Paulo Freire a grandes rasgos nos presenta una forma de liberación del hombre, siendo opresor y oprimido. En este libro principalmente critica el sistema de educación presentando una nueva pedagogía donde tanto los educadores y los que son educados trabajan juntos para desarrollar un punto crítico del mundo en el que se encuentran. Freire en el principio advierte que su libro puede provocar reacciones sectarias por los lectores pero se debe evitar este obstáculo que puede provocar el surgimiento del revolucionario. Entrando al primer capítulo el cual se divide en cinco partes, Freire empieza hablando sobre la búsqueda de soluciones a partir de los problemas que la humanidad enfrentaba a términos de los sesenta y menciona al hombre como un “ser inconcluso”, y que existe a una distorsión de la vocación de “ser más” la cual conduce a los oprimidos a luchar contra quien los minimiza, dicha lucha solo tiene sentido cuando los oprimidos no se transforman en opresores, sino en restauradores de la humanidad. La restauración puede venir solamente de los oprimidos porque son ellos los que entienden el valor de la liberación. Se menciona el caso de los oprimidos queriendo la reforma agraria, no en el sentido de liberación, sino para poseer tierras y con estas transformarse en propietarios. El oprimido tiene que liberarse para no convertirse en opresor porque ellos tienden a identificarse con su contrario. En ambos casos se teme a la libertad debido a razones diferentes, en los oprimidos el miedo a la libertad es el miedo de asumirla y en los opresores el miedo de perder la libertad de oprimir. Debe existir el camino hacia el hombre nuevo, dejando a un lado las acciones paternalistas hacia los oprimidos, pues se volvería una atadura a la misma posición de dependencia. Donde el opresor se debe solidarizar con los oprimidos pasando de tener un gesto ingenuo y sentimental de carácter individual a un acto de amor hacia aquellos; cuando, para él, los oprimidos dejan de ser despojados de su palabra y en una situación de injusticia: comprados en su trabajo, lo que significa la venta de la persona misma. Freire afirma la relación entre la solidaridad y la liberación, y que los oprimidos tienen que ser agentes activos en el proceso de liberación. El líder no puede dictar mandatos en una manera paternalista a los oprimidos. Lo que la sociedad piensa que son actos de generosidad hacia los oprimidos muchas veces no lo son. Pero antes de esto hay mucho que hacer para poder lograr una transformación de la realidad opresora. Destacando ciertos puntos educativos los cuales buscan que el oprimido tome conciencia de su situación de opresión y se comprometa con la transformación que conlleve culturalmente. Sin embargo, cuando el opresor obstruye al oprimido en su búsqueda como persona, comete un acto de violencia porque hiere la vocación del “Ser Más”. Freire recalca que esta lucha no tiene sentido si es solamente para cambiar de lugar con los opresores, lo importante es que la lucha de los oprimidos se haga para superar la contradicción en la que se encuentran; siendo el surgimiento del hombre nuevo, ni de opresor, ni oprimido sino de un hombre liberándose. A los opresores no les será fácil aceptar su baja posición de poder, la violencia opresora pasa de una generación a otra, en una cultura con una concepción materialista. Es por esto que para los opresores, el valor máximo se basa en el tener más y más a costa de todo o todos. Ser, para ellos es equivalente a “tener o poseer”. Ahogarse en su propia riqueza es considerado “un derecho” de la clase dominante, menciona Freire. El mismo pueblo oprimido carece de confianza misma, debido al hecho de que se identifica con su opresor, como si no hubiera de otra en el orden natural. Freire provee el ejemplo del campesino que él entrevistó, “que comienza a tener ánimo para superar su dependencia cuando se da cuenta de ella. Antes de esto, obedece al patrón y se pregunta qué puede hacer si solo es un campesino”. Para trascender este proceso el oprimido tiene que ver la vulnerabilidad del opresor, sólo así los oprimidos podrán creer en sí mismos, superando el régimen opresor. Freire indica que es necesaria una verdadera reflexión acerca de la acción liberadora, siendo necesario que se tome en cuenta la situación en sé que encuentran, señalando que la liberación de los oprimidos debe empezar antes y no después de la revolución, siendo el líder aquel que deberá ganar la confianza del pueblo para transformarlos en seres capaces de formular sus propias conclusiones. El primer capítulo termina enfatizando la unión entre el líder y el pueblo, los educadores y educandos, siendo sujetos en buscar la realidad. En el segundo capítulo, Freire señala las faltas en el sistema tradicional de educación y como los opresores lo manejan. Las relaciones que se tienen entre el educador y el educando, apareciendo el primero como un “sujeto real”, cuya tarea es llenar a los educandos con contenidos y Freire clasifica este sistema como una concepción bancaria; pues en cuanto más se vayan llenando los recipientes con los “depósitos” será el mejor educador, los estudiantes tienen como tarea recibir dichos “depósitos” y guardarlos y archivarlos, siendo así el educador el que siempre sabrá y tendrá el conocimiento mientras que los educandos serán los que no saben por completo. Freire opina que la educación debe superar esta dinámica, para que los educadores y los educandos se compartan el rol del otro. El sistema bancario no llegó a ser por casualidad: siendo los educandos los que reciben la información dictada por un superior. Freire cita a Fromm, para señalar el estado enfermo de los opresores y el sistema educativo implementado por ellos, añadiendo que tal persona “ama el control y, en el acto de controlar, mata la vida”. Tomando en cuenta que la liberación no puede resultar de una educación bancaria, sino que la liberación autentica es la humanización que se tiene en el proceso pues no es la que se deposita en los hombres. Usando este sistema de la educación bancaria solo nos muestra una falta de confianza en el pueblo. En el método que nos menciona Freire, el educador debe transformarse en educando y viceversa, siendo agentes activos en el proceso educativo, siendo investigadores críticos con el educador, exigiendo una reflexión para el descubrimiento de la realidad. Esta transformación educativa no tiene sentido si los oprimidos quieren meramente asumir el puesto de sus dominadores y tampoco es un trabajo que se puede hacer de una manera individualista. El tercer capítulo a grandes rasgos nos presenta acerca del trabajo del educador en esta pedagogía del oprimido. Empezando con el concepto sobre la existencia humana; una transformación del mundo, siendo un derecho de todos los hombres de ser partícipes de esta transformación. Freire nos menciona los requisitos necesarios para tener un diálogo y señalar la importancia del amor al mundo y a los hombres. Debe de existir un diálogo junto con la humildad, implicando un poco de fe en el pueblo, mostrando la importancia de la confianza y la esperanza, pero sobre todo tener un pensar que perciba la realidad como un proceso y no como algo estático. La búsqueda por un tema se da a partir de la investigación del pueblo, para una educación mutua, consiguiendo una visión clara del desarrollo del mismo. Por ejemplo es necesario estar en reuniones acerca de una asociación, en trabajos de campo, observar el lenguaje usado, el papel que desempeñan tanto mujeres como hombres, actividades recreativas, siendo la primera fase del estudio. Al concluir esta fase inicial del estudio, los investigadores, juntos con representantes del pueblo, deben reunirse para evaluar los resultados. En la pedagogía de Freire, no existe un momento donde el pueblo no participe activamente en el proceso. La segunda etapa de la investigación se enfoca en los obstáculos percibidos por el pueblo que no le permiten ir más allá en cuanto a sus percepciones para el mejoramiento de una situación. En la última etapa de la investigación, los investigadores escuchan las grabaciones del pueblo y después de extraer los temas inherentes en los comentarios del pueblo, estos son presentados de nuevo al pueblo. En esta reunión las personas del pueblo están invitadas a introducir otros temas sobre los que les gustaría hablar. Por medio de este sistema “horizontal” de la educación, los hombres se sienten parte de su pensar, de su visión hacia el mundo, siendo manifestada. Respecto al último capítulo del libro, Freire hace un resumen de las ideas anteriores, señalando como la pedagogía liberadora es lo contrario a la opresión en cuanto a la educación bancaria. Tomando en cuenta que los hombres son seres del quehacer, y su que hacer es la acción y reflexión. Y tal como lo menciona Freire en el sistema dominador los pensamientos vienen de un “señor”, mientras la pedagogía del oprimido ofrece los de un “compañero”. La actividad opresor/oprimido empieza en el hogar y se prolonga en las escuelas resultando en jóvenes que saben muy bien cómo adaptarse, pero sin el pensamiento crítico necesario para transformar la sociedad en la que se encuentran. El miedo a la libertad que tienen ellos por ser meros depositarios de información, con una visión limitada del mundo en que viven. En la pedagogía de Freire, una de las tareas de los investigadores es permitir a los oprimidos enfrentar estos miedos y racionalizaciones. En dicho capítulo igual Freire escribe sobre las tareas del liderazgo revolucionario. Según él, estos líderes vienen de la clase dominante pero la han rechazado y han optado solidarizarse con la clase oprimido. Una verdadera revolución social exige organización, pero no en la forma vertical de los opresores. Es por esto por lo que el poder de los opresores, cuando pretende suavizarse ante la debilidad de los oprimidos, no sólo se expresa, casi siempre, en una falsa generosidad, sino que jamás la sobrepasa. Los opresores, falsamente generosos, tienen necesidad de que la situación de injusticia permanezca a fin de que su “generosidad” continúe teniendo la posibilidad de realizarse. El “orden” social injusto es la fuente generadora, permanente, de esta “generosidad” que se nutre de la muerte, del desaliento y de la miseria. Pedagogía que haga de la opresión y sus causas el objeto de reflexión de los oprimidos, de lo que resultará el compromiso necesario para su lucha por la liberación, en la cual esta pedagogía se hará y rehará. En conclusión, Freire admite que no tiene mucha experiencia en “el campo revolucionario”, pero ello no le hace imposible hablar y reflexionar acerca del tema. Terminando con sus palabras: “si nada queda de estas páginas, esperamos que por los menos algo permanezca: nuestra confianza en el pueblo. Nuestra fe en los hombres y en la creación de un mundo en el que sea menos difícil amar”. BIBLIOGRAFÍA: Freire, Paulo. Pedagogía del oprimido. Montevideo: Tierra Nueva, 1970.