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UNIVERSIDAD ARTURO MICHELENA

FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS


ESCUELA DE DERECHO

TECNICAS PSICOLOGICAS EN EL AMBITO FORENSE

Autor (a):Crismari Mogollon

Tutor Académico: Williams Lattuf.


Jefe de la Línea de Investigación.

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INTRODUCCION

La psicología y el derecho tienen en común su "objeto de intervención", que no es


otro que la "conducta de la persona". La práctica de la psicología forense está regida
por conceptualizaciones que provienen del derecho y no de la psicopatología, y se
encuentra al servicio de la justicia antes que del valor de la salud. Esta diferenciación
requiere adecuaciones teóricas y técnicas. La intervención no podrá circunscribirse a
una cuestión diagnóstica o de tratamiento, sino que debe construir la información que
se solicita (puntos de pericia).

Algunos psicólogos, como Marbe, en la historia de la psicología forense afirmaron


que una acción sólo resulta juzgable y sancionable si se ha cometido la misma en
conocimiento de las consecuencias que provocaría, que el sujeto quería provocar
estas consecuencias y, por último, sabía que su conducta era delictiva.

Así parece claro que desde el juzgado se ha reclamado clásicamente la intervención


de expertos, justamente para determinar la responsabilidad del acusado en los actos
cometidos. Estos expertos han provenido inicialmente del campo de la Medicina
Legal –los famosos médicos-forenses, que no sólo han realizado autopsias somáticas,
para determinar las causas de los fallecimientos, sino que también, en discusión con
los psiquiatras, han realizado dictámenes psicológicos. Otros especialistas y
cultivadores (juristas, criminólogos, educadores), en ausencia del rol del psicólogo,
han intervenido en los procesos judiciales aunque, en general, fueron personas que
ahora no podríamos etiquetar como psicólogos, o, mejor dicho, eran personas que no
habían recibido una preparación profesional para el ejercicio de esta labor. Mediante
este ensayo de investigación se profundizara acerca de las técnicas de evaluación que
utiliza la psicología forense.

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TECNICAS PSICOLOGICAS EN EL AMBITO FORENSE

La psicología forense es la intersección entre dos ciencias: la psicología y el derecho.


Que si bien tratan el mismo objeto de estudio (la persona); sus enfoques y sus
métodos son diferentes; ergo sus conclusiones también. La psicología no puede
juzgar, demandar o defender y el derecho no puede dar explicaciones a las
motivaciones de la conducta.

La psicología estudia la conducta iluminada por sus vivencias; el derecho tipifica una
conducta estimada socialmente como delito. En psicología cuanto más inconsciente
es la conducta, “más patológica será”, en derecho cuanto más inconsciente es la
conducta, “más inimputable será”. Respecto al concepto de enfermedad previa: en
psicología se explica la patología como “series complementarias”, la combinación de
factores previos con un factor desencadenante; en derecho lo necesario es saber
cuánto de esa patología (Ej.: stress postraumático), fue “previo al hecho ventilado en
autos y/o cuanto posterior”.

Para la psicología daño moral y daño psicológico son conceptos similares; para el
derecho no. Para el derecho es importante debatir si la función de una multa es
compensar en alguna manera a la víctima o castigar el delito, mientras que en
psicología éste es un tema menor. La Psicología forense es una especialidad del
campo de la Psicología. Se trata de una praxis que involucra dos vertientes: una
práctica, en lo que hace a la respuesta puntual que se espera de la psicología cuando
es interrogada desde el Todo Legal, es decir la pericia propiamente dicha, y una
crítica en tanto reflexión, que involucra tanto al demandante cuanto al demandado, de
no existir tal dimensión crítica, quien ejerce lo hace en calidad de esclavo, por más
eficacia y perfeccionamiento que exhiba en su tarea profesional.

Esta actividad requiere de una formación específica que permita un mutuo


aprovechamiento del Derecho y la Psicología. Sin embargo, en muchas ocasiones se
produce yuxtaposición o subordinación del ámbito psicológico al jurídico. Las

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diferencias de método, objeto de estudio y objetivos han sido utilizados para
promover la idea de una convivencia imposible.

Según Lugo y Rivas (2003), refiere que la Psicología Jurídica Penal Forense:

“Es aquella disciplina que conjuga los planteamientos y hallazgos


teórico - experimentales propios de la Psicología con las exigencias del
quehacer teórico- práctico de las Ciencias Jurídicas; es la integración de
dos subsistemas: el jurídico y el psicológico; por lo tanto, podemos
afirmar que la Psicología Jurídica es un espacio interdisciplinario,
donde se utilizan y combinan conocimientos y metodologías que le son
propios”.

La Psicología Jurídica sería, entonces, el campo de investigación de la relación


existente entre el Estado, el sujeto y la Ley.

La psicología jurídica al servicio de la administración de justicia y su buen


funcionamiento se apoya en diversas direcciones, según Mira y López (1954), “dentro
del campo de la psicología que aportan elementos importantes para su
fundamentación y desarrollo”. Tales direcciones son, por ejemplo: el conductismo
que basado en el estímulo-respuesta con el propósito de predecir y valorar la conducta
permite obtener datos y juicios de forma objetiva sin la necesidad de recurrir a
testimonios subjetivos que pueden tergiversar los hechos; el psicoanálisis que por
medio de sus interpretaciones permite comprender ciertos aspectos de la conducta
delictiva, de la psicología del testimonio y de ciertos errores cometidos por jueces en
sus veredictos; entre otras direcciones de la psicología que se han convertido en
auxiliares muy eficientes en la investigación y desarrollo de la psicología jurídica.

Ahora bien, en esta ampliación de lo que es la psicología jurídica cabe hablar sobre la


concepción psicológica de la conducta delictiva. Tanto filósofos como juristas se han
encargado de definir de diversas formas el acto delictivo y han llegado a la

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conclusión de que es toda acción que no se ajusta a los principios de la ética, sin
embargo, los psicólogos que se dedican a lo jurídico no se han preocupado por definir
dicho concepto sino se han inclinado más bien a comprender los delitos
constituyendo el mismo como un episodio accesorio en la vida psíquica del individuo.
Para comprender un delito es necesario conocer los antecedentes de la situación y el
valor de los factores determinantes de la reacción del sujeto como son
la constitución corporal, el temperamento, la inteligencia, el carácter, la previa
experiencia, la constelación, la situación externa desencadenante, el tipo medio de
reacción colectiva aplicable a la situación y el modo de percepción de la situación por
parte del delincuente, dichos factores forman lo que se llama según Mira y López,
(1954), “complejos determinantes de la acción delictiva”.

Así pues, es importante que el psicólogo jurídico en sus análisis tenga en cuenta estos
factores para permitir comprender el delito y propiciar la información necesaria a
diversas dependencias (fiscales, jueces, etc.) para que ellos, con base en esto puedan
tomar la determinación más adecuada con respecto a dicho delito.

De esta forma, culmina este breve esbozo sobre lo que es la psicología jurídica como
parte de la psicología aplicada y como auxiliar de la ciencia del Derecho, pudiendo
afirmar de la misma que contiene elementos importantes que permiten identificar de
manera eficaz y verídica el móvil, antecedentes y futuros desencadenamientos de
un delito determinado y su influencia en todos aquellos individuos implicados en el
mismo.

Podemos delimitar el campo de acción de la siguiente manera:

Criminal: estudia al delincuente, la víctima, la situación criminal y los procesos de


victimización; Judicial: explora al imputado de un hecho punible y a otros actores del
proceso penal (testigos, jueces y abogados); Legal: coordina las acciones psicológicas
útiles para la aplicación de las normas penales y civiles; Forense: se ocupa de los
factores psicológicos relevantes con el fin de la valoración judicial; Reeducativa:

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estudia el significado, el valor, la utilidad y el efecto sobre el individuo de la pena o
de otro tratamiento; Legislativa: contribuye a la producción y al mejoramiento de la
norma jurídica.

Entre las funciones del psicólogo forense, podemos destacar; diseñar perfiles
psicológicos de agresores desconocidos con base en la escena del crimen; evaluar la
credibilidad del testimonio a través de técnicas psicológicas como el análisis de
contenido basado en criterios y los indicadores conductuales de la mentira; asesorar y
capacitar a policías judiciales en técnicas de entrevista, toma de declaraciones de
testigos, ruedas de reconocimiento, detección de la mentira, memoria de testigos,
confesiones falsas, etc.; mejorar técnicas de investigación criminal; capacitar en la
conducción de interrogatorios; realizar peritajes sobre peligrosidad y reincidencia.

Aparte de estas también encontramos, todo lo referente a la evaluación del estado


psicológico de los implicados en un hecho delictivo bajo el consumo de sustancias
psicoactivas, realizar valoración y tratamiento de abuso sexual, diseñar programas de
prevención para posibles transgresores, asesorar en tribunales a jueces y jurados sobre
posibles sesgos en decisiones judiciales, brindar asistencia y mediación psicológica
(prevención y tratamiento) a víctimas y agresores, funcionarios, policías, etc.,
testificar en Juicios Orales.

En otro orden de ideas, la presente investigación tiene como objetivo principal, el


análisis de la intervención del Psicólogo Forense en la Administración de Justicia, y
más específicamente en la jurisdicción penal; a través del estudio de determinados
artículos consagrados en la legislación penal vigente, que establecen y definen la
participación de dicho profesional. Autores sostienen que la psicología moderna,
posee una competencia específica para asesorar a la Administración de Justicia, pues
son conocimientos de los que carecen los operadores jurídicos.

Bien es sabido que con la reforma de la normativa procesal en nuestro país y la


implementación de un nuevo sistema acusatorio, se inicia una reformulación de las

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instituciones involucradas en materia penal, y se reafirma el sentido garantista del
nuevo modelo de justicia. Este modelo de justicia penal, profundiza entonces en las
garantías procesales, asegurando a los ciudadanos el Derecho a la defensa, una vez
involucrados éstos en algún proceso legal y a hacer uso de cualquier medio necesario
para dicha defensa. Es entonces, cuando el ya mencionado sistema penal se ve
obligado a conocer de otras ciencias, que van a colaborar y complementar el nuevo
sistema de aplicar justicia, permitiéndoles a los ciudadanos el uso de otros medios de
defensa y resolución de conflictos, para dar cabal cumplimiento a uno de los
objetivos del sistema.

De esta forma, los diferentes operadores jurídicos (jueces, fiscales del ministerio
público, defensores, abogados, entre otros), reclaman la intervención de diferentes
profesionales, de cuyos conocimientos carecen.

En nuestra sociedad actual, es el Estado, en la persona del legislador; quién elabora y


define qué conductas son las que violan la ley. De allí que la persona, a través, de su
conducta pueda estar en un momento determinado involucrada en algún proceso
legal, cuando ha violado la ley del Estado. Es cuando la psicología en su interés por
responder a esa sociedad que evoluciona y que demanda diferentes tipos de análisis
desde áreas diversas, se une al Derecho e intenta realizar evaluaciones psicológicas,
tomando en cuenta, la ciencia del derecho.

Es allí, cuando tanto el Derecho como la Psicología se encuentran en un mismo


camino, con la necesidad de compartir, contrastar, evaluar e investigar sobre los
mismos eventos para una mejor y más satisfactoria impartición de la justicia, pues es
el Juez quién requiere la colaboración de la psicología y, en consecuencia del
profesional de ésta área, para que a través de la elaboración y aportación de dicho
informe psicológico, que más adelante se llamará peritaje, pueda interpretar de forma
más justa su sentencia.

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Dicha relación entre psicología y Derecho ha sido llamada de múltiples formas:
psicología jurídica, psicología criminal, psicología del Derecho, psicología en el
Derecho, psicología para el Derecho, psicología forense, etc.

El profesor Muñoz Sabaté citado en Esbec y Otros (2000, pag. 19) diferenció una
psicología del Derecho, que vendría a explicar la esencia jurídica; “la Psicología en el
Derecho, referida al hecho de que las leyes están impregnadas de comportamientos
psicológicos; y la psicología para el Derecho, que tendría que ver con la intervención
del experto asesorando al Juez”.

Otros autores, definen la psicología forense como aquella aplicada a los tribunales;
pero autores como Mira y López citados por Esbec y Otros, (2000 pag. 20) se refieren
a la psicología jurídica como “aquella aplicada al mejor ejercicio del Derecho”.

Es importante aclarar a este respecto, que en frecuentes ocasiones, la psicología


forense es también llamada “psicología criminal”. Sin embargo este término limita en
gran medida el estudio de la psicología forense, pues se cree que define mejor aquella
psicología que estudia los elementos psicológicos específicos que están presentes
exclusivamente en la conducta y el comportamiento antisocial.

Cuando se habla de psicología forense, es necesario analizar el origen etimológico del


vocablo “Forense” que proviene del latín “Forenses” (fórum de la corte imperial de
Roma) y que se refiere en la actualidad, a todo aquel profesional, en este caso un
psicólogo (oficial o privado) que interviene en el foro o sala de justicia.

Al respecto, Urra, Javier (1993) define la Psicología Forense como “la ciencia que
enseña la aplicación de todas las ramas y saberes de la Psicología ante las preguntas
de la Justicia, y coopera en todo momento con la Administración de Justicia,
actuando en el foro (tribunal), mejorando el ejercicio del Derecho”.

Por todo lo antes mencionado, a partir de este momento, cuando se haga referencia a
la psicología forense, se estará haciendo referencia a aquella rama de la psicología

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aplicada a la búsqueda, examen y presentación de pruebas psicológicas con
propósitos judiciales.

En la actualidad el papel del Psicólogo Forense en nuestro país se encuentra limitado


a realizar pruebas complementarias demandadas por el médico o psiquiatra forense,
pues hasta ahora no contamos con profesionales especializados en el área forense; es
decir, en el país aún no contamos con Psicólogos Forenses. Mientras ésta es la
realidad, la experiencia nos dice que la labor del Psicólogo Forense, es independiente
a la de la psiquiatría y que son muchos los campos y las jurisdicciones donde el
Psicólogo Forense puede aportar sus conocimientos específicos.

Sin embargo, para conocer como se encuentra establecida la intervención del


Psicólogo Forense en nuestro país, podemos dar el ejemplo de la Medicatura Forense
del Estado Zulia, ubicada en la ciudad de Maracaibo, la cual funciona como un
departamento de la Coordinación nacional de Ciencias Forenses, dependiente del
Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas. A su vez, está
formada por cinco departamentos, conformados por expertos universitarios en cada
una de las ciencias y con postgrados en el área forense específicamente.

Los departamentos son: Clínica-Forense, compuesto por 10 expertos clínicos que se


encargan de realizar experticias médico-legales con respecto a los lesionados;
levantamientos de cadáveres, entre otros, que son solicitados por los diferentes
organismos de investigación. Otro departamento es el de Psicología y Psiquiatría
Forense, conformado por cuatro expertos, dos por cada rama. En la mayoría de los
casos trabajan de forma conjunta. Se encargan de realizar peritajes psicológicos y
psiquiátricos para determinar si una persona presenta enfermedad mental ó Trastorno
de Personalidad y/o Conducta.

El siguiente departamento es el de Sociología Forense, con un experto que realiza


estudios socio-económicos de las personas que son enviadas por los diferentes
organismos. Su finalidad es la de conocer e informar sobre las condiciones sociales y

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económicas en que se encuentran las personas involucradas. El departamento
de Patología Forense, con seis expertos encargados de realizar las autopsias médico-
legales, para determinar las causas de la muerte. Y por último está el departamento
de Odontología Forense, que cuenta con tres expertos encargados de practicar el
examen odontológico tanto a personas vivas como muertas en los términos que sean
requeridos por los diferentes organismos.

Todo lo anterior se encuentra establecido, en la Ley Orgánica del Poder Judicial, en


su artículo 84:

“En las ciudades importantes de la República donde no existiere


servicio de Medicatura Forense podrá crearlo el Ejecutivo Nacional;
estará constituido por un Médico-Jefe, los Médicos Forenses,
Médicos Autopsiantes, Expertos Químicos y demás empleados que
se juzguen necesarios.

Cuando no sea posible organizar el Servicio de Medicatura Forense,


podrá el Ejecutivo Nacional mantener los Médicos Forenses
actualmente en servicio en los Estados y crear y dotar nuevos cargos
de esta naturaleza para las localidades que a su juicio así lo
requieran.”

En consecuencia, el servicio de Medicatura Forense, de cada Estado, estará


conformado por expertos en las diferentes ramas del saber que se estimen necesarias
para una satisfactoria ayuda a la Administración de Justicia.

En algunos asuntos la psicología forense ha conseguido abarcar la misión pericial, por


ejemplo los análisis sobre la credibilidad del testimonio en menores que han sido
víctimas de abuso sexual; asesoramiento sobre custodia y régimen de visitas en
procesos de separación o divorcio, o de menores infractores.

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Por todo lo anterior, compartiendo la metodología clínica y en general los métodos
científicos inductivo e hipotético-deductivo con otros profesionales afines, el
Psicólogo Forense va a abordar una extensa misión como asesor y perito de la
Administración de Justicia. Su intervención abarca todos los procedimientos: penal,
civil, niños y adolescentes, laboral, y militar.

Respecto al asunto epistemológico, el modelo médico es diferente al modelo


psicológico, ante los tribunales de Justicia. El primero tiende a ser dicotómico y que
se fundamenta preferentemente en la biología y el concepto de enfermedad, entendido
como un sistema de causalidad lineal, utilizando con preferencia la entrevista no
estructurada como método evaluador. Por otro lado, el segundo tiende a una
evaluación continua, dimensional, y con un sistema de causalidad circular o
relaciones de concomitancia. Concede además; más relevancia a la observación, test
mentales y escalas de evaluación. Es en consecuencia, más riguroso.

En este orden de ideas el profesor Esbec en clase magistral, explica las diferencias
entre la Psicología y la Psiquiatría Forense; ésta última tiene como propósitos:
diagnosticar, tratar y prevenir las enfermedades mentales; mientras que la Psicología
Forense, tiene la misión de explorar, evaluar y diagnosticar: relaciones individuales y
pautas de interacción, aspectos de la personalidad, inteligencia, aptitudes y actitudes
de las personas implicadas en procesos judiciales; es decir, comprender el
comportamiento humano en general.

A continuación se describen las distintas funciones del Psicólogo forense, por


procedimiento o Jurisdicción:

En el Ámbito Penal; La imputabilidad: valoración del estado de salud mental del


procesado, valoración de la personalidad del procesado; Victimología: valoración de
secuelas psíquicas en víctimas de delitos, fiabilidad y validez del testimonio
(especialmente en menores que denuncian abuso sexual), evaluación de elementos
victimológicos (factores de riesgo vulnerabilidad); Niños y Adolescentes:

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(refiriéndose a delitos e infracciones cometidos por éstos o en los cuales se presume
su autoría), medidas a adoptar y evaluación de factores de riesgo, valoración del daño
psíquico, valoración de la aptitud para comparecer en juicio.

En el Ámbito Civil: La Capacidad de obrar: autonomía, ostentación de tutela;


Familia: persona más apta para ostentar la guarda y custodia del menor,
establecimiento de un programa de visitas con el padre no custodio. Relaciones
Paterno filiales Rechazo del menor hacia un progenitor. Adopción. Conflicto
conyugal. Personalidad relaciones conyugales, separación, divorcio.

En el Laboral: La Valoración de lesiones psíquicas (incapacidad laboral transitoria) o


secuelas psíquicas (incapacidad laboral permanente, invalidez) originadas como
consecuencia del trabajo desempeñado, despido improcedente por razón de
enfermedad mental.

En cuanto al ámbito Militar: Las Exclusiones del servicio militar por enfermedad
mental, capacidad profesional y la imputabilidad.

Además cabe señalar, en el ámbito contencioso-administrativo, el Psicólogo Forense


está facultado para realizar peritaciones.

El Psicólogo Forense, para la elaboración de dichos peritajes y demás funciones, debe


poseer determinados conocimientos, que pueden ser genéricos y específicos. Cuando
se habla de conocimientos Genéricos, se hace referencia a aquellos comunes a la
ciencia de la psicología; es decir, el psicólogo que desee intervenir en el área forense
como perito debe dominar siete grupos de conocimientos.

Otro punto, importante dentro de la psicología forense, serían los parámetros que
definen la práctica profesional del psicólogo forense, y que son básicamente tres:

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La población a intervenir, se divide en dos grupos: La clínico-forense, compuesta por
individuos, que pueden presentar o no alteraciones mentales, inmersos en procesos
judiciales, y los distintos agentes jurídicos intervinientes en los procesos judiciales.

Procedimientos y técnicas utilizados, se utilizan procedimientos y técnicas validadas


científicamente. Entre los test psicométricos más utilizados destacan: El Inventario
Multifásico de Personalidad de Minnesota versión (MMPI-2), Inventario Clínico
multiaxial de Millon (MCMI-II), Listado de 90 síntomas de Derogatis et al (SCL-90-
R), Examen Internacional de Evaluación de Trastornos de la Personalidad I.P.D.E,
etc.

En Venezuela es relativamente reciente la entrada en escena del Psicólogo como


asesor y perito de la Administración de Justicia, pues ésta ha sido reclamada con
mayor énfasis en la implementación del nuevo modelo acusatorio, llegándose en la
actualidad a requerir su presencia en las salas de los tribunales, para ser preguntados
por puntos específicos de sus dictámenes. Así va cobrando más importancia y se va
requiriendo de él nuevas actuaciones, en casos de adolescentes infractores, guarda y
custodia, régimen de visitas, abuso sexual en niños y adolescentes.

En tal sentido, es de destacar que existe en los organismos de justicia de nuestro país,
una marcada tendencia a sobrestimar el dictamen médico-psiquiátrico, subestimando
en consecuencia al psicológico; razón por la que se necesita propiciar espacios que
permitan la difusión a los operadores de justicia y organismos, sobre los alcances y
limitaciones de la ciencia de la psicología.

Ámbitos de aplicación de la psicología forense en la jurisdicción penal.

Ahora bien, adentrándonos en nuestro tema, sabemos que el psicólogo forense utiliza
en su trabajo técnicas de evaluación psicológica, esforzándose en desarrollar
instrumentos de evaluación adecuados al contexto de aplicación. Es importante
remarcar que el mejor instrumento va a ser la escucha, una escucha distinta, singular,

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cuya búsqueda tendrá un objetivo diverso al del derecho, que tomará al sujeto en su
singularidad.

Dentro de cada área de trabajo del psicólogo forense, la utilización de técnicas de


evaluación, se ha convertido en una práctica necesaria. El discurso del derecho,
requiere en forma constante el uso de técnicas sistematizadas, muchas veces
solicitando en forma concreta tests específicos, en otros dejando a elección del
profesional evaluar los principales tests para analizar cada caso específico.

En cada área del campo forense existen técnicas que son muy utilizadas, de acuerdo a
la labor específica.

Intervención Pericial Psicológica.

Tenemos dos formas de acceso: la indirecta: recabamos la información sobre los


motivos de autos, establecemos hipótesis y elaboramos planes de abordaje y la
directa: utilizamos entrevistas grupales, abiertas y/o dirigidas, técnicas gráficas, tales
como el dibujo del conjunto familiar. Dibujo del personaje en interacción;
observación del álbum fotográfico familiar y hora de juego familiar; técnicas
individuales: gráficos (persona – pareja – HTP – familia); Bender; Rorschach.

En relación a “los Tests Mentales” y la “Peritación Psiquiátrica Forense” podemos


observar que:

El peritaje psiquiátrico incluye muy a menudo una cuantificación de la inteligencia


del sujeto explorado, así como una valoración de su personalidad. La utilización de
estas técnicas tiene las siguientes ventajas: Permite un descubrimiento fácil, rápido y
fiable de los rasgos de la personalidad del explorado; completa la entrevista clínica
proporcionando un mayor nivel de “objetividad” en la constatación de tales rasgos o
síntomas; hace posible una “cuantificación” de la intensidad de los rasgos de la
personalidad o de los síntomas que presenta el sujeto.

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En este Orden de ideas, podemos dar una definición más profunda a estos tipos de
Técnicas, empezando de esta manera con:

En primer lugar con Los Tests de Inteligencia; El estudio de la inteligencia resulta de


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gran importancia para la Psiquiatría Forense en el ámbito de las oligofrenias o
estados de retraso mental, la exploración intelectual mediante tests permite confirmar
los datos clínicos y señalar con precisión el nivel exacto de retraso que corresponde al
sujeto estudiado. También es importante para valorar la gravedad del déficit
ocasionado por los procesos demenciales.

Además los tests pueden demostrar un deterioro patológico que aún no se


corresponde con síntomas clínicos evidentes, pero que pone sobre aviso en el sentido
de que el paciente está en los comienzos de la evolución de un proceso demencial.

La forma más empleada para valorar la inteligencia es la utilización del cociente


intelectual o CI. Los tests de inteligencia más importantes para su aplicación en
psiquiatría forense son: los de tipo Weschler (Wais y Wisc) y los no verbales de
factor G, los cuales poseen un gran campo de aplicación en Psiquiatría Forense.

Los Cuestionarios de Personalidad: El resultado consiste en un perfil con un mayor o


menor número de rasgos.

Uno de los inconvenientes en estos casos, es que el individuo explorado puede mentir
deliberadamente para simular trastornos psicopatológicos o de la personalidad, o
disimular una personalidad anormal; también existen formas para identificar esta
actitud las escalas de distorsión y fiabilidad, y las escalas de sinceridad.

Asimismo, Las Técnicas Proyectivas; Estas técnicas poseen la ventaja de que el


sujeto no puede distorsionarlas, bien porque no sabe cómo hacerlo o la distorsión se

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Oligofrenias: son insuficiencias congénitas, de comienzo muy precoz, del desarrollo de la
inteligencia.

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percibe de forma muy obvia. Esto es lo que les hace especialmente útiles en nuestro
ámbito. Los más utilizados son:

Rorschach; formando parte de la tríada de la “batería estándar” junto con el TAT y el


WAIS, TAT (Murray); El Test de Frustración de Rosenznwieg, posee un especial
interés por cuanto pretende estudiar la respuesta del probando ante situaciones
frustrantes, y la intensidad y dirección de la agresividad provocada por ellas. Las
respuestas del probando se clasifican: a) según la dirección de la agresión, pueden
ser: “intrapunitivas”, “extrapunitivas” y “no punitivas”; b) atendiendo a los tipos de
reacción: “obstáculo dominante”, “ergo defensiva” y de “necesidad permanente”.

Por otra parte, Las Escalas de Evaluación de la Conducta: En psiquiatría forense son
más útiles las escalas que evalúan toda la sintomatología que pueda presentar el
sujeto explorado.

En Europa se ha comenzado a aplicar una versión ampliada del denominado sistema


AMDP (López Ibor) que es el sistema más completo que existe para la
documentación psiquiátrica y ha sido desarrollado por la Asociación para la
Metodología y Documentación en Psiquiatría (AMDP).

El sistema consta de las siguientes partes:

1. Anamnesis, dividida en tres secciones

2. Escala de Evaluación Psicopatológica

3. Escala de Evaluación Somática

La adaptación del sistema AMDP a la Psiquiatría Forense ha sido denominado


Sistema de Documentación Psiquiátrico – Forense o FDPS. Consta de cuatro partes:

1- Resumen del dossier penal, el peritaje y su misión, la víctima y los hechos;

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2- El sistema AMDP: anamnesis general, antecedentes psicopatológicos,
acontecimientos patógenos, estado psíquico actual, etc.;

3- Datos anamnésicos y clínicos complementarios: estructura de la familia en la


infancia, comportamiento sexual, diagnóstico del DSM III y rasgos de personalidad.

4- Datos médico – legales: antecedentes criminales, alcoholismo y


farmacodependencia, áreas conflictivas, análisis de los hechos, estado psíquico
supuesto en el momento del hecho, etc.

Se trata de un sistema de documentación psiquiátrico – forense que pretende ser


objetivo, fiable y completo.

Así como también; La sinceridad de las confesiones y declaraciones:

Al juez le interesa, ante todo, que las confesiones y declaraciones sean sinceras y
verdaderas, ya que no puede haber justicia sin certeza en cuanto a los hechos que se
juzgan. Ello supone el empleo de unos medios complementarios del interrogatorio
que evidencien la situación psicológica del interrogado. Conociendo ésta, puede
deducirse su estado mental, afectivo, volitivo e intelectual, lo que nos pondría sobre
la pista de su veracidad: si nos dice la verdad o miente de modo consciente.

Se comprende que el juez haya de recurrir al psicólogo o al psiquiatra para que le


descubran, de una parte, las anomalías o desviaciones mentales que puedan alterar la
sinceridad y, de otra, la obtención en lo posible de la evidencia de la mentira.

Para finalizar, diremos que, por regla general, un dictamen de peritación criminal
comprende varias partes:

1- Un preámbulo: donde el perito consigna su nombre y apellido en primera persona,


mencionan la autoridad que los ha encargado o requerido, y la prestación de
juramento previo, y reproducen el texto de la misión encomendada (puntos de
pericia).

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2- Exposición de los hechos, resumida del expediente, con las razones que hayan
motivado la peritación mental.

3- El examen del inculpado: generalmente dividido en dos partes: a- sus


antecedentes; b- y su estado actual en el momento del examen, y el estado particular
al producirse los hechos. También es importante dar cuenta del comportamiento del
acusado entre su detención y el momento del examen.

4- El comentario: el perito extrae entonces de las partes de su dictamen: a- los


hechos positivos que interesa retener en el plano patológico, b- su incidencia posible
en la conducta del inculpado en el momento del acto incriminado, c- las
repercusiones sociales de ese estado patológico y la necesidad de internamiento, si se
plantea la cuestión.

5- Conclusiones: lo más concisas posibles, ciñéndose bien a las cuestiones


planteadas y sometidas a la apreciación del perito (puntos de pericia).

La Evaluación Psicológica.

En refuerzo de lo antes expresado; Weiner (2003) ha propuesto que la evaluación


psicológica comprende una variedad de procedimientos que son utilizados de
distintas formas para lograr propósitos diversos. Del mismo modo, este autor señala
que la evaluación psicológica se ha equiparado algunas veces con la aplicación de
pruebas psicológicas, sin embargo, el proceso de evaluación es algo mucho más
complejo que va mucho más allá de únicamente la administración de pruebas de este
tipo.

De esta forma, se recomienda el uso de pruebas psicológicas siempre y cuando se


realice un proceso de selección de las mismas que garantice la pertinencia de su uso
en un determinado contexto de evaluación. De forma similar, Butcher y Pope
(1993) han advertido enérgicamente sobre el efecto perjudicial de utilizar una "batería
de pruebas psicológicas estándar" con la cual el evaluador se siente confortable, sin

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haberse cuestionado antes si el uso de esa "batería" es apropiado para el caso
específico que se está evaluando. Por ejemplo un batería de pruebas psicológicas útil
en la evaluación de las capacidades mentales de un imputado a la hora de cometer un
delito, podría ser absolutamente irrelevante para la evaluación de las capacidades de
otra persona para obtener la guarda crianza de una persona menor de edad.

Estos autores insisten en que es una responsabilidad profesional y ética de quien


realiza una evaluación psicológica el asegurarse que los instrumentos que utiliza en la
misma estén adecuadamente validados para tal propósito.

La confiabilidad es uno de los aspectos más importantes a evaluar en una prueba


psicológica. Esta se refiere a la consistencia de las puntuaciones obtenidas por los
mismos sujetos cuando se les evalúa en distintas oportunidades con la misma prueba,
con conjuntos equivalentes de reactivos o en otras condiciones de evaluación
(Anastasi y Urbina, 1998). La confiabilidad puede ser entendida como la carencia de
distorsión o la precisión de un instrumento de medición. Tiene que ver con la
precisión con la que una prueba mide un constructo.

Se usan básicamente cuatro estrategias de cálculo de la confiabilidad: resultados


consistentes al volver a evaluar (test-retest), formas alternativas de las pruebas,
consistencia interna (Alfa de Cronbach, KR-20) y el grado de acuerdo entre dos
evaluadores (confiabilidad inter-evaluadores).

Finalmente, el aspecto más importante en la evaluación de una prueba psicológica es


su validez. Esta representa el grado en que un instrumento realmente mide lo que
pretende medir. Según criterio de Aiken, (1996): “Una prueba psicológica puede
tener muchos tipos de validez, en función de los propósitos específicos con los que se
diseñó, la población a la que se dirige y el método para determinarla”.

Asimismo, Groth-Marnat, (1999) nos aclara que: “no se puede afirmar que una
prueba psicológica es válida en un sentido abstracto o absoluto, solamente podría

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considerarse su validez en un contexto particular y para un grupo específico”. Un
elemento importante a considerar es que una prueba psicológica puede ser confiable
sin ser válida, mientras que lo opuesto no es cierto. Un requisito fundamental de la
validez es que la prueba debe haber alcanzado un nivel adecuado de confiabilidad.

El establecimiento de la validez de una prueba psicológica es algo extremadamente


difícil, especialmente si se considera que las variables psicológicas usualmente
consisten en conceptos abstractos tales como la inteligencia, la ansiedad o la
personalidad. Estos conceptos no tienen un referente empírico tangible, por lo que su
existencia debe ser inferida a través de medios indirectos.

Finalmente, se han establecido tres métodos fundamentales para establecer la validez


de una prueba: validez de contenido (se refiere a la representatividad y relevancia del
instrumento de evaluación en relación con el constructo que se está
midiendo), validez de criterio (establece la validez de un instrumento comparándolo
con algún criterio externo al mismo tiempo (validez concurrente) o el criterio se fija
en el futuro (validez predictiva)), y validez de constructo (es el grado en que puede
afirmarse que el instrumento mide un constructo o rasgo teórico).

La Evaluación Psicológica Forense.

Como se pudo observar en el apartado anterior, en el contexto clínico terapéutico, los


psicólogos cuentan con una serie de herramientas para cumplir con los propósitos de
diagnóstico y tratamiento de trastornos psicológicos.

Probablemente el más importante de esos métodos es la entrevista clínica, la cual


consiste en un diálogo con el paciente en el cuál se explora el estado mental actual,
experiencias pasadas y metas hacia el futuro, todo esto de gran interés a la hora de
establecer la capacidad mental del individuo, ya que, no hay mejor prueba que sus
propios testimonios. Además de ello, toda la información adicional que permita
corroborar el diagnóstico, tal como la obtenida a través de pruebas psicológicas o

20
fuentes colaterales (expedientes de tratamientos anteriores, información de terceros)
puede ser muy útil para producir una imagen clínica del paciente y apoyar decisiones
sobre su tratamiento.

Es claro entonces que en el ámbito de evaluación psicológica forense, la rigurosidad


de los procedimientos de evaluación adquiere un significado aún más importante.
Conforme a lo planteado por Ackerman (1999), la recolección y análisis de datos es
quizás la responsabilidad principal del psicólogo forense.

En este sentido, recomienda el uso de los mejores métodos disponibles y de su


correcta aplicación e interpretación, reportando todos los resultados relevantes para el
propósito de la evaluación y al mismo tiempo evitando ir "más allá de los datos" al
especular sobre aspectos para los cuales no se cuenta con información que los apoye.

Debido a las evidentes limitaciones que las pruebas psicológicas tradicionales


ofrecen, si se utilizan como instrumentos únicos de evaluación en el ámbito forense,
se han desarrollado modelos alternativos que se ajusten más a las necesidades
psicolegales que plantea este contexto de evaluación.

Un segundo grupo de estrategias de evaluación forense sugeridas por Otto y Heilbrun


(2002) son los Instrumentos Forenses Relevantes (IFR), los cuales se distinguen de
los IEF"s en que no evalúan o se enfocan en estándares legales específicos y en las
capacidades funcionales asociadas de los evaluados. Más bien se centran en
constructos clínicos que son a menudo relevantes en la evaluación de una persona
dentro del sistema legal. Ejemplos de estos instrumentos y técnicas incluyen aquellos
utilizados para evaluar la simulación y el estilo general de respuesta de un sujeto,
tales como el SIRS (Rogers, 1992) y el M-FAST (2000), así como aquellos diseñados
para evaluar la reincidencia o el riesgo de violencia tales como el HCR-20 (Webster y
otros, 1997) y el SVR-20 (Boer y otros, 1997) y la psicopatía (PCL-R, 1991).
Instrumentos de este tipo bien validados proveen un buen balance entre la confianza
clínica y la relevancia legal.

21
El tercer grupo de instrumentos corresponde a las Mediciones y Técnicas de
Evaluación Clínica. Aquí se incluyen las pruebas psicológicas y las mediciones
desarrolladas para la evaluación, diagnóstico y planeamiento de tratamiento con
poblaciones clínicas en contextos terapéuticos. Aunque estos instrumentos pueden
ayudar en la comprensión del evaluado en el contexto de un asunto legal particular,
éstos típicamente evalúan constructos (tales como la inteligencia, la depresión, el
nivel de ansiedad, etc.) que se encuentran considerablemente alejadas de las
preguntas específicas del encargado de tomar las decisiones legales.

De esta manera, este tipo de instrumentos requieren del evaluador la aplicación de un


grado mayor de inferencias que le permitan moverse de los constructos evaluados
hacia los asuntos sobre los que se deben tomar decisiones legales.

Las entrevistas estructuradas usualmente formalizan la exploración de síntomas y


producen hipótesis diagnósticas en relación estrecha con categorías del Diagnostico
Estadístico de Trastornos Mentales. De esta manera podemos afirmar que la
entrevista de evaluación es probablemente el medio de recolección de información
más importante durante la evaluación psicológica. Sin la información obtenida
durante la entrevista, la mayoría de la información proporcionada por las pruebas
psicológicas no tendría sentido. Además, la entrevista proporciona información
potencialmente valiosa, que no sería accesible de otra forma, tal como la observación
conductual, aspectos idiosincrásicos del evaluado, así como su reacción a la situación
de vida presente.

Las pruebas proyectivas de personalidad, tales como el Rorschach y el TAT, no se


basan en el auto-reporte de síntomas o experiencias del sujeto. Por el contrario,
requieren que el evaluado interprete y describa estímulos complejos y ambiguos. Los
estímulos del Rorschach son manchas de tintas monocromáticas y multicolores,
mientras que los del TAT son una serie de imágenes, la mayoría de las cuales retrata

22
individuos o interacciones interpersonales acerca de las cuales el evaluado debe
desarrollar una historia.

Las pruebas neuropsicológicas, de ejecución y de inteligencia usualmente contienen


múltiples sub-pruebas que consisten en problemas a ser resueltos u otro tipo de
reactivos que tienen respuestas "correctas" establecidas a través de la construcción de
normas para una población determinada.

Es especialmente relevante que se tenga en consideración que en general, el uso de


pruebas e instrumentos psicológicos en una evaluación forense debe cumplir con una
serie de requisitos que justifiquen su aplicación de acuerdo al tipo particular de
evaluación que se está realizando. La prueba debe ser relevante para el asunto legal o
para un constructo psicológico que subyace al asunto legal. Esta justificación debe
incluirse en el informe, clarificando el razonamiento del evaluador para seleccionar
una prueba específica basándose en su relevancia para el caso en cuestión. En la
medida de lo posible, esta relevancia debe apoyarse con la disponibilidad de
investigación de validación empírica publicada en la literatura científica, sin
embargo, una justificación puede hacerse en términos teóricos.

Si no existe evidencia de investigaciones con la cual evaluar la precisión de la


fortaleza de la conexión entre el constructo psicológico y el asunto legal, entonces la
autoridad judicial debe ser informada al respecto.

De esta forma, las pruebas psicológicas deben utilizarse en la evaluación forense


únicamente cuando puedan relacionarse específicamente con el constructo legal bajo
estudio. Por ejemplo, el constructo de imputabilidad, el cual es un constructo legal,
difiere significativamente de constructos psicológicos como inteligencia,
psicopatología o personalidad.

Es importante tener claro que las mediciones de constructos psicológicos no se


traducen directamente en constructos legales, lo cual podría conducir a conclusiones

23
inválidas. Tal es el caso de una persona que puede presentar síntomas suficientes
como para ser diagnosticada con un trastorno mental severo (por ejemplo,
esquizofrenia) y al mismo tiempo cumplir con criterios suficientes como para
considerar que comprende el carácter ilícito de su comportamiento delictivo al
momento del mismo, lo cual podría llevar a una autoridad judicial a considerarlo
imputable (constructo legal).

El test debe tener un método estándar de aplicación, con las condiciones de la prueba
tan cercanas a como sea posible a un ambiente silencioso y sin distracciones. De este
modo: Groth-Marnat (1999), “ha señalado que un test bien construido debe incluir
instrucciones que les permita a los evaluadores aplicarlo de forma estructurada,
similar a la de otros evaluadores”.

El estilo de respuesta debe ser evaluado explícitamente con enfoques sensibles a la


distorsión y los resultados de las pruebas psicológicas interpretadas dentro de este
contexto del estilo de respuesta del individuo. Cuando el estilo de respuesta sugiere la
simulación, un perfil defensivo o respuestas irrelevantes más que una aproximación
honesta y confiable, podría ser que los resultados de las pruebas psicológicas se
descarten o sean ignorados y darle énfasis a otras fuentes de datos en un grado mayor.

Finalmente, es importante tener claro que en la evaluación psicológica forense la


comunicación efectiva de los resultados es un punto crucial del proceso.

Una vez que el psicólogo ha realizado una evaluación en el contexto del sistema
legal, debe tener claro que todo lo que incluya en su reporte va a ser sometido a
evaluación o cuestionamiento por parte de otros profesionales involucrados en el caso
específico (otros psicólogos, jueces, defensores, fiscales). Por otra parte, es
importante que el evaluador considere que su reporte debe centrase solamente en
aspectos de importancia para el propósito legal que se busca, lo que implica que no
todas las observaciones a nivel psicológico obtenidas durante la evaluación deben

24
incluirse en el reporte final. Lo anterior se basa en el principio de protección de la
intimidad y privacidad del evaluado.

Por otra parte, debido a que la decisión legal involucra necesariamente aspectos de
moralidad y justicia que van mucho más allá del dominio de experticia de los
profesionales de la salud mental, algunos académicos han argumentado que los
psicólogos no deben responder la pregunta legal fundamental. Sin embargo, mucho
más importante para el psicólogo forense es referirse en su informe a las capacidades
y déficits relevantes del examinado en torno al aspecto legal en cuestión (lo
psicolegal), así como las inferencias y razonamiento del evaluador en relación con las
causas de estos déficits.

De acuerdo con Skeem & Golding (1998), “el no incluir este tipo de información en
el reporte forense debe ser visto como un defecto esencial en el mismo”. Los
evaluadores tienen como obligación comunicar específicamente a la autoridad
judicial sus procesos de interpretación de datos así como documentar las bases
fácticas a través de las cuales apoyan sus conclusiones en el informe pericial forense.
Asimismo, Según, Butcher y Pope, (1993): “se deben incluir en el reporte cualquier
tipo de reservas acerca de los hallazgos y posibles factores que limiten el alcance de
las conclusiones a las que se llegó”. Esto a manera de criterio personal, lo cual el
juzgador le dará la interpretación que considere pertinente, basándose en su sana
critica y máximas de experiencias.

CONCLUSION.

La reforma de la normativa procesal penal en Venezuela, esto es, el cambio a un


sistema acusatorio y la profundización de las garantías procesales a través del derecho
a la defensa y a la utilización de cualquier medio para ejercerla, sin lugar a dudas, han

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potenciado la intervención del profesional del Psicólogo en la Administración de
Justicia.

El creciente interés por dimensiones de la personalidad menos estudiadas


(afectividad, motivación, etc.) o por determinados procesos (socialización) de gran
importancia, y la necesidad de un análisis que integre la personalidad individual y el
comportamiento humano entendido como respuesta “normal” desde una perspectiva
“conductual”, desprovista de nosologías de corte biologicista que fragmentan la
compresión del mismo, aproximan cada vez más a la joven Psicología Forense a las
exigencias de la vida cotidiana y del Derecho.

El ser humano, desde luego, sigue siendo una incógnita, un enigma, un misterio para
sus semejantes. En gran medida, porque siguiendo a (García citado por Esbec y
Otros, 2000) no es una máquina de músculos y nervios, ni una sucesión de estímulos
y respuestas; sino una realidad compleja e imprescindible en la que confluyen
Experiencia, Biología, Cultura, Costumbres, Historia, Realidad Política, Social y
Económica.

Por tal motivo, cualquier análisis que se haga del ser humano y su comportamiento,
debe ser tomando en cuenta las condiciones de existencia de éste y las situaciones por
las que este atravesando cada país, para de esta forma conocer las raíces de los
conflictos de cada sociedad y en consecuencia de cada individuo.

Como se ha dicho hasta ahora, la psicología forense analiza la relación entre sujeto y
ley, siendo su función la de informar a jueces y demás operadores de justicia, sobre
los aspectos que le sean demandados, por lo menos es lo que plantea la literatura
escrita hasta ahora sobre el tema en cuestión y que fue expuesto durante el desarrollo
de el presente artículo.

26
Sin embargo, y aún cuando esto no ha sido objeto de discusión por parte de los
psicólogos especialistas en el área, por lo menos en nuestro país, se cree que la
psicología forense ir más allá de responder a dichas demandas, aportando las
necesidades de los involucrados y en especial de las víctimas, tomando en cuenta las
diferencias individuales de cada persona y la intervención que cada uno requiere para
orientar su proyecto de vida dentro de los parámetros de la ley.

Así mismo, la psicología forense, debe interesarse incluso en la manera como se


construye y se fundamenta la ley, pues como disciplina interesada en el conocimiento
del problema criminal, debe dirigir su atención a los medios que tratan de explicar,
definir y disminuir el problema de la criminalidad, siendo el punto de referencia de
éste el control social formal, es decir, la Ley.

En consecuencia, el psicólogo forense, debe dejar de ser un experto acrítico, que


posibilite la solución de un caso judicial, pero alejado de la necesidad de hacer
justicia, para ser profesionales y ciudadanos dedicados a propiciar una mejor ley, más
humana y parecida a las necesidades de quienes deben cumplirla, para junto con las
disciplinas de la : criminología y derecho, buscar y lograr no ya una mejor justicia,
que sólo atiende a los intereses de una clase, quién tiene el poder, sino una justicia
diferente: que respete los Derechos Humanos y las diferencias individuales.

Diferencias que se presentan, de acuerdo a las condiciones particulares de cada


sujeto, incluso de cada clase social, como la pobreza, miseria, hacinamiento,
desempleo, hambre. En relación con esto, en la página web
www.psicologíajurídica.org, se comenta:

“Las condiciones actuales de América Latina, no son las


mejores… la comisión de relaciones exteriores de los Estados
Unidos denominado Andes 2020, plantea la necesidad de ampliar
los espacios democráticos y participativos, la reforma judicial y la

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aplicación de verdadera justicia, como herramientas básicas en la
transformación de la situación actual de pobreza, violencia y
criminalidad…”

Es por ello, que los psicólogos forenses en aras de colaborar con los órganos de
justicia deben ayudarlos a comprender que las anteriores diferencias determinan en
gran medida los problemas de criminalidad y que en la mayoría de los casos no son
resultado de una personalidad enferma, sino el resultado de situaciones estructurales
de la sociedad. De esta forma, el psicólogo forense estaría contribuyendo a que no se
criminalicen dichas situaciones, que indiscutiblemente generan violencia, evitando
que la concepción del criminal sea de mayor estudio y atención, que las condiciones
políticas, sociales y económicas que posibilitan la existencia del crimen.

En este sentido, dicho profesional está llamado a ver más allá de la apariencia, siendo
crítico en todos las situaciones de su quehacer profesional, ofreciendo formas
alternativas de solución de conflictos legales, que les dé primacía a las víctimas, se
aproxime a los involucrados, intentando comprender los motivos, etiologías e incluso
procesos mentales de estos. Con la finalidad última de transformar el derecho y el
sistema de justicia penal, teniendo como norte las garantías ciudadanas y efectiva
realización de los Derechos Humanos.

La importancia de la Psicología en el mundo del Derecho está fuera de toda duda. Sin
embargo, son muchos aún los que se resisten a sus experiencias y aplicaciones, nadie
puede negar lo útil y necesaria que resulta como disciplina científica aplicable al
peritaje judicial.

Se trata en consecuencia, de un conjunto de conocimientos teóricos, imprescindible


para los operadores de justicia, criminólogos y psicólogos forenses que ejercen
funciones en la Administración de Justicia. Sin que esto signifique que el juez debe
ponerse por encima del perito pretendiendo saber más que él, aunque en la práctica

28
esto suceda con no poca frecuencia. Ni un perito debe convertirse en un juez y
pretender decidir judicialmente el asunto legal en cuestión a través de un informe o
dictamen absolutamente orientado a la inimputabilidad. Siguiendo a Soria y Otros
(2002) no es un justiciero ni un detective que siembre trampas al sujeto que está
evaluando con la finalidad de reunir datos incriminatorios ni debe apreciar el carácter
desvalido del enfermo mental y erigirse como su protector. Se le ha requerido, para
encontrar la luz allí donde la ciencia jurídica no la ofrece en solitario.

Se ha entendido la importancia y la necesidad de humanizar el Derecho. Sin embargo,


para ello es necesario vencer resistencias, recelos y dudas entre ambos mundos, el
psicológico y el jurídico, y buscar los medios para que dicha cercanía se convierta en
mayor conocimiento y aceptación mutua. Siempre buscando el mayor beneficio y la
mayor felicidad a todos los miembros de la sociedad que se encuentran involucrados
en algún proceso legal, en un momento histórico, social, económico y político
determinado, y que requieren del Estado a través de la Administración de Justicia la
más satisfactoria respuesta, la garantía de sus libertades individuales y el respeto a los
Derechos Humanos.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

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Graw Hill, Octava Edición. Caracas (Venezuela).

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29
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Jurídico-Legal de la Discapacidad. Ediciones Edisofer. Madrid (España).

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11 de Septiembre de 1998.

LUGOS Y RIVAS (2003) Libro Psicología Jurídica: Perspectiva


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PÉREZ SAMIENTO, E. (2003). Comentarios al Código Orgánico Procesal Penal.


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SORIA y OTROS (2002). Manual de psicología penal forense. Editorial Atelier.


Barcelona (España).

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www.unl.edu/ap-ls/student/specialty%20Guidelines.pdf.

www.psicologiajurídica.org

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