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Anexo
La distribución
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posibilidad de formar una pareja pedagógica (maestro no aborigen, maestro
wichí), para lo cual es necesario el respeto y la valoración mutua”. (Tomé y
otros, 1993)
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Si bien esta caracterización no pretende ser exhaustiva, y es posible,
analizar situaciones que se observaron en la práctica áulica durante los primeros
años de trabajo de los ADA de la primera promoción:
La función de alfabetizador no fue cumplida por ninguno de los
auxiliares. Entendamos por alfabetizador que el auxiliar haya asumido
la tarea de enseñar a leer y escribir en lengua wichí, manejando
elementos técnicos que le permitan planificar, acompañar y evaluar el
aprendizaje de un grupo de niños en el marco del Sistema Educativo.
Si bien en algunos casos y en ciertos momentos algunos momentos se
ha enseñado a leer y escribir en lengua wichí, las actividades de
aprendizaje, los recursos y el manejo general del grupo clase, ha
estado a cargo del docente no aborigen. Es el caso de las primeras
experiencias en Tres Pozos (Escuela N° 852) con Adriana Ibarruela y
Mario Tolaba; en Vizcacheral (Escuela N° 926) con Jóse Brunello y
Bailón Díaz y El Sauzalito (Escuela N° 821) con Alberto Vissani y
Ambrosio Rosario.
El docente aborigen cumplió la función de un auxiliar técnico
medianamente calificado que recibía “indicaciones” del docente no
aborigen para realizar tareas como: dar una explicación individual a
algún alumno con determinada dificultad, traducir alguna consigna,
recorrer los bancos, mirar la tarea de los niños y, a veces corregirla.
El docente aborigen cumplió la función de un auxiliar no calificado y
se dedicó a tareas no educativas propiamente dichas entre ellas: cortar
y acarrear leñas, cortar varillas y hacer el cerco del predio escolar,
servir la comida, pintar la escuela, construir letrinas o hacer mandados.
Aunque esto fue resistido por los auxiliares, debió pasar poco más de
un año para que se revirtiera esta situación, lo que se logró gracias a la
intervención de sectores no aborígenes que apoyaban la Educación
Bilingüe Intercultural.
El docente aborigen se desempeñó como traductor en la comunicación
del maestro hacia los alumnos y, ocasionalmente, a la inversa. Esta
tarea la realizó con mayor o menor dificultad o precisión según el grado
de bilingüismo del auxiliar. En este caso, generalmente, no se dieron
cambios sustanciales en los contenidos tradicionales, ni el auxiliar
realizó aportes pedagógicos.
En todos los casos el auxiliar fue un referente afectivo importante
para los niños aborígenes. Este logro constituyó por sí sólo, un cambio
importantísimo: “Acompañame al pizarrón que tengo miedo”, los chicos
wichí tenían la posibilidad de pedir ayuda sin quedar expuestos frente al
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maestro y a los otros chicos, buscar seguridad y expresar sus temores
y necesidades.
El auxiliar no pudo responder a los pedidos de docentes,
comprometidos con el Proyecto, por las limitaciones en el nivel técnico-
pedagógico alcanzado en la capacitación.
El auxiliar adquirió rápidamente defectos profesionales, se
“contentó” con el cargo, el sueldo y se limitó a “cuidarlo” sin
comprometerse.
Es probable que algunos docentes no tuvieran del todo clara la función del
auxiliar. Había una Resolución de Consejo General de Educación (425/91) que
no aportaba mucha luz en relación al tema, pero habían habido en todas las
escuelas reuniones entre los docentes y el equipo capacitador de los ADA en las
que se comentaban cuestiones relacionadas con la capacitación y su función en
la escuela. Durante los períodos de alternancia, los docentes recibían a los
auxiliares para realizar actividades pedagógicas en los grados. Tenían
indicaciones específicas para integrarse en el trabajo áulico. Se buscaba una
incorporación paulatina en la institución y en la posibilidad de generar un
espacio dentro del grado para el desempeño del rol del auxiliar. Algunos
docentes pudieron no haber participado en las reuniones, pero difícilmente no
hayan recibido a los auxiliares en su escuela o su grado.
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Podría pensarse que “desconocer” el rol del auxiliar, fue una manera de
boicotearlo. Como ya he planteado, en unos casos (tanto en primaria como Nivel
Inicial) se le adjudicaron tareas de portero (limpieza, mandados, etc.) de peón
(acarrear leña, hacer el cerco) y albañil (pintar la escuela, hacer la letrina). En
otros casos, se le adjudicaron, para “sacar a flote”, los chicos aborígenes cuyas
dificultades para aprender no estaban asociadas a la lengua de alfabetización ni
a cuestiones culturales, sino a razones de orden neurológicos, afectivos, sociales
o incluso, causados por los fracasos escolares anteriores. Los auxiliares podían
mejorar algunas condiciones de aprendizaje, como es, manejar el mismo idioma,
pero no podían resolver las dificultades de los niños con necesidades educativas
especiales. Frente a esto, algunos maestros y directores reforzaron su hipótesis
de que “el auxiliar no sirve porque no saca adelante a los niños aborígenes”.