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INTRODUCCION
Han transcurrido más de diez años desde que hice mi primera tentativa
de establecer la etiología de los trastornos maníacodepresivos sobre bases
psicoanalíticas. Estaba compenetrado de las deficiencias de tal tentativa que
traté de dejar bien esclarecida en el título de la misma. Sin embargo, de-
bemos recordar cuán pocos trabajos e investigaciones de índole psicoana-
lítica sobre la demencia circular se habían realizado para esa fecha'. La
práctica psicoterapéutica privada nos ofrece pocas oportunidades de analizar
casos de esta naturaleza y es, por lo tanto, difícil que un solo analista pueda
coleccionar y comparar suficientes observaciones sobre la materia.
A pesar de las deficiencias de esa primera tentativa sus resultados pro-
baron ser correctos en algunos aspectos importantes. El trabajo de Freud
sobre Duelo y melancolía confirmó mis puntos de vista de que la melan-
colía guardaba con respecto al duelo normal por una pérdida de objeto, la
misma relación que se plantea entre la ansiedad mórbida y el temor ordi-
nario. Además, ahora ya podemos considerar, como definitivamente esta-
blecida, la afinidad psicológica existente entre la melancolía y la neurosis
obsesiva. Más aún, estas dos enfermedades muestran similitudes respecto
al proceso de desligamiento de la libido del mundo exterior, y por otro
lado hasta ahora no ha sido posible descubrir nada respecto al punto de
divergencia entre ambos estados ni se ha proyectado luz alguna sobre el
problema de las causas específicas de la demencia circular.
Después de que Freud estableciera la teoría de los niveles pregenitales
de la organización de la libido, hice una tentativa de descubrir esta causa
LA LIBIDO A LA LUZ DE LOS TRASTORNOS MENTALES 275
1
MELANCoLíA y NEUROSIS OBSESIVAS
Dos ETAPASDE LA FASE ANALSÁDICADE L<\ LIBmo
han confirmado cada vez más la estrecha relación existente entre estas dos
esferas instintivas y no obstante nunca hemos investigado el origen de esta
relación tan especial. Hemos aprendido del análisis de enfermos neuróticos
.que los procesos excretorios son empleados con propósitos sádicos y el hecho
ha sido confirmado por la observación de la psicología del niño. También
hemos visto que un rasgo del carácter, la obstinación, por ejemplo, procede
tanto de fuentes sádicas como anales. Pero estas observaciones, como asi-
mismo otras semejantes, no nos han capacitado para comprender la razón de
esta combinación de actividades sádicas y anales.
Podemos aproximarnos a la solución del problema si consideramos otro
conocimiento bien consolidado de la ciencia psicoanalítica del que me he
ocupado en el trabajo antes mencionado o sea que una completa capacidad de
amar sólo es lograda cuando la libido ha alcanzado su nivel genital. Tenemos
por un lado procesos anales eróticos combinados con conducta sádica, espe-
cialmente con emociones crueles y hostiles, destructivas para el objeto, y por
el otro un erotismo genital combinado con tendencias amistosas para el mismo.
Pero tal comparación sólo nos sirve para aproximarnos a nuestro pro-
blema, que permanecerá sin solución, hasta tanto no conozcamos por qué
en cierto nivel del desarrollo los impulsos sádicos exhiben una especial afi-
nidad para el erotismo anal precisamente, y no para el oral o el genital. Con
tal finalidad nu~vamente podemos hacer uso de los datos empíricos del psi-
coanálisis, pues ellos nos pueden ser de utilidad ya que nos demuestran:
1) Que el erotismo anal contiene dos tendencias placenteras opuestas.
2) Que similarmente existen dos tendencias opuestas en el campo de
los impulsos sádicos.
La evacuación del intestino procura una excitación placentera de la
zona anal y a esta primera forma de experiencia placentera se agrega otra,
basada en un proceso opuesto, la retención de las heces.
La experiencia psicoanalítica ha mostrado sin duda alguna que en la
segunda etapa del período de su desarrollo libidinal el individuo considera
a la persona que es objeto de su deseo como algo de su propiedad y la trata
consecuentemente en la misma forma como lo hizo con su primer objeto de
propiedad privada es decir al contenido de su cuerpo, las heces. Mien-
tras que .en el nivel genital "amar" significa la transferencia de sentimientos
positivos sobre el objeto y lleva implícita una adaptación psicosexual hacia
LA LIBIDO A LA LUZ DE LOS TRASTORNOS MENTALES 281
tal objeto, en' el nivel precedente significa en cambio que el individuo trata
al objeto como a algo de su pertenencia, puesto que la ambivalencia de sen-
timientos aun existente en este nivel inferior, expresa su actitud positiva
hacia el objeto en forma de retener su propiedad y la actitud negativa en
forma de rechazarla. La amenaza de pérdida del objeto en el neurótico obsesi-
vo y la pérdida en el melancólico, significan para el inconsciente de cada uno
. de ellos la expulsión del objeto en el sentido de una expulsión física de heces.
Supongo que todo psicoanalista es capaz, por sus propias observaciones,
de confirmar este paralelo. En el trabajo anteriormente señalado he trata-
do el tema con mayores detalles y sólo deseo llamar la atención aquí sobre
el hecho de que muchos neuróticos reaccionan en una forma anal a toda
pérdida, ya sea ésta ocasionada por la muerte de una persona o la experi-
mentada por la pérdida de un objeto material. Pueden reaccionar a la pér-
dida ya sea con constipación o diarrea de acuerdo con la forma en que la
pérdida sea considerada por el inccnsciente, cuya actitud es naturalmente
variable por la ambivalencia de su vida emocional. El inconsciente de estos
neuróticos niega o afirma la pérdida por medio del lenguaje orgánico con
el cual estamos tan familiarizados.
La noticia ~ la muerte de un pariente cercano puede a menudo pro-
ducir en una persona una violenta presión en sus intestinos como si la tota-
lidad de su contenido fuese expulsado o como si se le hubiera arrancado de
su interior algo que habría de salir a través del ano. No debemos olvidar
que a pesar de que una tal reacción puede estar sobre determinada, sólo
intentamos poner en evidencia aquí la causa que más nos interesa.
Debemos considerar esta reacción como una forma arcaica del duelo,
forma que ha sido' conservada en el inconsciente y colocarla al lado del pri-
mitivo ritual descrito pOF Roheim (1) en el cual los parientes del muerto
defecaban sobre su tumba.
Es importante señalar que ciertas formas del lenguaje, aun mantienen
los indicios de este paralelo entre perder algo y evacuar. En alemán, por
ejemplo, el excremento de animal es llamado losung (2) y la conexión
entre esta palabra y los e), y la palabra inglesa lose es evidente.
11
LA PÉRDIDA DEL OBJETO Y LA INTROYECCIÓN EN EL DUELO NORMAL Y EN LOS
Vemos por lo tanto que un solo suceso ha tenido dos secuelas dife-
rentes colocadas una al lado de la otra como frecuentemente ocurre en el
sueño cuando debe expresarse un paralelo. Ingerir la carne de la esposa
muerta se hace un equivalente de restaurarla a la vida. Freud recientemente
ha demostrado que mediante la introyección del objeto perdido el melancó-
lico lo vuelve verdaderamente a la vida, erigiéndolo en su propio Yo. En el
presente caso, el viudo se abandonó a su aflicción durante un período de
tiempo como si no fuera posible escapar a ella. Su desagrado por la comida
constituía en parte un juego con su propia muerte, y parecía manifestar
implícitamente que ya que el objeto de su amor había muerto, la vida no
tenía más atractivos para él, Entonces comenzó a elaborar el efecto trau-
mático de su pérdida por medio de un proceso inconsciente de introyección
de su objeto amado. Mientras transcurría este proceso, fué paulatinamente
recuperando su capacidad de tomar alimentos y su sueño le anunciaba al
mismo tiempo que el trabajo de duelo había tenido éxito. El proceso del
duelo nos trae así el consuelo siguiente. "Mi objeto amado no me ha aban-
donado ya que ahora lo llevo en mí y no puedo jamás perderlo."
Como vemos este proceso psicológico es idéntico al que ocurre en la
melancolía. Más adelante trataré de esclarecer cómo la melancolía es una
forma arcaica de duelo. Pero el ejemplo antes citado nos lleva a la conclusión
de que el trabajo del duelo en el individuo sano, adquiere también una forma
arcaica en los estratos más inferiores de la mente. Mientras escribía lo ante-
riormente expuesto encontré que la introyección que tiene lugar en el duelo
normal casi había estado próxima a ser descubierta desde otro ángulo de
enfoque. Groodeck (1) cita el caso de un paciente que encaneció en el
momento de la muerte de su padre y lo atribuye a una tendencia incons-
ciente por parte del, enfermo de volverse igual al padre como si quisiera
absorberlo en sí mismo y ocupar su lugar con la madre.
Me veo obligado, a contribuir, al respecto, con una experiencia de mi
propia vida. Cuando Freud publicó su trabajo sobre Duelo y Melancolía
tan frecuentemente citado en estas páginas, sentí en mí una dificultad inacos-
tumbrada en seguir el curso de sus pensamientos. Me daba cuenta de una
inclinación a rechazar la idea de una introyección del objeto amado y com-
batía tal sentimiento pensando que si el genio de Freud hizo un tal descu-
nI
EL PROCESO DE INTROYECCIÚN EN LA MELANcoLíA
Dos ETAPAS DE LA FASE ORAL DE LA LIBIDO
(1) Harnik sefialó que en Egipto se suele inscribir en las lápidas una rogativa en la cual
el muerto pide que se le exima del castigo de tener que comer excrementos. Véase Enuim
Religion der Aegypter.
(2) Comunicación al Congreso PsicoanaIíticc, 1922.
298 REVISTA DE PSICOANALlSIS
dreperla- con que los botones estaban confeccionados, con ideas de brillan-
tez y limpieza, de un valor especial, que nos condujeron a sus reprimidos
intereses coprofílicos. Al respecto debo recordar a mis lectores el excelente
trabajo de Ferenczi (1) en el cual el autor muestra cómo el niño obtiene
placer en sus comienzos, jugando con sustancias suaves y plásticas, luego
con material duro y granuloso, y finalmente con objetos pequeños y sólidos
de superficie lisa y brillante. En el inconsciente, todos estos objetos man-
tienen el significado equivalente del excremento. Los botones de nácar re-
presentaban por consiguiente lo mismo. La necesidad de levantarlos del
suelo nos recuerda el impulso obsesivo del caso anteriormente deserito, en
el que existía una compulsión directa de levantar los excrementos existen-
tes en la calle y comerlos. Otro punto de similitud entre ambos casos puede
,
observarse en el hecho de que las personas pierden los botones en la misma
forma que dejan caer las heces (2). Sin embargo en ambas instancias la
acción se refería al hecho de levantar y guardar un objeto perdido.
En una de las siguientes sesiones del análisis, el enfermo retomó el tema
y' dijo que lo relatado en las veces anteriores no constituía el único impulso
de carácter extraño que presentaba durante sus estados depresivos. Durante
su primer ataque se había internado en el sanatorio del profesor Y. en X.
Cierto día dos de sus parientes vinieron a buscarlo con el fin de sacarlo a
dar un paseo. Le habían mostrado los jardines públicos, los edificios y otras
cosas más, pero se había mostrado totalmente desinteresado en todo. Al
regresar, se paró frente a una vidriera en la que vió unos "panes de Johan-
nis" es), sintiendo fuertes deseos de comprar uno, como así lo hizo.
A este relato, el enfermo asoció lo siguiente: en la pequeña ciudad en
la que vivió cuando era niño, existía frente a su casa un pequeño negocio
atendido por una viuda cuyo hijo era uno de sus compañeros. Recordó que
esta mujer acostumbraba a darle pan de Johannis. Para esa epoca, sufrió la
fatal experiencia que, constituyó el origen de su ulterior enfermedad, un pro-
fundo desengaño en las relaciones amorosas por parte de su madre. En sus re-
cuerdos infantiles, la vecina fue colocada como modelo y en contraste con su .
(1) Antes de abandonar. el tema debo agregar que la concha es un símbolo femenino
universal.
Roheim nos ha enseñado que en muchos lugares las conchas son empleadas corno di-
nero. Esta aplicación también está vinculada al hecho de que simbolizan los genitales ferne-
"ninos. Es notable que nunca hayan sido utilizados con este sentido en el lugar donde se
las encuentran, sólo las conchas de un lugar distante pueden ser usadas como dinero. Este
hecho parece ser la expresión de un amplio y extendido temor al incesto y paralelo a la
ley de la exogamia. Una mujer perteneciente a la misma tribu o una concha encontrada
en la ribera vecina parecen representar ambas los genitales prohibidos de la madre. Ade-
más las conchas también son equiparadas a' los excrementos dado que el mar las arroja
de su seno igual que el ámbar y otras substancias. (Estas observaciones proceden en par-
te de una discusión realizada en la Sociedad Psicoanalítica de Berlín.)
300 REVISTA DE PSICOANALlSIS .
(1) Uno de mis enfermos se infirió un profundo tajo en el cuello y estuvo a punto
de consumar e! suicidio, Su tentativa constituía en realidad un ataque a su introyectado
objeto de amor combinado con un impulso de autopunción. En e! análisis produjo fanta-
sías conectadas con e! tema de! sacrificio de Isaac por parte de su padre Abraham.
, LA LIBIDO A LA LUZ DE LOS TRASTORNOS MENTALES 301
mientras que las manos a lo sumo sólo pueden ayudar a esta actividad den-
taria por medio del, acto de asir y sostener el objeto.
Federn (1) ha derivado el sadismo de sensaciones genitales y las obser-
vaciones sobre las que basó su punto de vista deben sin duda alguna ser co-
rrectas. No obstante, los fenómenos conectados con la zona genital no pueden
ser tan primarios como los relacionados con la zona oral. El hecho es que
los impulsos que denominamos sádicos surgen de una cantidad de fuentes
distintas entre las cuales podemos mencionar especialmente la fuente excre-
menticia. También debemos tener presente la estrecha relación existente
entre el sadismo y el sistema muscular pues no cabe duda alguna que en los
niños pequeños los músculos más poderosos del cuerpo son los maseteros y
que al mismo tiempo los dientes son los únicos órganos que poseen la sufi-
ciente dureza como para permitirles injuriar los objetos que les rodean.
En la etapa canibalística de la fase oral, el individuo incorpora el objeto
y al hacerlo lo destruye. Solamente es necesario observar a los niños para
ver cuán intenso es su impulso a morder, impulso en el cual el instinto de
comer y la libído todavía cooperan estrechamente.
Es ésta la etapa en la cual los impulsos canibalísticos predominan, Tan
pronto como el niño es atraído por un objeto, éste se halla realmente ex-
puesto a sus intentos de destrucción. En esta etapa comienza a surgir la
actitud ambivalente del yo hacia el objeto. Podemos decir que en el des-
arrollo libidinoso del niño, la segunda etapa de la fase oralsádica marca el
comienzo de sus conflictos de ambivalencia, mientras que la primera etapa,
la de succión, debe ser considerada todavía como preambivalente.
El nivel libidinoso al que regresa el melancólico después de la pérdida del
. objeto contiene en sí mismo un conflicto de ambivalencia en su forma más
primitiva y menos modifieada. En este nivel el individuo amenaza destruir
su objeto libidinoso devorándolo. Sólo gradualmente el conflicto de ambi-
valencia adquiere un aspecto más moderado y la libido adopta en consecuen-
cia mía actitud menos violenta hacia sus objetos. No obstante, esta actitud
ambivalente permanece inmanente a las tendencias de la libido, ami durante
las subsiguientes fases de su desarrollo, como ya lo hemos visto al tratar
sobre la importancia de su significado en la fase sádicoanal. Aun en las
abarcar todos los cambios que tienen lugar en las relaciones del individuo
con el mundo exterior. Estos cambios constituirán materia de una inves-
tigación más completa en la última parte de mi estudio.
IV
esta actitud alternaba con una exagerada humildad .: Durante este segundo
aspecto de su estado mental solía tener la fantasía de caer frente a mí, de
abrazar mis rodillas e implorar que le ayudase.
Todos conocemos cuán inaccesibles son los melancólicos a toda crítica
del analista respecto a sus formas de pensar, y es natural que sus ideas deli-
rantes sean especialmente resistentes a toda interferencia de esta índole.
En cierta oportunidad un enfermo me dijo que cada vez que su médico
trataba de hacerle comprender cuán infundados eran sus autorreproches,
él "ni le oía". El carácter puramente narcisista de esta forma de pensar es
lo que transforma una fantasía en idea delirante e impide que la delución
sea corregida. Junto a este factor existe otro que determina la conducta del
melancólico consistente en el desprecio que siente por aquellas personas que
tratan de aplicar a sus ideas los standards de la realidad.
Uno de los mayores defectos de la clínica psiquiátrica es su predilección
por caracterizar las ideas patológicas de los melancólicos como "deluciones
de inferioridad" cuando en realidad tales ideas incluyen una gran parte de
auto apreciación, especialmente con respecto a la importancia y a los efectos
que tienen para el enfermo sus propios pensamientos, sus sentimientos y su
conducta.
Un buen ejemplo de ello lo encontramos en la idea muy frecuente en los
melancólicos de considerarse los más grandes pecadores, y de ser culpables
de todos los pecados cometidos desde que el mundo existe. Toda delución
de esta índole, contiene además del introyectado reproche dirigido al ob-
jeto amado, una tendencia de parte del melancólico a representar sus sen-
timientos de odio como enormemente poderosos y a mostrarse a sí mismo
como un monstruo de maldad.
La melancolía por corísiguiente, presenta un cuadro en el que existe en
inmediata yuxtaposición y también en absoluta oposición de unas con otras
tendencias a un auto-amor y a un auto-odio, una elevada y baja estimación
del yo que constituyen las manifestaciones de un narcisismo positivo y negati-
vo. Hemos aprendido a comprender en una forma absolutamente general esta
fuerte relación de la libido hacia el yo, pero ahora debemos dar un paso más
adelante e investigar los factores que en la vida del melancólico han ocasio-
nado una desviación tan grave de la forma psicológica normal. Debemos es-
forzarnos en averiguar cómo se lleva acabo en el inconsciente del enfermo, el
308 REVISTA DE PSICOANALISIS
proceso psicológico que Freud descubrió y cuáles fueron los sucesos que diri-
gieron su libido hacia tales cauces. En otros términos, debemos abordar el pro-
blema de la elección de neurosis y preguntamos por qué tales personas se han
convertido en maníaco depresivos y no en histéricos o neuróticos obsesivos" Es-
perar una completa solución del problema es desestimar sus dificultades, pero
tenemos la esperanza de aproximarnos un poco más a este distante éxito final.
No hay duda alguna que un ataque de depresión melancólica es precedi-
do por un desengaño amoroso. Analizando enfermos que han pasado' por va-
rios períodos de depresión, encontramos que cada nuevo episodio ha sido
inmediatamente precedido por una -experiencia de esta naturaleza. No es ne-
cesario decir que la expresión desengaño amoroso no la utilizó sólo en el
sentido común de un desgraciado asunto de amor. Los sucesos que culminan
con la pérdida personal del objeto son frecuentemente mucho más oscuros
y sólo a través del análisis pueden descubrirse las conexiones causales entre
tales sucesos y la enfermedad. El análisis nos muestra invariablemente que
tal suceso tiene un efecto patológico porque el enfermo lo contempla in-
conscientemente como una repetición de una original experiencia traumática
infantil y la elabora como tal. Tengo la impresión que en ninguna otra
forma de neurosis, la tendencia compulsiva a repetir una experiencia, opera
en forma tan enérgica como en la psicosis maníacodepresiva. Las frecuentes
recidivas a que están expuestos los estados maníacodepresivos hacen evi-
dente el poderío de la compulsión de repetición en los melancólicos.
No es mi intención hacer un pronunciamiento general y final sobre la
psicogénesis de la demencia circular en un ensayo que, como el presente,
sólo está basado en un número muy limitado de análisis. No obstante, creo
que el material de que disponemos no nos impide hacer ciertas afirmaciones
de carácter incompleto y provisorio. Considero que es posible expresar
una cantidad de factores etiológicos pero al mismo tiempo me agradaría
dejar completamente aclarado que solamente cuando todos estos factores se
encuentran reunidos pueden dar lugar a una depresión melancólica, con to-
dos sus síntomas específicos. Por otro lado, cada uno de estos factores pue-
de intervenir por sí solo, en la etiología de cualquier otra forma de psico-
neurosis. Los .factores a que me refiero son los siguientes:
lo Un factor constitucional: De acuerdo con mi experiencia psiquiátrica
y especialmente psicoanalítica puedo decir que no existe una herencia directa
LA UBlDO A LA LUZ DE LOS TRASTORNOS MENTALES 309
(1) El Yo y el Ello; de Freud, apareció poco después de haber escrito esta parte de mi
libro. En ese trabajo, Freud hace un brillante relato del proceso por lo que sólo necesito
remitir al lector a sus páginas. Realizar un resumen de las mismas sería hacerlas menos
claras.
LA LIBIDO A LA LUZ DE LOS TRASTORNOS MENTALES 313
tido derogativo -la madre que había permitido al padre comprender sus
deseos sexuales por medio de ciertos gestos y miradas. Al compararla con
una prostituta se vengaba del desengaño que ella le produjo. Su reproche
significaba "Tú no eres una cariñosa madre sino sólo una mujer sensual".
Por otra parte su deambulación nocturna por las calles representaba una
identificación con las prostitutas (su madre). Nuevamente nos encontramos
con el mecanismo de introyección.
Otro paciente en sus fantasías se representaba a la madre como un ser
cruel y exento de cariño. Las asociaciones del enfermo sobre su complejo
de castración con la mujer -es decir con su madre- eran especialmente
dignas de atención. En su fantasía, por ejemplo, igualaba la vagina con las
mandíbulas de un cocodrilo, lo que constituye un símbolo no ambiguo de
la castración por medio del acto de morder.
Si deseamos apreciar la intensa hostilidad del melancólico hacia la madre
y comprender el carácter peculiar de su complejo de castración, debemos
tener presente la teoría de Starcke e) de que la pérdida del pecho materno
constituye una castración primaria. El melancólico, como lo muestra
el análisis de algunos de sus síntomas, trata de vengarse de la madre
castrándola a su vez, ya sea sacándole sus senos o el fantaseado pene y en
su imaginación elige siempre el acto de morder como medio de realizarla,
tal como lo hemos demostrado en algunas de sus fantasías. Desearía insistir
una vez más respecto al carácter ambivalente de estas fantasías, pues inclu-
yen por un lado una incorporación parcial o total de la madre, es decir un
acto de deseo positivo y, por el otro, anhelan su castración o muerte, es
decir, un acto negativo tendiente a su destrucción.
Hasta ahora hemos examinado el proceso de introyección y algunos de
sus efectos y nuestras conclusiones podemos resumirlas de la siguiente ma-
nera: Cuando las personas melancólicas sufren un insoportable desengaño
de su objeto de amor, tienden a expeler tal objeto como si fueran heces y a
destruirlo. Recién entonces cumplen el acto de introyectarlo y devorarlo,
acto que constituye una forma específicamente melancólica de la identifi-
cación narcisÍstica. Su sádica sed de venganza encuentra ahora sus satis-
facciones atormentando al yo, actitud en parte placentera. Tenemos razón
en suponer "que este período de auto tormentos cesa cuando el transcurso del
tiempo y el gradual debilitamiento de los deseos agresivos han protegido
al objeto del peligro de ser destruído.
Cuando esto <:slogrado, el objeto puede, por así decir, salir de su escon-
dite en el yo. En esta forma el melancólico puede restablecer el objeto en el
lugar que le corresponde en el mundo exterior.
Creo que es de gran interés psicológico poder establecer el hecho de que
el melancólico, en su inconsciente, considera esta liberación del objeto nue-
vamente como un acto de evacuación. Uno de mis enfermos en quien su
estado depresivo había comenzado a disminuir, tuvo un sueño en el cual
expelía con gran sensación de alivio un corcho que tenía encajado en el
ano (1).
Con este acto de expulsión finaliza el proceso de esta forma arcaica de
duelo, proceso que debemos considerar similar al de la melancolía. Podernos
decir que en el curso de un ataque de melancolía el objeto amado atraviesa
por un verdadero proceso de metabolismo psicológico en el interior del
enfermo.
v
EL PROTOTIPO INFANTIL DE LA DEPRESIÓN MELANCÓLICA
entró en un período de intervalo libre que duró cierto tiempo. Durante tal
período libre se relacionó con una joven cuando ciertos sucesos despertaron
en él, sin fundamento alguno, el temor de que nuevamente estaba en peligro
de perder el objeto que amaba. Para esa fecha soñaba a menudo que perdía
un dient~ que constituye una obvia y típica ocurrencia simbólica tanto de
su temor de castración como de su temor de pérdida del objeto (evacuación).
Una noche este sueño fué seguido por otro que a continuación transcribo:
"Estaba en cierto lugar con la mujer del señor Z. En el transcurso del sueño
me encontré en cierta manera complicado en un robo de libros. El sueño
era muy largo. Recuerdo más bien la sensación dolorosa del mismo que el
contenido del sueño." El señor Z. era un amigo del soñante que solía beber
de vez en cuando ocasionándole bastantes disgustos asu mujer, y el día an-
terior al sueño el enfermo había oído un nuevo relato al respecto. Su sueño
estaba conectado con su vida de vigilia. Robar libros simbolizaba robar a la
madre y separarla del padre que la atormentaba, pero al mismo tiempo repre-
sentaba castrar al padre. Tenemos aquí un íntegro sueño edípico que sólo
nos interesa porque el tema del robo es el complemento activo de la pérdida
del diente ocurrida en el primer sueño de la misma noche. La importancia
de este sueño en el análisis del enfermo no consiste tanto en lo que en el
mismo acontece sino en la sensación que la acompañaba, ya que el enfermo
manifestó que al despertar notó que esta sensación le era conocida y la co-
nectó con un sueño muy particular que tuvo repetidamente cuando tenía
alrededor de cinco años. Hasta este momento nunca había pensado en este
sueño durante el largo curso de su análisis y ahora lo recordaba casi totaÍ-
mente llamándole la atención la horrible sensación atormentadora del mismo,
similar a la sentida en el sueño que recientemente había tenido. Me relató
su sueño infantil en-la siguiente forma: "Estaba frente a la casa de mis padres
donde yo había nacido. Una fila de carros aparecía en la calle. Aparte de
esto, la calle estaba completamente tranquila y desierta. Cada carro tenía al
frente dos caballos, y el conductor caminaba a su lado y los castigaba con su
látigo. El carro tenía los costados tan altos que no podía ver lo que en su
interior había. Era algo misterioso. Debajo del carro colgaba un hombre
amarrado y arrastrado por una cuerda, existiendo una que le rodeaba el cue-
llo y sólo conseguía respirar con gran dificultad y a largos intervalos. La
visión de este hombre que estaba entre la vida y la muerte me afectaba mu-
LA LIBIDO A LA LUZ DE LOS TRASTORNOS MENTALES 317
chísimo. Entonces vi con horror que otros dos carros seguían al primero,
cada uno de los cuales presentaba el mismo terrible espectáculo."
I
(1) Véase el análisis de este mito, realizado por Freud en The infantil genital organiza-
tion of the libido. 0923.)
LA LIBIDO A LA LUZ DE LOS TRASTORNOS MENTALES 319
VI
Hasta ahora sólo he considerado en el presente trabajo la fase melancó-
lica de la demencia circular y he omitido considerar la fase maníaca. Esto
se debe en parte a la naturaleza del material que se me había presentado para
su observación y en parte también al hecho de que el psicoanálisis nos ha
capacitado para comprender los procesos psicológicos de la melancolía pres-
cindiendo de todos los conocimientos referentes a los complicados procesos
de la manía, mientras que esta última fase hubiera permanecido para nos-
otros en el misterio hasta tanto no hubiéramos conseguido la llave que nos
LA LIBIDO A LA LUZ DE LOS TRASTORNOS MENTALES 321
breve período sintió el deseo de dar rienda suelta a algunas formas de exceso.
"Tenía la sensación de que debía comer mucha carne, que debía seguir co-
miendo hasta que me hubiera hartado", considerándolo como si se abando-
nase a una especie de intoxicación u orgía.
Era evidente que en este caso el estado maníaco del enfermo no era en
última instancia otra cosa que una orgía de carácter canibalísrico. Sus pala-
bras, anteriormente citadas, constituyen pruebas convincentes de la correcta
visión de Freud al decir que en la manía el yo celebra el festival de su libera-
ción. Esta celebración toma en la fantasía la forma de un salvaje exceso en
comer carne, cuyo significado es similar a aquellos impulsos canibalísticos
sobre los que ya hemos dicho lo suficiente como para no dejar lugar a duda
alguna.
Igual que en la melancolía, la reacción maníaca paratímica necesita cier-
to tiempo para elaborarse. Los requerimientos narcisísticos del yo disminu-
yen gradualmente y grandes cantidades de libido son liberadas y pueden ser
transferidas aobjetos externos. En esta forma, después que las dos fases de
la enfermedad han desaparecido, la libido es capaz de alcanzar una vincula-
ción relativamente real con sus objetos. La razón por la que esta relación
permanece incompleta ha sido demostrada en el capítulo que trata sobre la
fijación de la libido en la fase anal-sádica.
Debemos considerar un aspecto de esta fase del que ya nos hemos ocu-
pado ampliamente al referirnos a la melancolía. Freud ha trazado un para-
lelo muy instructivo entre la manía y la celebración de un festival por el yo
y relacionó este festival con la fiesta totérnica, es decir con el crimen pri-
mario del hombre que consistió en la muerte y "devoración" del padre pri-
mitivo. Debo expresar al respecto que las fantasías criminales del maníaco
están dirigidas eír su mayor parte contra la madre. Una notable ilustración
de lo anteriormente expresado me fué suministrada por uno de mis enfer-
mos, que durante su excitación maníaca tuvo la idea delirante de que era el
emperador Nerón. Explicó esto, diciendo que Nerón había matado a su
propia madre y que también tuvo la idea de guemar la ciudad de Roma
(símbolo de la madre). Permítaseme decir que estas emociones dirigidas
contra la madre son de tipo secundario. Ellas están dirigidas en primera
instancia al padre como se hizo evidente en el transcurso del análisis ante-
riorrnentc mencionado.
LA LIBIDO A LA LUZ DE LOS TRASTORNOS MENTALES 325
pero debo recordar al lector que este trabajo no intenta en primer término
tratar el aspecto psicológico de estos dos desórdenes mentales. Su finalidad
principal es demostrar que determinados descubrimientos realizados en ma-
níacos depresivos encuentran ubicación en la teoría sexual psicoanalítica.
Pero no desearía cerrar esta sección sin reconocer que el problema de la
elección de neurosis en la demencia circular aun espera su solución defi-
nitiva.
VII
(1) En la segunda parte de este trabajo, que trata del desarrollo del amor objetal, dis-
cuto esta cuestión con mayores detalles y presento ejemplos extraídos de casos actuales.
LA LIBIDO A LA LUZ DE LOS TRASTORNOS MENTALES 329
SEGUNDA PARTE
ORÍGENES Y DESARROLLO DEL AMOR OBJETAL
(1) Véase más adelante y téngase presente que este estudio fué publicado en 1924 (N.
del T.).
332 REVISTA DE PSICOANALlSIS
(1) Debe mencionarse de paso que este copioso fluir de lágrimas representaba su inscons-
cicnte deseo de orinar como si fuera un hombre.
LA LIBIDO A LA LUZ DE LOS TRASTORNOS MENTALES 333"
(1) Esto tomó la forma de mirar el contorno que sus genitales hacían debajo de la
ropa.
(2) El término también es usado en el sentido de capacidad, potencia sexual.
334 REVISTA DE PSICOANALISIS
mosca y después de arrancarle una pata "la deja volar de nuevo. Debemos
remarcar el hecho de que el placer de morder está estrechamente asociado
con esta forma de relación objetal que hasta ahora ha escapado a nuestra
observación.
He podido determinar la presencia de procesos psicológicos similares
en los dos enfermos maníacos depresivos de quienes nos hemos ocupado
con mayores detalles en la primera parte de este estudio. Pero la eviden-
cia realmente valiosa al respecto sólo apareció cuando sus síntomas más
graves comenzaron a desaparecer. En tanto ellos se mantenían, las tenden-
cias canibalísticas déstructivas de la libido se manifestaban por sí mismas
en distintas formas. Durante el período de recuperación uno de mis en-
fermos a menudo tenía fantasías de arrancarle la nariz o el lóbulo de la
oreja o el pecho por medio de un mordisco a una joven de quien estaba
muy enamorado. En épocas anteriores acostumbraba a jugar con la idea
de arrancarle de un mordisco un dedo al padre y en cierta ocasión en que
creyó que yo no continuaría su análisis tuvo repentinamente el mismo
pensamiento respecto a mí. Esta idea de arrancar un dedo demostró tener
un gran número de determinantes además de su obvio significado de cas-
tración. Lo que principalmente nos interesa ahora es la ambivalencia que
en la fantasía se expresaba. Si bien en ella el médico, como sustituto del
padre, debía ser mutilado mordiéndole una parte de su cuerpo, no debemos
tener sólo en cuenta el lado hostil de la fantasía y desestimar su amistosa
tendencia expresada en el deseo del enfermo de conservar la existencia del
objeto con excepción de una parte del mismo y también en el deseo de
guardar esta parte como si fuera de su propiedad. Podemos por consi-
guiente hablar de un impulso de incorporación parcial del objeto. El en-
fermo dijo en una 'ócasión que le agradaría comerse a bocados la joven de
referencia a quien identificaba con la madre, y el siguiente incidente nos
mostrará la intensidad con que estaba ocupada su mente a esta altura de
su análisis con la idea de arrancar cosas mordiéndolas. En cierta ocasión
hablando de un hombre para quien trabajaba y que inconscientemente re-
presentaba al padre y a la madre y hacia quien tenía una actitud extre-
madamente ambivalente, sus asociaciones libres, como a menudo sucedía,
desbordaron en fantasías de un tipo marcadamente concreto que a veces las
interrumpía mediante un bloqueo afectivo. Tal bloqueo ocurrió en cierta
LA LIBIDO A LA LUZ DE LOS TRASTORNOS MENTALES 337
(1) No se puede afirmar que el canibalismo de los pueblos primitivos, según el cual he-
mos denominado a esta fase de la libido infantil, esté libre de tales restriccio,*s. No es el
caso que cualquier persona pueda matar y devorar a otra, sino que la selección de la víctima
se ajuste a una estricta determinación afectiva.
338 REVISTA DE PSICOANALlSIS
~
(1) On tbe Origin of tbe Feeling of Persecution. (1920.)
(2) Tbe Reuersal of tbe Libido-Sign in Delicions of Persecution. (1919.)
LA LIBIDO A LA LUZ DE LOS TRASTORNOS MENTALES 339
(1) Un notable paralelo con este amor parcial se ve en la identificación parcial del indi-
viduo con sus objetos como Freud lo bosquejó brevemente en su Psicología de las masas.
(2) Zur genese der peruersionen, (1923.)
'040 REVISTA DE PSICOANALISIS
él. Hace muchos años, mientras investigaba por primera vez psicoanalíti-
camente un caso de fetichismo de pie y corsé e)
Freud me sugirió la
idea de que debía introducir el concepto de una represión parcial como re-
sumen del fenómeno fetichista. A la luz de nuestros actuales conocimien-
tos, este proceso psicológico por medio del cual la mayor parte del objeto
es reducido a la insignificancia y el valor excesivo del mismo se agrega a
la parte remanente, parece ser la consecuencia de una regresión de la libido
a esa supuesta etapa del amor parcial y cesa por lo tanto de ser un suceso
aislado con el que sólo tropezaríamos en ciertas clases de enfermedades, re-
sultando por el contrario encontrarse en un gran número de fenómenos psi-
cológicos parecidos. No es mi intención la de profundizar en los síntomas
del fetichismo pero creo que será de utilidad expresar que aquellas partes
del cuerpo sobre las cuales el fetichista tiende a concentrar sus inclinacio-
nes, son las mismas que constituyen los objetos del amor parcial.
Hace tiempo que nuestras observaciones clínicas nos han familiarizado
con una etapa en el desarrollo del amor objetal en la cual el individuo ya
protege a sus objetos en gran medida y nos reencontramos con ella en las
neurosis constituyendo un fenómeno regresivo correspondiente a la vida se-
xual de los enfermos obsesivos. En esta etapa el individuo no es todavía capaz
de amar por completo a nadie en el sentido más amplio del vocablo. Su libido
está aún adherida a una parte del objeto, aunque ha abandonado la tendencia
a incorporar esta parte. En lugar de incorporarla desea dominarla y poseerla.
A pesar de que en esta etapa la libido aun está muy distante del fin
de su desarrollo, ya ha realizado un avance de importancia como si la con-
dición de posesión se hubiera exteriorizado. La propiedad ya no significa
aquello que el individuo ha incorporado por el acto de la "devoración".
Ahora dicha propiedad es localizada fuera del cuerpo y en esta forma la
existencia del objeto es reconocida y salvaguardada. Esto significa que el
individuo ha cumplido con una parte importante del mecanismo de adap-
tación al mundo exterior. Tal cambio tiene mayor significado práctico en
un sentido social ya que hace posible por primera vez compartir la posesión
de un objeto mientras que por el método de la devoración del objeto éste
sólo puede pertenecer a una persona.
(1) Véase mi ensayo Notes on tb ; Analv sis of a Case of Fo ot and Corset Fetisbism.
LA LlBlDO A LA LUZ DE LOS TRASTORNOS MENTALES 341
•
parte de nuestro propio cuerpo que es objeto de una estimación narcisística
muy elevada, es sin duda alguna una prueba de amor excepcional. En
alemán frecuentemente llamamos a la persona amada "mi corazón" (mein
Hertz ); y decimos de una madre que ama a sus hijos como a la "niña de
sus ojos". Cuando un hombre equipara a alguien con sus dientes como a me-
nudo ocurre en los sueños, es como decir que aunque le es doloroso perder
una parte de sí mismo puede soportarlo ya que posee muchas más.
En verdad el soñante frecuentemente observa que la pérdida de sus
dientes o su extracción es completamente indolora, de lo que puede inferirse
que la pérdida de la persona que el mismo representa, no le sería después
de todo tan dolorosa. Más aún, no debemos olvidar que debajo de la castra-"
ción simbólica existe un deseo inconsciente de pérdida de esta parte del cuer-
po, sobre la cual está centrado por regla general, el narcisismo del hombre.
El hostil significado de la comparación se ve con mayor claridad cuan-
do la parte del cuerpo que se emplea como equivalente de la persona, es el
excremento.
Se hace claro que la etapa de amor parcial ha dejado huellas aun en la
mente de las personas sanas. El individuo normal representa al objeto ama-
do con cargas de sentimientos ambivalentes por una sola parte de su cuer-
po que ha introyectado dentro del propio.
Cuando mis dos enfermas X e Y gradualmente se aproximaron a una
condición normal de amor objetal bajo la influencia del tratamiento psico-
analítico, pasaron a través de una etapa de desarrollo que parecía ser la úl-
tima modificación de la etapa que hemos discutido. Recordemos que la
enferma X estaba: dominada por una idea, que constantemente recurría
en formas variadas, tanto en sus sueños como en sus fantasías, centrada
alrededor de la adquisición del pene del padre, y que había identificado la
totalidad de su persona con esta parte del cuerpo del padre. A cierta altura
de su recuperación, cuando ya había sobrellevado en buena forma sus im-
pulsos cleptómanos y su seudología, sus fantasías tomaron otra forma. Como
ejemplo particularmente claro de esta modificación, puedo mencionar un sue-
ño en el que "veía el cuerpo del padre apercibiéndose que no tenía vello pubia-
no (en una cantidad de sueños anteriores el vello pubiano representaba los ge-
nitales). Ahora soñaba con la imagen íntegra del padre con excepción de una
parte de su cuerpo. Llama la atención el contraste entre estas actuales fanta-
LA LIBIDO A LA LUZ DE LOS TRASTORNOS MENTALES 343
(1) Tal etapa parece coincidir con la etapa fálica de Freud, del desarrollo psicosexual y
sobre todo tener una estrecha relación interna con ella. Podemos considerar a los síntomas
histéricos como el anverso de aquellos impulsos libidinosos que pertenecen al amor objetal
con exclusión genital y a la organización fálica.
344 REVISTA DE PSICOANALlSIS
jeto)
Autoerotismo (anobje- Preambivalente
1. Etapa oral primaria (succión). tivo)
LA LIBIDO A LA LUZ DE LOS TRASTORNOS MENTALES . 345
quien rechaza con disgusto, con las heces (como en los casos de X e Y).
La mera idea de tener que llevarse excrementos a la boca constituye la
verdadera esencia de todo lo que es desagradable. Podemos observar que
en algunas enfermedades se ha producido un proceso de regresión en el
que el individuo tiene' de nuevo como fin sexual la ingestión de materias
fecales ya que en nuestro inconsciente retenemos nuestra original estima-
ción narcisística del valor del excremento.
En un trabajo anterior intenté exponer en forma coordinada, la rela-
ción existente entre las varias formas de psiconeurosis y los diferentes ni-
veles del desarrollo libidinal. Mi intento fué muy imperfecto y estaba lejos
de constituir una explicación final de los hechos. Aun en la actualidad
nuestros conocimientos son escasamente superiores a los que entonces te-
níamos y sólo abrigamos la esperanza de haber hecho algunos agregados a
los mismos en algunos aspectos y aun así dichos agregados deben ser con-
siderados con toda reserva.
Podemos suponer en primer lugar que en la melancolía, la capacidad
de amor objetal del sujeto está especialmente poco desarrollada y por lo
tanto si el individuo enferma, su tendencia a incorporar el objeto en forma
canibalística lo domina, suceso que coincidiría con una regresión de su li-
bido a la segunda etapa indicada en el cuadro anterior. En segundo lugar,
en los estados paranoicos, la libido se ha detenido en su movimiento regre-
sivo en la etapa de la incorporación parcial (tercera etapa). Esto parece ser
igualmente exacto para las condiciones cleptómanas. Quizá la principal di-
ferencia existente entre el deseo contenido en cada una de estas dos enfer-
medades, es que el fin sexual del cleptómano es la incorporación oral del
objeto, mientras que el del paranoico lo constituye la incorporación anal.
Sólo una firme y persistente 'labor psicoanalítica, especialmente en
las neurosis narcisísticas puede darnos una visión más completa del desarro-
llo psicosexual del hombre, y hasta tanto hayamos coleccionado un buen
número de análisis completos para confirmar y ampliar las suposiciones teo-
réticas hechas en este estudio, no será superfluo considerar los argumentos
prima facie favorables a estas suposiciones.
En principio no deb,~mos olvidar que los resultados de nuestras inves-
tigaciones se han obtenido por métodos estrictamente empíricos. No creo
que me haya permitido en ninguna parte abandonar el campo de los hechos
LA LIBIDO A LA LUZ DE LOS TRASTORNOS MENTALES 347
,
348 REVISTA DE PSICOANALlSIS'
Sólo mucho tiempo después los órganos sexuales del niño se constituyen
en los órganos directivos de su vida sexual. Antes de alcanzar este estado,
el canal intestinal, y especialmente ambas aberturas de sus extremos, poseen
un importante significado eró geno y envían fuertes estímulos al sistema
nervioso. Este estado tiene también su prototipo en el embrión. Durante
mucho tiempo existe una amplia conexión entre el canal intestinal (rectum)
y la parte caudal del canal neural (canalis neuroentericus), La forma en
que el estímulo puede ser transmitido desde el canal intestinal al sistema
nervioso, puede decirse, por consiguiente, que está orgánicamente pre-
formada.
Pero lo que aun es visible con más claridad es el prototipo biológico
de las fases oral-sádica (canibalística) y anal-sádica del 'niño. Freud C)
ya había hecho alusión al respecto y citaré aquí el pasaje de refe-
rencia: "La organización sádico-anal puede fácilmente observarse como
continuación y desarrollo de la fase oral. La violenta actividad muscular
dirigida sobre el objeto, que es su característica, debe ser explicada como
una acción preparatoria del acto de comer. El comer cesa entonces de
constituir el fin sexual y la acción preparatoria se vuelve en sí misma un
fin suficiente. El cambio esencial comparado con lo que sucede en la etapa
anterior, consiste en que las funciones pasivas-receptivas son retiradas de
la zona oral y se adhieren a la zona anal." Freud continúa hablando d~ pro-
cesos paralelos en el campo de la biología, pero no especifica cuáles. son.
Quisiera destacar al respecto el notable paralelo existente entre el desa-
rrollo orgánico y psicosexual del individuo.
Al comienzo, el blastosporo está situado en la extremidad anterior
(extremidad cefálica) de la línea primitiva. En los embriones de algunos
animales podemos observar que la original apertura bucal se cierra en la
extremidad anterior y se agranda en la extremidad caudal. En esta forma,
gradualmente se aproxima a la cola, que está en proceso de formación, y
finalmente se convierte en lo que será el ano. El ano, como directa deriva-
ción del blastosporo, representa el prototipo biológico del proceso psico-
sexual que Freud describió y que tiene lugar durante el segundo año de
la vida del hombre. Al mismo tiempo que el ano empieza a formarse en