,
podría agregar que el sistema que propongo es copernicano relativizado —
o jerarquizado, según se lo mire— por su combinación con la noción de
autoorganización y con la concepción del sujeto psíquico como estructura
disipativa, nociones a las que me referiré a continuación.

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