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DIPLOMADO EN DOCENCIA

UNIVERSITARIA BASADA EN
COMPETENCIAS

MODULO: Formación por competencias


en la educación superior

Ensayo:

PEDAGOGÍA DEL
OPRIMIDO – Paulo Freire
PEDAGOGÍA DEL OPRIMIDO – PAULO FREIRE

El libro “Pedagogía del Oprimido” recoge las ideas de Paulo Freire respecto a los
cambios importantes dentro la labor educativa que se deben implementar, que surgen a raíz
de la estructura social y política dominante.
La pedagogía del oprimido es una pedagogía revolucionaria que no se enmarca
solamente en teorías cognitivas, sino que tiene un fuerte componente de justicia e igualdad
social. Este enfoque incita a los estudiantes a cuestionar y desafiar las creencias y prácticas
que se les imparte, las cuales son consideradas como herramientas de la clase dominante para
mantener su status social adoctrinando a la clase oprimida para que acepte y se adapte a una
sociedad desigual.
En la propuesta de Freire, la pedagogía del oprimido esta llamada a luchar contra la
opresión del poderoso sobre el más débil, pero no para que el oprimido deje de serlo
convirtiéndose en el nuevo opresor, es decir, la restauración de la sociedad significa luchar
contra ese sistema social que genera opresores y oprimidos y deshumaniza a la humanidad.
Esa gran tarea humanista e histórica recae sobre los oprimidos, dado que sólo ellos
entienden el significado de una sociedad opresora y reconocen la necesidad de la liberación.
Ahí radica la gran tarea humanista e histórica de los oprimidos: liberarse a sí mismos y liberar
a los opresores.
Es necesario considerar que, casi siempre, en un primer momento los oprimidos, en vez
de buscar la liberación en la lucha y a través de ella, tienden a ser opresores también. Los
oprimidos se encuentran confundidos a causa de la huella que les ha dejado la opresión,
prefieren la adaptación en la cual su falta de libertad les mantiene a la comunión creadora a
que la libertad conduce, la pedagogía del oprimido debe enfrentar este dilema.
Para los opresores la tierra, los bienes e incluso los hombres son considerados como
objetos de su dominio, es preciso que los oprimidos existan para que ellos existan. Esta
realidad pasa de generación en generación creando un clima que crea en el opresor una
conciencia fuertemente posesiva. Por tanto la libertad de los oprimidos no resulta del agrado
de los opresores porque altera su estabilidad y posición, haciendo constantemente lo posible
para poder controlarlos.
Los opresores se han apropiado de la ciencia y la tecnología como instrumentos para
sus fines de dominación, utilizan la educación como forma de domesticación.
Los oprimidos son vistos como ignorantes, perezosos, envidiosos, viciosos y culpables
de su propia situación, en virtud de todo esto, terminan por convencerse de su “incapacidad”.
Hablan de sí mismos como los que no saben y del profesional como quien sabe y a quien
deben escuchar. Un cambio revolucionario exige lo que los dominadores no tienen: confianza
en el pueblo. El mismo pueblo oprimido carece de esa cualidad, debido al hecho de que se
identifica con su opresor. Para revertir esta condición el oprimido tiene que ver la
vulnerabilidad del opresor.
Freire postula el famoso concepto de educación bancaria, aquella que es de naturaleza
narrativa, discursiva. La narración convierte a los educandos en recipientes que deben ser
llenados por el educador. Cuando más vaya llenando los recipientes con sus “depósitos”,
tanto mejor educador será; cuanto más se dejen “llenar” dócilmente, tanto mejor educandos
serán.
De este modo, la educación se transforma en un acto de depositar en el cual los
educandos son los depositarios y el educador quien deposita. En la medida en que esta visión
“bancaria” anula el poder creador de los educandos, estimulando su ingenuidad y no su
criticidad, satisface los intereses de los opresores. De ahí que la “educación bancaria”, que a
ellos sirve; jamás pueda orientarse en el sentido de la concienciación de los educandos.
Mientras en la concepción “bancaria” el educador va “llenando” a los educandos de
falso saber que son los contenidos impuestos, en la práctica liberadora los educandos van
desarrollando su poder de captación y de comprensión del mundo, que se les presenta no ya
como una realidad estática sino como una realidad en transformación, en proceso.
Un educador humanista, revolucionario debe superar la división existente entre el
maestro y el alumno. Los educandos en vez de ser dóciles receptores de los depósitos, se
transforman ahora en investigadores críticos en diálogo con el educador, quien a su vez es
también un investigador crítico.
En ese contexto Paulo Freire propone dejar de lado la relación vertical unidireccional
educando-educador, y construir una relación horizontal bidireccional en base al diálogo. A
partir del diálogo en la escuela puede reflejarse el conjunto de aspiraciones del pueblo, que
podrá organizar el contenido programático de la educación y acrecentar la acción
revolucionaria
El dialogo verdadero se produce cuando hay un amor profundo al mundo y a los
hombres, el diálogo bajo esas características genera un clima de confianza entre los sujetos,
cosa que no existe en la educación bancaria. Tampoco hay diálogo sin esperanza, esta es la
raíz de la inconclusión de los hombres a partir de la cual se mueven estos en permanente
búsqueda del cambio. Esperanza que no se manifiesta, sin embargo, en el gesto pasivo de
quien cruza los brazos y espera; la esperanza se da en cuanto se lucha, si lucho con esperanza,
entonces espero.
No puede usarse el diálogo para el sometimiento o forma de conquista a otro. El opresor
hace uso de esta antidialogicidad para mantener su status a través de diversos medios, en
ocasiones la manipulación se da a través de pactos con la desventaja para los oprimidos,
incluso algunos opresores hacen uso de instrumentos ideológicos para conseguir su conquista.
Otra característica de la antidialogicidad es la invasión cultural de que son objeto los
oprimidos; éstos son sólo eso, objetos, mientras que los opresores son autores y actores del
proceso; es una táctica subliminal que se emplea para la dominación y que conduce a la
inautenticidad de los individuos, por lo tanto entre las masas populares ocurre una pérdida de
valores, una transformación en su forma de hablar y se adhieren al opresor
irremediablemente.
Contraponiéndose a lo que se expuso anteriormente, aparece la colaboración como una
forma de emancipación del pueblo, que no implica la figuración de un líder, sino la
interacción entre las masas y el compromiso mutuo de luchar por la liberación, descubrir el
mundo, no adaptarse a él, ofreciéndose confianza mutua de tal manera que se alcance una
praxis revolucionaria.
Freire sugiere una colaboración entre el líder y el pueblo. Una verdadera revolución
social exige organización, pero no en la forma vertical de los opresores, para que esta acción
se realice debe estar presente la disciplina, orden, objetivos precisos, tareas que cumplir y
cuentas que rendir ante sus semejantes.
La ideología del opresor siempre involucra ideologías bancarias, obedece a los intereses
de la clase dominante al no permitírseles a la población criticar los modelos establecidos. No
debemos olvidar que luego de la revolución industrial, las escuelas de clase baja estaban
destinadas a formar obreros, los cuales debían aprender a ejecutar sus labores de forma
mecánica, se les adoctrinaba a someterse a los patrones y a trabajar arduamente para
sobrevivir en un mundo cruel; mientras en las escuelas de élite se enseñaba economía y
finanzas para formar a la nueva clase dominante. En la actualidad, todavía se mantienen de
forma disimulada estos rasgos, por eso debemos promover una pedagogía del oprimido que
busque cambiar lo que está mal en nuestras sociedades.

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